Síndrome de Wolff-Parkinson-White: Abordaje diagnóstico y terapéutico de una vía accesoria preexcitatoria
Autor principal: Heberth Pérez Ruiz
Vol. XX; nº 10; 516
Wolff-Parkinson-White syndrome: Diagnostic and therapeutic approach to a preexcitatory accessory pathway
Fecha de recepción: 25 de abril de 2025
Fecha de aceptación: 16 de mayo de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 10 – Segunda quincena de Mayo de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 10; 516
Autores:
Heberth Pérez Ruiz, Médico General, en Hospital Las Américas. San José, Costa Rica. ORCID: https://orcid.org/0009-0001-7930-1089 Código Médico: 17173
Hellen Yareth López Valverde, Médico General, en Hospital Escalante Pradilla. San José, Costa Rica. ORCID: https://orcid.org/0009-0003-1494-6657 Código Médico: 17164
Álvaro Alexander Chaves Alguera, Médico General, en Clínica Salud y Ejercicio. Alajuela, Costa Rica. ORCID: https://orcid.org/0009-0005-0589-4562 Código Médico: 13473
Alexander Hidalgo Fallas, Médico General, Investigador Independiente. San José, Costa Rica. ORCID: https://orcid.org/0009-0005-0099-8274 Código Médico: 12286
Gerardo Andrés Miranda Mora, Médico General, en Centro Nacional de Rehabilitación. San José, Costa Rica. ORCID: https://orcid.org/0009-0005-2480-2731 Código Médico: 16941
Daniela Consumi Cordero, Médico general, Investigadora Independiente. Alajuela, Costa Rica. ORCID: https://orcid.org/0000-0003-3655-9343
Resumen:
El síndrome de Wolff-Parkinson-White es una condición cardíaca congénita caracterizada por la presencia de una vía eléctrica accesoria anómala entre las aurículas y los ventrículos, conocida como haz de Kent. Esta vía permite la conducción prematura del impulso eléctrico, lo que conduce a una activación ventricular anticipada y a un riesgo significativo de arritmias. Entre las arritmias más frecuentes se encuentran la taquicardia reentrante auriculoventricular y la fibrilación auricular con preexcitación, que pueden evolucionar hacia fibrilación ventricular y causar muerte súbita cardíaca.
El diagnóstico se basa en la identificación de un intervalo PR acortado, la presencia de una onda delta y un complejo QRS ancho en el electrocardiograma. Estas observaciones se complementan con estudios como la monitorización Holter, pruebas de esfuerzo físico y estudios electrofisiológicos intracardíacos, los cuales permiten una estratificación precisa del riesgo y la localización de la vía accesoria.
En el tratamiento agudo, las maniobras vagales, los fármacos antiarrítmicos y la cardioversión eléctrica sincronizada son opciones utilizadas según la estabilidad hemodinámica del paciente. La ablación con catéter, especialmente mediante radiofrecuencia, representa el tratamiento definitivo, con altas tasas de éxito y baja recurrencia. En poblaciones especiales como niños, mujeres embarazadas o atletas, se requiere un enfoque personalizado para evitar complicaciones y asegurar buenos resultados clínicos.
El diagnóstico precoz y la intervención oportuna son esenciales para prevenir consecuencias graves. Finalmente, el seguimiento prolongado y los avances en técnicas de imagen y ablación continúan mejorando el pronóstico del síndrome de Wolff-Parkinson-White.
Palabras clave:
Palpitaciones, síncope, preexcitación, arritmias, ablación, catéter.
Abstract:
Wolff-Parkinson-White syndrome is a congenital heart condition characterized by the presence of an abnormal accessory electrical pathway between the atria and ventricles, known as the Kent bundle. This pathway allows premature conduction of the electrical impulse, leading to early ventricular activation and a significant risk of arrhythmias. Among the most common arrhythmias are atrioventricular reentrant tachycardia and atrial fibrillation with preexcitation, which can progress to ventricular fibrillation and cause sudden cardiac death.
The diagnosis is based on the identification of a shortened PR interval, the presence of a delta wave, and a wide QRS complex on the electrocardiogram. These observations are complemented by studies such as Holter monitoring, exercise stress tests, and intracardiac electrophysiological studies, which allow for precise risk stratification and localization of the accessory pathway.
In acute treatment, vagal maneuvers, antiarrhythmic drugs, and synchronized electrical cardioversion are options used depending on the patient’s hemodynamic stability. Catheter ablation, especially radiofrequency ablation, represents the definitive treatment, with high success rates and low recurrence. In special populations such as children, pregnant women, or athletes, a personalized approach is required to avoid complications and ensure good clinical outcomes.
