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Microhematuria: revisión sistemática y abordaje clínico

Microhematuria: revisión sistemática y abordaje clínico

Autora principal: Marina Sazatornil Escuer

Vol. XX; nº 19; 996

Microhematuria: Systematic Review and Clinical Approach

Fecha de recepción: 2 de septiembre de 2025
Fecha de aceptación: 29 de septiembre de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 19 – Primera quincena de Octubre de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 19; 996

Autores:

Marina Sazatornil Escuer, FEA Urología. Hospital Universitario Navarra. Pamplona (Navarra). España
Eva Antonaya Rubia, FEA Cirugía General y del Aparato Digestivo. Hospital Universitario San Agustín (Linares, Jaén). España
Cristina Orduna Costas, FEA Medicina de Urgencias y Emergencias. Hospital Santa Barbara (Soria). España
Raquel del Portillo Pastor, FEA Medicina de Familia y Comunitaria. Centro de Salud Andrés Mellado (Madrid). España
Violeta Sampériz Rubio, FEA Medicina Interna. Hospital Universitario La Princesa (Madrid). España

Resumen:

La microhematuria (MH), definida como ≥3 hematíes/CGA en sedimento urinario, tiene una prevalencia del 2-16%. Puede ser transitoria o persistente, de origen glomerular o urológico, asociada a causas benignas (litiasis, infecciones) o graves (tumores uroteliales, nefropatías). Se clasifica en asintomática, sintomática, transitoria o persistente, requiriendo confirmación microscópica en ≥2 muestras. Las etiologías principales son litiasis (10-20%), tumores uroteliales (2-5% en >35 años), hiperplasia prostática, glomerulonefritis (IgA) y enfermedad de membrana basal fina. El diagnóstico implica descartar causas transitorias, estratificar riesgo (edad >35-40 años, tabaquismo) y realizar citología, cistoscopia o uroTAC en alto riesgo, o ecografía en bajo riesgo. Los biomarcadores como CxbladderTriage (VPN 99%) están adquiriendo un papel importante con el objetivo de reducir cistoscopias. Un enfoque racional basado en guías optimiza el diagnóstico, reduce pruebas invasivas y mejora resultados clínicos.

Palabras clave:

Microhematuria, hematuria asintomática, malignidad tracto urinario.

Abstract:

Microhematuria (MH), defined as ≥3 red blood cells/HPF in urinary sediment, has a prevalence of 2-16%. It can be transient or persistent, of glomerular or urological origin, associated with benign (lithiasis, infections) or serious causes (urothelial tumors, nephropathies). It is classified as asymptomatic, symptomatic, transient, or persistent, requiring microscopic confirmation in ≥2 samples. Main etiologies include lithiasis (10-20%), urothelial tumors (2-5% in >35 years), prostatic hyperplasia, glomerulonephritis (IgA), and thin basement membrane disease. Diagnosis involves ruling out transient causes, risk stratification (age >35-40, smoking), and performing cytology, cystoscopy, or CT urography in high-risk cases, or ultrasound in low-risk cases. Biomarkers like CxbladderTriage (NPV 99%) are gaining importance to reduce cystoscopies. A rational approach based on guidelines optimizes diagnosis, reduces invasive tests, and improves clinical outcomes.

Keywords:

Microhematuria, asymptomatic hematuria, urinary tract malignancy.

Introducción

La microhematuria (MH), definida como la presencia de hematíes en la orina detectados al microscopio sin coloración visible macroscópicamente, es un hallazgo clínico frecuente en la práctica urológica y de atención primaria, con una prevalencia estimada del 2-16% en la población general, dependiendo de la edad, sexo y factores de riesgo1, 2. Este hallazgo puede ser transitorio o persistente, de origen glomerular o urológico, y representa un desafío diagnóstico debido a su asociación con condiciones benignas (como infecciones o ejercicio intenso) y patologías graves, como tumores uroteliales, litiasis urinaria o nefropatías3. La detección incidental en pacientes asintomáticos plantea la necesidad de un enfoque racional para evitar tanto el infradiagnóstico de enfermedades malignas como el sobretratamiento en casos benignos4.

