Procesos y afecciones alérgicas en el desarrollo (II Parte): Alergia alimentaria
Autora principal: Sofía Lázaro Díez
Vol. XX; nº 09; 477
Allergic processes and conditions in development (Part II): Food allergy
Fecha de recepción: 15 de abril de 2025
Fecha de aceptación: 11 de mayo de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XX. Número 09 Primera quincena de mayo de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 09; 477
Autoras
Lázaro Díez, Sofía (1); De la Puerta Huertas, Rosmarí (2)
- Enfermera Especialista Obstétrico-Ginecológica. Grado en Enfermería. Gerencia de Atención Primaria. Servicio Cántabro de Salud. Cantabria.
- MsC. Grado en Enfermería. Servicio de Alergología. Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (HUMV). Servicio Cántabro de Salud. Cantabria
Resumen
Las alergias alimentarias son reacciones adversas de patogenia inmunitaria comprobada que tienen lugar como consecuencia de la ingestión, contacto o inhalación de alimentos. Estas reacciones suceden frente a proteínas o glicoproteínas denominadas alérgenos alimentarios que pueden formar parte del propio alimento o estar vehiculados por el mismo.
Actualmente, son numerosos los alimentos causantes de alergias alimentarias. Sin embargo, los datos de epidemiología nos muestran que existen alimentos o grupos de alimentos que aparecen en reacciones adversas con mayor frecuencia. La forma más común es la alergia alimentaria mediada por la IgE desde la cual se desencadena la liberación de mediadores inflamatorios que contribuyen a una amplia gama de manifestaciones clínicas, dando lugar a diferentes tipos de reacciones (leve, moderada o grave) cuya máxima expresión es la anafilaxia sistémica. Aunque en los últimos años, el diagnóstico y el tratamiento de la alergia alimentaria ha avanzado en la investigación, aún existe un largo camino por recorrer en la investigación inmunológica sobre la alergia alimentaria.
El objetivo de este artículo revisión es destacar los últimos avances en el conocimiento básico que sustenta la prevención de las alergias alimentarias durante el embarazo, a lo largo del periodo neonatal y en la primera infancia.
Palabras clave: prevención, alérgenos, embarazo, lactancia
Abstract
Food allergies are adverse reactions of proven immune pathogenesis, which are given as a result of food inhalation, contact and/or ingestion. These reactions occur in response to proteins or glycoproteins called food allergens, which may be part of the food itself or carried by it.
Actually, a variety of foods causes food allergies. However, epidemiological data show us that there are foods or food groups that appear in adverse reactions more frequently. The most common form is IgE-mediated food allergy, which triggers the release of inflammatory mediators that contribute to a wide range of clinical manifestations, giving rise to different types of reactions (mild, moderate, or severe), the maximum expression of which is systemic anaphylaxis. Although research on the diagnosis and treatment of food allergies has advanced in recent years, immunological research on food allergies still has a long way to go.
The aim of this review article is to highlight the latest advances in basic knowledge supporting the prevention of food allergies during pregnancy, throughout the neonatal period, and in early childhood.
Key words: prevention, allergens, pregnancy, breastfeeding.
INTRODUCCIÓN
La alergia alimentaria es un problema de salud pública que representa una carga para los individuos y para la sociedad. Hay que tener en cuenta los costes de asistencia sanitaria que de esto se deriva, pero sobre todo cuando el individuo no conoce su diagnóstico. Las enfermedades alérgicas incluyen las alergias alimentarias, dermatitis atópica, el asma alérgica y la rinitis alérgica. Cuando este problema de salud se presenta en la infancia durante la etapa de desarrollo del individuo adquiere mayor importancia, ya que los cuidados y el control profesional dirigidos sobre el tratamiento del individuo deben proporcionar seguridad y confort al sujeto que lo padece. Comúnmente, muchas alergias que se desarrollan en la infancia continúan hasta la edad adulta, de ahí su cronicidad en el cuidado y prevención con control profesional.