Early diagnosis and timely intervention are essential to prevent serious consequences. Finally, prolonged follow-up and advances in imaging and ablation techniques continue to improve the prognosis of Wolff-Parkinson-White syndrome.
Keywords:
Palpitations, syncope, pre-excitation, arrhythmias, ablation, catheter.
Introducción:
El síndrome de Wolff-Parkinson-White (WPW) constituye una alteración congénita del sistema eléctrico del corazón, caracterizada por la existencia de una vía de conducción accesoria entre las aurículas y los ventrículos. Esta vía, que no forma parte del sistema de conducción normal, permite que los impulsos eléctricos se transmitan de manera anómala, provocando una preexcitación del ventrículo y facilitando la aparición de taquiarritmias. El diagnóstico inicial se establece a partir de hallazgos electrocardiográficos característicos, entre los que destacan un intervalo PR acortado y la presencia de una onda delta en el complejo QRS (1; 2). El síndrome fue descrito por primera vez en 1930 por los médicos Louis Wolff, John Parkinson y Paul Dudley White, quienes reconocieron la relación entre los patrones del electrocardiograma y los episodios de taquicardia paroxística. La importancia clínica del WPW radica en su capacidad para desencadenar arritmias potencialmente peligrosas, como la taquicardia reentrante auriculoventricular e incluso, en ciertos casos, la muerte súbita cardíaca (3).
Desde el punto de vista epidemiológico, el síndrome de WPW es una entidad poco frecuente, con una prevalencia estimada del 0,1 % en la población neonatal (4). No obstante, esta baja incidencia no disminuye su relevancia, ya que muchas veces la primera manifestación de la enfermedad puede ser un evento arrítmico grave en individuos previamente asintomáticos. Por ello, la estratificación del riesgo resulta fundamental para determinar la conducta terapéutica más adecuada. El diagnóstico se basa principalmente en el electrocardiograma, y en casos seleccionados, se complementa con un estudio electrofisiológico para identificar con mayor precisión la localización de la vía accesoria y evaluar su comportamiento en condiciones controladas (3).
El tratamiento del WPW ha evolucionado significativamente en las últimas décadas. La ablación por catéter se ha consolidado como la opción terapéutica de elección en pacientes sintomáticos o con vías accesorias de alto riesgo. Esta intervención permite eliminar la conducción anómala mediante la aplicación de energía controlada, con tasas de éxito que superan el 95 % y con un perfil de seguridad favorable (2; 5). Asimismo, la detección precoz se ha convertido en una estrategia esencial para evitar desenlaces adversos. En este sentido, algunos programas de tamizaje en poblaciones pediátricas y juveniles han demostrado su utilidad para identificar individuos con patrones de preexcitación, facilitando el inicio oportuno del tratamiento y la reducción de la morbimortalidad asociada (3).
En la actualidad, el manejo del síndrome de WPW continúa siendo un tema de interés dentro de la cardiología clínica, impulsado por los avances tecnológicos y el perfeccionamiento de los métodos de ablación. Se han desarrollado algoritmos específicos que permiten predecir la localización de la vía accesoria a partir de los datos del electrocardiograma, lo que ha optimizado la planificación del procedimiento ablativo. Sin embargo, la precisión de estos algoritmos puede variar según la anatomía individual del paciente y la experiencia del centro (2). Por otro lado, existen marcadas diferencias regionales en cuanto a la disponibilidad de recursos y la experiencia técnica, lo cual influye directamente en los resultados clínicos. En algunas regiones, la ausencia de centros especializados o de personal capacitado puede limitar el acceso a un tratamiento efectivo (5).
Cabe destacar también que el síndrome de WPW no siempre se presenta como una entidad aislada. En ciertos casos, puede estar asociado a otras condiciones genéticas o cardiacas, como el síndrome de Williams o enfermedades hematológicas como la anemia falciforme, lo que complica aún más su abordaje clínico. Estas asociaciones requieren una evaluación minuciosa, ya que aumentan el riesgo de complicaciones y demandan un enfoque multidisciplinario para su manejo (1).
El objetivo de este artículo es describir y analizar de manera integral las características clínicas, diagnósticas y terapéuticas del síndrome de WPW, con el fin de comprender su fisiopatología, reconocer su importancia en la práctica cardiológica actual y resaltar la relevancia de la detección precoz para la prevención de eventos arrítmicos graves. Asimismo, se busca examinar los avances recientes en el tratamiento, particularmente en las técnicas de ablación por catéter, y explorar las variaciones en el manejo según regiones geográficas y la coexistencia de esta entidad con otras patologías cardiovasculares o sistémicas.
