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Carcinoma de vesícula biliar. Revisión del tema

Carcinoma de vesícula biliar. Revisión del tema

Autora principal: María Pérez Millán

Vol. XX; nº 16; 885

Gallbladder Carcinoma: Topic Review

Fecha de recepción: 16 de julio de 2025
Fecha de aceptación: 16 de agosto de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 16 – Segunda quincena de Agosto de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 16; 885

Autores:

María Pérez Millán, Facultativo especialista de Aparato Digestivo, Hospital Royo Villanova, Zaragoza, España.
Omar Andrés Santofimio Bernal, Médico interno residente de Medicina de familia y comunitaria, Hospital Royo Villanova, Zaragoza, España.
María Reyna Flores Ponce, Medico residente de Neumología, Hospital Royo Villanova, Zaragoza, España.
Laura Gil Arribas, Medico residente de Ginecología y Obstetricia, Hospital universitario San Jorge, Huesca, España.
María Elena Rosario Ubiera, Médico voluntario de Cruz Roja, Zaragoza, España.
Irene Coronado Lazcano, Facultativo especialista de Ginecologia y Obstetricia, Hospital Infanta Cristina, Parla, Madrid, España.

Resumen

El carcinoma de vesícula biliar es el cáncer más frecuente de la vía biliar. Es más frecuente es mujeres y el tipo histológico más habitual es el adenocarcinoma. Se han identificado diversos factores de riesgo implicados en su desarrollo como la colelitiasis, la vesícula en porcelana, la colangitis esclerosante primaria o los pólipos vesiculares. En la mayoría de los casos es asintomático o los síntomas suelen atribuirse a la colelitiasis, por lo que, en el 50% de los casos es un hallazgo incidental en la pieza de colecistectomía. El único tratamiento curativo es el quirúrgico. Su pronóstico global es malo, ya que, en la mayoría de los casos el diagnóstico es tardío y no es posible la intervención quirúrgica.

Palabras clave

cáncer, vesicula biliar, cirugía.

Abstract

Gallbladder carcinoma is the most common cancer of the biliary tract. It is more common in women, and the most common histological type is adenocarcinoma. Various risk factors have been identified as implicated in its development, such as cholelithiasis, porcelain gallbladder, primary sclerosing cholangitis, and gallbladder polyps. In most cases, it is asymptomatic or the symptoms are usually attributed to cholelithiasis; therefore, in 50% of cases, it is an incidental finding in the cholecystectomy specimen. The only curative treatment is surgical. The overall prognosis is poor, as, in most cases, diagnosis is late and surgical intervention is not possible.

Keywords

cáncer, gallbladder, surgery.

Introducción

El carcinoma de vesícula biliar es un tumor raro, aunque es el cáncer más frecuente del árbol biliar y la quinta neoplasia en frecuencia del tracto gastrointestinal. Tiene muy mal pronóstico dada su agresividad y dificultad diagnóstica (posición anatómica de la vesícula y síntomas inespecíficos). Es más frecuente en mujeres, teniendo mayor incidencia entre los 60-80 años.

Su prevalencia es mayor en países con mayor incidencia de litiasis biliar (países de Sudamérica, y países asiáticos como India, Pakistán, Japón y Corea).

Factores de riesgo y etiopatogenia

Se han identificado diversos factores implicados en el desarrollo del cáncer de vesícula biliar, todos ellos tienen en común la inflamación crónica de la vesícula, ocasionando inicialmente una metaplasia de la mucosa ductal que conllevaría el desarrollo de carcinoma. Los más importantes son:

Litiasis vesicular: presente en el 70-90% de los casos. El riesgo aumenta con el tamaño de la litiasis (>3cm) así como los años de evolución.

Vesícula en porcelana: se trata de la calcificación de la pared de la vesícula biliar.

Pólipos vesiculares: los adenomas mayores de 8-10mm tienen mayor probabilidad de malignización. Se establece el seguimiento con ecografía abdominal a los 6 y 12 meses del diagnóstico y posteriormente anual (si no hubiera otros factores de riesgo asociados como edad > 50 años, colangitis esclerosante primaria, etnia india y pólipo sésil). Se planteará la colecistectomía si >10mm o sintomático (figura 1).

Colangitis esclerosante primaria

Infección crónica por Salmonella typhi

Quistes congénitos de la vía biliar y unión anómala del ducto pancreatobiliar.

