Revisión de la literatura sobre la radiculopatía lumbar secundaria a hernia de disco. A propósito de un caso
Autor principal: Kevin Naranjo Chaves
Vol. XX; nº 12; 743
Literature review of lumbar radiculopathy secondary to intervertebral disc herniation: Case report
Fecha de recepción: 20 de mayo de 2025
Fecha de aceptación: 21 de junio de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 12 – Segunda quincena de Junio de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 12; 743
Autores:
Kevin Naranjo Chaves, Médico General, Investigador independiente, San José, Costa Rica
María Fabiola Azofeifa Zumbado, Médica General, Paradise Medical, Liberia, Costa Rica
Resumen
La radiculopatía lumbar es una causa frecuente de lumbalgia crónica, la cual se manifiesta como un dolor localizado en la zona lumbar que irradia hacia extremidad inferior, siguiendo el trayecto de la raíz nerviosa afectada. Este dolor generalmente se acompaña de parestesias y debilidad muscular. Una de las principales causas de esta afección es la compresión de las raíces nerviosas secundaria a una hernia discal; una alteración anatómica del disco intervertebral que puede comprimir estructuras nerviosas y generar los síntomas neurológicos asociados. El diagnóstico se basa en la evaluación clínica y en estudios de imagen, como la Resonancia Magnética Nuclear. El tratamiento inicial es conservador e incluye medicamentos, fisioterapia y en algunos casos, inyecciones epidurales. En situaciones graves o cuando los tratamientos conservadores no son efectivos, se recurre a la cirugía, siendo la discectomía el procedimiento más común. Dado su impacto en la calidad de vida y su elevada prevalencia, el estudio de su fisiopatología, diagnóstico y abordaje terapéutico resulta esencial para la práctica clínica actual. Se presenta el caso de un paciente con lumbalgia asociada a características de radiculopatía, vinculada a una hernia discal en L4-L5; generando posteriormente una discusión sobre el tema.
Palabras clave
lumbalgia, radiculopatía, hernia de disco, Resonancia Magnética Nuclear, discectomía.
Abstract
Lumbar radiculopathy is a common cause of chronic low back pain, typically presenting as pain localized in the lumbar region that radiates to the lower extremities, following the path of the affected nerve root. This pain is often accompanied by paresthesia and muscle weakness. One of the main causes of this condition is nerve root compression due to a herniated disc— a structural alteration of the intervertebral disc that can compress neural structures and generate associated neurological symptoms. Diagnosis is based on clinical evaluation and imaging studies, such as Magnetic Resonance Imaging (MRI). Initial treatment is conservative and includes medication, physical therapy, and, in some cases, epidural injections. In severe cases or when conservative treatments fail, surgery is required, with discectomy being the most common procedure. Given its impact on quality of life and high prevalence, the study of its pathophysiology, diagnosis, and therapeutic approach is essential in current clinical practice. We present the case of a patient with low back pain associated with features of radiculopathy, linked to a herniated disc at the L4-L5 level; subsequently generating a discussion on the topic.
Keywords
low back pain, radiculopathy, herniated disc, Magnetic Resonance Imaging, discectomy.
Presentación de caso clínico
Se presenta a consulta un paciente masculino de 26 años, Médico General, conocido sano, no cirugías previas, antecedentes personales no patológicos negativos, no antecedentes heredofamiliares. Manifiesta lumbalgia de tres meses de evolución, iniciada tras levantar un repuesto automotriz de aproximadamente 45 kg, seguido de una caída hacia atrás en posición de sedestación, con el objeto apoyado sobre sus extremidades superiores. Inicialmente, el dolor se localizaba en la región lumbar paravertebral derecha, de tipo punzante, con una intensidad de 4/10 en la escala visual análoga (EVA), sin irradiación ni otros síntomas asociados.
Cuatro semanas después, el paciente refiere un aumento en la intensidad del dolor (8/10 EVA), con irradiación hacia el miembro inferior derecho, siguiendo un trayecto posterior que se inicia en la región glútea. Al momento de la consulta de seguimiento, el dolor se extiende hasta la rodilla con recorrido posterior en muslo, desciende por la cara lateral de la pierna, se torna dorsal a nivel del pie y culmina en el dorso del hallux. Además, manifiesta parestesias constantes en mismo recorrido y leve pérdida de fuerza en la extremidad afectada.
