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Alimentación, nutrición y autismo. Revisión bibliográfica

Alimentación, nutrición y autismo. Revisión bibliográfica

Autora principal: Tania Lorenzo González

Vol. XX; nº 23; 1078

Food, nutrition, and autism. Literature review.

Fecha de recepción: 22 de octubre de 2025

Fecha de aceptación: 21 de noviembre de 2025

Fecha de publicación: 2 de diciembre de 2025

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 23 – Primera quincena de Diciembre de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 23; 1078 – DOI: https://doi.org/10.64396/20-1078Cómo citar este artículo

Autores:

Tania Lorenzo González. Dietista – Nutricionista. Sergas (Galicia). Área Sanitaria de A Coruña.

Resumen

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición del neurodesarrollo caracterizada por alteraciones en la comunicación social, comportamientos repetitivos y una marcada sensibilidad sensorial. En los últimos años, la alimentación y la nutrición han cobrado relevancia como componentes esenciales en el abordaje integral de las personas con TEA, debido a su influencia en la salud física, conductual y cognitiva.

Diversas investigaciones han identificado una alta prevalencia de selectividad alimentaria en esta población, lo que puede generar desequilibros nutricionales y deficiencias de micronutrientes como hierro, calcio, vitamina D, zinc y vitaminas del grupo B.

Paralelamente, se ha propuesto una posible relación entre las alteraciones de la microbiota intestinal y la manifestación de síntomas gastrointestinales y conductuales.

En este contexto, se han estudiado diferentes intervenciones nutricionales, entre ellas las dieta sin gluten ni caseína, la suplementación con ácidos grasos omega – 3 y el uso de probióticos. Sin embargo, los resultados siguen siendo heterogéneos y no permiten establecer recomendaciones nutricionales universales.

En conclusión, la evidencia actual sugiere que una alimentación equilibrada y personalizada, puede contribuir al bienestar general de las personas con TEA, aunque se requieren más investigaciones que sustenten dichas intervenciones con base científica sólida.

Palabras clave

alimentación, autismo, selectividad alimentaria, microbiota intestinal, trastorno del espectro autista, hipersensibilidad.

Abstract:

Autism Spectrum Disorder (ASD) is a neurodevelopmental condition characterized by impairments in social communication, repetitive behaviors, and marked sensory sensitivity. In recent years, diet and nutrition have gained relevance as essential components in the comprehensive approach to the care of individuals with ASD, due to their influence on physical, behavioral, and cognitive health.

Various studies have identified a high prevalence of dietary selectivity in this population, which can lead to nutritional imbalances and deficiencies in micronutrients such as iron, calcium, vitamin D, zinc, and B vitamins.

At the same time, a possible relationship between alterations in the gut microbiota and the manifestation of gastrointestinal and behavioral symptoms has been proposed.

In this context, various nutritional interventions have been studied, including gluten- and casein-free diets, omega-3 fatty acid supplementation, and the use of probiotics. However, the results remain heterogeneous and do not allow for the establishment of universal nutritional recommendations. In conclusion, current evidence suggests that a balanced and personalized diet can contribute to the overall well-being of individuals with ASD, although further research is needed to support such interventions with a solid scientific basis.

Keywords:

nutrition, autism, food selectivity, gut microbiota, autism spectrum disorder, hypersensitivity.

1. INTRODUCCIÓN

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es un afección que hace referencia a un conjunto amplio de condiciones que afectan al neurodesarrollo del cerebro influyendo en la forma en que las personas ven a los demás y socializan con ellos, provocando dificultades en la comunicación social, patrones de comportamiento repetitivos y alteraciones sensoriales que pueden influir significativamente en la vida diaria de quienes lo padecen. Incluye además, afecciones que alguna vez se consideraron separadas: el autismo, el síndrome de Asperger, el trastorno desintegrativo infantil y una forma de trastorno del desarrollo generalizado que no está especificado.

En las últimas décadas, la prevalencia de TEA ha aumentado de forma significativa, lo que ha impulsado el interés científico por comprender los factores biológicos, ambientales y nutricionales que pueden influir en su desarrollo y manejo.

