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Evidencia actual y perspectivas del trasplante de microbiota fecal en el manejo del síndrome de intestino irritable con predominio de diarrea (SII-D)

Evidencia actual y perspectivas del trasplante de microbiota fecal en el manejo del síndrome de intestino irritable con predominio de diarrea (SII-D)

Autora principal: Keissy Arroyo Ugalde

Vol. XX; nº 12; 757

Current evidence and perspectives of fecal microbiota transplantation in the management of diarrhea-predominant irritable bowel syndrome (IBS-D)

Fecha de recepción: 21 de mayo de 2025
Fecha de aceptación: 25 de junio de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 12 – Segunda quincena de Junio de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 12; 757

Autores:

Keissy Arroyo Ugalde, Médico y Cirujano general, Hospital Metropolitano, Investigador independiente, Cartago, Costa Rica
Sharon Blanco Ramírez, Médico y Cirujano general, Hospital Rafael Ángel Calderón Guardia, Investigador independiente, Cartago, Costa Rica
Sergio Andrés Calderón Leiva, Médico y Cirujano general, Hospital Rafael Ángel Calderón Guardia, Investigador independiente, Cartago, Costa Rica
Bryan Córdoba Mora, Médico y Cirujano general, Área Salud de Cartago, Investigador independiente, Cartago, Costa Rica
Esteban Josué Solano Mata, Médico y Cirujano general, COOPESAIN R.L., Investigador independiente, San José, Costa Rica
Francisco Valverde Fernández, Médico y Cirujano general, Área de Salud Aserrí, Investigador independiente, Cartago, Costa Rica
Yeferthon Vindas Badilla, Médico y Cirujano general, Hospital Rafael Ángel Calderón Guardia, Investigador independiente, Heredia, Costa Rica

Resumen:

El síndrome de intestino irritable con predominio de diarrea se caracteriza por alteraciones fisiopatológicas como la aceleración del tránsito intestinal, la hipersensibilidad visceral, la disfunción del eje intestino-cerebro y la disbiosis intestinal, lo que da lugar a síntomas crónicos como diarrea, dolor abdominal y malestar. También se ha identificado una inflamación de bajo grado y un aumento de la permeabilidad intestinal, especialmente en personas con sobrepeso. Frente a estas alteraciones, el trasplante de microbiota fecal ha emergido como una estrategia terapéutica innovadora, con evidencia creciente de su eficacia para restaurar la diversidad microbiana, modular metabolitos beneficiosos y reducir la inflamación. Estudios han demostrado mejoras significativas en la severidad de los síntomas y en la calidad de vida, especialmente cuando el tratamiento se administra por vía colonoscópica o se combina con dietas bajas en FODMAP. No obstante, su aplicación clínica enfrenta limitaciones importantes: la falta de estandarización en los protocolos, la dificultad en la selección óptima de donantes, la ausencia de biomarcadores de respuesta y las dudas sobre la seguridad a largo plazo. En respuesta a estos desafíos, se han propuesto nuevas alternativas como microbiota personalizada, consorcios bacterianos definidos y microbiota sintética, así como la combinación con prebióticos o simbióticos. Asimismo, la evaluación del microbioma postratamiento podría permitir intervenciones más personalizadas. Para consolidar el uso del trasplante de microbiota fecal como una opción terapéutica segura y eficaz, es esencial avanzar hacia la regulación internacional y la estandarización de sus procedimientos clínicos.

Palabras clave:

Motilidad, disbiosis, microbioma, inflamación, permeabilidad, metabolitos.

Abstract:

The irritable bowel syndrome with diarrhea predominance is characterized by pathophysiological alterations such as accelerated intestinal transit time, visceral hypersensitivity, gut-brain axis dysfunction, and intestinal dysbiosis, resulting in some chronic symptoms such as diarrhea, abdominal pain, and discomfort. Low-grade inflammation and increased intestinal permeability have also been identified, especially in overweight individuals. Faced with these alterations, fecal microbiota transplantation has emerged as an innovative therapeutic strategy, with growing evidence of its efficacy in restoring microbial diversity, modulating beneficial metabolites, and reducing inflammation. Studies have demonstrated very significant improvements in symptom severity and quality of life, especially when treatment is administered colonoscopically or combined with low-FODMAP diets. However, its clinical application faces significant limitations: a lack of standardized protocols, difficulty in optimal donor selection, the absence of response biomarkers, and concerns about long-term safety. In response to these challenges, new alternatives have been proposed, such as personalized microbiota, defined bacterial consortia, and synthetic microbiota, as well as combinations with prebiotics or synbiotics. Furthermore, post-treatment microbiome assessment could allow for more personalized interventions. To consolidate the use of fecal microbiota transplantation as a safe and effective therapeutic option, it is essential to move toward international regulation and standardization of its clinical procedures.

