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Actividad física luego de una intervención en adultos medios hipertensos

Actividad física luego de una intervención en adultos medios hipertensos

La hipertensión arterial (HTA) se la considera un factor de riesgo de enfermedades de mayor letalidad que afectan al individuo y a la población mundial, y es una condición clínica común en el cuidado médico primario que conlleva a un alto riesgo de complicaciones cardiovasculares.

Actividad física luego de una intervención en adultos medios hipertensos

AUTORES: Dra. Rosa Marina Aguilar Zambrano 1, Dr. Rolando Bonilla Valdivieso. 2, Ing. José Eduardo González Estrella.

1 Doctora en Medina y Cirugía, Magister en Gerencia en Salud, Posgradista de Medicina Familiar y Comunitaria del Posgrado de Medicina Familiar, Área de la Salud Humana de la Universidad Nacional de Loja- Ecuador.

2 Médico Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, Docente de la Universidad Nacional de Loja, Área de la Salud Humana.

3 Asesor Metodológico, Docente Asesor de Investigación y Gestión en salud, programa de Especialización de Medicina Familiar y Comunitaria, Universidad Nacional de Loja. Email Magister en Desarrollo Sostenible Desarrollo Sostenible. Email

RESUMEN.

Entre la metodología se realizó una investigación cuantitativa con un diseño experimental puro en pacientes hipertensos de 40 a 64 años que pertenecen al Centro Anidado Santa Teresita (CAST) de la ciudad de Santa Rosa, provincia de El Oro, durante el año 2016, para el estudio se trabajó con dos grupos similares entre sí, equiparables en cuanto a número de personas, nivel de instrucción, género, edad, nivel socio económico, motivación, estado de salud física y mental e interés por los contenidos; datos recogidos a través de la ficha familiar e historia clínica individual.

La muestra fue seleccionada de manera no probabilística por intención de tal forma que existiera equivalencia en ambos grupos; el objetivo fue evaluar el efecto de la intervención en la actividad física en pacientes hipertensos, cuyo resultado de la intervención fue efectiva demostrada por la prueba de Wilcoxon con un nivel de significancia al 0,000 basado en los rangos negativos de los valores de Z , concluyendo que la intervención educativa en pacientes hipertensos sedentarios es efectiva para la realización de ejercicio físico, lo que confirma que la actividad física mejora los niveles de hipertensión arterial (HTA).

INTRODUCCIÓN

La hipertensión arterial (HTA) es una enfermedad silenciosa, lentamente progresiva, se la define como el nivel de presión arterial sistólica (PAS) mayor o igual a 140 mm Hg, o como el nivel de presión arterial diastólica (PAD) mayor o igual a 90 mm Hg (Pinilla Analida, Barrera María del Pilar, 2006).

Por tanto, los cambios demográficos, la globalización, los patrones de comportamiento, la expansión de la urbanización con altos niveles de contaminación ambiental, la violencia, y los pocos espacios para el diario esparcimiento también favorecen la inactividad física, que es cuarto factor de riesgo de morbilidad en el mundo (Pérez, 2014).

En este sentido que la hipertensión arterial es considerada la más importante para las enfermedades isquémicas y para el accidente cerebrovascular.se evaluó 3.845 participantes, con promedio de edad de 83 años fue observado que la reducción de la presión arterial de 161/84 mmHg para 144/78 mmHg disminuyó en 30% el riesgo de accidente cerebrovascular y en 23% el riesgo de eventos cardiovasculares (Paula, Paula, Maria, Antonio, & Colugnati, 2013).

Por consiguiente en Ecuador, las enfermedades hipertensivas fueron la segunda causa de muerte en el 2011(INEC). El hombre tiene mayor predisposición a desarrollar la enfermedad en cualquier etapa de la vida, situación que se modifica cuando la mujer llega a la menopausia en donde, a partir de esta etapa, la frecuencia se iguala, porque la mujer en edad reproductiva produce estrógenos, hormona que disminuye el riesgo cardiovascular (OMS, 2013).

En todo caso, en el estudio de PREHTA E realizado en Quito, Cuenca y Guayaquil: 3 de cada 10 ecuatorianos son hipertensos, de estos el 60% desconocen ser portadores de la enfermedad, el 23% reciben tratamiento y solo el 7% está controlado (Censos, 2012).

 Es así que los factores de riesgo para enfermedad de la arteria coronaria incluyen hábitos modificables relacionados al estilo de vida, tales como tabaquismo, dislipidemia, obesidad, sedentarismo, diabetes, uso abusivo de alcohol y características no modificables, como edad, sexo e historia familiar (Magrini & Martini, 2010).

Por otro lado la obesidad y el sedentarismo ya no son problemas exclusivos del primer mundo. Según un informe de la OMS, cerca de un tercio de los niños del planeta se pasan al menos tres horas al día delante del televisor o del ordenador, redundando en el sedentarismo. Ciertamente es por ello que la reversión de la epidemia mundial de la obesidad y la inactividad física debe ser una alta prioridad (Ramírez et al., 2012).

Se define al sedentarismo, como la falta de actividad física regular definida como: “menos de 30 minutos diarios de ejercicio regular y menos de 3 días a la semana”. Según la O.MS, el 17% de los adultos de la población mundial es físicamente inactivo, causa 1,9 millones de muertes prematuras cada año, y aproximadamente el 22% de cardiopatía isquémica.

