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Gastrectomía laparoscópica en el tratamiento del cáncer gástrico temprano: Resultados a corto y largo plazo

Gastrectomía laparoscópica en el tratamiento del cáncer gástrico temprano: Resultados a corto y largo plazo

Autora principal: Daniela Neira Montero

Vol. XX; nº 11; 590

Laparoscopic gastrectomy in the treatment of early gastric cancer: Short- and long-term results

Fecha de recepción: 25 de abril de 2025
Fecha de aceptación: 4 de junio de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 11 – Primera quincena de Junio de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 11; 590

Autores:

Daniela Neira Montero, Médico general, Investigadora Independiente. San José, Costa Rica. ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0189-3085 Código Médico: 19171
Melanny Delgado Benítez, Médico General, en Hospital Monseñor Sanabria Martínez. Puntarenas, Costa Rica. ORCID: https://orcid.org/0009-0008-0569-6410 Código Medico: 18986
Gerardo Andrés Miranda Mora, Médico General, en Centro Nacional de Rehabilitación. San José, Costa Rica. ORCID: https://orcid.org/0009-0005-2480-2731 Código Médico: 16941
María Daniela González Mejías, Médico General, Investigadora Independiente. San José, Costa Rica. ORCID: https://orcid.org/0009-0009-3929-1128 Código Medico: 18382
José Agustín Matamoros Bustamante, Médico General, en Hospital San Juan de Dios, San José. Costa Rica. ORCID: https://orcid.org/0009-0008-9777-5297 Código Medico: 13058

Resumen:

El cáncer gástrico temprano se define como aquel que permanece confinado a la mucosa o submucosa gástrica, sin importar el compromiso ganglionar. Esta etapa representa una oportunidad clave para un tratamiento eficaz, particularmente mediante estrategias mínimamente invasivas. La detección temprana es esencial, y la endoscopia digestiva alta, junto con técnicas como la cromoendoscopia y la endosonografía, ha demostrado ser fundamental en la identificación precisa de estas lesiones. En función de la profundidad tumoral y la afectación ganglionar, se seleccionan tratamientos como la resección endoscópica o la gastrectomía quirúrgica.

Dentro de estas opciones, la gastrectomía laparoscópica ha emergido como una alternativa sólida frente a la cirugía abierta tradicional. Aunque el tiempo operatorio suele ser mayor, este enfoque ofrece ventajas relevantes: menor pérdida de sangre, recuperación gastrointestinal más rápida, estancias hospitalarias más cortas y menos dolor postoperatorio. Además, los resultados oncológicos en términos de márgenes quirúrgicos y disección ganglionar son comparables, e incluso superiores en algunos estudios. En cuanto a la supervivencia, los datos muestran tasas similares entre cirugía abierta y laparoscópica, e incluso mejores resultados en ciertas poblaciones bien seleccionadas.

A largo plazo, la gastrectomía laparoscópica también ha demostrado beneficios en la calidad de vida del paciente, con una recuperación más rápida y una menor tasa de complicaciones. Factores como la edad, el estado funcional, el tipo histológico y la extensión tumoral guían la selección de pacientes. Así, la laparoscopía representa una herramienta quirúrgica efectiva, segura y alineada con los principios de oncología moderna y cirugía mínimamente invasiva.

Palabras clave:

Laparoscopía, linfadenectomía, resección, anastomosis, ganglios, invasividad.

Abstract:

Early gastric cancer is defined as cancer that remains confined to the gastric mucosa or submucosa, regardless of lymph node involvement. This stage represents a key opportunity for effective treatment, particularly through minimally invasive strategies. Early detection is essential, and upper gastrointestinal endoscopy, along with techniques such as chromoendoscopy and endosonography, has proven instrumental in accurately identifying these lesions. Treatments such as endoscopic resection or surgical gastrectomy are selected based on tumor depth and lymph node involvement.

Among these options, laparoscopic gastrectomy has emerged as a solid alternative to traditional open surgery. Although the operative time is generally longer, this approach offers significant advantages: less blood loss, faster gastrointestinal recovery, shorter hospital stays, and less postoperative pain. Furthermore, oncological outcomes in terms of surgical margins and lymph node dissection are comparable, and even superior in some studies. Regarding survival, data show similar rates between open and laparoscopic surgery, and even better results in certain well-selected populations.

