Manejo actual de la litiasis renal recurrente: más allá de la cirugía
Autor principal: Manuel Alejandro Ramírez Solano
Vol. XX; nº 13; 786
Current management of recurrent kidney stones: beyond surgery
Fecha de recepción: 22 de mayo de 2025
Fecha de aceptación: 25 de junio de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 13 – Primera quincena de Julio de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 13; 786
Autores:
Manuel Alejandro Ramírez Solano, Médico General, Caja Costarricense de Seguro Social, Cartago, Costa Rica, ORCID: 0009-0002-2311-2008, Código Médico: 14147
Heberth Pérez Ruiz, Médico General, Hospital Las Américas, San José, Costa Rica, ORCID: 0009-0001-7930-1089, Código Medico: 17173
Ryan Jaffett Anderson Box, Médico General, Corp Desarrollo Agrícola del Monte, Limón, Costa Rica, ORCID: 0009-0008-5555-4592, Código Médico: 19346
Kimberly Francinny Sánchez Alfaro, Médico General, Hospital San Vicente de Paul, Heredia, Costa Rica, ORCID: 0009-0000-5305-4588, Código Médico: 14962
Gloriana Sánchez Montero, Médico General, Investigadora Independiente, Alajuela, Costa Rica, Código Médico: 19516, Odontóloga general, Clínica Médica Sánchez, Alajuela, Costa Rica, Código Odontóloga: 472212, ORCID: 0009-0004-4868-9297
Resumen
La litiasis renal constituye un importante problema de salud pública a nivel mundial, con más de 115 millones de casos reportados en 2019. Aunque la incidencia estandarizada por edad ha disminuido con el tiempo, su prevalencia absoluta sigue siendo elevada, especialmente en hombres de mediana edad. Entre los factores de riesgo destacan componentes genéticos, condiciones metabólicas como la obesidad y la diabetes tipo 2, y factores dietéticos y ambientales como el bajo consumo de líquidos, una dieta rica en sodio y la exposición a altas temperaturas. La formación de cálculos implica procesos de sobresaturación urinaria con minerales como el calcio y el ácido úrico, así como la influencia de elementos anatómicos (como la placa de Randall), microbiológicos e inmunológicos. Las alteraciones en el pH urinario, la hipocitraturia y el volumen urinario son determinantes claves en la recurrencia. El abordaje diagnóstico debe incluir historia clínica detallada, análisis de orina de 24 horas, estudios de imagen como tomografía computarizada y análisis del cálculo extraído. El tratamiento preventivo se basa en la hidratación adecuada, modificaciones dietéticas personalizadas, uso selectivo de fármacos como diuréticos tiazídicos, citrato de potasio y alopurinol, así como en la promoción de actividad física y control metabólico. La intervención quirúrgica se reserva para casos complejos u obstructivos, con técnicas como ureteroscopia o nefrolitotomía percutánea. A pesar de su efectividad, la recurrencia postquirúrgica sigue siendo frecuente sin un plan preventivo adecuado. Por ello, la monitorización metabólica periódica y la educación del paciente son fundamentales para mejorar la adherencia y reducir el riesgo de nuevos episodios.
Palabras clave
Urolitiasis, hipocitraturia, sobresaturación, microbioma, Randall, purinas
Abstract
Kidney stones are a major public health problem worldwide, with more than 115 million cases reported in 2019. Although the age-standardized incidence has decreased over time, its absolute prevalence remains high, especially in middle-aged men. Risk factors include genetic factors, metabolic conditions such as obesity and type 2 diabetes, and dietary and environmental factors such as low fluid intake, a high-sodium diet, and exposure to high temperatures. Stone formation involves processes of urinary supersaturation with minerals such as calcium and uric acid, as well as the influence of anatomical (such as Randall’s plaque), microbiological, and immunological factors. Alterations in urinary pH, hypocitraturia, and urine volume are key determinants of recurrence. The diagnostic approach should include a detailed clinical history, 24-hour urinalysis, imaging studies such as computed tomography, and analysis of the extracted stone. Preventive treatment is based on adequate hydration, personalized dietary modifications, selective use of drugs such as thiazide diuretics, potassium citrate, and allopurinol, as well as promoting physical activity and metabolic control. Surgical intervention is reserved for complex or obstructive cases, with techniques such as ureteroscopy or percutaneous nephrolithotomy. Despite its effectiveness, postoperative recurrence remains common without an adequate preventive plan. Therefore, periodic metabolic monitoring and patient education are essential to improve adherence and reduce the risk of new episodes.
