Inicio > Dermatología y Venereología > Lupus cutáneo subagudo: Patrones clínicos, histopatológicos y opciones terapéuticas

Lupus cutáneo subagudo: Patrones clínicos, histopatológicos y opciones terapéuticas

Lupus cutáneo subagudo: Patrones clínicos, histopatológicos y opciones terapéuticas

Autora principal: Dra. Nathalia Andrea Rivera Venegas

Vol. XX; nº 09; 457

Subacute cutaneous lupus: Clinical and histopathological patterns and therapeutic options

Fecha de recepción: 1 de abril  de 2025
Fecha de aceptación: 8 de mayo de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XX. Número 09 Primera quincena de mayo de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 09; 457

 

Autores:

 

Dra. Nathalia Andrea Rivera Venegas

Médico general, investigadora independiente. San José, Costa Rica.

Orcid: https://orcid.org/0009-0008-2893-8929

Código Médico: 19325.

 

Dra. María Fernanda Valerio Quirós

Médico general, en Área de Salud Santa Rosa. Alajuela, Costa Rica.

Orcid: https://orcid.org/0009-0003-2434-5302

Código Médico: 16413.

 

Dra. Carla Fernández Rodríguez

Médico general, en Hospital San Carlos. Alajuela, Costa Rica.

Orcid: https://orcid.org/0009-0004-8951-8435

Código Medico: 17387.

 

Dra. Mónica Ávila González

Médico general, en Hospital Carlos Luis Valverde Vega. Alajuela, Costa Rica.

Orcid: https://orcid.org/0009-0004-7209-1842

Código Medico: 16740.

 

Dra. Daniela Consumi Cordero

Médico general, Investigadora Independiente. Alajuela, Costa Rica.

Orcid: https://orcid.org/0000-0003-3655-9343

 

Los autores de este manuscrito declaran que:

Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.

Palabras clave: Autoinmunidad, fotosensibilidad, histopatología, inmunomoduladores, biopsia cutánea, anticuerpos antinucleares.

 

Key words: Autoimmunity, photosensitivity, histopathology, immunomodulators, skin biopsy, antinuclear antibodies.

 

Resumen:

 

El lupus eritematoso cutáneo subagudo es una variante del lupus cutáneo que se manifiesta principalmente en mujeres de mediana edad. Su aparición se relaciona con factores inmunológicos, hormonales y ambientales, siendo la exposición a la radiación ultravioleta uno de los principales desencadenantes. También puede ser inducido por medicamentos, como la fexofenadina o el metronidazol, lo que resalta la importancia de una revisión detallada del historial farmacológico.

 

Clínicamente, se caracteriza por lesiones anulares o papuloescamosas en zonas fotoexpuestas que no dejan cicatriz, aunque puede confundirse con otras dermatosis inflamatorias. El diagnóstico requiere una evaluación clínica cuidadosa, apoyada por estudios histopatológicos y marcadores serológicos como los anticuerpos antinucleares, anti-Ro y anti-La, que también permiten valorar el riesgo de progresión hacia lupus sistémico. La biopsia cutánea y el análisis del complemento aportan información sobre la actividad inmunológica.

 

El tratamiento combina medidas generales, como la fotoprotección y la suspensión de medicamentos sospechosos, con terapias tópicas e inmunosupresoras. En casos refractarios, se recurre a fármacos biológicos o inmunoglobulina intravenosa. Aunque la respuesta clínica suele ser favorable, la remisión completa es poco frecuente, y existe riesgo de evolución sistémica, especialmente en presencia de factores inmunológicos específicos.

 

Además del manejo clínico, se debe considerar el impacto psicosocial de la enfermedad, que afecta especialmente a mujeres jóvenes debido a los cambios visibles en la piel. Un enfoque integral, que incluya apoyo emocional y seguimiento médico regular, es clave para mejorar la calidad de vida y el pronóstico de las personas afectadas por esta condición autoinmune.

 

Abstract:

 

Subacute cutaneous lupus erythematosus is a variant of cutaneous lupus that primarily occurs in middle-aged women. Its onset is related to immunological, hormonal, and environmental factors, with exposure to ultraviolet radiation being one of the main triggers. It can also be induced by medications, such as fexofenadine or metronidazole, highlighting the importance of a detailed review of the patient’s medication history.

 

Clinically, it is characterized by annular or papulosquamous lesions in sun-exposed areas that do not leave scars, although it can be confused with other inflammatory dermatoses. Diagnosis requires a careful clinical evaluation, supported by histopathological studies and serological markers such as antinuclear antibodies, anti-Ro, and anti-La, which also assess the risk of progression to systemic lupus. Skin biopsy and complement analysis provide information on immunological activity.

 

Treatment combines general measures, such as photoprotection and discontinuation of suspected medications, with topical and immunosuppressive therapies. In refractory cases, biologic agents or intravenous immunoglobulin are used. Although the clinical response is usually favorable, complete remission is rare, and there is a risk of systemic progression, especially in the presence of specific immunological factors.

