Epilepsia
Autora principal: Raquel Pérez Navarro
Vol. XX; nº 14; 825
Epilepsy
Fecha de recepción: 4 de junio de 2025
Fecha de aceptación: 11 de julio de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 14 – Segunda quincena de Julio de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 14; 825
Autores:
Raquel Pérez Navarro, Graduada en enfermería, facultad de ciencias de la salud Universidad de Zaragoza. Hospital Royo Villanova, Zaragoza.
María Ginés Sancho, Graduada en enfermería, facultad de ciencias de la salud Universidad de Zaragoza. Hospital Royo Villanova, Zaragoza.
Miriam Maza Peón, Graduada en enfermería facultad de ciencias de la salud Universidad de Zaragoza. Hospital Miguel Servet, Zaragoza.
Resumen
La epilepsia es un trastorno neurológico crónico que se manifiesta a través de crisis repetidas provocadas por una actividad eléctrica anormal en el cerebro. Estas crisis pueden variar en forma e intensidad: algunas afectan solo una parte del cuerpo, mientras que otras comprometen la conciencia o provocan convulsiones generalizadas. A nivel mundial, se estima que afecta a unos 50 millones de personas, siendo más frecuente en regiones con recursos limitados, donde factores como infecciones, traumatismos craneales y la falta de atención médica agravan su aparición.
Las causas son diversas y están relacionadas con factores genéticos, malformaciones cerebrales, infecciones, tumores o incluso factores desconocidos. Además, elementos como el estrés, la privación del sueño, el alcohol o las luces intermitentes pueden desencadenar crisis en personas predispuestas.
Para diagnosticar la epilepsia, se utiliza la historia clínica del paciente, estudios como el electroencefalograma (EEG), resonancia magnética y, en algunos casos, análisis genéticos. El tratamiento incluye fármacos antiepilépticos, cirugía, estimulación cerebral o dietas específicas como la cetogénica. En los últimos años, se han explorado terapias con cannabidiol y nuevos medicamentos con buenos resultados.
Vivir con epilepsia puede afectar la salud mental, la vida social y la autonomía del paciente. Por ello, además del tratamiento médico, es fundamental el apoyo del entorno, la educación sobre la enfermedad y la preparación para actuar ante una crisis.
Palabras clave
epilepsia, crisis epiléptica, trastorno neurológico
Abstract
Epilepsy is a chronic neurological disorder characterized by recurrent seizures caused by abnormal electrical activity in the brain. These seizures can vary in form and intensity: some affect only a part of the body, while others impair consciousness or cause generalized convulsions. Globally, it is estimated to affect around 50 million people, with higher prevalence in resource-limited regions, where factors such as infections, head trauma, and lack of medical care exacerbate its occurrence.
The causes are diverse and may include genetic factors, brain malformations, infections, tumors, or even unknown origins. Additionally, elements such as stress, sleep deprivation, alcohol, or flashing lights can trigger seizures in susceptible individuals.
Diagnosis involves a patient’s medical history, tests such as electroencephalograms (EEG), magnetic resonance imaging (MRI), and in some cases, genetic analysis. Treatment includes antiepileptic drugs, surgery, brain stimulation, or specific diets such as the ketogenic diet. In recent years, therapies using cannabidiol and new medications have shown promising results.
Living with epilepsy can impact mental health, social life, and a patient’s autonomy. Therefore, in addition to medical treatment, support from the patient’s environment, education about the condition, and preparedness to respond during a seizure are essential.
Keywords
epilepsy, epileptic seizure, neurological disorder.
Introducción
La epilepsia es una enfermedad grave que predispone al desarrollo de crisis epilépticas afectando a la esfera física, cognitiva, psicológica y social de la persona que la padece. Una crisis epiléptica se produce por la aparición transitoria de signos y/o síntomas provocados por una actividad neuronal anómala excesiva o simultánea en el cerebro (1). Pueden afectar solo a una parte del cuerpo (parciales) o a todo el cuerpo (generalizadas) y, en algunos casos, se acompañan de pérdida del nivel de conciencia y del control de esfínteres. A nivel mundial, alrededor de 50 millones de personas padecen epilepsia, lo que lo convierte en uno de los trastornos neurológicos más frecuentes. Se estima que, con un diagnóstico y tratamiento adecuado, el 70% de las personas con epilepsia podrían vivir sin convulsiones (1, 2).
