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Trastornos pigmentarios: Diagnóstico y abordaje terapéutico del melasma y el vitíligo

Trastornos pigmentarios: Diagnóstico y abordaje terapéutico del melasma y el vitíligo

Autora principal: Dra. Amanda Álvarez Soto

Vol. XX; nº 09; 424

Pigmentary disorders: Diagnosis and therapeutic approach to melasma and vitiligo

Fecha de recepción: 24 de marzo de 2025
Fecha de aceptación: 30 de abril de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XX. Número 09 Primera quincena de mayo de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 09; 424

 

Autores:

 

Dra. Amanda Álvarez Soto

Médico general, en Hospital San Francisco de Asís. Alajuela, Costa Rica.

Orcid: https://orcid.org/0000-0001-5734-1701

Código Medico 18901.

 

Dra. Catalina Lindo Quesada

Medico general, en Área de Salud de Aguas Zarcas. Alajuela, Costa Rica.

Orcid: https://orcid.org/0009-0004-7714-8246

Código Medico: 16856.

 

Dra. María Fernanda Valerio Quirós

Médico general, en Área de Salud Santa Rosa. Alajuela, Costa Rica.

Orcid: https://orcid.org/0009-0003-2434-5302

Código Médico: 16413.

 

Dr. Fernando Rodríguez Flores

Médico General, en Caja Costarricense de Seguro Social. San José, Costa Rica.

Orcid: https://orcid.org/0009-0008-8689-1890

Código Medico: 18692.

 

Dr. Alexander Yisan Wang Shih

Médico General, Hospital Rafael Ángel Calderón Guardia. San José, Costa Rica.

Orcid: https://orcid.org/0009-0001-5197-9824

Código Médico: 18898.

 

Dra. Daniela Consumi Cordero

Médico general, Investigadora Independiente. Alajuela, Costa Rica.

Orcid: https://orcid.org/ 0000-0003-3655-9343

 

Los autores de este manuscrito declaran que:

Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.

Palabras clave: Melanocitos, hiperpigmentación, despigmentación, inflamación, fototerapia, inteligencia artificial.

 

Key words: Melanocytes, hyperpigmentation, depigmentation, inflammation, phototherapy, artificial intelligence.

 

Resumen:

 

Los trastornos pigmentarios, como el melasma y el vitíligo, afectan la producción y distribución de melanina en la piel, lo que genera alteraciones estéticas con impacto psicológico y social. La fisiopatología del melasma involucra la hiperactividad de los melanocitos, estimulada por factores hormonales, como el estrógeno, y ambientales, como la radiación ultravioleta y la luz visible. Además, la inflamación y la disfunción de la barrera epidérmica favorecen la acumulación de melanina en la dermis, lo que dificulta la respuesta al tratamiento.

 

Por otro lado, el vitíligo se produce por la destrucción autoinmune de los melanocitos, impulsada por linfocitos T citotóxicos y factores genéticos predisponentes. El estrés oxidativo y la disfunción de la barrera epidérmica contribuyen a la progresión de la enfermedad, dificultando la repigmentación.

 

El diagnóstico de estos trastornos se basa en herramientas como la luz de Wood, la dermatoscopia y la microscopía confocal de reflectancia, mientras que la inteligencia artificial ha emergido como una tecnología prometedora para la evaluación y seguimiento de los pacientes.

 

El tratamiento del melasma incluye fotoprotección, agentes despigmentantes tópicos, antioxidantes y procedimientos dermatológicos como exfoliaciones químicas y láser. En el vitíligo, la fototerapia con radiación ultravioleta de banda estrecha, los inhibidores de la JAK y los trasplantes de melanocitos han mostrado eficacia. Avances recientes en nanotecnología, terapias génicas y células madre están revolucionando el abordaje de estas enfermedades, mejorando la precisión diagnóstica y la efectividad de los tratamientos para los pacientes afectados.

