Sepsis neonatal: revisión general del conocimiento actual y estrategias de manejo
Autora principal: Lucía María Ugalde Quesada
Vol. XX; nº 13; 815
Neonatal sepsis: overview of current understanding and management strategies
Fecha de recepción: 13 de junio de 2025
Fecha de aceptación: 7 de julio de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 13 – Primera quincena de Julio de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 13; 815
Autores:
Lucía María Ugalde Quesada. Médico General. Investigadora Independiente. San José, Costa Rica. https://orcid.org/0009-0000-7972-5212
Julián Sánchez Villalobos. Médico General. Investigador Independiente. San José, Costa Rica.
Valeria Lizano Caruso. Médico General. Investigadora Independiente. San José, Costa Rica.
Gilbertho Andrey Bolaños Villalobos. Médico General. Investigador Independiente. San José, Costa Rica.
Tatiana Soto Taborda. Médico Residente de Ortopedia y Traumatología. San José, Costa Rica.
Resumen
La sepsis neonatal es una infección grave que ocurre durante los primeros 28 días de vida y puede desencadenar disfunción multiorgánica; se clasifica en inicio temprano o tardío, con diferencias en los mecanismos de transmisión y en los patógenos predominantes asociados. Entre los factores de riesgo maternos destacan la ruptura prematura de membranas, el parto prematuro, las infecciones urinarias y la colonización por S. agalactiae, y en el neonato destacan el bajo peso al nacer, la prematuridad y un puntaje APGAR bajo, las condiciones hospitalarias y la resistencia antimicrobiana favorecen el desarrollo de las infecciones nosocomiales. Su presentación clínica es inespecífica, por lo que el diagnóstico requiere una evaluación clínica minuciosa complementada con hemocultivos, biomarcadores y otros estudios complementarios. El tratamiento empírico combina ampicilina con un aminoglucósido, como la gentamicina, en la sepsis temprana y oxacilina con gentamicina en la tardía, ajustándose luego según el antibiograma, y se apoya con intervenciones de soporte que pueden incluir fluidoterapia, oxigenoterapia y soporte hemodinámico, Finalmente, la implementación de protocolos de tamizaje materno, la detección temprana y el abordaje clínico oportuno son fundamentales para reducir tanto la incidencia como la mortalidad.
Palabras clave
sepsis neonatal, infección, manejo.
Abstract
Neonatal sepsis is a serious infection that occurs within the first 28 days of life and can lead to multiorgan dysfunction. It is classified as either early-onset or late-onset, with differences in transmission mechanisms and predominant associated pathogens. Maternal risk factors include premature rupture of membranes, preterm labor, urinary tract infections, and colonization with S. agalactiae. In the newborn, low birth weight, prematurity, and a low APGAR score are significant risk factors. Hospital conditions and antimicrobial resistance contribute to the development of nosocomial infections. Its clinical presentation is nonspecific, so diagnosis requires a thorough clinical assessment, supported by blood cultures, biomarkers, and other complementary tests. Empirical treatment typically involves a combination of ampicillin and an aminoglycoside, such as gentamicin, for early-onset sepsis, and oxacillin with gentamicin for late-onset sepsis, with adjustments made according to the antibiogram. Supportive interventions may include fluid therapy, oxygen therapy, and hemodynamic support. Finally, the implementation of maternal screening protocols, early detection, and timely clinical management are essential to reduce both incidence and mortality.
Keywords
Neonatal sepsis, infection, management.
Introducción
La sepsis neonatal es una condición médica provocada por una infección bacteriana, viral o fúngica, capaz de desencadenar disfunción multiorgánica durante los primeros 28 días de vida. Las manifestaciones clínicas y los hallazgos de laboratorio suelen reflejar una respuesta inflamatoria sistémica potencialmente letal, lo que la convierte en una de las principales causas de mortalidad neonatal. Se estima que afecta entre 1 y 50 de cada 1000 nacidos vivos y es responsable de hasta el 30 % de las muertes en recién nacidos a nivel global. Su impacto es mayor en países de bajos ingresos, donde la incidencia puede alcanzar entre 49 y 170 casos por cada 1000 nacidos vivos.[1-3]
En esta revisión bibliográfica se presenta la información más relevante y actualizada sobre la sepsis neonatal, con el objetivo de facilitar una mejor comprensión de su etiología, factores de riesgo, manifestaciones clínicas, diagnóstico y tratamiento, y así contribuir a optimizar el abordaje clínico de esta población vulnerable.
