destacar sus numerosas ventajas, la reducción en la diversidad inapropiada de la práctica clínica, propiciando una atención más justa y equitativa a nuestros pacientes y la unificación en los criterios de actuación que nos sirven de punto de partida para una evaluación de la calidad del proceso asistencial.
Barba Cañete en su artículo “Plan de Cuidados para Pacientes que van a ser Intervenidos Quirúrgicamente” (2006) expone un plan de cuidados que contempla la atención integral a los pacientes que van a ser sometidos a una intervención quirúrgica, como algo positivo, tanto para el paciente como para los profesionales de Enfermería, después de llevarlo a la práctica. (7)
II.- ANTECEDENTES Y ESTADO ACTUAL DEL TEMA.
Según Díez-Álvarez & cols. las intervenciones quirúrgicas provocan en los pacientes y la familia una gran carga de ansiedad y temor debido a factores como el temor a la muerte, al dolor, a los posibles resultados de la intervención, el tiempo de espera y el sometimiento a técnicas.(8)
La recuperación del paciente operado depende de tres factores: el estado de su organismo antes de la intervención, la complejidad de la intervención, y por último su estado psicológico antes de la operación. Diversos estudios han señalado que la ansiedad preoperatoria puede afectar a diversos indicadores de recuperación como el dolor, la necesidad de analgesia y sedantes, la adaptación psicológica, la duración de la estancia hospitalaria, las complicaciones y la estabilidad de las constantes vitales.
Muestra de ello son por ejemplo, “Ansiedad y Cirugía. Un estudio con pacientes oftalmológicos” realizado por López Roig & cols. (1990) plantea que los resultados expuestos son útiles para la planificación de intervenciones específicas dirigidas a reducir los niveles de preocupación y ansiedad de los pacientes quirúrgicos.(9)
Otro estudio de Pérez Díaz & cols. (1997) titulado “Influencia de la ansiedad prequirúrgica en la evolución de la cirugía de las varices”, expone que la ansiedad prequirúrgica se encuentra entre las variables que predicen el consumo de fármacos, las complicaciones pre-quirúrgicas y el dolor posoperatorio; y cuyos resultados ponen de manifiesto la importancia de realizar una adecuada preparación psicológica para la cirugía, incluso en aquellos tipos de intervenciones quirúrgicas consideradas sencillas y de poco riesgo.(10)
Los pacientes quirúrgicos están en una situación psicológica peligrosa… todos experimentan tensión, aprensión, estrés, temor, etc. Se producen padecimientos psicosomáticos como resultado de la combinación de los factores fisiológicos y emocionales que pueden producir cambios estructurales, de lo anterior se puede interpretar que los factores psicológicos, alteran al paciente afectándolo en la fase prequirúrgica, manifestando temor, angustia, susceptibilidad, provocando a su vez reacciones psicosomáticas graves como hipertensión arterial, arritmias cardiacas, otros; que bien pudieran disminuirse con la participación eficaz y eficiente del equipo de salud en la fase prequirúrgica, especialmente del profesional de Enfermería.
Lancaster (1997) señala, que el papel de la enfermera de quirófano es «comunicar, comunicar, comunicar». La educación comienza desde el instante en que el paciente entra por la puerta. A partir de ese momento la enfermera puede comunicar e impartir educación informal simultáneamente. Con la información se pueden aclarar dudas, creencias erróneas, temores a lo desconocido, etc. Al verbalizar sus emociones y dudas respecto al procedimiento, se podrá mejorar la compresión y minimizar el estrés.(11)
Se han llevado a cabo numerosos estudios que, demuestran que a través de una formación, preparación y anticipación a todo lo que rodea el momento quirúrgico, si es posible un cierto control de esa ansiedad, con el objetivo de reducir sus niveles al mínimo, de manera que no influyan negativamente sobre el proceso quirúrgico; todo ello siempre basado en una perspectiva biopsicosocial (enfoque integral) encaminada a la mejora asistencial del paciente.
Un ejemplo muy significativo es el trabajo llevado a cabo por Ruiz-López E. & cols. sobre “Ansiedad preoperatoria en el Hospital General de México”(1995-1996) en el cual a través de un estudio descriptivo, transversal, prospectivo y observacional llevado a cabo con una muestra de 500 pacientes y sirviéndose de una encuesta para evaluar la ansiedad llegaron a la conclusión de que el equipo multidisciplinario debe ofrecer orientación e información suficiente al paciente; siendo la consulta preanestésica un elemento clave para disminuir la incidencia de la ansiedad preoperatoria, para ofrecer un servicio con calidad en la práctica médica.(12)
Otro ejemplo es el trabajo realizado por Moix, J. en 1998 titulado “Disminución de la ansiedad como factor de mejora de la calidad asistencial en pacientes quirúrgicos” en el cual se exponen los resultados de distintos estudios que demuestran empíricamente formas eficaces para reducir la ansiedad y así mejorar la calidad asistencial del paciente quirúrgico.(13)
Es conocida por tanto la importancia de la información preoperatoria como variable significativa en la reducción de la ansiedad del paciente quirúrgico. Numerosos estudios analizan los efectos de intervenciones específicas, como puede ser la visita preoperatoria o prequirúrgica, sobre la ansiedad del paciente quirúrgico, una síntesis de los cuales puede encontrarse en la revisión sistemática coordinada por Gálvez Toro (2006). (14)
En resumen, la finalidad de la preparación psicológica del paciente, previa a la cirugía es alcanzar el mejor estado emocional posible para operarlo. El gran papel del profesional de Enfermería en el tratamiento del paciente quirúrgico es aliviar sus temores. La información preoperatoria permite al paciente entrar fácilmente y desarrollar expectativas y mecanismos de afrontamiento realistas. El personal de Enfermería puede proporcionar apoyo para aumentar la sensación de control del paciente sobre su propio destino.
En cuanto a los antecedentes de la psicoprofilaxis, debemos mencionar su inicio en el campo de la obstetricia; a principios del siglo XX empezaron las primeras experiencias en búsqueda del alivio del dolor durante el parto, tal como lo describió en 1914, el médico Grantly Dick Read, cuyas observaciones motivaron por obra de la causalidad, sus primeras investigaciones que dieron inicio a la explicación científica de la Psicoprofilaxis.(15)
Pero fue más tarde cuando esta herramienta se aplico al terreno quirúrgico, concretamente a la cirugía pediátrica, en la década de los 60 en la Argentina. Siendo los pioneros Mª Inés Egozcue, Arminda Aberasturi, Florinda Glocer, María Rosa Glasserman y María Mucci.
“El niño pensado en clave sexual” por Ana Bloj (2006), es un artículo que aborda la obra de Elizabeth Garma, psicoanalista miembro de la APA (Asociación Psicoanalítica Argentina). Recoge su iniciación en la psicoprofilaxis quirúrgica, en el año 1955, a partir de que dos colegas suyos le realizaron consultas, ya que debían someter a sus hijos a cirugías complejas. Ambos casos tuvieron