Fungus ball urinario: revisión de la literatura
Autor principal: Jaime Monllau Espuis
Vol. XX; nº 24; 1136
Urinary fungus ball: literature review
Fecha de recepción: 12 de noviembre de 2025
Fecha de aceptación: 8 de diciembre de 2025
Fecha de publicación: 19 de diciembre de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 24 – Segunda quincena de Diciembre de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 24; 1136 – DOI: https://doi.org/10.64396/24-1136 – Cómo citar este artículo
Autores:
Jaime Monllau Espuis. Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España.
Amaia Arrizabalaga Solano. Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España.
Lydia García Fuentes. Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España.
Enrique Ramos Laguna. Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España.
Pablo Oteo Manjavacas. Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España.
Elena Cirac Amorós. Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España.
Miguel García Foncillas Jiménez. Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España.
Resumen
El fungus ball urinario, también conocido como bezoar fúngico o micetoma, es una entidad poco frecuente pero clínicamente relevante dentro de las infecciones del tracto urinario, especialmente en pacientes inmunocomprometidos o portadores de dispositivos urinarios permanentes. Está compuesto por hifas fúngicas, células inflamatorias y detritos necróticos, y puede provocar obstrucción urinaria e incluso sepsis en casos graves. Esta revisión analiza la literatura actual sobre fisiopatología, factores de riesgo, presentación clínica, diagnóstico y tratamiento del fungus ball urinario. Candida albicans es la especie más frecuentemente implicada, aunque las especies no albicans están en aumento. Las imágenes diagnósticas, como la ecografía y la tomografía computarizada, son fundamentales. El tratamiento combina antifúngicos sistémicos, drenaje urinario y, en ciertos casos, intervención quirúrgica. El diagnóstico precoz y un enfoque multidisciplinario son clave para evitar complicaciones y preservar la función renal.
Palabras clave
Infección del tracto urinario, fungus ball, candiduria, obstrucción urinaria, Candida albicans, tratamiento antifúngico.
Abstract
Urinary fungus balls, or fungal bezoars, are rare but clinically significant entities within the spectrum of urinary tract infections, particularly in immunocompromised patients or those with indwelling urinary devices. They are typically composed of fungal hyphae, inflammatory cells, and necrotic debris, leading to urinary obstruction and, in severe cases, sepsis. This review examines the current literature on the pathogenesis, risk factors, clinical presentation, diagnosis, and management of urinary fungus balls. Candida albicans is the most commonly implicated organism, although non-albicans species are increasingly reported. Diagnostic imaging, especially ultrasound and CT, plays a key role, while treatment includes systemic antifungal therapy, urinary drainage, and, in some cases, surgical intervention. Early diagnosis and a multidisciplinary approach are critical to prevent complications and preserve renal function.
Keywords
Urinary tract infection, fungus ball, candiduria, urinary obstruction, Candida albicans, antifungal therapy.
Introducción
El término fungus ball urinario hace referencia a la formación de masas fúngicas en el tracto urinario, una condición poco común pero potencialmente grave que puede comprometer la función renal y generar complicaciones sistémicas. Estas masas, también conocidas como bezoares fúngicos o micetomas urinarios, están compuestas típicamente por hifas fúngicas, células inflamatorias, detritos celulares necróticos y, ocasionalmente, elementos de matriz proteica. Su presentación suele asociarse a una candiduria persistente o recidivante, con tendencia a obstruir el flujo urinario y facilitar la progresión hacia cuadros sépticos si no se realiza un diagnóstico y manejo oportuno.
A pesar de que la candiduria es una condición frecuente en el contexto hospitalario, especialmente entre pacientes críticos, la formación de fungus balls representa una manifestación inusual que requiere un enfoque diagnóstico y terapéutico diferenciado. La mayoría de los casos publicados ocurren en pacientes inmunocomprometidos o con alteraciones estructurales del tracto urinario, lo que subraya la necesidad de mantener un alto índice de sospecha clínica en contextos de riesgo.
Históricamente, las primeras descripciones de fungus balls urinarios se remontan a la década de 1960, cuando se documentaron casos aislados en neonatos y en pacientes con catéteres urinarios permanentes. Desde entonces, su reconocimiento ha aumentado gracias al avance en técnicas de imagen y microbiológicas, así como a una mejor comprensión de la fisiopatología asociada a las infecciones fúngicas del sistema urinario. No obstante, sigue siendo una entidad infradiagnosticada debido a la inespecificidad de sus manifestaciones clínicas.
Esta revisión pretende ofrecer una actualización basada en la literatura reciente sobre la fisiopatología, factores predisponentes, presentación clínica, diagnóstico y manejo integral del fungus ball urinario. A través del análisis de casos clínicos y series publicadas, se busca proporcionar herramientas que permitan al clínico identificar precozmente esta complicación, establecer un tratamiento adecuado y prevenir sus consecuencias a largo plazo sobre la función renal.
