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Abordaje multidisciplinario del acné pustuloso: enfoque clínico y terapéutico

Abordaje multidisciplinario del acné pustuloso: enfoque clínico y terapéutico

Autora principal: María José Leiva Rodríguez

Vol. XX; nº 10; 526

Multidisciplinary approach to pustular acne: clinical and therapeutic management

Fecha de recepción: 29 de abril de 2025
Fecha de aceptación: 20 de mayo de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 10 – Segunda quincena de Mayo de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 10; 526

Autores:

María José Leiva Rodríguez, Médico general, Investigador independiente, San José, Costa Rica

María Melissa Matamoros Chaves, Médico general, Investigador independiente, San José, Costa Rica

Angie Pamela Miranda Ovares, Médico general, Investigador independiente, San José, Costa Rica

María Sofía Monge Jiménez, Médico general, Investigador independiente, San José, Costa Rica

Resumen:

El acné pustuloso es una forma inflamatoria del acné caracterizada por la presencia de pústulas y pápulas, originadas por la obstrucción del folículo pilosebáceo, inflamación y colonización bacteriana, principalmente por Cutibacterium acnes. Aunque es más común en la adolescencia, su aparición en adultos jóvenes, especialmente en mujeres, se ha incrementado, muchas veces asociada a factores hormonales.

El tratamiento requiere un enfoque integral que considere tanto opciones tópicas como sistémicas. Entre las terapias disponibles se incluyen los retinoides tópicos, el peróxido de benzoilo, los antibióticos orales y los retinoides sistémicos como la isotretinoína. En mujeres, el abordaje hormonal, con antiandrógenos como la espironolactona o el acetato de ciproterona puede ser clave, especialmente en casos resistentes o recurrentes. Es fundamental realizar una evaluación individualizada de cada paciente, considerando la severidad clínica, los factores desencadenantes y el impacto psicosocial. Asimismo, el seguimiento a largo plazo y la educación del paciente juegan un papel importante en la prevención de recaídas y en la mejora de la calidad de vida. Un abordaje multidisciplinario entre dermatología, endocrinología y atención primaria puede optimizar los resultados terapéuticos.

Palabras clave:

acné pustuloso, acné en adultos jóvenes, isotretinoína, terapia combinada, acné inflamatorio

Abstract:

Pustular acne is an inflammatory form of acne characterized by papules and pustules resulting from follicular obstruction, inflammation, and bacterial colonization, primarily by Cutibacterium acnes. Although it commonly affects adolescents, its incidence among young adults, particularly women, has increased, often associated with hormonal factors. Management requires a comprehensive approach that includes both topical and systemic therapies. Available treatment includes topical retinoids, benzoyl peroxide, oral antibiotics, and systemic retinoids such as isotretinoin. In women, hormonal therapies with antiandrogens like spironolactone or cyproterone acetate can be particularly effective in resistant or recurrent cases. Individualized assessment is essential, taking into account clinical severity, triggering factors, and psychosocial impact. Long-term follow-up and patient education play a key role in preventing relapses and improving quality of life. A multidisciplinary approach involving dermatology, endocrinology, and primary care can enhance therapeutic outcomes.

Keywords:

pustular acne, young adult acne, isotretinoin, combined therapy, inflammatory acne

Introducción

El acné pustuloso es una forma inflamatoria del acné vulgar caracterizada por la presencia de pústulas, que resultan de la obstrucción del folículo pilosebáceo, la proliferación de Cutibacterium acnes y la inflamación local (1). Aunque es más frecuente en adolescentes, se ha observado un aumento en su incidencia en adultos jóvenes, especialmente en mujeres, muchas veces asociado a factores hormonales (2). Esta condición no solo afecta la piel, sino que también tiene un impacto significativo en la calidad de vida del paciente, influyendo en la autoestima y aumentando el riesgo de ansiedad o depresión (3).

El manejo del acné pustuloso requiere un enfoque terapéutico integral que incluya tanto tratamientos tópicos como sistémicos. Entre las opciones más utilizadas se encuentran los retinoides tópicos, el peróxido de benzoilo, los antibióticos orales y, en casos seleccionados, la isotretinoína (1,4). En mujeres, la terapia hormonal, particularmente con antiandrógenos como la espironolactona o el acetato de ciproterona, ha demostrado ser eficaz, especialmente en casos de acné resistente o recurrente (5).