En la exploración física inicial, se reproduce el dolor mencionado y se evidencia debilidad en la dorsiflexión del tobillo derecho, extensión del hallux, eversión e inversión del pie y abducción de la cadera, comparativamente con el lado contralateral. La sensibilidad superficial se encuentra conservada. Las pruebas de provocación resultan positivas: Lasegue derecho, Bragard derecho y Lasegue invertido derecho. La flexión de la columna lumbar resulta muy dolorosa y se observa marcha antiálgica.
Se solicitan radiografías simples de columna lumbar, en las cuales se descartan lesiones óseas agudas, masas o signos de degeneración aparente. En espera de estudios complementarios, se inicia tratamiento conservador con antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) (Ibuprofeno y arcedol), fisioterapia y manejo del dolor no farmacológico (incluyendo técnicas como meditación y musicoterapia). Posteriormente, se realiza una tomografía computarizada (TAC), cuyo informe no muestra alteraciones significativas. Sin embargo, el paciente persiste sintomático, con agravamiento del cuadro clínico, incluyendo pérdida de sensibilidad en la cara lateral de la pierna derecha y en el hallux, aumento de la debilidad muscular e intensificación del dolor con la deambulación y la sedestación, con alivio relativo en posición de decúbito.
Debido a la discrepancia entre la clínica y los hallazgos imagenológicos, se solicitan estudios electrofisiológicos (electromiografía de L5 y S1), y una Resonancia Magnética Nuclear (RMN), de columna lumbar. Se introduce tratamiento con tramadol 12 gotas BID y AINEs más potentes (dexketoprofeno), con una respuesta clínica parcial. En la revaloración, un mes después, la electromiografía muestra resultados dentro de parámetros normales, aunque con la anotación que, el estudio fue técnicamente difícil de realizar debido al dolor intenso del paciente y contracciones musculares voluntarias; por lo tanto, se da el beneficio de «no concluyente». La RMN, en cambio, revela una extrusión discal en el nivel L4-L5, con contacto significativo sobre la raíz nerviosa derecha de L5.
Se decide intensificar el plan de rehabilitación física e iniciar tapentadol 100mg bid y pregabalina 150mg HS. No obstante, al cumplir ocho meses desde el inicio del cuadro, el paciente continúa sintomático, con empeoramiento progresivo del dolor y limitación funcional, ahora con franca dificultad para realizar actividades de la vida diaria. Ante la falta de respuesta al manejo conservador, se opta por intervención quirúrgica mediante microdiscectomía del nivel L5 derecho, la cual transcurre sin complicaciones.
Doce horas después de la cirugía, se inicia protocolo de rehabilitación física, con una serie de 12 sesiones programadas, a razón de una sesión diaria. Al día 25 postoperatorio, el paciente se encuentra completamente asintomático, sin parestesias, con movilidad articular plena y sin necesidad de tratamiento farmacológico.
Discusión
El dolor radicular lumbosacro forma parte de un grupo de síntomas caracterizados por la irradiación del dolor hacia una o ambas extremidades inferiores, como consecuencia de una lesión en la raíz del nervio espinal; de las causas más frecuentes, secundario a una hernia de disco. Por lo general, el dolor se proyecta por debajo de la rodilla y sigue el recorrido del dermatoma comprometido. (1)
Epidemiología
El dolor lumbar es una condición que afecta a aproximadamente el 80% de la población, lo que la convierte en un importante problema de salud pública. (2) Cuando está asociado a una afección radicular, suele manifestarse en la mediana edad, siendo más común en hombres alrededor de los 40 años y en mujeres entre los 50 y 60 años. (3) Alrededor del 2% de la población sufre esta dolencia de forma crónica, mientras que cerca del 75% de los pacientes presentan una resolución completa de los síntomas dentro de las primeras seis semanas de iniciado el tratamiento y aproximadamente el 90% se encuentra libre de dolor en un periodo de tres meses. (1) La causa más frecuente de este tipo de dolor suele ser la hernia lumbar. (4)
Anatomía
La columna vertebral está compuesta por 12 vértebras, cuya función principal es proteger los nervios que se originan en el Sistema Nervioso Central y se extienden a lo largo del canal vertebral hasta alcanzar el sacro y el cóccix. Los discos intervertebrales, estructuras cartilaginosas que actúan como amortiguadores, (4) tienen como función principal facilitar el movimiento de la columna y absorber las cargas mecánicas. Al ser avasculares, dependen de la difusión de nutrientes desde los vasos sanguíneos del cuerpo vertebral para su mantenimiento.