Keywords
Urolithiasis, hypocitraturia, supersaturation, microbiome, Randall, purines
Introducción
La litiasis renal, también conocida como cálculos renales, es una patología caracterizada por la formación de depósitos sólidos de minerales y sales en el sistema urinario, principalmente en los riñones. Cuando esta condición se presenta de forma recurrente, se convierte en un problema clínico de gran relevancia debido a su alta prevalencia y al impacto significativo que genera en los pacientes y en los sistemas de salud. La litiasis renal recurrente no solo se asocia con dolor agudo y episodios frecuentes de urgencias médicas, sino que también puede provocar complicaciones crónicas como la enfermedad renal crónica (ERC), un mayor riesgo de desarrollar hipertensión arterial y hospitalizaciones repetidas. Estas consecuencias afectan de manera directa la calidad de vida de los pacientes y generan una carga económica considerable para los servicios de salud, lo que hace imprescindible adoptar un enfoque terapéutico más allá de la resolución quirúrgica del cálculo (1; 2).
La magnitud del problema queda en evidencia al considerar que se estima que hasta el 25% de la población mundial podría verse afectada por litiasis renal recurrente en las próximas décadas, según proyecciones recientes (1). Esta condición se vincula estrechamente con una mayor morbilidad, especialmente cuando se relaciona con ERC e hipertensión tras episodios repetidos de obstrucción urinaria por cálculos. Además, los pacientes frecuentemente experimentan dolores intensos y recurren con regularidad a los servicios de emergencia, lo que repercute negativamente en su bienestar físico, emocional y social, a la vez que incrementa los costos asociados al tratamiento y seguimiento clínico (2).
Ante este panorama, se justifica un enfoque integral e interdisciplinario en el manejo de la litiasis renal recurrente. Involucrar a urólogos, nefrólogos y nutricionistas permite abordar los múltiples factores que contribuyen a la formación de cálculos, incluyendo la dieta, el estilo de vida y la predisposición genética y metabólica (3). Intervenciones personalizadas, como la adecuación de la ingesta hídrica y la implementación de pautas dietéticas específicas, resultan fundamentales para prevenir la recurrencia de nuevos episodios (3; 1). Además, las evaluaciones genéticas y metabólicas tienen un papel crucial en la identificación de causas subyacentes que pueden pasar desapercibidas en los abordajes convencionales, ya que los cálculos renales pueden constituir la manifestación inicial de alteraciones metabólicas sistémicas (4).
Aunque las intervenciones quirúrgicas como la nefrolitotomía percutánea y la ureteroscopia han demostrado ser eficaces para eliminar los cálculos renales en situaciones agudas, su alcance terapéutico es limitado si no se complementan con estrategias preventivas. La mera resolución mecánica del problema no evita la formación de nuevos cálculos, por lo que es indispensable intervenir sobre los factores predisponentes para reducir la tasa de recurrencia (Solano et al., 2024). En este sentido, el registro RECUR constituye una iniciativa relevante al contribuir con datos clínicos sistematizados que permiten mejorar los algoritmos diagnósticos y terapéuticos, brindando así una base sólida para diseñar intervenciones centradas en las características individuales de cada paciente (5).
El objetivo de este trabajo de revisión es analizar el manejo actual de la litiasis renal recurrente desde un enfoque integral que trascienda el tratamiento quirúrgico, con el fin de identificar las estrategias clínicas, dietéticas y preventivas más efectivas para reducir la recurrencia de los cálculos renales, mejorar la calidad de vida de los pacientes y disminuir la carga asistencial y económica asociada a esta condición.