 

Abstract:

 

Pigmentary disorders, such as melasma and vitiligo, affect the production and distribution of melanin in the skin, causing aesthetic alterations with psychological and social impact. The pathophysiology of melasma involves melanocyte hyperactivity, stimulated by hormonal factors, such as estrogen, and environmental factors, such as ultraviolet radiation and visible light. Furthermore, inflammation and epidermal barrier dysfunction promote melanin accumulation in the dermis, hindering treatment response.

 

On the other hand, vitiligo is caused by autoimmune destruction of melanocytes, driven by cytotoxic T lymphocytes and predisposing genetic factors. Oxidative stress and epidermal barrier dysfunction contribute to disease progression, hindering repigmentation.

 

Diagnosis of these disorders relies on tools such as Wood’s light, dermoscopy, and reflectance confocal microscopy, while artificial intelligence has emerged as a promising technology for patient evaluation and monitoring.

 

Melasma treatment includes photoprotection, topical depigmenting agents, antioxidants, and dermatological procedures such as chemical peels and laser treatments. In vitiligo, narrowband ultraviolet radiation phototherapy, JAK inhibitors, and melanocyte transplants have proven effective. Recent advances in nanotechnology, gene therapies, and stem cells are revolutionizing the approach to these diseases, improving diagnostic accuracy and the effectiveness of treatments for affected patients.

 

Introducción:

 

Los trastornos pigmentarios son afecciones dermatológicas que alteran la producción y distribución de melanina en la piel, el cabello y los ojos, generando manifestaciones clínicas que incluyen hiperpigmentación, hipopigmentación o despigmentación completa. Estas condiciones no solo afectan la apariencia física de los individuos, sino que también pueden tener un impacto psicológico y social significativo. La alteración en la pigmentación de la piel puede generar angustia emocional, baja autoestima y estigmatización social, afectando la calidad de vida de quienes las padecen. Comprender la prevalencia, las bases fisiopatológicas y las implicaciones psicosociales de estos trastornos es fundamental para desarrollar estrategias de diagnóstico y tratamiento efectivas (1; 2).

 

Los trastornos pigmentarios abarcan un amplio espectro de condiciones clínicas, entre las cuales destacan el melasma y la hiperpigmentación posinflamatoria, dos de las formas más comunes de hiperpigmentación cutánea. Estas afecciones tienen una prevalencia mundial considerable y afectan a diversos grupos étnicos con distinta intensidad y predisposición genética (1; 2). El desarrollo de estas alteraciones en la pigmentación se debe a disfunciones en la actividad de los melanocitos o en la transferencia de melanina hacia los queratinocitos, procesos que pueden estar influenciados por factores ambientales, hormonales o genéticos. Se han identificado múltiples genes involucrados en la regulación de la pigmentación, cuyo estudio ha permitido entender mejor las bases moleculares de estos trastornos y orientar futuras estrategias terapéuticas (3).

 

El impacto estético de los trastornos pigmentarios es una de las principales preocupaciones de los pacientes, ya que las alteraciones en la coloración de la piel pueden generar un fuerte malestar emocional. La hiperpigmentación persistente o la despigmentación en zonas expuestas puede llevar a sentimientos de vergüenza o inseguridad, afectando la percepción de la imagen corporal y reduciendo la confianza en sí mismo. Estos cambios pueden desencadenar cuadros de ansiedad o depresión, especialmente en pacientes que consideran la piel como un aspecto fundamental de su identidad y bienestar emocional (1; 2).

 

Desde una perspectiva social, la presencia de trastornos pigmentarios puede generar discriminación o exclusión, exacerbando el impacto psicológico de estas afecciones. En muchas culturas, las diferencias en la pigmentación de la piel han estado históricamente asociadas con prejuicios y estigmatización, lo que puede afectar las relaciones interpersonales y las oportunidades laborales de los individuos afectados (1; 2).

