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Hemorragia Postparto Primaria: Identificación Temprana, Causas y Estrategias de Manejo

Hemorragia Postparto Primaria: Identificación Temprana, Causas y Estrategias de Manejo

Autora principal: Diana Jimena Vargas Arce

Vol. XX; nº 11; 558

Primary Postpartum Hemorrhage: Early Identification, Causes and Management Strategies

Fecha de recepción: 21 de abril de 2025
Fecha de aceptación: 27 de mayo de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 11 – Primera quincena de Junio de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 11; 558

Autores:

Diana Jimena Vargas Arce, Médica General, Investigadora Independiente, San José, Costa Rica. https://orcid.org/0009-0004-5429-9260

Juan Luis Cordero Menéndez, Médico General, Investigador Independiente, San José, Costa Rica. https://orcid.org/0009-0009-9094-2336

Luis Carlos Robles Azofeifa, Médico General, Investigador Independiente, San José, Costa Rica. https://orcid.org/0009-0000-9484-5124

Carolina María Gómez Rojas, Médica General, Investigadora Independiente, San José, Costa Rica. https://orcid.org/0009-0001-3525-7514

María Isabel Baltodano González, Médica General, Investigadora Independiente, San José, Costa Rica. https://orcid.org/0009-0001-0976-482X

Resumen

La hemorragia postparto primaria es una complicación obstétrica con un alto impacto en la morbimortalidad materna, lo que hace fundamental su reconocimiento oportuno, así como la comprensión de sus causas y manejo. Entre las principales causas se encuentran las cuatro «Ts»: tono (atonía uterina), trauma (lesiones en la mucosa vulvovaginal y perineal), tejido (retención de restos ovulares) y trombina (trastornos de coagulación). El manejo adecuado de esta urgencia obstétrica comienza con una identificación temprana, basada en la observación de signos clínicos según la gravedad del sangrado. Una intervención rápida y coordinada por un equipo multidisciplinario es clave para determinar la causa y aplicar un tratamiento adecuado. En relación con las medidas terapéuticas, estas van desde procedimientos simples, como el masaje uterino bimanual y el uso de uterotónicos, hasta intervenciones más complejas como la histerectomía en los casos más severos.

Palabras clave

hemorragia postparto, sangrado obstétrico, atonía uterina, laceración, retención placentaria, coagulopatía periparto

Abstract

Primary postpartum hemorrhage is an obstetric complication with a high impact on maternal morbidity and mortality. This makes its timely recognition essential, along with understanding its causes and management. The main causes include the four «Ts»: tone (uterine atony), trauma (injuries to the vulvovaginal and perineal mucosa), tissue (retained placental tissue), and thrombin (coagulation disorders). Proper management of this obstetric emergency begins with early identification, based on the observation of clinical signs according to the severity of the bleeding. A rapid and coordinated intervention by a multidisciplinary team is crucial to determining the underlying cause and implementing an appropriate treatment plan. In relation to therapeutic measures, these range from simple procedures, such as bimanual uterine massage and the use of uterotonics, to more complex interventions such as hysterectomy in the most severe cases.

Keywords

postpartum hemorrhage, obstetric bleeding, uterine atony, laceration, placental retention, peripartum coagulopathy

INTRODUCCIÓN

La hemorragia postparto (HPP) se define como la pérdida sanguínea acumulada de 1000 mL o sangrado acompañado de signos y síntomas de hipovolemia en las 24 horas posteriores al parto (1, 2, 3).

Esta patología es una importante causa de muerte y morbilidad materna, y representa el 27.1% de las muertes maternas a nivel mundial, la cual varía desde el 8% en zonas desarrolladas hasta llegar incluso a un 32% en países en vías de desarrollo. La mayoría de las muertes suceden en las primeras 24 horas posteriores al nacimiento, por lo que una detección temprana y un manejo adecuado son fundamentales (4).