 

In addition to clinical management, the psychosocial impact of the disease must be considered, which particularly affects young women due to visible skin changes. A comprehensive approach, including emotional support and regular medical follow-up, is key to improving the quality of life and prognosis of those affected by this autoimmune condition.

 

Introducción:

 

El lupus eritematoso (LE) es una enfermedad inflamatoria autoinmune de presentación heterogénea, que puede manifestarse con compromiso multiorgánico o limitarse exclusivamente a la piel. En este contexto, el lupus eritematoso cutáneo (LEC) representa un subtipo específico del LE, caracterizado por lesiones dermatológicas con distintos patrones clínicos, los cuales se agrupan en formas agudas, subagudas y crónicas. Entre estas, el lupus eritematoso cutáneo subagudo (LECS), por sus siglas en inglés) cobra especial importancia debido a sus características clínicas distintivas, su asociación con ciertos desencadenantes farmacológicos y su potencial para ser confundido con otras dermatosis, lo que podría conducir a un diagnóstico erróneo y a un manejo inadecuado (1; 2).

 

Desde el punto de vista clínico, el LECS se manifiesta típicamente como erupciones cutáneas fotosensibles, que se presentan en forma de lesiones anulares o papuloescamosas, distribuidas de manera simétrica en áreas expuestas al sol. A diferencia de otras variantes del lupus cutáneo, como el lupus eritematoso discoide, estas lesiones no dejan cicatrices al sanar, lo cual constituye un dato clave para su diferenciación (3). Las manifestaciones cutáneas del LECS suelen acompañarse de un patrón vascular polimorfo sobre un fondo rosado o rojo, con la presencia de puntos marrón grisáceos y una pigmentación periférica, lo cual puede observarse con mayor claridad en estudios dermatoscópicos (4).

 

La fotosensibilidad es una característica definitoria del LECS, y la exposición a la radiación ultravioleta puede agravar considerablemente la enfermedad, produciendo una afectación cutánea más extensa y sintomática (1). Esta susceptibilidad a la luz solar refuerza la importancia de la fotoprotección como medida preventiva fundamental dentro del abordaje terapéutico. Por otra parte, una proporción significativa de los casos de LECS puede estar relacionada con la exposición a ciertos medicamentos, particularmente a los inhibidores de los puntos de control inmunitario, lo que implica un mecanismo de inducción farmacológica que debe ser reconocido por los profesionales de la salud (2).

 

No obstante, el diagnóstico del LECS continúa representando un desafío clínico debido a su similitud con otras dermatosis eritematosas y descamativas, tales como la psoriasis o el eccema numular. En este escenario, la videodermoscopia ha emergido como una herramienta diagnóstica de gran utilidad, ya que permite visualizar con precisión patrones vasculares y de pigmentación específicos del LECS, facilitando así su diferenciación respecto a otras entidades clínicas (3).

 

La importancia clínica del LECS no solo radica en su potencial asociación con el lupus sistémico, sino también en la necesidad de un reconocimiento oportuno de su forma inducida por medicamentos. Un diagnóstico certero permite evitar la progresión de las lesiones y reduce el riesgo de reacciones cutáneas prolongadas o refractarias al tratamiento. En términos terapéuticos, el manejo del LECS generalmente incluye una combinación de corticosteroides tópicos o sistémicos, dependiendo de la severidad del cuadro, y antipalúdicos como la hidroxicloroquina, que han demostrado eficacia en el control de las manifestaciones cutáneas y en la prevención de recaídas (2).

 

El objetivo de este artículo es describir y analizar los patrones clínicos y hallazgos histopatológicos característicos del LECS, así como revisar las principales opciones terapéuticas disponibles para su manejo. Se busca proporcionar una visión integral que facilite el reconocimiento temprano de esta entidad, su diferenciación de otras dermatosis similares y una adecuada toma de decisiones clínicas basada en la evidencia más reciente.

 

Metodología:

 

Para el desarrollo de esta investigación sobre los patrones clínicos, hallazgos histopatológicos y opciones terapéuticas del lupus eritematoso cutáneo subagudo LECS, se llevó a cabo una revisión bibliográfica exhaustiva con el objetivo de compilar, analizar y sintetizar el conocimiento actualizado sobre esta entidad dermatológica. Esta revisión abordó aspectos fundamentales como la presentación clínica del LECS, sus variantes morfológicas, las características histológicas diferenciadoras y los enfoques terapéuticos más utilizados, tanto convencionales como emergentes.

 

Con el fin de asegurar la calidad, actualidad y relevancia de la información recopilada, se consultaron bases de datos científicas reconocidas, tales como PubMed, Scopus y Web of Science, por su prestigio y cobertura en los campos de la dermatología, inmunología y patología. Se aplicaron criterios de inclusión y exclusión rigurosos. Se incluyeron estudios publicados entre 2020 y 2025, en inglés o español, que abordaran de forma específica el LECS, su diferenciación respecto a otras formas de lupus cutáneo, los métodos diagnósticos empleados y las estrategias terapéuticas utilizadas. Se excluyeron publicaciones duplicadas, investigaciones sin revisión por pares o aquellas que presentaran datos incompletos o insuficientes para el análisis. Para la búsqueda, se utilizaron palabras clave como: Autoinmunidad, fotosensibilidad, histopatología, inmunomoduladores, biopsia cutánea, anticuerpos antinucleares.

