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Abordaje y tratamiento de la Conjuntivitis en el servicio de Oftalmología

Abordaje y tratamiento de la Conjuntivitis en el servicio de Oftalmología

Autora principal: Ana Boned Murillo

Vol. XVI; nº 2; 50

Management and treatment of Conjunctivitis in the Ophthalmology service

Fecha de recepción: 24/12/2020

Fecha de aceptación: 27/01/2021

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XVI. Número 2 –  Segunda quincena de Enero de 2021 – Página inicial: Vol. XVI; nº 2; 50 

Autores:

Ana Boned-Murillo 1, David Vaquero-Puyuelo 2, Francisco Javier Ascaso Puyuelo 1,3

1 Departamento de Oftalmología del Hospital Clínico “Lozano Blesa”, Zaragoza, España

2 Departamento de Psiquiatría del Hospital Clínico “Lozano Blesa”, Zaragoza, España

3 Instituto de Investigación Sanitaria Aragón (IIS Aragón), Zaragoza, España

Los autores de este manuscrito declaran que:

Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS) https://cioms.ch/publications/product/pautas-eticas-internacionales-para-la-investigacion-relacionada-con-la-salud-con-seres-humanos/
El manuscrito es original y no contiene plagio
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.

RESUMEN

Las patologías conjuntivales son una de las principales patologías oculares, siendo la conjuntivitis la enfermedad ocular más frecuente. Aunque en la práctica clínica la mayoría de ellas suele ser autolimitada y por lo general no origina secuelas, existen entidades que pueden originar complicaciones graves por lo que debemos conocer las características propias de cada de dichas patologías. Los síntomas referidos por el paciente, así como los signos apreciados en la exploración clínica permiten efectuar, en la mayoría de los casos, una adecuada orientación diagnóstica. En este artículo revisamos brevemente dichas características, así como su manejo y seguimiento.

Palabras clave: conjuntivitis, conjuntiva, oftalmología.

SUMMARY

Conjunctival pathologies are one of the main ocular pathologies, conjunctivitis being the most frequent ocular disease. Although most of them are usually self-limited and usually do not cause sequelae, there are entities that can cause serious complications, so characteristics must be known. In most cases symptoms reported by the patient and signs in the clinical examination will allow to carry out an adequate diagnostic orientation. In this article we review the characteristics, as well as their management and monitoring.

Keywords: conjuntivitis, conjuntiva, ophthalmology.

INTRODUCCIÓN

La conjuntivitis es la inflamación de la conjuntiva, membrana mucosa delgada y transparente, que recubre la cara posterior de los parpados y la superficie anterior de la esclerótica hasta el limbo esclerocorneal, irrigada por las arterias Ciliar Anterior y Palpebral (1).

La conjuntivitis es la enfermedad ocular más frecuente. Existen diversas entidades causantes de la misma, principalmente aquellas de origen alérgicos, infeccioso y otras como las de origen químico, por enfermedades sistémicas o mucocutáneas (1); siendo en la mayoría de los casos autolimitadas y por lo general no origina secuelas.

Los síntomas referidos por el paciente y los signos apreciados en la exploración clínica permiten efectuar, en la mayoría de los casos, una adecuada orientación diagnóstica.

OBJETIVO

Nuestro objetivo es realizar una revisión de los criterios y procedimientos de diagnóstico, tratamiento y seguimiento de pacientes con Conjuntivitis buscando optimizar el manejo de estos pacientes.