Metodología
Para el desarrollo de esta investigación sobre el manejo actual de la litiasis renal recurrente, se llevó a cabo una revisión bibliográfica exhaustiva con el objetivo de analizar los enfoques clínicos y preventivos más relevantes más allá del tratamiento quirúrgico. Esta revisión incluyó aspectos clave como la epidemiología de la litiasis recurrente, los factores metabólicos y genéticos subyacentes, las estrategias dietéticas individualizadas, el papel de los equipos multidisciplinarios y las nuevas intervenciones terapéuticas dirigidas a prevenir la recurrencia.
Con el fin de asegurar la calidad y la relevancia de la información recopilada, se consultaron bases de datos científicas reconocidas, como PubMed, Scopus y Web ofScience, seleccionadas por su cobertura en áreas de urología, nefrología, nutrición clínica y medicina interna. Se aplicaron criterios rigurosos de inclusión y exclusión. Se incluyeron estudios publicados entre 2020 y 2025, en inglés o español, que abordaran la fisiopatología, el diagnóstico, el tratamiento médico y las estrategias de prevención de la litiasis renal recurrente. Se excluyeron publicaciones duplicadas, con datos incompletos o sin revisión por pares.
Para la búsqueda, se utilizaron palabras clave como: Urolitiasis, hipocitraturia, sobresaturación, microbioma, Randall, purinas.
La búsqueda bibliográfica inicial permitió identificar 27 fuentes relevantes, incluyendo artículos originales, revisiones sistemáticas, ensayos clínicos y documentos emitidos por sociedades científicas especializadas. A partir de estas fuentes, se realizó un análisis cualitativo y comparativo, organizando los hallazgos en categorías temáticas que permitieron integrar la evidencia disponible sobre las prácticas actuales en la prevención de la recurrencia de cálculos. Este enfoque permitió estructurar una visión actualizada e integral sobre la litiasis renal recurrente y resaltar la importancia de un abordaje más allá de la cirugía.
Epidemiología y factores de riesgo
La litiasis renal, también conocida como urolitiasis, representa una carga considerable para los sistemas de salud a nivel mundial. En 2019, se registraron más de 115 millones de casos incidentes de esta afección, aunque las tasas de incidencia estandarizadas por edad mostraron una disminución progresiva al pasar de 1696,2 por cada 100 000 habitantes en 1990 a 1394 por cada 100 000 en 2019. A pesar de esta aparente reducción, la prevalencia absoluta sigue siendo elevada y, en particular, se observa una mayor incidencia en los hombres, especialmente en el grupo etario comprendido entre los 50 y 54 años (6).
Entre los factores predisponentes más relevantes se encuentran tanto los genéticos como los ambientales. Aunque la literatura señala la existencia de una predisposición hereditaria, los genes implicados de forma específica aún no se han caracterizado completamente en los estudios consultados. En cambio, los factores ambientales están mejor documentados; por ejemplo, se ha demostrado que las temperaturas elevadas aumentan significativamente el riesgo de formación de cálculos renales, posiblemente debido a la deshidratación inducida por el clima (7).
Asimismo, los factores metabólicos y dietéticos desempeñan un papel crucial en el desarrollo de la litiasis renal. La obesidad central, la diabetes tipo 2 y la gota se reconocen como condiciones que alteran el metabolismo urinario, favoreciendo la formación de cristales urinarios (7). En el ámbito dietético, se ha observado que una alta ingesta de sodio y fructosa incrementa el riesgo de litiasis, mientras que componentes como la cafeína, la fibra dietética y el seguimiento del patrón alimentario DASH se asocian con una reducción del riesgo de formación de cálculos (Ma et al., 2024). La baja ingesta de líquidos es uno de los factores alimentarios más consistentes en la literatura como causa de urolitiasis; no obstante, persiste el debate sobre el efecto específico de ciertas bebidas, como los jugos cítricos o las bebidas carbonatadas (8).
