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Comportamiento de pacientes de la tercera edad con insuficiencia renal crónica terminal tratamiento hemodialítico

Comportamiento de pacientes de la tercera edad con insuficiencia renal crónica terminal tratamiento hemodialítico

Se realizó un estudio descriptivo y transversal de todos los pacientes de la tercera edad que recibieron tratamiento hemodialítico en el Servicio de Nefrología del Hospital Docente “Alberto Fernández Montes de Oca” de San Luis, Santiago de Cuba, desde junio de 2010 hasta junio de 2012, con el objetivo de valorar el comportamiento clínico de los mismos. Los datos primarios se extrajeron de las historias clínicas correspondientes, los que fueron plasmados en una encuesta confeccionada al efecto. Se utilizó como medida de resumen el porcentaje.

Comportamiento de pacientes de la tercera edad con insuficiencia renal crónica terminal tratamiento hemodialítico

Autores: Dra. Caridad del Carmen González Consuegra MSc. Enfermedades Infecciosas (1), Dra. Ilenis Delgado Álvarez MSc. Enfermedades Infecciosas (2), Dra. Tania Rosa Ricardo Falcón MSc. Atención Integral al niño (3), Teresa Castellanos Carmenate MSc. en Enfermedades Infecciosas (4). Dra. Mercedes Almeida Rodríguez MSc. En Medicina Tradicional y Naturalista (5).

Hospital general docente “Alberto Fernández Montes de Oca”, San Luis, Santiago de Cuba, Cuba

Resumen:

Entre los resultados más relevantes sobresalieron que la diabetes mellitus fue la primera causa de insuficiencia renal crónica, con una edad media de 73.5 y predominio del grupo etáreo de 50 – 69 años. Cada paciente presentó más de una comorbilidad al inicio de la investigación, siendo las más representativas la hipertensión arterial y la hipertrofia ventricular izquierda, siendo las complicaciones sépticas y cardiovasculares la primera causa de muerte y salida del programa.

Palabras clave: tercera edad, tratamiento hemodialítico e insuficiencia renal crónica terminal

Introducción:

La aparición de un envejecimiento poblacional, el aumento de la proporción de ancianos en comparación con otros grupos etarios, constituye un fenómeno cada vez más preocupante. Durante los últimos años ha ido incrementando la cantidad de estos en la población, dando lugar a la progresiva inversión de la pirámide demográfica cuyo vértice, representado por los sectores de mayor edad, se ha ido ensanchando paulatinamente, a la vez que su base se estrecha como consecuencia en la reducción en la tasa de natalidad. De Los Ríos, F

Durante el presente siglo, asistimos a una situación singular, más y más personas sobrepasan las barreras cronológicas que el hombre ha situado como etapa de vejez, lo que ha convertido al envejecimiento poblacional en un reto para las sociedades modernas. Esto, considerado como uno de los logros más importante de la humanidad, se transforma en un problema, sino se es capaz de brindar soluciones adecuadas a las consecuencias que del mismo se derivan.

El envejecimiento demográfico, inexorable en el mundo, trae aparejado un incremento de las enfermedades crónicas no transmisibles. Según informe de la Organización de Naciones Unidas (ONU) 1996: la población anciana de 200 millones en 1950, ascenderá a 1.200 millones (de 8 a 14% de la población mundial) para el año 2025. En Latinoamérica, de 42,1 millones en el 2000 (7,8% población) a 96,6 millones en el 2025 (12,7% población). De francisco ALM, Sanjuán F, Foraster A, Fabado S, Carretero (2).

Cuba no queda exenta de este fenómeno y en los últimos treinta años se ha producido un crecimiento significativo de la población de edad avanzada la cual representa en estos momentos un 15% de los cubanos. Este grupo seguirá incrementando su representación de forma exponencial; en los próximos 10 años será de un 18%. Desde el 2015 habrá en Cuba más personas mayores que niños, pero en el 2025 tendremos en el país 156 mayores por cada 100 niños. Herrera (3). La provincia de Santiago de Cuba finalizó en el 2010 con 19,5% de las personas en este grupo de edades y 11,3% en el municipio San Luis (4).

Todo esto debido a la disminución paulatina de la natalidad a partir de 1963, el aumento de la esperanza de vida y accesibilidad a los beneficios sociales, independientemente de su situación económica, social o geográfica por lo que se hace referencia a la vejez como etapa de la vida constitutiva de nuevas formaciones psicológicas y como estado heterogéneo de construcción socio-cultural, que tiene lugar en los distintos sistemas o estructuras del organismo y de la personalidad, desde el (sub) sistema inmunológico y biológico de supervivencia hasta el sistema comportamental adaptativo ante las amenazas y los nuevos estímulos. Almaguer (5).

Para la organización Panamericana de la Salud (OPS) el envejecimiento está dividido en tres grupos: Tercera edad 60 años, adulto mayor más de 65 años y cuarta edad 80 años en adelante. Los autores de la investigación toman como referente para esta la definición dada por Reyes A, Otero H y Duque de Estrada AM (6), individuo que pertenece a la tercera edad, a partir de los 60 años de edad, etapa de pos jubilación y que comúnmente se le identifica como adulto mayor o anciano.

Las posibilidades de padecer una enfermedad renal aumentan a medida que la persona envejece. García López F, Robles R, Gentil MA, Lorenzo Sellarés V, Clèries M, Scayola M, García Blasco M J, Arrieta Lezama J (7). Es difícil establecer si esta relación se da por la edad o por la asociación epidemiológica con otros factores de riesgo como la hipertensión arterial y la hiperglucemia. La edad avanzada conlleva a una serie de cambios funcionales y estructurales en el organismo, y los riñones, como órganos vitales, no escapan de estas transformaciones (1).

El número de pacientes con insuficiencia renal crónica terminal que requieren tratamiento renal sustitutivo aumenta progresivamente en todo el mundo. En el anciano constituye un problema de gran relevancia, ya que además de ser el grupo con mayor incidencia y prevalencia de tratamiento renal sustitutivo, muchas veces no se diagnostica hasta la fase terminal (1). Las causas de este fenómeno se atribuyen a una mayor incidencia de enfermedades renales secundarias a diabetes e hipertensión, así como al acceso de mayor número de ancianos con comorbilidades a los tratamientos de diálisis, hemodiálisis o trasplante, a partir de la década del 80 (7).

Sanz Guajardo, D. y Botella García (8), señala Valderrábano: ”Gracias a la diálisis” pueden sobrevivir miles de personas que sin ella estarían abocadas a la muerte, ya