Keywords:

Motility, dysbiosis, microbiome, inflammation, permeability, metabolites.

Introducción:

El síndrome del intestino irritable con predominio de diarrea (SII-D) es un subtipo específico dentro de los trastornos gastrointestinales funcionales, caracterizado por síntomas crónicos o recurrentes, principalmente diarrea, en ausencia de alteraciones estructurales o bioquímicas identificables. Esta condición afecta de manera importante la calidad de vida de quienes la padecen e impone una carga económica considerable a los sistemas de salud, debido a la alta frecuencia de consultas médicas, estudios diagnósticos y tratamientos, así como al impacto negativo sobre la productividad laboral y el desempeño cotidiano de los pacientes (1; 2).

El SII-D es una enfermedad altamente prevalente que afecta a millones de personas en todo el mundo, con una distribución global que varía según factores dietéticos, ambientales y culturales. La diarrea como síntoma predominante, junto con la distensión abdominal, el dolor y las alteraciones en el patrón de evacuación, contribuyen significativamente a la discapacidad percibida por los pacientes y a su sufrimiento personal. La importancia clínica del SII-D radica no solo en su impacto fisiológico, sino también en el considerable deterioro funcional y psicosocial que genera. Diversos estudios han demostrado que esta condición representa una de las principales causas de absentismo laboral y de visitas frecuentes a los servicios de salud, lo que incrementa los costos sanitarios directos e indirectos asociados (2; 3).

A pesar de su alta prevalencia y carga clínica, los tratamientos convencionales disponibles para el SII-D ofrecen beneficios limitados y muchas veces inconsistentes. Entre ellos se encuentran las modificaciones dietéticas, como la dieta baja en FODMAPs, y el uso de medicamentos como la eluxadolina o la rifaximina. No obstante, la eficacia de estas intervenciones es variable y suele apoyarse en evidencia de calidad moderada o baja, lo cual limita su aplicabilidad general. Además, la falta de biomarcadores diagnósticos universalmente aceptados y la heterogeneidad en la presentación de los síntomas dificultan el desarrollo de enfoques terapéuticos uniformes y eficaces (1; 2).

En este contexto, el estudio del microbioma intestinal ha cobrado relevancia como una posible vía terapéutica emergente. Diversas investigaciones han evidenciado que las alteraciones en la composición y funcionalidad de la microbiota intestinal se asocian con la fisiopatología del SII, particularmente a través del eje intestino-cerebro, que implica interacciones bidireccionales entre el sistema nervioso entérico, el sistema inmunitario y el estado del microbioma. Dichas alteraciones pueden afectar la motilidad intestinal, la sensibilidad visceral, la permeabilidad epitelial y las respuestas inflamatorias locales, todos elementos implicados en la manifestación del SII-D (1; 3).

A partir de esta comprensión, han surgido nuevas líneas de investigación enfocadas en intervenciones terapéuticas dirigidas al microbioma, entre las que destaca el trasplante de microbiota fecal (TMF), así como el desarrollo de probióticos, prebióticos y otras estrategias de modulación microbiana. Estas aproximaciones, aún en evaluación, buscan restaurar la homeostasis intestinal y reducir la intensidad de los síntomas, particularmente en pacientes que no responden adecuadamente a las terapias convencionales (4).

El objetivo de este trabajo de revisión es evaluar la evidencia científica actual sobre la eficacia, seguridad y mecanismos de acción del trasplante de microbiota fecal como estrategia terapéutica en el tratamiento del síndrome de intestino irritable con predominio de diarrea, considerando su impacto clínico, las limitaciones metodológicas de los estudios existentes y las perspectivas futuras para su integración en la práctica clínica.

