Aspectos Clave de las Quemaduras en Pediatría: Etiología, Factores de Riesgo, Clasificación, Fisiopatología y Estrategias Preventivas en la Práctica Clínica
Autora principal: Kimberly Pamela Mejía Ramírez
Vol. XX; nº 11; 653
Key Aspects of Pediatric Burns: Etiology, Risk Factors, Classification, Pathophysiology, and Preventive Strategies in Clinical Practice
Fecha de recepción: 13 de mayo de 2025
Fecha de aceptación: 11 de junio de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 11 – Primera quincena de Junio de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 11; 653
Autores:
Kimberly Pamela Mejía Ramírez, Médico y Cirujano, Investigadora independiente, San José, Costa Rica, https://orcid.org/0009-0004-2810-3703
Elvis Mayela Bermudez Bonilla, Médico y Cirujano, Hospital de las Mujeres Adolfo Carit Eva, San José, Costa Rica, https://orcid.org/0009-0001-4742-9555
Mónica Raquel Mejía Ramírez, Médico y Cirujano, Hospital de las Mujeres Adolfo Carit Eva, San José, Costa Rica, https://orcid.org/0009-0005-9760-9748
Resumen
Las quemaduras en niños y adolescentes representan un importante tema de interés en la salud pública, debido al impacto que pueden llegar a causar estas lesiones en la vida del paciente pediátrico. Las causas más comunes incluyen la exposición a líquidos calientes, contacto directo con objetos, electricidad y productos químicos. Los factores de riesgo se relacionan tanto con la edad del paciente como a condiciones del entorno social y económico. Su clasificación puede variar según profundidad, extensión y localización de la lesión para de esta forma determinar su gravedad y orientar al manejo adecuado. Desde el punto de vista fisiopatológico, las quemaduras desencadenan una amplia respuesta inflamatoria sistémica. La prevención tiene un papel clave en la reducción de la incidencia de quemaduras en la población pediátrica. Esta revisión ofrece un resumen práctico actualizado de los aspectos fundamentales relacionados con las quemaduras en niños.
Palabras clave
quemaduras, pediatría, niños, prevención, etiología, lesión térmica.
Abstract
Burns in children and adolescents represent an important public health concern due to the impact these injuries can have on the life of pediatric patients. The most common causes include exposure to hot liquids, direct contact with objects, electricity, and chemical substances. Risk factors are related both to the patient’s age and to social and economic environmental conditions. Classification may vary according to the depth, extent, and location of the injury, in order to determine its severity and guide appropriate management. From a pathophysiological perspective, burns trigger a widespread systemic inflammatory response. Prevention plays a key role in reducing the incidence of burns in the pediatric population. This review provides an updated and practical summary of the fundamental aspects related to burns in children.
Keywords
burns, pediatrics, children, prevention, etiology, thermal injury.
Introducción
Las quemaduras en la población infantil constituyen un serio problema debido al alto riesgo de mortalidad que presentan en relación al adulto, así como por asociarse a lesiones invalidantes, funcionales y estéticas que causan desajustes psicológicos y sociales durante toda la vida. Las quemaduras son una causa importante de muerte accidental en los niños (1).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de 180,000 muertes al año se deben a quemaduras, la mayoría en países de ingresos bajos y medios, donde los niños menores de cinco años son los más vulnerables (2).
Su manejo adecuado requiere no solo de una atención médica oportuna, sino también del conocimiento de sus factores predisponentes y medidas de prevención (2).
Esta revisión tiene como objetivo proporcionar un panorama actualizado de los aspectos clínicos y preventivos de las quemaduras en pediatría.
Metodología
Para la elaboración de esta revisión, se llevó a cabo una búsqueda de referencias actualizadas sobre las quemaduras en pediatría. Se consultaron diversas bases de datos electrónicas, incluyendo PubMed, UpToDate, Scielo, Elsevier y Google académico. Como criterios de inclusión se utilizaron fuentes bibliográficas a partir del año 2020 a la actualidad para garantizar la relevancia de la información, así como también que mencionaran las siguientes palabras claves: «quemaduras», «pediatricos», «clasificación», «etiología» y «lesión térmica».