 

La búsqueda inicial permitió identificar 28 fuentes relevantes, incluyendo artículos originales, revisiones sistemáticas, estudios clínicos y documentos emitidos por sociedades médicas especializadas en dermatología e inmunología. A partir de estas fuentes se realizó un análisis detallado para extraer información sobre los patrones clínicos del LECS, las características histopatológicas observadas en biopsias cutáneas, la utilidad de herramientas diagnósticas como la dermatoscopia o la inmunofluorescencia, así como las terapias farmacológicas más efectivas, considerando tanto el tratamiento tópico como el sistémico.

 

El análisis de la información se efectuó mediante enfoques cualitativos y comparativos. Los hallazgos se organizaron en categorías temáticas que permitieron identificar patrones clínicos característicos, correlaciones histopatológicas, criterios de diagnóstico diferencial y abordajes terapéuticos efectivos. Este enfoque estructurado ofrece una visión integral del estado actual del conocimiento sobre el LECS, contribuyendo a mejorar su diagnóstico, tratamiento y pronóstico, y destacando áreas clave para futuras investigaciones clínicas y dermatológicas.

 

Aspectos generales del lupus cutáneo subagudo:

 

El LECS se distingue por características epidemiológicas y desencadenantes específicos. Esta variante afecta predominantemente a mujeres, con una proporción aproximada de 4:1 en relación con los hombres, y una mediana de edad en el momento del diagnóstico que ronda los 50 años (5; 6). Estos datos reflejan una clara tendencia demográfica, lo que sugiere una posible influencia hormonal o inmunológica en la susceptibilidad al desarrollo del LECS. A diferencia de otras enfermedades cutáneas de curso inflamatorio o autoinmune, la tasa de incidencia del LECS se ha mantenido relativamente estable a lo largo del tiempo, sin observarse variaciones significativas entre los distintos grupos etarios o entre sexos, lo que refuerza la idea de que su aparición está más vinculada a factores predisponentes individuales que a cambios ambientales o poblacionales (7).

 

Entre los factores desencadenantes más relevantes para el desarrollo o la exacerbación del LECS, la exposición a la luz ultravioleta (UV) ocupa un lugar central. La radiación solar, especialmente en su espectro UV, actúa como un potente estímulo inmunológico que puede desencadenar o intensificar las lesiones cutáneas características de esta enfermedad. La activación del sistema inmunológico inducida por la radiación UV en personas predispuestas genera una cascada inflamatoria localizada en la piel, lo cual explica la distribución predominante de las lesiones en áreas fotoexpuestas (8).

 

Por otro lado, el LECS puede tener un origen farmacológico, lo que añade un nivel adicional de complejidad al abordaje diagnóstico. Se estima que hasta un 30% de los casos están relacionados con el uso de ciertos medicamentos, siendo la fexofenadina y el metronidazol algunos de los fármacos que han mostrado una asociación significativa con la aparición de lupus eritematoso cutáneo. Esta forma inducida por fármacos suele presentar un curso clínico similar al LECS idiopático, aunque en muchos casos mejora con la suspensión del agente causante. Este dato subraya la importancia de realizar una revisión detallada del historial farmacológico del paciente al momento del diagnóstico (5).

 

La predisposición genética también desempeña un papel importante en la susceptibilidad al LECS. Aunque los estudios disponibles no identifican marcadores genéticos específicos de manera consistente, se reconoce que ciertos individuos presentan una mayor reactividad inmunológica ante estímulos externos como la radiación UV o algunos medicamentos. Esta base genética, aún poco comprendida, podría explicar la recurrencia de la enfermedad en ciertos contextos familiares o poblacionales, y representa una línea prometedora para futuras investigaciones (6; 7)

 

Otro aspecto clave en la caracterización del LECS es su posible asociación con el LES. Aunque el LECS se manifiesta principalmente como una enfermedad cutánea localizada, en algunos pacientes puede representar una manifestación inicial o limitada de una forma sistémica más compleja. Las tasas de progresión del LECS a LES varían ampliamente, con cifras reportadas que oscilan entre el 0% y el 42%, dependiendo del estudio y de la población analizada (9).

 

En este sentido, los marcadores serológicos cobran particular relevancia como herramientas predictivas. La presencia de anticuerpos antinucleares positivos, junto con alteraciones hematológicas, se ha relacionado con una mayor probabilidad de progresión del LECS a LES. Estos hallazgos, además de tener valor diagnóstico, permiten al clínico establecer un plan de seguimiento más ajustado a los riesgos individuales del paciente, anticipando posibles complicaciones sistémicas y facilitando una intervención oportuna (9).