Metodología:

Para el desarrollo de esta investigación sobre el uso del TMF en el tratamiento del SII-D, se llevó a cabo una revisión bibliográfica exhaustiva con el propósito de examinar la evidencia científica disponible acerca de su eficacia, seguridad y mecanismos de acción. Esta revisión incluyó aspectos clave como la fisiopatología del SII-D, el papel del microbioma intestinal en la modulación del eje intestino-cerebro, la composición microbiana en pacientes con disbiosis, y los resultados clínicos del TMF reportados en ensayos controlados y estudios observacionales.

Para asegurar la calidad y pertinencia de la información seleccionada, se consultaron bases de datos científicas reconocidas, como PubMed, Scopus y Web of Science, debido a su amplia cobertura en literatura biomédica, gastroenterología y microbiología clínica. Se establecieron criterios rigurosos de inclusión y exclusión. Se incluyeron artículos publicados entre 2020 y 2025 a excepción de 2 trabajos que se consideraron de suma importancia para la investigación, en inglés o español, que abordaran específicamente el uso del TMF en pacientes con SII-D, ya sea en contextos experimentales o clínicos, así como estudios que describieran mecanismos fisiopatológicos relevantes. Se excluyeron investigaciones con resultados inconclusos, publicaciones duplicadas, trabajos sin revisión por pares o que abordaran exclusivamente otros subtipos del SII. Para la búsqueda, se utilizaron palabras clave como: Motilidad, disbiosis, microbioma, inflamación, permeabilidad, metabolitos.

La búsqueda inicial identificó 28 fuentes relevantes, entre las cuales se seleccionaron artículos originales, revisiones sistemáticas, ensayos clínicos aleatorizados, metaanálisis y documentos técnicos de organismos internacionales especializados en gastroenterología. A partir de estas fuentes, se realizó un análisis estructurado para extraer información sobre la eficacia sintomática del TMF, la variabilidad en los protocolos utilizados (vía de administración, tipo de donante, dosis), los riesgos asociados, así como los efectos en la composición microbiana intestinal post-intervención.

El análisis de la información se desarrolló mediante enfoques cualitativos y comparativos. Se sintetizaron los hallazgos y se organizaron en categorías temáticas, lo que permitió identificar patrones de respuesta clínica, limitaciones metodológicas y proyecciones terapéuticas del TMF en el contexto del SII-D. Este enfoque integral ofrece una visión crítica del estado actual del conocimiento sobre esta intervención, destacando su potencial como estrategia terapéutica emergente y las áreas que requieren mayor investigación para su implementación clínica segura y efectiva.

Fisiopatología del síndrome de intestino irritable con predominio de diarrea:

El SII-D se caracteriza por una serie de alteraciones fisiopatológicas que contribuyen a la presentación clínica del trastorno. Una de las principales manifestaciones es la disfunción en la motilidad gastrointestinal. En los pacientes con SII-D se ha observado una aceleración del tránsito intestinal, lo cual da lugar a deposiciones más frecuentes y de consistencia blanda. Este patrón de motilidad alterada constituye una característica distintiva de este subtipo, diferenciándolo de otras variantes del síndrome del intestino irritable (5). Además, se ha documentado que hasta un 30% de los pacientes con SII-D presentan malabsorción de ácidos biliares, condición que exacerba la diarrea al estimular la motilidad colónica de manera anormal (6).

Otro componente fisiopatológico central en el SII-D es la hipersensibilidad visceral, definida como una respuesta aumentada del sistema nervioso entérico ante estímulos intestinales normales. Esta hipersensibilidad genera una percepción exacerbada del dolor abdominal y malestar, que son síntomas frecuentes en estos pacientes (6). A esta alteración se suma la disfunción del eje intestino-cerebro, un sistema de comunicación bidireccional entre el sistema nervioso central y el tracto gastrointestinal. En el SII-D, dicha disfunción se manifiesta mediante desequilibrios neuroendocrinos, entre ellos niveles anormales de cortisol y serotonina, que contribuyen a agravar la sintomatología digestiva (7).

Además de estas disfunciones neurofisiológicas, la disbiosis intestinal representa otro pilar clave en la fisiopatología del SII-D. En estos pacientes se ha observado una alteración significativa en la composición de la microbiota intestinal, lo que afecta directamente la función digestiva y la homeostasis del intestino (7; 8). La microbiota desempeña un papel crucial a través de la producción de metabolitos como los ácidos biliares secundarios y los ácidos grasos de cadena corta, los cuales participan en la modulación de la motilidad intestinal, la sensibilidad visceral y las respuestas inflamatorias locales. Alteraciones en estos metabolitos pueden influir en la aparición y severidad de los síntomas del SII-D (8).