In the long term, laparoscopic gastrectomy has also demonstrated benefits in patient quality of life, with faster recovery and a lower complication rate. Factors such as age, functional status, histological type, and tumor extension guide patient selection. Thus, laparoscopy represents an effective and safe surgical tool aligned with the principles of modern oncology and minimally invasive surgery.

Keywords:

Laparoscopy, lymphadenectomy, resection, anastomosis, lymph nodes, invasiveness.

Introducción:

La gastrectomía laparoscópica ha emergido como una innovación trascendental en el tratamiento del cáncer gástrico temprano, al ofrecer una alternativa mínimamente invasiva frente a la cirugía abierta tradicional. Su aplicación ha cobrado especial relevancia en el contexto de tumores en estadio temprano, donde el objetivo principal no solo es la resección oncológica eficaz, sino también la minimización de complicaciones postoperatorias y la mejora en la calidad de vida del paciente. La detección precoz del cáncer gástrico se asocia a una supervivencia considerablemente mayor, por lo que resulta lógico que los enfoques quirúrgicos menos agresivos como la gastrectomía laparoscópica sean cada vez más valorados como opciones de tratamiento inicial. En este sentido, el presente análisis tiene como propósito revisar y conectar los principales beneficios y limitaciones de esta técnica quirúrgica en el marco del cáncer gástrico en estadio temprano (1; 2).

Entre las ventajas más notables de la gastrectomía laparoscópica destaca la significativa reducción en la pérdida de sangre durante la cirugía, así como la disminución en el tiempo de hospitalización. Estas mejoras contribuyen directamente a una recuperación más rápida del paciente y a una menor incidencia de morbilidad postoperatoria en comparación con la cirugía abierta, como han evidenciado diversos estudios recientes (1; 2). Asimismo, desde el punto de vista oncológico, los resultados de la laparoscopía no presentan desventajas frente a la técnica abierta: las tasas de recurrencia, la supervivencia global y la resección con márgenes libres de tumor son comparables, lo que sustenta su uso como una alternativa segura y eficaz (2; 3).

Otro aspecto a considerar es la mejora en la calidad de vida postoperatoria. Al tratarse de una técnica menos invasiva, la laparoscopía permite una preservación funcional más adecuada del estómago. Procedimientos como la gastrectomía proximal o la preservación del píloro han demostrado beneficios importantes en términos de mantenimiento del tránsito intestinal, reducción de síntomas digestivos postquirúrgicos y una mayor satisfacción del paciente. Este impacto positivo en la funcionalidad gástrica influye directamente en la reintegración del paciente a sus actividades cotidianas y en su bienestar general tras la cirugía (4).

Sin embargo, no todo son ventajas, y es necesario reconocer algunas limitaciones inherentes al procedimiento. Una de las principales desventajas identificadas es el mayor tiempo quirúrgico requerido para realizar la gastrectomía laparoscópica. Esta diferencia en duración puede representar una dificultad operativa significativa, sobre todo en centros con recursos limitados o con alta carga quirúrgica (1; 3). A esto se suma la complejidad técnica del procedimiento, que demanda habilidades quirúrgicas avanzadas y una amplia experiencia en laparoscopía oncológica. Esta exigencia limita su disponibilidad en ciertos contextos hospitalarios o geográficos donde no se cuenta con equipos altamente entrenados (1).

Además, existe una variabilidad considerable en los resultados postoperatorios, atribuible a múltiples factores. La experiencia del cirujano, la selección adecuada de los pacientes, el tipo de resección practicada y la extensión de la linfadenectomía son elementos que pueden influir en los desenlaces clínicos. Por ello, se requiere una planificación quirúrgica cuidadosa y una evaluación individualizada de cada caso para maximizar los beneficios de esta técnica y reducir los riesgos asociados (1; 2).

