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Cáncer de próstata: detección temprana: revisión bibliográfica

Cáncer de próstata: detección temprana: revisión bibliográfica

Autor principal: Hugo Andrés Mora Chaves

Vol. XX; nº 11; 649

Prostate cancer: early detection: literature review

Fecha de recepción: 13 de mayo de 2025
Fecha de aceptación: 11 de junio de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 11 – Primera quincena de Junio de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 11; 649

Autores:

Hugo Andrés Mora Chaves
Hugo Francisco Mora Delgadillo
María del Sol Jiménez De La O
Rodrigo Steven Fallas Chacón

Resumen

En la revisión bibliográfica se constata que, en el ámbito mundial, el cáncer de próstata es una de las causas más importantes de morbilidad y mortalidad, ubicándose entre los tres tipos de cáncer de mayor incidencia en hombres a partir de los 40-50 años. Por lo tanto, es necesario generar consciencia en la población y en los sistemas de salud sobre la conveniencia de practicar tamizajes sistemáticos para la detección temprana y el tratamiento oportuno, así como sobre la efectividad de las medidas existentes en atención primaria. Lo anterior tiene el fin de obtener precisión diagnóstica y reducir la morbimortalidad asociada a esta patología.

Palabras clave

cáncer de próstata, detección temprana y tamizaje, manejo del cáncer de próstata en atención primaria.

Abstract

The literature review reveals that prostate cancer is a major cause of morbidity and mortality worldwide. It is among the top three types of cancer with the highest incidence in men aged 40–50 years and older. Therefore, awareness among the population and health systems is needed regarding the importance of systematic screening for early detection and timely treatment, as well as the effectiveness of existing measures in primary care to achieve diagnostic accuracy and reduce morbidity and mortality associated with the disease.

Keywords

prostate cancer, early detection and screening, management of prostate cancer in primary care.

Metodología

En la presente revisión bibliográfica se propone reunir la literatura más reciente. Lo anterior tiene el fin de actualizar al lector sobre la detección temprana del cáncer de próstata. La relevancia de este artículo radica en la alta incidencia, así como en la morbilidad y mortalidad de una enfermedad que puede ser detectada en etapas tempranas mediante técnicas de bajo costo, como lo han demostrado diversas publicaciones que reportan excelentes resultados de tratamiento oportuno en relación con las expectativas de sobrevida. Estos avances en salud pública representan una mejora en los desenlaces clínicos de los pacientes y una posible reducción de costos.

De seguido, se presenta una breve introducción, seguida de una revisión detallada de publicaciones relevantes para la elaboración de este documento. Se consultó PubMed el 10 de marzo de 2025 como base de datos, en busca de artículos con las palabras clave: cáncer de próstata, prevención y detección temprana. Se ubicaron y revisaron 37 artículos, de los cuales se citaron 23. Se incluyeron artículos en español e inglés que fueran pertinentes. Al tratarse de una revisión bibliográfica, no se han involucrado sujetos humanos. Por último, es importante reconocer que dentro de las posibles limitaciones de este artículo están su tamaño y la restricción de tiempo en la búsqueda de literatura.

Introducción

Para esta revisión bibliográfica se consultó la base de datos del National Institutes of Health (NIH) el 10 de marzo de 2025, donde se encontraron múltiples publicaciones que se relacionan con el tema del presente artículo. Se filtró por idioma inglés y español y se priorizaron aquellas que fueron publicadas en los últimos 5 años. El buscador de la biblioteca en línea del NIH identificó 27 publicaciones que cumplen con los parámetros establecidos. Se revisaron todas y se citaron las más relevantes, por referirse a estudios en grandes grupos de población, metaestudios o paneles internacionales con consenso del criterio de expertos sobre el tema, entre otros.

La Organización Mundial de la Salud(2) indica que en 2022 se diagnosticaron 1.467.854 nuevos casos de cáncer de próstata en el ámbito global, principalmente en hombres de tercera edad. Esta organización promueve el Día Mundial contra el Cáncer el 4 de febrero, debido a que esta enfermedad es la segunda causa de muerte después de las patologías cardiovasculares. A lo largo de la vida, 1 de cada 5 personas tiene riesgo de padecer algún tipo de cáncer; 1 de cada 9 hombres y 1 de cada 12 mujeres mueren a causa de esta enfermedad, lo que representa un problema mundial de salud pública.