La inflamación de bajo grado y el aumento de la permeabilidad intestinal también forman parte del proceso patológico del SII-D. Diversos estudios han mostrado que los pacientes, particularmente aquellos con sobrepeso, presentan una mayor permeabilidad en el intestino delgado, lo que facilita el paso de endotoxinas y otros agentes proinflamatorios al sistema circulatorio. Este fenómeno contribuye a una respuesta inmune local sostenida, que aunque leve, perpetúa la alteración de la función intestinal. En este contexto, intervenciones dietéticas como la dieta baja en FODMAP han demostrado beneficios al mejorar la integridad de la barrera intestinal y reducir los marcadores de inflamación, lo que se traduce en una disminución significativa de los síntomas en pacientes con SII-D (9).

Fundamentos del trasplante de microbiota fecal:

El TMF se ha consolidado como una estrategia terapéutica innovadora basada en la restauración de un ecosistema intestinal saludable mediante la transferencia de material fecal de un donante sano al tracto gastrointestinal de un receptor. Aunque su uso más reconocido es en el tratamiento de infecciones recurrentes por Clostridioides difficile, en años recientes se ha investigado su aplicación en otras patologías intestinales, como el SII-D, debido a su potencial para revertir la disbiosis, modular metabolitos clave y reducir la inflamación intestinal (10; 11).

La efectividad del TMF depende en gran medida de un proceso riguroso de selección y preparación de los donantes. Los candidatos a donantes deben cumplir estrictos criterios de salud para descartar la presencia de enfermedades infecciosas, trastornos gastrointestinales o factores de riesgo que comprometan la calidad del microbioma transferido. Una vez aprobado, el material fecal es recolectado y procesado bajo condiciones controladas para obtener una solución estandarizada que será administrada al receptor, asegurando la viabilidad de los microorganismos beneficiosos (11; 12).

En cuanto a las vías de administración, existen varias opciones adaptadas a las necesidades del paciente y al contexto clínico. La colonoscopia es una de las más utilizadas debido a su capacidad para entregar el preparado directamente en el colon, lo que mejora su efectividad clínica. Las cápsulas orales representan una alternativa menos invasiva y más conveniente, aunque su eficiencia puede depender del tránsito intestinal y la integridad del microbioma en segmentos distales del tracto gastrointestinal. Por su parte, el enema es una opción intermedia, menos invasiva que la colonoscopia pero potencialmente útil en casos seleccionados (10; 13).

El mecanismo de acción del TMF en pacientes con SII-D radica en varios efectos fisiológicos sinérgicos. En primer lugar, la introducción de una comunidad microbiana diversa contribuye a restaurar la biodiversidad intestinal, lo que es fundamental para contrarrestar la disbiosis que caracteriza a esta afección. Asimismo, el TMF modula el perfil metabólico del intestino al favorecer la producción de metabolitos beneficiosos como los ácidos grasos de cadena corta, los cuales regulan la motilidad, la sensibilidad visceral y la integridad de la barrera intestinal. Finalmente, al restablecer el equilibrio entre bacterias proinflamatorias y antiinflamatorias, el procedimiento ayuda a reducir la inflamación de bajo grado asociada al SII-D, contribuyendo así a mejorar los síntomas gastrointestinales y la calidad de vida de los pacientes (14).

Evidencia clínica del TMF en pacientes con SII-D:

La eficacia del TMF en el tratamiento del SII-D ha sido objeto de un creciente cuerpo de evidencia, que ha explorado tanto sus beneficios clínicos como sus limitaciones. Uno de los hallazgos más destacados es la mejora significativa de los síntomas en pacientes tratados con TMF. Diversos estudios han demostrado reducciones importantes en las puntuaciones del IBS Symptom Severity Score (IBS-SSS), así como mejoras en la calidad de vida medida mediante el IBS Quality of Life Score (IBS-QoL), en múltiples momentos tras la intervención. Por ejemplo, un ensayo clínico evidenció que un solo TMF mediante heces disminuyó de forma significativa las puntuaciones del IBS-SSS a los 1, 3, 6, 24 y 36 meses, además de mejorar las tasas de respuesta clínica y las puntuaciones de calidad de vida a los 3, 24 y 36 meses en comparación con el placebo (15).

