Inicio > Dermatología y Venereología > Aspectos clave de la pitiriasis rosada: una revisión bibliográfica

Aspectos clave de la pitiriasis rosada: una revisión bibliográfica

Aspectos clave de la pitiriasis rosada: una revisión bibliográfica

Autora principal: Dra. Pamela Azofeifa Li

Vol. XX; nº 09; 475

Key aspects of pityriasis rosea: a bibliographic review

Fecha de recepción: 15 de abril  de 2025
Fecha de aceptación: 11 de mayo de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XX. Número 09 Primera quincena de mayo de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 09; 475

 

AUTORES

Dra. Pamela Azofeifa Li
Centro de trabajo: Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), Puntarenas, Costa Rica.

https://orcid.org/0009-0007-9930-7721

 

Dra. María José Castro Arias

Centro de trabajo: Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), Puntarenas, Costa Rica.

https://orcid.org/0009-0003-0547-3560

 

Dra. Yorlin Leonela Grant Calderón

Centro de trabajo: Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), Cartago, Costa Rica.

https://orcid.org/0009-0005-1598-6778

 

Dra. Fiorella Jiménez Ureña

Centro de trabajo: Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), Cartago, Costa Rica.

https://orcid.org/0009-0007-1344-3408

 

Dra. Tiffany Solís Álvarez

Centro de trabajo: Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), Cartago, Costa Rica.

https://orcid.org/0009-0004-1773-6097

 

Dr. Gabriel Villalta Bravo

Centro de trabajo: Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), Cartago, Costa Rica.

https://orcid.org/0009-0006-2933-5324

 

Resumen

La pitiriasis rosada, denominada así por su descamación rosada característica, fue descrita por primera vez por Camille Gibert en 1860. Este trastorno papuloescamoso, común y autolimitado, afecta principalmente a jóvenes, con un leve predominio en mujeres y sin distinción de raza. Asimismo, se ha observado que su incidencia es ligeramente mayor durante los meses de otoño, invierno y primavera. Ahora bien, aunque la causa exacta de la enfermedad sigue siendo desconocida, se ha sugerido que esta podría estar relacionada con agentes infecciosos, fármacos o inmunizaciones. La enfermedad generalmente comienza con una lesión única, conocida como placa heráldica, seguida de una erupción secundaria que consiste en lesiones papuloescamosas más pequeñas en el tronco y las extremidades proximales. Adicionalmente, las variantes atípicas de la pitiriasis rosada representan aproximadamente el 20% de todos los casos y suponen un desafío diagnóstico para los médicos. Así pues, dado que varias enfermedades pueden presentar manifestaciones clínicas similares a la pitiriasis rosada, es esencial considerar múltiples diagnósticos diferenciales. Finalmente, el manejo de la pitiriasis rosada en la mayoría de los pacientes se centra en la educación, y el tratamiento sintomático.

 

Palabras clave: Pitiriasis rosada, placa heráldica, trastorno papuloescamoso.

 

Abstract

Pityriasis rosea, named for its characteristic pink scaling, was first described by Camille Gibert in 1860. This common and self-limiting papulosquamous disorder primarily affects young people, with a slight predominance in women and no racial distinction. Its incidence has been observed to be slightly higher during the fall, winter, and spring months. Now, although the exact cause of the disease remains unknown, it has been suggested that it could be related to infectious agents, drugs, or vaccinations. The disease generally begins with a single lesion, known as the herald patch, followed by a secondary eruption consisting of smaller papulosquamous lesions on the trunk and proximal extremities. Atypical variants of pityriasis rosea account for approximately 20% of all cases and present a diagnostic challenge for physicians. Therefore, since several diseases can present with clinical manifestations similar to pityriasis rosea, it is essential to consider multiple differential diagnoses. Finally, management of pityriasis rosea in most patients focuses on education and symptomatic treatment.

 

Keywords: Pityriasis rosea, herald patch, papulosquamous disorder.

 

Declaración de buenas prácticas

Los autores de este manuscrito declaran que:

Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS). El manuscrito es original y no contiene plagio. El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.

Introducción

La pitiriasis rosada, denominada así por su descamación rosada característica, fue descrita por primera vez por Camile Gibert en 18602. Este trastorno papuloescamoso, común y autolimitado, afecta principalmente a jóvenes, con un ligero predominio en mujeres y sin distinción de raza. Su presentación suele variar según la estación y se asocia frecuentemente con infecciones virales2. El diagnóstico es clínico y generalmente no se requiere tratamiento1. No obstante, es fundamental reconocerla debido a su amplio diagnóstico diferencial y la posibilidad de formas atípicas y graves.