Este trastorno suele manifestarse desde la primera infancia. A medida que la persona crecer, puede experimentar dificultades para desenvolverse en distintos ámbitos de la vida cotidiana, como las relaciones sociales, los estudios o el trabajo.

En muchos casos, los niños presentan signos de autismo durante su primer año de vida (mantener menos contacto visual, no responder a sus nombres o no mostrar interés por sus cuidadores). Sin embargo, algunos pueden desarrollarse de manera típica al principio, y, entre los 18 y 24 meses, comenzar a perder ciertas habilidades o mostrar señales características del trastorno (mostrarse más retraídos o agresivos, o que pierdan habilidades lingüísticas que tenían antes). Los síntomas más evidentes, suelen apreciarse entre los 2 y los 3 años.

Aunque actualmente el trastorno del espectro autista no tiene cura, la intervención temprana, especialmente durante los años preescolares puede tener un impacto muy positivo en el desarrollo y la calidad de vida de los niños con esta condición. Su diagnóstico, en ocasiones, se realiza por primera vez en la edad adulta, aunque los síntomas estuvieran presentes durante la infancia.

Síntomas

Las personas con TEA pueden experimentar dificultades en la socialización y en la forma de comunicarse con los demás. Los síntomas pueden variar de una persona a otra, pero suelen incluir una combinación de las siguientes características:

En ocasiones, no responden cuando se les llama por su nombre, o parece que no escuchan.

En la mayoría de casos no disfrutan del contacto físico, como abrazos, que los carguen, y suelen preferir jugar solos o permanecer en su mundo.

Generalmente mantienen poco contacto visual, y muestran escasa expresión facial.

Presentan retraso en el desarrollo del habla o incluso pueden perder habilidades de comunicación que antes si tenían.

Les resulta complicado iniciar o mantener una conversación, salvo para pedir algo, o señalar objetos.

Pueden hablar con un tono poco común, o utilizar una voz muy monótona, cantarina o robótica.

Repiten palabras o frases (ecolalia), pero sin comprender de forma completa su uso.

A veces no entienden preguntas sencillas, o instrucciones que aparentemente son básicas.

Muestran poca expresión emocional o empatía, y pueden no percibir cómo se sienten los demás.

Pueden ser pasivos, agresivos, o mostrar conductas disruptivas en la interacción social.

Les cuesta interpretar el lenguaje corporal o los cambios en el tono de voz de los demás, y pueden adoptar posturas o expresiones poco comunes en la respuesta.

Factores de riesgo

El número de niños/as diagnosticados con trastorno del espectro autista ha aumentado en los últimos años. No está completamente claro si este incremento se debe a una mejora en los métodos de diagnóstico o a un aumento real en el número de casos, aunque es probable que ambos factores influyen. Los principales factores de riesgo incluyen:

El sexo del niño. Los varones tiene aproximadamente 4 veces más probabilidades de recibir un diagnóstico de TEA que las niñas. Aunque estos suelen presentar el trastorno con mayor frecuencia, se considera que muchas niñas con autismo pasan desapercibidas debido a que su expresión de esta condición suele ser más sutil.

Antecedentes familiares. Las familias que ya tienen un hijo con TEA presentan un mayor riesgo de tener otro hijo con la misma condición. En algunos casos, el padre, la madre o los familiares del niño con TEA, puede presentar algunas pequeñas alteraciones en sus habilidades sociales o de comunicación.

Otras condiciones médicas. Algunos trastornos genéticos o médicos (síndrome del cromosoma X frágil, la esclerosis tuberculosa, síndrome de Rett…) se asocian con mayor riesgo de TEA.

Nacimiento prematuro o bajo peso al nacer. Los bebés nacidos antes de la semana 26 de gestación, pueden tener un mayor riesgo de desarrollar TEA.

Exposición prenatal a sustancias. La exposición a ciertos medicamentos (como el ácido valproico, para la epilepsia, o algunos antidepresivos), pesticidas o contaminación del aire durante el embarazo, puede aumentar el riesgo de TEA en el niño.

