Esclerosis múltiple: síntomas y tratamientos más comunes
Autor principal: Teodoro Álvarez Mateos
Vol. XX; nº 18; 953
Multiple sclerosis: common symptoms and treatments
Fecha de recepción: 10 de agosto de 2025
Fecha de aceptación: 11 de septiembre de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 18 – Segunda quincena de Septiembre de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 18; 953
Autores:
Teodoro Álvarez Mateos, Enfermero Quirón Prevención y Loga Salud, 18436064T
Verónica Vidal Villanueva, Enfermera Centro Salud Alcorisa, 73091422K
Catalina Cazacu, Enfermera Centro de Salud Alcorisa, X8330290N
Andrea Vidal Villanueva, Enfermera Hospital de Alcañiz, Teruel, 73106640J
Sergio Méndez Valle, Enfermero Hospital de Alcañiz, Teruel, 45133699V
Ana Subirats Valls, Enfermera Hospital de Alcañiz, Teruel, 21746381L
Elena Nina Tomiuc, Enfermera Centro de Salud Caspe, X4588408T
Resumen
La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad autoinmune crónica del sistema nervioso central caracterizada por la desmielinización y neurodegeneración progresiva. Se manifiesta con una variedad de síntomas neurológicos que afectan la movilidad, visión, equilibrio y función cognitiva. Este artículo revisa los síntomas más frecuentes y las opciones terapéuticas actuales para el tratamiento de la EM, con énfasis en enfoques modificadores de la enfermedad y manejo sintomático.
Palabras clave
Esclerosis múltiple, desmielinización, neurodegeneración, tratamiento, síntomas, inmunomoduladores.
Abstract
Multiple sclerosis (MS) is a chronic autoimmune disease of the central nervous system characterized by demyelination and progressive neurodegeneration. It presents with a wide range of neurological symptoms affecting mobility, vision, balance, and cognitive function. This article reviews the most common symptoms and current treatment options for MS, emphasizing disease-modifying approaches and symptomatic management.
Keywords
Multiple sclerosis, demyelination, neurodegeneration, treatment, symptoms, immunomodulators.
Introducción
La esclerosis múltiple es una enfermedad inflamatoria y autoinmune del sistema nervioso central (SNC), que afecta principalmente a adultos jóvenes, especialmente mujeres. La EM se caracteriza por la pérdida de mielina, una sustancia que recubre las fibras nerviosas, lo que interfiere con la transmisión de los impulsos nerviosos. Aunque su causa exacta aún no está clara, se cree que factores genéticos, ambientales y virales están implicados en su patogénesis. Esta patología representa una de las principales causas de discapacidad neurológica no traumática en adultos jóvenes en países desarrollados.
El curso de la enfermedad puede variar considerablemente entre individuos. Existen varias formas clínicas, siendo la más común la EM recurrente-remitente. El diagnóstico y tratamiento temprano son fundamentales para modificar la evolución de la enfermedad y mejorar la calidad de vida del paciente.
Metodología
Para la elaboración de este artículo se realizó una revisión narrativa de la literatura mediante búsqueda en bases de datos como PubMed, Scopus y Google Scholar. Se consideraron publicaciones entre 2013 y 2024 en español e inglés. Se priorizaron revisiones sistemáticas, guías clínicas y estudios observacionales relevantes que abordaran los síntomas, diagnóstico y tratamiento de la esclerosis múltiple. También se incluyeron documentos emitidos por sociedades neurológicas internacionales como la National Multiple Sclerosis Society (NMSS) y la European Academy of Neurology (EAN).
Resultados
Los estudios clínicos y epidemiológicos han demostrado que la esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad altamente heterogénea tanto en presentación como en evolución. La forma más común, la esclerosis múltiple remitente-recurrente (EMRR), representa alrededor del 85% de los casos al momento del diagnóstico. Esta forma se caracteriza por brotes de síntomas neurológicos seguidos por periodos de remisión parcial o completa. Con el tiempo, muchos pacientes con EMRR evolucionan a una forma secundaria progresiva (EMSP), caracterizada por un deterioro neurológico más constante sin periodos de recuperación evidentes [1,2].
En términos de manifestaciones clínicas, los síntomas más comunes incluyen visión borrosa o pérdida de visión (neuritis óptica), debilidad muscular, espasticidad, parestesias, alteraciones del equilibrio, fatiga crónica y trastornos cognitivos. Un porcentaje importante de los pacientes presenta síntomas psicológicos como depresión y ansiedad, los cuales se agravan con la progresión de la enfermedad [3]. También es común la disfunción vesical y sexual, especialmente en etapas avanzadas, lo cual deteriora significativamente la calidad de vida [4].
Las técnicas de resonancia magnética (RM) cerebral y medular han demostrado ser el principal apoyo diagnóstico, permitiendo la detección de lesiones desmielinizantes características en sustancia blanca periventricular, infratentorial, yuxtacortical y en la médula espinal. Las lesiones captantes de gadolinio en RM son indicadores de actividad inflamatoria reciente [5].
