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Las Repercusiones de la Privación del Sueño en Estudiantes de Medicina: Revisión Bibliográfica

Las Repercusiones de la Privación del Sueño en Estudiantes de Medicina: Revisión Bibliográfica

Autora principal: Camille Morice Herrero

Vol. XX; nº 11; 650

The Repercussions of Sleep Deprivation in Medical Students: A Literature Review

Fecha de recepción: 13 de mayo de 2025
Fecha de aceptación: 11 de junio de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 11 – Primera quincena de Junio de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 11; 650

Autores:

Camille Morice Herrero. Investigadora Independiente, San José, Costa Rica. https://orcid.org/0009-0008-2198-9758
Sofia Carolina Artavia Sevilla. Investigador independiente, San José, Costa Rica. https://orcid.org/0009-0003-0378-8446
Rodrigo Artavia Sevilla. Investigador Independiente, San José, Costa Rica
Georgia Liz Heigold Marchena. Investigadora Independiente, San José, Costa Rica. https://orcid.org/0009-0006-8506-7432
Carlos Eduardo Pérez Sánchez. Investigador Independiente, San José, Costa Rica. https://orcid.org/0000-0003-3640-8529
Melissa Yajaira Montero Navarro. Investigador Independiente, San José, Costa Rica

Resumen

La calidad del sueño tiene sus repercusiones físicas, mentales y académicas en estudiantes de medicina, un grupo altamente vulnerable a la privación de sueño debido a la elevada carga académica y al estilo de vida que la carrera implica. Se agrupan y analizan doce estudios científicos que evidencian la prevalencia significativa de la privación de sueño en esta población y el impacto negativo que tiene en distintos aspectos de la vida del estudiante. Se subraya la importancia de crear una cultura académica que valore el descanso y se destaca la necesidad de implementar estrategias para promover una mejor calidad de sueño, de modo que el estudiante pueda dormir las horas adecuadas, asegurar un sueño reparador y evitar la somnolencia diurna. Se recomienda realizar más investigaciones sobre la efectividad de intervenciones para prevenir la privación de sueño en los futuros profesionales de la salud.

Palabras clave

privación de sueño, calidad de sueño, estudiantes de medicina, rendimiento académico, salud mental, salud física, estrés psicológico, somnolencia, trastornos del sueño, higiene del sueño, trastornos relacionados con sustancias, ansiedad, depresión.

Abstract

Sleep quality and its physical, mental, and academic repercussions in medical students, a group highly vulnerable to sleep deprivation due to the heavy academic workload and lifestyle imposed by the career, groups and analyzes twelve scientific studies that highlight the significant prevalence of sleep deprivation in this population and its negative impact on various aspects of the student’s life. It emphasizes the importance of creating an academic culture that values rest and underscores the need to implement strategies to promote better sleep quality, allowing students to get adequate sleep, ensure restorative rest, and avoid daytime sleepiness. It is recommended to conduct further research on the effectiveness of interventions to prevent sleep deprivation in future healthcare professionals.

Keywords

sleep deprivation, sleep quality, medical students, academic performance, mental health, physical Health, psychological stress, sleepiness, sleep disorders, sleep hygiene, substance-related disorders, anxiety, depression.

Introducción

El sueño es una necesidad vital para el funcionamiento fisiológico del ser humano y desempeña un rol fundamental en la consolidación de la memoria, la plasticidad sináptica, la neurocognición, el rendimiento psicomotor y la salud física y mental [1,2]. Permite que el eje cerebral funcione adecuadamente, lo que se traduce en una respuesta física acorde. Según la literatura, un sueño subóptimo se define como aquel de una duración menor a siete horas, de mala calidad, insuficiente y acompañado de somnolencia diurna excesiva. Un requerimiento subóptimo de sueño impactan negativamente en el rendimiento académico y el estrés asociado, la salud mental, los cambios en el cronotipo, la ocurrencia de accidentes, el ausentismo universitario o laboral, las dificultades para rendir en clase, las alteraciones en el aprendizaje, y el desarrollo de trastornos médicos y psiquiátricos [2,3].

Los estudiantes de la carrera de Medicina son especialmente vulnerables a la privación de sueño debido a la elevada e intensa carga académica, las guardias nocturnas, las tareas clínicas y emergencias, el estilo de vida y los hábitos irregulares, la extensa duración de la carrera, así como la preocupación previa al descanso, que favorece la rumiación mental y la hiperexcitación por estrés [3]. Además, esta carrera implica enfrentarse a temas emocionalmente drenantes, como la muerte [2]. Asociado al alto nivel de estrés académico, suele haber poco tiempo extracurricular para realizar actividades físicas que promuevan la relajación [4].

