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Ansiedad y depresión durante el embarazo en pacientes que acuden a una consulta de perinatología y medicina materno fetal

Ansiedad y depresión durante el embarazo en pacientes que acuden a una consulta de perinatología y medicina materno fetal

Autora principal: Angibet Castejón Aguilar

Vol. XIX; nº 18; 836

Anxiety and depression during pregnancy in patients who attend a perinatology and maternal-fetal medicine consultation

Fecha de recepción: 17/08/2024

Fecha de aceptación: 21/09/2024

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XIX. Número 18 Segunda quincena de Septiembre de 2024 – Página inicial: Vol. XIX; nº 18; 836

Autores:

Angibet Castejón Aguilar1, Belkis Colmenares Escalona1,2, Luis Donquiz Sandoval3, Coromoto Marrero Chávez1,2, Mardorys Díaz Salazar1,2, Karla López Vargas4, Carla Colombo Silvestre2

Sitio de adscripción:

  1. Hospital Materno Infantil “Dr. José María Vargas”. Valencia, Venezuela
  2. Universidad de Carabobo. Valencia, Venezuela.
  3. Centro Psicoeducativo de la Luz. Yaracal, Venezuela.
  4. Policlínica El Mirador. Madrid, España

RESUMEN

El objetivo general: detectar la ansiedad y depresión durante el embarazo en pacientes de una consulta de perinatología y medicina materno fetal durante abril-septiembre 2023. Estudio: no experimental, transversal, observacional, descriptivo y correlacional. Muestra: no probabilística 100 embarazadas. Instrumento de recolección la entrevista sociodemográfica Graffar, Test Inventario de Beck y Escala para ansiedad de Hamilton. Análisis: estadística descriptiva, prueba Kruskal-Wallis y coeficiente Rho Spearman. Resultados: prevalencia de ansiedad 46 %, 59% depresión. Correlación positiva ansiedad y depresión (p<0,05). Asociación de factores socioepidemiológicos/obstétricos con diferencia significativa en edad (p=0,000), mayor depresión en adolescentes y solteras (p=0,014). Mayor ansiedad/depresión en gestantes Graffar III (p=0,014), mayor depresión Graffar IV y solteras. Mayor depresión con poco nivel educativo (p=0,005). Mayor ansiedad/depresión durante segundo y tercer trimestre (p=0,019). Sin influencia el número de gestaciones (p=0,156). Conclusión: se estimó prevalencia alta de ansiedad/depresión. Importante comorbilidad entre ellas y asociación de factores socioepidemiológicos/obstétricos en el desarrollo de estas afecciones.

Palabras clave: Embarazo, depresión, ansiedad, Beck, Hamilton.

SUMMARY

The general objective: to detect anxiety and depression during pregnancy in patients in a perinatology and maternal-fetal medicine clinic during April-September 2023. Study: non-experimental, cross-sectional, observational, descriptive and correlational. Sample: non-probabilistic 100 pregnant women. Collection instrument: Graffar sociodemographic interview, Beck Inventory Test and Hamilton Anxiety Scale. Analysis: descriptive statistics, Kruskal-Wallis test and Rho Spearman coefficient. Results: prevalence of anxiety 46%, 59% depression. Positive correlation between anxiety and depression (p<0.05). Association of socioepidemiological/obstetric factors with significant difference in age (p=0.000), greater depression in adolescents and single women (p=0.014). Greater anxiety/depression in pregnant women Graffar III (p=0.014), greater depression Graffar IV and single women. Greater depression with low educational level (p=0.005). Greater anxiety/depression during the second and third trimester (p=0.019). The number of pregnancies had no influence (p=0.156). Conclusion: high prevalence of anxiety/depression was estimated. Important comorbidity between them and association of socioepidemiological/obstetric factors in the development of these conditions.

Keywords: Pregnancy, depression, anxiety, Beck, Hamilton.

Declaración de los autores

Los autores de este manuscrito declaran que todos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses.

La investigación se ha realizado siguiendo las pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El manuscrito es original y no contiene plagio.

El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.

Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.

Han preservado las identidades de los pacientes.

INTRODUCCION

El término de salud mental es un concepto complejo para la cual no hay una única definición global. Pero de manera general es posible definirla como el estado de bienestar subjetivo en el que la persona es capaz de hacer frente a las demandas psicosociales, es consciente de sus capacidades y puede gracias a ellas adaptarse e integrarse de manera efectiva en el mundo que le rodea1.