La alergia alimentaria, así como otras enfermedades alérgicas, ha experimentado un auge en las últimas dos décadas principalmente en lo que llamamos “sociedades occidentales”, y son más comunes en niños que en adultos; hay numerosos estudios que sugieren que las alergias alimentarias afectan hasta un 10% de la población en edad infantil. (1)
Este auge se debe a la interacción de diversos factores, entre los que se encuentran algunos determinantes genéticos, el entorno, el microbioma y la forma de exposición al alimento.
Los principales alérgenos alimentarios que con frecuencia aparecen son la leche y sus proteínas, los huevos y sus proteínas, las frutas rosáceas, las harinas, los crustáceos y moluscos, el pescado, las legumbres, la mostaza, los frutos secos, el apio, el sésamo, la soja y el dióxido de azufre (a veces conocido como sulfitos) presentes en frutas deshidratadas, alimentos envasados, precocinados, ultracongelados, etc. Esta lista de alimentos tan corta acarrea la mayor parte de las enfermedades variando en gravedad e intensidad de síntomas (eritema, prurito, anafilaxia). Sin embargo, la prevalencia exacta es difícil de valorar ya que muchas personas se autodiagnostican la alergia sin haberse realizado pruebas específicas de determinación de antígenos completando un estudio alergológico adecuado por el especialista. (1)
Los niños que padecen alergias alimentarias están en riesgo de ser hospitalizados por anafilaxia relacionada con alimentos (reacción alérgica grave) y están más a menudo afectados por otras enfermedades coexistentes, como la rinitis alérgica, asma o urticaria.
A pesar de esta considerable carga física, los estudios han encontrado que los niños tienen un menor padecimiento psicológico comparado con los adultos con alergias alimentarias. Esto es debido en gran parte, al papel protector de los padres y cuidadores en el manejo de la enfermedad alérgica.(2) Las familias se muestran ansiosas por saber si existen factores bajo su control que pudieron haber contribuido al desarrollo de la alergia alimentaria en sus hijos. También están interesados en saber qué pasos pueden tomar para prevenir alergias alimentarias en hijos posteriores ya sea en el embarazo, durante la lactancia y/o en la infancia.
Es preciso conocer las distintas hipótesis existentes sobre el desarrollo de la alergia y su aumento de prevalencia, para poder establecer estrategias de prevención.(3) Además, es necesaria la comprensión de la interconectividad entre la nutrición, el microbioma, el sistema inmunológico, así como la epigenética para la prevención y el manejo de las alergias alimentarias.
PREVENCION DE LA ALERGIA ALIMENTARIA
La prevención primaria está destinada a la población sana con riesgo de alergia. Las medidas para prevenir la alergia van dirigidas a la gestante, el periodo neonatal y a los primeros meses de vida. El objetivo de estas medidas es disminuir la incidencia de sensibilización antes de la aparición de manifestaciones alérgicas. (4)
Se define la alergia alimentaria como “un efecto adverso para la salud que surge de una respuesta inmunológica específica que ocurre de manera reproducible al exponerse a un alimento determinado” y la intolerancia alimentaria como una “reacción no inmunológica que incluye el mecanismos metabólico, tóxico, farmacológico e indefinido”. (1)
El anticuerpo que provoca una reacción alérgica alimentaria se denomina Inmunoglobulina E (IgE). Creamos moléculas de IgE para luchar contra las “amenazas detectadas” por el sistema inmunológico como infecciones causadas por las bacterias, parásitos, etc. Aunque todavía no se conoce la causa, si se conoce gran parte del mecanismo fisiopatológico donde el sistema inmunitario de algunas personas proporciona de forma equivocada respuestas irregulares que conllevan una producción excesiva de anticuerpos IgE y alteraciones en las redes de células inmunitarias como reacción a algunos alimentos que el sistema inmunológico lo percibe como una “amenaza”, lo que origina las alergias alimentarias.
Por lo general, las proteínas son las responsables de una reacción alérgica. Sin embargo, aún no está claro qué hace que algunas proteínas alimentarias sean alergénicas y otras no. (2) Los científicos no se han puesto de acuerdo en la causa principal de la alergia alimentaria y actualmente existen varias hipótesis que valoran los posibles factores de riesgo que la desencadene.