 

El objetivo de este artículo es analizar los trastornos pigmentarios, con un enfoque en el diagnóstico y abordaje terapéutico del melasma y el vitíligo. Se busca comprender los mecanismos fisiopatológicos subyacentes, la influencia de factores genéticos, hormonales y ambientales en su desarrollo, así como su impacto estético, psicológico y social en los pacientes. Además, se pretende evaluar las estrategias diagnósticas actuales y los tratamientos más efectivos, incluyendo opciones farmacológicas, terapias con láser y abordajes emergentes, con el fin de proporcionar una visión integral que permita mejorar la calidad de vida de los afectados y optimizar la atención médica en dermatología.

 

Metodología:

 

Para el desarrollo de esta investigación sobre el diagnóstico y abordaje terapéutico del melasma y el vitíligo, se llevó a cabo una revisión bibliográfica exhaustiva con el objetivo de analizar los mecanismos fisiopatológicos, los factores predisponentes y los enfoques terapéuticos actuales para el manejo de estos trastornos pigmentarios. Esta revisión incluyó aspectos clave como la fisiopatología del melasma y el vitíligo, la influencia de factores genéticos, hormonales y ambientales, los métodos de diagnóstico clínico e imagenológico, y las estrategias terapéuticas emergentes, incluyendo tratamientos tópicos, sistémicos y procedimientos dermatológicos.

 

Para garantizar la calidad y relevancia de la información seleccionada, se consultaron bases de datos científicas reconocidas, como PubMed, Scopus y Web of Science, debido a su prestigio y amplia cobertura en temas de dermatología y pigmentación cutánea. Se establecieron rigurosos criterios de inclusión y exclusión. Se incluyeron estudios publicados entre 2020 y 2025, en inglés o español, que abordaran la epidemiología, fisiopatología, diagnóstico y tratamiento del melasma y el vitíligo. Se excluyeron investigaciones con datos incompletos, publicaciones duplicadas o aquellas sin revisión por pares. Para la búsqueda, se utilizaron palabras clave como: Melanocitos, hiperpigmentación, despigmentación, inflamación, fototerapia, inteligencia artificial.

 

La búsqueda inicial identificó 24 fuentes relevantes, entre las cuales se incluyeron artículos originales, revisiones sistemáticas, estudios clínicos y documentos de organismos especializados en dermatología y pigmentación cutánea. A partir de estas fuentes, se realizó un análisis detallado para extraer información sobre los mecanismos de la pigmentación normal y alterada, las opciones terapéuticas más utilizadas y la eficacia de tratamientos emergentes como la terapia con láser y el uso de moduladores inmunológicos en el vitíligo.

 

El análisis se llevó a cabo utilizando enfoques cualitativos y comparativos. Se sintetizaron los hallazgos y se organizaron en categorías temáticas, lo que permitió identificar patrones en la respuesta al tratamiento, correlaciones con factores predisponentes y avances recientes en el manejo de estos trastornos. Este enfoque integral ofrece una visión estructurada del estado actual del conocimiento sobre el melasma y el vitíligo, destacando oportunidades para futuras investigaciones y el desarrollo de estrategias terapéuticas más eficaces en dermatología.

 

Fisiopatología de los trastornos pigmentarios:

 

En el caso del melasma, se ha identificado una hiperactividad de los melanocitos, estimulada por factores paracrinos provenientes de los queratinocitos, los fibroblastos y las células endoteliales. Estos factores favorecen la melanogénesis a través del estrés oxidativo y la activación de diversas vías inflamatorias, lo que contribuye a un aumento en la producción y acumulación de melanina en la piel afectada (4).

 

Dentro de los factores internos, las influencias hormonales juegan un papel fundamental en la progresión del melasma. Se ha demostrado que los niveles elevados de estrógenos favorecen la activación de los melanocitos, lo que explica la mayor incidencia de melasma en mujeres, particularmente durante el embarazo y el uso de anticonceptivos hormonales (5). Sin embargo, la fisiopatología del melasma no se limita únicamente a factores hormonales, ya que los factores ambientales, como la exposición a la radiación ultravioleta (UV) y la luz visible (LV), tienen un impacto significativo en la estimulación de los melanocitos y la producción de melanina. Se ha descrito que la LV, dependiendo de su longitud de onda, puede provocar efectos distintos en la pigmentación, exacerbando aún más el cuadro clínico en personas predispuestas (6).