Las guías actualizadas de la American Urological Association (AUA) y las de la European Association of Urology (EAU) de 2025 proporcionan algoritmos diagnósticos basados en la estratificación de riesgo, que equilibran la sensibilidad para detectar malignidades con la minimización de procedimientos invasivos5, 6. Además, avances recientes en biomarcadores urinarios, como CxbladderTriage y UroVysion, han mejorado la capacidad de diferenciar entre causas benignas y malignas, reduciendo la necesidad de cistoscopias en pacientes de bajo riesgo7. Esta revisión sistemática aborda la definición, clasificación, etiologías, diagnóstico, seguimiento y recomendaciones actuales para la microhematuria, con un enfoque en la práctica urológica y la evidencia más reciente.

Objetivos

El objetivo de esta revisión es realizar y estandarizar la definición de la microhematuria, así como el abordaje diagnóstico y terapeútico que lleve a un abordaje que optimice el manejo clínico, asi como evitar la realización de pruebas innecesarias integrando los avances recientes en la materia.

Metodología

Se realizó una búsqueda sistemática en PubMed, Scopus, Web of Science y Cochrane Library hasta agosto de 2025, utilizando términos como «microhematuria», «asymptomatic hematuria», «urinary tract malignancy», «diagnostic approach», «urology guidelines». Se han incluido los principales ensayos clínicos, revisiones sistemáticas, metaanálisis, estudios observacionales y guías clínicas publicados en los últimos 10 años.

Resultados y discusión

Definición y clasificación

La microhematuria se define, según las guías de la AUA, como la presencia de ≥3 hematíes por campo de gran aumento (CGA) en el sedimento urinario de una muestra correctamente recogida y centrifugada, en ausencia de causas transitorias como infecciones urinarias, menstruación o ejercicio intenso5. La EAU coincide en esta definición, pero enfatiza la necesidad de confirmar el hallazgo en al menos dos muestras separadas por 2-4 semanas para considerar la microhematuria persistente6. La microhematuria puede clasificarse en:

Asintomática: Hallazgo incidental en pacientes sin síntomas urinarios.
Sintomática: Asociada a disuria, frecuencia, urgencia o dolor lumbar.
Transitoria: Resolución espontánea en controles posteriores.
Persistente: Presente en ≥2 muestras separadas por al menos 2 semanas.
Glomerular vs. no glomerular: La presencia de hematíes dismórficos, proteinuria o cilindros eritrocitarios sugiere origen glomerular, mientras que hematíes isomórficos indican origen urológico9.

Un estudio de 2023 destacó que la estandarización en la recolección y análisis del sedimento urinario es crucial, ya que las tiras reactivas tienen una sensibilidad baja (60-70%) y pueden generar falsos positivos10. La confirmación microscópica sigue siendo el estándar de oro5, 6.

Etiología

La microhematuria puede originarse en causas urológicas o nefrológicas, con un espectro que abarca desde condiciones benignas hasta malignidades graves3. Las etiologías más frecuentes incluyen:

Origen urológico

Litiasis urinaria: Representa el 10-20% de los casos de microhematuria, especialmente en adultos jóvenes. La irritación de la mucosa por cálculos puede causar hematuria persistente o transitoria11.

Tumores uroteliales: El carcinoma de vejiga y los tumores de vía urinaria alta son responsables del 2-5% de los casos de microhematuria asintomática en pacientes >35 años, con mayor riesgo en fumadores12.

Hiperplasia benigna de próstata (HBP): Común en varones >50 años, puede causar microhematuria debido a la congestión vascular prostática13.

Infecciones urinarias: Aunque suelen resolverse tras tratamiento, las infecciones pueden causar microhematuria persistente en un subgrupo de pacientes3.

Ejercicio intenso o traumatismos: La microhematuria inducida por ejercicio es transitoria y suele resolverse en 48-72 horas14.

Origen nefrológico

Glomerulonefritis: La nefropatía por IgA es la causa glomerular más común, especialmente en pacientes jóvenes con proteinuria concomitante15.

Enfermedad de la membrana basal fina: Predominante en mujeres jóvenes, suele ser benigna pero requiere seguimiento16.