Finalmente, la asociación entre la litiasis renal y diversas comorbilidades ha sido ampliamente documentada. Trastornos como la obesidad, la diabetes tipo 2 y el síndrome metabólico no solo predisponen a la formación de cálculos, sino que también aumentan la probabilidad de recurrencia y de progresión hacia una enfermedad renal más avanzada. Esta estrecha relación refuerza la necesidad de abordar la urolitiasis dentro de un enfoque integral y preventivo, que contemple tanto los factores individuales como los determinantes contextuales de salud (8).
Fisiopatología de la recurrencia
La formación de cálculos renales es un proceso multifactorial que involucra mecanismos físicos, bioquímicos e inmunológicos. Uno de los elementos fundamentales en este proceso es la sobresaturación urinaria, donde la orina contiene concentraciones excesivas de minerales como calcio, oxalato y ácido úrico. Esta sobresaturación favorece la precipitación y cristalización de dichos solutos, lo que constituye la primera etapa en la nefrolitogénesis. En este contexto, una estructura anatómica clave en la formación de cálculos de oxalato de calcio es la placa de Randall, constituida por depósitos de fosfato de calcio que se desarrollan en las papilas renales. Estas placas actúan como núcleos sobre los cuales se adhieren los cristales, favoreciendo el crecimiento de los cálculos (9; 10).
Además de los factores fisicoquímicos, se ha identificado un papel relevante del microbioma urinario y de la respuesta inmunitaria en la formación de cálculos. Algunas bacterias, especialmente aquellas productoras de ureasa, modifican el pH urinario y promueven la precipitación de cristales. Paralelamente, la actividad de los macrófagos y otras células inmunitarias también puede influir en este proceso, ya sea favoreciendo o limitando la agregación cristalina (10).
Las alteraciones en la homeostasis de ciertos solutos urinarios representan otro componente central en la litogénesis. La hipercalciuria y la hiperoxaluria aumentan significativamente el riesgo de formación y recurrencia de cálculos de oxalato de calcio, al elevar la concentración de estos iones en la orina y potenciar su precipitación (11). Por otra parte, los cálculos de ácido úrico se forman con mayor facilidad en ambientes urinarios ácidos, lo cual resalta la importancia del pH en este proceso. Asimismo, la hipocitraturia, definida como la reducción del citrato urinario, constituye un factor de riesgo importante, ya que el citrato tiene propiedades inhibidoras de la nucleación y agregación de cristales (8; 12).
En este mismo sentido, el pH urinario actúa como modulador en la formación de distintos tipos de cálculos. Mientras un pH urinario bajo favorece la precipitación del ácido úrico, un pH elevado incrementa el riesgo de formación de cálculos de fosfato de calcio (8; 11). Finalmente, el volumen urinario diario es un factor modificable que impacta directamente en la concentración de solutos; un volumen urinario adecuado disminuye la sobresaturación de los mismos y, por ende, reduce el riesgo de formación de cálculos (8).
Evaluación diagnóstica integral
El abordaje clínico de los pacientes con litiasis renal requiere un análisis detallado y sistemático que permita identificar los factores predisponentes y orientar la prevención de recurrencias. En este sentido, disponer de una historia clínica minuciosa es fundamental para evaluar elementos como los hábitos dietéticos, la ingesta hídrica, los antecedentes familiares de litiasis y la existencia de episodios previos de cálculos renales. Esta recopilación de información permite detectar patrones de riesgo individuales y establecer estrategias personalizadas de manejo (4). Además, comprender el patrón de recurrencia en cada paciente resulta clave para anticipar futuros episodios y ajustar las intervenciones de forma específica, con base en el riesgo individual de formación de nuevos cálculos (13).
El diagnóstico por imágenes es una herramienta indispensable tanto en la detección inicial como en el seguimiento de los pacientes con urolitiasis. La tomografía computarizada (TC) sin contraste se considera la modalidad de elección debido a su alta sensibilidad y especificidad, permitiendo localizar con precisión los cálculos, evaluar su tamaño, localización y densidad. No obstante, para fines de seguimiento y para reducir la exposición acumulada a radiación, se suelen emplear técnicas como la ecografía o la radiografía simple, especialmente en pacientes con litiasis de repetición. Las imágenes no solo contribuyen al diagnóstico, sino que también orientan la necesidad de intervención quirúrgica o procedimientos menos invasivos en función de la carga litiásica (14).