Existen herramientas para determinar pacientes con alto riesgo de HPP, sin embargo, la mayoría de los casos ocurren en pacientes sin factores de riesgo identificables (5). Algunos de estos factores de riesgo son el antecedente de hemorragia posparto, detención del progreso durante la segunda etapa del parto, una tercera etapa del parto prolongada, macrosomía fetal, trastornos hipertensivos e inducción y conducción del parto, entre otros. La HPP se puede dividir en primaria, la cual ocurre en las primeras 24 horas posterior al parto y secundaria, la cual ocurre posterior a las primeras 24 horas y hasta 12 semanas posparto (1, 2). En el presente artículo se dará énfasis a la HPP primaria.

MECANISMO DE HEMOSTASIA NORMAL

Al término del embarazo 600 mL/min de sangre fluye por las arterias espirales hacia el espacio intervelloso. Las arterias espirales carecen de capa muscular y forman un sistema de baja presión. Al ocurrir la separación placentaria, se da una avulsión de los vasos en el sitio de implantación. La hemostasia se logra mediante la contracción del miometrio sobre las arterias, seguida de la coagulación y obliteración de la luz vascular. Si el miometrio se contrae vigorosamente, es poco probable que haya una hemorragia (3).

Durante el embarazo el volumen sanguíneo suele aumentar un 50% a lo largo de la gestación (3). Además, hay aumento del 20% al 30 % en la masa de glóbulos rojos y un aumento de 15 a 20 lpm en la frecuencia cardíaca. Todos estos cambios cardiovasculares pueden retrasar el reconocimiento de un shock hemorrágico (6).

PÉRDIDA SANGUÍNEA ESTIMADA Y CUANTITATIVA

La pérdida estimada depende de la percepción del profesional de salud. Incluye una estimación visual por la cantidad de esponjas utilizadas y el volumen de sangre, lo que tiende a causar subestimación de la pérdida de sangre. Los métodos cuantitativos detectan con mayor precisión la hemorragia posparto. Para lo anterior, se utilizan métodos como el uso de un paño calibrado debajo de las nalgas, al cual se le restan del volumen total de líquido recolectado la cantidad de líquido amniótico y orina. Otro método corresponde a la suma de los materiales empapados de sangre restando su peso seco, como esponjas de laparotomía, esponjas 4×4, sábanas y protectores interiores desechables (5).

IDENTIFICACIÓN TEMPRANA Y CLASIFICACIÓN DE LA HEMORRAGIA

Una evaluación clínica precisa es importante para detectar rápidamente la HPP e iniciar intervenciones efectivas. Las características clínicas incluyen taquicardia, taquipnea e hipotensión, sin embargo, pueden no siempre identificarse fácilmente, ya que las embarazadas pueden presentar una pérdida sanguínea de más de 1000 mL antes de que aparezcan los signos de hipovolemia. Se recomienda una valoración continua durante el parto y el posparto de ciertos aspectos, como lo son la estimación de sangre perdida, el pesaje de las gasas y campos quirúrgicos, y los signos vitales (frecuencia cardíaca, presión arterial, frecuencia respiratoria y la saturación periférica de oxígeno) (2).

De acuerdo con la cantidad de pérdida sanguínea y las manifestaciones clínicas, es posible realizar la siguiente clasificación de la HHP:

– Clase I: Pérdida sanguínea de 1000ml, para una pérdida de volumen de sangre de un 15%. Se da una respuesta fisiológica leve con frecuencia cardíaca normal o mínimamente elevada, que se compensa con los cambios hemodinámicos del embarazo. La presión arterial, la presión del pulso, la frecuencia respiratoria y el gasto urinario permanecen sin cambios. Se presenta un déficit de base de 0 a -2mEq/L y generalmente no hay necesidad de transfundir (5, 7).