Metodología:
Para el desarrollo de esta investigación centrada en el síndrome de Wolff-Parkinson-White, se realizó una revisión bibliográfica exhaustiva con el propósito de recopilar y sintetizar la evidencia científica más reciente relacionada con su fisiopatología, diagnóstico, manejo clínico y relevancia en la práctica cardiológica actual. Esta revisión abordó aspectos clave como los mecanismos electrofisiológicos implicados en la aparición de arritmias, la identificación del síndrome mediante estudios electrocardiográficos, las opciones terapéuticas disponibles con énfasis en la ablación con catéter, y las implicaciones pronósticas en poblaciones pediátricas y adultas.
Para garantizar la calidad, pertinencia y actualidad de la información consultada, se recurrió a bases de datos científicas reconocidas internacionalmente, tales como PubMed, Scopus y Web of Science. Estas plataformas fueron seleccionadas por su cobertura amplia en temas de cardiología clínica, electrofisiología y medicina interna. Se aplicaron rigurosos criterios de inclusión y exclusión: se consideraron únicamente estudios originales, revisiones sistemáticas, guías clínicas y ensayos clínicos publicados entre 2020 y 2025, en inglés o español, que abordaran directamente el diagnóstico, tratamiento o seguimiento del síndrome de WPW. Se excluyeron artículos duplicados, con datos incompletos o sin revisión por pares.
La búsqueda inicial identificó un total de 25 fuentes relevantes, entre las cuales se incluyeron publicaciones académicas, consensos de expertos y estudios clínicos multicéntricos. A partir de estas referencias, se realizó un análisis cualitativo y temático de los hallazgos, que permitió organizar la información en categorías como epidemiología, fisiopatología, diagnóstico electrocardiográfico, estrategias terapéuticas actuales, pronóstico y desafíos clínicos emergentes. Este enfoque integral proporciona una visión estructurada del conocimiento actual sobre el síndrome de WPW, y subraya la importancia de su detección oportuna y manejo adecuado en la prevención de arritmias potencialmente letales.
Fisiopatología:
Durante el desarrollo embriológico del corazón, pueden ocurrir alteraciones en la formación del sistema de conducción que dan origen a estructuras anómalas como el haz de Kent. Este tracto accesorio se origina como consecuencia de un desarrollo incompleto del aislamiento fibroso normal entre las aurículas y los ventrículos. Diversos factores genéticos intervienen en este proceso, incluyendo aquellos que regulan la expresión de canales iónicos y factores de transcripción necesarios para el correcto desarrollo del sistema de conducción cardíaco. Variaciones o mutaciones en estas regiones genéticas pueden favorecer la persistencia de conexiones musculares accesorias, lo que contribuye directamente a la formación de vías de conducción anómalas responsables de fenómenos de preexcitación y, en última instancia, de patologías arritmogénicas como el síndrome de WPW (6).
Desde un punto de vista electrofisiológico, el síndrome de Wolff-Parkinson-White se caracteriza por la presencia de preexcitación ventricular. Esta ocurre cuando los impulsos eléctricos auriculares utilizan una vía accesoria para alcanzar los ventrículos, evitando el retraso fisiológico impuesto por el nódulo auriculoventricular. Como resultado, los ventrículos se activan de forma prematura, lo que se traduce en hallazgos característicos en el electrocardiograma, tales como un intervalo PR corto, la presencia de una onda delta inicial y un complejo QRS ensanchado. Estos signos son fundamentales para el diagnóstico clínico de esta afección, y su identificación precoz permite establecer una vigilancia o intervención terapéutica adecuada (7).
El síndrome de Wolff-Parkinson-White puede presentarse de forma manifiesta u oculta, dependiendo de la visibilidad de la preexcitación en el electrocardiograma. En los casos manifiestos, las características electrocardiográficas mencionadas son claramente observables durante el ritmo sinusal. En contraste, en el síndrome de WPW oculto, la vía accesoria no conduce en sentido anterógrado en condiciones basales, por lo que no se detectan signos de preexcitación en el electrocardiograma de reposo; sin embargo, estos pacientes pueden presentar arritmias potencialmente peligrosas. Entre ellas, la taquicardia reentrante auriculoventricular ortodrómica es la más frecuente y se produce cuando el impulso desciende por el nodo auriculoventricular y retorna a través de la vía accesoria en sentido retrógrado, formando un circuito de reentrada que perpetúa la arritmia (5; 8).