Desde el punto de vista metabólico, el análisis de orina de 24 horas constituye una prueba crucial para la identificación de alteraciones fisiopatológicas que favorecen la formación de cálculos. Este estudio permite cuantificar parámetros como el calcio, el oxalato, el citrato, el sodio y el volumen urinario, lo cual facilita la detección de trastornos como la hipercalciuria, la hiperoxaluria y la hipocitraturia, ampliamente implicados en la litogénesis. Con estos hallazgos, es posible implementar intervenciones dietéticas específicas, como la restricción de oxalato o la suplementación con citrato, así como el inicio de tratamientos farmacológicos dirigidos a corregir el desbalance metabólico (15).
Complementariamente, el análisis de la composición del cálculo extraído brinda información valiosa sobre el tipo específico de litiasis. La caracterización mediante métodos cristalográficos o químicos permite establecer una correlación directa con los hallazgos del estudio metabólico, facilitando la identificación de trastornos subyacentes que pueden no haberse evidenciado clínicamente. Este conocimiento es esencial para dirigir con precisión las estrategias preventivas, ya que cada tipo de cálculo oxalato de calcio, ácido úrico, fosfato, entre otros responde a mecanismos etiológicos distintos y, por ende, requiere un enfoque terapéutico diferenciado (15).
Intervenciones no quirúrgicas
La prevención de la litiasis renal no solo depende del tratamiento médico agudo, sino también de la implementación sostenida de cambios dietéticos y del estilo de vida, así como del uso racional de farmacoterapia. Una de las medidas más efectivas y ampliamente recomendadas es el aumento en la ingesta de líquidos, con el objetivo de mantener una diuresis diaria suficiente para diluir los solutos urinarios. Las guías clínicas sugieren un consumo mínimo de 2,5 litros de agua al día, aunque en pacientes con alto riesgo de recurrencia puede ser necesario alcanzar hasta 3,5 o 4 litros diarios, con el fin de reducir la sobresaturación urinaria de sales como el oxalato, el calcio o el ácido úrico (16).
Además de una adecuada hidratación, es importante modificar otros aspectos de la dieta. El consumo elevado de sodio ha sido vinculado con un aumento en la excreción urinaria de calcio, mientras que las proteínas animales incrementan la carga ácida renal y la producción de ácido úrico. Por tanto, reducir el consumo de sal y limitar las proteínas de origen animal puede disminuir significativamente el riesgo de formación de cálculos, especialmente los de oxalato de calcio y ácido úrico (17; 18). Asimismo, en pacientes con litiasis específica, se deben realizar ajustes dietéticos personalizados. Por ejemplo, en el caso de los cálculos de oxalato de calcio, se recomienda reducir la ingesta de alimentos ricos en oxalato como espinacas, remolacha y frutos secos, al tiempo que se mantiene un consumo adecuado de calcio, ya que este mineral se une al oxalato en el intestino y previene su absorción (8; 19). Para los cálculos de ácido úrico, se aconseja evitar alimentos ricos en purinas, como carnes rojas, vísceras y mariscos. Una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras y productos lácteos bajos en grasa, se asocia con un menor riesgo de litiasis renal (17).
Cuando las modificaciones dietéticas por sí solas no son suficientes o cuando existen trastornos metabólicos bien definidos, se recurre a la farmacoterapia. Los diuréticos tiazídicos son útiles en pacientes con hipercalciuria, ya que reducen la excreción urinaria de calcio. No obstante, su uso prolongado puede verse limitado por efectos secundarios y problemas de adherencia al tratamiento (20). En pacientes con hipocitraturia, el citrato de potasio representa una opción eficaz, ya que eleva los niveles de citrato urinario, un potente inhibidor de la formación de cálculos (19). Por otro lado, en casos de hiperuricosuria, el alopurinol se utiliza para disminuir la síntesis de ácido úrico, lo que contribuye a prevenir la litiasis de este tipo (18). Además, se están explorando terapias emergentes como el uso de probióticos capaces de degradar oxalato intestinal, así como el citrato de magnesio, debido a sus posibles efectos inhibitorios sobre la cristalización urinaria. Aunque prometedoras, estas opciones requieren de más evidencia para consolidar su uso clínico (21).
