Suplementación dietética como estrategia nutricional en el tratamiento de la astenia en adultos: una revisión bibliográfica
Autora principal: Irene Torán Bellido
Vol. XX; nº 17; 925
Dietary supplementation as a nutritional strategy for the treatment of asthenia in adults: a narrative review
Fecha de recepción: 27 de julio de 2025
Fecha de aceptación: 2 de septiembre de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 17 – Primera quincena de Septiembre de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 17; 925
Autores:
Irene Torán Bellido, Enfermera Especialidades HOP Teruel
Andrea Ibáñez Romero, Enfermera Especialidades HOP Teruel
Patricia Cortés Egeda, Enfermera HOP Teruel
Ana María Luca Simón, Enfermera HOP Teruel
Irene Sanz Gómez, Enfermera HOP Teruel
Resumen
La astenia es una sensación subjetiva de fatiga física y mental que puede aparecer por múltiples causas, como cambios estacionales, alteraciones del sueño, estrés o déficits nutricionales. En casos donde la fatiga se prolonga por más de seis meses sin una causa identificable, se puede diagnosticar el síndrome de fatiga crónica (SFC), un trastorno debilitante que afecta en mayor medida a mujeres entre los 40 y 50 años.
Esta revisión bibliográfica aborda el abordaje no farmacológico de la astenia, con énfasis en el papel de la suplementación nutricional. Se destaca la importancia de hábitos saludables: alimentación equilibrada, ejercicio físico, buena higiene del sueño y control del estrés. Micronutrientes como vitaminas del complejo B, vitamina D, magnesio y ácidos grasos omega-3 se relacionan con la mejora de síntomas de fatiga, concentración y ánimo, especialmente cuando existe un déficit nutricional.
También se explora el uso de plantas adaptógenas como el ginseng, eleuterococo y rodiola, que pueden mejorar el rendimiento físico y mental. Los complementos alimenticios como jalea real, espirulina y multivitamínicos son frecuentemente utilizados, aunque su eficacia no siempre está respaldada por evidencia científica sólida. Aun así, estudios recientes sugieren que algunos suplementos podrían reducir la inflamación y el estrés oxidativo, mejorando así los síntomas asociados al SFC.
En conclusión, aunque no existe un tratamiento único y universal para la astenia, la suplementación adecuada y un estilo de vida saludable pueden desempeñar un papel relevante en la prevención y tratamiento de la fatiga tanto física como mental.
Palabras clave
astenia, fatiga, vitaminas, minerales, suplementos, dieta
Abstract
Asthenia is a subjective sensation of physical and mental fatigue that can arise from various causes such as seasonal changes, sleep disturbances, stress, or nutritional deficiencies. When fatigue persists for more than six months without an identifiable cause, it may be diagnosed as Chronic Fatigue Syndrome (CFS), a debilitating disorder that affects women between the ages of 40 and 50 more frequently.
This literature review focuses on the non-pharmacological management of asthenia, emphasizing the role of nutritional supplementation. Healthy habits such as a balanced diet, physical exercise, proper sleep hygiene, and stress management are considered essential. Micronutrients like B-complex vitamins, vitamin D, magnesium, and omega-3 fatty acids have been linked to improved symptoms of fatigue, concentration, and mood—especially when nutritional deficiencies are present.
The review also explores the use of adaptogenic plants like ginseng, eleutherococcus, and rhodiola, which may enhance physical and mental performance. Dietary supplements such as royal jelly, spirulina, and multivitamins are commonly used, although scientific evidence supporting their effectiveness is still limited. Nonetheless, recent studies suggest that certain supplements may help reduce inflammation and oxidative stress, thereby alleviating symptoms associated with CFS.
In conclusion, although there is no single, universal treatment for asthenia, appropriate supplementation combined with a healthy lifestyle may play an important role in the prevention and management of both physical and mental fatigue.