Obesidad

Tabaco

Exposición a agentes químicos (caucho, industria automotriz, metalúrgica y madera)

En las piezas quirúrgicas de las colecistectomías, los anatomopatólogos han detectado una incidencia de carcinoma en el 1% en el caso de la extirpación por colelitiasis, del 2.5-3% si además presentaban colecistitis aguda y aumentando hasta el 10.8% en vesículas escleroatróficas y 25% en vesículas en porcelana.

Manifestaciones clínicas

Los pacientes en fase inicial, aunque en muchas ocasiones ya avanzada, son asintomáticos o tienen síntomas inespecíficos que suelen atribuirse a la colelitiasis, de hecho, en el 50% de los casos se diagnostica el tumor en la pieza quirúrgica de la colecistectomía.

Un síntoma habitual es el dolor, que puede acompañarse de náuseas, vómitos y anorexia. Pueden presentar ictericia obstructiva por infiltración de la vía biliar o por afectación metastásica del ligamento hepatoduodenal. También puede manifestarse en forma de obstrucción duodenal secundaria a invasión tumoral del hilio hepático (hallazgo que condiciona la irresecabilidad).

Diagnóstico

Pruebas de imagen:

La técnica diagnóstica inicial más utilizada es la ecografía abdominal, habitualmente en el contexto de una presunta colelitiasis. Los hallazgos que sugieren la presencia de un tumor vesicular son: engrosamiento mural no explicado por la colelitiasis, calcificación en la pared, masa que protruye a la luz vesicular, masa fija en la vesícula y el hígado (reemplaza a la vesícula) y la infiltración hepática. (figura 2).

Ante la presencia de dichos hallazgos estaría indicado ampliar el estudio con la realización de una tomografía axial computarizada (TAC), resonancia magnética (RNM) y la colangioresonancia magnética (CRNM) para confirmar la sospecha y además realizar estudio de extensión (y así definir la resecabilidad). Es necesaria la realización de un TAC de tórax para descartar metástasis pulmonares y pleurales. Para la estadificación se emplea el sistema TNM de la American JointCommitteeonCancer (AJCC)/ Unionfor International Cancer Control (UICC). (tabla 1). Los lugares más frecuentes de hallar metástasis son el peritoneo y el hígado; es menos frecuente en pulmón y pleura.

También estaría indicado ampliar el estudio en pacientes que han sido intervenidos de colecistectomía por una indicación benigna pero que en la pieza quirúrgica se detecta la neoplasia de vesícula, para valorar si requieren reintervención.

En la TAC la neoplasia vesicular puede identificarse como una masa polipoide que protruye hacia la luz vesicular o incluso la rellena, como un engrosamiento focal o difuso de la pared o como una masa que sustituye a la propia vesícula (Figura 3). Además, se puede encontrar invasión hepática, ganglionar o metástasis a distancia. No es útil para distinguir pólipos benignos de los malignos a diferencia de la RNM y la CRNM dinámicas. Estas también son superiores a la hora de valorar la invasión del ligamento hepatoduodenal, la infiltración de la vena porta y la afectación ganglionar.

La ecoendoscopia (EE) es superior a la ecografía abdominal para detectar y realizar el diagnóstico diferencial de los pólipos vesiculares y para realizar la extensión local del tumor, así como para realizar punción con aguja fija para la obtención de una muestra citológica pero la TAC y la RNM son imprescindibles para el estadiaje y planificación del tratamiento. La colangiopancreatografía percutánea endoscópica tendría su utilidad en casos de ictericia obstructiva secundaria al tumor, con posibilidad de colocación de una prótesis biliar.

Marcadores bioquímicos:

No existen marcadores bioquímicos específicos de esta neoplasia.

El CEA y el CA 19.9 pueden verse elevados y pueden ser de utilidad en el seguimiento (postoperatorios para descartar persistencia de la enfermedad o recidiva). En la analítica general pueden verse alterados los niveles de bilirrubina, así como las enzimas hepáticas, sobre todo en los casos en los que la neoplasia vesicular provoque obstrucción.

Histología:

La mayoría de las neoplasias vesiculares (90 %) son adenocarcinomas. Otros tipos histológicos (adenoescamoso, escamoso, neuroendocrino de célula pequeña, linfoma y sarcoma) son raros. Es habitual que se extienda fuera de la vesícula e invada los órganos vecinos como el hígado.

