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Factores protectores y de riesgo en las complicaciones Cardiovasculares de los diabéticos de 40 a 79 años

perímetro de la cintura >80 cm mujeres >90cm en hombres, procedencia rural con urbanización reciente, enfermedad isquémica coronaria o vascular de origen ateroesclerótico, triglicéridos > 150mg/dl, colesterol HDL <40mg/dl, bajo peso al nacer, adultos con escolaridad menor a la educación primaria, enfermedades asociadas, síndrome de ovario poliquístico y acantosis nigricans (ALAD, 2013).

En el estudio de Framingham, reporta la probabilidad de episodios coronarios a 10 años, de entre el 5,6 y el 15% en los varones, y de 6 y el 10% en las mujeres. Con el empleo del estimador de riesgo específico para la diabetes, mientras que en el estudio de UKPDS, observaron que en los varones había un riesgo a 10 años de entre el 19 y el 38%, mientras que en las mujeres el riesgo oscilaba entre el 11 y el 28% Por lo que la prevalencia estaría entre 15.3 y 26,7 %. (Arteaga & Maiz, 2014 p.180)

Las personas diabéticas desarrollan con facilidad complicaciones cardiovasculares no necesariamente de origen ateroesclerótico (Yilmaz, Canpolat, Aydogdu, & Abboud, 2015), sino que fisiopatológicamente se inicia con la exposición crónica a la hiperglucemia, causante de la glucosilación enzimática de varias proteínas, que reactivan el oxígeno, seguido del daño de la función de las fibras contráctiles cardiacas debido al proceso de fibrosis ocasionado, provoca alteración en el trasporte de calcio aumentando la oxidación de ácidos grasos contribuyendo aún más al daño.

Siendo de vital importancia indicar que las personas con diabetes desarrollan daño cardiaco temprano cuando esta correlacionado con la Hipertensión Arterial y tardíamente con la hiperglucemia. En la diabetes mellitus la glucemia crónica es el principal factor modificable de conducir el desarrollo y progresión de las complicaciones de la diabetes tipo 1y 2. Con un manejo intensivo de la diabetes, los pacientes pueden lograr más baja la glucemia y reducir el riesgo de desarrollar complicaciones, como enfermedad grave. (Gubitosi-Klug, 2014).

Por esto entre los principales factores de riesgo cardiovasculares está el control de los valores de la glucemia pero representada como hemoglobina glicosilada y no como glucemia en ayunas ya que existen estudios en los que se indica que este valor por sí solo no es predictivo de riesgo cardiovascular (Valenzuela-García et al., 2015), la cual debe ser menor a 7% en individuos recién diagnosticados, menos de 6,5% en ancianos, y menos de 8% en pacientes que presentan comorbilidades. (González et al., 2014). Tomando en cuenta que el incremento de la hemoglobina glicosilada del 1% incrementa también el riesgo cardiovascular en un 11%. (Hinzmann, Schlaeger, & Tran, 2012)

La dislipidemia diabética, también conocida como dislipidemia aterogénica presenta una prevalencia del 50% presentándose de 2 a 3 veces más en diabéticos que en la población general y se caracteriza por la triada: triglicéridos elevados, incremento de LDL y disminución de los triglicéridos ligados a lipoproteínas de alta intensidad HDL, su presencia ocasiona un aumento el riesgo de sufrir lesión arterioesclerótico, a nivel de la pared vascular debido a la infiltración lenta y progresiva de los lípidos.

En el estudio prospectivo de Diabetes en el Reino Unido UKPDS, se considera al valor de LDL como el predictor más significativo del infarto agudo de miocardio, ya que se comprobó que con el incremento de 1 mmol/dl se incrementa hasta un 57% el riesgo coronario, de ahí el éxito de la prevención en la atención primaria en donde se tratará de manejar valores que disminuyan el riesgo así: menos de 100 mg de LDL en pacientes sin antecedentes de evento cerebro vascular anterior y 70 mg en aquellos que lo han presentado, menos de 150mg de triglicéridos, más de 40mg de HDL en hombres y más de 50mg en mujeres. (Nadal, 2013) logrado con la administración estatinas en todos los pacientes diabéticos independientemente de los valores de lípidos que presenten. (González et al., 2014)

El sobrepeso y la obesidad, tomando en cuenta que el peso corporal constituye un factor de riesgo vascular de suma importancia y más aún en el control de la atención primaria de salud definiendo como sobrepeso a la presencia del IMC entre 25 y 29 y obesidad mayor de 30, es importante indicar que casi el 80% de las personas diabéticas se correlacionan con este factor de riesgo el mismo que se incrementa si la obesidad es de tipo central, el estudio de INTERHEART identificó la distribución de la grasa central como uno del 9 principales factores de riesgo modificables que explican hasta un 90% de riesgo de infarto de miocardio. (Nadal, 2013).