En concordancia con el tema de esta revisión, cabe indicar que el 11 de junio es el día específico designado por la OMS(2) para concientizar sobre el cáncer de próstata. En 2024, el lema general fue «Por unos cuidados más justos», con el que se hizo un llamado a mejorar la atención de calidad, lo que incluye tamizaje, detección temprana, tratamiento oportuno y cuidados paliativos. Existe un esfuerzo global por concientizar a las personas y al personal de salud sobre los factores de riesgo, así como sobre el diagnóstico temprano y pertinente de esta patología.

El estudio mundial de cáncer 2022 GLOBOCAN(3) indica que el cáncer más frecuente es el de pulmón (12.4%), seguido por el cáncer de mama (11.6%), colorrectal (9.6%), próstata (7.3%) y estómago (4.9%). El cáncer de próstata, después del de piel, es el más frecuente en hombres y ocupa el cuarto lugar en el mundo. Su incidencia se supera únicamente por el cáncer de senos y de cérvix. Este representa aproximadamente el 10% de todos los casos de cáncer y es la tercera causa de muerte relacionada con esta enfermedad en el ámbito global. Afecta predominantemente a hombres de mayor edad y su prevalencia aumenta a partir de los 40-50 años, incrementándose con cada década de vida. Se estima que la incidencia anual en el mundo para 2025 simboliza un millón y medio de nuevos casos, es decir, 29,3 por cada 100,000 habitantes. Uno de cada ocho hombres padecerá esta enfermedad a lo largo de su vida; en caso de contar con antecedentes heredofamiliares, la posibilidad de desarrollar la enfermedad se triplica. Aproximadamente, el 28.0% de los afectados fallecerá por falta de detección temprana. La incidencia de este tipo de cáncer aumentó como resultado del envejecimiento de las poblaciones, lo que lo ha convertido en un grave problema de salud mundial.

En este 2025, la Sociedad Americana Contra el Cáncer (ACS)(4) consideró que, durante el año, las cifras para este tipo de cáncer en los Estados Unidos son alrededor de 313,780 casos nuevos de cáncer de próstata, lo que representa 35,770 muertes. Es decir, un 11.4% a causa de esta patología. Asimismo, se observa que, desde 2014, la tasa de incidencia aumentó un 3% cada año.

España reporta a través de su programa de atención primaria y promoción de la salud (PAPPS)(5) en su página web, consultada el 11 de marzo de 2025, que el cáncer es la segunda causa de muerte, después de las enfermedades del aparato circulatorio. El cáncer de próstata es el tumor más frecuente en hombres en los países occidentales. En 2020, España registró 34.613 casos de cáncer de próstata y 5.798 defunciones, siendo también el más prevalente en hombres. Esta organización informa que el uso de la prueba del antígeno prostático específico (PSA) aumenta la casuística de detección de tumores de crecimiento lento y que su uso incrementa anualmente a un ritmo del 2.2%, a pesar de que durante las dos últimas décadas ha existido un debate internacional sobre los beneficios del cribado o tamizaje de cáncer de próstata mediante PSA. El punto en discusión es la falta de evidencias que indiquen que se obtenga un mejor pronóstico en los pacientes con este tipo de cáncer, según el método diagnóstico que se utiliza para su detección. El tema en discusión es: ¿Cambia el pronóstico si el cáncer se detecta por medio del uso rutinario de la prueba de PSA en la población de riesgo o es a partir de que los pacientes buscan consulta médica por la aparición de síntomas clínicos? En este debate aún no se definió una conclusión. Cabe indicar que la PSA es una prueba sensible, pero poco específica; presenta alrededor del 33% de error por falsos positivos o negativos y, por sí sola, no permite diferenciar entre tipos de cáncer ni determinar la velocidad de crecimiento de estos.