Es fundamental realizar una evaluación individualizada, considerando la severidad del cuadro, el historial terapéutico y el impacto psicosocial. Asimismo, un seguimiento a largo plazo y un abordaje multidisciplinario entre dermatología, endocrinología y atención primaria pueden optimizar los resultados clínicos y mejorar la calidad de vida del paciente (3,4).

Fisiopatología

El acné vulgar, incluyendo su forma pustulosa, es una enfermedad inflamatoria crónica del folículo pilosebáceo. Su fisiopatología es multifactorial e involucra cuatro mecanismos clave: hiperqueratinización folicular, aumento de la producción de sebo, proliferación de Cutibacterium acnes (anteriormente Propionibacterium acnes) e inflamación (1,2). La hiperqueratinización conduce a la formación de microcomedones por la acumulación de queratinocitos en el conducto folicular, lo que bloquea la salida del sebo. Esta retención crea un ambiente propicio para la proliferación bacteriana. C. acnes es una bacteria anaerobia grampositiva comensal que prolifera en el sebo acumulado y produce lipasas que degradan triglicéridos en ácidos grasos libres, promoviendo una respuesta inflamatoria local (3).

Además, se ha demostrado que C. acnes activa receptores tipo Toll (TLR-2) en los queratinocitos y monocitos, lo que desencadena la liberación de citocinas proinflamatorias como IL-1, IL-8 y TNF-a, exacerbando la inflamación del folículo (4). En el caso del acné pustuloso, esta cascada inflamatoria da lugar a la formación de pústulas, lesiones superficiales que contienen neutrófilos, restos celulares y bacterias. La actividad hormonal, especialmente los andrógenos, también juega un papel fundamental al estimular las glándulas sebáceas y aumentar la producción de sebo, lo que contribuye al mantenimiento del proceso inflamatorio. En mujeres, la sensibilidad aumentada a los andrógenos puede explicar la persistencia o recurrencia del acné en la adultez (5).

Diagnóstico y examen físico

El diagnóstico del acné pustuloso es principalmente clínico y se basa en la inspección directa de las lesiones cutáneas, su morfología, distribución anatómica y evolución. Las lesiones típicas incluyen pústulas superficiales y pápulas inflamatorias, comúnmente localizadas en regiones con alta densidad de glándulas sebáceas (6). Es fundamental diferenciarlo de otras dermatosis pustulosas como la rosácea pápulo-pustulosa, la foliculitis bacteriana o la dermatitis perioral, que presentan características clínicas similares, pero con distinta etiología y manejo (7). El interrogatorio debe incluir antecedentes personales de acné, tratamientos previos, uso de cosméticos, factores desencadenantes (estrés, ciclo menstrual, dieta, medicamentos) y síntomas asociados como prurito, dolor o signos de infección secundaria (8).

Durante el examen físico, es importante identificar el tipo y número de lesiones presentes (comedones, pápulas, pústulas, nódulos, quistes) y evaluar signos de secuelas como cicatrices atróficas o hipertróficas, hiperpigmentación postinflamatoria o lesiones manipuladas. La severidad del acné puede cuantificarse mediante escalas clínicas como la Global Acne Grading System (GAGS), útil para guiar el tratamiento (9). Las mujeres con acné de inicio tardío o persistente, se recomienda valorar signos de hiperandrogenismo como hirsutismo, alopecia androgénica o alteraciones menstruales, y considerar la realización de un perfil hormonal. En casos atípicos o refractarios, puede requerirse un cultivo bacteriano o estudios complementarios para descartar infecciones o dermatosis coexistentes (10).

Manejo

El abordaje terapéutico del acné, especialmente en su forma pustulosa, debe ir más allá del tratamiento farmacológico convencional e incluir una visión multidisciplinaria que permita una atención integral. La participación del dermatólogo es fundamental para establecer la clasificación clínica, definir la severidad de la enfermedad y seleccionar el tratamiento tópico o sistémico adecuado. Las guías clínicas actuales recomiendan el uso de retinoides tópicos como primera línea en acné inflamatorio leve a moderado, combinados con peróxido de benzoilo para potenciar su efecto y reducir resistencia bacteriana (9). En casos más severos, el uso de antibióticos orales como la isotretinoína se vuelve necesario, pero siempre bajo una supervisión estrecha y con monitorización de efectos adversos (11).

En mujeres con acné persistente o de inicio tardío, el componente hormonal adquiere relevancia clínica y justifica la intervención conjunta con endocrinología. Los anticonceptivos orales combinados con efecto antiandrogénico han demostrado ser eficaces, al igual que la espironolactona, un antagonista del receptor de aldosterona que bloquea también receptores androgénicos a nivel de la glándula sebácea (12). La selección de estos tratamientos requiere una evaluación del perfil hormonal, historia ginecológica y antecedentes de trastornos endocrinos como el síndrome de ovario poliquístico, lo que resalta la necesidad de un abordaje conjunto que permita personalizar la terapia en función de las características de cada paciente (13).

Finalmente, el impacto psicológico del acné no debe subestimarse. Numerosos estudios han mostrado una asociación significativa entre acné y alteraciones del estado de ánimo, incluyendo ansiedad, depresión e incluso ideación suicida, especialmente en adolescentes y adultos jóvenes. Por ello, es fundamental que el equipo de salud mental forme parte del abordaje multidisciplinarios en casos seleccionados. La evaluación del estado emocional, así como la aplicación de escalas como el Dermatology Life Quality Index (DLQI), permiten cuantificar el impacto del acné en la calidad de vida y ajustar el tratamiento de forma integral (14). Este modelo multidisciplinario permite no solo mejorar las lesiones cutáneas, sino también abordar las dimensiones hormonales, emocionales y sociales de una patología que, aunque benigna, puede tener consecuencias significativas a largo plazo.

Tratamiento

Tratamiento farmacológico tópico y sistémico

El tratamiento del acné debe adaptarse a la severidad, tipo de lesión y características individuales del paciente. En casos leves a moderados, los retinoides tópicos como el adaptaleno o la tretinoína son el pilar del tratamiento por su acción comedolítica y antiinflamatoria (1). Su combinación con peróxido de benzoilo potencia la eficacia y disminuye el riesgo de resistencia bacteriana (3,9). Los antibióticos tópicos como la clindamicina o la eritromicina también se utilizan, pero siempre en combinación con otros agentes para evitar la monoterapia prolongada, que favorece la resistencia de Cutibacterium acnes (9,10). Este abordaje inicial es especialmente útil en atención primaria, donde la identificación temprana y el inicio del tratamiento reducen el riesgo de cicatrices (4).

Terapias sistémicas y manejo del acné severo

En casos moderados a severos, o cuando hay riesgo de cicatrices, puede ser necesario escalar a tratamiento sistémico. Las tetraciclinas como la doxiciclina y minociclina son de primera elección por su efecto antinflamatorio y antimicrobiano (10,11). La isotretinoína oral está indicada en casos de acné noduloquístico, severo o resistencia a otros tratamientos, actuando sobre todos los mecanismos fisiopatológicos del acné (3,9). Debido a su perfil de efectos adversos, requiere una estricta monitorización clínica y bioquímica. Además, la educación del paciente y el consentimiento informado son fundamentales durante su uso (8). El enfoque terapéutico debe ser progresivo, evaluando la respuesta al tratamiento y ajustando según la tolerancia y evolución clínica.

Terapia hormonal y enfoque integral

En mujeres con signos de acné hormonal o acné persistente en la adultez, el tratamiento hormonal es una herramienta terapéutica clave. Los anticonceptivos orales combinados con efecto antiandrogénico y la espironolactona han mostrado eficacia significativa en la reducción de lesiones inflamatorias (12,13). La espironolactona, en particular, se ha convertido en una alternativa eficaz y segura a largo plazo, incluso comparada con antibióticos orales (12). El tratamiento del acné debe también contemplar el impacto psicológico de la enfermedad, que puede generar ansiedad, baja autoestima e incluso depresión, especialmente en adolescentes (14). Por ello, se recomienda una visión integral del paciente, integrando atención dermatológica, endocrinológica y en ocasiones psicológica, para mejorar tanto los resultados clínicos como la calidad de vida (2,5,14).