Epidemiología y factores de riesgo
Constituye una patología infrecuente, cuya verdadera incidencia se desconoce debido a la escasa cantidad de publicaciones y a la frecuente subestimación del diagnóstico. Sin embargo, estudios retrospectivos y revisiones sistemáticas han identificado una mayor prevalencia en determinados grupos poblacionales, particularmente en neonatos y pacientes inmunocomprometidos, en quienes el riesgo de infección micótica invasiva es significativamente más alto.
En neonatología, se ha descrito con mayor frecuencia en prematuros extremos con bajo peso al nacer, expuestos a nutrición parenteral prolongada, antibióticos de amplio espectro y catéteres urinarios permanentes. En estos casos, la candiduria puede evolucionar rápidamente hacia la formación de micetomas que comprometen la pelvis renal y los uréteres, generando cuadros de hidronefrosis, deterioro de la función renal y signos de sepsis de origen urinario. La literatura pediátrica sugiere que hasta un 20% de los neonatos con candiduria persistente podrían desarrollar complicaciones estructurales, como fungus balls, si no se realiza un manejo precoz.
En adultos, los factores predisponentes incluyen condiciones que alteran la inmunidad celular o el vaciamiento vesical. Entre los más relevantes se encuentran:
Diabetes mellitus, especialmente cuando se asocia a mal control glucémico prolongado.
Neoplasias hematológicas o sólidas, que conllevan inmunosupresión intrínseca o inducida por quimioterapia.
Receptores de trasplantes de órganos sólidos o progenitores hematopoyéticos, en los que el uso crónico de inmunosupresores facilita la colonización y posterior invasión fúngica.
Uso prolongado de antibióticos de amplio espectro, que altera la flora bacteriana normal y favorece el sobrecrecimiento de especies fúngicas.
Instrumentación urinaria repetida o permanente, como sondas vesicales de larga duración, catéteres dobles J o nefrostomías percutáneas, que actúan como cuerpos extraños facilitando la adhesión y el desarrollo de biopelículas micóticas.
Litiasis urinaria o anomalías anatómicas del tracto urinario, que generan estasis urinaria y dificultan el aclaramiento del hongo.
La especie más frecuentemente aislada en los casos de fungus balls urinarios continúa siendo Candida albicans, aunque en las últimas décadas se ha documentado un incremento progresivo de infecciones por especies no albicans, como Candida glabrata, Candida parapsilosis, Candida tropicalis y Candida krusei. Este cambio en el perfil etiológico se ha atribuido en parte al uso cada vez más extendido de fluconazol, que puede ejercer presión selectiva sobre cepas resistentes.
La identificación precoz de estos factores de riesgo en pacientes hospitalizados o en seguimiento ambulatorio permite establecer medidas de prevención primaria y secundaria, así como instaurar una vigilancia microbiológica estrecha, especialmente en aquellos con funguria persistente o sintomática.
Patogénesis
La formación de fungus balls en el tracto urinario representa el resultado final de un proceso multifactorial que implica la interacción entre el huésped, el agente fúngico y el ambiente urinario. Este proceso suele iniciarse con la colonización del tracto urinario por levaduras del género Candida, favorecida por condiciones que alteran la inmunidad local o general y por la presencia de estructuras artificiales como catéteres urinarios, que actúan como sustrato para la adherencia y desarrollo de biofilms.
Una vez establecida la colonización, las levaduras pueden diferenciarse en formas filamentosas invasoras (hifas o seudohifas), especialmente en especies como Candida albicans y Candida tropicalis. Esta transición morfológica se asocia con una mayor capacidad para invadir tejidos y evadir la respuesta inmunitaria del huésped. A nivel urinario, las hifas pueden entrelazarse con células descamadas del epitelio, detritus necróticos, proteínas urinarias y elementos inflamatorios, formando una masa compacta que actúa como un cuerpo extraño dentro del sistema colector.
El entorno urinario puede volverse propicio para la proliferación fúngica cuando se presentan alteraciones como: estasis urinaria (por obstrucción o disfunción vesical), glucosuria persistente (en pacientes con diabetes mellitus mal controlada, que proporciona un sustrato energético), alteraciones del pH urinario o inmunosupresión local (infecciones previas, manipulación instrumental o alteración de la microbiota).
Una vez formado, el fungus ball puede comportarse como un tapón que obstruye total o parcialmente el flujo urinario, provocando cuadros de hidronefrosis, infecciones urinarias a repetición, y en casos más graves, diseminación hematógena con evolución hacia sepsis fúngica. Las localizaciones más frecuentes son la pelvis renal y los uréteres proximales, aunque también se han descrito micetomas a nivel vesical y uretral.