La vía de administración del TMF parece desempeñar un papel determinante en su efectividad. Las vías endoscópicas, como la colonoscopia o el uso del gastroscopio, han mostrado una mayor eficacia en la reducción de los síntomas globales del SII en comparación con las cápsulas orales, las cuales no demostraron beneficios significativos en varios estudios (16; 17). Esta observación ha llevado a cuestionar la eficacia de ciertos métodos de entrega, y a enfatizar la necesidad de estandarizar los protocolos según la vía utilizada. Aunque algunos metanálisis no han encontrado una diferencia global estadísticamente significativa entre TMF y placebo, otros análisis sugieren que el modo de administración puede modificar de forma considerable los resultados clínicos, siendo la colonoscopia una opción especialmente prometedora (18; 19).

En la comparación con otras terapias, el TMF se sitúa como una alternativa con potencial, aunque aún no definitiva. Las opciones farmacológicas actuales, como la rifaximina, eluxadolina y alosetrón, han mostrado eficacia en el alivio sintomático del SII-D, con perfiles de seguridad variables. La rifaximina destaca por su buen perfil de tolerancia, mientras que el alosetrón y el ramosetrón, aunque eficaces, presentan una mayor tasa de efectos adversos (20; 21). Además, las intervenciones dietéticas han ganado protagonismo como estrategias coadyuvantes. En este sentido, la combinación del TMF con una dieta baja en FODMAP ha demostrado potenciar la eficacia del tratamiento, logrando un mejor control de los síntomas y una mayor diversidad microbiana en comparación con el uso del TMF aislado (22).

Respecto a la seguridad y tolerabilidad del TMF, los estudios actuales coinciden en que se trata de un procedimiento generalmente seguro, con efectos secundarios leves y autolimitados, como dolor abdominal, cólicos y episodios transitorios de diarrea. Las reacciones adversas graves son infrecuentes y no difieren significativamente de las reportadas con el uso de placebo (17; 23). Sin embargo, la seguridad a largo plazo del TMF continúa siendo un tema de estudio. Aunque los datos actuales no sugieren un incremento de riesgos con el tiempo, se requieren seguimientos más prolongados y sistemáticos para establecer con certeza su perfil de seguridad en el largo plazo (17).

Limitaciones y controversias:

La implementación clínica enfrenta diversas limitaciones que dificultan su estandarización y eficacia generalizada. Uno de los principales obstáculos es la marcada variabilidad entre los protocolos utilizados en los estudios clínicos. Las diferencias en aspectos fundamentales como la selección de donantes, las dosis administradas y las vías de administración generan resultados inconsistentes y reducen la comparabilidad entre investigaciones (23; 24). Esta heterogeneidad metodológica se ve agravada por la ausencia de directrices clínicas unificadas, lo que impide establecer criterios homogéneos para la evaluación de la eficacia del TMF. De hecho, las discrepancias en los diseños experimentales y en los criterios de valoración han limitado la interpretación conjunta de los hallazgos y han obstaculizado la formulación de recomendaciones clínicas claras (25).

La selección de donantes representa otro de los grandes desafíos del TMF. Aunque se reconoce que el perfil del donante influye de forma decisiva en los resultados terapéuticos, no existe un consenso respecto a las características óptimas que debe reunir. La evaluación del estado de salud general, los hábitos de vida y la composición microbiana del donante requiere un proceso exhaustivo, costoso y prolongado. Esta falta de estandarización en la elección de donantes no solo afecta la reproducibilidad de los estudios, sino que también compromete la seguridad del procedimiento (23; 26).

Desde el punto de vista de la seguridad, el TMF conlleva riesgos inherentes, principalmente asociados a la posible transferencia de patógenos. A pesar de las estrictas pruebas a las que deben someterse los donantes, persiste el riesgo de transmisión de bacterias, virus u otros agentes infecciosos, lo que exige una vigilancia continua y protocolos rigurosos de control (26; 27). Además, aunque los efectos adversos graves son poco comunes, aún existen dudas sobre la seguridad del TMF a largo plazo. La posibilidad de inducir enfermedades crónicas como consecuencia de alteraciones no previstas en el ecosistema intestinal continúa siendo motivo de preocupación, por lo que se requieren estudios con mayor tiempo de seguimiento (27).

