La eficacia de los programas de vacunación: una revisión crítica
Autora principal: Andrea Ibáñez Romero
Vol. XX; nº 16; 865
The effectiveness of vaccination: a critical review
Fecha de recepción: 9 de julio de 2025
Fecha de aceptación: 13 de agosto de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 16 – Segunda quincena de Agosto de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 16; 865
Autores:
Andrea Ibáñez Romero. Enfermera Especialidad HOP Teruel. Hospital Obispo Polanco de Teruel, España.
Patricia Cortés Egeda. Enfermera Especialidad HOP Teruel. Hospital Obispo Polanco de Teruel, España.
Ana María Luca Simón. Enfermera Especialidad HOP Teruel. Hospital Obispo Polanco de Teruel, España.
Marta Gascón Sánchez. Enfermera Especialidad HOP Teruel. Hospital Obispo Polanco de Teruel, España.
Irene Sanz Gómez. Enfermera Especialidad HOP Teruel. Hospital Obispo Polanco de Teruel, España.
Irene Torán Bellido. Enfermera Especialidad HOP Teruel. Hospital Obispo Polanco de Teruel, España.
Resumen
Los programas de vacunación constituyen una de las herramientas más efectivas en la prevención de enfermedades infecciosas y en la mejora de la salud pública a nivel global. Esta revisión bibliográfica examina de manera crítica la eficacia de dichos programas, abordando tanto sus impactos positivos como los desafíos persistentes en su implementación. Se analizan enfermedades específicas como la viruela, poliomielitis, sarampión, virus del papiloma humano (VPH) y COVID-19, así como experiencias exitosas en países como Australia, Rwanda y Vietnam. Además, se discuten barreras como la desigualdad en el acceso, la vacilación vacunal y la infraestructura deficiente. La evidencia demuestra que, aunque las vacunas son altamente eficaces, su impacto real depende de factores sociales, políticos y económicos. La revisión concluye que fortalecer los sistemas de vacunación requiere un enfoque integral basado en la equidad, la comunicación eficaz y la cooperación internacional.
Palabras clave
Vacunación, programas de inmunización, salud pública, eficacia vacunal, enfermedades infecciosas, cobertura vacunal, equidad sanitaria.
Abstract
Vaccination programs are among the most effective tools for preventing infectious diseases and improving global public health. This literature review critically examines the effectiveness of such programs, exploring both their achievements and the persistent challenges to their implementation. Specific diseases are analyzed, including smallpox, poliomyelitis, measles, human papillomavirus (HPV) and COVID-19, along with successful country case studies such as Australia, Rwanda, and Vietnam. Additionally, barriers such as unequal access, vaccine hesitancy, and inadequate infrastructure are discussed. Evidence confirms that while vaccines are highly effective, their real-world impact is shaped by social, political, and economic factors. The review concludes that strengthening vaccination systems requires a comprehensive approach based on equity, effective communication, and global collaboration.
Keywords
Vaccination, immunization programs, public health, vaccine effectiveness, infectious diseases, vaccination coverage, health equity.
Introducción
La vacunación es una de las herramientas más eficaces y costo-efectivas de la medicina preventiva moderna. Desde su implementación sistemática en el siglo XX, los programas de vacunación han logrado reducir significativamente la incidencia y mortalidad de enfermedades infecciosas que anteriormente causaban estragos en la población mundial. De acuerdo con estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se previenen entre 3 y 5 millones de muertes cada año gracias a la inmunización contra enfermedades como el sarampión, la difteria, la tos ferina, el tétanos y la influenza.
Los programas de vacunación no solo salvan vidas; también contribuyen al desarrollo económico y social. Al prevenir enfermedades que requieren atención médica prolongada o generan discapacidades, las vacunas reducen la carga sobre los sistemas de salud y permiten que los individuos y comunidades prosperen.
Sin embargo, a pesar de estos beneficios ampliamente documentados, la eficacia de los programas de vacunación no siempre es uniforme ni universal. Diversos factores influyen en el impacto real de una política de vacunación: la cobertura alcanzada, la aceptabilidad social, las características epidemiológicas de la enfermedad, la infraestructura de salud, y la gestión gubernamental, entre otros. Incluso, en la actualidad, se observa un preocupante retroceso en algunos indicadores de cobertura vacunal, impulsado por la desinformación, la complacencia y movimientos antivacunas que han ganado tracción en algunas regiones del mundo.