La manifestación clínica y el manejo del síndrome de WPW varían dependiendo del tipo de vía accesoria y de la presencia de arritmias. En pacientes sintomáticos o con arritmias documentadas, la ablación por radiofrecuencia se ha consolidado como una de las opciones terapéuticas más efectivas. Esta técnica permite eliminar la vía accesoria mediante la aplicación de energía dirigida, interrumpiendo el circuito anómalo de conducción y reduciendo significativamente el riesgo de recurrencia de arritmias y de eventos potencialmente letales. Así, un diagnóstico preciso, complementado con estudios electrofisiológicos, resulta fundamental para determinar la estrategia terapéutica más adecuada en cada caso (5).
Clasificación clínica:
El síndrome de Wolff-Parkinson-White con arritmia documentada representa una condición de alto riesgo dentro del espectro de esta patología, ya que se asocia con la aparición de arritmias potencialmente peligrosas. Entre las más frecuentes se encuentran la taquicardia reentrante auriculoventricular (AVRT) y la fibrilación auricular (FA). La presencia de una vía accesoria en pacientes con FA puede facilitar la conducción rápida de impulsos auriculares hacia los ventrículos sin el efecto regulador del nodo auriculoventricular, lo que puede derivar en fibrilación ventricular (FV), una arritmia letal que, si no se trata de inmediato, conduce a muerte súbita cardíaca (9; 10). En estos pacientes sintomáticos, la evaluación mediante estudios electrofisiológicos y la ablación con catéter se considera el estándar de tratamiento. La ablación por radiofrecuencia ofrece una elevada tasa de éxito en la eliminación de la vía accesoria y una baja recurrencia de arritmias, lo que mejora sustancialmente el pronóstico clínico (5; 9).
Por otro lado, muchas personas con un patrón de preexcitación electrocardiográfica permanecen asintomáticas a lo largo de su vida. No obstante, aunque el riesgo anual de eventos arrítmicos graves en estos casos es bajo estimado en un 0,13%, no se puede subestimar su importancia, sobre todo en poblaciones particulares. Por esta razón, se recomienda realizar una estratificación del riesgo en pacientes con preexcitación asintomática, especialmente si pertenecen a grupos considerados de alto riesgo, como los atletas. En estos casos, pruebas como la hiperestimulación electromagnética pueden ayudar a identificar a quienes podrían beneficiarse de una ablación profiláctica, con el fin de prevenir arritmias graves o eventos súbitos (10; 11).
Dentro de las variantes clínicas del síndrome, el WPW intermitente plantea un desafío adicional en el diagnóstico y tratamiento. Este se caracteriza por una preexcitación que aparece y desaparece, lo que puede dificultar su identificación en el electrocardiograma de rutina. A pesar de su naturaleza intermitente, el riesgo de arritmias en estos pacientes es similar al de quienes presentan una preexcitación persistente, por lo que su evaluación no debe subestimarse. El manejo del WPW intermitente cobra especial importancia en contextos clínicos complejos, como en los pacientes que han recibido un trasplante de corazón. En estos casos, la denervación cardíaca puede alterar los mecanismos autonómicos que regulan el ritmo cardíaco, lo que complica aún más la evaluación del riesgo. Por tanto, en este tipo de pacientes, se justifica una evaluación exhaustiva, y en muchos casos se considera prudente optar por una ablación de la vía accesoria, aun cuando no se hayan documentado arritmias sostenidas (12).
Presentación clínica:
La presentación clínica del síndrome de WPW suele caracterizarse por una serie de síntomas cardiovasculares que pueden manifestarse de forma súbita e intensa. Entre los más comunes se encuentran las palpitaciones, el síncope, el dolor torácico y la disnea, los cuales reflejan una actividad eléctrica anómala en el corazón derivada de la existencia de una vía accesoria entre las aurículas y los ventrículos (9; 5). A pesar de la intensidad potencial de estos síntomas, algunos individuos pueden permanecer asintomáticos durante años, hasta que presentan un episodio arrítmico grave. Un ejemplo clínico relevante lo representa un paciente de 24 años cuya primera manifestación del síndrome fue una complicación seria, lo que pone de relieve el carácter impredecible del WPW en determinados casos (9).
