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Convulsiones Febriles

Convulsiones Febriles

Autora principal: Mariel Rojas Mata

Vol. XX; nº 12; 712

Febrile Seizures

Fecha de recepción: 13 de mayo de 2025
Fecha de aceptación: 18 de junio de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 12 – Segunda quincena de Junio de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 12; 712

Autores:

Mariel Rojas Mata, Hospital Nacional de Niños, Dr. Carlos Sáenz Herrera, San José, Costa Rica
Natalia Flores Cartín, Hospital Nacional de Niños, Dr. Carlos Sáenz Herrera, San José, Costa Rica

Resumen:

Las convulsiones febriles (CF) son el trastorno convulsivo más frecuente en la niñez y representan un motivo de consulta común en los servicios de emergencias. Afecta principalmente a niños a partir de los 6 meses de edad, hasta los 5 años; coincidiendo con procesos febriles, en ausencia de infección del Sistema Nervioso Central, desequilibrio electrolítico, trastornos metabólicos, o anomalías neurológicas previas. Es un trastorno que se caracteriza por ser de carácter benigno y autolimitado, sin secuelas neurológicas a largo plazo.

Palabras clave:

Convulsión Febril, Crisis Convulsiva Febril.

Abstract:

Febrile seizures (SF) are the most common seizure disorder in childhood and represent a common reason for consultation in emergency services. It mainly affects children from 6 months of age, up to 5 years; coinciding with febrile processes, in the absence of infection of the Central Nervous System, electrolyte imbalance, metabolic disorders, or previous neurological abnormalities. It is a disorder that is characterized by being benign and self-limited, without long-term neurological sequelae.

Keywords:

Febrile Seizures, Febrile Convulsive Crisis.

Definición

La Academia Americana de Pediatría (AAP) en el 2008, definió la CF como una convulsión que ocurre en niños febriles de entre 6 y 60 meses de edad y que no tienen infección intracraneal, alteración metabólica, o historia de convulsión afebril. (2)(5).

El diagnóstico de una convulsión febril es clínico, y se basa en los siguientes parámetros: (2).
• Convulsión asociada con temperatura elevada >38ºC.
• Un niño, habitualmente, mayor de 3 meses y menor de 6 años de edad.
• Ausencia de infección o inflamación del SNC.
• Ausencia de alteración metabólica sistémica aguda que pueda producir convulsiones.
• Ausencia de historia previa de convulsiones afebriles.

Epidemiología

La mayoría de las CF ocurre entre los 6 meses y 5-6 años de edad con un pico de incidencia a los 18 meses de edad. El 25-40% tienen antecedentes heredo familiares de CF y el 4% historia familiar de epilepsia, los niños con antecedentes heredo familiares de primer grado con CF tienen un riesgo de 4-5 veces más alto que la población general de presentar CF. (3).

Se ha descrito una mayor incidencia en varones en un 60%, con una relación 2:1. La prevalencia de CF es de aproximadamente 2-5% y la incidencia anual es de 460/100 000 en la población de niños de 0-4 años. (4).

Aproximadamente la mitad de los niños que han tenido una convulsión febril presentan al menos una recurrencia, un 30% una segunda, un 15-20% una tercera y un 5-10% más de tres. Aunque el pronóstico de las convulsiones febriles suele ser favorable, de un 2-4% de los niños con crisis febriles, pueden llegar a presentar posteriormente epilepsia. (5).

En relación a la causa infecciosa que desencadenó la fiebre. La infección respiratoria superior e inferior es la más frecuente en ambos géneros con 69.05%, seguida de otitis, rubeola, infecciones urinarias, neumonía, y con menos frecuencia las infecciones bacterianas. (5).

Fisiopatología

La CF resulta de una anormal y excesiva actividad de un grupo de neuronas, es decir, obedecen por definición a un fenómeno epiléptico (8).

Para que se produzca una CF se requiere la interacción de los siguientes factores:

Genéticos:
El riesgo de presentar una convulsión febril es un 20% mayor cuando existe un hermano con antecedentes, y alrededor del 30% si ambos padres y un hermano la padecieron (1).

Han sido identificados al menos 6 loci de susceptibilidad a las crisis en los cromosomas 8q13–q21 (FEB1), 19q (FEB2), 2q23-q24 (FEB3), 5qr4-q15 (FEB4), 6q22-q24 (FEB5) y 18q11 (FEB6). Además se han localizado mutaciones en los canales de sodio dependientes de voltaje tipo alfa 1 y beta 2 y el gen que codifica para el receptor GABA(A) (GABRG2). (9,11).

Infecciones:
Las CF se asocian con más frecuencia a infecciones virales que a infecciones bacterianas. Parecen existir propiedades neurotrópicas propias de algunos virus, como el virus del herpes humano 6 (HHV-6) y la influenza, que aumenta el riesgo (13).

Vacunación:
La vacuna contra la influenza, la vacuna antineumocócica conjugada (PCV) y la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tos ferina acelular (DTaP) administradas solas o en varias combinaciones, pueden desencadenar convulsiones febriles (14).

Alcalosis respiratoria:
La hiperventilación y la alcalosis inducida por la hipertermia se han propuesto como un elemento fundamental en la generación de convulsiones febriles, ya que la alcalosis cerebral provoca excitabilidad neuronal contribuyendo a la fisiopatología de la convulsión. (5).

Respuesta exagerada a determinadas citoquinas proinflamatorias:
El pirógeno promotor de fiebre interleucina-1β (IL-1β) contribuye a la generación de la fiebre y, a su vez, la fiebre conduce a la síntesis de esta citoquina en el hipocampo, a cual se ha demostrado que aumenta la excitabilidad neuronal, actuando tanto a través del glutamato como del GABA. In vivo, estas acciones de la IL-1β mejoran las acciones de los agentes provocadores de convulsiones; ejerce cambios en la fosforilación del receptor N-metil-D-aspartato inhibiendo la recaptación astrocítica del neurotransmisor excitatorio glutamato y aumentando su liberación por células de la glía y otras neuronas. (9,11).

Factores de riesgo

Factores de riesgo para un primer episodio de convulsión febril:
Antecedentes familiares de convulsiones febriles.
Retraso en el desarrollo.
Asistencia a centros de cuidado infantil.
Sodio bajo en suero.
Fiebre muy alta. (6).

Factores de riesgo para la recurrencia de convulsión febril:
Edad temprana.
Historia familiar de convulsiones febriles.
Breve duración de la fiebre antes de la convulsión febril.
Posible historia familiar de convulsión afebril. (6).

Factores de riesgo para el desarrollo de epilepsia después de una convulsión febril:
Sospecha o desarrollo anormal antes de la primera convulsión febril.
Antecedentes heredo familiares de convulsiones afebriles.
Primera convulsión febril compleja. (6).

Clasificación

Las CF se clasifican según sus características clínicas en simples y complejas. La distinción entre convulsión febril simple y compleja tiene implicaciones pronósticas, ya que la mayoría de los estudios demuestran que los pacientes que padecen convulsiones febriles complejas tienen un riesgo más elevado de recurrencia y un riesgo ligeramente más elevado de desarrollar convulsiones no febriles futuras (7).

Convulsiones febriles simples o típicas:
Representan el 70-75% de las CF.
Poseen una duración menor de 15 minutos, no recidivan en 24 horas.
Generalizadas.
Tónico-clónicas (80%), tónicas (15%) o atónicas.
No se acompañan de anomalías neurológicas previas.
Como la mayoría de las convulsiones febriles simples duran menos de 5 minutos, hay autores que proponen 10 minutos como punto de corte más adecuado para distinguir entre convulsión febril simple y compleja (10).
Puede tener historia familiar de convulsiones febriles, pero no antecedentes familiares de epilepsia. (12).

Convulsión febril compleja o atípica:
Las CF complejas son menos frecuentes.
Poseen una duración mayor de 15 minutos, pueden producir recidivas en 24 horas.
Focales.
Asociadas a problemas neurológicos previos.
Pueden existir antecedentes de alteraciones en el desarrollo psicomotor, historia familiar de epilepsia focal. (12).

Una convulsión febril simple puede seguirse de convulsiones complejas, pero la mayoría de los niños que desarrollan convulsiones febriles complejas debutan con una de ellas. Sin embargo, una convulsión febril compleja inicial no necesariamente indica que todas las posibles convulsiones posteriores vayan a ser complejas (7).

Diagnóstico

Está basado en realizar una cuidadosa historia clínica, con el objetivo de confirmar que se trata de una «verdadera» CF, clasificarla como simple o compleja, determinar el foco de la fiebre a través de un minucioso examen físico, buscando descartar principalmente infección del SNC, para así poder brindar una adecuada información a la familia. (11).

Una vez completada la historia y la exploración física, debemos evaluar si hay necesidad de exámenes complementarios; los que se realicen deben estar en relación al grado de enfermedad y la infección subyacente que se sospeche, pues la presencia de CF no debe modificar el estudio de la causa del proceso febril. (11).

Punción lumbar.
La meningitis puede debutar con convulsiones en un 25% de los casos; sin embargo, la probabilidad de que un niño con fiebre y convulsión pueda tener meningitis es pequeña. Desde la introducción de las vacunas de H.influenzae tipo b y S. pneumoniae, la incidencia de meningitis bacteriana se ha reducido considerablemente. Según una reciente revisión sistemática, el riesgo de meningitis bacteriana era del 0,2% en niños que presentaban una aparente convulsión febril simple y del 0,6% en niños con una convulsión febril compleja (17).

Las recomendaciones de la Academia Americana de Pediatría para la realización de punción lumbar (PL) en una convulsión febril son (17):
Se debe realizar una punción lumbar en cualquier niño que presente convulsiones y fiebre, y tenga signos y síntomas meníngeos; o en cualquier niño cuyo historial o examen sugiera la presencia de meningitis o Infección intracraneal.
En cualquier bebé de entre 6 y 12 meses de edad que presente convulsiones y fiebre, una punción lumbar es una opción cuando se considera que el niño tiene deficiencia de inmunizaciones contra Haemophilus influenzae tipo b (Hib) o Streptococcus pneumoniae; o cuando no se pueda determinar el estado de inmunización debido a un mayor riesgo de meningitis bacteriana.
La punción lumbar es una opción en el niño que presenta convulsiones y fiebre y se trata previamente con antibióticos, porque el tratamiento con antibióticos puede enmascarar los signos y síntomas de la meningitis.

EEG.
El EEG no está indicado en la evaluación de un niño neurológicamente sano con una CF simple (12). En una convulsión prolongada o focal, se recomienda realizar un EEG y seguimiento neurológico, debido al riesgo más elevado de desarrollar epilepsia futura que presentan estos pacientes.
Ante una convulsión compleja, tampoco sería necesario realizar un EEG, salvo que el examen neurológico estuviese alterado.
El EEG no permite predecir qué niños tienen más riesgo de sufrir nuevas crisis. Las alteraciones epileptiformes en el EEG son relativamente frecuentes en los niños con convulsiones febriles benignas. (16).

Neuroimagen.
Las pruebas de neuroimagen no están indicadas de forma rutinaria tras una convulsión febril simple (10). Se debe valorar RM o TAC en niños con macrocefalia o con examen neurológico anormal, sobre todo, si existen signos de focalidad o cuando hay signos o síntomas de hipertensión intracraneal (2). También, se puede considerar en los casos de CFC recurrentes, que se asocian a hallazgos neurológicos, incluyendo: macrocefalia, retraso del desarrollo psicomotor significativo o alteraciones neurológicas persistentes. (16).

Otros estudios.
Las siguientes pruebas no deben realizarse de forma rutinaria con el único propósito de identificar la causa de una convulsión febril simple: medición de electrolitos séricos, calcio, fósforo, magnesio o glucosa en sangre o hemograma completo (16).
La determinación de la glucosa se debe hacer en los casos en que el estado post-ictal sea prolongado (16).

Diagnósticos diferenciales

• Hay que hacerlo especialmente con los Síncopes Febriles, que aparecen en el curso de procesos infecciosos y cursan con cianosis y/o palidez, bradicardia y afectación parcial del nivel de conciencia, también denominados crisis anóxicas febriles. (7).
• Con infecciones del S.N.C., especialmente en los niños con edades inferiores a los 18 meses, en los que la etiología de la fiebre no está suficientemente clara (meningitis, encefalitis, etc.) (7).
• Movimientos involuntarios coincidiendo con fiebre: escalofríos, estremecimientos o delirio febril, en los que no hay pérdida de conciencia. Se caracterizan por temblores de fina oscilación y, a veces, castañeteo de dientes coincidiendo con fiebre alta. (7).
• Con la Epilepsia Mioclónica Severa Infantil, o Síndrome de Dravet. El cuadro suele iniciarse con CF frecuentes, prolongadas y focales. Es muy difícil de diferenciar en los estadíos precoces. (7).
• Encefalopatías agudas de origen no determinado. (7).
• Intoxicaciones medicamentosas. (7).