Keywords
asthenia, fatigue, vitamins, minerals, supplements, diet
Introducción
La astenia es un síntoma subjetivo referido a la sensación generalizada de cansancio. Durante los cambios de estación, especialmente en primavera, el cuerpo experimenta una reducción en la producción de ciertas sustancias como las endorfinas y la melatonina. Esta disminución está influenciada por las variaciones en la luz solar y la temperatura, lo cual repercute en los ritmos circadianos, afectando los ciclos de sueño y vigilia. A esto se suman las posibles reacciones alérgicas propias de la estación, lo que contribuye al surgimiento de una condición comúnmente conocida como «astenia primaveral».1,2
Existen varios factores relacionados, pero no se ha determinado una causa directa. Los síntomas están relacionados con una fatiga funcional y una fatiga cognitiva. Se entiende como fatiga física a una situación de cansancio funcional y a fatiga mental como déficit de raciocinio u concentración ante tareas intelectuales, ambas sin causa aparente. Estos síntomas pueden ser leves y desaparecer en pocos días, o afectar en demasía a la calidad de vida de una persona.1,2
Se asocia a este concepto de forma muy estrecha el síndrome de fatiga crónica (SFC), ya que cuando dicha sensación de falta de energía dura más de 6 meses sin causa identificable puede instaurarse este trastorno. El SFC se manifiesta como un agotamiento profundo y debilitante que interfiere significativamente con la vida diaria de quien lo padece, interfiriendo en sus actividades personales, sociales, educativas y laborales. Afecta a las mujeres en una proporción cuatro veces mayor que a los hombres, en la franja de edad entre los 40 y los 50 años. Esta condición no distingue entre razas y su prevalencia es más alta en personas con nivel socioeconómico bajo, oscilando entre el 0,0007% y el 2,8% en población adulta.3
Entre los adolescentes, hasta un 70% afirman sentirse cansados y somnolientos a lo largo del día, aunque en la mayoría de los casos se debe a un descanso insuficiente o a otra causa justificada como malos hábitos de sueño, consumo de sustancias estimulantes, déficits alimenticios, etc. Por ello, resulta fundamental realizar un diagnóstico diferencial, entre los que tienen fatiga por causa médica o psicológica, o los que realmente podrían estar desarrollando un SFC.3
Se ha demostrado que para afrontar este trastorno se debe incidir en la adopción de hábitos saludables basados en aspectos clave como lo son una dieta equilibrada, el ejercicio regular, una correcta higiene del sueño, y evitar el estrés y el consumo de estimulantes como el tabaco, alcohol, cafeína u otras sustancias nocivas para el organismo. Sin embargo, en ocasiones la sintomatología es acusada y no se consiguen controlar con estas medidas, por lo que se estudian otras alternativas como la suplementación dietética, a pesar de que aún no existen firmes evidencias científicas al respecto.2,4
Esta revisión bibliográfica plantea el control de síntomas a través de la suplementación en la dieta a través de compuestos que influyan en el control de los síntomas. Por tanto, el objetivo en una situación de astenia se basa en complementar la alimentación, que a priori ha de ser variada y saludable, con distintos nutrientes que ayuden a mitigar la clínica presentada derivada de la astenia. Cobran vital importancia las vitaminas en este contexto, que son nutrientes necesarios para alcanzar un buen funcionamiento de nuestro organismo, y por tanto una salud óptima. Las concentraciones de cada una están limitadas según la Ingesta Diaria Recomendad (IDR), cuestión que se ha de tener en cuenta a la hora de consumirlas, ya que tanto su déficit como su exceso pueden acarrear enfermedades.1,2
Este estudio descriptivo tiene como objetivo indagar sobre los efectos beneficiosos que puedan aportar estos y otros micronutrientes como el magnesio, omega 3 y otras sustancias para la prevención y tratamiento de los síntomas en contexto de fatiga, tanto física como mental, que aún no son bien conocidos.1,5
Concepto, diagnóstico y clínica
El término astenia proviene del griego «a» prefijo de carácter privativo y «sthenos» que significa fuerza o vigor. Es un síntoma complejo, una sensación generalizada de debilidad o cansancio persistente, que afecta tanto al estado físico como mental o psicológico. Se trata de una experiencia subjetiva que engloba una variedad de sensaciones indefinidas y personales, las cuales son percibidas y manifestadas a través de los sistemas nervioso y muscular.6
La aparición de estos síntomas está vinculada con una alteración en el funcionamiento del hipotálamo, una región cerebral clave en la regulación hormonal. Esta disfunción conlleva una baja en la producción de endorfinas, responsables de sensaciones de bienestar, energía y tolerancia al dolor, así como en la melatonina, hormona esencial para el inicio y mantenimiento del sueño.2
Puede tener varias causas como estados depresivos o ansiosos, falta de sueño, inadecuada alimentación, anemia u otras enfermedades. Sin embargo, si no se detecta una causa aparente y el estado persiste durante seis meses o más, podría considerarse la presencia del llamado síndrome de fatiga crónica (SFC).6
El SFC o neurastenia (concepto instaurado por George Miller Beard en 1869) se define por la presencia de un cansancio intenso que no mejora con el descanso y que resulta incapacitante para la persona que lo sufre. Esta clínica no está relacionada con causa médica o psicológica, ni con la actividad física y está mantenida en el tiempo durante al menos seis meses. Su diagnóstico resulta en ocasiones un reto, pero se han establecido diferentes síntomas, entre los que deben de estar presentes al menos cuatro para su confirmación diagnóstica:3
Alteraciones en la concentración y memoria
Infecciones frecuentes de garganta.