Con respecto a los criterios de exclusión no se tomaron en cuenta bibliografías igual o inferiores al año 2019, dando así una elección de 12 artículos para su creación.
Objetivo
El objetivo de esta revisión bibliográfica es resumir la evidencia existente y actualizada de los aspectos clínicos y preventivos de las quemaduras en los pacientes pediátricos.
Generalidades de las quemaduras
Las quemaduras son lesiones producidas como consecuencia de una transferencia excesiva de calor a los tejidos. En sentido amplio, también se incluyen bajo esta denominación lesiones originadas por otros agentes, tales como la electricidad, determinadas sustancias químicas y las radiaciones ionizantes (3).
Los niños están sujetos a un mayor riesgo de quemaduras por la inhabilidad de reconocimiento ante el peligro o la inocencia infantil, por lo que un 70% de quemaduras ocurre en edades pediátricas menores a los 5 años, sobre todo en niños entre 1 a 2 años de edad y en forma de escaldadura (4).
A raíz de años de estudios, se ha verificado que este tipo de lesiones son prevenibles, por lo que es se debe instruir, aconsejar y crear conciencia por distintos medios, no solo de forma institucional y médica, sino también a cuidadores de niños y familias que están al tanto del bienestar y el cuido del menor (4).
Etiología
Las quemaduras pediátricas pueden clasificarse según el agente causal:
Quemaduras térmicas por escaldadura: Son las más frecuentes (85% de los casos), destacan las quemaduras por contacto con líquido caliente que es el mecanismo más frecuente de quemadura térmica (1).
Quemaduras térmicas por contacto directo: Principalmente con sólidos calientes, generalmente provoca una quemadura profunda pero poco extensa (1).
Quemaduras eléctricas: ocasionadas comúnmente por el contacto con tomacorrientes desprotegidos o cables defectuosos. Provocando lesion de la membrana y su función, la lesión depende del camino de la corriente, la resistencia del flujo de esta, así como el tiempo de duración. Se pueden clasificar como de alto voltaje (más de 1000V) o de bajo voltaje (menos de 1000V). En ellos el porcentaje de superficie corporal no es indicativo del daño real. Estas lesiones pueden comprometer tejidos profundos y tener secuelas neurológicas o cardiovasculares (1,5).
Quemaduras por radiación: son producidas por rayos ultravioletas tras las exposiciones solares o por radiaciones ionizantes y no ionizantes (1).
Quemaduras químicas: Las lesiones químicas no intencionadas son relativamente raras y ocurren más comúnmente por exposición al hogar, agricultura, y productos industriales (por ejemplo, ácidos, bases, oxidantes, agentes reductores, agentes alquilantes). Aunque las lesiones químicas suelen ser pequeñas y no fatales, la lesión de los tejidos profundos asociada con la exposición química prolongada a menudo resulta en la necesidad de cierre de heridas quirúrgicas y el desarrollo de cicatrices hipertróficas (6).
Factores de riesgo
Las causas y los factores de riesgo de las quemaduras pediátricas varían en función de varios factores, como la ubicación geográfica, el estatus socioeconómico y las prácticas culturales. Comprender estas causas y factores de riesgo es crucial para desarrollar estrategias de prevención efectivas y mejorar la atención y los resultados de los pacientes pediátricos con quemaduras. Uno de los principales factores de riesgo para las quemaduras pediátricas es el estado socioeconómico (7).
La edad del niño también es un factor de riesgo importante. Los niños pequeños, particularmente los menores de cinco años son más vulnerables a las quemaduras debido a su comprensión limitada del peligro y su curiosidad natural. Las quemaduras por líquidos calientes, como el agua hirviendo o las bebidas calientes, son el tipo de lesión por quemaduras más común en este grupo de edad. Los niños mayores y adolescentes tienen más probabilidades de sufrir quemaduras por fuentes de llamas, como incendios y fuegos artificiales (7).
Clasificación
Se debe conocer muy bien la extensión, profundidad y localización, esto ayudará a conocer la magnitud de la lesión y, de esta manera, su índice de gravedad, lo que permitirá definir el tratamiento más adecuado para cada paciente (8).