Metodología
El presente artículo corresponde a una revisión bibliográfica de tipo descriptivo. Para su elaboración, se realizó una búsqueda de literatura científica publicada entre los años 2020 y 2025. Se consultaron diversas fuentes de información, incluyendo bases de datos como PubMed, Google Scholar, SciELO, Elsevier y ClinicalKey. La búsqueda se llevó a cabo utilizando palabras clave como «sepsis neonatal», «mortalidad neonatal», «infección» y «manejo».
Clasificación
La sepsis neonatal se clasifica en temprana o tardía según la edad del recién nacido al inicio del cuadro clínico.[1]
La sepsis neonatal temprana se define como aquella que ocurre dentro de las primeras 72 horas de vida. Generalmente se asocia a infecciones materno-fetales adquiridas por microorganismos presentes en el tracto genitourinario o el canal vaginal durante el periodo prenatal o al momento del parto, mediante mecanismos de transmisión vertical.[1,4,5]
En contraste, la sepsis neonatal tardía se presenta a partir de las 72 horas y hasta los 28 días de vida y se asocia con infecciones adquiridas después del nacimiento por exposición a patógenos tanto en el entorno hospitalario como extrahospitalario, a través de mecanismos de transmisión horizontal. En ciertos casos, el microorganismo responsable de la infección pudo haberse adquirido durante la labor de parto pero se presenta clínicamente de forma tardía.[1,4,5]
Patógenos asociados
Los agentes etiológicos asociados con la sepsis neonatal varían considerablemente según su clasificación y la región geográfica del paciente. Por esta razón la identificación del patógeno causal es esencial para orientar un abordaje terapéutico adecuado y adaptar las estrategias de prevención de acuerdo al entorno clínico y comunitario. Se ha demostrado que las bacterias son los microorganismos más frecuentemente implicados en este tipo de infecciones, sin embargo, también pueden estar involucrados agentes virales o fúngicos, aunque con menor frecuencia.[1,6,7]
Diversos estudios han evidenciado que en los países desarrollados predominan las infecciones bacterianas grampositivas, mientras que en países de ingresos bajos las infecciones son mayoritariamente por bacterias gramnegativas.[6,7] A continuación se presentan los principales agentes etiológicos según la presentación temprana o tardía de la sepsis neonatal a nivel mundial.
Sepsis neonatal temprana[2,7-9]
Bacterias: Streptococcus del grupo B (especialmente Streptococcus agalactiae), Escherichia coli, Haemophilus influenzae, Staphylococcus aureus, Listeria monocytogenes, Salmonella enterica, Klebsiella spp., Enterococcus spp., Acinetobacter spp. y Ureaplasma spp.
Virus: Virus herpes simple (HSV), citomegalovirus y enterovirus.
Hongos: Cándida spp.
Es importante destacar que aunque los Streptococcus del grupo B, como el S. Agalactiae, continúa siendo el agente más común, su incidencia ha disminuido significativamente desde el protocolo universal de tamizaje durante el embarazo y la aplicación de antibiótico en casos de tamizajes positivos, ruptura prematura de membranas o corioamnionitis.[2]
Sepsis neonatal tardío[1,2,7,9,10]
Bacterias: Staphylococcus coagulasa negativo (CoNS), Staphylococcus aureus, Escherichia coli, Klebsiella pneumoniae, Streptococcus pneumoniae, Pseudomonas aeruginosa, Enterobacteriaceae y Acinetobacter spp.
Virus: Echovirus, enterovirus, parechovirus, virus coxsackie, adenovirus, influenza, parainfluenza virus, rinovirus, HSV, virus sincitial respiratorio y coronavirus.
Hongos: Cándida spp.