Adenopatías
Mialgias
Artralgias sin inflamación.
Cefaleas (que no estuviera presentes o fueran diferentes)
Alteraciones en el descanso; sueño no reparador.
Aumento de la fatiga tras realizar ejercicios físicos o mentales.3
La etiología de esta patología es plurifactorial, y existen numerosos signos y síntomas, no todos son determinantes para el diagnóstico. Los más frecuentes relacionados con fatiga funcional serían: falta de apetito, debilidad muscular, alteraciones del sueño, cefalea, aparición de herpes labial, picazón generalizada, fragilidad de uñas, caída del cabello e incluso cambios en el estado de ánimo e irritabilidad.1,2
También puede existir inestabilidad térmica que se manifiesta en forma de sudores nocturnos, escalofríos e intolerancia al frío o al calor. Mareos, palpitaciones, hipotensión ortostática, síntomas digestivos como colon irritable o dolor abdominal, fotofobia, mayor sensibilidad al alcohol… A nivel cognitivo: inquietud subjetiva, dificultad de concentración y capacidad de memorizar, disminución de la velocidad para resolver problemas, comprensión lectora. «niebla mental», que incluye dificultad en la concentración, comprensión lectora, confusión y desorientación…1,3
Tratamiento no farmacológico
Es de vital importancia adoptar cambios en el estilo de vida que permitan hacer frente y combatir la carencia energética. Una buena opción reside en el mantenimiento de minerales y vitaminas en nuestro organismo, ya que se pierden por el calor y existe mayor demanda por la situación estacional y/o alérgica que pudiera estar presente como ya se ha mencionado. Este mantenimiento se basa en una dieta saludable baja en grasas y rica en fibra. Se incide en el aumento de la ingesta de frutas, verduras y hortalizas, además de proteínas magras como carne blanca, pescado y huevos.2,5
Otras formas de tratar la fatiga son la abundante ingesta de agua para el mantenimiento del equilibrio hídrico de nuestro organismo, abandono de prácticas perjudiciales como son el hábito tabáquico, consumo de alcohol y drogas. Asegurar un descanso óptimo entre 6-8 horas, práctica de ejercicio tanto deportivo como relajante y mostrar una actitud positiva, aunque esto último siempre será más llevadero con soporte emocional por medio de psicoterapia o terapias cognitivas.5
En cuanto al control de las alteraciones en el estado de ánimo, se destaca la importancia de la síntesis de serotonina, la llamada «hormona de la felicidad», que incide en la autoestima, concentración, bienestar y calma mental. Para su producción son necesarias el triptófano, ácidos grasos como el omega 3, magnesio y zinc. Por tanto, para mantener un buen ánimo y reducir el estrés, son clave los alimentos ricos en estas sustancias como, por ejemplo: plátanos, nueces, legumbres, verduras y germen de trigo, considerados como antidepresivos naturales.2
Por otro lado, se ha evidenciado que los complejos multivitamínicos tienen un efecto preventivo al desarrollo de fatiga física o mental, siempre y cuando no estuviera asociado a una patología y situación somática alterada. Estas sustancias se presentan a modo de cápsulas, pastillas o polvos y son conocidos como compuestos nutracéuticos, complementos que tienen grandes cantidades de vitaminas y minerales a comparación de los alimentos. Aseguran el aporte de cantidades suficientes para alcanzar o incluso superar las ingestas diarias recomendadas y consecuentemente provocar un efecto positivo para la salud.1
En regiones en vías de desarrollo y/o con dietas muy pobres, todavía se presencian déficits vitamínicos severos que causan enfermedades como la pelagra; pero en las sociedades occidentales, estas deficiencias habitualmente no tan llamativas, las vemos en poblaciones seleccionadas que incluyen veganos, alcohólicos, sometidos a cirugía gástrica o hemodiálisis, síndromes malabsortivos, escasa exposición solar, y por supuesto adultos mayores.4
Tratamiento basado en la suplementación
Es común el uso de plantas medicinales en situaciones de agotamiento físico o emocional, que actúan sobre el SNC de manera natural y equilibrada. Se denominan plantas adaptógenas a las que tienen capacidad de fortalecer resistencia del cuerpo frente al estrés, sin dirigirse a un órgano en específico, ayudando a alcanzar un estado óptimo de funcionamiento del organismo.5