Junto con las intervenciones dietéticas y farmacológicas, los cambios en el estilo de vida desempeñan un papel preventivo relevante. La práctica regular de actividad física contribuye al control del peso corporal y mejora la sensibilidad a la insulina, factores que reducen la probabilidad de desarrollar litiasis renal. La obesidad y la resistencia a la insulina han sido asociadas con un mayor riesgo de formación de cálculos, por lo que mantener un índice de masa corporal adecuado y una buena regulación glucémica resulta fundamental en la prevención. En suma, la integración de estrategias dietéticas, terapias farmacológicas y modificaciones en el estilo de vida proporciona un enfoque integral y personalizado para reducir tanto la incidencia como la recurrencia de la litiasis renal (21).
Papel de la cirugía y limitaciones
La intervención quirúrgica en el manejo de la litiasis renal constituye una herramienta esencial en aquellos casos en los que el tratamiento conservador o médico no resulta eficaz o está contraindicado. Existen situaciones clínicas que demandan una resolución inmediata mediante cirugía, particularmente en el contexto de emergencias urológicas. Uno de los escenarios más frecuentes es la presencia de cálculos obstructivos acompañados de dolor intenso, deterioro de la función renal o infección grave del tracto urinario. En estos casos, la intervención quirúrgica tiene como objetivo primordial aliviar la obstrucción y prevenir el daño renal irreversible, así como evitar la progresión de la infección. Además, los cálculos infecciosos, especialmente aquellos relacionados con bacterias productoras de ureasa, requieren con frecuencia una intervención quirúrgica dirigida a eliminar por completo el foco infeccioso, lo cual es clave para evitar complicaciones sépticas y recidivas (22).
En cuanto a las opciones terapéuticas disponibles, la elección de la técnica quirúrgica depende del tamaño, la localización, la composición del cálculo y la condición clínica del paciente. La litotricia extracorpórea por ondas de choque representa una alternativa no invasiva, especialmente indicada para cálculos pequeños y de localización favorable. Sin embargo, su uso ha disminuido en los últimos años debido a la menor eficacia en comparación con otras técnicas, como la ureteroscopia (23). Por su parte, la ureteroscopia ha ganado amplia popularidad como procedimiento de primera línea, debido a su carácter mínimamente invasivo y a su alta eficacia en la fragmentación y extracción de cálculos de diferentes tamaños. Esta técnica permite acceder directamente al cálculo mediante instrumentos endoscópicos y fragmentarlo con láser, reduciendo así el tiempo de recuperación y las complicaciones postoperatorias (23; 24).
Cuando se trata de cálculos de mayor tamaño o de difícil acceso, la nefrolitotomía percutánea se considera el tratamiento de elección. Este procedimiento consiste en la creación de un trayecto desde la piel hasta el riñón para permitir la extracción directa del cálculo. La nefrolitotomía percutánea ofrece tasas más elevadas de eliminación completa de cálculos y reduce la necesidad de procedimientos secundarios en comparación con otras técnicas como la cirugía retrógrada intrarrenal (22; 25).
A pesar de los avances en las técnicas quirúrgicas, la tasa de recidiva tras la intervención continúa siendo un desafío clínico significativo si no se acompaña de un enfoque preventivo adecuado. Estudios recientes han demostrado que la extirpación completa de todos los cálculos durante la intervención, incluidos aquellos asintomáticos, puede reducir de manera drástica la tasa de recurrencia. En efecto, se ha reportado una disminución en la recaída del 63% al 16% en los pacientes sometidos a una cirugía integral durante el seguimiento posterior. Esta evidencia resalta la importancia de combinar el tratamiento quirúrgico con estrategias de prevención personalizadas, basadas en el análisis metabólico, la modificación de hábitos y la adherencia al tratamiento a largo plazo (26).