El disco intervertebral está constituido por los siguientes componentes: (5)
Núcleo pulposo: ubicado en el centro, está compuesto principalmente por agua retenida en glicosaminoglicanos y rodeado por fibras de colágeno tipo II. Su función es conservar la presión interna del disco y mantener su hidratación. (5)
Anillo fibroso: estructura periférica formada por fibras de colágeno tipo I, cuya función es brindar estabilidad al disco y mantener el núcleo en su posición. (5)
Cartílago hialino: dos láminas de este tejido separan el núcleo gelatinoso del disco de las vértebras adyacentes. (5)
Etiología
Entre las causas más frecuentes de la radiculopatía lumbosacra, la hernia discal destaca como una de las más importantes. Esta condición se caracteriza por el desplazamiento del contenido del disco intervertebral más allá de los límites de las vértebras adyacentes. El proceso comienza con la ruptura del anillo fibroso, lo que permite que el núcleo pulposo se desplace hacia el canal vertebral y ejerza presión sobre la raíz nerviosa. (1) Esta lesión puede producirse por un aumento en la presión interna del disco, ya sea al levantar objetos pesados de forma inadecuada; con pesos de riesgo mayor a 25kg, a causa de un accidente o por compresión axial. Aunque en la mayoría de los casos el origen se asocia a movimientos bruscos, estudios recientes sugieren que la predisposición genética podría representar un factor de riesgo aún más relevante. (2)
Fisiopatología
Con el paso del tiempo, las células de la matriz extracelular del disco intervertebral se pierden de forma progresiva, lo que provoca la deshidratación del núcleo pulposo y la aparición de fisuras en el anillo fibroso, permitiendo que partes del disco se desplacen fuera de sus límites normales. (5) De acuerdo con la evidencia actual, la herniación discal lumbar es el resultado de una combinación de procesos bioquímicos, degenerativos y mecánicos que comienzan en el disco intervertebral y terminan afectando, de manera progresiva, las superficies articulares y otros elementos de la columna vertebral. (6) Estas alteraciones pueden generar compresión sobre las raíces nerviosas de la médula espinal. (4) Los niveles más frecuentemente comprometidos L5-S1, seguidos por L4-L5 y en menor proporción, L3-L4; principalmente en la región lumbar; (5) ya que, esta zona soporta una gran parte del peso del cuerpo. (4)
Además, es importante considerar que, con el envejecimiento, los discos intervertebrales sufren un proceso de degeneración que incrementa la probabilidad de desarrollar síntomas asociados a una hernia discal lumbar. (6,7,8)
Factores de riesgo
Diversos factores se han identificado como predisponentes para el desarrollo de la patología, entre los cuales destacan: tabaquismo, obesidad, edad avanzada, sexo masculino, estrés laboral o familiar, actividades físicas que implican manejo de maquinaria pesada o levantamiento de cargas, sedentarismo, poca atención a la salud, consumo de sustancias psicoactivas, así como trastornos como ansiedad y depresión. (9) De manera más específica:
Sexo: los hombres suelen estar más expuestos a actividades laborales que implican un mayor esfuerzo físico, aunque esta afección puede presentarse en ambos sexos. (6)
Peso: un índice de masa corporal elevado ha sido reconocido como un factor determinante en el desarrollo de hernias discales lumbares. (6,10)
Hábitos tóxicos: el consumo de tabaco y alcohol puede interferir negativamente en la vascularización de los discos intervertebrales, generando hipoxia y alteraciones en los compuestos esenciales para su estructura. (6)
Ejercicio: la manipulación de cargas pesadas, el levantamiento de pesas, las posturas inadecuadas y los movimientos repetitivos favorecen la liberación de citoquinas proinflamatorias que afectan la matriz del disco intervertebral. (6)