– Clase II: Pérdida sanguínea de 1500 ml, para una pérdida de volumen de sangre del 15-30%. Se presenta con taquicardia y taquipnea, así como, presión arterial sistólica estable, pero disminución de la presión del pulso. El volumen urinario se mantiene y se cuenta con un déficit de base de -2 a -6mEq/L. Esta clase hace referencia a un shock hipovolémico compensado y se debe considerar la necesidad de transfundir (5, 7).

– Clase III: Pérdida sanguínea de 1800-2000 ml, para una pérdida de volumen de sangre del 31-40%. Presenta una caída significativa de la presión arterial y cambios en el estado mental. Hay taquicardia marcada (≥12 lpm) y taquipnea con disminución de la diuresis. Presenta un déficit de base de -6 a -10mEq/L y se hace necesario transfundir (5, 7).

– Clase IV: Pérdida sanguínea de más de 2400 ml, para una pérdida de volumen de sangre de más del 40%. Hay hipotensión grave y cambios en el estado mental. La presión del pulso disminuye (≤25 mmHg), se presenta taquicardia y taquipnea importante, además la producción de orina es mínima o nula y se cuenta con un déficit de base de < -10mEq/L. En este caso se debe preparar a la paciente para una transfusión masiva (5, 7).

IMPORTANCIA DEL ÍNDICE DE SHOCK

Es importante tomar en cuenta el índice de shock (IS), el cual se calcula de la siguiente manera:

IS = Frecuencia Cardíaca (FC) / Presión Arterial Sistólica (PAS)

El índice de shock es un predictor de los cambios hemodinámicos secundarios a la hemorragia incluso en pacientes que aún se mantienen normotensas. Un valor IS > 0,9 se asocia con un mayor volumen de pérdida de sangre, transfusión masiva, ingreso en UCI y mayor mortalidad (5).

PRINCIPALES CAUSAS DE HPP: «4 TS»

Tono: Atonía uterina

Es la incapacidad del útero para contraerse lo suficiente después del parto y para detener el sangrado de los vasos en el sitio de implantación de la placenta. Después del alumbramiento placentario, se debe palpar el fondo uterino para confirmar que el útero está contraído. Si no está firme, el masaje enérgico del fondo uterino suele prevenir la hemorragia postparto por atonía. La administración de un fármaco uterotónico es otra medida preventiva recomendada (2, 3).

Algunos de los factores de riesgo que se han asociado a atonía uterina son; primiparidad, útero sobredistendido (feto grande, múltiples fetos o polihidramnios), anomalías del trabajo de parto (trabajo de parto hipertónico o hipotónico, inducción, aumento del trabajo de parto con prostaglandinas u oxitocina), tercera etapa del trabajo de parto (alumbramiento) prolongado o mayor a 20 minutos y antecedente de hemorragia postparto (2, 3).

Trauma: Lesiones del conducto del parto

Entre las principales lesiones se encuentran las laceraciones vulvovaginales, las cuales van desde desgarros menores de la mucosa vaginal hasta laceraciones que causan hemorragias o hematomas potencialmente letales. Hasta un 80% de las mujeres sufren alguna laceración durante el parto vaginal. En ocasiones requieren el cierre con sutura absorbible para lograr la hemostasia. Algunas pueden comprometer el esfínter anal o las paredes vaginales en grados variables (3).

Además, se cuenta también con laceraciones cervicales, las cuales suelen asociarse a laceraciones vaginales que afectan el tercio medio o tercio superior de la vagina. En algunas mujeres, los desgarros cervicales llegan al segmento uterino inferior e involucran la arteria uterina y sus ramas principales (3).

Tejido: Retención de tejidos

Durante el alumbramiento puede ocurrir retención de la placenta o identificarse alguna patología, por ejemplo, del espectro de placenta acreta o previa. El tratamiento de una placenta atrapada se puede manejar inicialmente con tracción suave del cordón y extracción manual (6).