En principio, la “hipótesis de evitación de alérgenos” basada en el concepto de que evitar el alérgeno en la vida temprana prevendría la sensibilización/alergia. (1) Existen estudios que eliminan los alérgenos alimentarios durante el embarazo, la lactancia y la primera infancia y han fracasado consistentemente para reducir la alergia alimentaria a largo plazo mediada por IgE en niños. (5) Se barajan varias explicaciones para este fracaso. La reducción de alérgenos en la dieta no sería lo suficientemente estricta. Es posible pero improbable que la evitación completa de los alérgenos pudiera prevenir con éxito la alergia alimentaria como medida de salud pública.
Segunda, la hipótesis “del alérgeno dual” o “hipótesis de exposición dual a alérgenos “de Gideon Lack propone que la barrera cutánea deteriorada juega un papel en la sensibilización como primer paso hacia la alergia alimentaria. La teoría sugiere que la exposición cutánea a dosis bajas es sensibilizante y facilitada por una barrera cutánea deteriorada y con inflamación, mientras que la exposición oral pudiera ser potencialmente tolerante, aunque pudiera llegar demasiado tarde para evitar la alergia. Un apoyo a esta hipótesis es la eficacia de la introducción de alimentación temprana con cacahuetes en bebés de 4-6 meses de edad ya que reduce el riesgo de alergia en niños de alto riesgo alérgico al cacahuete. (2,6) Además, también apoya esta teoría el mayor riesgo de alergia alimentaria en personas con mutaciones en la filagrina, una proteína responsable en parte de mantener la barrera cutánea. (6)
Los profesionales sanitarios han reconocido durante muchos años una fuerte asociación entre el eccema y la alergia alimentaria. Los bebés con eccema no sólo tienen 5 veces más probabilidades de desarrollar alergia alimentaria mediada por IgE, sino que también más de la mitad de aquellos con eccema de aparición temprana moderadamente grave (definido como inicio antes de los 3 meses de edad y que requieren tratamiento con corticosteroides tópicos) desarrollarán una alergia alimentaria comprobada al año de edad. (7) Por lo tanto, mejorar la barrera cutánea tempranamente mediante la hidratación y la evitación de agentes agresivos para la piel, pudiera ser agente protector frente al eccema (8) y en teoría, también frente a la alergia alimentaria, pero se necesitan más estudios científicos que lo confirmen.
En la actualidad la evidencia es muy escasa en referencia a las intervenciones para el cuidado de la piel (emolientes) durante el primer año de edad en los lactantes sanos y la prevención del eccema; pudiendo no sólo no evitar la alergia alimentaria sino posiblemente aumentando el riesgo de padecerla. (9) Se necesita realizar estudios controlados aleatorios para comprender si diferentes métodos de cuidado de la piel del lactante pudieran prevenir el eccema y/o la alergia alimentaria.
La hipótesis de exposición microbiana o “hipótesis de la higiene” defiende que la disminución de la exposición microbiana dificulta las respuestas inmunoreguladoras por desregulación inmunitaria facilitando el desarrollo de la enfermedad. El microbioma parece tener un gran impacto en la maduración del sistema inmune y en el desarrollo de trastornos alérgicos en la primera infancia. La composición de la microbiota intestinal en los lactantes influye en la maduración de su sistema inmune. El microbioma neonatal es diferente si el parto es vía vaginal ya que la colonización del colon de dichos bebés tiene mayor cantidad Lactobacilos y Bifidobacterias, que pueden favorecer la adaptación a la alimentación. (3) Existe evidencia limitada de que el parto por cesárea aumenta el riesgo de alergia alimentaria porque hay una menor variedad en la microbiota intestinal de esos bebés.
EXPOSICION A ALERGENOS ALIMENTARIOS
Los alérgenos alimentarios (trofoalérgenos) producen reacciones inmediatas por su consumo, con la aparición de síntomas digestivos, respiratorios y/o cutáneos. Los más frecuentes en los niños son las proteínas de la leche y del huevo, mientras que en los adultos predominan las frutas y los mariscos.