 

Por otro lado, la inflamación y la disfunción de la barrera dermoepidérmica desempeñan un papel clave en la persistencia y recurrencia del melasma. La activación de vías inflamatorias genera un entorno favorable para el depósito de melanina en la dermis, lo que dificulta la resolución del melasma y hace que las hiperpigmentaciones sean más resistentes a los tratamientos convencionales. Esta alteración en la barrera cutánea permite una mayor penetración de los factores externos, como la radiación solar y la contaminación, lo que perpetúa la respuesta inflamatoria y la producción excesiva de melanina (4).

 

En contraste, la fisiopatología del vitíligo se basa en un mecanismo de destrucción autoinmune de los melanocitos, lo que provoca la aparición de zonas despigmentadas en la piel. En este proceso, los linfocitos T citotóxicos atacan selectivamente los melanocitos, interrumpiendo su función y promoviendo su apoptosis. La predisposición genética juega un papel importante en la susceptibilidad al vitíligo, con diversos loci genéticos identificados como factores de riesgo para el desarrollo de la enfermedad (6).

 

Además del componente autoinmunitario, se ha identificado que el estrés oxidativo es un factor crucial en el daño de los melanocitos. El aumento en la producción de especies reactivas de oxígeno en la piel con vitíligo genera un ambiente tóxico para los melanocitos, lo que contribuye a su disfunción y posterior destrucción. Este desequilibrio en la homeostasis oxidativa activa respuestas inflamatorias adicionales y facilita el ataque inmunológico contra las células pigmentarias, exacerbando la progresión del vitíligo (6).

 

Por último, se ha sugerido que la disfunción de la barrera epidérmica puede agravar el vitíligo al hacer que la piel sea más susceptible al daño mediado por el sistema inmunológico. La alteración en la integridad de la epidermis facilita la exposición de los melanocitos a factores estresantes externos y promueve la inflamación crónica en la piel afectada. Esta disfunción en la barrera cutánea no solo contribuye a la progresión de la enfermedad, sino que también influye en la respuesta a los tratamientos y en la posibilidad de repigmentación (6).

 

Diagnóstico clínico y herramientas de evaluación:

 

La luz de Wood es una técnica diagnóstica sencilla, accesible y rentable que se ha utilizado ampliamente para mejorar la visibilidad de diversas alteraciones pigmentarias. Su aplicación es particularmente útil en el diagnóstico del vitíligo, ya que las áreas despigmentadas adquieren una fluorescencia azulada bajo esta luz, facilitando la diferenciación entre lesiones hipopigmentadas y despigmentadas. En el caso del melasma epidérmico, la luz de Wood permite aumentar el contraste de las áreas afectadas, lo que mejora la evaluación de la distribución del pigmento en la epidermis y permite una mejor planificación terapéutica. Además de los trastornos pigmentarios, esta herramienta se emplea en la detección de lesiones subclínicas, como las máculas oscuras de la morfea, y se ha utilizado en la evaluación de infecciones cutáneas y ciertos tipos de cáncer de piel, lo que demuestra su versatilidad diagnóstica (8).

 

Por otro lado, la dermatoscopia es una técnica no invasiva que ha revolucionado la evaluación de las lesiones pigmentarias al proporcionar imágenes detalladas de la superficie cutánea. Se ha convertido en una herramienta fundamental para la caracterización del melasma y el vitíligo, ya que permite observar patrones específicos de pigmentación, como el aumento de la densidad de melanina en la epidermis o la pérdida total de pigmento en las zonas afectadas por el vitíligo . La dermatoscopia no solo contribuye a confirmar diagnósticos clínicos, sino que también reduce la necesidad de procedimientos invasivos, como las biopsias, en casos donde las manifestaciones clínicas sean claras. Además, en enfermedades crónicas como el melasma, esta técnica permite monitorear los efectos de los tratamientos y detectar cambios sutiles en la pigmentación a lo largo del tiempo (9).