En el espectro de placenta previa, la placenta está adherida a la pared uterina cubriendo parcial o completamente el orificio cervical interno. El espectro de placenta acreta es una afección en la que la placenta invade anormalmente la pared uterina; esta afección se divide en tres categorías según la profundidad de la invasión del miometrio: acreta cuando las vellosidades se encuentran adheridas al miometrio, increta cuando las vellosidades invaden el miometrio y percreta cuando las vellosidades penetran el miometrio y la capa serosa del útero (1).

La ecografía en escala de grises se utiliza comúnmente para la detección de placenta retenida, visualizada como una masa ecogénica dentro de la cavidad uterina. El Doppler color es útil para determinar la vascularización; sin embargo, la ausencia de flujo sanguíneo no excluye productos retenidos (5).

Trombina: Coagulopatías

Las coagulopatías pueden ser heredadas o adquiridas. La enfermedad de Von Willebrand y las trombofilias son dos de las coagulopatías hereditarias más comunes. Las coagulopatías adquiridas incluyen el síndrome HELLP (hemólisis, elevación de las enzimas hepáticas y bajo recuento de plaquetas) y la coagulación intravascular diseminada (CID). El desprendimiento de placenta, el embolismo de líquido amniótico, la sepsis, la muerte fetal y el síndrome HELLP pueden causar CID (1).

En la embolización del líquido amniótico, el líquido entra en la circulación materna a través de los conductos venosos en el sitio de implantación de la placenta. Ocurre una activación anormal de los sistemas mediadores proinflamatorios, y provoca vasoconstricción e hipertensión pulmonar. La disfunción multiorgánica resultante es un proceso interrelacionado, en el cual los sistemas cardiaco y pulmonar se afectan entre sí. Posterior a estas primeras fases se desarrolla el tercer componente de la tríada clásica: coagulopatía de consumo (3).

MANEJO DE LA HEMORRAGIA POSTPARTO

INTERVENCIONES GENERALES

Pasos iniciales

Activar un protocolo institucional con respuesta multidisciplinaria: enfermería, obstetricia, anestesia, servicios quirúrgicos y banco de sangre. Evaluaciones hemodinámicas frecuentes, recolección de datos de laboratorio y colocación de acceso vascular adicional. Además, colocar sonda de Foley para controlar la producción de orina en respuesta a la reanimación y descomprimir la vejiga (6).

Examen físico

Contribuye a determinar la etiología y tratar la fuente principal de pérdida de sangre. Se realiza un examen detallado del útero, vagina y cérvix, así como una inspección detallada de la placenta. Se debe realizar un examen bimanual para evaluar el tono uterino. Si existe preocupación por la atonía, se debe evaluar la vejiga, ya que una vejiga llena puede evitar la contracción del segmento uterino inferior. Evaluar la presencia de traumas, incluidos hematomas o laceraciones vulvovaginales y cervicales, la sospecha debe aumentar ante un parto vaginal asistido con fórceps. Así mismo, se debe evaluar si existe retención de tejidos, ya que los segmentos de membrana retenidos o cotiledones pueden no ser tan fáciles de identificar (5).

Resucitación con fluidos

Iniciar la reanimación inmediata con líquidos con solución electrolítica balanceada. Tener precaución con la infusión masiva de cristaloides, ya que puede precipitar lesión endotelial y anomalías electrolíticas. Actualmente se sugiere iniciar con bolos pequeños de máximo 500cc. La repleción de volumen puede guiarse por parámetros vitales para evitar las complicaciones de la sobrecarga de líquidos como lo son la hipotermia y la dilución de factores de la coagulación, las cuales podrían ser perjudiciales para la paciente (6, 8).

