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Estilo de vida obesogénico como consecuencia de la obesidad actual

Por otra parte, la falta de energía que produce el ayuno matinal se traduce en menor actividad y mayor probabilidad de aburrimiento y otros estados emocionales negativos, como inquietud o desánimo. Todo ello puede compensarse con un pequeño atracón a media mañana con alimentos generalmente bastantes calóricos.

El tratamiento de la obesidad es complejo, requiriendo por parte de un equipo multidisciplinar, una combinación de aporte alimentario adecuado, ejercicio físico y modificación de actitudes y comportamientos alimentarios: educación personal y/o familiar. El medio escolar, junto al familiar, son los ámbitos educativos de mayor influencia en la adquisición de unos hábitos alimentarios y estilos de vida que se irán consolidando a lo largo de la infancia y la adolescencia.

Cuando se plantea como objetivo de un programa educativo conseguir hábitos alimentarios permanentes, se tendría que actuar sobre tres niveles: la adquisición de los conocimientos teóricos, necesarios pero no suficientes; la adaptación de las propuestas a la vida cotidiana, que significa una interiorización de la gestión cognitiva; y la adhesión psicoafectiva de las nuevas prácticas que se proponen.

Los programas deberían instaurarse cuando el niño comienza su escolarización, constituyendo el medio escolar, junto al familiar, los lugares más idóneos para iniciar y/o consolidar la adhesión psicoafectiva a unas buenas prácticas alimentarias. Los componentes de estos programas escolares, básicamente, serían los siguientes:

a) En el contexto de un programa escolar, la educación nutricional estaría considerada como un elemento básico al proporcionar los conocimientos teóricos sobre alimentación y nutrición.

Sería deseable que, en la enseñanza obligatoria, existiera una disciplina de alimentación y nutrición cuyo objetivo primordial fuera que los alumnos adquiriesen conceptos claros sobre el valor nutritivo de los distintos grupos de alimentos y hábitos dietéticos saludables.

b) Se deberían diseñar programas de educación física proporcionados a las diferentes edades y que inculcaran a los alumnos la importancia que la actividad física tiene en la promoción y mantenimiento de la salud.

c) El comedor escolar es uno de los instrumentos más interesantes del programa escolar, ya que podría contribuir a reforzar comportamientos saludables. Es decir, serviría de vehículo de educación sanitaria ya que, a través de él, se adaptarían las propuestas alimentarias teóricas a la vida cotidiana de los jóvenes.

d) La familia debe saber crear unos hábitos de alimentación saludables en sus hijos y que éstos reciban en la escuela la instrucción suficiente para desarrollarlos o modificarlos en el caso de que no fueran correctos.

e) La obesidad es un problema de salud pública de primer orden, por lo que se requiere el compromiso formal de todos los sectores implicados (gobiernos, instituciones sanitarias, medios informativos, industria privada, etc.) para que estos programas tengan éxito a medio y largo plazo.

Convendría que los profesionales sanitarios conocieran los hábitos dietéticos de su entorno asistencial para poder intervenir y corregir, en su caso, situaciones de riesgo nutricional, involucrando a toda la familia en las modificaciones de hábitos incorrectos en la alimentación.

Desde atención primaria, se deberían incluir en la cartera de servicios, dentro de los Programas de Prevención y Promoción de la Salud, junto al control periódico del peso y la talla, una serie de medidas preventivas a aplicar desde los primeros años de vida, fomentar una actividad física regular y apropiada para cada edad. Además se deberían reforzar algunas normas generales de conducta, como respetar los horarios de las comidas, evitar el sedentarismo y aumentar la actividad cotidiana, reducir las horas de televisión, etc.

Con esto lo que se pretende es añadir vida a los años y, en definitiva, mejorar la calidad de vida de la población.

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