El objetivo de este artículo es analizar de manera integral los beneficios, limitaciones y resultados oncológicos de la gastrectomía laparoscópica en el tratamiento del cáncer gástrico temprano, con el fin de evaluar su eficacia a corto y largo plazo. A través de una revisión crítica de la evidencia científica actual, se busca esclarecer el papel de esta técnica mínimamente invasiva en la reducción de la morbilidad postoperatoria, la mejora de la calidad de vida y la preservación de la eficacia oncológica, así como identificar los principales desafíos técnicos y clínicos asociados a su implementación.

Metodología:

Para el desarrollo de esta investigación sobre los resultados a corto y largo plazo de la gastrectomía laparoscópica en el tratamiento del cáncer gástrico temprano, se llevó a cabo una revisión bibliográfica exhaustiva con el objetivo de analizar la eficacia oncológica, los beneficios clínicos inmediatos, las limitaciones técnicas y los efectos sobre la calidad de vida de los pacientes sometidos a esta intervención. Esta revisión se centró en aspectos clave como la reducción de la morbilidad postoperatoria, la recuperación funcional, las tasas de recurrencia y supervivencia, y la comparación entre cirugía laparoscópica y cirugía abierta en términos de resultados clínicos y quirúrgicos.

Para garantizar la calidad y relevancia de la información recopilada, se consultaron bases de datos científicas ampliamente reconocidas, como PubMed, Scopus y Web ofScience, seleccionadas por su cobertura especializada en temas de oncología, cirugía digestiva y gastroenterología. Se establecieron criterios estrictos de inclusión y exclusión. Se incluyeron estudios publicados entre 2020 y 2025, en inglés o español, que abordaran específicamente la gastrectomía laparoscópica en el contexto del cáncer gástrico temprano, reportando resultados cuantitativos sobre recuperación, complicaciones, recurrencia tumoral y supervivencia. Se excluyeron artículos duplicados, estudios con datos incompletos o aquellos sin revisión por pares.

La búsqueda inicial permitió identificar 20 fuentes relevantes, entre las cuales se incluyeron ensayos clínicos, metaanálisis, revisiones sistemáticas y estudios observacionales de cohortes quirúrgicas. A partir de estas fuentes, se realizó un análisis cualitativo y comparativo de los hallazgos, que fueron organizados en categorías temáticas relacionadas con los beneficios clínicos, los desafíos técnicos, la calidad de vida postoperatoria y los resultados oncológicos a largo plazo. Este enfoque permitió construir una visión crítica y actualizada sobre el papel de la gastrectomía laparoscópica en la gestión del cáncer gástrico temprano, subrayando su relevancia como opción terapéutica mínimamente invasiva y eficaz.

Cáncer gástrico temprano: características clínicas y diagnóstico:

El cáncer gástrico temprano (CGT) se define como una neoplasia maligna que se encuentra confinada a las capas más superficiales de la pared gástrica, es decir, la mucosa o la submucosa, independientemente de la presencia o ausencia de metástasis en los ganglios linfáticos regionales (5; 6). Esta definición subraya la importancia del diagnóstico precoz, ya que incluso lesiones con afectación ganglionar pueden ser tratadas eficazmente si se identifican en fases tempranas. Para clasificar estas lesiones, se emplean dos sistemas ampliamente aceptados: la clasificación histopatológica de Viena y la clasificación endoscópica de París. Ambas guías permiten una evaluación estructurada de las características morfológicas del tumor, ayudando a determinar su grado de malignidad y el abordaje terapéutico más adecuado (6).

Desde el punto de vista diagnóstico, la endoscopia digestiva alta constituye la piedra angular para la detección del CGT. Herramientas como la endoscopia con magnificación y la cromoendoscopia han demostrado mejorar de forma significativa la precisión en la identificación de lesiones sospechosas (5; 7). Estas técnicas permiten visualizar irregularidades sutiles en el patrón de la mucosa, como alteraciones del color o de la arquitectura superficial, lo que facilita la detección de neoplasias incipientes. Además, se han desarrollado modalidades más avanzadas, como la endosonografía y la endocitoscopia, las cuales posibilitan una evaluación histológica in vivo. Sin embargo, su disponibilidad está limitada a centros altamente especializados, lo que restringe su uso en la práctica clínica cotidiana (7).