 

Metodología

Para la elaboración de este artículo, se realizó una revisión detallada de diversas referencias bibliográficas, obtenidas de bases de datos científicas de alta evidencia, como UpToDate y PubMed, así como de libros especializados en dermatología clínica, como el de Bologna. Asimismo, la información recopilada está disponible en inglés o español, y la mayoría de las fuentes incluye fechas de publicación hasta 2025, sumando un total de 15 referencias. Adicionalmente, se emplearon los términos de búsqueda “pitiriasis rosada”, “placa heráldica” y “trastorno papuloescamoso”.

 

Epidemiología

La pitiriasis rosada afecta principalmente a niños, adolescentes y adultos jóvenes sanos, con una mayor incidencia entre los 10 y 35 años2. Su pico de aparición ocurre en la adolescencia y presenta un ligero predominio en mujeres, sin preferencia por ninguna raza 2. Es una afección de distribución mundial, con tasas de incidencia variables, que oscilan entre el 0,5% y el 2% o más1. Además, se han observado variaciones estacionales, con una incidencia ligeramente mayor durante los meses de otoño, invierno y primavera, según algunos estudios 1,2.

 

Etiología

A pesar de su distribución global y sus distintivas lesiones cutáneas, la causa exacta de esta enfermedad sigue siendo desconocida. Se han propuesto diversas hipótesis que incluyen tanto factores infecciosos como no infecciosos1.

 

Agentes infecciosos

Ahora bien, se ha planteado con frecuencia un posible origen viral, basado en sus patrones estacionales, su curso clínico, la agrupación de casos en comunidades o familias y la presencia de síntomas prodrómicos predominantemente respiratorios días o semanas antes de las manifestaciones cutáneas1,2. Además, la baja tasa de recurrencia (1-3%) sugiere una respuesta inmunitaria efectiva frente a un agente infeccioso. En estos casos, las lesiones suelen ser más pequeñas y menos numerosas que en el primer episodio1,8.

 

Así pues, algunas investigaciones inmunológicas han reforzado la hipótesis de una etiología infecciosa al observar un aumento en las células mononucleares, células T CD4+ y células de Langerhans en la piel afectada.  De igual forma, se ha encontrado que el incremento de las células de Langerhans y la relación entre células T CD4+ y células T supresoras/citotóxicas, se relaciona con la fase y la gravedad de la pitiriasis rosada1,3.

 

Adicionalmente, estudios posteriores han identificado niveles elevados de interferón alfa, interleucina 17, factor de crecimiento endotelial vascular, así como aumentos en fractalquina e interleucina 22, lo que resalta una respuesta inmune característica de las infecciones virales, apoyando aún más esta teoría1.

 

No obstante, si bien la evidencia sugiere un origen viral, el virus específico responsable aún no ha sido identificado de manera concluyente. Se han estudiado con especial atención el virus del herpes humano 7 (VHH-7) y, en menor medida, en el virus del herpes humano 6 (VHH-6)2; en este caso, la presencia de ADN del VHH-7 se ha detectado con frecuencia en la sangre y la saliva de pacientes con pitiriasis rosada. Por lo tanto, las investigaciones sugieren que una infección primaria por VHH-6 o VHH-7 durante la infancia podría permanecer en estado latente y, posteriormente, reactivarse de forma sistémica, manifestándose como pitiriasis rosada1.

 

Asimismo, se han considerado otros virus como posibles agentes causales, entre ellos el citomegalovirus, el virus de Epstein-Barr, el parvovirus B19, el picornavirus y los virus del herpes humano 1, 2 y 83. Sin embargo, los análisis serológicos y las pruebas de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) para la detección de ADN viral han arrojado resultados negativos3; igualmente, también se describió en algunos pacientes con enfermedad por COVID-196. De igual forma, tampoco se ha identificado hasta el momento ningún hongo ni bacteria como agente causal definitivo3.

 

Ahora bien, diversos factores pueden desencadenar la reactivación, lo que podría dar lugar a la aparición o recurrencia de la pitiriasis rosada. Entre estos factores, se incluyen el agotamiento, el estrés postoperatorio o postraumático, la fiebre, la inmunosupresión y el embarazo1,4.