Igualmente, la Asociación Americana de Cáncer define de manera sencilla para el público el cáncer de próstata como una entidad que inicia con diferentes grados de alteraciones macro y micro en el ámbito celular. Casi todos los cánceres de próstata son adenocarcinomas (un 95%) y se desarrollan a partir de células glandulares, que son las que se encargan de producir el líquido prostático o seminal que conforma el eyaculado del semen. Existen otros cuatro tipos de cáncer que representan un 5%, los cuales pueden originarse en la próstata, pero son poco comunes: carcinomas de células pequeñas, tumores neuroendocrinos, carcinomas de células transicionales y sarcomas(4).

Factores de riesgo y prevención

Entendiendo los factores de riesgo como todo aquello que aumenta la probabilidad estadística de desarrollar una enfermedad como el cáncer, se debe tener claro que algunos factores no son controlables por los individuos tales como la edad, el sexo, los antecedentes heredofamiliares o los grupos étnicos, en particular.

El cáncer de próstata es más común en Norteamérica, en la región noroeste de Europa, en Australia y en las islas del Caribe. En contraste, es menos frecuente en Asia, África e Iberoamérica. Las razones de estas diferencias no están claras, pero es probable que se relacionen con el estilo de vida. Por ejemplo, los estadounidenses de raza oriental presentan un menor riesgo de este tipo de cáncer en comparación con los estadounidenses blancos. Sin embargo, su riesgo es mayor que el de los hombres que viven en Asia con antecedentes étnicos similares(4).

Además, la epidemiología indica que algunas familias muestran un mayor riesgo, lo cual sugiere que, en ciertos casos, puede existir un factor hereditario o genético. Aun así, la mayoría de los casos ocurre en hombres que no tienen antecedentes familiares de este cáncer.

Los factores de riesgo que se encuentran en la esfera de los estilos de vida de la población masculina no han logrado establecer elementos de consenso internacional entre los expertos ni evidencia científica concluyente que indique una relación entre la incidencia de cáncer de próstata y hábitos de alimentación, obesidad, tabaquismo, exposición a sustancias químicas, inflamación de la próstata, infecciones de transmisión sexual y vasectomía(4).

De esta serie de factores, solo se cuenta con dos datos relevantes, ambos se relacionan con la exposición a sustancias químicas. La Sociedad Americana Contra el Cáncer señala:

«Cierta evidencia indica que los bomberos pueden estar expuestos a sustancias químicas que pueden aumentar el riesgo de padecer cáncer de próstata. Algunos estudios han sugerido un posible vínculo entre la exposición al agente naranja, un producto químico ampliamente utilizado durante la guerra de Vietnam y el riesgo de cáncer de próstata, aunque no todos los estudios han encontrado tal vínculo. La Academia Nacional de Medicina de Estados Unidos, considera que hay evidencia limitada/sugestiva»(4).

La información anterior coincide con la revisión de literatura publicada por el grupo de expertos del Programa de Atención Primaria y Prevención en Salud (PAPPS) de España, en su trabajo de revisión bibliográfica «Recomendaciones de prevención del cáncer. Actualización, 2024»(5).

Precisamente, en el año 2022, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC)(6), agencia especializada en el cáncer de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su cuarta edición del Código Europeo contra el cáncer, indica la importancia de la detección temprana en esta patología y propone 12 formas de reducir el riesgo en la población. Además, insta especialmente a fomentar los programas de tamizaje o cribado en las poblaciones con factores de riesgo como parte de las estrategias de salud pública y privada para los tipos de cáncer de mayor incidencia: seno, cérvix, colorrectal y próstata.

Además, es pertinente citar el metaestudio de investigación bianual que realiza la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Lo anterior tiene el fin de analizar la tendencia y el impacto internacional que origina el cáncer en sus diferentes tipos. El estudio de 2018 «Global cancer statistics 2018: GLOBOCAN estimates of incidence and mortality worldwide for 36 cancers in 185 countries»(7) señaló que en el ámbito mundial se calcularon más de 1.000.000 nuevos casos de cáncer de próstata, con una proyección promedio de 29,3 por cada 100.000 habitantes. Costa Rica, en cambio, superaría esa cifra con 57,7 por cada 100.000. Esta estimación no está alejada de la incidencia real que ha tenido dicha enfermedad en el país; durante los años siguientes, los metaestudios posteriores de 2020(8) y 2022(3) reportaron cifras similares. El estudio de 2024 está pendiente de publicación en el momento de finalizar esta revisión bibliográfica el 31 de marzo de 2025.