Con el fin de optimizar la detección del CGT en poblaciones de riesgo, se ha propuesto la utilización de pruebas serológicas como herramienta de cribado complementaria. En particular, la medición de los niveles séricos de pepsinógeno y de los anticuerpos IgG contra Helicobacter pylori puede contribuir a la estratificación del riesgo y mejorar la rentabilidad del tamizaje endoscópico, sobre todo en países con alta prevalencia de esta infección. Esta estrategia permite priorizar a los pacientes que presentan mayor probabilidad de presentar lesiones premalignas o malignas para su evaluación endoscópica temprana (7).

Una vez identificada una lesión sospechosa, la clasificación y estadificación adecuadas son fundamentales para decidir el tratamiento más apropiado. Esta evaluación implica determinar la profundidad de la invasión tumoral y la probabilidad de afectación ganglionar, ya que ambos factores condicionan las opciones terapéuticas disponibles (6; 8). En este sentido, la resección endoscópica ha ganado protagonismo como tratamiento curativo para ciertos casos de CGT sin afectación ganglionar, gracias a su naturaleza mínimamente invasiva y a los buenos resultados oncológicos que ofrece. Los criterios de resección se agrupan en indicaciones absolutas, ampliadas y relativas, según el riesgo estimado de metástasis en los ganglios linfáticos y la viabilidad técnica del procedimiento endoscópico (7).

A pesar del avance de las técnicas endoscópicas en Asia, especialmente en Japón y Corea del Sur, en los países occidentales se sigue favoreciendo la resección quirúrgica con linfadenectomía D2 como tratamiento de elección. Esta diferencia se debe, en parte, a la menor prevalencia de CGT en estadios detectables precozmente en dichas regiones, así como a una cultura médica distinta en cuanto al tamizaje y a las prácticas quirúrgicas tradicionales (6).

Fundamentos de la gastrectomía laparoscópica:

La gastrectomía laparoscópica ha revolucionado el tratamiento quirúrgico del cáncer gástrico temprano al ofrecer una alternativa mínimamente invasiva frente a la cirugía abierta convencional. Existen varios tipos de gastrectomía laparoscópica, entre los cuales destacan la gastrectomía subtotal y la gastrectomía total. La gastrectomía subtotal se emplea habitualmente cuando el tumor está localizado en la porción distal del estómago. En este procedimiento, se extirpa una parte del estómago, preservando una porción significativa del órgano, lo que facilita la reconstrucción del tracto digestivo y mejora la calidad de vida postoperatoria del paciente. Por otro lado, la gastrectomía total implica la resección completa del estómago, siendo el procedimiento de elección cuando los tumores se sitúan en la región proximal o cuando presentan una extensión mayor. Esta cirugía requiere una reconstrucción más compleja y se asocia a una mayor alteración funcional, aunque puede ser indispensable para lograr márgenes oncológicos adecuados (9).

En comparación con la gastrectomía abierta, la técnica laparoscópica presenta ventajas claras desde el punto de vista quirúrgico y del paciente. Al tratarse de un abordaje menos invasivo, se utilizan incisiones más pequeñas, lo que se traduce en una menor pérdida de sangre intraoperatoria, una recuperación más rápida de la motilidad intestinal y una reducción significativa del dolor postoperatorio (1). Estas ventajas han sido corroboradas por múltiples estudios, los cuales muestran que los pacientes sometidos a gastrectomía laparoscópica tienen estancias hospitalarias más cortas y presentan tasas más bajas de complicaciones posoperatorias, tales como infecciones de herida, íleo paralítico o neumonía (10; 11).

En lo que respecta a los resultados oncológicos, la evidencia sugiere que la gastrectomía laparoscópica no compromete la eficacia del tratamiento quirúrgico. Diversos estudios han demostrado que este enfoque permite obtener márgenes de resección adecuados y un número comparable, e incluso superior, de ganglios linfáticos extraídos respecto a la cirugía abierta. Este dato es relevante, ya que la resección ganglionar completa es un componente crítico en la estadificación y tratamiento del cáncer gástrico. Por tanto, la laparoscopía ofrece no solo ventajas funcionales y estéticas, sino también un rendimiento oncológico que no difiere significativamente del abordaje tradicional (4; 11).