No se ha observado reducción en la prevalencia de alergia en la descendencia de gestantes o mujeres lactantes que siguieron dietas preventivas de evitación de los alérgenos alimentarios. (3) Por este motivo, las guías nacionales e internacionales no recomiendan restringir la ingesta de alimentos (incluyendo los alérgenos alimentarios) en las mujeres gestantes, ni durante la lactancia materna. (10)
El consumo de alimentos típicos de la dieta occidental como los alimentos procesados (con alto contenido de productos finales de glicación avanzada) puede estar asociado con un aumento de las alergias alimentaria. (10, 2)
Prevención Primaria de Alergia a la Proteína de Leche de Vaca (APLV)
La alergia a la proteína de leche de vaca (APLV) suele tener una afectación autolimitada en el tiempo. En un Estudio de EuroPrevall sobre cohortes de nacimiento en toda Europa se observó APLV mediante prueba de provocación oral cuyo resultado final mostró que del total de bebés con dicha alergia, el 57% no tenían síntomas detectables de alergia al año de edad de manera espontánea. (11)
En el Estudio CoFAR la resolución de la APLV, resultó que en el 56,6% de los niños de 8 años de edad, estaba asociado con la composición del microbioma intestinal, con resultados más favorables de resolución para aquellos niños con enriquecimiento de Clostridia y Firmicutes, bacterias decisivas para buen funcionamiento del sistema inmunitario. (12)
La lactancia materna se ha asociado en algunos estudios a un efecto protector del desarrollo de la alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV), dermatitis atópica y a una menor incidencia de asma en los primeros años de vida, pero otros estudios no han hallado este efecto protector a largo plazo (3). Se recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses y mantenerla hasta al menos el año de edad, por su efecto favorable sobre el microbioma intestinal y el desarrollo inmunológico del lactante, independientemente de su influencia en el desarrollo de alergia. (10)
El papel de las intervenciones nutricionales para la prevención primaria de la alergia a las proteínas de leche de vaca (APLV) sigue siendo objeto de debate, así como el papel de la introducción temprana de alimentos alergénicos, que se fomenta en gran medida desde el inicio de la alimentación complementaria. Teniendo en cuenta la introducción de proteínas de leche de vaca (PLV), las recomendaciones actuales sugieren evitar cualquier suplemento de fórmula de leche de vaca en los lactantes amamantados en la sala de maternidad. Por el contrario, basándose en evidencias escasas, algunos estudios apoyan la suplementación sistemática de PLV en niños amamantados con riesgo de alergia desde la primera semana de vida. Las guías nacionales e internacionales consideran que esta propuesta requiere más estudios clínicos, principalmente ensayos clínicos aleatorizados y controlados con placebo antes de poder convertirse en una recomendación (13) y, por consiguiente, la lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses y complementada con la introducción de comida sólida hasta los 2 años de edad es la recomendación para todos los bebés independientemente del riesgo de alergia alimentaria.
La leche artificial para niños fue diseñada para tratar de reducir las probabilidades de alergia y/o intolerancia alimentaria. Estas leches artificiales pueden ser de leche artificial hidrolizada de leche de vaca, leche artificial de vaca o de soja. Una revisión de ensayos aleatorios controlados (14) encontró que los lactantes de riesgo para desarrollar alergias alimentarias, que no pudieron ser amamantados de forma exclusiva, a los que se alimentó con leche artificial de soja comparada con leche artificial de vaca, no redujeron el número de alergias alimentarias. Por lo tanto, la Academia Europea de Alergia e Inmunología no recomienda la leche de fórmula de soja al menos en los primeros 6 meses de vida como medida preventiva de las alergias alimentarias. (10)
Una revisión Cochrane (15) no encontró evidencia para apoyar la alimentación a corto plazo ni prolongada con una leche de fórmula hidrolizada en comparación con la lactancia materna exclusiva para la prevención de las enfermedades alérgicas. Y sólo se encontró un estudio de baja calidad comparando la administración a corto plazo de una leche de fórmula hidrolizada con una leche de fórmula de vaca, donde levemente la fórmula hidrolizada parecía prevenir la APLV del lactante, pero sin poder extrapolar los resultados de manera generalizada. Por lo tanto, dicha revisión Cochrane no encontró evidencia robusta para apoyar la alimentación prolongada con una leche de fórmula hidrolizada en comparación con una leche de fórmula de vaca para la prevención de las enfermedades alérgicas en los lactantes que no pueden recibir lactancia materna exclusiva. (15) Se recomienda la realización de ensayos adicionales antes de la implementación de esta práctica.