En modelos experimentales se ha observado que la composición del fungus ball varía según la especie de Candida, siendo más densos y resistentes aquellos formados por C. glabrata o C. krusei, los cuales tienden a formar biopelículas más compactas y menos susceptibles a antifúngicos convencionales. Este fenómeno dificulta su erradicación, requiriendo a menudo tratamientos combinados o incluso intervenciones quirúrgicas para su resolución completa.
El reconocimiento temprano del mecanismo fisiopatológico permite no solo orientar el diagnóstico, sino también establecer estrategias terapéuticas más efectivas, especialmente en pacientes con factores de riesgo persistentes o con antecedentes de candiduria recurrente.
Manifestaciones clínicas
Las manifestaciones clínicas son, en su mayoría, inespecíficas, lo que puede dificultar su identificación precoz y contribuir al retraso diagnóstico. Los síntomas pueden variar en intensidad y forma de presentación, dependiendo de la localización del micetoma, el grado de obstrucción urinaria, y la respuesta inflamatoria del huésped.
Entre los síntomas más frecuentes se encuentran: fiebre, dolor en el flanco, disuria, hematuria y signos de obstrucción urinaria.
En neonatos y lactantes, los signos clínicos pueden ser aún más sutiles e inespecíficos, incluyendo intolerancia alimentaria, letargia, fiebre sin foco, masa abdominal palpable o incluso hipertensión arterial de inicio brusco. En algunos casos, el deterioro progresivo de la función renal puede ser la primera manifestación detectable.
Desde el punto de vista clínico, es importante mantener una alta sospecha en pacientes con candiduria persistente o recurrente, especialmente si presentan signos de obstrucción urinaria o respuesta inflamatoria sistémica. La presencia de una masa micótica puede actuar como reservorio de infección, perpetuando el cuadro clínico pese al uso de antifúngicos sistémicos.
Un elemento clave en la sospecha diagnóstica es la falta de respuesta clínica adecuada al tratamiento antifúngico, situación que debe alertar al clínico sobre la posibilidad de una causa obstructiva subyacente. En este contexto, las pruebas de imagen juegan un rol fundamental para confirmar el diagnóstico y orientar el tratamiento.
Diagnóstico
Aunque se trata de una entidad infrecuente la identificación precoz es fundamental para evitar complicaciones potencialmente graves, como la obstrucción urinaria completa o sepsis. El diagnóstico requiere una valoración clínica cuidadosa, apoyada por estudios microbiológicos y pruebas de imagen. Deberá sospecharse en pacientes con los factores de riesgo que presente funguria persistente a pesar de tratamiento antifúngicos, con fiebre o febrícula persistentes y obstrucción urinaria. El diagnóstico requiere una combinación de hallazgos clínicos, microbiológicos y de imágenes. En neonatos sospecharemos ante la aparición súbita de HTA, masa renal o deterioro súbito de la función renal.
Es importante destacar que no existen signos clínicos ni radiológicos patognomónicos de esta entidad y las imágenes por lo que el enfoque diagnóstico debe ser sistemático y apoyarse en una sospecha clínica elevada. Para establecer el diagnóstico no es necesaria la visualización directa de la lesión mediante ureteroscopia, aunque sí deberemos apoyarnos en pruebas de imagen.
La ecografía suele ser la primera herramienta diagnóstica; puede mostrar una masa intraluminal de aspecto heterogéneo, generalmente hipoecogénica. La tomografía computarizada (TC) suele mostrar una masa de densidad intermedia o heterogénea en la vía urinaria; en algunos casos, se observan zonas de gas o calcificación dentro del micetoma. La opacificación de la vía urinaria con contraste, ya sea con TC o pielografía, puede ayudar a identificar defectos de repleción en la vía urinaria. Los defectos de repleción pueden confundirse con coágulos, cálculos urinarios de baja densidad, burbujas de aire, restos inflamatorios o carcinoma de células transicionales.
Tratamiento
El tratamiento debe ser individualizado y habitualmente requiere la combinación de tratamientos sistémicos y locales.
Terapia antifúngica sistémica
La elección del agente depende de la especie de Cándida identificada y de la sensibilidad antifúngica. Los antifúngicos más frecuentes empleados son el Fluconazol o la Anfotericina B, ambos tienen buena difusión en orina, sin embargo, la anfotericina B es más nefrotóxica (por acción directa en los túbulos proximales). Por ello, dado que la Cándida albicans suele ser intrínsecamente sensible al Fluconazol, suele ser de elección el fluconazol. Se emplean pautas de entre 7-14 días, pudiendo prolongarse según la respuesta.