Evaluación de laboratorio

Durante el embarazo lo normal es que ocurra un aumento de la concentración de fibrinógeno materno y una disminución gradual de plaquetas. Por su parte, el tiempo de protrombina (PT) y el tiempo de tromboplastina parcial activado (aPTT) no cambian. Las pruebas iniciales deben incluir hemograma completo, grupo sanguíneo y Rh, y estudios de coagulación, incluidos el nivel de fibrinógeno, PT y aPTT. Además, electrolitos y funciones renales si está recibiendo reanimación con líquidos IV y transfusión de sangre (5, 8).

El mejor estudio de coagulación es el fibrinógeno. El valor normal de fibrinógeno en el tercer trimestre es mayor en comparación con el de las adultas no embarazadas (350 a 650 mg/dL en embarazadas frente a 200 a 400 mg/dL en no embarazadas). Los niveles de fibrinógeno por debajo de 300 mg/dL se asocian con HPP, mientras que los niveles 200 mg/dL se asocian con complicaciones como anemia, transfusión e ingreso a la UCI. La tromboelastografía (TEG) proporciona una evaluación global de la hemostasia en sangre total que incluye contribuciones de plaquetas, fibrinógeno, fibrinólisis y factores de coagulación (5, 8).

Consideraciones anestésicas

Es importante contar con un adecuado manejo de la vía respiratoria, el tratamiento del dolor y la transfusión de productos sanguíneos. La oxigenación debe mantenerse > 95%. La decisión de intubación y anestesia general debe tomarse tempranamente (6).

Protocolo de transfusión masiva

Su objetivo es administrar hemocomponentes tempranamente en el proceso de resucitación. Se encuentra indicado en casos de:

1. Se anticipa hemorragia masiva (50% del volumen sanguíneo en 2 horas)
2. Sangrado persistente posterior a la administración de 4U (unidades) de glóbulos rojos empaquetados (GRE) en 1 a 2 horas
3. PAS < 90 mmHg o FC >120 lpm en la presencia de sangrado excesivo

La resucitación con hemoderivados se realiza a una razón de 1:1:1:1 de GRE, plaquetas (Pks), plasma fresco congelado (PFC) y crioprecipitados. Cuando esté disponible, se recomienda el uso de Ácido Tranexámico en la tercera ronda del protocolo de transfusión masiva. Los objetivos terapéuticos son Hemoglobina > 8g/dL, fibrinógeno de 150-200mg/dL, plaquetas > 50.000/mm3 e INR (índice internacional normalizado) ≤ 1,5 (7, 8).

INTERVENCIONES ESPECÍFICAS

Fármacos uterotónicos

Provocan que el útero se contraiga posterior al parto. Se utilizan mayormente ante atonía uterina. Entre los principales se encuentran:

– Oxitocina: fármaco de primera línea para la profilaxis y tratamiento. Es un péptido sintético que se une a los receptores miometriales estimulando las contracciones del músculo liso uterino. Se mezclan 20U de oxitocina en 1000mL de solución cristaloide y se administran de manera intravenoso a 10 mL/min para una dosis de 200 mU/min. También se puede utilizar por vía intramuscular. No se administra en bolo sin diluir porque pueden desarrollarse hipotensión grave o arritmias cardiacas (2, 3).

– Derivados de la ergotamina (Ergonovina y Metilergonovina): fármacos de segunda línea. Se unen a los receptores miometriales adrenérgicos para provocar una contracción uterina sostenida. Un régimen común es 0.2 mg por vía intramuscular. La metilergonovina se puede repetir cada 2-4 horas. Estos pueden causar hipertensión peligrosa, en especial en mujeres con preeclampsia (2, 3).

– Prostaglandinas E y F. Uno de estos fármacos corresponde al misoprostol, el cual es un análogo prostaglandina E1 y se utiliza en dosis de 600 a 1000µg por vía rectal, oral o sublingual. Así mismo, otro fármaco utilizado es la dinoprostona, la cual actúa como una prostaglandina E2 y se puede utilizar como supositorio de 20 mg por vía rectal o vaginal cada 2 horas. Por último, se encuentra el carboprostometamina en dosis de 0.25mg intramuscular. Se puede repetir a intervalos de 15 a 90 minutos hasta un máximo de ocho dosis. Pueden causar constricción de las vías respiratorias pulmonares y vasculares, por lo que no debe usarse en mujeres asmáticas o con hipertensión pulmonar (2, 3).