RESULTADOS

Signos y síntomas

Algunos de los signos observados nos orientaran a determinar el origen del cuadro [ver Tabla nº 1: Tabla diagnóstico diferencial de las tres principales entidades etiológicas de conjuntivitis (al final del artículo)]. Por ejemplo, las hemorragias en forma de petequias suelen aparecer en las conjuntivitis víricas, mientras que las hemorragias difusas predominan en las de origen bacteriano (1, 2). La quemosis si parece de forma aguda suele relacionarse con un cuadro de hipersensibilidad, mientras que si es crónica nos orientará hacia otras entidades como un traumatismo, una oftalmopatía tiroidea, una vasculitis o un Síndrome de Vena Cava Superior (1,3). La aparición de membranas o pseudomembranas (exudados coagulados adheridos al epitelio conjuntival inflamado, con riesgo de cicatrización residual) se observa en aquellas conjuntivitis por Adenovirus, gonocócica, bacterianas, leñosa, o en los casos de StevenJohnson ocular (2). Las adenopatías, preauriculares o subcmandibulares, son frecuentes en los cuadros víricos, aunque también puede observarse en algunos casos de conjuntivitis bacteriana gonocócica, por Chlamydias, etc (1-3).

Un hallazgo frecuente son los folículos subtarsales que son centros germinales subepiteliales con linfocitos inmaduros centrales y células maduras en la periferia  sin núcleo vascular y que suele apreciarse en aquellas conjuntivitis víricas, por chlamydias, o por hipersensibilidad medicamentosa entre otras (1, 2). Las papilas por su parte presentan un epitelio conjuntival hiperplásico con un núcleo central fibrovascular e infiltración estromal que las diferencia de las anteriores y se asocia a conjuntivitis bacterianas, alérgicas, blefaritis crónica, el uso de lentes de contacto (LdC), o laxitud palpebral (1,3).

El tipo de secreción también puede sugerir un diagnóstico etiológico. Así, las conjuntivitis víricas o alérgicas suelen presentar secreciones acuosas, mientras que las secreciones mucoides se relacionan con procesos alérgicos crónicos o con sequedad ocular (1, 4). La presencia de secreciones mucopurulentas orienta a un origen bacteriano o por chlamydias, mientras que una secreción hiperpurulenta puede sugerir una conjuntivitis por gonococo (2).

Conjuntivitis alérgicas

(ver Tabla nº 2. Nivel de evidencia de las recomendaciones en conjuntivitis según su etiología (al final del artículo))

Conjuntivitis alérgica aguda

Se trata de una reacción de hipersensibilidad tipo I (inmediata) generalmente desencadenado por un alérgeno ambiental (como el polen, predominante durante la primavera o el verano) (3). Puede asociarse a antecedentes de atopia. Produce una conjuntivitis cuyo síntoma predominante en el prurito, así como una secreción acuosa y/o quemosis asociada.

Suele resolver de forma espontánea, siendo crucial la evitación del alérgeno. En caso de quemosis intensa pueden aplicarse compresas frías y adrenalina al 0,1% (1, 3).

Conjuntivitis alérgica estacional y perenne

Las conjuntivitis alérgicas estacionales y perennes son reacción de hipersensibilidad tipo I (inmediata) que se diferencias entre sí por el momento de las exacerbaciones debido a los diferentes alérgenos estimulantes en cada una de ellas. La conjuntivitis alérgica estacional («ojos de la fiebre del heno»), peor durante la primavera y el verano, es la más habitual, siendo los alérgenos más frecuentes son los pólenes de árbol (3). Por su parte, la conjuntivitis alérgica perenne causa síntomas durante todo el año, generalmente peor en el otoño, cuando es mayor la exposición a los ácaros del polvo del hogar, escamas de la epidermis de animales y alérgenos fúngicos, es menos habitual y tiende a ser más leve que la forma estacional (1, 3).

Se presenta con ataques transitorios agudos o subagudos de enrojecimiento, ojos llorosos y picor asociados con estornudos y secreción nasal, que suelen resolverse completamente entre episodios. Por lo general no suelen llevarse a cabo pruebas adicionales, aunque el raspado conjuntival en los casos más activos puede revelar la presencia de eosinófilos (3).

El tratamiento en los casos leves se basará en lágrimas artificiales, asociando estabilizadores de los mastocitos en los casos moderados (cromoglicato de sodio, nedocromil sódico, lodoxamida), pudiendo asociar antihistamínicos (emedastina, epinastina, levocabastina, bepotastina) o antihistamínicos asociados a un vasoconstrictor en el caso de las exacerbaciones. Los esteroides tópicos son efectivos pero rara vez necesarios (1, 3, 4). En caso de síntomas intensos, los antihistamínicos orales están indicados (agentes como la loratadina tienen una menor acción sedante que otros como la difenhidramina) (3).

Conjuntivitis vernal

La queratoconjuntivitis vernal (QCV) afecta predominantemente a niños del sexo masculino con una edad media de 7 años, remitiendo al final de la adolescencia en torno al 95% de los casos desarrollando algunos de los queratoconuntivitis atópica (1). La QCV aparece con frecuencia de modo estacional, con una incidencia máxima a finales de la primavera y verano, aunque puede haber síntomas durante todo el año (1, 3).

Suele presentarse como una conjuntivitis bilateral y recurrente, mediada por un mecanismo inmunitario mediado por IgE y celular (1). Puede clasificarse en (1):

  • La QCV palpebral afecta a la conjuntiva tarsal superior. Se asocia con afectación corneal significativa como consecuencia de una aposición íntima entre la conjuntiva inflamada y el epitelio corneal, pudiendo desarrollar erosiones epiteliales puntiformes superiores, macroerosiones epiteliales, placas y úlceras «en escudo» y cicatrices subepiteliales que suelen ser grises y ovaladas y que afectan a la visión.
  • La QCV límbica con afectación del limbo suele presentarse en los pacientes de origen africano y asiático, con papilas gelatinosas de la conjuntiva límbica que se asocian con colecciones transitorias de leucocitos de localización apical (manchas de Horner-Trantas).
  • La QCV mixta tiene características tanto de afectación palpebral como límbica.

Queratoconjuntivitis atópica

La QCA se presenta en adultos, es perenne y tiende a ser crónica, asociando una morbilidad visual significativa (1). En cuanto a la afectación conjuntival, a diferencia de la QCV aparece sobre todo en el párpado inferior y la secreción suele ser más acuosa que mucoide filamentosa. Pueden observarse los cambios cutáneos típicos (eritema, sequedad, descamación y engrosamiento, excoriación, blefaritis estafilocócica crónica y madarosis asociadas, queratinización del margen palpebral o el signo de Hertoghe) (3).

Las papilas son inicialmente más pequeñas que en la QCV aunque más tarde pueden desarrollarse lesiones mayores, así como cambios cicatriciales con formación moderada de simbléfaron, acortamiento de los fondos de saco y queratinización de la Carúncula. La afectación límbica es similar a la que aparece en la QCV, incluidas las manchas de Horner-Trantas (1). El queratocono es frecuente y como en la QCV, se cree que es secundario a la fricción ocular (3)

Respecto al tratamiento de estas entidades, resulta esencial evitar los desencadenantes, así como realizar higiene palpebral para la blefaritis estafilocócica asociad y aplicar crema hidratante a la piel seca con fisuras (3).

En las formas leves, se iniciará terapia con antihistamínicos orales y tópicos, pudiendo utilizarse también estabilizadores de los mastocitos combinados con fármacos de acción múltiple y/o AINES tópicos (1, 4). En casos severos, se asociarán corticoides tópicos en pauta corta (fluorometolona, 0,1%; rimexolona, 1%; prednisolona, 0,5% o loteprednol etabonato, 0,2 o 0,5%) monitorizando la presión intraocular en caso de tratamiento prolongado. Si la conjuntivitis es resistente al tratamiento, pueden utilizarse inmunosupresores tópicos (ciclosporina 0.5-1.2 % cuatro veces al día, o pomada de tacrolimús 0,03% es efectiva en la QCA en la afección palpebral importante) y/o pomada hidrocortisona en caso de eccema palpebral (3).

Conjuntivitis papilar gigante (de inducción mecánica)

En los pacientes usuarios lentes de contacto, portadores de prótesis oculares, suturas expuestas, anillos esclerales, irregularidades de la superficie corneal y ampollas filtrantes, puede darse este tipo de conjuntivitis producida por una hipersensibilidad tardía y que puede producir erosiones y cicatrices corneales (1, 3).

Se debe interrogar a los pacientes sobre la limpieza y mantenimiento de las lentes de contacto. En ocasiones esta relacionada con algunas sustancias como el Timerosal’’ (tiomersal) utilizado en algunas soluciones antisépticas para LdC.

Se debe suspender los posibles desencadenantes e instar en el cuidado de las LdC (utilizar soluciones sin conservantes, con uso de comprimidos de eliminación de proteínas, cambiar a LdC desechables y/o rígidas que comportan un menor riesgo al ser más fáciles de limpiar) o prótesis (que debe estar siempre limpia y bien pulida), pudiendo ser necesaria su retirada, así como la utilización de antialérgicos tópicos, estabilizadores de células cebadas, la combinación de antihistamínicos/ estabilizadores de mastocitos o esteroides tópicos en casos resistentes (3, 4).

Queratoconjuntivitis de contacto

La queratoconjuntivitis de contacto es una reacción de hipersensibilidad tipo IV retardada secundario al contacto con determinadas sustancias (conservantes como el Cloruro de Benzalcomio, materiales como el níquel, o antibióticos como los aminoglucósidos) cuyo diagnóstico es clínico, pudiendo realizarse en ocasiones un patch test para un diagnóstico etiológico. El tratamiento es sintomático con corticoides tópicos (crema hidracortisona 1%) y/o antihistamínicos tópicos/sistémicos, y será también fundamental eliminar el desencadenante (1, 4).

Conjuntivitis bacteriana

(ver Tabla nº 3. Nivel de evidencia de las recomendaciones en conjuntivitis según su etiología (al final del artículo))

Conjuntivitis bacteriana aguda

La conjuntivitis bacteriana aguda es una entidad muy frecuente que se transmite por contacto ocular directo con secreciones infectadas y que suele ser bilateral (con una diferencia de entre uno y dos días entre ambos ojos). El periodo de incubación suele ser de 2-3 días y la duración del cuadro es de 7-10 días (2). Suele ser autoresolutiva en el 60% de los casos en 5 días y su diagnóstico es clínico característicamente con una secreción mucopurulenta subaguda que puede asociarse a queratitis (1, 2).

Suele estar causado por S. pneumoniae, s. aureus, h. influenzae y moraxella catarrhalis, o con menos frecuencia Neisseria gonorrhoeae –ETS o Neisseria meningitidis –niños- (1). Debemos estar atentos a la asociación con síntomas sistémicos que pueden darse en pacientes con Chlamydia, H. influenzae, gonococo o meningococo, pudiendo producir estos últimos grandes trastornos oculares que incluyen úlceras corneales periféricas e incluso perforación ocular (2).  

En caso de sospecha o no respuesta al tratamiento, deben realizarse pruebas diagnósticas complementarias en función de nuestra sospecha clínica (1): Tinción de Gram urgente para el diagnóstico de conjuntivitis gonocócica y meningocócica, Cultivo Agar chocolate o medio de Thayer-Martin en caso de N. gonorrhoeae, o reacción en cadena de la polimerasa (PCR) en Chlamydia o vírica.

El tratamiento se realizará con un antibiótico tópico 4 veces al día durante 7 días de forma empírico, ya que un tratamiento dirigido no ha demostrado ser más efectivo (2). Se utilizarán Aminoglucósidos (Gentamicina, Neomicina), Quinolonas (Ciprofloxacino, Ofloxacino, Levofloxacino, Lomefloxacino, Gatifloxacino, Moxifloxacino), Ácido Fusídico, Polimixina B, Bacitracina o Cloranfenical (teniendo especial cuidado en estos pacientes, que pueden desarrollar anemia aplásica) (2,4, 5).  Las pomadas y los geles proporcionan una mayor concentración durante períodos más prolongados que las gotas, pero su uso durante el día se ve limitado porque producen vista borrosa. En casos de Meningococco y Gonococco podemos optar por quinolona, gentamicina, cloranfenicol o bacitracina cada 1-2 horas, así como tratamiento sistémico (2).