Por Profundidad
Existen dos clasificaciones para evaluar la profundidad de una quemadura. La primera es la clasificación de Converse-Smith, la más utilizada a nivel mundial. La segunda, la clasificación de Benaim, se usa a nivel regional (Latinoamérica) (8).
La clasificación tradicional de las quemaduras como primera, segunda, tercera o cuarto grado fue reemplazado por un sistema que refleja la necesidad de intervención quirúrgica. Las designaciones de profundidad de la quemadura son: superficiales (primer grado), espesor parcial superficial (segundo grado superficial), espesor parcial profundo (segundo grado profundo) y espesor completo (tercer grado) (9).
Las quemaduras superficiales, también conocidas como quemaduras de primer grado, solo afectan a la capa más externa de la piel y generalmente se curan sin cicatrices. Las quemaduras de espesor parcial, también conocidas como quemaduras de segundo grado, involucran las capas externas (parcial superficial) e interna (parcial profundo) de la piel y pueden resultar en ampollas y cicatrices. Las quemaduras de espesor total, también conocidas como quemaduras de tercer grado, se extienden a través de todas las capas de la piel y pueden requerir una intervención quirúrgica para la curación (7).
El término cuarto grado todavía se usa para describir las quemaduras más graves, quemaduras que se extienden más allá de la piel hacia el tejido blando subcutáneo y puede involucrar vasos subyacentes, nervios, músculos, huesos y articulaciones (9).
Por Extensión
Para calcular la extensión de las quemaduras, los métodos más utilizados, son los siguientes: regla de la palma de la mano; regla de los 9 de Wallace, tabla de Lund y Browder (8).
Regla de la palma de la mano: Se mide la palma de la mano del niño, incluyendo los dedos. El método palmar, se usa en quemaduras poco extensas, o sobre todo cuando esta es irregular o parcheada, se puede calcular sabiendo que la palma del paciente (desde el borde de la muñeca a la punta de los dedos) equivale a un 1% de la superficie corporal total (SCT) (8).
Regla de los 9 de Wallace: Aunque no es precisamente la más exacta en niños, es un método fácil de recordar y usada ampliamente por los pediatras. Consiste en asignar múltiplos de 9 a diferentes zonas corporales (8).
Tabla de Lund Browder: La extensión de las quemaduras se estima y se expresa como el porcentaje total del área de superficie corporal (SCT). Las quemaduras superficiales (de primer grado) no se incluyen en el porcentaje de evaluación de quemaduras por SCT (9). La extensión de la quemadura se mide típicamente como el porcentaje de la superficie corporal total afectada por la quemadura (7).
Localización anatómica
La ubicación de una quemadura a menudo dirige el tratamiento. Quemaduras en la cara, manos, pies y genitales, así como grandes quemaduras en otras áreas del cuerpo y aquellas asociadas con lesiones por inhalación son a menudo referenciadas a centros de quemados especializados (9).
Gravedad
Las quemaduras se pueden clasificar como menores (que afectan a menos del 10% de SCT), moderadas (10-20% de SCT) o mayores (más del 20% de SCT) (7).
Fisiopatologia
Cuando ocurre una quemadura, se producen dos fenómenos (aumento de la permeabilidad y vasodilatación) que traen como consecuencia todo el cuadro clínico de esta patología en las primeras horas de su evolución: El calor aumenta la permeabilidad de los capilares, el paso de las proteínas plasmáticas al espacio intersticial produciendo un gran edema, con la consiguiente disminución del volumen sanguíneo y pudiendo llevar al paciente al colapso circulatorio. La vasodilatación provoca un aumento de la presión hidrostática capilar que contribuye a la formación del edema. El líquido extravasado contiene en mayor o menor proporción plasma, agua y electrólitos. A medida que la lesión es más profunda y extensa las pérdidas son mayores, por lo que el peligro de shock aumenta. La piel quemada pierde sus funciones fundamentales y se desencadenan fenómenos inflamatorios que pueden ocasionar alteraciones en todo el organismo y llevar aun shock hipovolémico, cardiogénico y distributivo (10).