Definición y epidemiología
La epilepsia es un trastorno del sistema nervioso causado por la alteración de la actividad eléctrica cerebral, caracterizada por la recurrencia de crisis epilépticas (2). Son episodios breves de movimientos involuntarios (convulsiones recurrentes) debidos a descargas eléctricas excesivas y desordenadas de neuronas cerebrales. Las crisis epilépticas pueden ser convulsivas cuando se produce movimiento o no convulsivas en las que no hay movimiento, pero aparecen igualmente descargas anormales (3).
Afecta a unos 50 millones de personas en todo el mundo, lo que le convierte en uno de los trastornos neurológicos más comunes, convirtiéndose en la segunda enfermedad más incapacitante después de la cefalea. La incidencia de la epilepsia en España se estima en 50 casos nuevos por 100.000 habitantes cada año, lo que supone unos veinte mil diagnósticos en nuestro país anualmente. Su incidencia varía siendo más frecuente en los países en vía de desarrollo en los que la cifra puede llegar a triplicarse. Esto ocurre probablemente por el mayor riesgo de enfermedades endémicas, la baja disponibilidad de programas de salud preventiva y la escasa accesibilidad de la atención. Cerca del 80% de los pacientes viven en países de ingresos bajos o medios (2, 4, 5).
Etiología y factores de riesgo
Las causas de la epilepsia son múltiples. Sin embargo, en la mitad de los casos la etiología es desconocida. En otros, se vincula a factores genéticos, anomalías del desarrollo del cerebro, infecciones, lesiones, accidentes cerebrovasculares, tumores u otros problemas.
Causas genéticas
También denominadas idiopáticas. Producidas por alteraciones genéticas y afecta a varios miembros de la familia que tienen lazos de consanguinidad. Pueden ocurrir de manera espontánea y afectar a personas sin ningún antecedente familiar de la enfermedad.
Existen las epilepsias mioclónicas progresivas (mioclono) relacionadas con las mutaciones genéticas. Se caracteriza por espasmos musculares ultrarrápidos. La enfermedad de Lafora es una forma grave de este tipo de epilepsia.
Otras mutaciones no causan epilepsia, pero pueden influir en la enfermedad de otra forma. Por ejemplo, hay estudios que demuestran que personas con diferentes formas de epilepsia tienen un gen activado que da lugar a la resistencia de medicamentos anticonvulsivantes (6).
Causas estructurales
Entre las que se incluyen:
- Tumores cerebrales incluso los relacionados con la neurofibromatosis o la esclerosis tuberosa, afecciones hereditarias que causan el crecimiento de tumores benignos (hamartomas) en el cerebro
- Traumatismo craneal
- Alcoholismo o síndrome de abstinencia de alcohol
- Enfermedad de Alzheimer
- Accidentes cerebrovasculares, ataques cardíacos
- Malformaciones arteriovenosas o hemorragias
- Inflamación del cerebro
- Infecciones como meningitis, VIH y encefalitis viral (6,7).
Causas desconocidas
Suelen ser lesiones estructurales microscópicas.
Además, ciertos estímulos pueden precipitar las crisis. Los factores de riesgo que las desencadenan incluyen el consumo de alcohol y cambios hormonales asociados al ciclo menstrual. El estrés es el causante más común.
La exposición a toxinas y venenos como el plomo o monóxido de carbono, los estupefacientes o las drogas, y la sobredosis de antidepresivos y de otros medicamentos. La falta de sueño también es otro desencadenante.
Para otras personas, la estimulación visual puede provocar una crisis. Se conoce como epilepsia fotosensible (6,7).
Fisiopatología
La epilepsia se caracteriza por descargas eléctricas anormales, recurrentes y sincronizadas de un grupo de neuronas en el cerebro. Estas descargas dan lugar a crisis epilépticas. Hay una serie de mecanismos:
La hiperexcitabilidad neuronal: las neuronas tienden a activarse
Aumentar los neurotransmisores excitadores como el glutamato
Disminuyen los neurotransmisores inhibidores como el GABA
La sincronización neuronal anormal donde un grupo de neuronas descargan impulsos eléctricos a la vez, lo que da lugar a la crisis.
Alteraciones en los canales iónicos: existen mutaciones o una disfunción en los canales de sodio, potasio y calcio que pueden facilitar la excitabilidad hormonal.
La plasticidad neuronal anómala, se dan cambios estructurales o funcionales (como la brotación axonal) que favorecen redes neuronales propilépticas (8, 9).