Prevención Primaria de Alergia al Huevo (PPAH)
La alergia al huevo es, junto con la leche, la alergia alimentaria más frecuente en los primeros años de vida. Estudios recientes proporcionan evidencia directa de que la introducción temprana de cacahuete y huevo en la dieta de los bebés proporciona un enfoque exitoso para la prevención de las alergias alimentarias. Puede haber algún beneficio en la utilización de dietas sin huevo en los lactantes con sospecha de alergia al huevo e IgE específica positiva contra el huevo. Un estudio encontró que el 51% de los niños tuvo una mejoría significativa en el área de afecciones de la piel con la dieta de exclusión en comparación con una dieta normal. (16) A pesar de ello la mayoría de guías internacionales abogan por la introducción temprana del huevo en su forma cocinada a partir de los 4-6 meses de edad a todos los recién nacidos, independientemente del riesgo de alergia. (10)
En el estudio australiano HealthNuts, se valoró la diferencia entre ingerir huevo cocinado y evitarlo en la dieta de los bebés a partir de los 4-6 meses de edad. La alergia al huevo se resolvió en el 47% de los bebés a la edad de 2 años, pero aquellos con tolerancia al huevo cocinado tuvieron una tasa de resolución del 56% en comparación con el 13% para aquellos que no la tuvieron. Se sugiere una mejor tolerancia a alimentos alergénicos (tolerancia de hasta un 70% en el caso de niños con alergia al huevo y a la proteína de la leche de vaca) si se introducen dentro de alimentos cocinados (proteína cocinada) como productos de panadería/pastelería (cocinados al horno, a la sartén) lo que sugiere una tolerancia a la inducción. (17)
Un ensayo clínico aleatorio del 2015 (18) concluye que hubo una reducción clara en la sensibilización de los niños al huevo y en la sensibilización a cualquier alérgeno entre 12 y 36 meses de edad cuando a las madres se les administraron suplementos de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga n-3 (AGPICL n-3) (u omega 3) en niños con alto riesgo de alergia. En general, los resultados mostraron poco efecto de la administración de suplementos de omega 3 marino a la madre durante el embarazo o la lactancia para la reducción de la enfermedad alérgica de los niños.
Sin embargo, hubo reducciones en algunos resultados como la alergia alimentaria al huevo y el eccema del recién nacido durante el primer año con la administración de suplementos de omega 3 marino a las mujeres con un recién nacido con alto riesgo de alergia. Actualmente, no hay pruebas suficientes para asegurar que los suplementos de omega 3 de origen marino administrados durante el embarazo o la lactancia a las madres reducirán las alergias en sus hijos. Por lo tanto, se justifica la realización de estudios de investigación adicionales en los que se diferencie claramente entre los niños con alto riesgo de alergia y los niños con bajo riesgo de alergia.
SENSIBILIDAD CRUZADA Y SINDROME DE ALERGIA ORAL (SAO)
Desde el período prenatal y durante toda la vida, los seres humanos están expuestos a diversos factores no genéticos, como resultado del estilo de vida, dieta y comportamiento. Estudios recientes confirman que pacientes más sensibilizados al pólen de gramíneas, pueden manifestar síndrome de alergia oral (SAO) cuando consumen o están en contacto con algunas frutas, verduras y cereales. Esto puede afectar en cualquier etapa de la vida.