Factores genéticos: distintos estudios han demostrado que hasta un 10% de los casos de hernia discal lumbar podrían estar vinculados a la herencia genética. Se han identificado múltiples genes asociados a la degeneración discal, especialmente en familiares de primer y segundo grado. (6)
Clínica y exploración
Entre el 85% y 90% de los casos de lumbalgia en general, corresponden a un origen inespecífico y presentan una resolución espontánea en menos de seis semanas. Sin embargo, entre un 24% y un 87% de los pacientes pueden experimentar recurrencias del dolor lumbar en el transcurso del año siguiente. Solo entre el 5% y 10% de los casos agudos evolucionan a una forma crónica. (9)
El dolor provocado por la hernia discal lumbar suele presentarse de forma unilateral, iniciando en la región glútea o cadera y extendiéndose hacia el muslo. Esto es secundario a la presión ejercida por el disco herniado sobre el ligamento longitudinal posterior, en conjunto con un proceso inflamatorio local. (6,8,11) Los pacientes frecuentemente lo describen como un dolor de tipo eléctrico, ardoroso o punzante. La causa principal es la irritación de una raíz nerviosa, la cual puede comprimirse en cualquier punto de su trayecto. (3) En situaciones donde se comprimen las raíces nerviosas, el dolor puede alcanzar hasta el pie. Este cuadro puede acompañarse de parestesias (sensación de hormigueo), y debilidad motora, síntomas que, (6) en la mayoría de los casos, tienden a mejorar con el tiempo: se observa una mejoría en el 75% de los pacientes a las seis semanas, en el 90% a las doce semanas y en el 93% tras 24 semanas de tratamiento. (1)
Las raíces más comúnmente afectadas son L4, L5 y S1. El dolor tiende a empeorar con maniobras que incrementan la presión intradiscal, como la maniobra de Valsalva, así como al estar sentado o de pie durante períodos prolongados; en cambio, suele aliviarse en posición de decúbito. (1,12)
Es importante considerar que cerca del 27% de las protrusiones discales y alrededor del 1% de las extrusiones pueden ser asintomáticas. Por este motivo, es fundamental correlacionar los hallazgos de los estudios de imagen con la presentación clínica del paciente. Entre los signos clínicos que permiten sospechar radiculopatía, se encuentran los siguientes: (5)
Lasegue: con el paciente en decúbito supino, se eleva la pierna con la rodilla extendida. Si el dolor se irradia, sugiere compromiso radicular. (1,11)
Bragard: se realiza tras la prueba de Lasegue; al alcanzar el ángulo en el que aparece el dolor, se añade dorsiflexión del tobillo. Si el dolor aumenta, el test es considerado positivo. (1)
Lasegue invertido: se evalúa la compresión de las raíces femorales L3 y L4. Se extiende el muslo con la rodilla flexionada; si esto reproduce el dolor irradiado, se considera indicativo de lesión en dichas raíces. (1,11)
Test de elevación de pierna recta (SLR): con el paciente en decúbito supino, se eleva la pierna con la rodilla extendida. Es positivo si el dolor aparece antes de alcanzar los 60° de flexión. Su confiabilidad aumenta si se acompaña de al menos tres de los siguientes signos: dolor en el dermatoma correspondiente, pérdida sensitiva, alteraciones en los reflejos osteotendinosos y paresia. (5)
El dolor y la pérdida de sensibilidad provocados por la radiculopatía lumbar suelen seguir un patrón dermatómico, mientras que la debilidad muscular obedece a un patrón miotómico. Por ello, se deben considerar los siguientes hallazgos clínicos para orientar la identificación de la raíz nerviosa comprometida: (3)
Músculos y miotomos afectados (raíz / función):
L2: flexión de la cadera (iliopsoas).
L3: extensión de la rodilla.
L4: dorsiflexión del tobillo (tibial anterior).
L5: eversión del tobillo (peroneos largo y corto), y extensión del dedo gordo (extensor largo del hallux).