Compresión uterina bimanual

Se utiliza en casos de atonía uterina, ya que contribuye a la contracción uterina. La pared uterina posterior se masajea con una mano en el abdomen, mientras que la otra mano se convierte en un puño y se coloca dentro de la vagina. Este puño presiona firmemente la pared uterina anterior a través de la pared vaginal anterior y el útero se comprime entre las dos manos (3).

Taponamiento con globo

La principal indicación de este procedimiento es cuando han fallado las indicaciones anteriores, así como el tratamiento farmacológico.

Se puede utilizar un catéter Foley de calibre 24 a 30 Fr con globo de 30mL. Se guía hacia la cavidad uterina y se llena con 60 a 80 mL de solución salina. La punta abierta del catéter permite el drenaje continuo de sangre del útero y si el sangrado disminuye, se retira el catéter después de 12-24 horas. Así mismo, hay disponibles globos intrauterinos diseñados para este fin, los cuales son el globo puerperal de Bakri o un BT­Cath, para los cuales se realiza una ecografía abdominal y se coloca el globo desinflado en el útero para estabilizar, posteriormente se infla el globo y se inyecta con rapidez al menos 150 mL de solución, seguido de una instilación adicional durante unos minutos para un total de 300 a 500 mL (3, 8).

Sutura de las laceraciones

Las laceraciones perineales, vulvares y vaginales inferiores pueden identificarse y repararse fácilmente en la sala de partos. Sin embargo, las laceraciones en la parte superior de la vagina, el cuello uterino, el útero, el ligamento ancho, las vías urinarias o el recto pueden ser más difíciles de identificar (6). En general, las laceraciones cervicales de 1 a 2 cm no se reparan a menos que estén sangrando. Cuando la laceración se limita al cuello uterino, se puede realizar una sutura y por lo general la hemorragia proviene del ángulo superior de la herida, por lo que el primer punto de sutura se coloca en el tejido por encima del ángulo. Sin embargo, los desgarros cervicales profundos requieren reparación quirúrgica (3).

Extracción manual de la placenta

Si el sangrado abundante sucede mientras la placenta permanece parcial o totalmente unida al útero, se realiza una extracción manual de la placenta. Se utiliza las yemas de los dedos de una mano, para lo cual los dedos unidos se insinúan entre la pared uterina y la placenta, para posteriormente realizar un movimiento de barrido hacia adelante en el mismo plano hasta despegar la placenta. Finalmente, las membranas se despegan cuidadosamente de la decidua con pinzas de anillos o con una mano envuelta en gasa (3).

Ácido tranexámico (TXA)

Durante el parto placentario hay una rápida degradación del fibrinógeno y fibrina, así como aumento en la activación de activadores del plasminógeno y productos de degradación de la fibrina, lo cual puede contribuir al aumento del sangrado. El ácido tranexámico es un fármaco que bloquea el sitio de unión del plasminógeno a la fibrina para prevenir la fibrinólisis y contribuir a la estabilidad del coágulo (2, 6).

Concentrados de fibrinógeno

El fibrinógeno es el primer factor de la coagulación que disminuye a niveles críticos en una hemorragia obstétrica. Se recomienda mantener niveles por encima de 150 a 200 mg/dl. Los concentrados de fibrinógeno se almacenan a temperatura ambiente, por lo que se encuentran disponibles para su uso inmediato. La dosis inicial empírica habitual es de 2 a 3g intravenosos, y las dosis adicionales se ajustan según los niveles de fibrinógeno sérico (9).