 

Sin embargo, en los casos en los que el diagnóstico sigue siendo incierto o cuando se presentan manifestaciones atípicas, es posible que se requiera una biopsia cutánea. Este procedimiento invasivo proporciona información histológica clave para una clasificación precisa de los trastornos pigmentarios, lo que facilita la elección del tratamiento más adecuado. La evaluación histopatológica permite diferenciar entre hiperpigmentaciones posinflamatorias, depósitos profundos de melanina o alteraciones estructurales en la piel, lo que es esencial para la personalización del abordaje terapéutico (10).

 

En los últimos años, la microscopía confocal de reflectancia (MCR) ha emergido como una herramienta avanzada para la evaluación de los trastornos pigmentarios, ofreciendo imágenes de alta resolución de la estructura cutánea en tiempo real sin necesidad de realizar una biopsia. Esta tecnología permite obtener imágenes detalladas de las capas de la piel y es especialmente útil para el diagnóstico del melasma y el vitíligo, ya que resalta la distribución de la melanina y facilita la diferenciación entre diversos tipos de hiperpigmentación y despigmentación. La capacidad de la MCR para capturar imágenes en vivo de la arquitectura cutánea ha mejorado significativamente la comprensión de los mecanismos patogénicos subyacentes a estas enfermedades y ha optimizado su diagnóstico y tratamiento (11).

 

Finalmente, la inteligencia artificial (IA) se está consolidando como una herramienta innovadora en el diagnóstico de los trastornos pigmentarios, con un gran potencial para optimizar la evaluación clínica y mejorar la precisión diagnóstica. Los algoritmos de IA pueden analizar grandes volúmenes de datos e identificar patrones en imágenes de la piel, lo que permite una detección más temprana de la hiperpigmentación y la despigmentación. Además, estos modelos pueden predecir la progresión de la enfermedad y evaluar la respuesta a los tratamientos, lo que ofrece una ventaja significativa en la toma de decisiones terapéuticas. La integración de la IA en dermatología representa un avance prometedor, especialmente en regiones donde el acceso a dermatólogos especializados es limitado, ya que permite el desarrollo de herramientas digitales para la telemedicina y el cribado automatizado de patologías cutáneas (10).

 

Abordaje terapéutico del melasma:

 

La fotoprotección y la prevención del melasma desempeñan un papel fundamental en el manejo de esta afección, ya que la exposición a la radiación ultravioleta es uno de los principales factores desencadenantes y agravantes. Es esencial adoptar medidas preventivas rigurosas para minimizar la aparición y la progresión del melasma, comenzando con el uso de filtros solares de amplio espectro, que protejan eficazmente contra los rayos UVA y UVB. Se recomienda el empleo de protectores solares con un factor de protección solar (FPS) alto, preferiblemente superiores a 50, y la reaplicación cada dos horas en caso de exposición prolongada al sol. Además, se ha demostrado que las fórmulas que contienen óxido de hierro brindan protección adicional contra la luz visible, que también puede contribuir a la hiperpigmentación (12; 13).

 

Los tratamientos tópicos representan una de las estrategias terapéuticas más utilizadas para el control del melasma. Entre ellos, la hidroquinona es el agente despigmentante más ampliamente empleado debido a su capacidad para inhibir la producción de melanina. No obstante, su uso prolongado puede generar efectos adversos, como irritación cutánea y, en casos raros, ocronosis exógena, una alteración caracterizada por una pigmentación azul-negra de la piel (13). Como alternativa, otros agentes despigmentantes, como el ácido kójico, el ácido azelaico y la arbutina, han mostrado eficacia en la reducción de la hiperpigmentación con menos efectos secundarios en comparación con la hidroquinona (14).

