Efectividad de una intervención enfermera de prevención de úlceras por presión mediante cambios posturales programados: ensayo clínico aleatorizado
Autora principal: Vasilica-Alina Pistea
Vol. XX; nº 24; 1147
Effectiveness of a nursing intervention for pressure ulcer prevention through scheduled repositioning: randomized controlled trial
Fecha de recepción: 12 de noviembre de 2025
Fecha de aceptación: 12 de diciembre de 2025
Fecha de publicación: 23 de diciembre de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 24 – Segunda quincena de Diciembre de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 24; 1147 – DOI: https://doi.org/10.64396/24-1147 – Cómo citar este artículo
Autores:
Vasilica-Alina Pistea. Enfermera EAC Centro de Salud Maella, Sector Alcañiz. España.
Gemma del Carmen Ibáñez Regal. Enfermera EAC Centro de Salud Calaceite, Sector Teruel. España.
Ramona Raluca Istrate. Enfermera EAC Centro de Salud Maella, Sector Alcañiz. España.
Jesús María Vicente Curiel. Enfermero S.U.A.P. 061 Zaragoza. España.
Juan Antonio Tejedor Salas. Enfermero EAC Centro de Salud Caspe, Sector Alcañiz. España.
Jorge Español Maza. Enfermero EAC Sector Alcañiz, Teruel. España.
Resumen
La hospitalización prolongada y la inmovilidad incrementan el riesgo de úlceras por presión (UPP), consideradas un problema relevante de seguridad del paciente. El objetivo de este estudio fue evaluar la efectividad de una intervención enfermera basada en cambios posturales programados para prevenir UPP en adultos hospitalizados con movilidad reducida. Se realizó un ensayo clínico aleatorizado con 100 participantes, divididos en grupo intervención (GI) y grupo control (GC). El GI recibió cambios posturales cada 2 horas y valoración diaria del riesgo mediante la escala de Braden, mientras que el GC recibió cuidados habituales. La variable principal fue la incidencia de UPP durante los primeros 10 días de hospitalización. Los resultados mostraron una incidencia significativamente menor de UPP en el GI (8 %) respecto al GC (26 %) (p<0,01). La intervención enfermera demostró ser efectiva para prevenir lesiones cutáneas asociadas a la presión y debe aplicarse como práctica estándar en pacientes de riesgo.
Palabras clave
Úlceras por presión, cambios posturales, prevención, enfermería, ensayo clínico.
Abstract
Prolonged hospitalization and immobility increase the risk of pressure ulcers, which are considered a major patient safety concern. The aim of this study was to evaluate the effectiveness of a nursing intervention based on scheduled repositioning to prevent pressure ulcers in hospitalized adults with reduced mobility. A randomized controlled trial was conducted with 100 participants, assigned to an intervention group (IG) and a control group (CG). The IG received repositioning every 2 hours and daily risk assessment using the Braden Scale, while the CG received usual nursing care. The primary outcome was the incidence of pressure ulcers during the first 10 days of hospitalization. The results showed a significantly lower incidence of pressure ulcers in the IG (8%) compared with the CG (26%) (p<0.01). The nursing intervention was effective in preventing pressure-related skin injuries and should be implemented as a standard practice in patients at risk.
Keywords
Pressure ulcers, repositioning, prevention, nursing intervention, randomized controlled trial.
INTRODUCCIÓN
Las úlceras por presión (UPP) son lesiones cutáneas y tisulares producidas por presión prolongada o fuerzas de cizallamiento en pacientes con movilidad reducida. Son una de las complicaciones más frecuentes y prevenibles en el medio hospitalario, y su aparición afecta la calidad de vida del paciente, retrasando la recuperación y aumentando las infecciones, estancia y costos sanitarios. La calidad del cuidado enfermero es determinante, ya que un elevado porcentaje de UPP se considera evitable.
La literatura señala que la presión mantenida compromete el flujo sanguíneo, causando hipoxia y necrosis tisular. Los principales factores de riesgo son inmovilidad, humedad, malnutrición y edad avanzada. La Escala de Braden es una herramienta validada internacionalmente para identificar el riesgo de desarrollar UPP, y permite a enfermería planificar cuidados preventivos individualizados.