En personas con diabetes la prevalencia de hipertensión arterial es de 1,5 a 3 veces mayor que en los no diabéticos con edad similar, asociación particularmente alta en países de medianos y bajos ingresos (López-Jaramillo et al., 2015) y esto se debe a la alteración de la función autonómica y el daño extenso de órganos que ocasionan la presencia de una mayor variabilidad de la tensión arterial. El riesgo de complicaciones crónicas aumenta con la duración de la hiperglucemia; suelen hacerse evidentes en el transcurso del segundo decenio de la hiperglucemia. Como la diabetes mellitus tipo 2 puede tener un periodo prolongado periodo pre clínico de hiperglucemia asintomática, muchos individuos presentan complicaciones crónicas de variada gravedad en el momento del diagnóstico (Farreras, 2008).

Entre los factores de riesgo evitable está el tabaquismo, en pacientes con diabetes que tienen mayor dependencia del tabaco tienen 3 veces más probabilidades de morir por complicaciones cardiovasculares (Nadal, 2013. p11). La American Diabetes Association enuncia que solo el hecho de fumar y ser diabético implica 14 veces más probabilidades de experimentar padecimientos cardíacos, en relación con los no diabéticos no fumadores. Como tal, esta patología, actualmente se constituye como un desafío en salud, para lo cual es necesario establecer mecanismos de prevención, que lo podemos resumir en: adecuación del ambiente al aire libre para el deporte, acceso a una alimentación saludable, acceso a agua potable, educación sobre decisiones saludables en escuelas, políticas de prevención implementadas, información accesible sobre opciones saludables (Diabetes, 2015) y destacar el papel ponderal del médico de familia en la prevención primaria, para evitar a largo plazo sus complicaciones.

Las complicaciones cardiovasculares, en los diabéticos, según las últimas estadísticas se presentan como una de las principales causas de morbilidad y mortalidad en la población diabética, ya que en estos existe de 2 a 4 veces más riesgo de lo observado en la población general existiendo leve diferencia por sexo, la enfermedad arterial coronaria es la más común y constituye el 50% de las muertes en las personas diabéticas tipo 2 y casi el 25% en el tipo 1. (Sociedad Española de Diabetes, 2010).

Razón por la que se considera a la diabetes como una patología de alto riesgo cardiovascular que se va incrementando tras los 10 años de su diagnóstico, es decir que el tiempo constituye un principal factor de riesgo cardiovascular en estos pacientes. Desde una concepción tradicional, se puede observar que “la familia ha sido el lugar primordial donde se comparten y gestionan los riesgos sociales de sus miembros” (Carbomell, 2012). Es importante admitir abiertamente a la familia como un grupo social básico creado por vínculos de parentesco, presente en todas las sociedades. Idealmente, la familia proporciona a todos sus miembros: cuidado y protección, compañía, seguridad y socialización (Ávila-Jiménez, 2013).

En toda familia existen diferentes acontecimientos que pueden afectar la funcionalidad de la familia, por lo que se necesita de diversos mecanismos de adaptación y apoyo para su recuperación, a partir de los cuales, dependerá la adecuada función familiar.

Las reacciones de la familia ante la presencia de una enfermedad dependerán de varios factores: tipo de familia, la cultura y la educación de cada miembro; del desarrollo familiar y de las ideas sobre la salud frente a enfermedades específicas y su tratamiento, lo que influye en el enfermo. Las actitudes de los parientes acerca del dolor, invalidez, régimen terapéuticos, o de una enfermedad como la diabetes, pueden establecer la reacción del paciente a sus síntomas o complicaciones (Valadez, I., Alfaro, N., Centeno, G & Cabrera, 2003). El apoyo familiar es clave en el control metabólico de la enfermedad, al proporcional un ambiente favorable para reducir el estrés y mejorar el cumplimiento del tratamiento. De acuerdo con diversos autores dicho apoyo tiene sus bases en las redes sociales, y deriva de las relaciones interpersonales familiares o de pares. Se relaciona con las funciones básicas de ayuda y ajuste a las demandas del ambiente (Valadez, I., Alfaro, N., Centeno, G & Cabrera, 2003).

La evidencia posibilita establecer que pacientes con enfermedad crónica como la diabetes, requieren de cuidados especiales y del apoyo familiar para un mejor control de esta patología.

Por consiguiente, según el estudio en pacientes con familias disfuncionales estarán más expuestos a descompensación, en un estudio con 25