 

Inmunizaciones

Se han descrito casos de pitiriasis rosada y erupciones similares después de la administración de diversas vacunas, como las vacunas contra la viruela, la tuberculosis, la gripe, el VPH, la poliomielitis, el tétanos, la difteria, el neumococo, la difteria, tos ferina y tétanos, la hepatitis B y la fiebre amarilla3; más recientemente, vacunas contra el COVID-19. De igual manera, es importante destacar que la pitiriasis rosada se ha presentado con mayor frecuencia después de la vacunación contra el SARS-CoV-2 que durante o después de la infección por este virus6.

 

Fármacos

Se ha observado que ciertos medicamentos, como el ácido acetilsalicílico, los barbitúricos, el bismuto, el captopril, la clonidina, el oro, el imatinib, la isotretinoína, el metronidazol, el omeprazol, la D-penicilamina y la terbinafina pueden estar asociados con erupciones cutáneas parecidas a la pitiriasis rosada. Sin embargo, estas erupciones pueden resultar difíciles de distinguir de los casos típicos no relacionados con fármacos3.

 

Características clínicas

 

Clásica

La pitiriasis rosada, en su forma típica, se manifiesta inicialmente con una lesión única conocida como placa heráldica1. Esta placa aparece típicamente en el tronco, aunque también puede localizarse en el cuello o las extremidades proximales, aunque con menor frecuencia2. Asimismo, se caracteriza por ser una lesión eritematosa, de forma ovalada o redonda, levemente elevada y de color rosado o salmón, y su centro presenta una descamación fina y pequeña, mientras que el margen muestra un collarete de descamación más extenso2. Con el paso de los días, aumenta de tamaño, alcanzando un diámetro que puede variar entre 2 y 10 centímetros, aunque generalmente se sitúa entre 2 y 4 cm1,2. Finalmente, la placa heráldica es una manifestación característica de la pitiriasis rosada y está presente en hasta el 90% de los pacientes 2.

 

Posteriormente, tras la aparición de la placa heráldica, y en un lapso de días a dos semanas, se desarrolla una erupción secundaria que se caracteriza por la presencia de múltiples pápulas y placas de menor tamaño, localizadas principalmente en el tronco y las extremidades proximales1. Estas lesiones secundarias comparten características similares con la placa inicial2. De igual forma, también pueden aparecer en el cuello, los brazos y las piernas, respetando casi siempre la cara, las palmas y las plantas1,2; por lo tanto, se distribuyen típicamente a lo largo de las líneas de clivaje de Langer en el tronco y las extremidades, creando un patrón característico de «árbol de Navidad» en la parte posterior del tronco y un patrón en forma de V en la parte superior del pecho2,7.

 

Luego, la erupción alcanza su punto máximo en aproximadamente 2 semanas3 y, por lo general, persiste entre 6-8 semanas, resolviéndose de manera espontánea sin dejar cicatrices en la mayoría de los casos1,9. Sin embargo, se han reportado casos de hasta 5 meses o más de duración2. La placa heráldica puede persistir más tiempo que las lesiones secundarias1.

 

Ahora bien, el prurito es un síntoma variable en la pitiriasis rosada. Se presenta de forma intensa en el 25% de los pacientes, moderada o leve en el 50%, y está ausente en el 25% restante8. Este síntoma puede exacerbarse con el calor o la sudoración1. Asimismo, un pequeño porcentaje de pacientes (5%) puede experimentar síntomas prodrómicos leves, como cefalea, fiebre, artralgias o malestar general, antes de la aparición de la placa heráldica2 o durante el curso de la erupción8.

 

Por último, las lesiones orales de la pitiriasis rosada suelen estar infradiagnosticadas. Sin embargo, pueden ocurrir hasta en el 28% de los pacientes, por lo que es importante examinar la mucosa orofaríngea en estos pacientes1,2. De esta forma, la detección de estas lesiones puede ser clave para diferenciar la pitiriasis rosada de otras enfermedades con afectación de mucosas y puede sugerir un curso más atípico de la enfermedad; por consiguiente, los patrones de lesiones orales observados con mayor frecuencia incluyen lesiones petequiales y maculares y papulares1 y, en general, no causan síntomas y se presentan junto con el exantema1.

 

Atípica

Las variantes atípicas de la pitiriasis rosada representan un desafío diagnóstico para el médico y comprenden aproximadamente el 20% de todos los casos11. Estas variantes pueden diferir de la presentación clásica en la forma, el tamaño, la ubicación, la evolución y los síntomas. Los estudios actuales sugieren que los niños son más propensos a desarrollar variantes atípicas en comparación con los adultos, y la atopia podría desempeñar un papel en esta predisposición1,10.