Ginseng (Panax ginseng)
Se conoce como el elixir de la vida según la cultura oriental. La raíz de esta planta contiene ginsenósidos, compuesto que incrementan la resistencia del organismo frente al estrés. Actúa sobre el SNC y se le atribuye un efecto revitalizante especialmente útil en situaciones de agotamiento físico y mental. En cuanto a sus efectos secundarios pueden aparecer elevación de la TA, inquietud, cefalea, sensación de euforia, mareo o dificultad para dormir. Son poco comunes, pero una forma de evitarlos es seguir las dosis recomendadas, disminuirlas o interrumpir el tratamiento si se mantuvieran estos efectos adversos. Se puede utilizar en forma de extracto o en formato de raíz seca, pero en cualquier caso se debe limitar su uso a un máximo de tres meses, siendo contraindicado en embarazadas, periodo de lactancia y niños.5
Eleuterococo (Eleutherococcus senticosus)
Es el «ginseng siberiano», un arbusto que posee eleuterósidos en su raíz, compuesto que le dota de propiedades terapéuticas para combatir cansancio y debilidad generalizada, además de mejorar el rendimiento deportivo y la memoria selectiva. Efectos adversos: irritabilidad, aumento de la frecuencia cardiaca, insomnio, espasmos musculares y cefaleas. Contraindicado en personas hipertensas. Sus dos formatos son: extracto líquido o polvo seco, siendo recomendadas las dosis entre 2 y 30 ml diarios o de 0.75 a 3 gramos diarios, respectivamente.5
Rodiola (Rhodiola rosea)
Esta planta contiene en su raíz y rizoma compuestos como los fenilpropanoides y derivados del feniletanol, que les confiere efectos beneficiosos como: aumento del rendimiento físico, capacidades mentales y mejora de la memoria a corto plazo, además de la percepción visual y el estado de ánimo. En ocasiones se recomienda su uso para el diagnóstico de ansiedad y depresión, variando entre 144 y 400 mg al día de extracto seco. No existen reportadas advertencias sobre efectos secundarios.5
Plantas con bases xánticas
Es decir, cafeína, teobromina o teofilina. Ejercen un efecto estimulante sobre el SNC, incrementan el estímulo cardiaco por lo que sus contraindicaciones se basan en personas con alteraciones cardiovasculares como HTA e hipertiroidismo, además de usuarios con úlceras gástricas, niños, embarazadas y mujeres en periodo de lactancia. Permiten obtener aporte energético rápido, favorecen la alerta mental y mejoran la capacidad del organismo para llevar a cabo actividades físicas e intensas. Principalmente son: semilla de guaraná (Paullinia cupana), semillas de café (coffea arabica), hojas de mate (Ilex paraguariensis), hojas de té verde (camellia sinensis) y semilla de nuez de cola (cola acuminata).5
Complementos alimenticios
Existen casos de pacientes con astenia en los que existe una causa aparente, como anteriormente se ha mencionado. Por ejemplo, personas en las que se ha observado ferropenia se ha tratado con hierro, aunque no tuvieran una anemia establecida y de esta forma han presentado una mejoría notoria en lo que respecta a la sensación de cansancio. En cuanto a los usuarios que sufren de insomnio, se sugiere el uso de antidepresivos como la amitriptilina en dosis nocturna. Sin embargo, los inhibidores de la recaptación de serotonina como la fluoxetina se consumen cuando la astenia es secundaria a depresión, lo que se trataría dicha causa.7
En el momento que no se establece ninguna etiología clara, se puede dar cabida a la utilización de sustancias como magnesio o multivitamínicos, corticoides, antioxidantes o al uso de la hormonoterapia, aunque es importante destacar que no se ha evidenciado una respuesta clara. Se ha suplementado con sulbutiamina, compuestos con adenosina trifosfato, aspartato magnésico, aspartato potásico, ginseng, vitaminas B1, B19 y B6, pero los resultados son muy aleatorios por lo que con frecuencia no se puede llegar a una conclusión sólida. A continuación, se explican varios de los complementos alimenticios estudiados hasta el momento:7,5
Jalea real
No se disponen de pruebas con sustento científico que concluyan su efectividad como agente revitalizante o de recuperación de fatiga, pero se le han atribuido diversas propiedades nutricionales y se aconseja en casos de esfuerzo físico y/o mental excesivo. Es producida por las abejas obreras, contiene vitaminas del grupo B, minerales, carbohidratos y proteínas.5