Sumando a este hándicap, hay personas que padecen alergia alimentaria y pueden presentar sensibilizaciones asociadas a más de un alimento que no siempre pertenecen a la misma clasificación. Se produce cuando un mismo anticuerpo IgE es capaz de reconocer distintos alérgenos presentes en especies diferentes que desencadena la respuesta alérgica tras el contacto con cualquiera de esas especies. A este fenómeno se le llama reactividad cruzada y puede causar desconcierto a la hora de ser tratado. La práctica clínica proporciona modelos naturales que permiten el estudio de este fenómeno de reacciones cruzadas sobre los Panalérgenos, como la Profilina o la LTP (Proteína Transportadora de Lípidos). La reactividad cruzada entre alérgenos de especies de diferentes géneros y familias taxonómicas distantes o mínimamente relacionadas, es un fenómeno inmunológico que depende de la homología de los alérgenos entre sí. Su clasificación actualmente, avanza a medida que estudios científicos avanzan de acuerdo a la complejidad de nuestro sistema inmunológico. (19)
RECOMENDACIONES
- Las recomendaciones actuales sobre alimentación infantil de la Academia Europea de Alergia e Inmunología son que todos los bebés deben iniciarse en los sólidos alrededor de los 4 a 6 meses de edad, independientemente del riesgo de antecedentes familiares. Además, no es necesario evitar los sólidos alergénicos (como el huevo o la leche de vaca), ni por parte de los bebés en el momento de tomar alimentos sólidos en la introducción de alimentos, ni por parte de las madres durante el embarazo o la lactancia.
- Los pacientes que evitan estrictamente la leche o el huevo deben ser evaluados cuidadosamente, para determinar si pueden tolerar estos alérgenos con sus proteínas en formas horneadas y cocinadas. Una vez un alérgeno se introduce en la dieta, se requiere una ingesta frecuente y continuada para mantener la tolerancia.
- La terapia de prevención y manejo de la alergia alimentaria (su afectación y severidad) necesita la educación sanitaria dirigida al paciente y a su familia, ya que estos enfoques requieren una vigilancia constante y afectan la calidad de vida del paciente, de su familia y entorno social si no se realiza, restringiendo su vida a nivel familiar y escolar o profesional a la vez que su bienestar bio-psico-social.
- La información al paciente, debe realizarse con la educación sanitaria adecuada por profesionales sanitarios entrenados sobre el problema para evitar reacciones alérgicas graves como la anafilaxia y proporcionar un nivel de vida con calidad, seguridad y confort.
CONCLUSIONES
- La composición del microbioma intestinal es más extensa y variada en los niños que no desarrollan alergias alimentarias (y es especialmente pobre y escasa en los niños con APLV y al huevo). Además, se observa que una dieta variada y diversa durante el primer año de vida del lactante alimentado exclusivamente con lactancia materna, confiere una mayor diversidad microbiana a nivel intestinal, reduciendo el riesgo de alergia alimentaria.
- Los estudios recientes vinculan la dieta materna e infantil con los índices del microbioma, epigenético e inmunológico, pero se requieren más estudios para establecer vías claras de recomendación.
- La educación sanitaria con profesionales dirigida al paciente con patología alérgica es la clave para encaminar la prevención de las reacciones alérgicas alimentarias en todos los ámbitos (personal, familiar y social) y el manejo y control del tratamiento precoz ante el riesgo de reacciones anafilácticas.
- Es previsible que el cambio en la industria alimentaria en los últimos años favorezca la incidencia de la sensibilización y las enfermedades alérgicas alimentarias.
- La existencia de la reactividad cruzada es la expresión de la complejidad de las reacciones alérgicas en nuestro sistema inmunológico desde nuestro nacimiento.
- El desarrollo del diagnóstico molecular y el conocimiento de mecanismos íntimos de las reacciones alérgicas en periodos iniciales en la vida del individuo debe ser una herramienta esencial para el diagnóstico de precisión, control y tratamiento de la alergia alimentaria.
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DECLARACIÓN DE BUENAS PRÁCTICAS:
Las autoras declaran no existir conflicto de intereses. Es un artículo de Revisión científica, no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista. Es original y no contiene plagio. No contiene imágenes y no hace referencia a casos clínicos particulares. Se ha realizado siguiendo las pautas éticas internacionales (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS)