COVID-19, el equipo de protección personal para el anestesiólogo: Una revisión bibliográfica
Autor principal: Juan Ignacio Castellanos Mainieri
Vol. XVIII; nº 13; 629
COVID-19, Personal protective equipment for the anesthesiologist: A Systematic Review
Fecha de recepción: 29/05/2023
Fecha de aceptación: 28/06/2023
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XVIII. Número 13 Primera quincena de Julio de 2023 – Página inicial: Vol. XVIII; nº 13; 629
Autores:
Juan Ignacio Castellanos Mainieri
Investigador independiente, San José, Costa Rica
Verónica Solís Mora
Investigadora independiente, San José, Costa Rica
Valery Montero Castillo
Investigadora independiente, San José, Costa Rica
Bryann Jamil Vividea García
Investigador independiente, San José, Costa Rica
Resumen:
El advenimiento sin precedentes de la pandemia de COVID-19 ha desencadenado una crisis global, obligando a todos los profesionales médicos a revisar las prácticas tradicionales para garantizar la seguridad. Entre estos profesionales, los anestesiólogos enfrentan desafíos únicos debido a la naturaleza de su trabajo, que a menudo involucra procedimientos que generan aerosoles, lo que aumenta su riesgo de exposición al virus.
La piedra angular de esta protección es el Equipo de Protección Individual (EPI). Sin embargo, la pandemia ha planteado múltiples preguntas sobre la idoneidad, la utilización y la eficacia del EPP estándar en estos escenarios de alto riesgo. Las inconsistencias en las pautas de las diferentes instituciones de salud subrayan aún más la necesidad de una revisión exhaustiva de la evidencia disponible sobre el uso de EPP por parte de los anestesiólogos durante la pandemia.
Esta revisión sistemática tiene como objetivo proporcionar un análisis sólido de la literatura relacionada con el uso de EPP por parte de los anestesiólogos en el contexto de COVID-19. El objetivo es discernir la eficacia de los diferentes tipos de EPP, explorar estrategias de protección innovadoras y evaluar los riesgos potenciales involucrados en los procedimientos anestésicos, específicamente los que generan aerosoles. Al hacerlo, buscamos abordar el problema apremiante de garantizar la seguridad de los anestesiólogos durante esta pandemia, al mismo tiempo que brindamos una base para mejorar los protocolos en futuros brotes de enfermedades infecciosas.
La revisión emplea una estrategia de investigación integral, que incluye búsquedas rigurosas en bases de datos y análisis crítico de estudios relevantes. Al proporcionar información clara sobre la comprensión actual y las lagunas en el conocimiento, esta revisión tiene como objetivo guiar la práctica segura para los anestesiólogos y contribuir significativamente al discurso más amplio sobre la protección de los trabajadores de la salud durante las emergencias sanitarias mundiales.
Palabras clave:
COVID-19, anestesiólogos, Equipo de protección personal, Procedimientos de generación de aerosoles, Estrategias de protección innovadoras, Impacto en la salud ocupacional.
Abstract:
The unprecedented advent of the COVID-19 pandemic has triggered a global health crisis, forcing all medical professionals to reassess and review traditional practices to ensure safety. Among these professionals, anesthesiologists face unique challenges due to the nature of their work, which often involves procedures that generate aerosols, increasing their risk of exposure to the virus.
The cornerstone of this protection is the Individual Protection Equipment (PPE). However, the pandemic has raised multiple questions about the suitability, use, and effectiveness of standard PPE in these high-risk scenarios. The inconsistencies in the guidelines of the different health institutions further underscore the need for a comprehensive review of the available evidence on the use of PPE by anesthesiologists during the pandemic.
This systematic review aims to provide a robust analysis of the literature related to the use of PPE by anesthesiologists in the context of COVID-19. The objective is to discern the efficacy of the different types of PPE, explore innovative protection strategies and evaluate the potential risks involved in anesthetic procedures, specifically those that generate aerosols. In doing so, we seek to address the pressing issue of ensuring the safety of anesthesiologists during this pandemic, while also providing a foundation for improving protocols in future infectious disease outbreaks.
The review employs a comprehensive research strategy, including rigorous database searches and critical analysis of relevant studies. By providing clear insight into current understanding and gaps in knowledge, this review aims to guide safe practice for anesthesiologists and contribute significantly to the broader discourse on protecting healthcare workers during global health emergencies.
Keywords:
COVID-19, anesthesiologists, Personal protective equipment, Aerosol generation procedures, Innovative protection strategies, Impact on occupational health.
Los autores de este manuscrito declaran que:
Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.
Método:
Para proporcionar una revisión exhaustiva de la literatura sobre el uso de Equipos de Protección Personal (EPP) por parte de los anestesiólogos durante la pandemia de COVID-19, se adoptó una metodología de revisión bibliográfica. Este enfoque se guió por los principios PRISMA (Preferred Reporting Items for Systematic Reviews and Meta-Analyses).
Se realizaron búsquedas sistemáticas en bases de datos, incluidas PubMed, MEDLINE, Embase y la Cochrane Library, en busca de estudios publicados hasta de 2023. Los términos de búsqueda incluyeron variaciones de «COVID-19», «anestesiólogo», «equipos de protección personal», «procedimientos generadores de aerosoles» e «intubación».
Los criterios de inclusión para los estudios fueron: participación de anestesiólogos o profesionales sanitarios similares; enfocarse en el uso de EPP durante la pandemia de COVID-19; discusión de procedimientos de generación de aerosoles; publicado en inglés o español. Se incluyeron tanto los estudios de investigación primaria como las revisiones, mientras que se excluyeron los artículos de opinión, los comentarios y los informes de casos.
Cuatro investigadores independientes revisaron los títulos y resúmenes de todos los estudios identificados, seguidos de una revisión del texto completo de los estudios potencialmente elegibles. Investigador.
Los datos se extrajeron mediante un formulario estandarizado, incluido el diseño del estudio, el tipo de EPP utilizado, los procedimientos anestésicos específicos y los resultados relacionados con la efectividad del EPP y las tasas de infección de los trabajadores de la salud.
La calidad y el sesgo de los estudios incluidos se evaluaron mediante la herramienta Cochrane de riesgo de sesgo.
Los datos se resumieron de forma narrativa debido a la heterogeneidad anticipada de los estudios incluidos. Se prestó atención específica a las variaciones en el EPP utilizado, el contexto de los diferentes procedimientos anestésicos y las tasas de infección asociadas entre los trabajadores de la salud.
Cuerpo:
El equipo de protección personal (EPP) juega un papel fundamental en la seguridad y el bienestar de los trabajadores de la salud, particularmente en el contexto de la pandemia de COVID-19. Funciona como una barrera crucial, minimizando el riesgo de exposición a agentes infecciosos, incluido el virus SARS-CoV-2. La importancia de los EPI se amplifica para los anestesiólogos, que con frecuencia realizan procedimientos que generan aerosoles, lo que aumenta su riesgo de exposición [1].
El EPP generalmente abarca una variedad de equipos de protección, incluidos guantes, batas, protección para los ojos y respiradores o máscaras. El tipo específico y el nivel de EPP requerido dependen de la naturaleza de la interacción con el cuidado de la salud y el riesgo de transmisión percibido [2].
Para los anestesiólogos, el uso de EPP se extiende más allá de las simples interacciones con los pacientes debido a la naturaleza específica de su trabajo. La realización de procedimientos que generan aerosoles, como la intubación endotraqueal, requiere mayores niveles de protección. Esto a menudo incluye el uso de respiradores con pieza facial filtrante como las máscaras N95 o FFP2/3, así como gafas protectoras o protectores faciales [3,4].
Si bien la importancia del EPP se reconoce universalmente, los aspectos específicos de su uso, como la idoneidad de los diferentes tipos de EPP y los procedimientos correctos para ponerse y quitarse, han sido áreas de investigación y discusión en curso durante la pandemia [5]. Garantizar la utilización óptima de EPP es esencial, no solo para la protección de los anestesiólogos, sino también para el objetivo más amplio de controlar la propagación de COVID-19 dentro de los entornos de atención médica.