Según el nivel afectado, se pueden extrapolar las siguientes manifestaciones clínicas:
L1: dolor o parestesias en la región inguinal; aunque infrecuente, puede presentarse debilidad leve en la flexión de la cadera. Los reflejos suelen mantenerse normales. (7)
L2: también poco frecuente. Se manifiesta con dolor o parestesias en la parte anterolateral del muslo y debilidad leve en la flexión de la cadera. Reflejos conservados. (7)
L3: dolor o hipoestesia en la cara medial del muslo y la rodilla, debilidad en los aductores de la cadera, flexores y extensores de la rodilla; el reflejo rotuliano puede estar disminuido. (7)
L4: dolor y parestesias en la cara anterior y medial del muslo, con debilidad en el cuádriceps, aductores y tibial anterior; posible disminución del reflejo rotuliano. (7)
L5: dolor irradiado por la cara lateral de la pierna hasta el dorso del pie y el primer dedo; pérdida de sensibilidad en esa zona; debilidad en la dorsiflexión del tobillo, extensión del primer dedo, eversión e inversión del pie, y abducción de la cadera; el reflejo isquiotibial interno puede estar alterado. (7)
Desde un enfoque molecular, se ha establecido que el tejido correspondiente a una hernia discal lumbar no constituye una estructura pasiva o inerte. Se trata de un entorno biológicamente activo, en el que se ha identificado la presencia de neovascularización, así como un infiltrado celular compuesto por macrófagos, mastocitos, fibroblastos y linfocitos T y B. Estas células poseen la capacidad de sintetizar y liberar diversos mediadores proinflamatorios. La inflamación parece generarse no solo por la acción irritativa de los mediadores químicos derivados del núcleo pulposo, sino también por una respuesta autoinmune dirigida contra los componentes estructurales del propio disco intervertebral. En consecuencia, la fisiopatología del radicular no debe considerarse exclusivamente como un proceso de compresión mecánica, sino como una condición de naturaleza multifactorial, en la cual los mecanismos bioquímicos e inmunológicos desempeñan un rol central. (13)
Diagnóstico
La radiografía simple suele ser el estudio de imagen inicial en la evaluación de pacientes con lumbalgia. Habitualmente se solicitan proyecciones anteroposterior (AP), y lateral, en algunos casos se agregan radiografías en flexión y extensión para detectar signos de inestabilidad espinal que puedan contribuir a la sintomatología. Entre los hallazgos radiológicos más comunes en la región lumbar se incluyen: escoliosis compensatoria, reducción del espacio intervertebral y signos de osteoporosis secundaria a tracción. (11)
Propiamente respecto a la hernia discal, la resonancia magnética es el estudio diagnóstico de elección; ya que, permite visualizar el material discal herniado, identificar las raíces nerviosas afectadas y detectar signos de degeneración discal, (1) con una precisión cercana al 97%. (5)
Diversos estudios han demostrado que la resonancia puede detectar hernias discales en hasta un 76% de individuos asintomáticos, lo que subraya la importancia de interpretar los hallazgos imagenológicos en función del contexto clínico del paciente y no de manera aislada. (13)
Por su parte, la tomografía axial computarizada (TAC), representa la herramienta de imagen más sensible para la evaluación de las estructuras óseas de la columna vertebral. Sin embargo, su capacidad para valorar componentes neurales es limitada; ya que, no proporciona una visualización adecuada de las raíces nerviosas, lo que restringe su utilidad como método diagnóstico primario en casos de radiculopatía; se podría solicitar ante imposibilidad de realización de RMN por algún motivo. (11)
Cuando los hallazgos del examen físico no se correlacionan con los estudios de imagen, pueden utilizarse pruebas electrodiagnósticas; con el fin de, confirmar el diagnóstico. Entre estas, se incluyen la electromiografía (EMG), las velocidades de conducción nerviosa (NCV), y los potenciales evocados somatosensoriales (SSEP), los cuales permiten diferenciar la radiculopatía de otros trastornos que afectan al sistema nervioso periférico de forma más generalizada. No obstante, los resultados de estas pruebas pueden verse influenciados por múltiples factores, como la colaboración del paciente, el nivel de dolor, la temperatura del entorno, desequilibrios electrolíticos, comorbilidades médicas, entre otros; lo cual puede dificultar incluso la colocación de las agujas en los músculos correspondientes y dar resultados inconclusos. (3)
La electromiografía es una herramienta diagnóstica utilizada para registrar y analizar la actividad eléctrica generada por los músculos, con el propósito de evaluar la integridad y funcionalidad del sistema neuromuscular. Este estudio se lleva a cabo mediante la inserción de un electrodo en forma de aguja directamente en el músculo objetivo, lo que permite captar las señales eléctricas generadas durante el reposo y la contracción muscular. Dichas señales son procesadas por un sistema computarizado con funciones de amplificación, registro y almacenamiento. La interpretación de los resultados analiza tanto los patrones gráficos como los estímulos sonoros emitidos por la actividad eléctrica registrada; con el fin de, identificar posibles alteraciones neuromusculares. (14)