 

Los retinoides y corticoides también se han incorporado en tratamientos combinados para potenciar la eficacia de los agentes despigmentantes y reducir la inflamación, que puede contribuir a la persistencia del melasma. La combinación de hidroquinona, tretinoína y corticoides en la fórmula de Kligman se ha convertido en un estándar terapéutico debido a su alto nivel de eficacia en la reducción de la pigmentación. Adicionalmente, el uso de antioxidantes, como la niacinamida y la vitamina C, ha demostrado beneficios en la reducción del estrés oxidativo y en la mejora del tono cutáneo, lo que complementa los efectos despigmentantes de otros tratamientos tópicos (4).

 

Los procedimientos dermatológicos constituyen una opción terapéutica eficaz para pacientes con melasma resistente a los tratamientos tópicos. Entre ellos, las exfoliaciones químicas con ácido glicólico y ácido tricloroacético han demostrado ser útiles para eliminar las capas superficiales de la piel y reducir la pigmentación, aunque requieren supervisión médica para evitar efectos adversos como irritación y mayor sensibilidad cutánea (13).

 

Otro enfoque terapéutico es la terapia con láser y luz, en la que se han utilizado láseres con interruptor Q y luz pulsada intensa para fragmentar la melanina acumulada en la piel. Sin embargo, estos procedimientos deben aplicarse con precaución, ya que pueden inducir hiperpigmentación posinflamatoria en algunos casos, particularmente en personas con fototipos de piel más oscuros. Alternativamente, tratamientos como las microagujas y la radiofrecuencia fraccionada han demostrado beneficios en la penetración de agentes despigmentantes y en la estimulación de la producción de colágeno, lo que mejora la textura de la piel y su apariencia general (6).

 

En cuanto a las terapias sistémicas, el ácido tranexámico oral ha mostrado resultados prometedores en la reducción de la gravedad del melasma al actuar como un inhibidor del activador del plasminógeno, lo que disminuye la producción de melanina. Este fármaco ha sido evaluado en diversos estudios clínicos y ha demostrado ser una opción eficaz para el tratamiento de formas resistentes del melasma, aunque su uso debe ser supervisado por un médico debido a posibles efectos secundarios (13). Además, la suplementación con antioxidantes y moduladores hormonales se ha propuesto como un enfoque complementario para mejorar la salud de la piel y reducir la pigmentación, aunque su eficacia varía según el paciente y el tipo de melasma (4).

 

Abordaje terapéutico del vitíligo:

 

La fototerapia es una de las estrategias terapéuticas más utilizadas en el tratamiento del vitíligo, ya que ayuda a estimular la repigmentación mediante la modulación de la respuesta inmunológica y la activación de los melanocitos residuales. Dentro de las opciones disponibles, la radiación UVB de banda estrecha ha demostrado ser la modalidad más efectiva, proporcionando una repigmentación superior en comparación con otras terapias lumínicas. Su perfil de seguridad favorable lo convierte en la primera línea de tratamiento para el vitíligo generalizado, ya que presenta menos efectos adversos que otras modalidades y puede ser utilizado a largo plazo sin riesgo significativo de carcinogénesis (15; 16).

 

Otra opción fototerapéutica es la terapia PUVA, que combina la administración de psoralenos con radiación UVA. Aunque ha mostrado eficacia en casos refractarios, no se recomienda como tratamiento de primera línea debido a sus potenciales efectos secundarios, que incluyen fototoxicidad y un mayor riesgo de carcinogénesis con la exposición prolongada. Por ello, su uso se ha limitado a casos en los que otras opciones terapéuticas han fallado (17).

 

El láser excimer representa una alternativa precisa y localizada dentro de la fototerapia. Su principal ventaja es que permite el tratamiento focalizado de las lesiones sin afectar la piel circundante, lo que lo hace particularmente útil en casos de vitíligo segmentado. Además, el láser excimer ha mostrado menores efectos secundarios en comparación con la terapia PUVA y puede ser una opción viable para pacientes que requieren un abordaje selectivo de las áreas despigmentadas (16; 17).