 

Patrones clínicos del LECS:

 

El LECS presenta una morfología clínica distintiva que resulta clave para su identificación y diferenciación de otras dermatosis inflamatorias. Típicamente, se manifiesta mediante lesiones anulares o papuloescamosas, que tienden a distribuirse de manera simétrica en áreas fotoexpuestas del cuerpo. Estas lesiones, a diferencia de las observadas en formas crónicas de lupus cutáneo como el lupus discoide, se resuelven sin dejar cicatrices, lo cual constituye un criterio clínico fundamental para su distinción (10). No obstante, esta presentación puede confundirse con otras enfermedades cutáneas inflamatorias que también cursan con placas eritematosas y escamosas, como la psoriasis o la dermatitis seborreica, lo que hace necesario un abordaje diagnóstico cuidadoso (33).

 

El cuadro clínico del LECS puede volverse aún más complejo cuando se trata de formas inducidas por fármacos. En estos casos, las manifestaciones pueden desviarse de la morfología clásica e incluir variantes atípicas, como lesiones hipopigmentadas, vesiculares o de distribución inusual. Esta variabilidad morfológica exige una evaluación detallada del historial farmacológico del paciente, con especial atención a la aparición de síntomas tras la introducción de nuevos medicamentos. La literatura médica ha documentado casos en los que reacciones adversas a fármacos se manifiestan como dermatosis que imitan otras entidades, como la vasculitis granulomatosa anular inducida por medicamentos. Estos cuadros refuerzan la necesidad de una evaluación clínica integral que incluya el estudio histopatológico para establecer un diagnóstico preciso (11).

 

En el proceso diagnóstico, resulta indispensable considerar un amplio espectro de enfermedades en el diagnóstico diferencial del LECS, debido a su presentación clínica superpuesta con otras afecciones comunes. Por ejemplo, la psoriasis suele presentarse con placas eritematosas bien delimitadas cubiertas de escamas plateadas, mientras que la dermatitis seborreica muestra escamas amarillentas y grasosas, localizadas con mayor frecuencia en regiones ricas en glándulas sebáceas como el cuero cabelludo y la cara (12). Asimismo, el eritema anular centrífugo puede presentar placas anulares similares y también ha sido asociado a desencadenantes como infecciones o medicamentos, de forma paralela a los mecanismos propuestos en el LECS (13). Otras entidades dermatológicas, como la micosis fungoide en estadios iniciales o incluso otros subtipos de lupus cutáneo, pueden presentar lesiones eritematosas y escamosas similares, lo que exige una diferenciación clínica y paraclínica precisa (3).

 

Dado este amplio solapamiento clínico, el examen histopatológico adquiere un papel central en la confirmación diagnóstica del LECS. La biopsia cutánea permite identificar patrones específicos de daño tisular que ayudan a distinguir esta entidad de otras dermatosis inflamatorias. Por ejemplo, en casos sospechosos de síndrome DRESS (reacción a fármacos con eosinofilia y síntomas sistémicos), el análisis histológico puede revelar dermatitis liquenoide, lo cual obliga a considerar diagnósticos diferenciales más allá del LECS. Características como la presencia de incontinencia pigmentaria, infiltrado linfocítico perivascular y degeneración vacuolar de la capa basal pueden orientar hacia el diagnóstico de lupus cutáneo y excluir otras patologías con lesiones clínicas similares (14).

 

Hallazgos histopatológicos:

 

Las características histopatológicas del LECS ofrecen elementos clave para su identificación y diferenciación respecto a otros subtipos de lupus cutáneo. A nivel epidérmico, el LECS suele mostrar signos consistentes de hiperqueratosis, atrofia epidérmica y vacuolización de la capa basal. Estos cambios reflejan una alteración estructural de las capas más superficiales de la piel, generalmente asociada a procesos inflamatorios crónicos de origen inmunológico (15).

 

En la dermis, el cuadro se completa con la presencia de un infiltrado linfocítico de localización perivascular y perianexial, que evidencia la participación del sistema inmune en la fisiopatología de la enfermedad. Además, se ha documentado un aumento de mucina dérmica, hallazgo que contribuye al diagnóstico histológico y puede relacionarse con los cambios degenerativos del tejido conectivo observados en el lupus cutáneo (15). La inmunofluorescencia directa, una herramienta complementaria fundamental en el estudio de enfermedades autoinmunes cutáneas, revela en el LECS un patrón granular característico en la unión dermoepidérmica. Este hallazgo, conocido como “banda lúpica”, confirma la deposición de inmunocomplejos en la membrana basal y refuerza el diagnóstico de una enfermedad lúpica (16).

 

Comparar estas características con las de otros subtipos de lupus eritematoso cutáneo resulta fundamental para una adecuada clasificación clínica y pronóstica. En la forma aguda del LEC (LECA), los hallazgos histopatológicos tienden a mostrar infiltrados linfocíticos más superficiales y menos densos en comparación con los observados en el LECS y el lupus cutáneo crónico (LECC). Además, la ACLE se asocia con una afectación sistémica más marcada y suele acompañarse de títulos más elevados de anticuerpos antinucleares, lo que refleja su vínculo estrecho con el LES (17).