Ante toda esta posibilidad de herramientas diagnósticas, se debe considerar que, la indicación de estudios de imagen sin una justificación clínica apropiada no ha demostrado beneficios significativos en términos de reducción del dolor, mejoría funcional o incremento en la calidad de vida del paciente. Por el contrario, se ha observado que aquellos pacientes sometidos a estudios imagenológicos sin criterios clínicos específicos tienden a recibir tratamientos más invasivos, como la administración de fármacos por vía intramuscular, procedimientos quirúrgicos y una mayor cantidad de días de incapacidad laboral; es por esto que, la clínica siempre debe ser componente superior para el diagnóstico presuntivo del paciente. (15,16,17)
Ante una RMN donde se pueda describir con claridad la morfología respectiva, se puede categorizar la lesión de la siguiente forma:
Hernia contenida: se presenta cuando se produce la ruptura parcial de las fibras del anillo fibroso, sin que ello permita el desplazamiento completo del núcleo pulposo. Aunque existe un compromiso estructural, el material discal se mantiene contenido dentro del disco intervertebral. (18)
Protrusión discal: el núcleo pulposo se desplaza sin ruptura del anillo fibroso, presentando una base de implantación más ancha que su dimensión anteroposterior. Tasa de reducción del 41% y desaparición del 0%. (11)
Extrusión: el núcleo pulposo forma una protrusión en forma de domo, conectada al resto del núcleo por un cuello estrecho. Con una tasa de reducción del 70% y desaparición de 15%. (11)
Secuestro discal: el fragmento herniado se separa completamente del núcleo pulposo original, migrando dentro del canal vertebral. Con una tasa de reducción de 96% y desaparición de 34%. (11)
Diagnósticos diferenciales
La etiología del dolor lumbar puede involucrar tanto estructuras propias de la columna vertebral como órganos extravertebrales. Las patologías relacionadas pueden variar desde cuadros leves y autolimitados hasta condiciones de mayor gravedad. Es importante considerar la proximidad anatómica de la región lumbar con la cavidad abdominal, donde se ubican diversos órganos que pueden generar dolor referido. (9) Es por esto que, durante la anamnesis, es esencial indagar sobre la ocupación, nivel de actividad física, consumo de tabaco, antecedentes patológicos personales y episodios previos similares. En el examen físico se deben evaluar el índice de masa corporal (IMC), fuerza muscular, sensibilidad, reflejos de las extremidades inferiores, así como realizar inspección, palpación y valoración del rango de movimiento de la columna lumbar; como ya discutido. (9)
Ante la confirmación de dolor radicular, es fundamental considerar una variedad de diagnósticos diferenciales. Entre ellos se incluyen la estenosis del canal vertebral, alteraciones articulares como la artritis, la presencia de osteofitos, la fibrosis postquirúrgica y el dolor residual asociado a intervenciones quirúrgicas previas. Un criterio útil para orientar el diagnóstico es la edad del paciente: en adultos jóvenes, la causa más común suele ser la hernia discal, mientras que en personas de mayor edad, es más frecuente la estenosis foraminal provocada por osteofitos o cambios degenerativos artrósicos. (1)
Otros diagnósticos diferenciales relevantes comprenden:
Infecciones: deben considerarse en casos con fiebre inexplicada, inmunosupresión, uso crónico de corticosteroides, antecedentes de consumo de drogas por vía intravenosa, sensibilidad localizada en la columna vertebral o síntomas neurológicos progresivos. (7)
Fracturas: sospechar en pacientes con osteoporosis, antecedentes de traumatismo significativo, edad mayor de 50 años o presencia de signos neurológicos focales. (7)
Neoplasias: se deben tener en cuenta ante pérdida de peso no justificada, antecedentes oncológicos, malestar general persistente y progresión de síntomas neurológicos. (7)
La estenosis del canal lumbar: puede originarse por procesos degenerativos que afectan las articulaciones y discos intervertebrales, así como por traumatismos, neoplasias o anomalías congénitas. (8)
Otras causas: incluyen artrosis de cadera, pinzamiento femoroacetabular, bursitis, fracturas, y patologías que afectan la articulación sacroilíaca. (5)
Tratamiento
La educación del paciente es fundamental en el manejo de la lumbalgia. Se debe promover una adecuada higiene postural, incentivar la práctica regular de actividad física, evitar el reposo prolongado y el sedentarismo, fomentar el control del peso corporal. Además, se recomienda realizar ejercicios de estiramiento y fortalecimiento muscular; con el fin de, mejorar la condición física general. (9) De la mano a lo anterior, se deben tratar también los factores de riesgo; ya que, pueden impactar negativamente en la evolución de la patología, entre los que se incluyen riesgos de naturaleza física, mecánica, química, biológica, psicosocial y biomecánica; además, de otros elementos asociados al entorno laboral. La adecuada identificación de estos factores es fundamental, dado que su presencia puede inducir alteraciones en múltiples sistemas del organismo humano. (12)
El tratamiento inicial generalmente sigue un enfoque conservador, que incluye el uso de medicamentos y fisioterapia, especialmente aquellas técnicas orientadas a la rehabilitación muscular. Sin embargo, entre un 10% y un 20% de los pacientes requieren intervención quirúrgica, la cual se recomienda principalmente en aquellos que presentan déficits neurológicos graves. (2)
Tratamiento conservador
El tratamiento inicial incluye el uso de fisioterapia, AINEs, esteroides, antidepresivos, anticonvulsivos y opiáceos durante un periodo de seis a ocho semanas. (5) Además, en ciertos pacientes, se recurre a inyecciones epidurales como parte del manejo del dolor. (6) Actualmente, no existe evidencia robusta que respalde el uso del paracetamol como tratamiento eficaz en pacientes con lumbalgia crónica (15).