El equipo de protección personal (PPE) comprende una gama de equipos de protección diseñados para proteger a los trabajadores de la salud de la exposición a agentes infecciosos. El tipo de EPI utilizado varía según la situación clínica, la naturaleza de la interacción con el paciente y el riesgo potencial de transmisión de enfermedades [2].
En el contexto de COVID-19, los componentes principales del EPP para anestesiólogos incluyen respiradores o máscarillas, protección para los ojos, batas y guantes. Cada tipo de PPE juega un papel distinto en la reducción del riesgo de exposición.
Los respiradores, como las máscaras N95 o FFP2/3, están diseñados para filtrar partículas en el aire y son especialmente importantes durante los procedimientos que generan aerosoles, como la intubación, que suelen realizar los anestesiólogos. Una revisión sistemática de Radonovich et al. demostró la superioridad de estos respiradores sobre las máscaras quirúrgicas para proteger a los trabajadores de la salud de las infecciones virales respiratorias [3].
La protección para los ojos, generalmente en forma de gafas o protectores faciales, protege contra la transmisión de gotas y aerosoles a las membranas mucosas de los ojos. El papel fundamental de la protección ocular se subrayó en un metanálisis realizado por Chu et al., que mostró una reducción significativa en la transmisión del virus con su uso [6].
Las batas y los guantes proporcionan una barrera contra la transmisión por contacto. Idealmente, las batas deben ser de manga larga e impermeables, particularmente en situaciones de alto riesgo como los procedimientos que generan aerosoles. Los guantes, si bien son esenciales, deben combinarse con una higiene de manos rigurosa, ya que pueden contaminarse y contribuir a la propagación de patógenos [7].
A pesar de la eficacia demostrada de estos componentes del EPI, su uso óptimo se basa en procedimientos correctos de colocación y retirada para evitar la auto contaminación [8]. Esto destaca la necesidad de una formación integral para los trabajadores de la salud en el uso adecuado del EPI.
Los procedimientos generadores de aerosoles (PGA) son intervenciones médicas que tienen el potencial de liberar partículas en el aire (aerosoles) y, por lo tanto, aumentan el riesgo de infecciones respiratorias entre los trabajadores de la salud. Para los anestesiólogos, los PGA clave incluyen la intubación endotraqueal, la extubación y la ventilación manual antes de la intubación [1].
Estos procedimientos están asociados con mayores riesgos debido a la proximidad del trabajador de la salud a las vías respiratorias del paciente y la posibilidad de que las partículas virales en aerosol eludan las barreras típicas del EPP, como las máscaras quirúrgicas [9]. Los anestesiólogos, debido a la naturaleza de su trabajo, a menudo se encuentran en la primera línea de estos procedimientos de alto riesgo, particularmente en entornos de emergencia y cuidados intensivos.
La intubación endotraqueal, un procedimiento esencial en la práctica anestésica, es particularmente de alto riesgo. Los estudios han demostrado que se asocia con un mayor riesgo de transmisión de infecciones respiratorias, incluido el SARS-CoV-2, el virus responsable de la COVID-19 [4].
Para mitigar estos riesgos, se recomienda el uso de equipo de protección personal mejorado, incluidos respiradores con pieza facial filtrante (como máscaras N95, FFP2 o FFP3), protección para los ojos y batas de cuerpo completo durante los PGA [2]. Además, se están explorando estrategias de protección innovadoras, como recintos de barrera durante la intubación, para brindar protección adicional [10].
A pesar de estas precauciones, el riesgo inherente asociado con los PGA subraya la necesidad de protocolos rigurosos de control de infecciones, capacitación exhaustiva en el uso correcto de EPP y uso juicioso de estos procedimientos al manejar pacientes con COVID-19 [5].
En respuesta a los mayores riesgos asociados con los procedimientos que generan aerosoles durante la pandemia de COVID-19, se han propuesto e implementado varias estrategias protectoras innovadoras en la práctica anestésica. Estas estrategias complementan el uso tradicional de EPP y tienen como objetivo proporcionar una capa adicional de protección para los trabajadores de la salud [10].