 

Por su parte, el LECC, especialmente en su variante discoide, presenta un patrón histológico diferente, con cambios dérmicos más intensos y un infiltrado linfocítico de mayor profundidad. Esta forma se distingue además por su tendencia a evolucionar de forma más localizada y por una menor probabilidad de progresar hacia un compromiso sistémico, en comparación con el LECS. Dichas diferencias no solo tienen valor diagnóstico, sino que también orientan el seguimiento y tratamiento de los pacientes (17).

 

A nivel inmunopatogénico, el LECS se caracteriza por una activación crónica de las vías inmunitarias, con un papel central de las células dendríticas plasmacitoides y las células T en la perpetuación del proceso inflamatorio. Esta activación está fuertemente mediada por las vías del interferón tipo I, las cuales estimulan la producción de citocinas proinflamatorias y la formación de autoanticuerpos. Estos mecanismos reflejan la naturaleza autoinmune de la enfermedad y explican tanto su manifestación cutánea como su posible conexión con formas sistémicas del lupus (16).

 

Diagnóstico y estudios complementarios:

 

En el diagnóstico del LECS y su posible progresión a LES, los marcadores serológicos son fundamentales. Los anticuerpos anti-Ro/SSA y anti-La/SSB son comunes en LECS y útiles para el diagnóstico. En particular, los anti-La, cuando aparecen de forma aislada, pueden asociarse con afectación neurológica, aunque en conjunto con los anti-Ro suelen indicar una enfermedad más leve (18). Por otro lado, la prueba de anticuerpos antinucleares continúa siendo estándar para LES; títulos elevados se asocian con afectación sistémica, incluyendo compromiso renal y hematológico (17).

 

La biopsia cutánea también aporta información relevante. Incluso en piel no lesionada, puede detectarse depósito de C5b-9 en la microvasculatura, un hallazgo que sugiere activación del complemento y posible nefritis lúpica activa (19). Además, las características histológicas pueden variar según el subtipo de lupus cutáneo y dar indicios sobre la probabilidad de progresión sistémica (17).

 

En cuanto a la evaluación sistémica, la nefritis lúpica es una complicación grave que requiere detección precoz. Se investigan biomarcadores como anti-C1q, MCP-1 urinaria, TWEAK y NGAL por su potencial valor diagnóstico (20). A su vez, las alteraciones en la vía del complemento se han vinculado a manifestaciones hematológicas, lo que sugiere que su análisis puede reflejar la actividad global del LES (21).

 

Opciones terapéuticas:

 

El tratamiento del LECS requiere un enfoque integral que combine medidas generales, terapias tópicas, tratamientos sistémicos y una cuidadosa monitorización. Como primera línea, se enfatizan las medidas generales, dentro de las cuales la fotoprotección rigurosa es esencial. La exposición a la radiación ultravioleta es un desencadenante conocido del LECS, por lo que evitar el sol y utilizar bloqueadores solares de amplio espectro forma parte fundamental del manejo clínico. Este enfoque es compartido con otras dermatosis fotosensibles, como el melasma, donde la luz solar también agrava la sintomatología (22).

 

Otro aspecto clave en el tratamiento es la suspensión de aquellos medicamentos que podrían estar contribuyendo a la aparición o el empeoramiento de la enfermedad. La interrupción farmacológica forma parte de los protocolos estándar en casos de lupus inducido por fármacos, y su implementación temprana puede mejorar significativamente la evolución clínica (23).

 

En cuanto a los tratamientos tópicos, los corticosteroides continúan siendo un pilar terapéutico, gracias a su capacidad para reducir la inflamación y modular la respuesta inmunitaria. Se utilizan de forma habitual en múltiples enfermedades inflamatorias de la piel, como la psoriasis, y su efectividad también se ha demostrado en el LECS (24). A estos se suman los inhibidores de la calcineurina, como el tacrolimus, que representan una alternativa útil, especialmente en zonas donde los corticosteroides pueden resultar irritantes o producir efectos adversos con el uso prolongado. En algunos casos específicos, también se ha considerado el uso de retinoides tópicos, como la tretinoína o la isotretinoína, empleados tradicionalmente en enfermedades como la de Darier, aunque su aplicación en el LECS debe evaluarse con cautela (22).

 

Cuando las manifestaciones cutáneas son extensas o refractarias al tratamiento tópico, se recurre a terapias sistémicas. Entre las más utilizadas destacan los antipalúdicos, especialmente la hidroxicloroquina, que ha mostrado eficacia en el control de las lesiones cutáneas y en la prevención de brotes, gracias a su acción inmunomoduladora. En casos más graves o con compromiso sistémico, pueden añadirse corticosteroides orales e inmunosupresores como el metotrexato o la azatioprina, cuyo uso está bien documentado en el contexto del lupus eritematoso sistémico (25).