Los AINEs ofrecen un beneficio clínico modesto en el manejo del dolor lumbar radicular, logrando reducciones leves en los niveles de dolor y discapacidad. Su uso debe limitarse a la dosis mínima eficaz y durante el menor tiempo posible, debido a su perfil de toxicidad gastrointestinal, cardiovascular, renal y hepática. (15)
Los relajantes musculares se indican por períodos breves (menos de dos semanas), debido a su perfil de efectos adversos y riesgo de dependencia, razón por la cual muchos expertos aconsejan restringir su uso al mínimo necesario o evitarlo. (9)
Los opioides deben reservarse exclusivamente para situaciones en las que los AINEs estén contraindicados o hayan resultado ineficaces. Entre las opciones disponibles se encuentra el tramadol (analgésico que actúa como agonista de los receptores opioides μ y simultáneamente, inhibe la recaptación de norepinefrina y serotonina. Esta doble acción lo hace eficaz en el tratamiento del dolor radicular y discógeno, al intervenir tanto en los componentes radiculares como en los mecanismos neurogénicos del dolor), y tapentadol (un paso superior en potencia comparado al tramadol; pero, con características similares). (15,17) Dentro de los antidepresivos, la duloxetina podría proporcionar una leve mejoría en ciertos pacientes, especialmente en aquellos con componente neuropático o sintomatología asociada a trastornos del estado de ánimo. (15) Por otra parte, dentro de los anticonvulsivantes, se encuentra la gabapentina y pregabalina, las cuales posee alta respuesta ante dolor radicular.
El tratamiento del dolor lumbar mediante inyecciones epidurales tiene sus raíces en la primera mitad del siglo XX. El Dr. Viner fue uno de los pioneros al aplicar soluciones salinas con procaína en el espacio epidural lumbar para aliviar el dolor radicular. El uso de corticosteroides en esta área se documentó por primera vez en 1960. Un informe temprano de éxito fue el de Brown, quien reportó alivio total, aunque temporal, en cuatro pacientes con dolor radicular tras administrar metilprednisolona por vía epidural. (1)
El reposo en cama debe restringirse a un máximo de 48 horas, ya que periodos más prolongados no solo carecen de beneficios clínicos comprobados, sino que también pueden resultar perjudiciales para la evolución funcional del paciente. (17)
En pacientes que presentan síntomas persistentes o una respuesta inadecuada al tratamiento inicial, se recomienda integrar estrategias de medicina física y rehabilitación. No se aconseja iniciar la rehabilitación en las primeras una a dos semanas, a fin de permitir una posible resolución espontánea de los síntomas o evitar que el dolor intenso interfiera con la adherencia terapéutica. Generalmente, el inicio del proceso rehabilitador resulta más apropiado a partir de la segunda o tercera semana de evolución clínica. (17)
Tratamiento quirúrgico
La intervención quirúrgica está indicada en casos de fracaso del tratamiento conservador tras un período de 4 a 6 semanas, presencia de paresia o debilidad progresiva, síndrome de cauda equina, o dolor intratable que no responde a medidas conservadoras. (19)
El tipo de intervención quirúrgica se determina en función de la gravedad de la condición y la respuesta del paciente. El procedimiento estándar para tratar la hernia discal lumbar simple sigue siendo la discectomía. (3)
Se ha observado una diferencia estadísticamente significativa en la variación de las puntuaciones del dolor, evidenciando una mayor efectividad en comparación con el manejo conservador ante casos que ya cumplen con ciertos criterios de cirugía. (10)
La discectomía lumbar endoscópica se considera uno de los procedimientos más efectivos y coste-efectivos, con una tasa de respaldo del 57% en los estudios, debido a sus beneficios, como la reducción de la duración de la hospitalización y una reincorporación temprana al trabajo. (6)