Factores de riesgo
Existen múltiples factores de riesgo asociados al desarrollo de este proceso infeccioso. Se pueden clasificar en maternos, neonatales y ambientales, y todos contribuyen a aumentar la susceptibilidad del neonato a padecer de sepsis.[11]
Factores maternos
Ruptura prematura de membranas (RPM): Cuando ocurre de forma prolongada, es decir, más de 18 horas antes del inicio de la labor de parto, facilita el ascenso de microorganismos, principalmente bacterias, desde el canal vaginal y el cuello uterino hacia el interior del saco amniótico.[8,11]
Parto prematuro: El nacimiento antes de las 37 semanas de gestación se asocia a una mayor incidencia de infecciones, por el estado de inmadurez del sistema inmunológico del neonato. Además, estos pacientes suelen requerir procedimientos invasivos durante su estancia hospitalaria, lo que incrementa aún más el riesgo de sepsis.[9,11]
Infecciones del tracto urinario (ITU) y vulvovaginitis: Son patologías frecuentes durante el embarazo y se ha demostrado que aumentan la probabilidad de parto prematuro y, en consecuencia, de sepsis neonatal.[9,11]
Colonización por Streptococcus del grupo B: Incrementa el riesgo de transmisión vertical al neonato al momento de pasar por el canal vaginal durante el parto. Además, se ha demostrado que la carga bacteriana de la colonización se asocia con un mayor riesgo y gravedad de la infección neonatal.[4,6,10]
Corioamnionitis: Aunque existen diversas definiciones, en términos generales se considera como un proceso inflamatorio o infeccioso de las membranas amnióticas, el líquido amniótico o ambos. También puede diagnosticarse clínicamente cuando la madre presenta fiebre intraparto mayor a 38 °C acompañada de algunos signos como irritabilidad uterina, frecuencia cardiaca materna o fetal elevada, mal olor del líquido amniótico o leucocitosis materna. Independientemente de la definición adoptada, esta condición se ha vinculado estrechamente con un mayor riesgo de sepsis neonatal temprana.[11,12]
Factores neonatales
Bajo peso al nacer y prematuridad: Los recién nacidos con peso inferior a 2500 gramos o con menos de 37 semanas de gestación, son particularmente vulnerables a las infecciones, tanto por la inmadurez de su sistema inmune como por la necesidad frecuente de intervenciones médicas invasivas (como la ventilación mecánica o el uso de catéteres vasculares). En el caso de los prematuros extremos (menos de 28 semanas de edad gestacional), la escasa producción de vérnix también se ha asociado a un mayor riesgo de sepsis. El vérnix es una película biológica protectora producida durante el tercer trimestre de gestación, que se encuentra en menor cantidad o ausente en estos neonatos.[9-11]
Puntaje APGAR bajo: Se ha documentado una relación entre un puntaje de APGAR bajo, tanto al primer como al quinto minuto de vida, con una mayor incidencia de sepsis neonatal.[11]
Factores ambientales
Protocolos de limpieza y desinfección en centros de salud: La deficiente esterilización del equipo médico y la inadecuada higiene de las instalaciones hospitalarias, en especial en las unidades de cuidados intensivos neonatales, incrementan el riesgo de infecciones nosocomiales.[11]
Resistencia antimicrobiana: El uso inapropiado de antibióticos ha favorecido el desarrollo de cepas bacterianas resistentes, lo que dificulta el tratamiento efectivo de las infecciones que se presentan durante la sepsis neonatal.[11]
Manifestaciones clínicas
La detección temprana de la sepsis neonatal puede resultar compleja debido a que las manifestaciones clínicas suelen ser inespecíficas. Por esta razón, es fundamental reconocer los signos y síntomas que pueden presentarse durante un proceso infeccioso en el neonato.[13]
Entre las manifestaciones más comunes se encuentran, irritabilidad, somnolencia, fiebre mayor a 38 °C o hipotermia inferior a 35.5 °C, taquicardia o bradicardia, hipotensión, llenado capilar prolongado, taquipnea y signos de dificultad respiratoria como el aleteo nasal o el uso de músculos accesorios, apnea o cianosis central. También pueden observarse síntomas digestivos como anorexia, vómito, diarrea, distensión abdominal y hepatomegalia, así como alteraciones neurológicas como convulsiones y tono muscular disminuido.[6,13-15]
Diagnóstico
Ante la presencia de un caso sospechoso de sepsis neonatal, ya sea de inicio temprano o tardío, es fundamental realizar una evaluación exhaustiva. Una historia clínica detallada para identificar factores de riesgo, junto con un examen físico completo, suelen orientar hacia el diagnóstico. A esto se deben sumar estudios complementarios que respaldan la sospecha clínica.[4,6,14]
Radiografía de tórax
Es una herramienta diagnóstica sencilla y ampliamente utilizada en el contexto de sepsis neonatal, especialmente cuando se sospecha compromiso pulmonar. Este estudio de imagen permite identificar hallazgos sugestivos de neumonía, lo cual puede apoyar el diagnóstico y orientar el manejo clínico. Asimismo, una radiografía normal puede ayudar a descartar esta causa como origen de la sepsis.[6]
Hemograma completo
En el contexto de sepsis neonatal, los hallazgos hematológicos más frecuentes incluyen leucopenia o leucocitosis, neutropenia o neutrofilia, y trombocitopenia. Sin embargo, estos cambios pueden deberse a múltiples causas, por lo que su valor como predictor es limitado. Es esencial correlacionar los resultados con el cuadro clínico del paciente.[3,4,6,14]