 

En el ámbito de las terapias tópicas, los corticosteroides y los análogos de la vitamina D han sido ampliamente utilizados debido a su capacidad para modular la inflamación y estimular la repigmentación. Sin embargo, su uso prolongado puede provocar efectos adversos, como atrofia cutánea, por lo que suelen emplearse en ciclos intermitentes o en combinación con otros tratamientos. Los inhibidores de la calcineurina, como el tacrolimus y el pimecrolimus, han demostrado ser efectivos para reducir la inflamación y estimular la repigmentación, especialmente en áreas sensibles como la cara y el cuello, donde los corticosteroides pueden generar efectos secundarios indeseados (18).

 

Los inhibidores de la JAK (Janus Kinasa) han emergido como una opción terapéutica prometedora en el tratamiento del vitíligo. Estos fármacos actúan bloqueando las vías inmunitarias que contribuyen a la destrucción de los melanocitos, lo que permite un mejor control de la progresión de la enfermedad. Se ha observado que la combinación de inhibidores de la JAK con la terapia radiación UVB de banda estrecha puede potenciar la repigmentación, lo que representa un enfoque innovador en el manejo de la enfermedad (18).

 

En casos más extensos o progresivos, se pueden emplear terapias sistémicas, como los corticosteroides orales, que ayudan a frenar la progresión del vitíligo mediante la modulación de la respuesta inflamatoria. Sin embargo, su uso prolongado está limitado por los efectos adversos sistémicos, como la supresión suprarrenal y el aumento del riesgo de infecciones. Dentro de las opciones emergentes, los inhibidores de la JAK, como el tofacitinib y el ruxolitinib, han demostrado eficacia en la modulación inmunológica, proporcionando una alternativa terapéutica innovadora y potencialmente más segura para los pacientes con vitíligo extenso (18).

 

Para pacientes con vitíligo estable que no han respondido a terapias convencionales, los tratamientos quirúrgicos pueden representar una opción viable. Los injertos de melanocitos y el trasplante de células epidérmicas han demostrado ser efectivos en la restauración del pigmento, aunque conllevan ciertos riesgos, como daño cutáneo e hiperpigmentación irregular. La selección de los pacientes es clave, ya que estos procedimientos solo son recomendados para individuos con enfermedad estable y sin actividad inflamatoria (18).

 

Finalmente, en casos en los que la repigmentación no es posible o los pacientes desean una solución estética más inmediata, la micropigmentación puede ser considerada. Este procedimiento, similar al tatuaje, puede proporcionar una mejoría cosmética en las áreas despigmentadas y mejorar la calidad de vida de los pacientes con vitíligo refractario a otros tratamientos (18).

 

Avances y perspectivas en el tratamiento del melasma y el vitíligo:

 

La inteligencia artificial ha demostrado ser una herramienta innovadora en el diagnóstico y la monitorización de los trastornos pigmentarios, facilitando la detección temprana y la evaluación del tratamiento en afecciones como el melasma y el vitíligo. En el caso del melasma, se han desarrollado modelos de aprendizaje automático capaces de analizar imágenes faciales y clasificar con precisión los diferentes tipos de la enfermedad. Técnicas avanzadas, como YOLO V8 y modelos de aprendizaje profundo como DenseNet121, han mostrado una alta precisión en la identificación del melasma, lo que ha permitido a los dermatólogos optimizar el diagnóstico y personalizar las estrategias terapéuticas para cada paciente (19; 20).

 

Por otro lado, en el manejo del vitíligo, la tomografía de coherencia óptica asistida por IA ha sido utilizada para evaluar la repigmentación después de procedimientos como los injertos de tejido. Esta técnica no invasiva permite monitorear en tiempo real la recuperación de los melanocitos y proporciona información valiosa sobre la eficacia de los tratamientos empleados. La capacidad de la inteligencia artificial para analizar grandes volúmenes de datos ha facilitado una mejor comprensión de los mecanismos de respuesta del vitíligo y ha permitido la optimización de los tratamientos en función de la progresión de la enfermedad (21).

