imprescindibles.
La comunicación confiere estructura homogénea a todas las actividades encaminadas a resolver una catástrofe, permite informar sobre la situación, difunde las estrategias, posibilita la transmisión de órdenes a los diferentes escalones subordinados, orienta a la población y proporciona datos de referencia.
2.6 CONTROLAR LAS AMBULANCIAS
Controlar las ambulancias en situaciones de catástrofe significa:
- Establecer y hacer visible un punto de carga.
- Identificar la mejor ruta de acceso al lugar desde los diferentes puntos de aproximación.
- Seguir rigurosamente las indicaciones de los servicios de seguridad.
- Situarse en un emplazamiento lo suficientemente amplio y permeable para permitir el flujo continuo de vehículos en una sola dirección y de manera ininterrumpida.
- Clasificar las ambulancias por sus posibilidades asistenciales.
- Mantener un criterio rígido de dispersión hospitalaria.
2.7 EVACUAR ORDENADAMENTE
Entre un 11 y un 15% de las víctimas resultantes de una catástrofe precisan asistencia a nivel de cuidados críticos, por tanto, la opción de dividirlos entre varios hospitales resulta muy rentable a la hora de conseguir rápidamente un tratamiento individualizado.
La mortalidad se puede reducir si realizamos el transporte al centro más adecuado, según el tipo de lesiones, no al más cercano.
A la hora de organizar una evacuación de víctimas habrá que hacerlo siguiendo unos criterios de dispersión y de una forma escalonada.
Se entiende por criterio de dispersión aplicado al transporte al método organizativo que consiste en la distribución de víctimas en grupos pequeños hacia múltiples centros receptores y de forma escalonada. Con esta técnica se persigue no colapsar los distintos servicios y poder ofrecer mejor asistencia a las víctimas de la catástrofe. El centro de destino se elegirá teniendo en cuenta la patología de la víctima y su gravedad.
2.8 ADAPTAR LA MEJOR RESPUESTA HOSPITALARIA
El hospital no debe reaccionar ante una catástrofe como si de una agresión se tratase sino que ha de emprender una readaptación de su actividad habitual en un doble sentido: redimensionar su orden interno y adelantarse al punto de impacto para colaborar con especialistas y equipos en la asistencia “in situ” de las víctimas.
Triage es una palabra francesa que significa clasificación o elección y con ella denominamos al conjunto de procedimientos sencillos ejecutados sobre una víctima que orientan en sus posibilidades de supervivencia inmediata y determinan un tiempo límite asistencial para salvaguardar su vida.
El tiempo razonablemente previsto de vida de un lesionado sin recibir asistencia y sus posibilidades de supervivencia marcan las reglas de la clasificación.
Se define el triage como un procedimiento médico destinado a obtener una clasificación de las víctimas en categorías, de acuerdo con su pronóstico vital, para obtener un orden de prioridades en su tratamiento.
3. FASES DEL DECÁLOGO PREHOSPITALARIO
Con fines prácticos se ha desarrollado un decálogo de acciones, que contiene la estructura táctica de intervención ante cualquier situación crítica y da las claves para la asistencia prehospitalaria en todo tipo de emergencia, tanto individual como colectiva, consiguiendo así los criterios de seguridad y eficiencia que exige la intervención sanitaria.
Estas diez fases constituyen el Decálogo de Medicina Prehospitalaria que, diseñado en la “Escuela Sevillana” creada por el doctor Álvarez Leiva, se ha incorporado como la regla de oro de actuación ante cualquier emergencia.
PRIMERA FASE: ALERTA
La alerta es una actitud de “espera y listos” que permite una participación positivamente activa y adaptada ante un problema, de modo que pueda resolverse la situación determinada.
La fase de alerta incluye:
– Posibilidad de acceso al sistema por parte del usuario mediante una línea telefónica directa de fácil memorización (3 cifras)
– Recepción asegurada del mensaje, activado las 24 horas del día
– Análisis de la demanda por el operador, seleccionando, confirmando y desglosando el máximo de datos sobre la situación, para adaptar la respuesta
– Disponibilidad del material (sanitario y no sanitario) necesario para el desarrollo de una misión determinada con todas las garantías de seguridad y eficiencia
– Disponibilidad de profesionales con los conocimientos y habilidades adecuados
– Protocolización de procedimientos operativos
– Existencia de planes preestablecidos ante diferentes situaciones de emergencia
– Adiestramiento continuado y periódico
SEGUNDA FASE: ALARMA
Es el paso, sin solución de continuidad, de la fase de espera a la acción propiamente dicha. Esta fase implica la puesta en marcha del Sistema de Emergencias. Recibida una información valorable, los dispositivos se activan de forma automática.
La fase de alarma incluye dos aspectos:
a) Análisis y tratamiento de la llamada, mediante un interrogatorio dirigido a determinar el lugar y el motivo del siniestro, número y condiciones de los accidentados, así como localización y distribución de los recursos más próximos y orden de intervención
b) Salida inmediata del equipo de intervención y activación de los servicios de apoyo necesarios
TERCERA FASE: APROXIMACIÓN
Esta fase consiste en el acceso al lugar del siniestro por el camino más seguro, rápido y más corto (por este orden).
La llegada al punto de asistencia debe cumplir unas normas básicas de seguridad para prevenir la aparición de nuevos riesgos y en