Por último, un aspecto crucial que limita la personalización del TMF en pacientes con SII-D es la falta de biomarcadores predictivos confiables. La identificación de perfiles microbianos específicos que permitan anticipar la respuesta al tratamiento facilitaría la selección de candidatos y la optimización del procedimiento. Sin embargo, la alta variabilidad interindividual de la microbiota intestinal representa una barrera para la validación de estos biomarcadores. Esta complejidad microbiológica impide, por el momento, el diseño de tratamientos personalizados con base sólida en evidencia científica (23; 24).

Perspectivas futuras y líneas de investigación:

Han surgido nuevas perspectivas terapéuticas que apuntan a personalizar las intervenciones en función de las características individuales de cada paciente. Una de las propuestas más relevantes es el desarrollo de análogos del TMF personalizados, basados en la premisa de que los perfiles de microbiota intestinal y las interacciones microbianas varían considerablemente entre individuos. Estos enfoques permitirían diseñar tratamientos adaptados a los desequilibrios microbianos específicos de cada paciente, aumentando así las probabilidades de éxito terapéutico. En contraste, los métodos universales, que aplican una microbiota estandarizada a todos los pacientes, podrían no ser eficaces en todos los casos, ya que no abordan las necesidades particulares de cada ecosistema intestinal (28).

Ante la variabilidad inherente al TMF convencional, también se ha propuesto el uso de consorcios bacterianos definidos o microbiota sintética como una alternativa más controlada y reproducible. Estas formulaciones permitirían una mayor precisión en la selección de cepas bacterianas beneficiosas, lo que podría mejorar la consistencia de los resultados y reducir los riesgos asociados con la transferencia de microbiota compleja y desconocida, como ocurre con la materia fecal natural (28).

Además, la combinación del TMF con estrategias complementarias ha demostrado ser una vía prometedora para potenciar sus efectos. Por ejemplo, la integración del tratamiento con una dieta baja en FODMAP ha mostrado mejorar no solo el control de los síntomas, sino también la diversidad microbiana en pacientes con SII-D (22). Del mismo modo, la adición de prebióticos o simbióticos al TMF podría favorecer un entorno intestinal propicio para el establecimiento de las bacterias trasplantadas, reforzando la modulación del microbioma y mejorando los resultados clínicos (17).

La evaluación del microbioma posterior al TMF representa otro componente clave en la optimización de esta terapia. Monitorear los cambios en la composición microbiana tras la intervención permite valorar su efectividad y adaptar el tratamiento según la respuesta del paciente. Esta vigilancia microbiológica no solo facilita un enfoque más personalizado, sino que también podría ayudar a identificar patrones de éxito terapéutico (22).

Finalmente, para que estas estrategias puedan implementarse de manera eficaz y segura, resulta indispensable avanzar hacia la estandarización y regulación internacional del TMF. Esto implica establecer protocolos uniformes para la selección de donantes, la preparación del material fecal y las vías de administración, de modo que se garanticen resultados consistentes y se minimicen los riesgos en todos los contextos clínicos (23).

Conclusiones:

El síndrome de intestino irritable con predominio de diarrea es una afección multifactorial que involucra alteraciones en la motilidad intestinal, hipersensibilidad visceral, disfunciones del eje intestino-cerebro, disbiosis y permeabilidad intestinal aumentada, lo cual contribuye a una carga significativa en la calidad de vida de los pacientes y a un manejo clínico complejo.

El trasplante de microbiota fecal ha demostrado ser una alternativa terapéutica prometedora en el tratamiento del SII-D, con evidencia que respalda su eficacia para mejorar los síntomas gastrointestinales y la calidad de vida del paciente, especialmente cuando se aplica por vías más directas como la colonoscopia y se combina con intervenciones dietéticas complementarias.

A pesar de su potencial clínico, el uso generalizado del trasplante de microbiota fecal en el SII-D aún se ve limitado por la falta de protocolos estandarizados, la dificultad en la selección óptima de donantes, los riesgos asociados a la transferencia de microbiota compleja y la ausencia de biomarcadores predictivos, lo que subraya la necesidad de más investigaciones y regulaciones internacionales que garanticen su seguridad y efectividad a largo plazo.

Referencias

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Declaración de buenas prácticas:
Los autores de este manuscrito declaran que:
Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.