En cuanto a la supervivencia, las tasas a largo plazo han mostrado ser equivalentes entre ambas técnicas. Algunos estudios incluso reportan una mejora en la supervivencia global en los pacientes que se someten a la gastrectomía laparoscópica, aunque estos resultados deben interpretarse con cautela, ya que pueden estar influenciados por una mejor selección de pacientes o por centros quirúrgicos con alta experiencia en esta técnica. No obstante, estas observaciones refuerzan la idea de que la gastrectomía laparoscópica constituye una alternativa segura y eficaz para el tratamiento del cáncer gástrico temprano, siempre que sea realizada por cirujanos con la capacitación y experiencia adecuadas. La combinación de resultados clínicos favorables, eficacia oncológica comparable y recuperación más rápida posiciona a la cirugía laparoscópica como un pilar fundamental en el manejo contemporáneo de esta enfermedad (4).

Resultados a corto plazo:

La duración quirúrgica es uno de los factores que tradicionalmente se ha considerado una limitación de la gastrectomía laparoscópica en comparación con la cirugía abierta. Diversos estudios han documentado que el abordaje laparoscópico tiende a prolongar el tiempo operatorio, atribuible en gran medida a la mayor complejidad técnica del procedimiento y al tiempo requerido para la manipulación delicada del instrumental en un campo quirúrgico reducido. Por ejemplo, se ha reportado que la duración media de una gastrectomía laparoscópica es de aproximadamente 253 minutos, en contraste con los 210 minutos necesarios en promedio para una cirugía abierta convencional (12).

No obstante, este incremento en el tiempo operatorio no se traduce en un mayor riesgo intraoperatorio, y se ha visto compensado por otros beneficios relevantes del enfoque mínimamente invasivo, como la reducción de la pérdida sanguínea. Los procedimientos laparoscópicos permiten una visualización más precisa de las estructuras vasculares y un control más efectivo del sangrado, lo que se traduce en menores requerimientos de transfusión y una recuperación más estable. En este sentido, se ha reportado una pérdida media de sangre de 180 ml durante la gastrectomía laparoscópica, en comparación con 320 ml en la cirugía abierta. Además, otro estudio observó que la gastrectomía total totalmente laparoscópica produce incluso menos pérdida sanguínea que la gastrectomía total asistida por laparoscopia (13; 14).

El tiempo de recuperación posoperatoria también favorece significativamente al abordaje laparoscópico. Uno de los indicadores más relevantes para medir este aspecto es la duración de la estancia hospitalaria, la cual ha demostrado ser más corta en pacientes sometidos a cirugía laparoscópica. Por ejemplo, se ha reportado una estancia media de 8 días para quienes recibieron cirugía laparoscópica, en comparación con 10 días para quienes fueron intervenidos mediante cirugía abierta. Asimismo, se ha documentado que los pacientes tratados con laparoscopía reanudan la ingesta oral aproximadamente un día antes que los operados con cirugía abierta, lo cual indica una recuperación gastrointestinal más rápida (12; 14).

Respecto a las complicaciones tempranas, las diferencias entre ambos enfoques son sutiles, pero relevantes en ciertos contextos clínicos. Aunque la tasa global de complicaciones postoperatorias es comparable entre la gastrectomía laparoscópica y la abierta, algunos estudios han reportado una ligera mayor incidencia de fugas anastomóticas en el grupo laparoscópico, con un 2,9% frente al 1,7% en la cirugía abierta. A pesar de esta diferencia, las complicaciones globales no difieren de forma significativa, lo que sugiere que una correcta técnica quirúrgica y selección del paciente puede mitigar estos riesgos (3; 12; 14).

Finalmente, uno de los argumentos más sólidos a favor de la gastrectomía laparoscópica es su impacto positivo en la calidad de vida durante el postoperatorio inmediato. Gracias a la menor agresión quirúrgica, los pacientes experimentan menos dolor, requieren menos analgésicos y retoman con mayor rapidez sus actividades cotidianas. Estos beneficios no solo acortan el tiempo de recuperación física, sino que también mejoran la experiencia subjetiva del paciente, traduciéndose en una mejor percepción general del tratamiento recibido (3).