Otras nefropatías: Incluyen síndrome de Alport, glomeruloesclerosis focal y segmentaria, y enfermedades sistémicas como lupus9.

El 60-70% de los casos de microhematuria asintomática no tienen una causa identificable tras un estudio completo, lo que resalta la importancia de la estratificación de riesgo para evitar pruebas innecesarias17.

Abordaje diagnóstico

El abordaje diagnóstico de la microhematuria debe ser racional, basado en la estratificación de riesgo según edad, sexo, antecedentes y factores de malignidad. Las guías de la AUA/SUFU (2025) y la EAU (2024) proporcionan algoritmos claros para guiar la evaluación5, 6.

Evaluación inicial

Confirmación del hallazgo: El sedimento urinario microscópico es el método preferido para confirmar microhematuria (≥3 hematíes/CGA). Las tiras reactivas no son recomendadas debido a su baja especificidad5, 10. Se deben obtener al menos dos muestras separadas por 2-4 semanas para descartar causas transitorias6.

Descartar causas benignas: Infecciones urinarias (confirmadas por urocultivo), menstruación, ejercicio intenso, manipulaciones urológicas recientes o medicamentos (como anticoagulantes) deben excluirse antes de iniciar un estudio exhaustivo3.

Estratificación de riesgo: Los factores de riesgo de malignidad incluyen5, 6:
– Edad >35 años (AUA) o >40 años (EAU).
– Tabaquismo actual o pasado.
– Exposición ocupacional a carcinógenos (aminas aromáticas, colorantes, industria química).
– Antecedente de radioterapia pélvica o ciclofosfamida.
– Historia de cáncer urotelial.
– Síntomas urinarios irritativos (disuria, urgencia) sin causa evidente.
– Hematuria macroscópica previa.

Pruebas diagnósticas

Citología urinaria: Recomendada en pacientes con factores de riesgo de malignidad. Tiene una sensibilidad del 50-70% para tumores uroteliales de alto grado, pero baja sensibilidad para tumores de bajo grado18. La EAU sugiere su uso en pacientes >40 años con microhematuria persistente6.

Cistoscopia: Indicada en pacientes >35 años (AUA) o >40 años (EAU) con microhematuria persistente o factores de riesgo. La cistoscopia flexible es el estándar, con una sensibilidad del 90-95% para detectar carcinoma de vejiga5, 6. En pacientes de bajo riesgo (<35 años, sin factores de riesgo), puede omitirse inicialmente5.

Estudios de imagen: La tomografía computada (TC) trifásica de eliminación es el método preferido para evaluar la vía urinaria alta, con una sensibilidad del 95% para detectar tumores y litiasis19. La ecografía renal y de vías urinarias es una alternativa en pacientes de bajo riesgo o con contraindicaciones para TC (embarazo, insuficiencia renal)6. La resonancia magnética (RMN) urológica se reserva para casos seleccionados19.

Biomarcadores urinarios: Biomarcadores como CxbladderTriage y UroVysion han mostrado valor predictivo negativo (VPN) >98% para descartar cáncer urotelial en pacientes de bajo riesgo, reduciendo la necesidad de cistoscopias7. El estudio STRATA (2024) demostró que CxbladderTriage tiene un VPN del 99% en pacientes con microhematuria asintomática, permitiendo un manejo conservador en casos seleccionados20.

Algoritmo diagnóstico

Las guías AUA/SUFU (2025) proponen el siguiente algoritmo5:

1. Confirmar microhematuria con sedimento urinario en ≥2 muestras.
2. Descartar causas transitorias (infección, menstruación, ejercicio).
3. Estratificar riesgo:
– Alto riesgo (>35 años o factores de malignidad): Realizar citología urinaria, cistoscopia y uroTAC.
– Bajo riesgo (<35 años, sin factores de riesgo): Considerar ecografía y seguimiento con sedimento urinario.
4. En casos de microhematuria glomerular (hematíes dismórficos, proteinuria), derivar a nefrología6.

La EAU (2024) enfatiza un enfoque similar, pero recomienda cistoscopia a partir de los 40 años y el uso de biomarcadores en pacientes de riesgo intermedio para optimizar la selección de pruebas invasivas6.