Estos pacientes pueden desarrollar complicaciones hasta en un 30% de los casos desarrollando enfermedad sistémica invasiva (2). En el caso de Gonococo deberemos ingresar al paciente e iniciar tratamiento con Ceftriaxona; quinolonas y algunos macrólidos y realizar un estudio urogenital. En las conjuntivitis por H. influenzae es tratamiento es Amoxicilina-Clavulánico v.o. y en caso de conjuntivitis por Meningococo se debe iniciar tratamiento con Benzilpenicilina I.M., ceftriaxona o cefotaxima, o ciprofloxacino oral (1, 2, 4). En caso de celulitis preseptal u orbitaria se iniciará un tratamiento con antibiótico sistémico dirigido en función de la etiología del cuadro (ver Tabla nº 4. Nivel de evidencia de las recomendaciones en conjuntivitis (al final del artículo)).

En todos ellos, no debemos olvidar extremar la higiene ocular y de manos, e instar a los pacientes que utilicen LdC a suspender su uso durante al menos 48 horas. Pueden asociarse corticoides tópicos de forma sintomáticos

Conjuntivitis por Chlamydia del adulto

La Chlamydia trachomatis es un patógeno Gram – no móvil intracelular obligado, siendo las variantes serológicas D-K las que afectan al globo ocular. Esta conjuntivitis es una enfermedad de transmisión sexual (ETS) desencadenada por la autoinoculación de secreciones genitales (1, 2). Es una conjuntivitis subaguda con un periodo de incubación de en torno a 7 días, asociando infección urogenital en la mayoría de los casos asintomática en lo varones (que pueden desarrollar también epididimitis o enfermedad de Reiter) o con disuria y exudado en las mujeres (pudiendo presentar enfermedad inflamatoria pélvica, perihepatitis -síndrome de Fitz-Hugh-Curtis-) (2).

Clínicamente presentar folículos inferiores con abundante secreción mucopurulenta con linfadenopatía preauricular dolorosa, que puede desarrollar queratitis, infiltrados corneales subepiteliales periféricos e incluso cicatrización conjuntival leve y pannus corneal superior (crónicos) (2).

Los síntomas constan de un comienzo subagudo que, si no se trata, se vuelve crónica y, aunque autolimitada, puede persistir durante varios meses (1, 2). Afecta al 5-20% de adultos jóvenes sexualmente activos en los países occidentales (2) por lo que interrogar al paciente sobre exposición sexual es crucial. El diagnóstico se realiza mediante Tinción Giemsa. La Inmunofluorescencia directa permite la visualización de cuerpos elementales libres y presenta una sensibilidad y especificidad 90%; y el inmunoanálisis enzimático permite la detección antigénica directa (1). El cultivo de McCoy por su parte, muestra cuerpos de inclusión de glucógeno siendo muy específico.

Respecto al tratamiento es obligatorio remitir al paciente a un especialista genitourinario, sobre todo para excluir otras infecciones de transmisión sexual, el rastreo de contactos y la prueba de embarazo (1).

El tratamiento sistémico incluye uno de los siguientes: La azitromicina (1 g) repetida después de 1 semana suele ser el medicamento de elección, aunque en el 30% de los casos se requiere una segunda o tercera dosis, o Doxiciclina (100 mg dos veces al día) durante 10 días (que están relativamente contraindicadas en el embarazo/lactancia y en los menores de 12 años de edad) (1, 2, 5). Puede asociar también una pomada Eritromicina o Tetraciclina 4 veces al durante 6 semanas (2).

