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Tuberculosis en edad pediátrica: La importancia de conocer acerca de su evolución clínica y medidas preventivas

Tuberculosis en edad pediátrica: La importancia de conocer acerca de su evolución clínica y medidas preventivas

Autora principal: Carolina Guevara Camargo

Vol. XX; nº 13; 787

Tuberculosis in pediatric age: The importance of knowing about its clinical evolution and preventive measures

Fecha de recepción: 24 de mayo de 2025
Fecha de aceptación: 28 de junio de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 13 – Primera quincena de Julio de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 13; 787

Autores:

Carolina Guevara Camargo, Médico General, Investigadora independiente, San José, Costa Rica
Nicole Chavarría Naranjo, Médico General, Investigadora independiente, San José, Costa Rica
Raquel María Jinesta Espinoza, Médico General, Investigadora independiente, San José, Costa Rica
Diana Sofía Rodríguez Rodríguez, Médico General, Investigadora independiente, San José, Costa Rica

Resumen

La tuberculosis es una infección causada por el bacilo ácido-alcohol resistente, conocido como Mycobacterium tuberculosis. Aunque puede presentarse de diversas formas, la manifestación más común es la tuberculosis pulmonar, cuya principal vía de transmisión es la vía aérea. Además, existen presentaciones, como la tuberculosis congénita, neonatal y extrapulmonar. Esta enfermedad representa una de las principales causas de mortalidad infecciosa a nivel mundial. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, en 2021 aproximadamente el 15,5 % de los fallecimientos por tuberculosis, fue atribuido a pacientes pediátricos. El diagnóstico en la población infantil requiere una historia clínica exhaustiva, la correlación con imágenes radiográficas y la confirmación mediante pruebas específicas como la tuberculina, IGRA o análisis microbiológicos. Dentro de las estrategias de control, la más efectiva es la búsqueda activa optimizada de casos, haciendo énfasis en escenarios con alto riesgo. Fortalecer el enfoque pediátrico en el diagnóstico y prevención es la clave para poder brindarle un abordaje integral a los pacientes y reducir el impacto global de la tuberculosis.

Palabras clave

Tuberculosis pulmonar, transmisión respiratoria, linfadenopatía torácica, infección latente, diagnóstico clínico, prueba de tuberculina, investigación de contactos

Abstract

Tuberculosis is an infection caused by the acid-fast bacillus known as Mycobacterium tuberculosis. Although it can present itself in various forms, the most common manifestation is pulmonary tuberculosis, whose main route of transmission is the airborne route. In addition, there are presentations such as congenital, neonatal and extrapulmonary tuberculosis. This disease represents one of the main causes of infectious mortality worldwide. According to data from the World Health Organization, in 2021 approximately 15.5% of deaths due to tuberculosis were attributed to pediatric patients. Diagnosis in the pediatric population requires a thorough clinical history, correlation with radiographic imaging and confirmation by specific tests such as tuberculin, IGRA or microbiological analysis. Among the control strategies, the most effective is the optimized active search for cases, with emphasis on high-risk scenarios. Strengthening the pediatric approach to diagnosis and prevention is the key to providing a comprehensive approach to patients and reducing the overall impact of tuberculosis.

Keywords

Pulmonary tuberculosis, respiratory transmission, thoracic lymphadenopathy, latent infection, clinical diagnosis, tuberculin test, contact investigation

Introducción

La tuberculosis (TB) es una infección causada por la bacteria aerobia estricta Mycobacterium tuberculosis (MTB), bacilo ácido-alcohol resistente (BAAR).1,2 Se asocia a múltiples presentaciones clínicas, sin embargo, la más común corresponde a la enfermedad pulmonar con linfadenopatía torácica.1 Es una enfermedad que se transmite por vía respiratoria, al inhalar gotas contaminadas provenientes de personas enfermas.2

En el 2022, el informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que, de los 10,6 millones de casos de TB estimados durante el año 2021, aproximadamente 1,2 millones fueron en niños menores de 15 años.3 A pesar de estos números, esta patología tiende a visualizarse más en la población adulta en comparación con los niños y adolescentes, debido a las distintas barreras que se enfrentan tanto a nivel clínico como a nivel social. Por ejemplo, la disminuida carga bacilar en las secreciones respiratorias de los niños, la inespecificidad de los signos y síntomas2, el estrés entre los pacientes y sus cuidadores, la intersección de la inmigración y la adolescencia o bien, la estigma y desinformación.4

Resulta de gran relevancia, actualizar lo que ya se conoce acerca de la fisiopatología, diagnóstico clínico y estrategias preventivas con respecto a la TB con el propósito de visibilizar su incidencia y mortalidad en la población infantil. Por lo que este estudio propone una revisión sistemática de literatura actualizada acerca de la TB en la edad pediátrica.