Prevención a largo plazo y seguimiento
La prevención a largo plazo de la litiasis renal no se limita únicamente a la resolución de los episodios agudos, sino que requiere un seguimiento constante y proactivo de los factores de riesgo metabólicos. En este contexto, la monitorización metabólica regular se ha consolidado como una estrategia esencial para detectar precozmente alteraciones que puedan predisponer a la recurrencia de cálculos, como la hipercalciuria, la hipocitraturia o hábitos dietéticos inadecuados (13; 27). Este monitoreo permite realizar ajustes terapéuticos antes de que los desequilibrios se traduzcan en la formación de nuevos cálculos, mejorando significativamente los resultados clínicos. Tanto los profesionales de la salud como los propios pacientes han reconocido el valor de vigilar parámetros urinarios como el pH, el color y la densidad, ya que estos indicadores ofrecen señales tempranas sobre el estado metabólico y pueden facilitar intervenciones oportunas (1).
En cuanto a la frecuencia de los estudios necesarios para una vigilancia adecuada, se recomienda la realización periódica de pruebas de laboratorio, especialmente el análisis de orina de 24 horas, el cual permite evaluar de manera integral las excreciones urinarias de solutos implicados en la litogénesis. Este tipo de estudio resulta clave para identificar anomalías metabólicas subyacentes y personalizar los planes de tratamiento, ya sea mediante cambios dietéticos o farmacológicos. Paralelamente, los estudios de imagen como la tomografía computarizada sin contraste también deben formar parte del seguimiento clínico, particularmente al inicio del abordaje y luego de forma anual o según la evolución clínica del paciente. Estas imágenes permiten detectar la formación de nuevos cálculos o el crecimiento de litiasis previamente conocidas, facilitando así la toma de decisiones terapéuticas en etapas tempranas (13).
La efectividad de cualquier plan preventivo depende, en gran medida, de la adherencia del paciente al tratamiento prescrito. Esto incluye no solo la continuidad en el uso de medicamentos como los diuréticos tiazídicos o el citrato de potasio, sino también la implementación de cambios sostenidos en el estilo de vida. La falta de adherencia ha sido identificada como una de las principales causas de recurrencia, lo cual subraya la necesidad de involucrar activamente al paciente en su proceso terapéutico. En este sentido, la educación del paciente adquiere un papel central. Explicar de manera clara la importancia de medidas como la hidratación adecuada, la reducción del consumo de sal y proteínas animales, o el seguimiento periódico, contribuye significativamente a mejorar el compromiso con el tratamiento (27).
Una herramienta especialmente valiosa en este proceso es la terapia dietética individualizada. Adaptar las recomendaciones nutricionales a los hallazgos específicos de cada paciente como el tipo de cálculo y los resultados del perfil metabólico no solo incrementa la eficacia de la intervención, sino que también favorece la adherencia, ya que las recomendaciones son percibidas como más relevantes y alcanzables (1; 21).
Conclusiones
La litiasis renal es una enfermedad multifactorial con alta prevalencia global, cuya aparición y recurrencia están estrechamente relacionadas con factores genéticos, metabólicos, dietéticos y ambientales. Su prevención requiere un abordaje integral que contemple tanto la identificación temprana de los factores de riesgo como la modificación de los hábitos de vida.
El diagnóstico y tratamiento efectivos de la urolitiasis dependen de una evaluación clínica y metabólica completa, que incluya estudios de imagen, análisis de orina de 24 horas y determinación de la composición de los cálculos. Estos elementos permiten personalizar las intervenciones terapéuticas y mejorar los resultados a largo plazo.
La prevención de la recurrencia debe sustentarse en estrategias sostenidas de educación, seguimiento y adherencia al tratamiento, combinando modificaciones dietéticas, farmacoterapia dirigida y vigilancia periódica. La participación activa del paciente en su propio cuidado es clave para reducir la carga clínica y económica de esta enfermedad.
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Declaración de buenas prácticas:
Los autores de este manuscrito declaran que:
Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.