Entre las intervenciones más efectivas se encuentran los cambios posturales programados, técnica básica de enfermería que redistribuye las presiones y evita el daño tisular. A pesar de su importancia, la adherencia del personal a los protocolos de movilización puede ser insuficiente debido a sobrecarga asistencial y variabilidad en la práctica clínica.
Este estudio evalúa si la aplicación sistemática de una intervención enfermera basada en cambios posturales planificados reduce la incidencia de UPP en comparación con los cuidados habituales. Los resultados aportan evidencia para reforzar estrategias preventivas esenciales que mejoran los resultados clínicos y la seguridad del paciente.
METODOLOGÍA
Se realizó un ensayo clínico aleatorizado, paralelo 1:1. Incluyó 100 pacientes adultos ingresados en una unidad médica, con movilidad limitada y puntuación ≤18 en la escala de Braden. Se excluyeron pacientes con UPP al ingreso, pacientes en fase terminal y aquellos cuya movilidad estuviera contraindicada clínicamente.
Tras el consentimiento informado, los participantes fueron asignados aleatoriamente a:
Grupo intervención (GI)
- Cambios posturales cada 2 horas (supino – lateral 30° alternado)
- Valoración diaria con escala de Braden
Grupo control (GC)
- Cuidados habituales proporcionados por enfermería
La variable principal fue la incidencia de nuevas UPP durante 10 días de hospitalización. La detección y estadiaje se realizó según clasificación EPUAP/NPUAP. Para el análisis, se aplicó χ² con significación p<0,05. El estudio contó con aprobación del Comité de Ética.
RESULTADOS
La muestra final del estudio estuvo compuesta por 100 pacientes hospitalizados con movilidad reducida, asignados aleatoriamente en dos grupos homogéneos: 50 pacientes en el grupo intervención (GI) y 50 en el grupo control (GC). No se observaron diferencias estadísticamente significativas entre ambos grupos respecto a variables demográficas y clínicas al inicio del estudio, lo que indica equilibrio entre las características basales. La edad promedio fue de 71,3 ± 9,8 años en el GI y 72,1 ± 10,5 años en el GC. Las comorbilidades más frecuentes fueron enfermedad cardiovascular (68 %), diabetes mellitus tipo 2 (47 %) y enfermedad pulmonar crónica (29 %). La puntuación media inicial de la Escala de Braden fue similar en ambos grupos (GI: 13,8 ± 1,7; GC: 14 ± 1,9), clasificando a la mayoría de los pacientes en riesgo moderado-alto de desarrollar UPP.
Durante el periodo de seguimiento de 10 días, la incidencia total de nuevas UPP fue del 8 % en el GI (n=4), mientras que en el GC fue del 26 % (n=13). El análisis estadístico mediante prueba χ² mostró una diferencia significativa entre ambos grupos (p<0,01), demostrando la efectividad de la intervención preventiva. Las UPP registradas en el GI fueron todas de categoría I según la clasificación EPUAP/NPUAP, localizadas principalmente en región sacra. En el GC, se evidenciaron mayor variabilidad en localización (sacro, talones, trocánteres) y en gravedad, con aparición de categorías I y II (61,5 % y 38,5 % respectivamente).
Además, se observó una diferencia notable en la evolución del riesgo de UPP. Mientras que en el GI la puntuación media de la escala de Braden se mantuvo estable (cambio promedio −0,4 puntos), en el GC se observó deterioro del riesgo (cambio promedio −2,1 puntos), lo que sugiere mayor vulnerabilidad en ausencia de intervención estructurada.
El análisis cualitativo recogido en las anotaciones enfermeras mostró menor presencia de eritema persistente, piel húmeda por incontinencia y molestias asociadas a presión en el GI respecto al GC. La adherencia al protocolo de cambios posturales en el GI fue del 92 %, destacando el adecuado registro de posiciones y horarios. En contraste, el GC presentó variabilidad y menor frecuencia de movilizaciones, de acuerdo con los cuidados habituales.