La pandemia de COVID-19 ha puesto a prueba la capacidad de respuesta de los sistemas sanitarios y la eficacia de los programas de vacunación a nivel global. La rapidez con la que se desarrollaron, aprobaron y distribuyeron vacunas contra el SARS-CoV-2 es un hito sin precedentes en la historia médica. No obstante, también ha visibilizado desafíos persistentes, como la equidad en el acceso, la logística de distribución y la reticencia de ciertas poblaciones a vacunarse, lo que ha generado un debate sobre la necesidad de reforzar la confianza en las vacunas y las instituciones públicas de salud.
En este contexto, la presente revisión bibliográfica tiene como objetivo analizar de manera crítica la eficacia de los programas de vacunación en diversos entornos, destacando tanto sus logros como sus limitaciones. A través del estudio de la literatura científica reciente, se pretende identificar los factores que determinan el éxito de las estrategias vacunales, examinar su impacto real en la salud pública y proponer consideraciones que permitan mejorar su implementación en el futuro.
La revisión abarca desde las campañas históricas como la erradicación de la viruela hasta las recientes estrategias contra enfermedades emergentes como la COVID-19. Asimismo, se presta especial atención a la influencia de los determinantes sociales de la salud, la infraestructura de los sistemas de vacunación, la influencia de los medios de comunicación y las decisiones políticas que condicionan la efectividad de estos programas. Finalmente, se discute la importancia de mantener altos niveles de cobertura para lograr y sostener la inmunidad colectiva, así como las implicaciones éticas de la vacunación obligatoria o incentivada en ciertos contextos.
Eficacia en enfermedades específicas
La evaluación de la eficacia de los programas de vacunación debe considerar no solo su capacidad teórica para inducir inmunidad, sino también su impacto observable en la reducción de morbilidad, mortalidad y transmisión comunitaria. A lo largo de las últimas décadas, los programas de vacunación han mostrado resultados contundentes en la lucha contra múltiples enfermedades infecciosas. Esta sección analiza algunos de los ejemplos más relevantes:
1. Viruela
La erradicación de la viruela es uno de los mayores logros de la salud pública mundial y un ejemplo emblemático de la eficacia de un programa de vacunación bien coordinado. Tras siglos de causar millones de muertes, el virus fue erradicado oficialmente en 1980 gracias a una campaña global liderada por la OMS. Esta hazaña fue posible mediante una estrategia basada en vacunación masiva y vigilancia intensiva, incluso en regiones remotas con recursos limitados.
El éxito del programa se debió a varios factores: una vacuna altamente eficaz, estabilidad térmica del inmunógeno, una estrategia clara de vacunación anular (ring vaccination) y una fuerte cooperación internacional. Este caso demostró que con un compromiso sostenido, es posible eliminar una enfermedad infecciosa a nivel mundial, un objetivo que sigue vigente para otras patologías como la poliomielitis y el sarampión.
2. Poliomielitis
El sarampión es una enfermedad viral altamente transmisible cuya prevención es posible gracias a la vacuna triple viral (sarampión, parotiditis y rubéola – MMR). Sin embargo, a pesar de la disponibilidad de una vacuna segura y eficaz desde la década de 1960, los brotes de sarampión han resurgido en distintos países debido a la disminución en las tasas de vacunación.
En 2023, la OMS reportó más de 10 millones de casos y más de 107,000 muertes atribuibles al sarampión, en parte debido al retroceso en la cobertura vacunal generado por la pandemia de COVID-19 y el aumento de la desinformación. Se estima que se necesitan coberturas superiores al 95% para alcanzar la inmunidad colectiva y prevenir brotes. Países con coberturas por debajo de ese umbral han experimentado brotes que afectan principalmente a niños no vacunados, aunque también se han registrado casos en adultos jóvenes que no completaron su esquema de inmunización.
4. Papilomavirus humano (HPV)
La vacuna contra el virus del papiloma humano representa una innovación importante en la prevención del cáncer, especialmente del cáncer de cuello uterino. Desde su introducción, diversos estudios han confirmado una reducción significativa en la prevalencia de las cepas oncogénicas del virus y una disminución de lesiones precancerosas en mujeres vacunadas.
Un estudio realizado en Suecia demostró una reducción del 88% en el riesgo de desarrollar cáncer de cuello uterino entre mujeres vacunadas antes de los 17 años, en comparación con mujeres no vacunadas. Países como Australia han logrado resultados notables, acercándose al objetivo de eliminar el cáncer cervical como problema de salud pública, gracias a una combinación de alta cobertura vacunal y programas eficaces de tamizaje.
5. COVID-19
La pandemia de COVID-19 marcó un antes y un después en la historia de la vacunología. En tiempo récord, se desarrollaron y aprobaron múltiples vacunas contra el SARS-CoV-2.