El síndrome, aunque más común en pacientes jóvenes, también puede diagnosticarse en personas mayores. Se ha documentado el caso de un adulto de 72 años que presentó una fibrilación auricular preexcitada, lo cual confirma que la enfermedad no es exclusiva de edades tempranas y puede surgir en distintos contextos clínicos. Dentro del espectro de arritmias asociadas al WPW, la taquicardia reentrante ortodrómica es la más frecuente. Según un estudio panafricano, esta arritmia se presenta en aproximadamente el 55 % de los casos diagnosticados, lo que indica una alta prevalencia entre los pacientes con esta afección (5). En contraste, la fibrilación auricular preexcitada puede derivar en una situación mucho más grave, como la fibrilación ventricular, si los impulsos auriculares atraviesan rápidamente la vía accesoria, eludiendo el efecto regulador del nodo auriculoventricular (13).
El riesgo de muerte súbita en el contexto del síndrome de WPW ha sido motivo de especial preocupación, particularmente en poblaciones jóvenes y deportistas. Estudios a gran escala han identificado una incidencia significativa de eventos arrítmicos graves, como la enfermedad de células falciformes mal mencionada en algunos contextos, que puede malinterpretarse clínicamente si no se realiza una correcta estratificación del riesgo. En este sentido, los estudios electrofisiológicos se convierten en herramientas fundamentales para la identificación de pacientes en riesgo elevado, permitiendo intervenir antes de que se presenten eventos clínicos adversos. La importancia de reconocer patrones sutiles en el electrocardiograma y confirmar su potencial arrítmico mediante estudios electrofisiológicos es clave para la prevención efectiva (11).
El manejo del síndrome de WPW se ha beneficiado notablemente de los avances en la ablación con catéter, una técnica que ha demostrado ser altamente eficaz para eliminar la vía accesoria responsable de las arritmias. Las tasas de éxito reportadas oscilan entre el 94,1 % y el 98,5 %, lo que la convierte en una opción curativa ampliamente recomendada (9; 5). A nivel internacional, su implementación se ha convertido en el estándar de tratamiento para pacientes con síntomas o con riesgo elevado de muerte súbita. En el contexto africano, la ablación por radiofrecuencia se ha consolidado como la opción terapéutica preferida a largo plazo. Sin embargo, su disponibilidad y acceso varían considerablemente entre regiones, lo que refleja desigualdades estructurales en la atención cardiológica especializada (5).
Diagnóstico:
El diagnóstico del síndrome de WPW se basa en criterios electrocardiográficos específicos que reflejan la alteración en la conducción eléctrica causada por la presencia de una vía accesoria. Uno de los principales criterios es el intervalo PR corto, definido como una duración inferior a 120 milisegundos. Este hallazgo se debe a que el impulso eléctrico, al pasar por alto el nodo auriculoventricular, alcanza los ventrículos de forma anticipada, lo que genera una activación precoz del miocardio ventricular (12). Otro elemento clave en el diagnóstico es la presencia de la onda delta, una elevación inicial del complejo QRS que representa la despolarización ventricular prematura y que es característica del WPW (14). Asimismo, el complejo QRS se presenta generalmente ensanchado o amplio, reflejo del trayecto anómalo que toma la despolarización a través del tejido ventricular (15).
Para complementar el diagnóstico, se utilizan diversas pruebas que permiten detectar patrones intermitentes de preexcitación o episodios arrítmicos no evidenciables en un electrocardiograma estándar. La monitorización Holter, por ejemplo, resulta especialmente útil en pacientes con sospecha de WPW intermitente, ya que permite registrar la actividad cardíaca durante un periodo prolongado y detectar eventos episódicos que podrían pasar desapercibidos en una evaluación convencional (5). Otra herramienta diagnóstica importante es la prueba de esfuerzo o prueba de estrés, la cual se emplea para evaluar la aparición de arritmias en situaciones de actividad física, lo cual es particularmente relevante en atletas o personas jóvenes activas, en quienes el síndrome puede manifestarse de forma súbita durante el ejercicio (12).
Sin embargo, la prueba más precisa y específica para confirmar el diagnóstico y estratificar el riesgo en pacientes con WPW es el estudio electrofisiológico intracardíaco. Esta técnica invasiva permite localizar con exactitud la vía accesoria, evaluar su capacidad de conducción retrógrada y determinar su potencial para inducir arritmias peligrosas. Además, el estudio electrofisiológico intracardíaco es crucial para planificar el tratamiento mediante ablación por radiofrecuencia, ya que guía el procedimiento con precisión (12).