Seguimiento

En pacientes con estudio diagnóstico inicial negativo y microhematuria persistente, las guías AUA/SUFU recomiendan seguimiento anual con sedimento urinario durante 2-3 años5. Si la microhematuria desaparece y no hay factores de riesgo, puede darse el alta5. La EAU sugiere un seguimiento más prolongado (hasta 5 años) en pacientes con factores de riesgo de malignidad, como tabaquismo o exposición a carcinógenos6. Un estudio de 2023 encontró que el riesgo de desarrollar cáncer urotelial tras un estudio inicial negativo es <1% en pacientes de bajo riesgo, pero puede llegar al 5% en pacientes de alto riesgo tras 5 años de seguimiento21.

En casos de microhematuria glomerular, la derivación a nefrología es fundamental para evaluar proteinuria, función renal y posibles biopsias renales9.

Consideraciones especiales

Poblaciones específicas

Mujeres jóvenes (<35 años): En ausencia de factores de riesgo, la microhematuria suele ser benigna (por ejemplo, enfermedad de la membrana basal fina). Una ecografía inicial y seguimiento con sedimento urinario son suficientes6, 16. El uso de biomarcadores como Cxbladder puede evitar cistoscopias innecesarias en este grupo20.

Varones >50 años: La microhematuria en este grupo plantea la sospecha de HBP, cáncer de próstata o tumores uroteliales. La cistoscopia y el uroTAC son esenciales, junto con la evaluación del antígeno prostático específico (PSA)13. El 10% de los varones >50 años con microhematuria tienen HBP como causa principal23.

Niños: La microhematuria en pediatría suele ser de origen glomerular (nefropatía por IgA, síndrome de Alport). Se recomienda ecografía renal, pruebas de función renal y derivación a nefrología pediátrica15. El 15% de los niños con microhematuria persistente tienen anomalías estructurales detectadas por ecografía24.

Pacientes con comorbilidades: En pacientes con diabetes, hipertensión o enfermedades sistémicas (lupus, vasculitis), la microhematuria puede indicar nefropatía subyacente. La evaluación debe incluir pruebas de función renal y marcadores inflamatorios9.

Avances en biomarcadores

Los biomarcadores urinarios han revolucionado el manejo de la microhematuria, especialmente en pacientes de riesgo bajo e intermedio. CxbladderTriage, basado en la expresión de genes relacionados con inflamación y malignidad, tiene un VPN del 99% para descartar cáncer urotelial, según el estudio STRATA (2024)20. UroVysion, que detecta anomalías cromosómicas, es útil en pacientes con citología urinaria atípica7. Un estudio de 2025 comparó ambos biomarcadores, encontrando que Cxbladder tiene mayor sensibilidad en microhematuria asintomática, mientras que UroVysion es más específico en pacientes con factores de riesgo25. La EAU (2024) recomienda el uso de estos biomarcadores en pacientes de riesgo intermedio para reducir cistoscopias innecesarias6.

Conclusiones

La microhematuria es un hallazgo clínico frecuente que requiere un enfoque diagnóstico racional, basado en la estratificación de riesgo y las guías actualizadas de la AUA/SUFU (2025) y la EAU (2024)5, 6. La confirmación con sedimento urinario, la exclusión de causas transitorias y la evaluación de factores de riesgo son pasos iniciales clave. En pacientes de alto riesgo (>35-40 años, tabaquismo, exposición a carcinógenos), la cistoscopia y el uroTAC (TAC de eliminación) son fundamentales para descartar tumores uroteliales5, 6. En pacientes de bajo riesgo, la ecografía y el seguimiento son suficientes, con biomarcadores como CxbladderTriage ofreciendo una herramienta prometedora para evitar procedimientos invasivos20. En niños y pacientes con microhematuria glomerular, la derivación a nefrología es crucial15. Los urólogos deben integrar estas estrategias en protocolos personalizados, colaborando con nefrólogos cuando sea necesario, para optimizar el diagnóstico, reducir la carga de pruebas innecesarias y mejorar los resultados clínicos.

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