Ha de conservarse de forma correcta para salvaguardar su seguridad y efectividad, y siempre cumplir con las dosis habituales, que oscilan entre los 500 y los 2000 mg diarios. Es preferible que las personas con diabetes, asma o enfermedad de Addison se priven del uso de este complemento.5
Espirulina
Se trata de un alga azul compuesta por minerales, vitaminas, oligoelementos y ácidos grasos esenciales. Indicada en casos de agotamiento mental, sirviendo también como prevención. Favorece el incremento de masa muscular.5
Suplementos vitamínicos y minerales
Estos productos son muy útiles para aliviar la fatiga y el agotamiento de carácter temporal. En ciertos casos, es conveniente recurrir a la suplementación con vitaminas y minerales siempre y cuando no se supere las dosis diarias recomendadas para evitar posibles efectos adversos. La mayoría de las vitaminas deben obtenerse a través de la alimentación ya que el cuerpo no es capaz de producirlas por sí mismo.5
Diversos estudios han sugerido que la suplementación con determinados micronutrientes, como vitaminas y minerales, podría tener un efecto modulador sobre los procesos inflamatorios. Esta acción parece estar relacionada con el aumento en la actividad de la enzima superóxido dismutasa (SOD), cuya función antioxidante contribuiría a la reducción de marcadores inflamatorios, como las citoquinas. La activación de esta enzima antioxidante sugiere una disminución del estrés oxidativo, lo cual podría tener un impacto positivo en la mejora de síntomas asociados con la astenia o el síndrome de fatiga crónica (SFC). De hecho, se ha identificado un patrón inflamatorio leve, caracterizado por niveles elevados de citoquinas proinflamatorias en personas con SFC, lo que abre la posibilidad de que estas puedan beneficiarse de la ingesta de antioxidantes como las vitaminas C y E.7
La vitamina A, al igual que la vitamina C, se encuentra en frutas cítricas y en alimentos con colores vivos como el rojo y el naranja, incluyendo frutas como el melocotón y el albaricoque, así como en vegetales de hojas verdes, como la acelga o la espinaca. Esta vitamina se presenta en dos formas principales: el retinol, que es su forma activa y se obtiene únicamente de productos animales como el hígado y los lácteos o mediante suplementos; y los carotenoides, que provienen de fuentes vegetales.6
La efectividad de la suplementación con vitamina A puede variar en función de distintos factores, como los hábitos diarios de cada persona, la cantidad ingerida o la interacción con sustancias como el tabaco, lo que complica la obtención de conclusiones claras en las investigaciones científicas existentes sobre su beneficio.6
Las vitaminas del complejo B desempeñan un papel clave en el metabolismo energético y regulación en la síntesis de proteínas. Además, contribuyen a un correcto funcionamiento del sistema nervioso, previenen anemia y colaboran en las funciones cognitivas, ayudando a evitar sensación de fatiga, desánimo o bajos niveles de energía. Son: B1 o tiamina, B2 riboflavina, B3 niacina, B6 piridoxina, B8 biotina, B9 ácido fólico, y B 12 Cobalamina.5
Especialmente la B12 y el ácido fólico, son esenciales para la producción de glóbulos rojos, la función del sistema nervioso y la producción de energía celular. La deficiencia de estas vitaminas puede llevar a anemia, fatiga, y alteraciones cognitivas. Se ha demostrado que la suplementación con estas vitaminas ayuda a mejorar la fatiga en personas con deficiencias nutricionales de estos nutrientes. Su administración es considerada segura y, por lo general, no produce efectos secundarios relevantes.5,6
La vitamina D cumple una función fundamental en el equilibrio del sistema inmunológico y en la generación de energía en el organismo. Su carencia se ha vinculado con síntomas como cansancio persistente y estados depresivos. Aunque es conocida principalmente por facilitar la absorción del calcio y mantener la salud ósea, también influye notablemente en el funcionamiento del sistema inmune y en los niveles de vitalidad.5,6
Durante los meses invernales, la falta de exposición al sol puede reducir significativamente los niveles de la vitamina D, lo que puede manifestarse en forma de agotamiento, molestias musculares y cambios en el ánimo. Diversas investigaciones han demostrado que complementar la dieta con dicha vitamina puede ayudar a aliviar los síntomas de la astenia primaveral, especialmente en personas con déficit de esta sustancia.5