Resultados a largo plazo:

La gastrectomía laparoscópica (LG) ha demostrado ser una alternativa eficaz y segura frente a la gastrectomía abierta (GA) en el tratamiento del cáncer gástrico temprano, especialmente en lo que respecta a los desenlaces oncológicos a mediano y largo plazo. Los estudios clínicos comparativos han mostrado que tanto la LG como la GA ofrecen tasas de supervivencia global y libre de enfermedad similares. En particular, las tasas de supervivencia sin enfermedad a los tres años para la LG y la cirugía robótica (RG) rondan el 80%, mientras que la supervivencia global se sitúa en torno al 82% para ambos enfoques, lo que indica una eficacia oncológica comparable en este periodo de seguimiento (15).

Estos hallazgos han sido respaldados por metanálisis recientes que consolidan la evidencia en diferentes contextos clínicos. Un metanálisis relevante concluyó que las tasas de supervivencia global a cinco años, así como las tasas de supervivencia libre de enfermedad, no presentan diferencias estadísticamente significativas entre la LG y la GA, con un cociente de riesgo cercano a 1. Esta evidencia fortalece la posición de la gastrectomía laparoscópica como una opción terapéutica válida, incluso en los análisis a largo plazo (16).

En lo que respecta a las tasas de recaída y los patrones de recurrencia, los estudios disponibles indican que la incidencia acumulada de recurrencia a tres años es similar entre la LG y la RG, con una tasa promedio cercana al 20%. Además, al evaluar casos específicos como el adenocarcinoma de Siewert tipo II/III, se ha comprobado que tanto la tasa de recidiva como sus patrones anatómicos de presentación a cinco años no difieren significativamente entre ambas técnicas quirúrgicas, lo cual subraya la equivalencia en términos de control tumoral local y sistémico (15; 17).

En cuanto al estado funcional y nutricional posterior a la intervención quirúrgica, la LG parece ofrecer ventajas significativas sobre la GA. Los pacientes sometidos a LG tienden a presentar una recuperación más rápida de la función gastrointestinal, con tiempos más breves hasta la primera deambulación y emisión de flato. Este retorno más ágil de la actividad intestinal se asocia con una recuperación general más rápida y menor disconfort postoperatorio. Aunque los resultados nutricionales a largo plazo no se describen en detalle en todos los estudios, la evidencia disponible sugiere que la LG no compromete la ingesta ni la absorción nutricional de manera significativa (16).

Finalmente, la calidad de vida a largo plazo constituye uno de los aspectos más valorados por los pacientes, y en este ámbito la LG también parece ofrecer beneficios. Diversos estudios han señalado que la menor tasa de complicaciones postoperatorias y el ritmo acelerado de recuperación observado en la LG contribuyen positivamente a una mejor percepción de bienestar. Además, el logro de los llamados «resultados de libros de texto» (TO) en LG, que incluyen criterios como la recuperación sin eventos adversos mayores, la estancia hospitalaria corta y la adecuada disección de ganglios linfáticos, se ha correlacionado con una mejor supervivencia a largo plazo. Esta relación sugiere que una buena evolución clínica inicial puede traducirse en una mayor calidad de vida sostenida en el tiempo (16; 17).

Comparación con otras modalidades terapéuticas:

La comparación entre la LG y la GA ha sido objeto de múltiples estudios que analizan sus diferencias en cuanto a tiempo operatorio, recuperación, complicaciones y desenlaces oncológicos. Si bien la LG suele requerir un tiempo quirúrgico más prolongado, esta desventaja se ve compensada por beneficios postoperatorios significativos. En general, la LG se asocia con una menor pérdida de sangre durante la intervención, una reducción en el uso de analgésicos y una recuperación más rápida, que incluye una estancia hospitalaria más corta y una reanudación más temprana de la ingesta oral. Estas ventajas contribuyen a una recuperación integral más eficiente para los pacientes sometidos a cirugía por cáncer gástrico temprano (1; 3).