Por la combinación de los factores anteriores, hay una prevalencia alta de privación del sueño en los estudiantes de medicina, lo que puede afectar la salud física y mental de dicha población. Por ejemplo, se ha visto que una mala calidad de sueño tiene mayor asociación con trastornos del ánimo, ansiedad, depresión y problemas sociales. También hay déficits cognitivos, alteraciones en la atención, memoria y consolidación del aprendizaje. A nivel hormonal, hay una alteración, al igual que inmunosupresión, lo que los predispone a infecciones. Asimismo, a corto plazo, genera agotamiento tanto físico como mental, un descontrol de las emociones, dificultad para la resolución de problemas, estrés psicológico y académico, mientras que a largo plazo se encuentran enfermedad cardiovascular, diabetes tipo II, obesidad y cáncer [2,5,6].

Por dicha problemática, se ha mostrado una tendencia en el uso de sustancias inhibitorias del sueño y un aumento en el trastorno por abuso de sustancias, donde se crea un ciclo estimulación-sedación: se utilizan estimulantes durante el día y sedantes para conciliar el sueño. El consumo de sustancias como el café, energizantes, alcohol, cigarrillos y medicamentos para regular el sueño tiene muchos efectos adversos y genera una falsa percepción de mejora en la vigilia [3,6,7].

La privación de sueño en la población médica tiene un efecto directo en la toma de decisiones clínicas, afectando el juicio clínico, el tiempo de reacción, la percepción de emociones y la autopercepción [3]. A pesar de recibir una extensa educación sobre el cuerpo humano, los mecanismos fisiológicos y patológicos, y la causalidad de los mismos, hay una deficiencia en la educación de los estudiantes sobre el sueño, su regulación y su higiene. Una adecuada educación permite que los estudiantes y futuros médicos puedan prevenir, identificar y abordar dicho trastorno [2].

Es importante que haya una rutina establecida antes de dormir, mantener horarios regulares de sueño y evitar la exposición a luces azules o blancas, así como el uso de dispositivos. Es vital no normalizar la privación del sueño ni premiarla como un símbolo de dedicación. Asimismo, se debe entender que, aunque exista conocimiento sobre la higiene del sueño, no está asegurado que los hábitos mejoren [2,8].

La revisión bibliográfica se centra en los efectos de la privación de sueño en estudiantes de medicina, por ser una problemática creciente, así como en la nueva información disponible sobre los efectos del sueño en el aprendizaje y su importancia en la toma de decisiones clínicas. Esta investigación es relevante por tratarse de una revisión actualizada y crítica de la literatura científica, donde se reúne, contrasta y analiza de manera integral la evidencia sobre los efectos directos en el rendimiento académico, la salud mental y física, y la calidad de vida de los futuros profesionales de la salud, en una etapa en la que deben adquirir numerosos conocimientos para convertirse en profesionales de excelencia. El presente trabajo visibiliza la magnitud del problema, con el fin de fomentar que los estudiantes de medicina puedan prevenir, identificar y abordar un posible trastorno del sueño [5].

A partir de ello, se tiene como objetivo analizar la literatura científica reciente sobre la privación de sueño en estudiantes de medicina, considerando la calidad y cantidad del sueño, la somnolencia diurna, la correlación con el rendimiento académico, el uso de sustancias para conciliar el sueño y la calidad de vida de los estudiantes en relación con su descanso. Se pretende que, a través del estudio, se genere conciencia sobre la importancia de priorizar la salud mental, física e integral de los estudiantes, para garantizar un entorno académico adecuado.

Metodología

Se llevó a cabo una revisión narrativa de la literatura con el objetivo de analizar la evidencia científica disponible sobre los efectos de la privación del sueño en estudiantes de medicina. La búsqueda se realizó entre marzo y abril de 2025 en bases de datos electrónicas de acceso abierto y académicas, tales como PubMed, SciELO, Elsevier, BMC Medical Education, Dialnet, ResearchGate y Google Scholar. Esta revisión incluyó publicaciones comprendidas entre los años 2020 y 2025, en español y/o inglés, que abordan temas relevantes relacionados con la privación del sueño en estudiantes de medicina.

Se establecieron criterios de inclusión que consideraron estudios originales, revisiones sistemáticas o narrativas, y artículos de reflexión teórica. Para la búsqueda se emplearon palabras clave como: privación del sueño, estudiantes de medicina, fatiga, rendimiento académico, salud mental, trastornos del sueño, estrés, carga académica, concentración, ansiedad, burnout, ritmo circadiano, calidad del sueño, horas de estudio y desempeño clínico.

También se incluyeron publicaciones enfocadas en la prevalencia de los trastornos del sueño, el sueño y el estilo de vida durante la pandemia, la calidad del sueño y su relación con el aprendizaje, el rendimiento académico, el estrés y la calidad de vida. Asimismo, se consideraron estudios sobre la somnolencia y sus efectos en la salud mental dentro del ámbito educativo, el uso de sustancias inhibidoras del sueño y su impacto en la formación de los futuros médicos.

Solo se seleccionaron aquellos artículos con acceso completo al texto. Se excluyeron estudios duplicados, investigaciones que involucran poblaciones ajenas al ámbito sanitario o aquellas en las que la privación del sueño en estudiantes de medicina no constituía el foco principal del análisis.

En total, se revisaron 15 artículos por su relevancia, actualidad y aporte temático, abarcando diversas regiones geográficas y perspectivas. El análisis fue de tipo cualitativo y permitió identificar categorías clave como los trastornos del sueño en estudiantes de medicina, el impacto del sueño en la salud física y mental y la relación entre la calidad del sueño y el rendimiento académico.

Marco Teórico

Para comprender el estudio, es fundamental definir qué se entiende por sueño insuficiente y, por ende, su privación (ausencia). Se considera sueño insuficiente aquel cuya duración es menor a 7 horas en adultos y menor a 9 horas en adolescentes y adultos jóvenes. Un problema de sueño debe incluir al menos uno de los siguientes componentes: duración inadecuada, mala calidad o somnolencia diurna excesiva, lo cual conlleva alteraciones conductuales y fisiológicas debido a la «deuda» de sueño [2,9].

Durante el sueño NREM (de ondas lentas) se facilita una adecuada consolidación de la memoria. En esta etapa, las sinapsis se fortalecen o debilitan, lo que favorece la homeostasis sináptica. La privación de sueño afecta pilares esenciales en cualquier ser humano, y especialmente en un estudiante expuesto a estímulos constantes de aprendizaje, como la atención, la memoria, los procesos emocionales y la resolución de problemas. Cuando las sinapsis se debilitan, se ve comprometida la memoria dependiente del hipocampo, lo que repercute directamente en la integración de la información en estudiantes de medicina [10].

Por ello, es fundamental otorgarle la importancia que merece y contar con bases de conocimiento sobre la cantidad, calidad, regularidad del sueño, así como sobre el cronotipo (ya sea matutino o nocturno), para poder aplicar dicho conocimiento en uno mismo. No obstante, existen factores biológicos que predisponen al desarrollo de trastornos del sueño, como la hiperactividad del sistema nervioso autónomo y la sobreactivación del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal [3]. La privación del sueño disminuye el rendimiento cognitivo, afecta negativamente el estado de ánimo y provoca fatiga, así como la aparición de microsueños [1].

Durante la revisión bibliográfica, diversos estudios utilizaron autoinformes para obtener información sobre la perspectiva de los estudiantes en relación con la calidad del sueño, la somnolencia diurna, su conocimiento sobre la higiene del sueño, la escala de estrés académico, el índice de privación de sueño y la calidad de vida en diferentes ámbitos. El Índice de Calidad de Sueño de Pittsburgh (PSQI) mide la calidad del sueño en las cuatro semanas previas, evaluando siete aspectos del sueño con una puntuación que varía de 1 a 21. Puntajes mayores a 5 indican una mala calidad de sueño [10]. La Epworth Sleepiness Scale (ESS) evalúa la somnolencia diurna, calificando en ocho aspectos del 0 al 3 la probabilidad de quedarse dormido en situaciones cotidianas. Esta escala tiene una puntuación total de 0 a 24, y valores superiores a 10 indican somnolencia diurna excesiva, mientras que valores mayores a 15 se consideran severos [8]. El cuestionario tipo test (MCQ) evalúa el conocimiento sobre la higiene del sueño [11]. El cuestionario de Estrés en Adolescentes está subdividido, y uno de sus enfoques es el estrés académico [9]. El índice de Privación del Sueño (SDI) se mide a través de la diferencia entre las horas de sueño durante la semana y el fin de semana [8]. Por último, el cuestionario WHOQOL-BREF evalúa la calidad de vida en los ámbitos físico, psicológico, social y ambiental [4].

La higiene del sueño consiste en llevar a cabo una serie de rutinas saludables antes de dormir, tales como bañarse con agua tibia, establecer horarios regulares para el sueño, utilizar de manera responsable los dispositivos electrónicos y controlar factores ambientales como la luz, el ruido y la temperatura [2,9]. Debido al aumento en la prevalencia de la mala calidad del sueño, se ha popularizado el uso de sustancias inhibidoras del sueño (SIS) como la cafeína, bebidas energizantes, Coca-Cola, así como medicamentos como Ritalin, tiamina, éxtasis y cigarrillos. Estas sustancias se consumen para contrarrestar la somnolencia, pero tienen efectos negativos tanto en la salud física como mental [7].

El estrés es un estado de tensión mental provocado por una situación desafiante, ya sea física o emocional. No debe asociarse únicamente con una connotación negativa, ya que es una experiencia normal en la vida de todos los individuos y puede ser tanto beneficiosa como perjudicial. Cuando el estrés tiene efectos negativos, provoca un mayor desgaste fisiológico y anatómico, afectando diversos ámbitos, como los intrapersonales, interpersonales, sociales, laborales y académicos [9].

Al realizar la revisión bibliográfica, se observa una relación significativa entre el mal sueño, el bajo rendimiento académico, la somnolencia diurna y las alteraciones en la concentración y retención de información, por lo que se debe prestar una atención más detallada a estos patrones en los estudiantes de medicina [1]. Asimismo, un sueño deficiente se asocia con mayores niveles de estrés académico, ansiedad, depresión, agotamiento y una percepción negativa de su bienestar [8].

Los tres ejes comunes en la revisión bibliográfica son los trastornos del sueño en estudiantes de medicina, el impacto del sueño en la salud física y mental, y la relación entre la calidad del sueño y el rendimiento académico. Este estudio es relevante, ya que recopila los efectos de la privación de sueño a nivel físico, emocional y académico en los futuros profesionales de la salud. Su objetivo es visibilizar la problemática y concientizar sobre la necesidad de realizar los cambios adecuados para mejorar tanto el entorno como la salud de los estudiantes.

Resultados y Discusión

Los doce estudios analizados muestran una alta prevalencia de privación de sueño en estudiantes de medicina y sus efectos físicos, emocionales y académicos en diversos contextos. La evidencia se organiza en tres ejes principales: los trastornos del sueño en estudiantes de medicina, el impacto del sueño en la salud física y mental, y la relación entre la calidad del sueño y el rendimiento académico.

1. Trastornos del sueño en estudiantes de Medicina

Durante la revisión bibliográfica, surgió un problema evidente: la prevalencia de trastornos del sueño en estudiantes de medicina, convirtiéndose en una epidemia silenciosa dentro de esta población. Un estudio realizó una revisión sistemática de 43 estudios observacionales que incluyeron a 18,619 estudiantes de medicina de 13 países, y encontró que la duración promedio del sueño fue de 6.3 horas por noche, con una mala calidad de sueño cuantificada mediante el PSQI, donde el 55% de los estudiantes obtuvo una puntuación superior a 5. Además, el 31% de los estudiantes obtuvo 10 o más puntos en la escala de ESS, mientras que el 50% reportó somnolencia diurna. En promedio, la duración del sueño en un estudiante de medicina es de entre 1 y 3 horas menos de lo recomendado para un adulto sano. Un 70% indicó tener horarios de sueño irregulares. Sin embargo, es importante destacar que no se observaron cambios significativos relacionados con la edad y el género [2].

En otro estudio se reportó que el 40% de los universitarios presentan problemas de sueño, en comparación con el 30% de los adultos. Los estudiantes de medicina son una población vulnerable debido a su alta carga académica, su participación en guardias nocturnas y su estilo de vida caracterizado por horarios irregulares [3].

A pesar de estudiar sobre la fisiología humana, los estudiantes de Medicina no reciben una educación formal sobre los trastornos del sueño y sus efectos en la salud física y mental, lo que lleva a generar paradigmas erróneos sobre el sueño. En Paraguay, más del 50% reportó insomnio, con un mayor porcentaje en mujeres. En Panamá, el 56% de las mujeres reportaron mala calidad de sueño en comparación con un 43% de los hombres. En España, un 47% reportó mala calidad de sueño utilizando el índice PSQI. En China, se observó que un 50% de los estudiantes presenta mala calidad de sueño, con mayor prevalencia en hombres. En Hong Kong, el 70% de los estudiantes reportó privación del sueño, mientras que en Malasia un 45,5% reportó somnolencia diurna y un 16% mala calidad de sueño [3].

Es por ello que los estudiantes recurren al ciclo de estimulación-sedación, utilizando estimulantes durante el día y sedantes para conciliar el sueño, lo que puede conducir a trastornos por abuso de sustancias, ya sea con estimulantes o medicamentos [3]. Un estudio realizado en la Universidad Ricardo Palma, en el que participaron 410 estudiantes de medicina de distintos semestres durante el año 2020, reveló que el 60.5% consumía sustancias estimulantes, siendo el café el más frecuente [6]. Otro estudio encontró que el 30.24% de los estudiantes consumen SIS, con un 64.28% que utiliza cafeína, un 53.57% que consume bebidas energizantes o gaseosas y un menor porcentaje que recurre a medicamentos. Sin embargo, se reportó que, gracias al consumo de SIS, el 72.86% experimentó una mejora en su rendimiento académico. Al ser cuestionados sobre la frecuencia de consumo, el 72.14% indicó que lo hacen de 1 a 2 veces por semana, el 18% de 3 a 4 veces por semana, y el 12.86% lo consume diariamente. Al preguntar en qué momentos recurren a los SIS, el 35% lo hace antes de estudiar o realizar proyectos, el 21% antes de un examen, y el 25% no tiene un momento específico para su consumo [7].

En otro estudio en el que se utilizó el WHOQOL-BREF, el dominio más afectado por una mala calidad de sueño fue el físico, con un 49%, y se concluyó que existe una correlación inversa significativa entre la calidad del sueño y la calidad de vida, asociada a un elevado estrés académico [4]. Otro estudio señala que el grupo con mayor privación de sueño (según el SDI) presenta una peor calidad de vida, mayor ansiedad y depresión, y una peor percepción del entorno académico [8].

2. Impacto del sueño en la salud física y mental

Existe evidencia que indica que una duración insuficiente del sueño y su mala calidad afectan negativamente el funcionamiento neurocognitivo, psicomotor, así como la salud física y mental. A nivel mental, los trastornos del sueño están relacionados con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, problemas psiquiátricos como los trastornos de ansiedad, depresión, abuso de sustancias, problemas en el ámbito social, bajo rendimiento académico y accidentes de tráfico [2,3]. Además, el diagnóstico de estos trastornos es más complejo debido a la coexistencia de síntomas y trastornos psiquiátricos [3]. La falta de sueño se asocia con un aumento de más de tres veces en el riesgo de trastorno de pánico, trastorno de estrés postraumático, trastornos psicóticos, depresión mayor e intentos de suicidio [11].

Cuando existe una falta sistemática de sueño, el estudiante es más propenso a sufrir ausentismo, dificultad para trabajar en clase, alteraciones en el aprendizaje, bajo rendimiento, dificultad para concentrarse, problemas físicos crónicos, y un mayor riesgo de trastornos médicos y psiquiátricos [3]. Paradójicamente, a pesar de la abundante información sobre los beneficios de la actividad física, proporcionada incluso por los mismos profesionales de la salud, un estudio resalta que solo un 20,97% practicaba actividad física según lo recomendado por la OMS, lo cual perjudica la salud física y genera un ciclo vicioso entre los problemas físicos causados por la privación del sueño y la falta de ejercicio, lo que contribuye a una mala calidad de sueño. A largo plazo, estos estudiantes son más propensos a desarrollar diabetes tipo II, obesidad, enfermedades cardiovasculares y cáncer [6]. En cuanto a los factores de riesgo, el más frecuente para la mala calidad del sueño es la roncopatía, con un 18,5%, seguido del tabaquismo, con un 16,6%. No se encontró relación entre la calidad del sueño y el índice de masa corporal; sin embargo, el bienestar físico es el aspecto más comprometido por la falta de sueño [4].

No solo enfrentan una carga académica elevada, sino que el agotamiento físico y mental, junto con un descontrol emocional, disminuyen el rendimiento en concentración, claridad y memoria, lo que a su vez genera un bajo rendimiento académico, exacerbando el estrés psicológico y académico. Esto también provoca una peor percepción del ambiente educativo, así como un aumento de la ansiedad y depresión [6,8]. La dificultad para resolver problemas se convierte en un círculo vicioso sin salida aparente para esta población [6].