Detección temprana, diagnóstico y clasificación por etapas del cáncer de próstata

Las pruebas de detección temprana para este tipo de cáncer son sencillas y de bajo costo. El objetivo es identificar la patología antes de que se presenten síntomas y se encuentre en sus etapas iniciales, cuando es más fácil de tratar. Las pruebas de tamizaje que se recomiendan en programas de atención primaria para la población de riesgo son el análisis del antígeno prostático específico (PSA).

Además, se debe indicar que entre el PSA total y la relación PSA libre/PSA total en la sangre no existe, por ahora, un consenso internacional sobre dos puntos: el valor normal de esta prueba se considera como un límite de PSA, que es de 4.0 ng/ml. Valores superiores implican la necesidad de realizar más pruebas al paciente, incluso repetir la prueba, debido a que existen varios factores, como medicamentos y ciertos tipos de actividad física, que pueden alterar los resultados. De igual manera, aunque la prueba tiene alta especificidad para el antígeno, no se demuestra una relación cuantitativa entre el valor del antígeno y la presencia o ausencia de cáncer, la clase de este, su extensión o agresividad, pronóstico, etc. Se contempla un 10% de error, ya sea por falso positivo o falso negativo, ante la presencia o ausencia de cáncer y los valores reportados(4).

El consenso de expertos en el ámbito de Europa y Estados Unidos actualmente indica la siguiente recomendación: mínimamente se deben realizar ambas pruebas, PSA y DRE, que conforman el binomio básico de control en atención primaria. Estas dos, junto con el criterio clínico, son lo más importante. Otros médicos recomiendan comenzar con alertas y seguimientos del paciente con niveles inferiores de antígeno, como 2.5 o 3.0 ng/ml, según los antecedentes heredofamiliares o la valoración clínica. El examen de tacto rectal (examen digital del recto, DRE) es la segunda prueba de tamizaje recomendada periódicamente en los hombres, de acuerdo con el riesgo, y su práctica debe iniciarse a partir de los 50 años, si se ubica en un rango bajo-normal de riesgo. Al cumplir 45 años, los hombres que están en riesgo moderado o alto de padecer cáncer de próstata, entre los cuales se encuentran varones de raza negra y aquellos cuyos parientes de primer grado (padre o hermano) recibieron un diagnóstico de cáncer de próstata a una edad temprana (menor de 65 años), deben empezar por llevar a cabo controles de detección temprana. Finalmente, deben iniciar estos controles al cumplir 40 años los hombres con un riesgo aún mayor o muy alto, aquellos con dos o más parientes de primer grado que han tenido cáncer de próstata a una edad temprana (menor de 65 años).

Además de las dos principales pruebas citadas, el cáncer de próstata también se puede diagnosticar mediante ecografía transrectal (TRUS), sin embargo, siempre se requiere confirmación por biopsia. Si bien cada prueba puede identificar solo una proporción de cánceres prostáticos, las mayores tasas de detección se logran cuando se utilizan de manera combinada(9).

En la actualidad, la edad media de diagnóstico en hombres es de 67 años. En términos porcentuales, se distribuye de la siguiente manera, 0.0% de los pacientes diagnosticados antes de los 34 años, 9.7% entre 35 y 54 años, 30.7% entre 55 y 64 años, 35.3% entre 65 y 74 años, 19.9% entre 75 y 84 años y 4.4% en edades superiores a 85 años. La incidencia correlacionada con la edad fue de 156,0 por 100.000 hombres al año. Estos datos se basaron en los casos diagnosticados en 17 áreas geográficas de EE. UU. monitoreadas por el Instituto Nacional del Cáncer, dentro del Programa de Vigilancia, Epidemiología y Resultados Finales (SEER)(9).

Diagnosticado el cáncer prostático, se realiza más pruebas para determinar la gravedad, la posible propagación y la rapidez con la que se desarrolla. Esto se denomina estadificación del cáncer, es decir, clasificar la etapa de la enfermedad para elaborar un pronóstico y un plan de tratamiento(4).