Clasificación
La clasificación de las crisis epilépticas se basa en tres criterios principales:
Según el origen:
Crisis focales: se originan en un hemisferio en redes limitadas, afectando a una región específica. Pueden ser:
- Conscientes
- Con alteración de la conciencia
- Con generalización secundaria
Crisis generalizadas: se originan rápidamente en redes distribuidas lateralmente, siendo bilateral desde el inicio. Ejemplos: ausencia, tónico-clónicas, mioclónicas, atónicas.
Crisis de inicio desconocido: no hay evidencia suficiente para clasificarlas en focales, generalizadas o ambas.
Crisis focales con evolución a una crisis tónico-clónica bilateral: cuando no haya sido presenciada desde el principio, pero se observa actividad tónico-clónica.
Según signos motores:
Es aplicable a las crisis focales. Se divide en:
- Con nivel de conciencia preservado
- Con nivel de conciencia alterado
Según la causa
Genética: si existe anomalía genética para epilepsia, o historia familiar positiva
Estructural: si existe lesión en neuroimagen, como tumores o malformaciones
Metabólica: errores innatos del metabolismo
Infecciosa: infección no aguda que determina una lesión cerebral, como meningitis
Inmune: si existe una enfermedad autoinmune responsable de la epilepsia, como encefalitis autoinmune
Desconocida sin causa identificada (10).
Manifestaciones clínicas
Existen personas que tienen episodios de ausencias, otras tienen temblores y pérdida de lucidez mental (convulsión). El tipo de convulsión depende de la parte del cerebro afectada (11).
Algunas personas tienen sensación de hormigueo, sentir olores que no existen o cambios emocionales.
Los síntomas generales, pueden ser:
- Pérdida de conciencia
- Movimientos musculares involuntarios
- Confusión
- Alteraciones sensoriales
- Cambios conductuales
Las crisis focales (parciales). Ocurren en una parte específica del cerebro.
- Simples: no hay pérdida de conciencia. Existen espasmos localizados en una extremidad, alteraciones en la percepción y cambios emocionales.
- Focales complejas: con alteración de conciencia. Puede ser con mirada fija, automatismos o no recordar el episodio (11).
Las crisis generalizadas: convulsiones que afectan a ambos hemisferios y causan alteración de la conciencia.
- Tónico-clónicas (gran mal): Presentan movimientos anormales que involucran todo el cuerpo. Se puede presentar constricción de mandíbula y pérdida de control de esfínteres. Existe pérdida súbita de conciencia, caídas, rigidez en fase tónica y sacudida en fase postictal, mordedura de lengua y confusión.
- Ausencias (petit mal): pérdida breve de conciencia, mirada fija. Es típico en niños.
- Mioclónicas: sacudidas breves y repentinas.
- Atónicas: pérdida súbita del tono muscular.
- Clónicas puras: solo rigidez o solo sacudidas (11).
Diagnóstico
Se realizan varias pruebas para el diagnóstico de la epilepsia.
Examen neurológico. Consiste en la evaluación del comportamiento, movimientos, el estado mental y otras áreas. Este examen permite determinar el tipo de epilepsia.
Analítica de sangre: Para poder detectar signos de infección o trastornos genéticos que pueda estar asociado a las convulsiones.
Pruebas genéticas: Para aportar información sobre la enfermedad y el modo de tratarla.
También se realizan otro tipo de pruebas:
Electroencefalograma: estudio más frecuente para diagnosticar la epilepsia. Se colocan pequeños discos metálicos llamados electrodos, al cuero cabelludo mediante pegamento o una gorra. Estos registran la actividad eléctrica del cerebro.
Electroencefalograma de alta intensidad: los electrodos se colocan más juntos en comparación al EEG normal. Para determinar con mayor precisión qué áreas del cerebro se ven afectadas por las convulsiones.
Tomografía computarizada: para detectar tumores, sangrado o quistes en el cerebro que podrían causar epilepsia.
Resonancia magnética: Al igual que el TAC examina la estructura del cerebro para detectar lo que puede causar la convulsión.
Resonancia magnética funcional: mide los cambios en el flujo sanguíneo que ocurre en determinadas partes del cerebro.
Tomografía por emisión de positrones: se utiliza una pequeña cantidad de material radiactivo en dosis bajas. El material se inyecta por vena para ver la actividad metabólica del cerebro. Donde hay un metabolismo bajo indica posibilidad de las convulsiones.