La reducción del riesgo de transmisión implica la abstinencia de contacto sexual hasta completar el tratamiento (1 semana después del tratamiento con azitromicina), junto con otras precauciones ya descritas, al igual que en el caso de cualquier conjuntivitis infecciosa (1).

Conjuntivitis neonatal (Ophthalmia neonatorum)

La conjuntivitis neonatal se produce durante el primer mes de vida y se trata de la infección neonatal más frecuente (10%) (1). Se transmite a través del canal del parto y las diferentes etiologías en función del momento de aparición son (1, 4):

  • Irritación química: primeros días de vida
  • Gonocócica (infrecuente en los países desarrollados): primera semana de vida
  • Estafilococos y otras bacterias: al final de la primera semana de vida
  • Herpes simple (VHS-2): 1-2 semanas de vida
  • Chlamydia (infrecuente en los países desarrollados): 1-3 semanas de vida
  • Obstrucción nasolagrimal congénita: a cualquier edad.

Deberemos interrogar a cerca de antecedentes de instilación de una preparación química profiláctica, síntomas parentales de ETS, Enfermedades sistémicas como neumonitis, rinitis y otitis en la infección por Chlamydia, vesículas cutáneas palpebrales y/o perioculares y manifestaciones de encefalitis en el herpes simple; reflujo de material mucopurulento al presionar sobre el saco lagrimal que es sugerente de obstrucción del conducto lagrimal; o presencia de edema palpebral en la conjuntivitis gonocócica (1,4).

Actualmente, la medida profiláctica de una única instilación de una solución de povidona yodada al 2,5% es efectiva frente a los patógenos habituales (1, 4). También se utiliza pomada de eritromicina al 0,5% o de tetraciclina al 1%, o solución de nitrato de plata al 1% en zonas en las que es habitual la infección gonocócica junto con una dosis intramuscular única de benzilpenicilina cuando la madre esté infectada (4).

El tratamiento variará en función de la gravedad del cuadro. En las formas leves se iniciará tratamiento con antibiótico tópico de amplio espectro (cloranfenicol o ácido fusídico), iniciándose un tratamiento con antibiótico tópico de amplio espectro y realizando Tinción de Gram y antibiograma en los casos moderados-intensos. En caso de presentar un cuadro intenso asociando clínica sistémica, el paciente debe ser ingresado y, en caso de infección por Gonococco iniciar tratamiento con Cefalosporina de tercera generación (y tratamiento de Chlamydia) (4). En caso de infección por VHS, se tratará con Aciclovir i.v. a altas dosis pudiendo asociar aciclovir tópico (1, 4). El diagnóstico y el tratamiento precoces de la encefalitis puede salvar la vida del paciente o prevenir una discapacidad neurológica importante.

Conjuntivitis vírica

(ver Tabla nº 3. Nivel de evidencia de las recomendaciones en conjuntivitis según su etiología (al final del artículo))

Adenovirus

Esta conjuntivitis, generalmente asociada a infección por Adenovirus (virus ADN bicatenario sin cubierta) puede presentarse de forma esporádica o en forma de brotes epidémicos, siendo muy contagiosa dada la capacidad de las partículas víricas para sobrevivir en superficies secas durante semanas (4, 6). Por lo general la transmisión tiene lugar por contacto con secreciones respiratorias u oculares, incluidos los fómites, como las toallas contaminadas y con frecuencia hay antecedentes de un contacto íntimo con conjuntivitis aguda. El periodo de incubación suele ser de 5-7 días y el periodo de contagio entre 10-14 días (6).

