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Instrumento de medición: Normalización de conductas violentas en sociedades multiculturales del siglo XXI

Discusión

Conceptualización e identificación de tipos de violencia. El presente estudio, arrojó importantes resultados relativos a la normalización de las conductas violentas. La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2002) define a la violencia como el uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones.

Dentro de los tipos de violencia clasificados por la misma OMS (2002, 2014) encontramos tres categorías generales: violencia autoinflingida (comportamiento suicida y autolesiones), violencia interpersonal (violencia familiar, de pareja, hacia ancianos, entre personas sin parentesco), violencia colectiva (social, política, económica).

  • La mayoría de población entrevistada no logra expresar una definición de violencia y únicamente lo asocia a conceptos como agresión y maltrato. Solo una pequeña parte de estas personas (30%) definieron a la violencia como “como la expresión de abuso, maltrato físico, emocional o psicológico de una persona a otra; es provocado por estrés y va en incremento en el mundo”.
  • Tanto la definición de la OMS como la carga cultural involucrada en las percepciones de la población humana, aluden a la violencia física en primer plano. No obstante, son reconocidas las formas de violencia verbal y psicológica aunque en menor porcentaje.

Tomando en cuenta que el respeto es el valor principal y de alguna manera media las relaciones entre personas aceptando el valor humano (Camps, 1998), la respuesta con mayor frecuencia fue “el respeto es el valor humano de respetar y valorar a alguien dando un buen trato”; no obstante, el porcentaje mayor lo cubre la “no respuesta”, es decir en mayor porcentaje la población entrevistada no pudo definir al respeto.

La asociación de estas dos condiciones respecto a la conceptualización del respeto como valor principal y la violencia como manifestación de la carencia del respeto hacia los otros, arrojó como resultado interesante, el hecho de que los tipos de violencia identificados son, en orden de frecuencia, de mayor a menor, la violencia física, conyugal, verbal, sexual, de género y con muy bajo porcentaje la violencia familiar. Es sin duda una normalización de conductas violentas en el seno familiar, donde factores culturales relacionados con la autoridad son normalizados, reproducidos e incluso fortalecidos, pudiendo ser ésta de los hombres sobre las mujeres; de los hombres como jefes de familia sobre los integrantes de las familias; de los hermanos mayores sobre los menores; de los hermanos hombres sobre las hermanas mujeres.

Ahora bien, en lo que respecta a la violencia de género y la sexual, también emitida como ejemplo en muy bajo porcentaje, nos corrobora la aún difícil manifestación de violencia de los hombres contra las mujeres, sometidas y silenciadas; y en muchos de los casos por conductas normalizadas dentro de las relaciones hombre-mujer. Paradójicamente fueron los hombres, en mayor proporción que las mujeres, quienes reconocen haber sido violentados.

Es clara la relación entre nivel de escolaridad y reconocimiento de la violencia ejercida sobre personas; a mayor grado de estudios, mayor el reconocimiento de conductas violentas; no obstante, el porcentaje es muy bajo comparado con el silencio o la normalización de conductas violentas.

Sobre el reconocimiento de conductas violentas. La suma de las puntuaciones totales de la muestra está representada con una media de 48.56, basándonos en que una nula normalización correspondería a una media de 70 y una total permisividad a 0, los resultados revelan que la población encuestada se encuentra en un riesgo medio de permitir violencia en sus relaciones y ambientes, dado que su índice de permisividad y normalización de actos violentos es de nivel medio.

A pesar de que dentro de las respuestas sobre el conocimiento de los tipos de violencia, un alto porcentaje reconoce a la violencia física únicamente, en la escala para la medición del reconocimiento de conductas violentas, el ítem con mayor acercamiento a la total naturalización fue el señalado como una persona golpea a otra con una puntuación de B2= 6.58

Dentro de los ítems B3 y B4 que reflejan violencia verbal explícita, hay una disminución de 0.62 en las medias, lo que revela una mayor permisividad de los actos violentos si estos se cometen en privado.

La puntuación baja del ítem B5, 4.43, tan solo 0.2 más alto que la media más baja, podría estar relacionado con una permisividad de conductas violentas cuando seguidas de éstas los agresores piden disculpas.

Al tratarse de expresiones violentas hechas por familiares, la permisividad es alta (B9:4.2, la media más alta reportada en el estudio). Podría explicarse tomando en consideración lo anteriormente discutido; es decir, como reflejo de factores culturales y, es entonces, que ignorar o prestar poca atención a los pensamientos, sentimientos y opiniones de la pareja, familiar o amistad está permitido.

Los resultados de este estudio, reconocen, reafirman, ratifican  lo expuesto teóricamente por otros autores. La violencia es consecuencia, entre otros factores, de un comportamiento arraigado en contextos con marcadas desigualdades sociales, de género, raza o diferencias religiosas (Incháustegui, 2010). La normalización de la violencia puede verse entonces como resultado de las percepciones, saberes y verdades representativos en contextos históricos y culturales de cualquier lugar.

Ha sido expresado en distintos momentos y por distintos autores que la violencia del ser humano no está en sus genes sino en su ambiente, de forma que la Biología resulta insuficiente para explicar la violencia. Por ello es de suma importancia atender a los factores sociales como son el educativo, formativo, la transformación o reproducción de las culturas (Jiménez, 2007).

La violencia o un acto violento, implica tanto al cuerpo como a la mente; un acto pacífico también necesita de ambos (Galtung, 2003).

En concordancia, los resultados del estudio expuesto en este artículo señalan, aunque en bajo porcentaje, la tendencia a reconocer los actos violentos y no normalizarlos o situarse en un estado de total permisividad.

Es pertinente culminar esta discusión, comentando a Hanna Arendt (2005) quien realizó un estudio sobre las bases teóricas de la violencia. Ella concluye, precisamente, que ésta es la expresión más contundente del poder. Surge de la tradición judeocristiana y de su imperativo conceptual de Ley. La violencia surge desde los orígenes de nuestra sociedad occidentalizada, esto es, en los principios más antiguos que fundaron nuestro pensamiento.

Coincidiendo con Jiménez-Baptista (2012), en nuestros días, la violencia generada por comportamientos agresivos, deseos desmesurados, pasiones desordenadas, se ha infiltrado en nuestras vidas privadas y colectivas, es decir, se vuelto cotidiana. Por lo anterior, se debe hacer un gran esfuerzo para estudiarla, comprenderla en todas sus dimensiones y encontrar las formas de reducirla al máximo.

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