Metodología

El presente artículo plantea una revisión bibliográfica de tipo descriptivo. Se realizó una búsqueda sistemática en las plataformas de Google Scholar y BINASSS, utilizando las palabras claves planteadas al principio. La información se obtuvo de artículos provenientes de fuentes digitales, incluyendo SciELO, UpToDate, DynaMed, MSD Manuals y artículos de España y Argentina. En total, se utilizaron 12 referencias bibliográficas, tanto en inglés como en español, entre los años 2023 y 2025, con énfasis en la epidemiología, fisiopatología, manifestaciones clínicas, diagnóstico y prevención de la TB en la población pediátrica.

Epidemiología

La OMS considera la TB como una emergencia de salud global debido a que continúa siendo la causa principal de mortalidad infecciosa a nivel mundial, reportando 1,3 millones de fallecimientos anualmente.2,5 En el año 2021, la OMS estimó que hubo alrededor de 216.570 muertes por TB en niños menores de 15 años, lo cual representa un 15,5% del total de decesos por TB durante dicho año.1 Se ha establecido que por cada niño enfermo, existen aproximadamente diez menores infectados con la forma latente, los cuales actúan como el reservorio de la patología durante los próximos años.2

Los menores más susceptibles a esta infección corresponden a los niños provenientes de zonas endémicas, los infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) u otra condición inmunosupresora, malnutrición y los niños que viven en regiones precarias con riesgos a nivel sanitario y social.5 Cabe destacar que de las muertes reportadas por la OMS, 20.570 ocurrieron en niños con VIH.1 Esta enfermedad corresponde a la causa principal de muerte en adolescentes con VIH. En caso de sobrevivir, más de la mitad de los pacientes corren el riesgo de sufrir discapacidad o mortalidad por la infección, así como un deterioro pulmonar sustancial.6

Actualmente, la preocupación más grande corresponde a la incidencia de la TB multirresistente (MDR), sobre todo en la región este de Europa, en donde este nuevo diagnóstico ha alcanzado cifras de hasta un 16% del total de los casos.2 La OMS declaró que se estima un total entre 25.000 y 32.000 casos de MDR en edad pediátrica cada año. Además, se ha estimado que un 21% de los niños que desarrollan MDR, mueren.1 Ante estas cifras significativas, la OMS se ha planteado disminuir hasta un 80% de la incidencia y un 90% de la mortalidad de la TB mediante su nueva estrategia denominada «End TB».2

Etiopatogenia

El Mycobacterium tuberculosis (MTB), también conocido como bacilo de Koch, corresponde al agente etiológico de la TB. Es un bacilo aerobio estricto, ácido-alcohol resistente, que no posee movilidad, crece de manera lenta y es inactivado por rayos ultravioleta o ante la exposición de temperaturas mayores a 60°C. Hay múltiples especies parecidas que integran el complejo M. tuberculosis, incluyendo M. bovis, M. africanum, M. microti, M. caprae, M. canetti y M. pinnipedi. Por otra parte, las especies de este género que no poseen el complejo M. tuberculosis son conocidas como micobacterias no tuberculosas o atípicas, y las enfermedades que producen son denominadas micobacteriosis.7

La vía de transmisión de la TB es principalmente a nivel aéreo, ocurre cuando los bacilos son inhalados por una persona a través de gotas.7 Los pacientes de edad pediátrica usualmente no son transmisores debido a su menor carga bacilar a nivel de secreciones respiratorias. Además, su incapacidad para expectorar ocasiona que sea un diagnóstico con un alcance confirmatorio muy difícil. Por lo que, al identificar esta infección en menores, siempre debe considerarse como un «evento centinela» y pensar en que debe existir un adulto cercano con la enfermedad activa.2 Existen otras vías de transmisión menos comunes, como la vía transplacentaria, digestiva, cutáneo-mucosa, o bien, la inoculación vaccinal y diseminación sanguínea del bacilo Calmette-Gúerin (BCG).7