Existen múltiples propuestas de estadificación: clínica, quirúrgica, posfases de tratamiento, en eventos de recurrencia del cáncer, entre otras. Sin embargo, para los efectos de esta revisión, se hace referencia a la metodología que tiene un mayor uso en el ámbito internacional, que también es la que cuenta con más documentación e información científica. Este es el sistema TNM del American Joint Committee on Cancer (AJCC) y el International Union for International Cancer Control (UICC)(10), que proporciona el sistema de estadificación como un recurso para las personas profesionales en Medicina, con el cual pueden determinar la etapa de diferentes tipos de cáncer según ciertas normas. En este sistema, se asigna una letra o un número para describir el tumor, los ganglios y las metástasis.

Una vez definida la estadificación del cáncer prostático en el paciente, existen diferentes opciones de tratamiento que en este artículo se indican, sin profundizar en ellas, ya que constituyen un componente o etapa que va más allá de los alcances definidos para esta revisión bibliográfica. Cáncer de próstata, detección temprana, entre los distintos abordajes de tratamiento mencionados por la Asociación Americana Contra el cáncer (ACS)(4), se tiene:

Observación y vigilancia activa

Una tercera parte de los cánceres de próstata son de lento crecimiento. En este caso, una opción de tratamiento incluye pruebas regulares cada 6 a 12 meses y la evaluación de los signos de evolución, siempre que no se desarrolle, que se encuentre en las etapas iniciales, que sea pequeño, bien localizado y que no se haya propagado fuera de la glándula prostática. Por el contrario, el control es seguido por un tratamiento activo en caso de que evolucione(11).

Existen varias opciones de tratamiento por considerar; el tratamiento inmediato no es obligatorio. En la etapa temprana, hay factores que el médico y el paciente deben tener en cuenta, tales como la edad y la salud general, la velocidad de crecimiento del tumor y los posibles efectos secundarios del tratamiento, como la incontinencia urinaria o los problemas de erección. Es muy común que a muchos hombres les preocupe, por igual o incluso más, el cáncer en comparación con la posibilidad de estos efectos secundarios, lo que dificulta su proceso de toma de decisiones para extirpar o combatir la patología. Asimismo, en pacientes de edad avanzada o con otras comorbilidades graves asociadas, si su cáncer es de crecimiento lento (bajo grado) es posible tomar en consideración el cáncer de próstata como una enfermedad crónica que probablemente no causará la muerte. Situaciones como las descritas pueden implicar un período de espera, durante el cual se implementa la observación con vigilancia activa, antes de recomendar quimioterapia, radiación o cirugía.

Cirugía prostática por cáncer

Incluye la prostatectomía radical, la linfadenectomía pélvica y la resección transuretral de la próstata. En los últimos años, la selección entre estas opciones de tratamiento quirúrgico se ha vuelto más complicada debido al desarrollo de nuevos tipos de cirugías. Sin embargo, básicamente, esas tres son las opciones a contemplar(12).

Prostatectomía asistida por robot con tecnología CAD/CAM

El desarrollo de la tecnología de diseño asistido por computadora, así como de la manufactura asistida por computadora, más conocidas por sus siglas en inglés CAD CAM, ha abierto en la cirugía médica nuevas opciones de tratamiento, asociadas a la digitalización de las técnicas de producción en salud dentro de la Cuarta Revolución Industrial. Sin embargo, estos procedimientos solo se pueden llevar a cabo en centros con equipos especializados y profesionales de la medicina capacitados en las nuevas tecnologías(13, 14, 15).

Radioterapia

Es uno de los tratamientos oncológicos que más se utilizan y es mucho menos agresivo que la quimioterapia, pues presenta menos efectos secundarios desfavorables(16).

Radiación con protones

La radioterapia con protones es un tratamiento reciente para el cáncer de próstata que utiliza únicamente partículas de protones para irradiar el tumor. Este tratamiento avanzado presenta un haz de radiación más preciso, lo que reduce el daño a los tejidos sanos. Aunque esta técnica parece ser prometedora, aún falta información a largo plazo que provenga de estudios prospectivos de cohortes en poblaciones tratadas con este método, lo que dificulta la comparación de su eficacia y los posibles efectos secundarios con respecto a otras metodologías. Sin embargo, en casos de tumores de próstata recurrentes, la protonterapia se considera una opción de tratamiento para tumores que han sido irradiados con otras modalidades de radioterapia(17).