En la discectomía abierta tradicional, el procedimiento comienza con la localización del nivel afectado mediante fluoroscopia. Se realiza una incisión en la línea media del disco, que se extiende subperiósticamente para exponer la lámina del nivel superior y el ligamento amarillo. A continuación, se coloca un retractor y se introduce un microscopio para realizar una hemilaminectomía y una facetectomía parcial medial con un taladro de alta velocidad. (3)
Las complicaciones más comunes incluyen lesión de la herida operatoria (1-2%), lesión radicular (1-2%), lesión de la duramadre (3-13.2%) y recurrencia de la hernia (1-2%), definida como la reaparición de síntomas después de un mínimo de seis meses postoperatorios. (19)
En 1967, Yasargil introdujo el microscopio quirúrgico en el abordaje de estas patologías, lo que dio origen a la técnica de microdiscectomía. Posteriormente, se incorporaron enfoques aún menos invasivos, como el uso del retractor tubular, el cual permite acceder a la lámina vertebral a través de un abordaje transmuscular. (10)
El objetivo principal de estas intervenciones es la extracción del material herniado del disco intervertebral. Esto se logra, por lo general, mediante una incisión controlada en el disco, lo que permite la resección tanto de la hernia como de parte del núcleo pulposo contenido en el anillo fibroso. Este procedimiento suele proporcionar un alivio rápido y efectivo del dolor radicular en las extremidades inferiores en la mayoría de los pacientes. (10)
La literatura científica reporta una amplia variabilidad en la incidencia de recurrencias, con cifras que oscilan entre el 3% y el 18%, dado que el material nuclear residual puede volver a protruir a través del defecto anular persistente. (10)
Conclusiones
El dolor radicular lumbosacro, estrechamente relacionado con la hernia discal lumbar, constituye una de las causas más frecuentes de consulta médica en el ámbito de la neurología y la ortopedia, debido tanto a su alta prevalencia como a su significativo impacto en la calidad de vida de los pacientes. Esta afección se caracteriza por un cuadro de dolor que se origina en la región lumbar y se irradia hacia una o ambas extremidades inferiores, siguiendo un patrón correspondiente al trayecto de la raíz nerviosa comprometida. Su diagnóstico exige una cuidadosa correlación entre los síntomas referidos por el paciente, los hallazgos obtenidos durante el examen físico y los resultados de las pruebas de imagen, siendo la resonancia magnética el estudio de elección por su alta sensibilidad y especificidad en la detección de hernias discales y compresiones radiculares.
En la mayoría de los casos, la evolución clínica es favorable con un enfoque terapéutico conservador, que incluye tratamiento farmacológico (antiinflamatorios, analgésicos, neuromoduladores), fisioterapia personalizada y, en algunos casos, infiltraciones epidurales para el manejo del dolor. Sin embargo, un porcentaje no despreciable de pacientes puede presentar síntomas persistentes, refractarios o neurológicamente progresivos, lo que hace necesario considerar una intervención quirúrgica, siendo la discectomía lumbar —ya sea abierta, microquirúrgica o endoscópica— el procedimiento más comúnmente empleado.
Para un abordaje clínico eficaz, resulta fundamental el conocimiento detallado de la anatomía vertebral, la fisiopatología de la degeneración discal y los factores de riesgo asociados, como el envejecimiento, el sobrepeso, los hábitos posturales, las actividades laborales de alto impacto y la predisposición genética. Estos elementos permiten no solo establecer un diagnóstico más preciso, sino también diseñar un plan de tratamiento individualizado que responda a las necesidades particulares de cada paciente. En este sentido, la personalización del manejo terapéutico, basada en la severidad clínica, la respuesta al tratamiento inicial y la presencia de comorbilidades, continúa siendo un componente esencial en el enfoque integral de esta patología, orientado a la mejora del pronóstico funcional y a la reducción del impacto socioeconómico asociado al dolor lumbar crónico.
Bibliografía
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Declaración de buenas prácticas: Los autores de este manuscrito declaran que:
Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.