 

Para pacientes con enfermedad refractaria al tratamiento convencional, las terapias biológicas representan una opción terapéutica avanzada. Fármacos como el belimumab, un inhibidor del factor de activación de células B, y el rituximab, dirigido contra los linfocitos B CD20+, han sido utilizados con resultados prometedores en enfermedades autoinmunes con fuerte componente inflamatorio, incluyendo variantes de lupus cutáneo severo (25).

 

Pronóstico:

 

El LECS presenta una evolución clínica variable, con posibles recaídas y riesgo de progresión hacia formas sistémicas de la enfermedad. En algunos pacientes, el LECS puede ser inducido por medicamentos como los diuréticos tiazídicos o los inhibidores de la bomba de protones. Aunque en general responde bien a los tratamientos inmunomoduladores convencionales, ciertos casos muestran resistencia a las terapias clásicas. En estos escenarios, la administración de inmunoglobulina intravenosa ha demostrado eficacia, ofreciendo una alternativa terapéutica útil en pacientes refractarios (26).

 

La progresión del lupus cutáneo al LES es una preocupación clínica relevante. Diversos estudios han reportado tasas de conversión muy variables, que van desde el 0% hasta el 42% en la población adulta, lo que refleja la heterogeneidad de la enfermedad. Entre los principales factores de riesgo se encuentran la presencia de anticuerpos antinucleares positivos y las alteraciones hematológicas, indicadores inmunológicos que sugieren una mayor actividad sistémica (9).

 

Por otro lado, la remisión completa a largo plazo en el lupus cutáneo sigue siendo poco frecuente. Solo un pequeño porcentaje de los pacientes, alrededor del 19%, alcanza la remisión en un período de tres años. Factores como el tabaquismo activo y la presencia de lesiones discoides se han asociado con una menor probabilidad de remisión, lo cual subraya la importancia de identificar y modificar factores de riesgo que puedan influir en la evolución clínica (27).

 

Más allá de las manifestaciones físicas, el lupus cutáneo, incluyendo el LECS, tiene un impacto psicosocial significativo en quienes lo padecen. Las lesiones visibles, frecuentes en áreas expuestas como la cara, el cuello o los brazos, afectan directamente la imagen corporal y la autoestima, especialmente en mujeres jóvenes, quienes constituyen el grupo más afectado por esta condición (28).

 

Este impacto en la calidad de vida requiere un enfoque integral que no se limite al control de los síntomas dermatológicos, sino que también contemple el apoyo psicológico y social. Las estrategias de atención deben incluir intervenciones multidisciplinarias que ayuden a los pacientes a manejar tanto los aspectos clínicos como las repercusiones emocionales de la enfermedad. Solo así es posible brindar un cuidado verdaderamente centrado en la persona, que considere el bienestar físico y mental como partes inseparables del tratamiento del LECS (28).

 

Conclusiones:

 

El lupus eritematoso cutáneo subagudo representa una forma clínica distintiva dentro del espectro del lupus cutáneo, con características epidemiológicas, morfológicas e inmunológicas particulares que permiten su identificación y diferenciación frente a otras dermatosis inflamatorias. Su prevalencia en mujeres de mediana edad, la sensibilidad a la radiación ultravioleta y su asociación con ciertos medicamentos hacen necesario un enfoque diagnóstico integral que considere tanto la historia clínica como los hallazgos histopatológicos y serológicos. Una identificación precisa del subtipo es clave para establecer un plan de tratamiento adecuado y evitar la progresión sistémica.

 

El manejo terapéutico del lupus cutáneo subagudo debe contemplar un abordaje multidimensional que combine fotoprotección rigurosa, suspensión de fármacos desencadenantes, terapias tópicas e inmunosupresores sistémicos según la severidad del cuadro. La hidroxicloroquina sigue siendo una herramienta central en el tratamiento, aunque los casos refractarios pueden requerir inmunomoduladores más potentes o agentes biológicos. La monitorización continua del paciente, especialmente ante la presencia de marcadores serológicos como los anticuerpos antinucleares o alteraciones hematológicas, resulta fundamental para detectar tempranamente una posible transición hacia el lupus eritematoso sistémico.

 

Además de sus implicaciones clínicas, el lupus cutáneo subagudo conlleva una importante carga psicosocial que afecta la calidad de vida de los pacientes, especialmente en mujeres jóvenes debido a la visibilidad de las lesiones. La recurrencia de los brotes, el impacto en la apariencia física y el estigma social pueden generar ansiedad, depresión e interferencias en la vida personal y profesional. Por tanto, se requiere un enfoque de atención integral que incluya apoyo psicológico, estrategias de adaptación y educación del paciente, como parte esencial del tratamiento para mejorar su bienestar global y adherencia terapéutica.