En Europa, se estimó que la vacunación salvó más de 1.6 millones de vidas entre diciembre de 2020 y marzo de 2023. Las vacunas de ARNm demostraron alta eficacia contra formas graves y mortalidad, aunque la aparición de nuevas variantes como Delta y Ómicron redujo la protección contra la infección sintomática. Esto evidenció la necesidad de adaptar las vacunas periódicamente y de implementar refuerzos para mantener niveles de protección adecuados.
La experiencia del COVID-19 también expuso desigualdades en el acceso a las vacunas a nivel global. Mientras países de ingresos altos aseguraron múltiples dosis por habitante, muchas naciones en desarrollo enfrentaron demoras significativas en el acceso, limitando el impacto del programa global de vacunación en los primeros meses de la pandemia.
6. Otras enfermedades emergentes y olvidadas
Vacunas contra enfermedades como el ébola, la fiebre amarilla, el dengue o la tuberculosis han demostrado grados variables de eficacia, dependiendo del tipo de inmunógeno y de las condiciones epidemiológicas. La vacunación contra el ébola, por ejemplo, mostró una eficacia cercana al 97.5% durante brotes recientes en África Central, protegiendo a trabajadores sanitarios y comunidades de alto riesgo.
En el caso del dengue, la vacuna tetravalente ha generado controversia debido a preocupaciones sobre seguridad en personas seronegativas, lo que ha limitado su implementación en varios países. Sin embargo, nuevas formulaciones están siendo evaluadas con resultados prometedores.
Factores que afectan la eficacia de los programas
Desigualdad en los accesos: Las disparidades en la cobertura vacunal son evidentes entre países de altos y bajos ingresos. Mientras que en Europa y América del Norte las tasas de vacunación son elevadas, en regiones como África subsahariana, la cobertura es significativamente menor, lo que limita la eficacia de los programas.
Desinformación y resistencia: La circulación de información errónea sobre las vacunas ha aumentado la resistencia en diversas poblaciones. Estudios han demostrado que la exposición a contenidos antivacunas en redes sociales puede disminuir la intención de vacunarse en un 6% a 10%.
Factores socioeconómicos: El nivel socioeconómico influye en la aceptación y acceso a las vacunas. Las personas con menor nivel educativo y recursos económicos tienen más probabilidades de rechazar la vacunación debido a la falta de información o acceso limitado a los servicios de salud.
Casos de éxito
Rwanda: liderazgo político y salud comunitaria
Rwanda es considerado uno de los ejemplos más exitosos de vacunación en África. Tras el genocidio de 1994, el país reconstruyó su sistema de salud pública con un enfoque basado en atención primaria, equidad y participación comunitaria. Como resultado, logró una de las tasas de cobertura vacunal más altas del continente, superando el 95% en vacunas esenciales como la DTP, polio y sarampión.
Un elemento clave fue la implementación de redes de trabajadores comunitarios de salud, quienes educan a la población, identifican a niños no vacunados y promueven el cumplimiento del calendario vacunal.
Vietnam: eficiencia con recursos limitados
Vietnam ha logrado cifras de cobertura superiores al 90% en la mayoría de sus vacunas. Su éxito radica en la integración de la vacunación dentro del sistema de atención primaria, campañas regulares de inmunización, y un modelo de vigilancia epidemiológica eficaz. Sumado al acceso universal y gratuito.
Se ha eliminado la transmisión endémica de enfermedades como el tétanos neonatal y se ha controlado la hepatitis B infantil.
Australia: modelo de prevención del cáncer cervical
Australia lidera la implementación de la vacuna contra el virus del papiloma humano (HPV). Desde que inició la vacunación escolar gratuita en 2007, ha logrado tasas de inmunización cercanas al 80% en adolescentes. Esto, junto con un sólido programa de cribado cervical, ha reducido drásticamente la incidencia de lesiones precancerosas, y se estima que el país podría convertirse en el primero en eliminar el cáncer de cuello uterino como problema de salud pública para 2035.
Este logro se debe a un enfoque multisectorial que involucra escuelas, profesionales de la salud, campañas mediáticas y la participación activa de las familias.
Desafíos persistentes
A pesar de los múltiples avances, existen numerosos obstáculos que limitan la eficacia de los programas de vacunación, especialmente en contextos de vulnerabilidad social, inestabilidad política o desinformación generalizada.