Tratamiento

El único tratamiento potencialmente curativo es la cirugía y desafortunadamente solo el 15-60% de los pacientes serán candidatos a resección en el momento del diagnóstico.

Como se ha comentado previamente, el estadiaje del tumor es clave para planificar el abordaje terapéutico, y para ello se deben utilizar una combinación de técnicas de imagen (ecografía abdominal, TAC toracoabdominal y RNM) así como una laparoscopia exploradora si fuese necesario (y en pacientes candidatos, a priori, a resección).

Las contraindicaciones absolutas para una resección quirúrgica son la presencia de metástasis hepáticas o peritoneales, ascitis maligna, adenopatías extrarregionales (paraórtica, pericava, arteria mesentérica superior y tronco celíaco celíaco), afectación extensa del ligamento hepatoduodenal por el tumor directamente o por adenopatías y englobamiento u oclusión de arteria hepática o vena porta.

El abordaje quirúrgico va a depender del estadio tumoral:

T1a: colecistectomía simple

T1B: colecistectomía radical, incluyendo 2 cm de tejido hepático alrededor del lecho vesicular.

T2: Colecistectomía radical, incluyendo 2 cm de tejido hepático alrededor del lecho vesicular.

T3: Colecistectomía radical en bloque con los órganos adyacentes afectos.

T4: irresecables.

Además, a partir del estadio T1b (incluido) se debe completar la cirugía con una linfadenectomía regional del hilio hepático. Cuando existe afectación ganglionar y se realiza resección ganglionar radical, la supervivencia a los 5 años es del 28 al 60% (siempre que se limite al territorio del hilio hepático).

La resección de la vía biliar principal se hará cuando el tumor invada la vía biliar o el margen del cístico sea positivo.

En caso de que la neoplasia vesicular sea un hallazgo incidental en la pieza de colecistectomía, se debería completar el estudio de extensión y reintervenir a partir del estadio T1b en los dos meses siguientes a la cirugía inicial. El estadio T1a con márgenes de resección negativos no requiere reintervención quirúrgica, dado que no aporta beneficio en la supervivencia.

Las complicaciones más frecuentes después de la resección son la fístula biliar, la hemorragia postoperatoria y el absceso perihepático.

La radioterapia se puede utilizar como tratamiento adyuvante en algunos casos. Los pacientes con margen quirúrgico positivo se benefician de quimiorradioterapia para reducir la recurrencia local. En casos de enfermedad irresecable también es útil para control local y mejoría sintomática.

La quimioterapia adyuvante se ofrece a pacientes con márgenes quirúrgicos positivos, ganglios linfáticos positivos o compromiso vascular y la neoadyuvante en tumores con resecabilidad marginal. Estos pacientes pueden tener una respuesta adecuada que permita la resección tras el tratamiento. En paciente con enfermedad localmente avanzada o metastásica, la quimioterapia puede prolongar la supervivencia, así como la inmunoterapia. En caso de obstrucción de la vía biliar se planteará el drenaje endoscópico, percutáneo o mediante una derivación biliar individualizando cada caso.

Pronóstico

La supervivencia global es inferior al 20% a los 5 años.

Más del 50% de los pacientes sometidos a resección de la neoplasia vesicular presentan recidiva a los dos años de seguimiento siendo los lugares más frecuentes el hígado y el peritoneo. Los factores que van a determinar el riesgo de recidiva son: el estadio T, la presencia de enfermedad residual tras la reintervención de un carcinoma accidental y el grado de diferenciación tumoral.

La supervivencia a 5 años para la enfermedad localizada es del 69 %, para la enfermedad metastásica regional es del 28 % y para la enfermedad metastásica a distancia, del 3 %

Se deberán realizar controles cada 4 meses con TAC toracoabdominal y analítica.

Conclusiones

El carcinoma de vesícula es el cáncer más frecuente de la vía biliar. Se puede realizar un seguimiento en pacientes con factores de riesgo para evitar su aparición. El único tratamiento curativo es la cirugía y en la mayoría de los casos el diagnóstico es tardío, por lo que, no es posible la intervención quirúrgica y su pronóstico es infausto.

ANEXO-Carcinoma-de-vesicula-biliar

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Declaración de buenas prácticas:
Los autores de este manuscrito declaran que:
Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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Han preservado las identidades de los pacientes.