En términos de complicaciones postoperatorias, la LG ha demostrado tasas globales ligeramente inferiores en comparación con la GA, especialmente en lo que respecta a eventos menores. No obstante, cuando se analizan las complicaciones graves y la mortalidad perioperatoria, los resultados entre ambas técnicas son comparables, lo que confirma la seguridad del abordaje laparoscópico incluso en manos de cirujanos con experiencia moderada. Estos hallazgos refuerzan el perfil favorable de la LG desde el punto de vista de la morbilidad quirúrgica (16).

Con respecto a los resultados de supervivencia, la LG ha mostrado ventajas en algunos contextos clínicos específicos. En particular, se ha observado una mejora en las tasas de supervivencia general y una menor mortalidad a los 90 días en pacientes con cáncer gástrico avanzado que fueron tratados mediante técnicas mínimamente invasivas. Estos beneficios podrían estar relacionados con la reducción del trauma quirúrgico y la aceleración del proceso de recuperación postoperatoria, elementos que influyen directamente en la evolución clínica de los pacientes (4; 18).

Por otro lado, al comparar la LG con las técnicas de resección endoscópica como la mucosectomía endoscópica y la disección submucosa endoscópica, también se evidencian diferencias importantes. La LG es más adecuada para el tratamiento del cáncer gástrico en estadio temprano, especialmente cuando se requiere una resección más extensa o existe sospecha de afectación ganglionar. En contraste, la mucosectomía endoscópica y la disección submucosa endoscópica están generalmente indicadas para cánceres en estadio muy temprano, debido a sus limitaciones en cuanto a profundidad de resección y posibilidad de linfadenectomía (1).

En ese sentido, la LG ofrece una ventaja significativa sobre las técnicas endoscópicas al permitir no solo la resección del tumor primario, sino también una linfadenectomía sistemática. Este enfoque resulta particularmente beneficioso en aquellos casos en que se necesita una evaluación más precisa del estado ganglionar o una resección más radical por la ubicación o extensión del tumor. Por tanto, la LG se posiciona como la opción preferente en situaciones donde la seguridad oncológica exige una intervención más integral (18).

La selección de la gastrectomía laparoscópica como modalidad quirúrgica depende de varios criterios clínicos y técnicos. En primer lugar, el estadio del cáncer es determinante: la LG se recomienda principalmente para el cáncer gástrico en estadio temprano, en el que su abordaje mínimamente invasivo no compromete la eficacia oncológica. En segundo lugar, las condiciones generales del paciente también influyen en la decisión quirúrgica, ya que aquellos con buena reserva funcional y que podrían beneficiarse de una recuperación más rápida son los mejores candidatos para este tipo de cirugía (1; 3).

Finalmente, la experiencia del cirujano y la disponibilidad de tecnología adecuada en el centro de salud son factores esenciales para garantizar buenos resultados con la LG. Dado que esta técnica requiere un alto grado de habilidad técnica y entrenamiento específico, su implementación exitosa está estrechamente ligada a la capacitación del equipo quirúrgico y a los recursos institucionales disponibles para realizar procedimientos mínimamente invasivos con seguridad y eficacia (1).

Factores pronósticos y selección de pacientes:

En el contexto de la gastrectomía mínimamente invasiva, factores como la edad del paciente, la presencia de comorbilidades y el estado funcional general desempeñan un papel crucial en el pronóstico postoperatorio. Se ha observado que los pacientes mayores de 65 años presentan un mayor riesgo de complicaciones y peores resultados de supervivencia, especialmente si tienen una clasificación física elevada según la Sociedad Estadounidense de Anestesiólogos. Este índice es una herramienta útil para valorar la capacidad funcional preoperatoria y, por ende, predecir los desenlaces clínicos. Aquellos pacientes con una función física insuficiente suelen ser excluidos de los procedimientos laparoscópicos, dado el mayor riesgo quirúrgico que representan, lo que subraya la necesidad de realizar una evaluación funcional minuciosa antes de optar por un abordaje mínimamente invasivo (19).