Desigualdad en el acceso:
Mientras algunos países logran inmunizar a más del 95% de su población infantil, otros apenas superan el 50%. Estas disparidades son alimentadas por factores como pobreza, falta de infraestructura, conflictos armados, zonas rurales aisladas y carencia de profesionales sanitarios capacitados.
Confianza pública y desinformación:
El movimiento antivacunas ha crecido en varios países, especialmente en contextos donde las redes sociales y ciertas figuras públicas difunden información errónea o teorías conspirativas.
Esta tendencia ha tenido consecuencias graves: en Estados Unidos y varios países europeos, se han registrado brotes de enfermedades previamente controladas, como el sarampión.
La OMS ha clasificado la «vacilación vacunal» como una de las diez principales amenazas a la salud mundial. Combatir la desinformación requiere estrategias de comunicación eficaces, transparencia institucional y educación sanitaria desde edades tempranas.
Infraestructura deficiente y recursos limitados:
Muchos países enfrentan limitaciones técnicas para mantener la cadena de frío, garantizar el transporte seguro de vacunas y registrar adecuadamente a los vacunados. En regiones afectadas por desastres naturales o desplazamientos forzados (como campos de refugiados), mantener la continuidad de los programas de vacunación es especialmente complejo. Además, los cambios climáticos extremos están comenzando a afectar la logística de vacunación en zonas tropicales, dificultando el almacenamiento seguro de inmunógenos.
Crisis sanitarias y reorientación de recursos:
La pandemia de COVID-19 interrumpió muchos programas de inmunización rutinaria. Recursos humanos, financieros y logísticos fueron redirigidos hacia el control de la pandemia, lo que provocó la suspensión temporal de campañas contra enfermedades como el sarampión, la polio o el HPV en varias regiones. Se estima que estas interrupciones podrían tener efectos duraderos, incluyendo el resurgimiento de enfermedades eliminadas en algunas zonas.
Conclusión
La vacunación ha sido, sin lugar a dudas, una de las intervenciones de salud pública más trascendentales del último siglo. A lo largo de las décadas, los programas de inmunización han logrado prevenir millones de muertes, reducir la carga de enfermedades infecciosas y mejorar sustancialmente la calidad de vida en todas las regiones del mundo.
La revisión de enfermedades específicas confirma que los programas de vacunación son altamente eficaces cuando se cumplen ciertos requisitos: una cobertura amplia, esquemas completos, continuidad en el tiempo, y aceptación por parte de la comunidad. Ejemplos como el control del sarampión en países con altas tasas de inmunización o la reducción del cáncer de cuello uterino en Australia mediante la vacunación contra el VPH ilustran el impacto positivo que puede lograrse con políticas de vacunación bien diseñadas y ejecutadas.
No obstante, la eficacia de estos programas no puede evaluarse en términos aislados ni estáticos. En muchos contextos, su éxito se ve limitado por una serie de desafíos persistentes: desigualdad en el acceso, resistencia cultural o ideológica, infraestructura sanitaria débil, y más recientemente, los efectos disruptivos de la pandemia de COVID-19. La polarización social y la desinformación han erosionado la confianza pública, poniendo en riesgo los avances alcanzados en las últimas décadas. La creciente circulación de contenidos antivacunas en medios digitales y redes sociales exige estrategias de comunicación más efectivas y basadas en evidencia, así como una acción decidida por parte de gobiernos, profesionales sanitarios y organismos internacionales.
Asimismo, la revisión muestra que el éxito de algunos países no depende exclusivamente del nivel económico, sino del compromiso político, la participación comunitaria y la capacidad de adaptar las estrategias a las necesidades y realidades locales. Casos como los de Rwanda y Vietnam demuestran que es posible alcanzar altas tasas de vacunación incluso en contextos con recursos limitados, siempre que se priorice la atención primaria, se involucre a los agentes comunitarios y se garantice un acceso equitativo y sostenido.
De cara al futuro, los programas de vacunación deben ser concebidos como sistemas dinámicos, resilientes y centrados en las personas. Esto implica fortalecer la infraestructura sanitaria, invertir en innovación tecnológica (como registros digitales y seguimiento automatizado), capacitar al personal de salud, y sobre todo, generar confianza a través de la transparencia, la información veraz y la participación activa de la comunidad.
En conclusión, la eficacia de los programas de vacunación es indiscutible desde el punto de vista epidemiológico, pero su impacto real y sostenido depende de factores sociales, políticos y culturales que deben ser atendidos con la misma seriedad. Garantizar el éxito de las campañas vacunales en el siglo XXI no es solamente una cuestión de biología o tecnología, sino de justicia, solidaridad y compromiso global con la salud pública.
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