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Revisión sistemática de los estudios disponibles sobre la contaminación del agua de las piscinas

población a estudio, uso adecuado de técnicas para analizar la contaminación de las aguas de las piscinas), cómo se han realizado, objetivos y resultados de cada estudio, y principales conclusiones. Para facilitar el análisis de los resultados, se creó una tabla en la que se unificaron los artículos localizados. Ver tabla 3: Análisis de los resultados.

Resultados

Durante la búsqueda, identificamos 135 estudios en los cuales se estudiaba la contaminación de las aguas de las piscinas. Tras su revisión, se excluyeron todos aquellos artículos que hacían referencia a cartas al director, los que no cumplían con los criterios anteriormente mencionados, y los que evalúan la contaminación del agua para consumo, o de zonas no destinadas al ocio de bañistas. Finalmente, se incluyeron para nuestra revisión sistemática 11 artículos2-12; el más antiguo se publicó en el año 20152 y el más reciente en el año 20076. A pesar de no haber seleccionado por idioma, los artículos estaban en ingles o en español.

De los 11 artículos analizados, 4 se referían a estudios realizados en España 3,5,7,8, y 1 en cada uno de los siguiente países: Irán 2, Bélgica 4, Países Bajos 6, Canadá 9, Venezuela 10, Suiza 11 y Egipto 12. El estudio más prolongado duro desde 2007 a 2008 durante la época de invierno 11 y se llevo a cabo en Suiza, mientras que el más breve duro 2 semanas 7. El estudio que conto con la mayor cantidad de piscinas estudiadas (38) fue realizado en los Países Bajos 6 y el menor con tan solo 1 piscina 8. Mientras que el estudio con más muestras analizadas se llevo a cabo en Irán 2.

Cinco artículos trataron el tema del pH; en el estudio de Martínez R. et al. (2013) el pH de las piscinas fluctuó por debajo de los niveles recomendables, entre 6,8 y 7,3, a diferencia del artículo de Fadaei A. et al. (2013) que analizó dos piscinas de Irán encontrando valores superiores a 7,85. Por último, los estudios que reportan un pH dentro de la normalidad son los de Santa Marina L. et al. (2009), Fernández A. et al. (2013) y Catto C. et al. (2012).

La variable temperatura fue mencionada en cuatro artículos; Martínez R. et al. (2013) reporta unos valores entre 29 y 31 grados centígrados en el agua, por debajo de la temperatura ambiental. El estudio de Fernández A. et al. (2013) según los parámetros de temperatura ambiente (2-4 grados por encima de la temperatura del vaso), 17 de las 21 piscinas incumplen estos registros, y cinco de ellas superan valores de calor máximo en el agua del vaso, situado en 28ºC. En cambio los estudios de Santa Marina L. et al. (2009) y Fadaei. A et al. (2013) hablan de piscinas con temperatura en agua y aire adecuados.

Seis artículos hicieron referencia a la desinfección clorada del agua de las piscinas. El estudio de Font-Rivera L. et al. (2010) en el que se analizaron 27 piscinas (17 cubiertas y 10 descubiertas), todas ellas usaban el cloro como desinfectante. Parrat J. et al. (2012) analiza 29 piscinas en las que cinco instalaciones desinfectan el agua de la piscina con cloro, y a veces en combinación con UV. Con respecto a la calidad del agua, trece piscinas (43%) superaban los valores medios de cloro libre (0,4mg/l), mientras que el cloro combinado en 19 muestras (63%) superaban el valor de referencia (0,2mg/l). En otro estudio de Font-Rivera L. et al. (2010) en una piscina cubierta de larga distancia el nivel de cloro libre medio en el agua de la piscina fue de 1,17 mg/ l. Martínez R. et al. (2013) obtuvo como resultado del análisis una media del cloro residual entre 0,3 y 0,5 mg/l. Por el contrario, Fernández A. et al. (2013) establece diferencias entre las distintas formas activas del cloro, siendo el resultado del análisis de 21 piscinas una concentración media de cloro en el aire interior de 4,3mg/l, el cloro combinado con unos valores máximos en 10 de las 21 piscinas, y por último el cloro libre en el agua estando por encima de los niveles normales en 2 piscinas y por debajo de ellos en 4 piscinas. A diferencia del estudio de Santa Marina L. et al. (2009) donde encontramos que en el aire la media de cloro total fue 0,4mg/l, obteniendo unos valores para el cloro libre y combinado normales.