Además de las condiciones del paciente, las características del tumor también influyen significativamente en el éxito de la gastrectomía laparoscópica. El tipo histológico del cáncer gástrico determina tanto la agresividad del tumor como la planificación quirúrgica. Uno de los objetivos fundamentales en cualquier procedimiento oncológico es la obtención de márgenes quirúrgicos libres de enfermedad, conocidos como resección R0. Esta condición implica que no se encuentran células cancerosas en los bordes del tejido extraído, lo que reduce significativamente la probabilidad de recurrencia local. Asimismo, la decisión sobre realizar una gastrectomía total, subtotal o proximal depende de la localización anatómica del tumor y de sus características histopatológicas, lo que permite adaptar la intervención al perfil específico de cada paciente (19).

La disección ganglionar es otro componente esencial en la cirugía del cáncer gástrico, incluida su forma temprana. La linfadenectomía D2, que consiste en la extirpación de los ganglios linfáticos perigástricos y aquellos ubicados a lo largo de las principales arterias, se considera el estándar en la cirugía oncológica gástrica. Este procedimiento permite una evaluación precisa del estadio de la enfermedad, además de contribuir a un mejor control locorregional del tumor. La cantidad de ganglios extraídos durante la intervención es un indicador importante tanto para la estadificación patológica como para el pronóstico del paciente. En los casos de cáncer gástrico avanzado, se suele recuperar una media de 25 nódulos linfáticos, lo cual se asocia con mejores tasas de supervivencia al asegurar una resección adecuada del tejido potencialmente comprometido (20).

Conclusiones:

La gastrectomía laparoscópica representa una alternativa segura y eficaz frente a la cirugía abierta para el tratamiento del cáncer gástrico temprano. A pesar de requerir un mayor tiempo quirúrgico, ofrece ventajas significativas en términos de recuperación, pérdida sanguínea y menor dolor postoperatorio. Estas características se traducen en una mejor experiencia para el paciente y una reincorporación más rápida a sus actividades cotidianas. Los resultados oncológicos son comparables a los de la cirugía convencional, garantizando márgenes quirúrgicos adecuados y una adecuada disección ganglionar. Además, en manos expertas, esta técnica puede incluso mejorar las tasas de supervivencia a largo plazo. Todo ello posiciona a la cirugía laparoscópica como un componente fundamental en el manejo moderno del cáncer gástrico temprano. Su adopción debe ser fomentada en centros capacitados y con experiencia suficiente.

La selección adecuada de los pacientes es un pilar para garantizar el éxito de la gastrectomía laparoscópica en cáncer gástrico temprano. Factores como la edad, el estado funcional, la presencia de comorbilidades y el tipo histológico del tumor influyen directamente en los resultados clínicos y en la recuperación postoperatoria. La resección R0 y una linfadenectomía apropiada siguen siendo los objetivos fundamentales para obtener resultados oncológicos favorables. En este contexto, el abordaje laparoscópico ofrece una alternativa adaptada a pacientes con buen perfil funcional. Sin embargo, es fundamental realizar una evaluación individualizada que considere tanto los beneficios como los riesgos. Este enfoque personalizado asegura una mejor toma de decisiones terapéuticas y optimiza los desenlaces clínicos. La integración de criterios técnicos y clínicos guía la elección del tratamiento más adecuado.

Los resultados a largo plazo respaldan el uso de la gastrectomía laparoscópica en el tratamiento del cáncer gástrico temprano. Estudios recientes han demostrado tasas de supervivencia global y libre de enfermedad similares a las de la cirugía abierta, con beneficios adicionales en calidad de vida. La menor tasa de complicaciones, el retorno temprano de la función gastrointestinal y una mejor percepción del bienestar general refuerzan su valor clínico. Además, el cumplimiento de criterios como los «resultados de libros de texto» se ha vinculado con una evolución más favorable. Estos hallazgos confirman que la cirugía mínimamente invasiva no solo es eficaz, sino que también mejora la experiencia del paciente. Por ello, debe ser considerada como una opción preferente en contextos adecuados. La evidencia actual valida su uso como estándar en oncología digestiva moderna.

Referencias:

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Declaración de buenas prácticas:
Los autores de este manuscrito declaran que:
Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.