Crioterapia

La crioterapia es un tratamiento que congela las células cancerosas de la próstata para destruirlas; se le conoce como criocirugía o crioablación. Se indica cuando el cáncer reaparece después de la radioterapia y también es una opción para tratarlo en etapas tempranas de bajo riesgo, cuando el paciente no puede o no desea recibir cirugía o radioterapia. Normalmente, no está entre las primeras opciones de tratamiento(18).

Terapia hormonal

Además, se llama terapia supresora de andrógenos. Su objetivo es reducir los niveles de las hormonas masculinas (andrógenos) para evitar que estas hormonas estimulen el crecimiento de células cancerosas. La terapia disminuye los niveles de testosterona y de dihidrotestosterona. Esta terapia, por sí sola, no cura, pero se recomienda cuando el cáncer de próstata presenta metástasis para disminuir el crecimiento(19).

Quimioterapia

La quimioterapia se utiliza, en ocasiones, cuando el cáncer se ha propagado fuera de la glándula prostática y la terapia hormonal ya no es eficaz. La investigación reciente demuestra que la quimioterapia puede ser útil si se administra junto con la terapia hormonal. Sin embargo, la quimioterapia no es un tratamiento convencional en la etapa inicial(20).

Inmunoterapia

Es el uso de medicamentos para estimular el sistema inmunitario de la persona, de manera que reconozca y destruya las células cancerosas con mayor eficacia. Se pueden utilizar diferentes tipos de inmunoterapia para tratar el cáncer de próstata; el que más se utiliza actualmente es la vacuna Sipuleucel-T (Provenge). A diferencia de las vacunas tradicionales, que refuerzan el sistema inmunitario del cuerpo para ayudar a prevenir infecciones, esta vacuna fortalece el sistema inmunitario para ayudarlo a atacar las células cancerosas. La vacuna se usa para tratar el cáncer avanzado que ya no responde a la terapia hormonal, pero no demuestra detener el crecimiento del cáncer. Sin embargo, parece contribuir a prolongar la sobrevida del paciente, aunque se requieren más estudios prospectivos en poblaciones que reciban este tratamiento. Al igual que la terapia hormonal y la quimioterapia, este tipo de tratamiento no demuestra curar esta clase de cáncer(21).

Tratamiento para cáncer de próstata con metástasis a huesos

Cuando el cáncer de próstata se propaga a otras partes del cuerpo, casi siempre lo hace primero a los huesos. Esta metástasis puede responder a tratamientos como la terapia hormonal, la quimioterapia y las vacunas, que pueden ayudar en esta etapa del problema. Aunque se recomienda específicamente el tratamiento con bisfosfonatos, que son medicamentos que desaceleran el crecimiento de los osteoclastos. Estas células usualmente disuelven la estructura mineral dura de los huesos para mantenerlos sanos. Los osteoclastos se tornan más activos cuando el cáncer se propaga a los huesos, lo que a la vez aumenta la velocidad de propagación de este. Esta medicación presenta pocos efectos secundarios; solo se reporta la osteonecrosis en los maxilares tras exodoncias o cirugías dentales, lo cual está documentado. Sin embargo, se conoce poco sobre la fisiopatología de esta secuela de los bisfosfonatos. Su incidencia es muy baja y parece estar asociada a las dosis masivas intravenosas de este medicamento, en combinación con tratamientos de cáncer con metástasis ósea(22, 23).

En resumen, el manejo de esta patología desde el punto de vista de la salud pública implica, antes que nada, educar a la población masculina para que, a partir de la cuarta y quinta década de vida, participe activamente en los programas de cribado o tamizaje para la vigilancia y detección temprana del cáncer de próstata mediante pruebas anuales de antígeno prostático y tacto rectal (PSA–DRE). Esto asegurará que la mayoría de los hombres sean diagnosticados tempranamente, cuando el cáncer se descubre en sus primeros estadios, es pequeño y no se ha propagado fuera de la glándula prostática. En tales circunstancias, hay más opciones de tratamiento para considerar y el pronóstico es mucho más favorable, lo que reduce significativamente la morbilidad y mortalidad.