Una de esas innovaciones es el uso de dispositivos de barrera física durante la intubación. Estos dispositivos, a menudo hechos de plástico transparente, están diseñados para actuar como un escudo entre las vías respiratorias del paciente y el anestesiólogo, reduciendo así la exposición a partículas en aerosol. Sin embargo, aún se está investigando la eficacia de estos dispositivos; algunos estudios indican beneficios potenciales y otros destacan posibles inconvenientes, como la interferencia con los procedimientos de intubación [11].
Otra estrategia consiste en modificar el enfoque de los procedimientos de generación de aerosoles. Por ejemplo, algunos sugieren el uso de video laringoscopia para la intubación para aumentar la distancia entre el trabajador de la salud y las vías respiratorias del paciente. Además, se recomienda la inducción de secuencia rápida, que minimiza la necesidad de ventilación manual, para reducir la generación de aerosoles [1].
Las innovaciones también se extienden al diseño y uso de PPE. Por ejemplo, el uso de respiradores purificadores de aire motorizados (PAPR), que ofrecen un mayor nivel de protección respiratoria que las máscaras N95 estándar, se ha explorado en escenarios de alto riesgo, aunque es necesario considerar su disponibilidad y rentabilidad [12].
Si bien estas estrategias innovadoras son prometedoras, su adopción debe basarse en pruebas sólidas. Se necesita más investigación para evaluar su eficacia, viabilidad y posible impacto en los resultados de la atención al paciente [5]. Esto subraya la importancia de la investigación científica continua en respuesta a los desafíos cambiantes de la pandemia.
La pandemia de COVID-19 ha subrayado la necesidad de pautas claras, consistentes y basadas en evidencia para el uso de Equipo de Protección Personal (EPP) en entornos de atención médica. Sin embargo, han surgido discrepancias en las pautas y la práctica, lo que crea riesgos potenciales para los trabajadores de la salud, incluidos los anestesiólogos [2].
Estas discrepancias a menudo surgen de las diferentes interpretaciones de la evidencia disponible, las variaciones en la disponibilidad de recursos y la evolución del conocimiento sobre el virus y su transmisión. Por ejemplo, ha habido un debate continuo sobre el tipo de protección respiratoria requerida para los procedimientos que generan aerosoles, con algunas pautas que recomiendan respiradores N95 y otras que sugieren el uso de respiradores purificadores de aire motorizados (PAPR) [12].
Estas inconsistencias pueden generar confusión e incertidumbre entre los trabajadores de la salud, lo que podría comprometer su seguridad y la eficacia de las medidas de control de infecciones. Además, estas variaciones resaltan los desafíos de desarrollar y difundir rápidamente pautas basadas en evidencia durante una crisis de salud pública en evolución [5].
Además, puede haber una brecha entre las pautas recomendadas y la práctica real. Los factores que contribuyen a esta brecha incluyen limitaciones de recursos, falta de capacitación en el uso correcto de EPP y la presión de manejar un gran volumen de pacientes en estado crítico durante una pandemia [8].
Abordar estas discrepancias requiere una investigación continua para generar evidencia sólida, una comunicación clara de las pautas y recursos y capacitación adecuados para los trabajadores de la salud. Además, la experiencia de la pandemia de COVID-19 destaca la necesidad de una respuesta mundial coordinada para gestionar de forma eficaz este tipo de crisis [6].
Si bien el Equipo de Protección Personal (EPP) es crucial para la seguridad de los anestesiólogos durante la pandemia de COVID-19, su uso prolongado puede tener implicaciones para su salud y desempeño.
La incomodidad física es un problema importante asociado con el uso prolongado de EPP. Las máscaras y los respiradores pueden causar irritación de la piel, hematomas y dificultad para respirar, mientras que las gafas y los protectores faciales pueden causar molestias y alteraciones visuales. Estos problemas pueden distraer a los trabajadores de la salud y afectar potencialmente su desempeño [13].
Además de la incomodidad física, el EPP también puede crear barreras de comunicación. Las mascarillas y los protectores faciales pueden amortiguar el habla y oscurecer las expresiones faciales, lo que dificulta la comunicación verbal [14]. Este impedimento de comunicación puede ser particularmente problemático en escenarios de alto riesgo y sensibles al tiempo que se encuentran comúnmente en la práctica anestésica.