Ahora bien, con respecto a la fisiopatología, el desarrollo de la TB pulmonar se describe mediante tres etapas: la infección primaria, latente y activa. La infección primaria ocurre cuando una persona inhala bacilos tuberculosos. El 10% logra depositarse en las regiones profundas del pulmón y a nivel alveolar, los macrófagos reconocen a los bacilos. Estos pueden fagocitar a las micobacterias e inhibir su multiplicación. Por el contrario, los bacilos también pueden continuar su reproducción dentro de los macrófagos y posteriormente, destruirlos por medio de lisis celular. Las células inflamatorias son atraídas al área y causan neumonitis. Durante las primeras semanas, es posible que algunos macrófagos infectados migren a los ganglios linfáticos regionales, teniendo acceso al torrente sanguíneo. Esto favorece la diseminación de la tuberculosis hacia cualquier parte del cuerpo, dando origen a la tuberculosis extrapulmonar.5,7,8

En el 95% de los casos, después de alrededor de tres semanas, la infección ingresa en su fase latente. El sistema inmunitario inhibe la proliferación de los bacilos tuberculosos, usualmente antes de la presencia de síntomas. Esto provoca la transformación de los focos bacilares en granulomas con centros caseosos y necróticos. Los bacilos pueden seguir vivos dentro de este ambiente necrótico, pero su reproducción es inhibida por los bajos niveles de oxígeno y pH. Estos focos infecciosos pueden conformar zonas de consolidación (Focos de Ghon) o calcificarse (Complejo de Ranke).5,7,8

Finalmente, la infección activa ocurre cuando el paciente experimenta una reactivación de un foco bacilar o una reinfección. Los granulomas aumentan su tamaño y gradualmente sustituyen al tejido pulmonar sano, desencadenando una serie de signos y síntomas. Los pacientes en esta etapa corresponden al mayor origen de contaminación. El contagio está favorecido por su tos, permitiendo la dispersión de las partículas infectantes en el aire, las cuales en los alvéolos de un nuevo huésped, dan origen a las tres etapas que se mencionan previamente.5,7,8

Manifestaciones Clínicas

La mejor forma de describir el cuadro clínico de esta enfermedad es dividiendo las manifestaciones según el tipo de TB.

Tuberculosis congénita

En la mayoría de los casos, la TB congénita se presenta bajo el contexto de una endometritis tuberculosa materna o una TB diseminada. Se transmite a través de la vía hematógena por la placenta y vena umbilical o bien, por medio de aspiración fetal de líquido amniótico infectado. Usualmente, los niños se manifiestan con dificultad respiratoria, fiebre, hepatomegalia, esplenomegalia, desnutrición, letargo, irritabilidad y bajo peso al nacer. Se ha descrito que puede aparentar ser una sepsis neonatal.3

Tuberculosis neonatal

La TB neonatal se transmite posterior al nacimiento mediante secreciones respiratorias por parte de un individuo contagioso. Por lo general, se transmite de madre a bebé, lo cual permite la identificación de una TB no diagnosticada previamente. Los lactantes de 0-1 años han mostrado mayor probabilidad de progresar de infección a enfermedad, así como de complicarse a TB extrapulmonar. En caso de haber cavitación del foco de Ghon o caseificación de ganglios linfáticos, es común que haya fiebre, fatiga, pérdida de peso y retraso del crecimiento.3

Tuberculosis pulmonar

La forma clínica más frecuente de la TB es la enfermedad pulmonar. Los factores desencadenantes principales que están involucrados en el desarrollo y fenotipo de la patología corresponden a la edad y la maduración del sistema inmunológico.9 Por esta razón, el cuadro clínico depende de la edad del niño. En niños de 1-5 años es poco común que la TB progrese de infección a enfermedad, sin embargo, en este grupo etario también es frecuente que se desarrolle la TB extrapulmonar. Suele presentarse como una enfermedad bronquial o de los ganglios linfáticos, lo cual puede producir irritación a nivel de vías respiratorias, manifestándose en tos persistente y al progresar, en sibilancias y estridor. Con respecto a su forma extrapulmonar, las partes más afectadas son el sistema nervioso central (SNC), abdomen, huesos y articulaciones.3

En el caso de los pacientes de 5-10 años, es más común que la infección progrese a enfermedad. No obstante, su manifestación usualmente es asintomática. Finalmente, a partir de los 10-17 años, la sintomatología puede tener características comunes tanto de niños como de adultos. Generalmente, se trata de fiebre, tos y pérdida de peso.3

Diagnóstico

En los pacientes pediátricos se opta por establecer el diagnóstico clínico sobre el diagnóstico microbiológico.9 Por lo que resulta de gran utilidad dividir el proceso diagnóstico en historia clínica, hallazgos radiológicos y confirmación diagnóstica.