En cuanto al diagnóstico diferencial, es importante distinguir el WPW de otras arritmias que pueden presentarse con hallazgos similares en el electrocardiograma. Por ejemplo, la taquicardia supraventricular (TSV), como la taquicardia reentrante del nodo auriculoventricular, puede mostrar un patrón electrocardiográfico comparable, pero difiere en su mecanismo fisiopatológico y en el abordaje terapéutico (16). También es fundamental diferenciar el WPW de la taquicardia ventricular, especialmente en la población pediátrica, donde las arritmias con complejos QRS anchos pueden generar confusión diagnóstica. En estos casos, la interpretación detallada del electrocardiograma y, en ocasiones, la realización de un estudio electrofisiológico, son determinantes para establecer un diagnóstico preciso y evitar tratamientos inadecuados (15).
Estratificación del riesgo:
La estratificación del riesgo en el síndrome de WPW es fundamental para determinar la probabilidad de que un paciente desarrolle arritmias potencialmente peligrosas, lo que influye directamente en las decisiones clínicas sobre el tratamiento. Uno de los principales factores que se deben tener en cuenta es la presentación sintomática. Las personas que experimentan síntomas como palpitaciones, síncope o mareos tienen un riesgo significativamente mayor de presentar episodios arrítmicos graves. De hecho, un estudio reciente reveló que el 61% de los pacientes sintomáticos presentaron arritmias inducibles durante la realización de un estudio electrofisiológico intracardíaco, lo que refuerza la necesidad de una evaluación temprana en este grupo de pacientes (17; 18).
Además de los síntomas clínicos, las características de la vía accesoria también desempeñan un papel crucial en la estratificación del riesgo. Dos parámetros electrofisiológicos, el período refractario efectivo de la vía accesoria (PREVP) y el intervalo RR preexcitado más corto (IRRPC), son especialmente importantes. Un valor de IRRPC o PREVP igual o inferior a 250 milisegundos se asocia con un riesgo elevado de conducción rápida de impulsos auriculares a través de la vía accesoria, lo que puede desencadenar arritmias severas, incluyendo la fibrilación ventricular. Por tanto, estos indicadores proporcionan una base objetiva para identificar a los pacientes en riesgo elevado y considerar opciones terapéuticas como la ablación (17; 18).
Otro aspecto relevante en la evaluación del riesgo es el estado atlético del paciente. Los atletas de alto rendimiento, incluso aquellos que son asintomáticos, tienden a ser remitidos para estudios más detallados como el electrofisiológico intracardíaco debido a que la intensa demanda cardiovascular durante el ejercicio físico puede precipitar eventos arrítmicos. Dado el impacto potencial de una arritmia en plena actividad física, en estos casos se prioriza la evaluación y, en muchos, se indica una ablación profiláctica para reducir el riesgo de muerte súbita durante la práctica deportiva (12).
En este contexto, el estudio electrofisiológico intracardíaco se ha consolidado como el estándar de referencia para la evaluación del riesgo en pacientes con WPW. Este procedimiento permite obtener mediciones precisas del PREVP y del IRRPC, y evaluar la presencia de arritmias inducibles mediante estimulación controlada del corazón. La inducción de arritmias durante el electrofisiológico intracardíaco es un hallazgo clínico de gran relevancia, ya que se correlaciona con un riesgo aumentado de eventos arrítmicos espontáneos. Además, el uso de fármacos como el isoproterenol durante el estudio mejora la sensibilidad del procedimiento al facilitar la identificación de arritmias latentes, permitiendo así una valoración más completa del riesgo (17; 18).
Aunque existen métodos no invasivos para la evaluación inicial, como la prueba de esfuerzo, su valor diagnóstico es limitado. Estas pruebas pueden ser útiles para observar la desaparición de la preexcitación durante el ejercicio, lo cual indica una vía accesoria de bajo riesgo. No obstante, su sensibilidad y valor predictivo negativo son reducidos, lo que limita su utilidad en la toma de decisiones clínicas definitivas. Por esta razón, el electrofisiológico intracardíaco sigue siendo indispensable, especialmente en los casos donde los resultados de las pruebas no invasivas son ambiguos o no concluyentes, ya que ofrece una evaluación integral y precisa que permite individualizar el tratamiento y prevenir complicaciones graves (17; 18).
Tratamiento:
En el tratamiento agudo de las arritmias asociadas al síndrome de WPW, la prioridad inicial consiste en evaluar la estabilidad hemodinámica del paciente para determinar la urgencia de la intervención. En aquellos pacientes que se presentan clínicamente estables, se recomienda iniciar con maniobras vagales, que actúan incrementando el tono parasimpático y pueden ser eficaces para interrumpir las arritmias reentrantes dependientes del nodo auriculoventricular. Si estas maniobras no son suficientes, la administración de adenosina intravenosa puede ofrecer un efecto terapéutico inmediato. No obstante, es importante destacar que la adenosina está contraindicada en ritmos irregulares, como la fibrilación auricular preexcitada, debido al riesgo de acelerar la conducción por la vía accesoria, lo cual podría precipitar una fibrilación ventricular (15).