Edad de los progenitores. Algunos estudios sugieren una posible relación entre la edad avanzada de los padres y un mayor riesgo de TEA en los hijos, aunque se necesita mas investigación para confirmar esta asociación.

Entre los múltiples factores que inciden el la salud de las personas con TEA, la alimentación y la nutrición, ocupan un papel de especial relevancia. Diversas investigaciones han evidenciado que muchas personas con autismo presentan conductas alimentarias restrictivas, problemas sensoriales relacionados con la alimentación y alteraciones gastrointestinales.

Numerosos estudios han estudiado la posible relación entre la microbiota intestinal y los síntomas del autismo, planteando la hipótesis de que los desequilibros de la flora intestinal podrían influir en la sintomatología comportamental y emocional de las personas con TEA.

Si embargo, los resultados obtenidos hasta el momento son diversos y, en ocasiones, contradictorios, lo que dificulta establecer pautas alimentarias universales para este grupo de pacientes.

En lo que respecta a la alimentación y la nutrición, las personas con autismo pueden presentar diferentes desafíos que requieren un abordaje muy individualizado, con el fin de garantizar un adecuado estado nutricional y una mejor calidad de vida.

Todos estos factores, combinados, pueden afectar la adherencia a un patrón de alimentación saludable, por lo que resulta esencial un acompañamiento profesional.

Para mantener una buena salud integral, es fundamental atender de manera variada y equilibrada la alimentación, la actividad física, la higiene y el sueño. Seguir pautas de alimentación saludable tiene un impacto positivo en la salud de las personas con autismo, al igual que en cualquier otro paciente. Existen múltiples recursos y estrategias que nos puede ayudar a conocer las distintas opciones dietéticas y a adoptar hábitos alimentarios adecuados.

Las principales recomendaciones incluyen:

Dieta Mediterránea. Tomar esta dieta como referencia de patrón alimentario saludable, variado y sostenible.

Consumir de forma diaria una amplia variedad de alimentos frescos, principalmente de origen vegetal: frutas, verduras y hortalizas, así como, cereales integrales y sus derivados, legumbres, frutos secos y aceite de oliva.

Incorporar semanalmente alimentos ricos en proteínas de alta calidad, como pescados, mariscos, carnes blancas magras, lácteos bajos en grasa y huevos, ajustando en todo caso las frecuencias de consumo de y las cantidades en función de las necesidades individuales.

Limitar el consumo de carnes rojas y procesadas (embutidos, fiambres..), así como de productos ultraprocesados, ricos en grasas saturadas, sal, azúcares añadidos, edulcorantes y aditivos innecesarios (dulces, bollería, comida rápida, bebidas y lácteos azucarados…)

Adaptar el reparto de comidas a las necesidades nutricionales y a los hábitos alimentarios de la persona con autismo y su familiar.

Mantener una adecuada hidratación, priorizando el consumo de agua como bebida principal.

Fomentar el disfrute del momento de la comida, como una experiencia social y educativa que favorezca el desarrollo de hábitos saludables y de convivencia.

Los hábitos alimentarios, al igual que otros aspectos relacionados con la higiene, el sueño y el descanso, o la actividad física, se adquieren desde edades muy tempranas. Por ello, es fundamental fomentar rutinas saludables desde la infancia y crear entornos que promuevan prácticas alimentarias adecuadas en el hogar, donde los miembros de la familiar actúen como modelos de referencia.

El rechazo sistemática de determinados alimentos nutritivos – como frutas, hortalizas y verduras, lácteos o proteínas – . o de ciertas características sensoriales (textura, sabor, olor o apariencia), puede representar un desafío importante para garantizar una ingesta suficiente de energía y nutrientes. Además, este tipo de conductas puede aumentar el estrés de las familias y cuidadores, especialmente cuando se combina con una posible sobre – respuesta sensorial, frecuente en la infancia.

En este contexto, algunas recomendaciones para mejorar los hábitos alimentarios de las personas con trastorno del espectro autista son las siguientes:

Establecer unas rutinas definidas respecto a los horarios, lugares y estructura de las comidas.