No se registraron eventos adversos derivados de la intervención en el GI. Por el contrario, algunos pacientes del GC presentaron dolor asociado a la aparición de UPP, lo que requirió analgésicos adicionales y curaciones localizadas. Los cuidadores y familiares del GI manifestaron satisfacción al observar una atención más activa sobre la piel y la comodidad del paciente.
En síntesis, los resultados indican que la intervención enfermera basada en cambios posturales programados reduce el riesgo y la incidencia de UPP, protege la integridad de la piel y promueve mayor confort en pacientes hospitalizados con movilidad reducida. Esto confirma el valor de la actuación enfermera como principal medida preventiva en seguridad del paciente.
DISCUSIÓN
Los resultados de este ensayo clínico aleatorizado confirman que la intervención enfermera basada en cambios posturales programados es efectiva para prevenir la aparición de úlceras por presión en pacientes hospitalizados con movilidad reducida. Esta evidencia coincide con numerosos estudios previos que señalan la movilización sistemática como una estrategia esencial de prevención, especialmente en personas con riesgo moderado-alto según la escala de Braden. La intervención logró reducir significativamente la incidencia de UPP en comparación con los cuidados habituales, lo que refuerza el valor de su implementación como parte del estándar asistencial.
Uno de los aspectos más relevantes es que la técnica aplicada es de bajo costo y alta efectividad, no requiere recursos tecnológicos complejos y puede ser aplicada en cualquier unidad de hospitalización. Esto la convierte en una intervención accesible, incluso en centros con limitaciones estructurales o materiales. Otro punto destacable es el rol fundamental del personal de enfermería como agente de prevención, ya que los cambios posturales exigen una planificación continua del cuidado y monitorización precisa del riesgo, competencias propias de la disciplina enfermera.
Además, se observó una mayor estabilidad en el puntaje de Braden en el grupo intervención, lo cual indica que mantener una rutina de movilización no solo evita el daño tisular sino que contribuye a preservar el estado cutáneo general del paciente. Asimismo, la disminución de molestias y la mejora de la percepción de confort en el grupo intervención refuerzan la importancia de colocar al paciente como centro del cuidado.
Como limitaciones, este estudio se realizó en un solo hospital y con un número de participantes moderado, lo que podría limitar la generalización de los resultados. Sería recomendable ampliar futuras investigaciones a contextos multicéntricos y explorar también el impacto de la adherencia del personal mediante auditorías de cumplimiento.
CONCLUSIONES
La intervención enfermera de cambios posturales programados demostró ser altamente efectiva para la prevención de úlceras por presión en pacientes hospitalizados con movilidad reducida. Su aplicación redujo significativamente la incidencia de lesiones cutáneas comparada con los cuidados habituales y contribuyó a mantener la integridad de la piel, mejorar el confort del paciente y disminuir riesgos y complicaciones asociadas al reposo prolongado.
La prevención de UPP es una responsabilidad directa de la enfermería dentro del modelo de seguridad del paciente. Por ello, resulta imprescindible que la valoración del riesgo mediante la escala de Braden se realice al ingreso y de forma periódica, permitiendo identificar precozmente a las personas más vulnerables y diseñar un plan de cuidados individualizado. La implementación rigurosa de cambios posturales cada 2 horas debe integrarse en la práctica diaria como una actividad prioritaria, registrándose correctamente para facilitar la evaluación continua del paciente.
Además, la prevención de UPP tiene repercusiones económicas y organizativas relevantes. Evitar su aparición implica reducir estancias prolongadas, disminuir el uso de recursos terapéuticos como apósitos avanzados y antibióticos, y prevenir complicaciones dolorosas e incapacitantes que afectan seriamente a la calidad de vida.
En conclusión, este estudio aporta evidencia que respalda la importancia de fortalecer la capacitación del personal de enfermería en estrategias de movilización y cuidado de la piel. Se recomienda que los servicios sanitarios implementen protocolos institucionales específicos de prevención de UPP, con auditorías periódicas y formación continua. Así se garantiza una atención más segura, humanizada y de mayor calidad para los pacientes más frágiles del entorno hospitalario. La prevención de úlceras por presión no debe considerarse un complemento del cuidado, sino una intervención esencial que refleja el compromiso profesional enfermero con la vida y el bienestar de las personas hospitalizadas.
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