Además, el proceso de ponerse y quitarse el EPP, particularmente cuando se realiza varias veces durante un turno, puede llevar mucho tiempo y ser mentalmente agotador. Quitarse incorrectamente el EPP también presenta un riesgo significativo de auto contaminación, lo que destaca la necesidad de una capacitación y vigilancia adecuadas [8].
Psicológicamente, el miedo a contraer el virus, a pesar del uso de EPP, puede generar estrés y ansiedad significativos entre los trabajadores de la salud. Esta carga emocional, agravada por los desafíos físicos del uso de EPP, puede contribuir al agotamiento, lo que subraya la necesidad de un apoyo integral de salud ocupacional durante tales crisis [15].
Dados estos desafíos, las estrategias para mitigar el impacto de los EPP en la salud y el desempeño de los trabajadores de la salud son esenciales. Estos pueden incluir mejoras en el diseño del EPP, estrategias de comunicación claras, capacitación efectiva en el uso del EPP y un sólido apoyo a la salud mental. Se necesita más investigación para explorar estas áreas [5].
Resultados:
La revisión destaca el papel fundamental del equipo de protección personal (PPE) en la protección de los anestesiólogos de COVID-19, particularmente durante los procedimientos que generan aerosoles. Las variaciones en los tipos de EPP, como respiradores, protección para los ojos, batas y guantes, han demostrado diferentes niveles de eficacia.
Las estrategias de protección innovadoras, como los dispositivos de barrera física durante la intubación, han mostrado potencial, pero requieren más investigación. Han surgido discrepancias en las pautas y la práctica del EPP debido a la evolución del conocimiento sobre el virus, las diferentes interpretaciones de la evidencia y la disponibilidad de recursos, lo que genera riesgos potenciales. El uso prolongado de EPP puede afectar negativamente la salud y el desempeño de los anestesiólogos, causando molestias físicas, barreras de comunicación y contribuyendo al estrés mental. Se necesitan estrategias para mitigar estos impactos, enfatizando un mejor diseño de EPP, capacitación efectiva y apoyo a la salud mental.
Las conclusiones extraídas de esta revisión sistemática brindan información teórica y práctica sobre el uso de equipos de protección personal (EPP) por parte de los anestesiólogos en el contexto de la pandemia de COVID-19. Es importante destacar que subraya el papel fundamental del EPP en la prevención de la transmisión del virus, el impacto del uso del EPP en la salud y el rendimiento de los trabajadores de la salud y el potencial de estrategias de protección innovadoras.
Sin embargo, nuestra comprensión de estos problemas está determinada por la investigación en curso y la evidencia en evolución. Por ejemplo, si bien varios tipos de EPP han demostrado ser efectivos, la combinación y el uso óptimos aún son temas de discusión. Además, las estrategias de protección innovadoras son prometedoras, pero su adopción requiere una mayor validación a través de una sólida investigación científica.
La revisión también destaca las discrepancias en las pautas y prácticas de EPP. Estas discrepancias, que pueden comprometer potencialmente la seguridad de los trabajadores de la salud, subrayan la importancia de pautas claras, consistentes y basadas en evidencia. También enfatizan la necesidad de recursos, capacitación y apoyo adecuados para cerrar la brecha entre las pautas y la práctica.
Otro punto crítico es el impacto del EPP en la salud y el desempeño de los trabajadores de la salud. Si bien el EPP es una medida de protección vital, su uso prolongado puede tener implicaciones físicas y psicológicas, lo que podría afectar la calidad de la atención al paciente. Por lo tanto, abordar estos desafíos es tan importante como el propio equipo de protección.
Conclusión:
En conclusión, la revisión presenta una exploración bien argumentada de los problemas multifacéticos que rodean el uso de EPP por parte de los anestesiólogos durante la pandemia de COVID-19. Destaca la necesidad de investigación continua, comunicación efectiva y apoyo integral para los trabajadores de la salud en estos tiempos difíciles. Los conocimientos adquiridos pueden informar las decisiones de política y las pautas de práctica, lo que contribuye a una atención al paciente más segura y eficaz.
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