Cuando las maniobras vagales y la adenosina no logran interrumpir la arritmia, el uso de fármacos antiarrítmicos intravenosos como la procainamida o la amiodarona está indicado. La elección del agente depende del contexto clínico, siendo la procainamida especialmente útil en pacientes pediátricos por su eficacia en la cardioversión química. Por otro lado, en los casos en que el paciente presenta inestabilidad hemodinámica manifestada por hipotensión, alteración del estado de conciencia o signos de bajo gasto, la cardioversión eléctrica sincronizada se convierte en la medida terapéutica de elección, debido a su alta efectividad para restaurar rápidamente el ritmo sinusal (15).
En cuanto al manejo farmacológico, además de la procainamida y la amiodarona, los antiarrítmicos de clase Ic, como la flecainida y la propafenona, han demostrado eficacia en el control de las arritmias del WPW. Sin embargo, estos fármacos deben utilizarse con precaución o evitarse en pacientes con enfermedad arterial coronaria significativa, debido a su potencial proarrítmico en tejidos miocárdicos lesionados. La amiodarona, aunque útil para suprimir contracciones ventriculares prematuras (CVP), no es recomendada como tratamiento de primera línea en pacientes con CVP idiopáticas sin síntomas o sin disfunción ventricular izquierda, ya que su perfil de efectos adversos supera sus beneficios en estos contextos específicos (19).
La cardioversión eléctrica, como intervención terapéutica, sigue siendo un pilar fundamental en la atención urgente del WPW cuando se acompaña de inestabilidad hemodinámica. Se realiza bajo sedación consciente o anestesia breve, y permite la restauración inmediata del ritmo normal en la mayoría de los casos. Su indicación es clara cuando la taquiarritmia compromete la perfusión sistémica, como ocurre en pacientes con taquicardia sostenida o fibrilación auricular preexcitada (15).
En lo que respecta al tratamiento definitivo, la ablación con catéter de la vía accesoria se ha establecido como la estrategia curativa más eficaz. Las técnicas actuales incluyen la ablación por radiofrecuencia y, más recientemente, la ablación por campo pulsado, ambas con tasas de éxito elevadas. La elección de la técnica depende de la ubicación anatómica de la vía, la experiencia del centro tratante y las características individuales del paciente. Un avance significativo en la optimización del procedimiento ha sido la incorporación del sistema de mapeo automático Delta Wave, que permite localizar con mayor precisión la vía accesoria, reduciendo la duración del procedimiento y la necesidad de múltiples aplicaciones de energía (14; 20).
Existen consideraciones particulares para poblaciones especiales que deben ser abordadas con estrategias específicas. En la población pediátrica, los procedimientos de ablación han demostrado ser seguros y eficaces. En especial, las técnicas sin fluoroscopia han ganado popularidad al evitar la exposición innecesaria a la radiación, lo cual es fundamental en niños en crecimiento (21). En atletas, aunque no se abordan ampliamente en todos los estudios, se reconoce que el riesgo de arritmias durante el ejercicio físico intenso puede justificar un abordaje preventivo más agresivo, incluso en ausencia de síntomas. Finalmente, en mujeres embarazadas, la ablación sin fluoroscopia representa una alternativa segura para controlar arritmias sintomáticas, minimizando el riesgo para el feto y permitiendo resultados materno-perinatales favorables (22; 23).
Pronóstico y seguimiento:
La detección temprana del síndrome de WPW desempeña un papel crucial en la prevención de complicaciones arrítmicas potencialmente graves. Identificar de forma precoz esta condición permite evitar episodios de taquicardia reentrante AVRT y fibrilación auricular preexcitada, ambas asociadas a un mayor riesgo de fibrilación ventricular y muerte súbita cardíaca, especialmente en poblaciones jóvenes o deportistas. El reconocimiento oportuno de los signos característicos en el electrocardiograma y la evaluación clínica adecuada son fundamentales para establecer un diagnóstico eficaz que permita intervenir antes de que se desarrollen eventos adversos mayores (5).