Derivación urinaria
Mediante catéter ureteral o nefrostomía. La colocación de ambos dispositivos o 2 nefrostomías permite, además, administrar una irrigación continua de antifúngico directamente sobre la vía. Los agentes más empleados también son el Fluconazol (300mg en 500mL de SF) y la Anfotericina B liposomal (50mg en 1L de agua destilada); se suelen emplear en irrigación continua a una velocidad de unos 30-40mL/h durante unos 7 días. También hay descritas irrigaciones con Caspofungina.
Drenaje quirúrgico
Extracción la masa mediante cirugía endoscópica: ureterorrenosocopia flexible (RIRS) o nefrolitotomía percutánea (NLP). Se practicará en los casos que no respondan a las medidas anteriores.
Prevención
La prevención de los fungus balls urinarios se centra en: minimizar los factores de riesgo predisponentes, esto incluye el uso juicioso de antibióticos, la gestión adecuada de dispositivos urinarios y el control óptimo de condiciones subyacentes; y en la detección precoz.
Conclusión
El fungus ball urinario constituye una manifestación infrecuente pero clínicamente relevante dentro del espectro de las infecciones fúngicas del tracto urinario. Aunque su incidencia global es baja, su presencia se asocia con una elevada morbilidad, especialmente en pacientes con factores de riesgo como inmunosupresión, instrumentación urológica prolongada y hospitalización en unidades de cuidados intensivos.
El carácter inespecífico de sus manifestaciones clínicas, sumado a la ausencia de signos patognomónicos en las pruebas complementarias, exige un alto grado de sospecha clínica. La candiduria persistente, en particular cuando no responde a tratamiento antifúngico convencional, debe motivar una evaluación detallada mediante estudios de imagen para descartar la presencia de micetomas.
El abordaje terapéutico requiere una estrategia combinada y escalonada, que incluye tratamiento antifúngico sistémico, derivación urinaria para garantizar el drenaje, irrigación local de antifúngicos en casos seleccionados, y, en determinadas circunstancias, intervención quirúrgica para la extracción de la masa fúngica. La elección del tratamiento debe adaptarse al contexto clínico y a la especie fúngica implicada, valorando siempre el estado general del paciente y la función renal.
Asimismo, la implementación de medidas preventivas constituye una herramienta fundamental para reducir la aparición de estas complicaciones. El control adecuado de los factores predisponentes, la utilización racional de dispositivos urinarios y antibióticos, y la vigilancia microbiológica estrecha son pilares esenciales en este sentido.
En definitiva, el fungus ball urinario constituye una entidad clínica que, aunque infrecuente, debe ser tenida en cuenta por los profesionales sanitarios, dado que un abordaje multidisciplinar y precoz puede marcar la diferencia entre la recuperación funcional y la aparición de complicaciones graves. La continua investigación en este ámbito es necesaria para perfeccionar las estrategias diagnósticas y terapéuticas, especialmente ante la creciente aparición de especies de Candida no albicans con menor sensibilidad antifúngica.
Bibliografía
- Chew KKY, Kas M, Mancuso P. Urinary Tract Obstruction Secondary to Fungal Balls: A Systematic Review. Soc Int Urol J. 2024;5(3):227-236.
- Praz V, Burruni R, Meid F, et al. Fungus ball in the urinary tract: A rare entity. Can Urol Assoc J. 2014;8(1-2):E115-E118.
- Jegannathan D, Ramanathan K. Renal fungal ball—two case reports and review of literature. BJR Case Rep. 2016;2(2):20150292.
- Lechmiannandan S, Goh EH, Teoh BW, Git KA. A Rare Case of Fungus Balls of the Urinary Bladder Due to Candida Tropicalis. UroToday Int J. 2012;5(4):art 30.
- Wang L, Ji X, Sun G-F, et al. Fungus ball and emphysematous cystitis secondary to Candida tropicalis: a case report. Can Urol Assoc J. 2015;9.
- Abdeljaleel OA, Alnadhari I, Mahmoud S, Khachatryan G, Salah M, Ali O, Shamsodini A. Treatment of renal fungal ball with fluconazole instillation through a nephrostomy tube: case report and literature review. Am J Case Rep. 2018 Oct 4;19:1179-1183. doi: 10.12659/AJCR.911113. PMID: 30282963; PMCID: PMC6180954.
- Burgués Gasión J.P., Alapont Alacreu J.M., Oliver Amorós F., Benedicto Redón A., Boronat Tormo F., Jiménez Cruz J.F. Fungus ball pieloureteral en pacientes con litiasis urinaria. Tratamiento con ureterorenoscopia. Actas Urol Esp. 2003;27(1):12-16.
Declaración de buenas prácticas:
Los autores de este manuscrito declaran que:
Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses.
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.