Síndrome de Dravet

El síndrome de Dravet es una forma intratable de epilepsia, que se caracteriza por la aparición de CF antes del año de edad.
Las convulsiones son tónico-clónicas generalizadas, con frecuencia recurrentes y prolongadas, y a menudo se complican con el estado epiléptico.
Los pacientes también pueden desarrollar anomalías neurológicas que incluyen: espasticidad, ataxia y deterioro cognitivo.
Este síndrome se ha relacionado con mutaciones del gen SCN1A. (18).

Tratamiento

Mantener una buena oxigenación es el objetivo fundamental del tratamiento de las convulsiones, por lo tanto las medidas que se tomen para cumplir con el ABC de la resucitación son el punto inicial del manejo. (19).

En la fase aguda en pacientes con acceso venoso rápido, el diazepam y el lorazepam son los fármacos de elección para frenar convulsiones febriles o afebriles continuas. Una desventaja notable del diazepam es su corta duración de acción, ya que desaparece rápidamente del cerebro. Otros benzodiacepinas como el lorazepam y el midazolam, son eficaces y tienen una acción anticonvulsiva más prolongada. (9,11).

Cuando no se puede conseguir un acceso intravenoso, resulta casi igual de seguro y eficaz utilizar diazepam en solución rectal o lorazepam rectal. El midazolam bucal, o intranasal es una alternativa eficaz. (20).

La persistencia de la CF es poco habitual, pero si ocurre y no cede en otros 5 minutos más, debe iniciarse tratamiento como estatus epiléptico con fenitoína IV. Es especialmente importante realizar un manejo adecuado y precoz del estatus epiléptico febril, que se produce en el 5% de las convulsiones febriles ya que puede asociarse a hipoxia cerebral. (20).

Información a los padres

Es de suma importancia brindar una adecuada información a los padres, para tranquilizarlos, explicándoles la benignidad de las CF, ya que para ellos en la mayoría de las ocasiones es una experiencia estresante. El objetivo principal es hacerles comprender, que las convulsiones febriles simples tienen un buen pronóstico, y que tienden a disminuir con la edad, a medida que el cerebro madura. Es importante que la familia comprenda que el niño no tiene más riesgo de retraso intelectual o dificultades escolares y que las convulsiones febriles que duran menos de 30 minutos no suponen riesgo de daño cerebral. Se tiene que informar a la familia del bajo riesgo de desarrollar epilepsia, sobre todo, si no existen los factores de riesgo asociados comentados anteriormente.

El acetaminofén es un antipirético seguro contra las CF y tiene el potencial de prevenir la recurrencia de la CF durante el mismo episodio febril. (22).

Prevención

No hay evidencia de que el uso crónico de antiepilépticos se asocie a un menor riesgo de convulsiones afebriles o de epilepsia posterior. Los estudios epidemiológicos han demostrado que la inmensa mayoría de los niños tienen un pronóstico benigno a corto y largo plazo, que la tendencia de las crisis es a desaparecer con la edad y es conocido el alto riesgo de efectos adversos de los antiepilépticos, por lo que no se aconseja su uso para prevenir las convulsiones febriles (15).

No se ha demostrado beneficios del uso de diazepam oral y rectal, fenitoína, fenobarbital, valproato sódico y piridoxina frente a placebo (20).

Las recomendaciones de profilaxis secundaria para niños con CFC, especialmente en los casos en que la convulsión es prolongada, con características focales y asociada a otros factores de riesgo de epilepsia posterior, debería considerarse tras una valoración individualizada por un especialista en neurología infantil (20).

Recurrencia y pronóstico

Aunque las convulsiones febriles generalmente se consideran autolimitadas y benignas, los resultados de estudios previos han sugerido un mayor riesgo de epilepsia, trastornos psiquiátricos e incluso muerte súbita. (21).

Conclusiones

Las convulsiones febriles son la causa de convulsión más común en niños menores de 5 años; con un pico de incidencia a los 18 meses.

El tipo más frecuente de convulsión febril es la simple.

Las convulsiones febriles ahora se reconocen como un síndrome benigno.

No existe evidencia de que el uso crónico de antiepilépticos se asocie a un menor riesgo de convulsiones afebriles o de epilepsia posterior.

Aunque las convulsiones febriles son extremadamente atemorizantes para los padres, los niños casi siempre evolucionan bastante bien; y sólo una pequeña minoría desarrollará epilepsia o convulsiones no febriles recurrentes más adelante.

Referencias bibliográficas

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