Lesión local: La importante energía térmica aplicada a la piel desnaturaliza y coagula las proteínas, lo que provoca una destrucción tisular irreversible. Alrededor de esta zona de coagulación hay una zona de riesgo de disminución de la perfusión. El tejido de esta zona se puede salvar, siempre que los esfuerzos de reanimación consigan restablecer la perfusión. La perfusión aumenta en los márgenes exteriores de la quemadura. La intensidad y la duración de la exposición térmica determinan la profundidad de una herida por quemadura. El contacto prolongado de la piel con líquidos calientes de alto calor específico o alta viscosidad puede provocar quemaduras más profundas (11).
Respuesta sistémica: Inmediatamente después de la lesión por quemadura, el tejido dañado libera mediadores vasoactivos (como citoquinas, prostaglandinas y radicales de oxígeno). El aumento de la permeabilidad capilar provoca la extravasación de líquido al espacio intersticial alrededor de la quemadura (11).
En los estados de quemaduras severas de gran extensión se ha encontrado afectación sistémica con manifestaciones como; la resistencia a la insulina, alteración del metabolismo de los lípidos con aumento de los triglicéridos, esto se explica por aumento de la tasa metabólica en quemaduras de gran extensión. También se relaciona con el catabolismo masivo de proteínas y afectación en la función y estructura de las proteínas hepáticas. En este estado hipermetabólico hay una respuesta por mediadores inflamatorios como, el factor estimulante de colonias de granulocitos, IL-8 e IL-10, produciendo estrés oxidativo y alteración hormonal de la termorregulación hipotalámica y la sensibilidad a la insulina (12).
Respuesta metabólica: Tras la reanimación, los niños con quemaduras graves desarrollan una respuesta hipermetabólica duradera que se traduce en un aumento drástico del gasto energético y la proteólisis. Los aumentos de catecolaminas, glucagón y cortisol se correlacionan con la elevación de la tasa metabólica y el catabolismo. Los niveles de hormonas anabólicas, como la hormona del crecimiento humano y el factor de crecimiento similar a la insulina, disminuyen durante varias semanas tras una quemadura importante (11).
Prevención
Al igual que otras lesiones, la mayoría de las quemaduras se pueden prevenir y su gravedad se puede reducir mediante iniciativas concertadas de prevención y control, que incluyen la inversión en condiciones de vida más seguras, campañas de concienciación, legislación y el desarrollo de sistemas de urgencias, traumatología y atención a quemados. Mediante una combinación de estrategias de prevención y atención, se ha avanzado en la reducción de la incidencia de lesiones por quemaduras y de la gravedad de las quemaduras, así como en la disminución de las tasas de muerte y de la duración de la estancia hospitalaria, lo que es más evidente en los países de ingresos altos (6).
Las estrategias de prevención deben abordar los riesgos de lesiones específicas por quemaduras, la educación de las poblaciones vulnerables y la formación de las comunidades en primeros auxilios. Un plan eficaz de prevención de quemaduras debe ser multisectorial e incluir amplios esfuerzos para mejorar la concienciación, desarrollar y aplicar una política eficaz, describir la carga e identificar los factores de riesgo, establecer prioridades de investigación y promover intervenciones prometedoras, ofrecer programas de prevención de quemaduras y reforzar la atención a las quemaduras (2).
Conclusión
Las quemaduras en pediatría representan una amenaza significativa para la salud de los niños. Conocer los principios básicos de este trauma, otorga a los profesionales de la salud un panorama amplio para abordar de manera oportuna a estos pacientes, sin embargo, la clave sigue siendo la prevención.
La educación a cuidadores, la implementación de políticas y campañas publicas para concientizar sobre el tema y la mejora en las condiciones de vida son escenciales para reducir la incidencia y gravedad de estas lesiones.
Referencias bibliográficas
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4. Echeverría Miranda M, Salas Salas E. Manejo de quemaduras en población pediátrica. Rev Med Sinerg [Internet]. 2020 nov [citado 2025 abr 13];5(11):e602. Disponible en: https://doi.org/10.31134/rms.v5i11.602
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