La mayoría de los suplementos multivitamínicos disponibles en el mercado proporcionan entre el 50% y el 150% de la ingesta diaria recomendada (IDR) de nutrientes como las vitaminas A, C, D, E, B2, B6, B12 y ácido fólico. Existen diversas formulaciones según su composición, incluyendo complejos con solo vitaminas del grupo B, combinaciones de vitaminas con minerales, y productos diseñados para grupos específicos como mujeres, hombres, personas mayores o deportistas.7
En contraste, los niveles de minerales como el calcio y el hierro en estos suplementos suelen estar muy por debajo del valor diario recomendado. Esto se debe a que, en cantidades elevadas, estos minerales pueden resultar tóxicos, por lo que sus dosis en multivitamínicos se mantienen controladas para evitar efectos adversos.7
Magnesio y omega 3
El Magnesio es un mineral fundamental para el organismo ya que participa en los procesos de producción de energía a nivel celular. También desempeña un papel esencial en la regulación del funcionamiento muscular, ayuda a conservar la vitalidad y contribuye a disminuir la sensación de fatiga funcional, calambres musculares y debilidad. Una alimentación variada y equilibrada suele aportar unas cantidades suficientes de magnesio, pero en caso de déficit, se puede producir debilidad y baja energía y por tanto recurrir a suplementos nutricionales para corregir dichos síntomas. No está indicado en personas con insuficiencia renal o diarrea persistente.5
Se ha descrito que la suplementación con magnesio en pacientes con astenia primaveral ha sido efectiva en cuanto a que se ha percibido un aumento de la energía y disminución de fatiga. Además, el magnesio tiene un efecto relajante sobre el sistema nervioso, lo que también podría contribuir a la mejora del sueño y el bienestar general.5
Los ácidos grasos omega-3, poseen efectos que reducen la inflamación y protegen el sistema nervioso, favoreciendo tanto la salud del corazón como el desempeño cerebral. Esta sustancia se puede encontrar en alimentos como el pescado con alto contenido graso y en las nueces, pero en personas tratadas con suplementos, se ha observado mejora en pacientes que padecen fatiga y depresión en el contexto de astenia primaveral, resultados que sugieren una influencia positiva en el estado de ánimo y concentración.5
Conclusión
Los estudios encontrados confirman que el uso de complejos vitamínicos, que superan o rondan las IDR, disminuye la sintomatología de la fatiga cognitiva y el cansancio físico, siempre y cuando no se trate de fatiga asociada a un trastorno somático o físico. Entre los ciudadanos españoles se halla una elevada incidencia de consumo de suplementos vitamínicos ya sea por alcanzar la mejora de la salud o por buscar rendimiento tanto físico como mental.1
Además, no solo las vitaminas, sino la incorporación de ciertos nutrientes a la dieta como el magnesio, hierro, ácidos grasos omega-3, productos naturales como el ginseng… pueden aliviar los efectos derivados del SFC o astenia. De todas formas, es esencial que la suplementación se lleve a cabo bajo la supervisión de un profesional de la salud, para garantizar que las dosis sean adecuadas y para evitar posibles efectos adversos.3,5
Si bien es cierto que no existe una medicación específica que cumpla un nivel de evidencia aceptable, si se pueden mantener ciertos hábitos saludables que ayuden a paliar la sintomatología como lo es el ejercicio físico graduado, una dieta equilibrada y la exposición adecuada al sol y la terapia cognitiva. Se advierte que hacer un esfuerzo físico o mental demasiado intenso puede agravar el progreso del síndrome de fatiga crónica (SFC).1,7
Resulta necesario invertir en una investigación exhaustiva sobre el tratamiento en pacientes asténicos o que sufren SFC, ya que es relativamente frecuente entre la población y no se ha determinado ningún plan de actuación firme que resulte efectivo para paliar los síntomas. Además, no se encuentran fácilmente estudios que incidan sobre el tema, ni demasiada información actualizada.7
Bibliografía
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