Una vez diagnosticado, el tratamiento inmediato de los episodios arrítmicos mediante fármacos antiarrítmicos y, si es necesario, cardioversión eléctrica, es esencial para estabilizar al paciente. En la fase aguda, la administración correcta de agentes como la procainamida o la amiodarona y la evaluación del estado hemodinámico guían la selección de la terapia más apropiada. Sin embargo, el enfoque terapéutico más efectivo a largo plazo es la ablación con catéter por radiofrecuencia (RF), considerada actualmente como el tratamiento de elección para eliminar la vía accesoria. Este procedimiento no solo ofrece altas tasas de éxito, sino también bajas tasas de recurrencia y complicaciones. No obstante, persisten disparidades regionales en el acceso a esta intervención, lo que refleja desigualdades en la infraestructura y disponibilidad de equipos especializados en distintas partes del mundo (5; 15).
En este contexto, los estudios electrofisiológicos se han consolidado como herramientas esenciales en la estratificación del riesgo y la planificación terapéutica. La estimulación ventricular programada (PVS), como parte del estudios electrofisiológicos, permite identificar pacientes con riesgo elevado de desarrollar taquicardias ventriculares o fibrilación auricular preexcitada. Este tipo de prueba es particularmente útil para evaluar la vulnerabilidad a arritmias inducibles y valorar la indicación de una ablación. Además, el estudios electrofisiológicos permite medir parámetros críticos como el período refractario efectivo de la vía accesoria y el intervalo RR preexcitado más corto, lo que contribuye a estimar con mayor precisión el riesgo de eventos potencialmente fatales (24).
Por otro lado, los algoritmos desarrollados para predecir la localización anatómica de la vía accesoria han mejorado sustancialmente la planificación de las ablaciones. Estos modelos, basados en patrones electrocardiográficos, permiten acortar los tiempos de procedimiento y aumentar la tasa de éxito al facilitar una intervención más precisa. A pesar de estos avances, sigue siendo necesario refinar dichos algoritmos y validarlos en poblaciones más amplias para asegurar su aplicabilidad clínica en diversos escenarios. La mejora en la precisión diagnóstica es clave para maximizar la eficacia de la ablación desde la primera intervención (2).
De cara al futuro, la gestión del síndrome de WPW se encamina hacia la optimización tanto del tratamiento como del seguimiento a largo plazo. Las guías actuales aún no establecen protocolos estandarizados de seguimiento posablación, lo que dificulta la detección temprana de recurrencias. Estudios recientes sugieren que la recurrencia de la arritmia puede manifestarse incluso más allá del primer año después de la ablación, lo que resalta la necesidad de establecer sistemas de control continuos y uniformes que permitan actuar de forma oportuna en caso de reaparición del síndrome (25).
Asimismo, los avances tecnológicos en sistemas de cartografía tridimensional (3D) y nuevas técnicas de ablación prometen mejorar significativamente los resultados clínicos. Estas innovaciones permiten una visualización más detallada del trayecto eléctrico del corazón y una intervención más precisa y segura. Combinadas con el desarrollo de métodos menos invasivos y de mayor eficacia, estas herramientas podrían reducir aún más las tasas de recurrencia y mejorar la calidad de vida de los pacientes, estableciendo un nuevo estándar en el tratamiento del síndrome de WPW (2; 25).
Conclusiones:
El síndrome de Wolff-Parkinson-White representa una condición congénita de gran relevancia clínica debido al riesgo de arritmias potencialmente mortales que pueden surgir a cualquier edad, incluso en pacientes previamente asintomáticos. La presencia de una vía accesoria que permite la conducción anómala del impulso eléctrico hacia los ventrículos subraya la importancia de su detección temprana mediante electrocardiograma y estudios complementarios, especialmente en personas jóvenes, atletas o con antecedentes familiares de muerte súbita.
La ablación con catéter por radiofrecuencia ha demostrado ser el tratamiento definitivo más eficaz, con altas tasas de éxito y una baja recurrencia de arritmias. Esta intervención debe considerarse de manera prioritaria en pacientes sintomáticos, en aquellos con arritmias inducibles durante estudios electrofisiológicos o cuando existen hallazgos de alto riesgo. Las técnicas modernas, como el mapeo tridimensional y la ablación sin fluoroscopia, han ampliado las posibilidades terapéuticas en poblaciones especiales como niños o mujeres embarazadas.
La estratificación del riesgo sigue siendo un pilar fundamental para guiar el manejo clínico. Los estudios electrofisiológicos permiten identificar parámetros clave como el período refractario efectivo y el intervalo RR más corto preexcitado, lo que facilita la selección de candidatos a tratamiento invasivo. A futuro, la implementación de algoritmos diagnósticos más precisos y el acceso equitativo a tecnologías avanzadas serán esenciales para reducir la mortalidad y mejorar la calidad de vida de los pacientes con síndrome de Wolff-Parkinson-White.
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