Anamnesis

La TB se debe sospechar siempre que se presenten los siguientes síntomas: tos de más de 2-3 semanas de cronología, fiebre, pérdida de peso y retraso en el crecimiento. Ante la sospecha, se debe indagar acerca del nexo epidemiológico e identificar los contactos cercanos con casos infecciosos con la finalidad de determinar el tiempo de exposición, la fecha de la última exposición, si el contacto es bacilífero y el grado de resistencia. De igual forma, preguntar acerca de posibles visitas o estadías en una zona endémica durante más de 1 mes.2,3

A la hora de llenar los antecedentes personales no patológicos, se debe confirmar si el paciente ha recibido vacunación BCG y definir la fecha, número de dosis y cicatriz posvacunal. Asimismo, preguntar acerca de la existencia previa de cuadros febriles, adenopatías, síntomas constitucionales o respiratorios.2

Los niños con sospecha clínica de TB que presentan un alto riesgo de mortalidad corresponden a los menores de 2 años, pacientes con desnutrición grave o bien, que padecen de VIH.10 Además, la respuesta inmunológica de los niños ante esta enfermedad puede debilitarse debido a coinfecciones, malnutrición y abuso de sustancias.6 Por lo tanto, al historiar al paciente, se deben asociar las comorbilidades o factores de riesgo que puedan empeorar el caso, tanto a nivel médico como a nivel social. Por ejemplo, enfermedades respiratorias previas, VIH, inmunodeficiencias congénitas, desnutrición, enfermedades hematooncológicas y/o reumatológicas, diabetes, tratamiento prolongado con corticoides, inmunomoduladores o inmunosupresores, contagio reciente de sarampión o varicela, condición de inmigrante, pobreza o debilidad en red de apoyo.7

Imágenes radiográficas

Las imágenes radiográficas son herramientas muy importantes para establecer el diagnóstico de TB, sin embargo, no se pueden interpretar de manera aislada, sino en el contexto de un abordaje integral en donde se correlacionan con la anamnesis y más tarde, con pruebas confirmatorias.7

Radiografía de tórax

La imagen radiológica que más se utiliza ante la sospecha de un caso de TB corresponde a la radiografía de tórax. En el caso de los niños, usualmente se manifiesta la enfermedad tuberculosa primaria la cual puede presentarse con linfadenopatía que afecta los ganglios mediastínicos, hiliares, subcarinales o paratraqueales. Además, es posible que se presente la inflamación granulomatosa del complejo de Ghon. Conforme progresa la adenopatía, la obstrucción que ocurre a nivel de la vía aérea vecina puede causar una consolidación o lesión segmentaria, lo cual se traduce en un infiltrado o atelectasia a nivel radiográfico. En el caso de los adolescentes, el comportamiento a nivel imagenológico es similar al de los adultos, lo cual incluye consolidación del lóbulo superior, cavitación y fibrosis.3

Tomografía computarizada (TC) torácica

La TC es más sensible que la radiografía de tórax para la detección de adenopatías. Sin embargo, debido a su costo, su uso no está recomendado en todos los casos. Está indicado en:
– Niños asintomáticos con un contacto epidemiológico positivo, prueba de tuberculina (PT) positiva y una radiografía de tórax no concluyente.
– Niños sintomáticos con un contacto positivo, PT positiva y una radiografía sin alteraciones.
– Niños inmunodeprimidos con un contacto positivo, radiografía normal, sin importar los resultados de la PT.
– Ante la necesidad de aclarar posibles complicaciones, por ejemplo, adenopatías compresivas, atelectasias y/o fístulas broncopulmonares, entre otras.2

Prueba de tuberculina

La PT consiste en la administración intradérmica de tuberculina o derivado proteico purificado (PPD), usualmente aplicado en la cara ventral del antebrazo o en la unión del tercio proximal con los dos tercios distales. Está integrada con más de 200 antígenos comunes a MTB, BCG y otras micobacterias atípicas. Si el niño ha tenido un contacto previo con el bacilo, se producirá una reacción de hipersensibilidad retardada por lo que solo evidencia su contacto preexistente, más no determina que la infección se encuentre activa.2,7

La reacción de hipersensibilidad a nivel cutáneo se traduce en una induración o bien, pápula. Esta se debe leer entre las 48 y 72 horas posterior a la aplicación intradérmica, midiendo el diámetro de la lesión de manera transversal al eje mayor del miembro superior sin tomar en cuenta la zona eritematosa que se produzca alrededor. En caso de no haber pápula, se debe reportar como una induración de 0 mm, sin descartar la patología ya que podría tratarse de un caso en el que no transcurrió el tiempo necesario para realizar la prueba o bien, un paciente inmunodeprimido.2,7