 

Ahora bien, se han descrito diversas morfologías atípicas, incluyendo una variante vesicular, purpúrica; urticarial; papular generalizada, similar al eritema multiforme; folicular; gigante y como dermatitis exfoliativa. Las lesiones pueden variar en tamaño y localizarse en áreas como la cara, las palmas, las plantas o las mucosas; asimismo, la duración de la erupción y la intensidad de los síntomas también pueden variar y la placa heráldica puede estar ausente o presentarse como una única lesión11. Finalmente, se han descrito variedades como la inversa, acral, unilateral, blaschkoide, de cintura escapular, localizada y la que afecta a mucosas1.

 

Pitiriasis rosada recurrente

La recurrencia de la pitiriasis rosada es poco común, presentándose en solo el 1-3% de los casos. Se ha sugerido que puede estar relacionada con la reactivación viral, el uso de ciertos fármacos y alteraciones del sistema inmunológico. En general, las recurrencias se asemejan a la erupción inicial en apariencia y distribución, y algunos estudios indican que tienden a ser más leves, con menor extensión y menos síntomas sistémicos. Sin embargo, no siempre se cumple. Por lo tanto, antes de diagnosticar una pitiriasis rosada recurrente, es fundamental descartar otras afecciones que puedan imitar su presentación, especialmente si el patrón clínico difiere del habitual1,8.

 

Poblaciones especiales

Pitiriasis rosada pediátrica

La pitiriasis rosada en niños presenta diferencias en su curso clínico respecto a los adultos4. Esta es menos frecuente en menores de 10 años, con una prevalencia del 8% en caucásicos y 26% en raza negra, quienes además tienen mayor riesgo de afectación facial, compromiso del cuero cabelludo y cambios pigmentarios postinflamatorios8. La placa heráldica aparece con la misma frecuencia que en adultos, pero el intervalo entre su aparición y la erupción suele ser más corto (aproximadamente 4 días frente a 2 semanas en adultos). Asimismo, la duración de la erupción es menor (16 días en niños frente a 45 días en adultos) y las lesiones orofaríngeas son más comunes8. Estas diferencias pueden explicarse en que, en los niños, la viremia por VHH-6/7 es más elevada debido a una exposición temprana al virus, generalmente antes de los 3 años, y a una respuesta inmunológica más rápida, lo que acorta la duración de la enfermedad4,8.

 

Pitiriasis rosada en el embarazo

La pitiriasis rosada es más frecuente en mujeres embarazadas que en la población general, debido a su respuesta inmunológica alterada, lo que las hace más susceptibles. Es especialmente importante reconocerla en las primeras etapas del embarazo, ya que algunos estudios han sugerido una posible asociación con un mayor riesgo de aborto espontáneo, en particular durante las primeras 15 semanas de gestación, posiblemente por una mayor probabilidad de transmisión intrauterina de VHH-6 (o menos comúnmente VHH-7)2,8.

 

Anatomía patológica

El diagnóstico de la pitiriasis rosada es fundamentalmente clínico, por lo que el examen histológico no suele ser necesario. Sin embargo, puede ser útil en casos atípicos o para descartar otras enfermedades1. La histopatología puede revelar hallazgos inespecíficos, como pequeñas áreas de paraqueratosis, espongiosis, un leve infiltrado linfohistiocítico perivascular e intersticial en la dermis papilar y, ocasionalmente, extravasación de eritrocitos2.

 

Diagnóstico diferencial

Ahora bien, varias enfermedades pueden manifestarse de manera similar a la pitiriasis rosada, por lo que es fundamental considerar múltiples enfermedades en el diagnóstico diferencial.