 

Dentro de los avances terapéuticos, las nuevas moléculas dirigidas han ganado protagonismo en el tratamiento del melasma y el vitíligo. En el caso del melasma, los inhibidores tópicos de la tirosinasa, como el tiamidol y el ácido tranexámico, han sido preferidos sobre agentes tradicionales como la hidroquinona debido a su perfil de seguridad y menor riesgo de efectos adversos. Estos compuestos inhiben la producción y transferencia de melanina, reduciendo la hiperpigmentación de manera efectiva y con menor probabilidad de irritación cutánea (22).

 

En el vitíligo, los inhibidores de la JAK han mostrado resultados prometedores al bloquear las vías inmunológicas responsables de la destrucción de los melanocitos. Cuando estos fármacos se combinan con la fototerapia UVB de banda estrecha, los estudios han demostrado una mejora significativa en la repigmentación, lo que representa un avance importante en el manejo de esta patología autoinmune (18).

 

El desarrollo de terapias génicas y el uso de células madre han abierto nuevas perspectivas en la búsqueda de tratamientos curativos para el vitíligo. Se están investigando enfoques dirigidos a modular la respuesta inmunitaria y estimular la regeneración de los melanocitos mediante terapia génica, con el objetivo de suprimir los ataques autoinmunes y mejorar la funcionalidad de los melanocitos residuales (23). Paralelamente, los estudios sobre terapia con células madre han mostrado potencial en la restauración de la pigmentación, ya que el trasplante de melanocitos podría repoblar las áreas despigmentadas con células funcionales, promoviendo una repigmentación más uniforme y duradera (21).

 

En el campo de la nanotecnología aplicada al tratamiento de los trastornos pigmentarios, se han desarrollado nanoportadores lipídicos, inorgánicos y poliméricos que mejoran la administración y estabilidad de los agentes despigmentantes. Estos sistemas de liberación controlada permiten una mayor penetración de los fármacos en la piel, optimizando su eficacia y reduciendo la toxicidad asociada a tratamientos convencionales (24).

 

Un enfoque innovador en el tratamiento del melasma ha sido la combinación de compuestos bioactivos, como el retinol, la diosmina y el ácido ferúlico, que han demostrado actuar de manera sinérgica para regular las principales vías moleculares implicadas en la hiperpigmentación. Estos agentes no solo ayudan a reducir la producción de melanina, sino que también ofrecen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias que protegen la piel y minimizan el riesgo de recurrencias (4).

 

Conclusiones:

 

El melasma y el vitíligo presentan mecanismos fisiopatológicos distintos pero interrelacionados. Mientras que el melasma se caracteriza por una hiperactividad de los melanocitos estimulada por factores hormonales y ambientales, el vitíligo se debe a la destrucción autoinmune de estas células pigmentarias. En ambos casos, la inflamación y la disfunción de la barrera epidérmica juegan un papel clave en la persistencia y progresión de la enfermedad.

 

El diagnóstico de los trastornos pigmentarios ha evolucionado con el uso de tecnologías avanzadas. Métodos tradicionales como la luz de Wood, la dermatoscopia y la biopsia han sido complementados con herramientas innovadoras como la microscopía confocal de reflectancia y la inteligencia artificial, las cuales permiten un diagnóstico más preciso, la evaluación del progreso de la enfermedad y la personalización de los tratamientos.

 

Las opciones terapéuticas continúan expandiéndose con avances en nanotecnología, inteligencia artificial y terapia génica. Mientras que los tratamientos convencionales incluyen fotoprotección, agentes despigmentantes, fototerapia e inhibidores de la JAK, nuevas estrategias como el uso de nanoportadores, trasplantes de melanocitos y moduladores inmunológicos ofrecen alternativas prometedoras para mejorar la efectividad y seguridad del tratamiento en pacientes con melasma y vitíligo.

 

Referencias:

 

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