Conclusión

El acné pustuloso es una afección dermatológica frecuente que puede tener un impacto físico y psicológico significativo en quienes lo padecen. Su abordaje terapéutico debe ser individualizado, considerando la severidad clínica, el tipo de lesiones, los factores hormonales y el contexto psicosocial del paciente. El tratamiento farmacológico incluye una amplia gama de opciones tópicas y sistémicas, entre las que destacan los retinoides, antibióticos, peróxido de benzoilo e isotretinoína, cuya indicación dependerá del grado de afectación y respuesta previa.

En mujeres con acné de predominio hormonal p persistente en la adultez, la terapia hormonal con anticonceptivos combinados o espironolactona representa una herramienta eficaz, segura y bien tolerada a largo plazo. La integración del enfoque dermatológico con la evaluación endocrinológica y el apoyo psicológico permite un abordaje integral que mejora la adherencia, la eficacia terapéutica y la calidad de vida del paciente.

Finalmente, el manejo del acné pustuloso debe ir más allá de la resolución de las lesiones cutáneas promoviendo un acompañamiento continuo y multidisciplinario que contemple la prevención de recaídas, el tratamiento de las secuelas y la atención del bienestar emocional del paciente. Esta visión global es fundamental para lograr resultados sostenibles y humanizados en la práctica clínica.

Referencias

1. Vasam M, Korutla S, Bohara RA. Acne vulgaris: A review of the pathophysiology, treatment, and recent nanotechnology based advances. Biochem Biophys Rep. 2023;36:101578.

2. Bae IH, Kwak JH, Na CH, Kim MS, Shin BS, Choi H. A Comprehensive Review of the Acne Grading Scale in 2023. Ann Dermatol. 2023;35(2):123-130.

3. American Academy of Dermatology. Guidelines of care for the management of acne vulgaris. J Am Acad Dermatol. 2023;89(1):1-20.

4. Muñoz VR. Manejo del acné en atención primaria de salud. Rev Chil Dermatol. 2023;39(1):55-60.

5. Cienfuegos M, Pérez A. Acné: causas y tratamiento. Farmacéuticos. 2023;460(2):22-28.

6. Merck Manuals. Acné vulgar – Trastornos dermatológicos [Internet]. 2023 [citado 10 abr 2025]. Disponible en: https://www.merckmanuals.com/es-us/professional/trastornos-dermatol%C3%B3gicos/acn%C3%A9-y-trastornos-relacionados/acn%C3%A9-vulgar

7. Almirall. Diagnóstico del acné [Internet]. 2023 [citado 10 abr 2025]. Disponible en: https://www.almirall.es/tu-salud/tu-piel/enfermedades-de-la-piel/acne/diagnostico

8. Mayo Clinic. Acné: diagnóstico y tratamiento [Internet]. 2023 [citado 10 abr 2025]. Disponible en: https://www.mayoclinic.org/es/diseases-conditions/acne/diagnosis-treatment/drc-20368048

9. Zaenglein AL, Pathy AL, Schlosser BJ, et al. Guidelines of care for the management of acne vulgaris. J Am Acad Dermatol. 2016;74(5):945-973.e33.

10. Thiboutot D, Gollnick H, Bettoli V, et al. New insights into the management of acne: An update from the Global Alliance to Improve Outcomes in Acne. J Am Acad Dermatol. 2009;60(5 Suppl):S1–S50.

11. Gollnick HP, Bettoli V, Lambert J, Marks R, Leyden J, Thiboutot D. A consensus on the management of acne: a report from the Global Alliance to Improve Outcomes in Acne. J Am Acad Dermatol. 2003;49(1 Suppl):S1–S37.

12. Barbieri JS, Choi JK, Mitra N, Margolis DJ. Spironolactone vs Oral Tetracyclines for Women With Acne. JAMA Dermatol. 2018;154(4):478–484.

13. Gooderham M, Lynde CW. The role of hormonal therapy in acne. Dermatol Clin. 2016;34(2):165–171.

14. Magin P, Adams J, Heading G, Pond D, Smith W. The psychological sequelae of acne: a critical review of the literature. Australas J Dermatol. 2006;47(2):87–94.

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