Tomografía computarizada por emisión de fotón único: se usa cuando la resonancia magnética y el EEG no indican ubicación en el cerebro donde se originaron las convulsiones. Consiste en inyectar material radiactivo por vena para crear un mapa tridimensional del flujo sanguíneo de una convulsión.
Pruebas neuropsicológicas: evalúa las habilidades del pensamiento, de la memoria y del habla, para determinar las áreas afectadas por la convulsión (12).
Junto con estas pruebas, se pueden usar técnicas para ayudar a precisar en qué parte del cerebro se origina la convulsión. Pruebas como:
Mapeo paramétrico estadístico: observar áreas del cerebro con aumento de flujo sanguíneo durante las convulsiones.
Imágenes de fuentes eléctricas: toma información del EEG y lo proyecta en resonancia magnética del cerebro.
Magnetoencefalografía: mide los campos magnéticos producidos por la actividad cerebral. Para identificar áreas donde se originan las convulsiones (12).
Tratamiento
El tratamiento de la epilepsia requiere un abordaje multidisciplinario basado en intervenciones farmacológicas y alternativas, cuyo objetivo es controlar las crisis, minimizar los efectos adversos y mejorar la calidad de vida del paciente (13).
A. Medicamentos antiepilépticos (MAEs)
Los MAEs constituyen la primera línea de tratamiento. Se seleccionan en función del tipo de epilepsia, edad, comorbilidades y perfil de efectos secundarios. Los fármacos más utilizados incluyen:
- Levetiracetam: de amplio espectro y bien tolerado.
- Lamotrigina: especialmente eficaz en epilepsias focales y generalizadas.
- Valproato: útil en epilepsias generalizadas, pero restringido en mujeres en edad fértil por sus efectos teratogénicos (13,14).
El ajuste de dosis, el seguimiento de la eficacia y la gestión de efectos adversos son aspectos fundamentales del manejo clínico.
B. Opciones para epilepsia farmacorresistente
En pacientes que no responden a dos o más MAEs adecuados, se consideran alternativas terapéuticas:
- Cirugía de epilepsia: indicada cuando se identifica una zona epileptógena resecable. Puede lograr la remisión completa de las crisis en un porcentaje significativo de casos (13).
- Estimulación del nervio vago (ENV): dispositivo implantable que reduce la frecuencia y severidad de las crisis mediante estimulación eléctrica.
- Estimulación cerebral profunda (ECP): opción en epilepsias refractarias donde la cirugía no es viable (14).
C. Terapias metabólicas
Dieta cetogénica: una dieta alta en grasas y baja en carbohidratos que favorece la producción de cuerpos cetónicos, útiles en el control de crisis refractarias, especialmente en población pediátrica (15).
Su implementación requiere estricta supervisión médica y dietética debido al riesgo de efectos secundarios metabólicos.
D. Nuevos tratamientos farmacológicos
Cannabidiol (CBD): aprobado como terapia adyuvante en síndromes de Dravet y Lennox-Gastaut, ha mostrado reducir la frecuencia de crisis en epilepsias refractarias sin efectos psicoactivos importantes.
Cenobamato: fármaco de reciente aprobación para crisis focales en adultos, con eficacia superior en la reducción de crisis en estudios controlados (16).
Complicaciones
La epilepsia no solo implica la presencia de crisis recurrentes, sino que también conlleva una serie de complicaciones potencialmente graves que pueden afectar la calidad de vida y el pronóstico del paciente. La identificación y abordaje temprano de estas complicaciones es clave para una atención integral.
1. Muerte súbita inesperada en epilepsia (SUDEP)
La SUDEP es una de las principales causas de mortalidad en pacientes con epilepsia, especialmente en aquellos con crisis tónico-clónicas mal controladas. Se trata de una muerte repentina, inesperada y no traumática, cuyo mecanismo no está completamente esclarecido, aunque se asocia a alteraciones cardíacas y respiratorias postictales. Entre los factores de riesgo destacan la frecuencia de crisis, la falta de adherencia terapéutica y las crisis nocturnas (17).
2. Trastornos psiquiátricos
Existe una alta prevalencia de comorbilidades psiquiátricas en personas con epilepsia, siendo la depresión y la ansiedad las más comunes. Estas complicaciones están influenciadas tanto por el impacto neurobiológico de la epilepsia como por factores sociales y psicológicos. La presencia de estos trastornos puede agravar el curso de la enfermedad y dificultar la adherencia al tratamiento, por lo que deben ser evaluados y tratados de forma sistemática (18).