El cáncer de próstata en etapas tempranas presenta muchos factores que se deben considerar antes de tomar una decisión sobre el tratamiento tales como la edad, la salud general, los estadios de la enfermedad y los posibles efectos secundarios del tratamiento. Cada tipo de opción terapéutica implica riesgos y beneficios que deben evaluarse. En muchos casos, no existe una única alternativa, por lo tanto, es importante que tanto los profesionales como los pacientes se tomen el tiempo necesario para decidir cuál es la opción adecuada.

Conclusión

La revisión documental del tema determina que el cáncer de próstata es el cuarto tipo de cáncer más frecuente en el mundo y el segundo diagnóstico en causa de muerte por cáncer en varones. Los datos de la OMS y de Estados Unidos indican una tasa de mortalidad de 173.2 hombres por cada 100,000 en pacientes con esta patología, principalmente debido a la falta de una detección temprana. Está documentado que, mediante programas activos de cribado o tamizaje, se puede incidir en esta importante causa de morbimortalidad que afecta a la población mundial(2, 4, 5, 6, 9).

Los sistemas de salud deben promover campañas de vigilancia epidemiológica sobre este tipo de cáncer en los varones a partir de los 40-50 años, haciendo obligatorios en los sistemas de salud el examen anual de PSA y el tacto rectal DRE, sumado a campañas de salud periódicas para concientizar sobre la importancia de realizar tamizajes sistemáticos, especialmente en la tercera edad, conforme avance el envejecimiento del individuo en cada quinquenio de vida, para elevar los indicadores de detección temprana y el tratamiento oportuno(2, 4, 5).

El binomio de diagnóstico para el cáncer de próstata es simple y práctico desde el punto de vista costo-eficiencia. El nivel de antígeno prostático específico (PSA) y el examen de tacto rectal de la próstata (DRE) proporcionan información de calidad que permite la detección temprana y un tratamiento en etapas oportunas. Por lo tanto, ante alteraciones en cualquiera de ambas pruebas, el profesional está obligado por proponer más exámenes a su paciente y, eventualmente, un proceso invasivo para realizar una biopsia de próstata. En caso de que el resultado sea positivo por cáncer, se deben activar los protocolos internacionales para el tratamiento de esta enfermedad. La clave para seguir ante la detección de este tipo de cáncer es el abordaje temprano. Lo anterior tiene el fin de aumentar la supervivencia y reducir las secuelas de morbilidad. Esto solo se logra cuando los pacientes se intervienen en estadios evolutivos poco avanzados, con tumores bien diferenciados y localizados, lo cual se obtiene mediante un programa efectivo para la detección precoz de esta neoplasia en el nivel primario de atención(3, 6, 7, 8).

Aunque la detección temprana cuenta con un respaldo significativo, se requiere más investigación en grandes grupos poblacionales. Esto incluye estudios de cohortes con seguimiento prospectivo de pacientes diagnosticados y tratados. Lo anterior tiene el fin de reforzar los datos actuales que apoyan el uso de las dos pruebas indicadas, que se recomiendan por expertos para detectar cáncer, lesiones precursoras y reducir el riesgo de eventos adversos graves en adultos(6).

La diferencia de estas pruebas con otras pruebas de detección del cáncer, que también se recomiendan o se realizan de forma rutinaria, radica en la aceptabilidad y adherencia de los pacientes y de la comunidad médica al binomio de prueba indicado, que debe usarse a intervalos regulares para repetir las mismas pruebas de detección o seguimiento, sin incurrir en molestias o riesgos graves asociados. Existe disponibilidad de su implementación en el ámbito mundial, su práctica es de bajo costo y su uso es fácil de promover. Además, la complejidad relativa es baja y la sensibilidad de las pruebas no depende del operador. El factor más crítico es la educación y concientización del varón, quien tiende a presentar una resistencia cultural a realizarse estas pruebas de manera rutinaria(3, 8).

La revisión bibliográfica efectuada resume la evidencia disponible hasta la fecha sobre las recomendaciones para la detección temprana del cáncer de próstata y el manejo oportuno de esta patología.

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Declaración de buenas prácticas:
Los autores de este manuscrito declaran que:
Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.