Las formas de presentación son:

  • Conjuntivitis Folicular Aguda Inespecífica (la más habitual).
  • Conjuntivitis Adenovírica Crónica/Recidivante
  • Queratoconjuntivitis Epidémica
  • Fiebre FaringoConjuntival [ver Tabla nº 5: Tabla diferencial de las principales formas de presentación de conjuntivitis vírica (al final del artículo)]

El cuadro suele resolver de forma espontánea en 2-3 semanas (4). El diagnóstico es fundamentalmente clínico siendo las pruebas de laboratorio innecesarias, y el tratamiento sintomático con lágrimas artificiales o compresas frías (o calientes). La povidona yodada es muy efectiva frente a los adenovirus libres (aunque menos frente a los intracelulares) y se ha propuesto como medio para aumentar la efectividad.

Debemos aplicar como ya se ha descrito medidas de reducción del riesgo de transmisión: dejar de llevar lentes de contacto hasta la resolución de los síntomas, extremar la higiene de manos, evitando la fricción ocular, nunca compartir toallas y desinfección de instrumentos y superficies clínicas tras la exploración del paciente (1).

En ocasiones se requiere el uso de esteroides tópicos como la prednisolona al 0,5% cuatro veces al día en el caso de una intensa conjuntivitis adenovírica membranosa o seudomembranosa, pero debemos evitar suspenderlos prematuramente dado que las lesiones podrían recurrir (4). Además, debemos monitorizar la presión intraocular y el tratamiento va a ser prolongado y tener en cuenta que los esteroides pueden favorecer la replicación vírica y extender el período durante el cual el paciente sigue siendo infeccioso. Se puede iniciar tratamiento con antibióticos tópicos si se sospecha una infección bacteriana secundaria.

Virus Herpes

Las conjuntivitis por Herpes Simple suelen ser unilateral con secreción acuosa y en ocasiones pueden apreciarse lesiones cutáneas perioculares vesiculares. El tratamiento constará de Aciclovir tópico y oral, evitando los corticoides tópicos (4, 6).

Por el contrario, en el caso de las infecciones por Herpes Zoster, el tratamiento será Aciclovir oral y corticoides tópicos (hidrocortisona) (4,6).

Molusco Contagioso

La conjuntivitis por molusco contagioso (Poxvirus ADN bicatenario) suele darse en niños de entre 2-4 años, se transmite por contacto, con la posterior autoinoculación ocular del virus (1). Produce irritación ocular unilateral crónica y una ligera secreción y se debe explorar cuidadosamente la línea de las pestañas en los pacientes con conjuntivitis crónica en busca de los característicos nódulos pálidos, céreos y umbilicados en el margen palpebral (1, 4, 6). En los pacientes inmunodeprimidos puede haber nódulos bulbares y múltiples lesiones cutáneas que pueden ser confluentes (1).

Las lesiones suelen ser autolimitadas en el paciente inmunocompetente, aunque en ocasiones se procede a la incisión simple del nódulo (1, 4, 6).

Ver anexo

BIBLIOGRAFÍA

  1. Kanski J, Bowling B. Clinical Ophthalmology. Oxford: Saunders; 2016.
  2. Sheikh A, Hurwitz B, van Schayck C, McLean S, Nurmatov U. Antibióticos versus placebo para la conjuntivitis bacteriana aguda. Cochrane Database of Systematic Reviews 2012 Issue 9. Art. No.: CD001211. DOI: 10.1002/14651858.CD001211
  3. Bielory BP, O’Brien TP, Bielory L. Management of seasonal allergic conjunctivitis: guide to therapy. Acta Ophthalmol. 2012; 90(5):399–407. [PubMed: 22067457]
  4. American Academy of Ophthalmology. Cornea/External Disease Panel. Preferred Practice Pattern Guidelines: Conjunctivitis-Limited Revision. American Academy of Ophthalmology; San Francisco, CA: 2011.
  5. Høvding G. Acute bacterial conjunctivitis. Acta Ophthalmol. 2008; 86(1):5–17.
  6. Azari A., Barney N. Conjuntivitis: una revisión sistemática del diagnóstico y el tratamiento.JAMA. 2013 23 de octubre; 310 (16): 1721-1729.