3. Estado epiléptico
El estado epiléptico es una emergencia neurológica que se define como una crisis epiléptica prolongada (mayor de 5 minutos) o una serie de crisis sin recuperación de la conciencia entre ellas. Puede causar daño neuronal irreversible, alteraciones metabólicas graves, insuficiencia respiratoria y muerte. Su tratamiento precoz es fundamental, y requiere un abordaje intensivo en unidades especializadas (19).
Impacto psicosocial
La epilepsia no solo implica la recurrencia de crisis, sino que también conlleva importantes consecuencias psicosociales que afectan a múltiples aspectos de la vida de quienes la padecen. Estas repercusiones pueden ser, en algunos casos, más incapacitantes que las propias crisis si no se abordan adecuadamente.
1. Estigmatización y exclusión social
La epilepsia sigue rodeada de prejuicios y falta de información en la sociedad. Esta estigmatización genera discriminación en ámbitos como la educación, el empleo y las relaciones interpersonales. Las personas con epilepsia pueden experimentar aislamiento social, disminución de la autoestima y limitaciones en su participación en actividades cotidianas (20).
2. Restricciones laborales y económicas
La imposibilidad de realizar ciertos trabajos, las restricciones legales para conducir y la discriminación laboral limitan las oportunidades profesionales de las personas con epilepsia. Esto puede generar desempleo o empleos por debajo de su nivel de formación, impactando negativamente su autonomía económica y su calidad de vida (21).
3. Impacto en la salud mental
Las dificultades sociales y económicas, junto con el propio estrés asociado a la posibilidad de padecer una crisis en cualquier momento, aumentan el riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad, depresión y sentimientos de frustración. Estas comorbilidades psicológicas, si no son abordadas, pueden agravar el pronóstico general de la enfermedad (20, 21).
4. Alteraciones en el ámbito familiar
La epilepsia no solo afecta al paciente, sino también a su entorno familiar. La carga emocional, las preocupaciones constantes y la necesidad de adaptar rutinas familiares pueden generar tensiones, sobrecarga del cuidador y cambios en la dinámica familiar (21).
Prevención
El primer paso para prevenir la epilepsia es reducir la exposición a sus causas o factores de riesgo. Algunos anticonvulsivantes tradicionales han demostrado ser efectivos en la prevención de convulsiones provocadas (agudas sintomáticas), pero no en las convulsiones no provocadas (epilépticas) (22).
Recomendaciones
Cuando una persona es diagnosticada de epilepsia debe seguir los diferentes consejos para evitar tener una crisis epiléptica:
- Tomar el tratamiento antiepiléptico según las recomendaciones sanitarias
- No alterar el ritmo de sueño
- Evitar el estrés (tanto físico como mental)
- No realizar ejercicio físico excesivo
- No tomar drogas ni alcohol
- Evitar estímulos luminosos o acústicos muy intensos (23).
Para evitar que la persona epiléptica se haga daño, las personas de su entorno deben saber actuar correctamente ante una crisis epiléptica:
- Observar la crisis midiendo con un reloj su duración
- No sujetar ni inmovilizar a la persona
- Proteger la cabeza con alguna prenda de ropa a modo de almohada
- No intentar meter ningún objeto en la boca por la fuerza
- Quitar objetos con los que pueda lesionarse protegiendo el entorno
- Aflojar la ropa si es ajustada y quitar las gafas
- Tras la crisis, colocar a la persona de lateral y dejar que se recupere descansando, transmitiendo calma (1, 23).
Conclusiones
La epilepsia es una enfermedad neurológica compleja y prevalente que requiere un enfoque integral para su diagnóstico, tratamiento y manejo. A pesar de los avances médicos, sigue existiendo una gran desigualdad en el acceso a cuidados adecuados, especialmente en regiones con recursos limitados, lo que resalta la necesidad de estrategias de salud pública orientadas a la detección temprana y la atención oportuna.
El tratamiento farmacológico ha demostrado ser efectivo en la mayoría de los casos, aunque no es curativo y algunos pacientes presentan resistencia a los medicamentos, lo que obliga a considerar terapias alternativas como la cirugía o el uso de cannabidiol. La identificación de factores desencadenantes también es clave para la prevención de crisis en personas predispuestas.
Finalmente, vivir con epilepsia va más allá del control médico; implica también un abordaje psicosocial que promueva la inclusión, la educación del entorno y el empoderamiento del paciente para mejorar su calidad de vida y reducir el estigma asociado a esta condición.
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