Facilitar el acceso a una amplia variedad de alimentos saludables

Introducir progresivamente nuevos alimentos exponiendo de forma gradual, aquellos que inicialmente se rechazan.

Ofrecer alternativas nutricionalmente equivalentes a los alimentos rechazados.

Experimentar con diferentes texturas, temperaturas, presentaciones y formas de cocinar, especialmente en el caso de los alimentos inicialmente rechazados.

Brindar información adaptada sobre la importancia de una alimentación equilibrada y saludable.

Involucrar a las personas con autismo en las actividades relacionadas con la alimentación, como la compra, cocinar, poner la mesa o elegir el menú.

Contar con los apoyos personalizados para fomentar la autonomía en aspectos como la elección de alimentos, la planificación de comidas, la gestión del dinero o la seguridad en la cocina.

Promover una alimentación saludable equilibrada.

Consultar con profesionales de la salud, especialmente dietistas – nutricionistas, para adaptar el plan de alimentación según las necesidades nutricionales y sensoriales individuales.

Asegurar el apoyo necesario en los centros educativos para fomentar hábitos alimentarios saludables y sostenibles.

2. OBJETIVOS

El presente trabajo tiene como objetivo analizar la evidencia científica disponible sobre la relación entre la alimentación, la nutrición y el Trastorno del Espectro Autista, con el propósito de destacar los principales hallazgos, reconocer las limitaciones existentes y proponer posibles líneas de investigación futuras en este campo, que contribuyan a un abordaje nutricional más efectivo y personalizado.

3. METODOLOGÍA

Para la realización de este trabajo, se ha llevado a cabo una investigación consistente en una revisión bibliográfica, búsqueda y análisis de diferentes artículos. Para ello se emplearon las bases de datos más conocidas (Pubmed, Scielo, Elservier, Medline y Google Académico). Se revisaron para el estudio publicaciones en varios idiomas (español e inglés), siendo un motivo excluyente la fecha de publicación.

Las palabras clave que se han utilizado para la revisión fueron: alimentación, autismo, selectividad alimentaria, microbiota intestinal, trastorno del espectro autista, hipersensibilidad.

4. RESULTADOS Y CONCLUSIÓN

Esta revisión bibliográfica nos lleva a concluir que los hábitos alimentarios en personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) se ven influenciados por múltiples factores biológicos, sensoriales, conductuales y familiares. Cabe destacar que, las alteraciones sensoriales, así como la selectividad alimentaria y las rutinas rígidas son factores que pueden comprometer la variedad y la calidad de la dieta, afectando en tener un aporte adecuado de nutrientes esenciales.

Cabe destacar la importancia de contar con un entorno familiar y educativo estable, que ayude en la promoción de conductas alimentarias saludables desde las primeras etapas del desarrollo. Además, el acompañamiento de los profesionales de la salud especializados (especialmente de diestistas – nutricionistas, terapeutas ocupacionales y psicólogos), resulta determinante para adaptar las estrategias nutricionales y diseñar pautas individuales para cada paciente, considerando tanto aspectos nutricionales, sensoriales y conductuales.

En general, las evidencias revisadas subrayan la necesidad de una intervención multidisciplinar que ayude a fomentar la aceptación gradual de nuevos alimentos, la diversificación de la dieta y el fortalecimiento de la autonomía alimentaria.

Finalmente, es imprescindible reconocer la importancia de seguir profundizando y apoyando la investigación científica sobre este tema, con el fin de desarrollar programas de intervención más efectivos

5. BIBLIOGRAFÍA

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  2. Novedades en la relación autismo y microbioma | Fundación ConecTEA
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Declaración de buenas prácticas:

Los autores de este manuscrito declaran que:
Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses.
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.

Citación (Vancouver):
Lorenzo González, T. Alimentación, nutrición y autismo. Revisión bibliográfica. Revista Electrónica de PortalesMedicos.com [Internet]. 2025 [citado 2 Dic 2025]; XX(23):1078. Disponible en: https://doi.org/10.64396/20-1078