 

Referencias:

 

  • Fijałkowska A, Kądziela M, Żebrowska A. The Spectrum of Cutaneous Manifestations in Lupus Erythematosus: A Comprehensive Review. Journal Of Clinical Medicine [Internet]. 21 de abril de 2024;13(8):2419. Disponible en: https://doi.org/10.3390/jcm13082419
  • Khorasanchi A, Korman AM, Manne A, Meara A. Immune checkpoint inhibitor-induced subacute cutaneous lupus erythematosus: a case report and review of the literature. Frontiers In Medicine [Internet]. 1 de febrero de 2024;11. Disponible en: https://doi.org/10.3389/fmed.2024.1334718
  • Żychowska M, Kołcz K. Dermoscopy for the Differentiation of Subacute Cutaneous Lupus Erythematosus from Other Erythematous Desquamative Dermatoses—Psoriasis, Nummular Eczema, Mycosis Fungoides and Pityriasis Rosea. Journal Of Clinical Medicine [Internet]. 19 de enero de 2024;13(2):577. Disponible en: https://doi.org/10.3390/jcm13020577
  • Vazquez T, Patel J, Kodali N, Diaz D, Bashir MM, Chin F, et al. Plasmacytoid Dendritic Cells Are Not Major Producers of Type 1 IFN in Cutaneous Lupus: An In-Depth Immunoprofile of Subacute and Discoid Lupus. Journal Of Investigative Dermatology [Internet]. 10 de diciembre de 2023;144(6):1262-1272.e7. Disponible en: https://doi.org/10.1016/j.jid.2023.10.039
  • Haugaard J, Kofoed K, Gislason G, Dreyer L, Egeberg A. Association Between Drug Use and Subsequent Diagnosis of Lupus Erythematosus. JAMA Dermatology [Internet]. 2 de septiembre de 2020;156(11):1199. Disponible en: https://doi.org/10.1001/jamadermatol.2020.2786
  • Maillet M, Tounkara BS, Vagner D, Bagny K, Duquenne S, Lartigau-Roussin C, et al. Epidemiology of isolated Cutaneous Lupus Erythematosus in the multiethnic population of Reunion Island (France): a retrospective multicentric study. The Journal Of Rheumatology [Internet]. 1 de diciembre de 2024;jrheum.2024-0661. Disponible en: https://doi.org/10.3899/jrheum.2024-0661
  • Hocaoğlu M, Davis M, Osei-Onomah S, Valenzuela-Almada M, Dabit J, Duong S, et al. Epidemiology of Cutaneous Lupus Erythematosus Among Adults Over Four Decades (1976-2018): A Lupus Midwest Network (LUMEN) Study. Mayo Clinic Proceedings [Internet]. 5 de noviembre de 2022;97(12):2282-90. Disponible en: https://doi.org/10.1016/j.mayocp.2022.06.022
  • Niebel D, De Vos L, Fetter T, Brägelmann C, Wenzel J. Cutaneous Lupus Erythematosus: An Update on Pathogenesis and Future Therapeutic Directions. American Journal Of Clinical Dermatology [Internet]. 4 de mayo de 2023;24(4):521-40. Disponible en: https://doi.org/10.1007/s40257-023-00774-8
  • Curtiss P, Walker A, Chong B. A Systematic Review of the Progression of Cutaneous Lupus to Systemic Lupus Erythematosus. Frontiers In Immunology [Internet]. 11 de marzo de 2022;13. Disponible en: https://doi.org/10.3389/fimmu.2022.866319
  • Bartels A, Fadare O. Nonsclerotic Lichen Sclerosus of Vulva: A Clinicopathologic Analysis. International Journal Of Gynecological Pathology [Internet]. 12 de agosto de 2024; Disponible en: https://doi.org/10.1097/pgp.0000000000001065
  • Kubba F, Aliyeva-Derraz P, Gradassi AT. DP24 An unusual case of drug-induced annular granulomatous vasculitis in a patient with rheumatoid arthritis and type 2 diabetes mellitus. British Journal Of Dermatology [Internet]. 28 de junio de 2024;191(Supplement_1):i117-8. Disponible en: https://doi.org/10.1093/bjd/ljae090.246
  • Pesqué D, Aerts O, Bizjak M, Gonçalo M, Dugonik A, Simon D, et al. Differential diagnosis of contact dermatitis: A practical‐approach review by the EADV Task Force on contact dermatitis. Journal Of The European Academy Of Dermatology And Venereology [Internet]. 7 de mayo de 2024;38(9):1704-22. Disponible en: https://doi.org/10.1111/jdv.20052
  • Gil‐Lianes J, Morgado‐Carrasco D. Erythema annulare centrifugum triggered by COVID‐19 vaccination with complete response to prolonged azithromycin treatment. Journal Of The European Academy Of Dermatology And Venereology [Internet]. 15 de noviembre de 2022;37(3). Disponible en: https://doi.org/10.1111/jdv.18738
  • Ehsan E, Georgesen C. 50743 Histopathologic Features of Drug Reaction with Eosinophilia and Systemic Symptoms (DRESS). Journal Of The American Academy Of Dermatology [Internet]. 1 de septiembre de 2024;91(3):AB227. Disponible en: https://doi.org/10.1016/j.jaad.2024.07.900