La prueba es considerada positiva si la induración es > 5 mm en niños con contacto íntimo con un caso positivo o sospechoso de TB, niños con hallazgos radiológicos sugestivos de TB, niños en condición de inmunosupresión o bien, niños con una PT anteriormente negativa. De igual forma, se considera positiva en caso de presentar una pápula > 10 mm.2,7

Ensayos de liberación de interferón-gamma (IGRA)

El IGRA es un diagnóstico serológico que consiste en la extracción sanguínea, y su posterior incubación y lectura del enzimoinmunoanálisis de adsorción en fase sólida (ELISA) para medir la respuesta inmune a antígenos específicos del complejo M. tuberculosis. Tiende a utilizarse como prueba complementaria a la PT ante escenarios de «falsos positivos» o «falsos negativos».2,7

Muestra microbiológica

Las técnicas microbiológicas permiten la detección del bacilo a través de la obtención de muestras por parte del paciente.7 Para ello, se deben tomar por lo menos tres muestras respiratorias para frotis de BAAR y cultivo de micobacterias, adicionalmente, se debe enviar por lo menos una muestra para prueba de amplificación de ácidos nucleicos (NAA).3

En niños menores de 5 años, resulta difícil obtener un esputo debido a la falta de fuerza a la hora de toser lo cual se traduce en muestras insuficientes. En estos casos, el principal método para la obtención del cultivo corresponde a la aspiración gástrica. En edades entre 5-10 años, el esputo se recolecta ya sea por expectoración o inducción. En la mayoría de los niños mayores de 10 años, se puede producir un esputo expectorado sin dificultad. Existen más métodos, como por ejemplo el aspirado nasofaríngeo y la broncoscopia. El aspirado se realiza en menores de 7 años, en escenarios sin aspiración gástrica ni inducción disponibles. Por otra parte, la broncoscopia resulta útil bajo el contexto de enfermedad grave.3

Prevención

A nivel mundial, se estima que más del 95% de los niños que mueren de TB nunca comienzan el tratamiento.10 Esto tiene que ver con la captación tardía de casos positivos por lo que resulta de gran importancia establecer las distintas medidas preventivas de la enfermedad en esta población.

La estrategia de prevención más importante corresponde a la vacunación con BCG. De igual forma, resulta de gran importancia la identificación y tratamiento de la TB latente, haciendo énfasis en los pacientes que tienen un alto riesgo de desarrollar la enfermedad. En el caso de los pacientes hospitalizados, se debe prevenir la transmisión de la enfermedad en la medida de lo posible con estrategias de control de infecciones, como lo es el aislamiento.11

La investigación de contactos en casos positivos resulta vital para realizar un diagnóstico temprano y reducir el porcentaje de transmisión. Entre los casos que deben tomarse en cuenta, están las personas que comparten con el enfermo por una o más noches o durante un período extenso en el día, en los últimos tres meses desde el diagnóstico oficial o el inicio de la sintomatología. En el contexto de los niños, cualquier otro niño que comparta tiempo de estudio o actividades recreativas debe estar incluido, sobre todo si se trata de un caso sintomático respiratorio o en caso de presentar hallazgos significativos a nivel radiográfico.12

Se debe indicar tratamiento preventivo en los grupos de riesgo, los cuales corresponden a: menores de 5 años con nexo epidemiológico positivo, aunque no se haya realizado una prueba diagnóstica confirmatoria, niños VIH positivos o con alguna otra condición inmunosupresora, y niños mayores de 5 años que hayan tenido contacto con una persona enferma y se encuentren con la infección latente.12

Conclusiones

Las cifras epidemiológicas de incidencia y mortalidad por TB en niños y adolescentes evidencian que este diagnóstico debe recibir la misma atención y prioridad que en la población adulta. Es fundamental reconocer las manifestaciones clínicas más frecuentes según la etapa del desarrollo infantil, con el propósito de poder asociar el cuadro clínico con estudios complementarios como las imágenes radiológicas, y posteriormente confirmar el diagnóstico mediante pruebas como la PT, IGRA o muestras microbiológicas.

Entre las áreas que requieren fortalecimiento, se encuentran la identificación de factores limitantes, la detección temprana de casos infectados y la implementación de estrategias preventivas eficaces. Estas acciones son esenciales para establecer un diagnóstico oportuno y proporcionar el tratamiento adecuado. Reconocer la TB en la población pediátrica como una prioridad en la salud pública no solo mejora los pronósticos individuales, sino que también contribuye al control de la patología a nivel mundial.

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