Hemocultivos y cultivo de líquido cefalorraquídeo (LCR)
Estos estudios son considerados el estándar de oro para el diagnóstico de sepsis neonatal. No obstante, los resultados pueden demorar entre 24 a 48 horas, por lo que el tratamiento empírico no debe retrasarse durante la espera. Es importante tener en cuenta que un resultado negativo no excluye completamente la posibilidad de una infección.[6,16]
Estudio de LCR
Además del cultivo, es crucial evaluar los parámetros bioquímicos del LCR, como leucocitos, proteínas y glucosa. Estas alteraciones pueden sugerir la presencia de una infección a nivel de sistema nervioso central, como meningitis.[6]
Examen general de orina y urocultivo
Las ITU en neonatos se asocian con sepsis de inicio tardío. Por ello, el examen general de orina y el urocultivo son estudios clave para identificar una posible fuente infecciosa en estos casos. La recolección de la muestra debe realizarse mediante punción suprapúbica o cateterismo vesical, con el fin de evitar la contaminación y asegurar resultados fiables.[4,6]
Reactantes de fase aguda
Los reactantes de fase aguda son biomarcadores proteicos sintetizados por el hígado en respuesta a procesos inflamatorios o infecciosos. Los más utilizados son la proteína C reactiva (PCR) y la procalcitonina (PCT).[3,4,6]
La PCR se considera positiva cuando supera los 10 mg/L. Comienza a elevarse entre 12 a 24 horas después del inicio del proceso inflamatorio y alcanza su mayor punto de elevación alrededor de las 48 horas. No obstante, puede encontrarse elevada en otras situaciones como asfixia perinatal, síndrome de aspiración meconial o ruptura prolongada de membranas.[3,4,6]
La PCT se eleva entre 2 a 4 horas tras el inicio de una infección, lo que la convierte en el biomarcador más útil y preciso para la detección temprana de sepsis neonatal, gracias a su alta sensibilidad y especificidad. Se considera elevada cuando su valor supera los 2.4 ng/mL. Sin embargo, también puede aumentar en otras condiciones, como disfunción hemodinámica, dificultad respiratoria, hipoxemia, neumotórax o hemorragia intraventricular.[3,6,16]
Gases arteriales
El análisis de gases arteriales constituye una herramienta complementaria útil en la evaluación del estado clínico del neonato con sospecha de sepsis. Permite identificar alteraciones en el equilibrio ácido-base, como acidosis metabólica o acidosis respiratoria. La interpretación de estos resultados, en conjunto con la clínica y otros estudios de laboratorio, contribuye a una valoración integral del paciente y a la toma de decisiones terapéuticas oportunas.[6]
Cobertura antibiótica
Sepsis neonatal temprana
Ante la sospecha de sepsis neonatal de inicio temprano, se recomienda iniciar de forma empírica un esquema de antibioticoterapia combinada con ampicilina y un aminoglucósido, generalmente gentamicina o, en algunos casos, amikacina. En situaciones seleccionadas, como en presencia de meningitis por bacterias gramnegativas, está indicado añadir al esquema, cefotaxima, una cefalosporina de tercera generación. Sin embargo, su uso empírico no se recomienda de forma rutinaria debido al riesgo de efectos adversos y al potencial incremento en la resistencia bacteriana. En casos con sospecha de infección por S. aureus, se justifica iniciar tratamiento con vancomicina en combinación con gentamicina. Es fundamental tener en cuenta el perfil microbiológico local y los patrones de sensibilidad de los patógenos predominantes en la región, con el fin de optimizar la selección del tratamiento empírico.[1,6,9]
Sepsis neonatal tardía
En los casos de sepsis neonatal de inicio tardío, el tratamiento empírico de primera línea incluye oxacilina y gentamicina. Si existe sospecha de infección por S. aureus, especialmente cepas resistentes a meticilina, se recomienda iniciar vancomicina y gentamicina. Una vez se disponga de los resultados de los cultivos y del antibiograma, es fundamental ajustar el esquema a un tratamiento dirigido y específico.[1,9]
Además del inicio precoz de la terapia antimicrobiana, es imprescindible evaluar la necesidad de intervenciones terapéuticas adicionales según el estado clínico del recién nacido, tales como fluidoterapia, administración de oxígeno suplementario, soporte hemodinámico con vasopresores, entre otros, para un manejo integral y oportuno del paciente.[6]
Conclusión
La sepsis neonatal sigue siendo un desafío crítico en salud perinatal debido a su alta morbimortalidad y presentaciones clínicas inespecíficas. La diferenciación entre sepsis temprana y tardía, junto con la identificación de factores de riesgo maternos, neonatales y ambientales, permite un enfoque preventivo y terapéutico más dirigido. El uso de biomarcadores como la procalcitonina acelera la detección y mejora la precisión diagnóstica, mientras que el manejo empírico es clave para optimizar resultados. Finalmente, reforzar estrategias de tamizaje materno, buenas prácticas de asepsia en centros hospitalarios y la educación continua del personal de salud y comunidad, contribuirán a disminuir la incidencia y la mortalidad asociadas a esta condición vulnerable.
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