  • Montero J, Gutiérrez‐Collar C, Puerta M, Mitsunaga K, Peralto J, Velasco‐Tamariz V. Subacute cutaneous lupus erythematosus induced by C apecitabine: Confocal microscopy and dermoscopy findings. Dermatologic Therapy [Internet]. 9 de julio de 2022;35(9). Disponible en: https://doi.org/10.1111/dth.15705
  • Fetter T, Braegelmann C, De Vos L, Wenzel J. Current Concepts on Pathogenic Mechanisms and Histopathology in Cutaneous Lupus Erythematosus. Frontiers In Medicine [Internet]. 30 de mayo de 2022;9. Disponible en: https://doi.org/10.3389/fmed.2022.915828
  • Chanprapaph K, Tankunakorn J, Suchonwanit P, Rutnin S. Dermatologic Manifestations, Histologic Features and Disease Progression among Cutaneous Lupus Erythematosus Subtypes: A Prospective Observational Study in Asians. Dermatology And Therapy [Internet]. 5 de diciembre de 2020;11(1):131-47. Disponible en: https://doi.org/10.1007/s13555-020-00471-y
  • Sanguesa C, Olive A, Rua-Figueroa I, Jiménez N, Galindo-Izquierdo M, Calvo-Alen J, et al. AB0594 CLINICAL SIGNIFICANCE OF ANTI-LA ANTIBODIES IN SYSTEMIC LUPUS ERYTHEMATOSUS. Annals Of The Rheumatic Diseases [Internet]. 30 de mayo de 2023;1497.2-1498. Disponible en: https://doi.org/10.1136/annrheumdis-2023-eular.6283
  • Anderson M, Magro C, Belmont HM. Microvascular C5b-9 deposition in non-lesional skin in patients with SLE and its correlation with active lupus nephritis: a prospective observational study. Lupus Science & Medicine [Internet]. 1 de octubre de 2023;10(2):e000996. Disponible en: https://doi.org/10.1136/lupus-2023-000996
  • De Andrade Rebouças Guimarães J, Da ConceiçÃo Furtado S, Lucas ACDS, Mori B, Barcellos J. Diagnostic test accuracy of novel biomarkers for lupus nephritis—An overview of systematic reviews. PLoS ONE [Internet]. 10 de octubre de 2022;17(10):e0275016. Disponible en: https://doi.org/10.1371/journal.pone.0275016
  • Fernández Y, García-González M, Hernández-Díaz M, Gómez-Bernal F, Quevedo-Abeledo JC, González-Rivero AF, et al. Relationship of Hematological Profiles with the Serum Complement System in Patients with Systemic Lupus Erythematosus. Biomedicines [Internet]. 27 de abril de 2024;12(5):967. Disponible en: https://doi.org/10.3390/biomedicines12050967
  • Ghasemiyeh P, Fazlinejad R, Kiafar MR, Rasekh S, Mokhtarzadegan M, Mohammadi-Samani S. Different therapeutic approaches in melasma: advances and limitations. Frontiers In Pharmacology [Internet]. 2 de abril de 2024c;15. Disponible en: https://doi.org/10.3389/fphar.2024.1337282
  • Hanna N, Lam M, Fleming P, Lynde CW. Therapeutic Options for the Treatment of Darier’s Disease: A Comprehensive Review of the Literature. Journal Of Cutaneous Medicine And Surgery [Internet]. 28 de noviembre de 2021;26(3):280-90. Disponible en: https://doi.org/10.1177/12034754211058405
  • Ferrara F, Verduci C, Laconi E, Mangione A, Dondi C, Del Vecchio M, et al. Current therapeutic overview and future perspectives regarding the treatment of psoriasis. International Immunopharmacology [Internet]. 14 de octubre de 2024;143:113388. Disponible en: https://doi.org/10.1016/j.intimp.2024.113388
  • Soriano A, Soriano M, Espinosa G, Manna R, Emmi G, Cantarini L, et al. Current Therapeutic Options for the Main Monogenic Autoinflammatory Diseases and PFAPA Syndrome: Evidence-Based Approach and Proposal of a Practical Guide. Frontiers In Immunology [Internet]. 3 de junio de 2020;11. Disponible en: https://doi.org/10.3389/fimmu.2020.00865
  • Uzuncakmak T, Bayazit S, Askin O, Engin B, Ugurlu S, Sar M, et al. Alendronate induced subacute cutaneous lupus erythematosus successfully treated with intravenous immunoglobulin. Dermatologic Therapy [Internet]. 30 de octubre de 2020;33(6). Disponible en: https://doi.org/10.1111/dth.14477
  • Fayard D, Francès C, Amoura Z, Breillat P, Mathian A, Senet P, et al. Prevalence and factors associated with long-term remission in cutaneous lupus: A longitudinal cohort study of 141 cases. Journal Of The American Academy Of Dermatology [Internet]. 4 de abril de 2022;87(2):323-32. Disponible en: https://doi.org/10.1016/j.jaad.2022.03.056
  • Drenkard C, Barbour KE, Greenlund KJ, Lim SS. The Burden of Living With Cutaneous Lupus Erythematosus. Frontiers In Medicine [Internet]. 8 de agosto de 2022;9. Disponible en: https://doi.org/10.3389/fmed.2022.897987