Otros estudios muestran que el sedentarismo se relaciona con la inactividad física, este ocupa el cuarto lugar entre los factores de riesgo más importante de mortalidad a nivel mundial con una tasa de 6 por 100.00 habitantes (hab) lo que representa aproximadamente 3,2 millones de muertes cada año por esta causa (Honda, Chen, Kishimoto, Narazaki, & Kumagai, 2014).

En cuanto al sedentarismo, otros estudios refieren que la actividad física disminuye la incidencia de HAS en individuos pre hipertensos y la mortalidad, además de disminuir los riesgos de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Las actividades físicas reducen la mortalidad por problemas cardiovasculares, independientemente de la presión arterial y de otros factores de riesgo, existiendo fuertes evidencias de que la actividad física disminuye la presión sanguínea, prediciendo un envejecimiento saludable (Magrini & Martini, 2010).

 Es así que la OMS en el 2010 da recomendaciones mundiales sobre la actividad física, con el fin de mejorar las funciones cardiorrespiratorias y musculares y la salud ósea y de reducir el riesgo, recomienda que: Los adultos de 18 a 64 años deberían acumular un mínimo de 150 minutos semanales de actividad física aeróbica moderada, o bien 75 minutos de actividad física aeróbica vigorosa cada semana, o bien una combinación equivalente de actividades moderadas y vigorosas. Que la actividad aeróbica se practicará en sesiones de 10 minutos de duración, como mínimo. Que, a fin de obtener aún mayores beneficios para la salud, los adultos de este grupo de edades aumenten hasta 300 minutos por semana la práctica de actividad física moderada aeróbica, o bien hasta 150 minutos semanales de actividad física intensa aeróbica, o una combinación equivalente de actividad moderada y vigorosa. Y por último se realicen dos veces o más por semana, realicen actividades de fortalecimiento de los grandes grupos musculares (World Health Organization, 2010).

En otros estudios refieren que la relación entre el nivel de actividad física y el riesgo de desarrollar una enfermedad coronaria ha sido el aspecto más estudiado por la comunidad científica, pero hay otros estudios que sugieren que la actividad física puede contribuir al control y a la prevención de otros muchos procesos y enfermedades. Es asi que destacan su importancia la hipertensión arterial, la osteoporosis, la diabetes mellitus y algún tipo de neoplasia. Por otro lado, el ejercicio físico regular produce efectos beneficiosos sobre las articulaciones, el mantenimiento del peso óptimo, el estreñimiento, así como efectos psicológicos positivos para la salud y el bienestar de la población (Carmona, Romero, Un, Teran, & Tehan, 1995).

En otro estudio refieren sobre el control de los factores relacionados al estilo de vida, comprendidos como dieta y actividad física, es fundamental en la prevención de eventos cardiovasculares (Paula et al., 2013).

Otros estudios prueban los grandes beneficios que puede proporcionar al paciente hipertenso la práctica sistemática de ejercicios físicos, se señalan como beneficios más importantes: Mejoría funcional, mejoría psicológica, mejoría en la calidad de vida, disminución en las complicaciones, evolución más larga de la enfermedad, disminución del riesgo cardiovascular. Tomando en consideración que es sumamente beneficiosos en el control de la hipertensión arterial los cambios de estilo de vida incluyendo la actividad física sistemática (García Delgado, Pérez Coronel, Chí Arcia, Martínez Torrez, & Pedroso Morales, 2008).

Diferentes estudios refieren que el ejercicio aeróbico tiene un efecto favorable sobre la reducción de la PA y debe ser el principal modelo de actividad para prevenir y controlar la hipertensión arterial (HTA), tanto sistólica como diastólica (Soto et al., 2015).

Por tanto al paciente hipertenso se le debe orientar y motivar a realizar ejercicio físico para que mejore su presión arterial y disminuya sus factores de riesgo coronario (C. V. Alvarez & Claros, 2016).

La hipertensión arterial (HTA) se la considera el primer factor de riesgo de mortalidad y el tercero más importante como contribuyente a la discapacidad en todo el mundo, por cuanto tiene una alta prevalencia (afecta al 20% de la población adulta mundial) y por su relación con las enfermedades cardiovasculares (ECV) (En et al., 2011).

Tal es el caso que se suele minimizar la participación de la hipertensión arterial (HTA) en el daño vascular que conlleva muerte, si la misma no es tratada adecuadamente, el 50 % puede fallecer de cardiopatía, el 33 % de apoplejía y del 10 al 15 % de insuficiencia renal (Alonso Remedios et al., 2014).

Por tanto, existen factores que influyen para que los adultos ignoren los peligros de la enfermedad, como es el factor educativo, lo que incide en la alimentación y en el efecto que se produce en los diferentes sistemas y aparatos, y estaría relacionado con la actitud que asumen hacia su autocuidado (Emma, Emma, María, Gabriela, & Delia, 2014).

Se postula que el ejercicio reduce la presión arterial sistólica al igual que la diastólica y que, por lo tanto, es capaz de revertir los estados de hipertensión arterial (HTA) leves y moderados sin utilizar ninguna clase de medicamentos, aunque sí acompañándolo de una ingesta más favorable de alimentos(Martínez, 2000).