Los subproductos originados de la cloración y desinfección de las piscinas, tricloraminas, cloroformo y THM fueron detectados en cinco de los estudios analizados. El estudio de Parrat J. et al. (2012) evaluó la concentración media de tricloraminas, que fue de 0,11mg/l, siendo 8 piscinas (27%) las que tenían una concentración entre 0,1 y 0,2 mg/l y el 13% mostraron un nivel tricloraminas de >0,3 mg/m3, con la concentración más alta en 0.52 mg/m3. Además las muestras de agua recogidas a diferentes distancias (16 y 130 cm) otorgaron una concentración de este producto de 0,23 y 0,26 mg/l respectivamente. Con respecto a la concentración de THM, 14 muestras (52%) estaban por encima de los valores medios. A diferencia de Santa Marina L. et al. (2009) dónde el producto más predominante en el agua de baño fueron los trihalometanos totales (TTHM) con 13,7 pg/l. Font L. et al. (2010) comentan que las concentraciones de TTHM fueron muy variables entre las piscinas, siendo más elevadas en las piscinas exteriores, 151mg/dl frente a 80,7mg/dl en cubiertas. Por el contrario, en el estudio de Jacobs J.H. et al. (2007) de las 120 muestras tomadas, las concentraciones de cloramina fueron 0,56 y 1,34 mg/l, y algo inferiores en las piscinas de ocio que en las piscinas de competición, aunque no dependían de la altura de la muestra. A su vez Catto C. et al. (2012) identificaron el cloroformo, trihalometanos y tricloraminas entre otros productos en las piscinas analizadas.

Con respecto a las bacterias más predominantes en las piscinas analizadas, encontramos las bacterias aerobias mesófilas y niveles coliformes totales y fecales más bajos en piscinas públicas que privadas en el estudio de Martínez R. et al. (2013). Al igual que Fadaei A. et al. (2013), que encontró a parte de esas mismas bacterias, Pseudomonas aeruginosa, Staphylococcus aurreus, Legionalla, y Escherichia coli. Los hongos más frecuentes fueron Aspergillus y Penicillium, predominando en la ducha, vestuario y el fondo de la piscina. Por otro lado Al-Herrawy A. et al. (2014) detectaron en 10 piscinas del Cairo la presencia de especias de Acanthamoeba en 59 muestras (49,2%) de agua recogida.

Por último, en referencia a los síntomas originados por la contaminación del agua, encontramos cuatro artículos que hablen de ello. El síntomas más frecuente es la irritación en los ojos en los trabajadores de la piscina en más del 80%, irritación y sequedad de la piel, problemas respiratorios y auditivos en más de la mitad de los trabajadores de la piscina, según el estudio de Fernández A. et al. (2013). Aparecen problemas añadidos como irritación de garganta y piel, referidos en los monitores de piscina, en el estudio de Parrat J. et al. (2012). En cambio, Jacobs J.H. et al. (2007) no encontró diferencias significativas en los síntomas respiratorios generales, atopía e hiperactividad bronquial entre las categorías de los trabajadores. Bernard A. et al. (2009) encontraron relación entre los problemas respiratorios y la asistencia a piscinas cloradas, aumentando cuanto mayor tiempo pasan los adolescentes en los recintos.

Discusión

El objetivo de este trabajo ha sido realizar una revisión sistemática sobre la contaminación del agua de las piscinas, así como la frecuencia de síntomas relacionados con la contaminación en los trabajadores y usuarios.

Se han explorado las bases de datos que resultan fundamentales tanto para las ciencias de la salud como para la investigación que se desarrolla a nivel mundial. La revisión realizada permite confirmar que existe gran cantidad de sustancias químicas contaminantes y dañinas para la salud de trabajadores y visitantes de las instalaciones, que se encuentran dispersas por las diversas áreas de las piscinas y se ingieren mediante la inhalación de aire, absorción dérmica en la ducha o en el agua de baño 2,5,7,10. Estos subproductos de la desinfección que pueden ser contaminantes, provienen de la desinfección del agua de las piscinas con cloro o derivados, del procedimiento de la electrólisis y la utilización de ozono y rayos UV 6,7,11. Además encontramos que en la mayoría piscinas evaluadas existen condiciones inadecuadas que aumentan el riesgo a la salud de las personas que las visitan, como podemos observar en la gran cantidad de bacterias documentadas 2,10,12. Una cuestión todavía no resuelta es en qué medida pueden afectar las condiciones ambientales del interior de la piscina, junto a circunstancias añadidas tales como la cantidad de bañistas que acuden a nadar en la aparición de síntomas y el aumento de estos productos.

Tradicionalmente se ha utilizado el cloro como forma de desinfección del agua de las piscinas, y la mayoría de las piscinas en los artículos revisados usan este medio como desinfectante. Actualmente el cloro resulta un producto eficaz y barato, por lo que sigue utilizándose de manera continuada 13.