  • Sífilis secundaria: Puede presentar un cuadro clínico similar a la pitiriasis rosada con una erupción generalizada. Sin embargo, se diferencia por la ausencia de la placa heráldica y una distribución distinta, con afectación frecuente de palmas, plantas y genitales, así como la presencia de síntomas sistémicos más intensos y linfadenopatías periféricas12,13. La sospecha de sífilis se refuerza ante antecedentes sugestivos o la presencia de un chancro primario, y el diagnóstico se confirma mediante pruebas serológicas positivas2,12.
  • Tiña corporal: Puede manifestarse con lesiones anulares y descamativas. No obstante, en la tiña, el prurito es intenso y las lesiones tienden a crecer rápidamente. De esta manera, el diagnóstico se confirma mediante una preparación de hidróxido de potasio (KOH)12.
  • Erupciones por fármacos: Pueden simular erupciones cutáneas parecidas a la pitiriasis rosada. Por lo tanto, se requiere una evaluación detallada del historial farmacológico del paciente3.
  • Varicela: Se caracteriza por lesiones en diferentes estadios evolutivos y mayor afectación oral1.
  • Eritema multiforme: Se distingue por lesiones en diana y afectación de mucosas, a menudo relacionado a infección por herpes simple15.
  • Psoriasis en gotas: Es una variante de la psoriasis que afecta principalmente a niños y adultos jóvenes12. Se caracteriza por lesiones más pequeñas y con una descamación más gruesa, sin el característico patrón en árbol de Navidad1. Así, suele estar relacionada con infecciones estreptocócicas previas12.
  • Liquen plano: Se caracteriza por pápulas violáceas de superficie plana y morfología poligonal, pruriginosas que suelen afectar áreas de flexión y la mucosa oral14. Su cronicidad y distribución permiten diferenciarlo de la pitiriasis rosada1.
  • Pitiriasis liquenoide crónica: Debe considerarse en el diagnóstico diferencial, especialmente en casos donde las lesiones persisten durante más tiempo2.
  • Lupus eritematoso cutáneo subagudo: Se manifiesta con lesiones, principalmente en áreas fotoexpuestas, y suele asociarse con síntomas sistémicos y la presencia de autoanticuerpos2.
  • Eccema numular: Su curso crónico y recurrente, el prurito intenso y su distribución característica en la tibia y el dorso de las manos ayudan a distinguirlo de la pitiriasis rosada1.

 

Tratamiento

El manejo de la pitiriasis rosada en la mayoría de los pacientes se basa en la educación, la tranquilidad y el tratamiento sintomático. Asimismo, es crucial proporcionar información clara al paciente sobre el curso clínico autolimitado, y la naturaleza benigna de la enfermedad. El tratamiento sintomático se centra en aliviar el prurito y prevenir la irritación de las lesiones mediante la aplicación de corticoides tópicos, antihistamínicos orales y emolientes11.

  • Esteroides: En casos más sintomáticos de pitiriasis rosada, pueden indicarse esteroides tópicos de potencia baja o intermedia y, en raras ocasiones, esteroides sistémicos2. Sin embargo, la evidencia sobre su efectividad es limitada y su uso, especialmente el de los corticoides orales, se asocia con una mayor tasa de recaídas1.
  • Antihistamínicos: Pueden ser útiles para aliviar los síntomas del prurito1.
  • Macrólidos: Si bien algunos estudios han encontrado que la eritromicina oral es efectiva para acelerar la resolución de pitiriasis rosada, los datos son limitados y se requieren de estudios adicionales1. Otros macrólidos, como la claritromicina y la azitromicina por vía oral, no mostraron beneficios en el tratamiento de la pitiriasis rosada7.
  • Antivirales: Algunas investigaciones han demostrado que el aciclovir a dosis altas (800 mg cinco veces al día durante una semana), administrado en las etapas iniciales de la enfermedad, puede acelerar la resolución de las lesiones, prevenir la aparición de nuevas y disminuir el eritema y el prurito1,2. Sin embargo, no se ha evidenciado un acortamiento en la duración de la enfermedad. Por ello, su uso no se recomienda de manera universal, aunque podría considerarse en casos de prurito intenso, erupción extensa o presentación temprana de la enfermedad. En cuanto a otros antivirales, como el cidofovir y el foscarnet, no existen estudios que respalden su uso en la pitiriasis rosada12.
  • Fototerapia: La fototerapia ha demostrado ser beneficiosa en casos severos de pitiriasis rosada, ayudando a reducir la severidad de las lesiones y el prurito, aunque se requiere más investigación. Así pues, es importante tener en cuenta que la hiperpigmentación posinflamatoria puede ocurrir en el sitio de la lesión1.

 

Conclusión

La pitiriasis rosada es una enfermedad con un cuadro clínico característico, lo que facilita su diagnóstico. Sin embargo, es fundamental considerar otras afecciones que pueden imitarla, así como sus variantes atípicas o recurrentes. A pesar de ser una enfermedad benigna y autolimitada, se requiere especial atención en mujeres embarazadas, especialmente durante el primer trimestre, y en personas con inmunidad comprometida, debido al riesgo de posibles complicaciones.