En cuanto al tratamiento, los estudios clínicos han mostrado que los medicamentos modificadores del curso de la enfermedad (DMTs, por sus siglas en inglés), como el interferón beta, glatiramer acetato, fingolimod, natalizumab, ocrelizumab y más recientemente ofatumumab, reducen la frecuencia de los brotes y retrasan la progresión de la discapacidad en diversas formas de EM. La elección del tratamiento depende del perfil del paciente, la actividad de la enfermedad, la tolerancia a efectos adversos y el acceso a fármacos [6,7].
Además, la terapia rehabilitadora (fisioterapia, terapia ocupacional, neuropsicología) ha demostrado ser eficaz en la mejora funcional, especialmente en fases progresivas o en casos con discapacidad residual post-brote [8].
Los resultados también destacan la importancia del diagnóstico temprano. Pacientes diagnosticados dentro del primer año del inicio de síntomas y tratados precozmente con DMTs presentan una menor acumulación de discapacidad a largo plazo en comparación con aquellos tratados de forma tardía [9].
Discusión
Los hallazgos obtenidos refuerzan la visión actual de la esclerosis múltiple como una enfermedad neuroinflamatoria y neurodegenerativa compleja, con un impacto multifactorial en la salud física, emocional y social del paciente. La variabilidad clínica entre los pacientes, incluso con formas similares de EM, subraya la importancia de un enfoque terapéutico personalizado.
Uno de los aspectos más destacados es el beneficio comprobado de los tratamientos modificadores del curso de la enfermedad. A medida que los nuevos fármacos son desarrollados, ha sido posible lograr un mejor control de la actividad inflamatoria y, en algunos casos, incluso estabilizar el deterioro neurológico. Sin embargo, el acceso a estas terapias sigue siendo desigual entre países y regiones, lo que plantea un desafío ético y de salud pública. Asimismo, la aparición de efectos adversos graves (como infecciones oportunistas o riesgo de leucoencefalopatía multifocal progresiva en pacientes tratados con natalizumab) requiere un control clínico riguroso y protocolos de farmacovigilancia adecuados [10].
El uso de herramientas diagnósticas como la resonancia magnética ha revolucionado la identificación temprana de la enfermedad. Gracias a los criterios diagnósticos revisados de McDonald (2017), es posible realizar el diagnóstico con mayor rapidez, permitiendo la implementación de tratamientos antes de que ocurra un daño neurológico irreversible [11]. Aun así, los diagnósticos erróneos siguen siendo frecuentes, especialmente en entornos con poca experiencia clínica, por lo que se requiere mejorar la formación médica en este campo.
La afectación cognitiva, a menudo subestimada, debe ser evaluada sistemáticamente. Estudios recientes muestran que entre el 40% y el 65% de los pacientes experimentan alteraciones cognitivas significativas que interfieren con la vida diaria, incluso en ausencia de discapacidades motoras graves [12]. Esto evidencia la necesidad de incorporar neuropsicólogos en los equipos multidisciplinarios que tratan a pacientes con EM.
Desde una perspectiva psicosocial, los efectos de la enfermedad sobre el empleo, las relaciones personales y la independencia funcional son profundos. La fatiga crónica, uno de los síntomas más discapacitantes, no siempre se correlaciona con la actividad de la enfermedad observada en imagenología, lo que dificulta su manejo clínico. En este sentido, las intervenciones no farmacológicas, como la terapia cognitivo-conductual y el entrenamiento físico supervisado, han demostrado beneficios en la reducción de la fatiga y la mejora del estado anímico [13].
En resumen, aunque se han logrado avances significativos en el diagnóstico y tratamiento de la esclerosis múltiple, aún persisten desafíos importantes relacionados con el acceso equitativo a terapias, la atención integral del paciente, el abordaje temprano de los síntomas invisibles y la necesidad de estrategias de rehabilitación sostenidas en el tiempo.
Conclusiones
La esclerosis múltiple es una enfermedad compleja, de curso variable y con una alta carga funcional. Su manejo requiere un enfoque multidisciplinario, precoz y centrado en el paciente. Los avances en las terapias inmunomoduladoras han transformado el pronóstico de muchas personas con EM, pero aún persisten retos como el abordaje de la forma progresiva de la enfermedad y la mejora del acceso terapéutico global.
Es fundamental continuar invirtiendo en investigación básica y clínica para entender mejor la fisiopatología de la EM y desarrollar estrategias terapéuticas más efectivas y personalizadas. Asimismo, se debe fortalecer la educación a pacientes, cuidadores y profesionales de salud para fomentar un abordaje integral de la enfermedad.
Referencias
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Declaración de buenas prácticas: Los autores de este manuscrito declaran que:
Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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