3. Relación entre calidad del sueño y rendimiento académico

La relación entre la calidad del sueño y el rendimiento académico ha sido comprobada mediante una variedad de artículos científicos. Por ejemplo, se reportó que una restricción de sueño durante dos semanas produce déficits en el rendimiento cognitivo comparables a dos noches de privación total de sueño. Una restricción moderada del sueño afecta el funcionamiento neurocognitivo, lo que perjudica el desempeño académico y clínico de algunos estudiantes de medicina. Es importante destacar que no todos los estudiantes con privación de sueño se verán afectados de la misma manera [2].

Aquellos cuya ausencia o problemas de sueño les afecten pueden experimentar alteraciones en la atención, memoria y concentración, así como dificultades en la consolidación de aprendizajes. Un estudio en Brasil asoció la somnolencia diurna con un bajo rendimiento académico. Por otro lado, en Alemania se encontró que el cronotipo es el factor más predictivo del rendimiento académico [3].

Los estudiantes que reportan un mejor sueño también experimentan mayor satisfacción académica y calidad de vida. De manera constante, el sueño previo a un examen tiene un peso mayor que el de las semanas anteriores. Sin embargo, un estudio mostró que el 25% de los estudiantes duerme lo suficiente, pero este porcentaje disminuye al 15% durante las semanas de examen. No se encontró una correlación directa entre el sueño y el promedio académico; no obstante, según Almojali, los estudiantes con un GPA bajo tenían 4 veces más riesgo de sufrir mala calidad de sueño [10].

Un estudio de la Universidad de París Diderot, que utilizó el PSQI, el MCQ y datos de rendimiento académico de 177 estudiantes de 4º a 6º año en la carrera de medicina, encontró que el promedio de la puntuación en el MCQ fue de 6.61 y solo un 31% de los estudiantes tenía un entendimiento correcto de la higiene del sueño. No se halló correlación entre el PSQI y las notas, ni entre el MSQ y el rendimiento académico. Sin embargo, sí se encontró una correlación entre la calidad del sueño y el rendimiento global. Además, aquellos con trastornos del sueño tuvieron un rendimiento afectado en los exámenes matutinos [11]. Otro estudio descubrió que la duración del sueño no tiene una correlación significativa con el rendimiento, pero que la somnolencia diurna sí tiene un efecto negativo sobre el rendimiento académico [1].

En 1978 y 1990, entre un 37% y un 46% de las escuelas de Medicina no ofrecían educación sobre medicina del sueño. En la actualidad, existen estudios que evalúan la exposición de los estudiantes a contenidos sobre medicina del sueño y cronobiología. Por ejemplo, un estudio realizado en Brasil con estudiantes de Medicina encontró que la exposición curricular es insuficiente y disminuye conforme avanzan los años [3,12]. No solo existe una cultura institucional dañina que glorifica el sacrificio y la falta de descanso por estudiar, a pesar de tener cierto grado de conocimiento sobre sus repercusiones, tiene consecuencias negativas en la vida de los estudiantes, afectando su toma de decisiones, juicio clínico, tiempo de reacción, percepción emocional y la autopercepción del propio estudiante [5,13]. Asimismo, se deben implementar programas de salud mental y de actividad física en los programas universitarios para los estudiantes, mejorando consecuentemente su rendimiento académico y limitar los factores de riesgo modificables para mejorar la calidad de sueño en esta población [14,15].

Conclusión

En conclusión, esta revisión bibliográfica agrupa y resume doce artículos sobre la calidad del sueño en estudiantes de medicina y sus repercusiones. Su objetivo es sentar las bases para futuros trabajos de investigación y proporcionar evidencia para implementar estrategias que promuevan una mejor higiene del sueño, reduzcan el estrés y fomenten hábitos saludables, con el fin de optimizar la salud física y mental de los futuros profesionales de la salud. Además, busca crear un entorno y una cultura que favorezcan el rendimiento académico, sin premiar ni confundir el sacrificio del sueño como símbolo de dedicación profesional, y educar al estudiante para que pueda desarrollar una autopercepción crítica de sus acciones.

Aunque esta revisión destaca la problemática en la población de estudiantes de medicina, es esencial realizar más investigaciones que aborden la efectividad de distintas intervenciones para solucionar la privación de sueño en los profesionales de la salud.

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Declaración de buenas prácticas:
Los autores de este manuscrito declaran que:
Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.