 

Adicionalmente, el pronóstico es favorable, con una baja tasa de recurrencia. Su morbilidad se relaciona principalmente con los cambios pigmentarios postinflamatorios, como la hiperpigmentación e hipopigmentación, que pueden presentarse a medida que las lesiones cicatrizan, especialmente en personas de raza negra. No obstante, estas alteraciones rara vez dejan cicatrices permanentes3.

 

Asimismo, aunque se han descrito sobreinfecciones bacterianas, son poco frecuentes3. De esta manera, es esencial brindar al paciente educación sobre el curso clínico y el pronóstico de la enfermedad para evitar preocupaciones y garantizar un adecuado seguimiento.

 

Referencias bibliográficas

  1. Mashoudy KD, Kim S, Farhadi L, Elman SA. Beyond the herald patch: Exploring the complex landscape of pityriasis Rosea. Am J Clin Dermatol [Internet]. 2025; Disponible en: http://dx.doi.org/10.1007/s40257-024-00915-7

 

  1. Bolognia JL, Schaffer JV, Cerroni L. Dermatology: 2-Volume Set. 4a ed. Londres, Inglaterra: Elsevier Health Sciences; 2017.

 

  1. Pityriasis Rosea [Internet]. Medscape.com. 2025 [consultado el 9 de febrero de 2025]. Disponible en: https://emedicine.medscape.com/article/1107532-overview

 

  1. Drago F, Herzum A, Varesano S, Serviddio G, Broccolo F, Ciccarese G. Herald patch as the only evidence of pityriasis Rosea: Clinical, laboratory and pathogenetic features. Viruses [Internet]. 2025;17(1):119. Disponible en: http://dx.doi.org/10.3390/v17010119

 

  1. López-Carrera I, Mar Sáez-de-Ocariz M del. Pitiriasis rosada: un exantema que debe ser reconocido por el médico de primer contacto. Estudio de 30 casos. APM [Internet]. 6ago.2014 [consultado el 9 de febrero de 2025];35(4):289-94. Disponible en: https://ojs.actapediatrica.org.mx/index.php/APM/article/view/788

 

  1. Wong N, Cascardo CA, Mansour M, Qian V, Potts GA. A review of pityriasis Rosea in relation to SARS-CoV-2/COVID-19 infection and vaccination. Cureus [Internet]. 2023;15(5): e38772. Disponible en: http://dx.doi.org/10.7759/cureus.38772

 

  1. Villalon-Gomez JM. Pityriasis Rosea: Diagnosis and Treatment. Am Fam Physician [Internet]. 2018 [consultado el 9 de febrero de 2025]; 97(1):38–44. Disponible en: https://www.aafp.org/pubs/afp/issues/2018/0101/p38.html

 

  1. Drago F, Ciccarese G, Rebora A, Broccolo F, Parodi A. Pityriasis Rosea: A comprehensive classification. Dermatology [Internet]. 2016; 232(4): 431–7. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1159/000445375

 

  1. Pityriasis rosea: Signs and symptoms [Internet]. Aad.org. [consultado el 9 de febrero de 2025]. Disponible en: https://www.aad.org/public/diseases/a-z/pityriasis-rosea-symptoms

 

  1. Gutierrez L. Pitiriasis Rosada de Gibert Atípica. A propósito de un caso. Gaceta Dermatológica. 2020-2021;48–51.

 

  1. Martínez-Casimiro L, Pérez-Ferriols A. Pitiriasis rosada: una presentación atípica. Semergen [Internet]. 2009 [consultado el 27 de febrero de 2025]; 35(6): 284–6. Disponible en: https://www.elsevier.es/es-revista-medicina-familia-semergen-40-articulo-pitiriasis-rosada-una-presentacion-atipica-13139674

 

  1. Goldstein AO, Goldstein BG. Pityriasis rosea. UptoDate. 2023; 1–46.

 

  1. Arando Lasagabaster M, Otero Guerra L. Sífilis. Enferm infecc microbiol clin (Engl ) [Internet]. 2019; 37(6): 398–404. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1016/j.eimc.2018.12.009

 

  1. Barrios NB, Pérez DMH, Toro SCV, editores. Manifestación clásica del liquen plano simple. Dermatol Rev Mex. [Internet]; 2023; 67. Disponible en: http://dx.doi.org/10.24245/drm/bmu.v67i5.9148

 

  1. Erythema multiforme [Internet]. Medscape.com. 2025 [consultado el 16 de marzo de 2025]. Disponible en: https://emedicine.medscape.com/article/1122915-overview