INTERVENCIONES QUIRÚRGICAS

La laparotomía exploratoria está indicada cuando las técnicas mínimamente invasivas no logran controlar la HPP. El objetivo es reducir el flujo sanguíneo a la pelvis, el útero y el tracto genital inferior y, en última instancia, extirpar el órgano sangrante si estos intentos no tienen éxito (2, 6).

Ligadura de arteria uterina

En este procedimiento se toma la cara anterior y posterior del ligamento ancho del útero en el segmento uterino inferior lateral y se identifican las ramas ascendentes de la arteria uterina a medida que ingresan al miometrio en la unión cervical-uterina. Posteriormente se realiza la ligadura con sutura bilateral de la arteria uterina (6).

Compresión uterina

En esta intervención se crea un torniquete a partir de un catéter Foley atándolo circunferencialmente alrededor del segmento uterino inferior sin hacer una incisión en el ligamento ancho. Se puede realizar también a través de suturas de compresión uterinas, para lo cual se coloca una sutura absorbible en dirección anterior en el segmento uterino inferior y se envuelve alrededor del fondo uterino hasta la cara posterior (6).

Histerectomía

Es el tratamiento definitivo de una hemorragia posparto refractaria a todas las demás técnicas. Consiste en la remoción quirúrgica del útero mediante la ligadura de sus arterias, preservando en la mayoría de las ocasiones las trompas uterinas y los ovarios. Las indicaciones más comunes son el espectro de placenta acreta (38%) y la atonía uterina (29%). Debido a que se cree que las histerectomías totales aumentan el tiempo operatorio y pueden ser difíciles cuando el cuello uterino está dilatado, los expertos recomiendan una histerectomía subtotal a menos que no se pueda controlar el sangrado sin extirpar el cuello uterino (2, 6).

Cirugía de control de daños quirúrgicos

Consiste en una intervención quirúrgica para tratar las condiciones que amenazan la vida (p. ej., hemorragia) difiriendo su control quirúrgico definitivo hasta que se haya completado el período de estabilización médica. Las indicaciones comunes incluyen acceso difícil al sitio de la hemorragia, hemorragia venosa que no sede, requerimientos persistentes de productos sanguíneos, inestabilidad hemodinámica, arritmias ventriculares y coagulopatía. La mayoría de los cirujanos empacan el abdomen y la pelvis con almohadillas de laparatomia estériles convencionales. El método más sencillo de cierre abdominal es aproximar la piel con suturas. Otro método utilizado es el de la «bolsa de Bogotá», y más recientemente, el uso de dispositivos con presión negativa. Posteriormente, cuando se hayan corregido los principales trastornos fisiológicos (temperatura, pH, anomalías electrolíticas y coagulopatía) la paciente es llevada a sala de operaciones para su resolución definitiva. Generalmente el momento óptimo es entre el segundo y tercer día del posoperatorio (10).

CONCLUSIÓN

Dado el alto impacto de la HPP en la morbimortalidad materna y la diversidad de factores de riesgo asociados, es fundamental que el personal de salud reconozca que todas las mujeres en trabajo de parto tienen el potencial de desarrollar esta complicación.

La identificación temprana, la correcta clasificación y el reconocimiento oportuno de la causa subyacente son claves para mejorar los desenlaces maternos, reduciendo así la morbilidad y mortalidad asociadas.

El manejo activo de la tercera etapa del parto es una estrategia esencial para minimizar el riesgo de HPP, por lo que su implementación debe ser una prioridad en la atención obstétrica.

Asimismo, se recomienda el desarrollo y aplicación de protocolos institucionales específicos para el diagnóstico y tratamiento de la HPP, adaptados a los recursos y condiciones de cada centro de salud. La capacitación continua del personal en estos protocolos es crucial para garantizar una respuesta uniforme y eficiente por parte del equipo multidisciplinario, optimizando así el manejo de esta emergencia obstétrica.

REFERENCIAS

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