Hay una serie de factores individuales, familiares, ambientales y estructurales que, en conjunto, protegen o socavan la salud mental. Aunque la mayoría de las personas son resilientes, las que están expuestas a circunstancias adversas, como la pobreza, la violencia, las discapacidades y las desigualdades, corren más riesgo de tener problemas de salud mental2.

Un trastorno en la salud mental se caracteriza por una alteración clínicamente significativa de la cognición, la regulación de las emociones o el comportamiento de un individuo. Por lo general, va asociado a angustia o a discapacidad funcional en otras áreas importantes3.

En todos los países, los trastornos mentales son muy frecuentes y aproximadamente para el 2019 una de cada ocho personas en el mundo padecía de algún trastorno mental (970 millones de personas)3,4. Los trastornos de ansiedad y los trastornos depresivos son los más comunes5,6 y se reporta que durante el 2020 aumentaron debido a la pandemia de COVID-19, con estimaciones iniciales que muestrearon aumento del 26% y 28% de la ansiedad y los trastornos depresivos7,8. Estas dos entidades pueden llevar a años perdidos por discapacidad; contribuyendo a gastos económicos al país, así como, alterar de la calidad de vida tanto del paciente como para la familia.

De estas estadísticas no escapa la mujer durante el embrazo y post parto. Reportándose que aproximadamente una de cada cinco mujeres desarrollará una afección de salud mental durante este periodo, encontrándose que la ansiedad y la depresión constituyen los problemas mentales más frecuentes, afectando a cerca de 10 a 15 de cada 100 mujeres embarazadas. Por lo tanto, la mayoría de los profesionales de atención obstétrica pueden esperar encontrar condiciones de salud mental perinatal durante la atención clínica obstétrica9,10.

Debido a las estadísticas, la ACOG (Colegio Americano de Obstetricia y Ginecología) realizó una revisión sobre la comprensión actual de las condiciones de salud mental en el embarazo y el posparto, con un enfoque en los trastornos del estado de ánimo y de ansiedad, y delinear pautas para la detección y el diagnóstico que sean consistentes con la mejor evidencia científica disponible. Las condiciones o síntomas revisados incluyeron depresión, ansiedad y trastornos relacionados con la ansiedad, trastorno bipolar, tendencias suicidas y psicosis posparto10.

Las condiciones de salud mental perinatales incluyen afecciones de salud mental que ocurren durante el embarazo o en los primeros 12 meses después del parto, independientemente de si su aparición ocurrió antes del embarazo o durante el período perinatal11. Las condiciones antes mencionadas si no son diagnosticadas y adecuadamente tratadas afectan no solamente la salud mental y la calidad de vida de la mujer; también puede verse afectado el interés en asistencia al control prenatal y seguir las recomendaciones indicadas en el mismo para una evolución satisfactoria como la nutrición, evitar hábitos nocivos (tabaco, drogas); así como poder evitar el empeoramiento de patologías preexistentes que aumenten la morbilidad y mortalidad materna-fetal-neonatal.

Por otra parte, las condiciones de salud mental también se asocian con resultados obstétricos, fetales, neonatales e infantiles adversos, como muerte fetal, nacimiento prematuro, restricción del crecimiento fetal, bajo peso al nacer, tamaño pequeño para la edad gestacional, deterioro del vínculo afectivo, desarrollo neurológico infantil adverso y preocupación de salud mental para la descendencia a largo plazo.12-14

Dentro de los factores de riesgo, la etiología y la fisiopatología, que tratan de explicar el por qué la mujer en esta etapa de su vida tiene predisposición al desarrollo o la exacerbación de alguna condición en su salud mental, estas son complejas, multifactoriales y en la mayoría de los casos, no están completamente aclaradas. Se incluyen factores biológicos, psicosociales y ambientales, como son los antecedentes familiares y personales de trastorno de salud mental, la violencia psicológica de pareja o familiar, la falta o disminución del apoyo de la pareja o familia, el desempleo o no sustento económico, resultados perinatales previos adversos, embarazo no planificado, complicaciones médicas, entre otras15-18.

También se plantean los cambios tanto neuronales como estructurales del cerebro. Como son, disminución del contorno cerebral, incremento de la glándula pituitaria, cambio de tamaño ventricular, agrandamiento de la amígdala, aumento en la actividad del giro cingulado-corteza prefrontal–orbitofrontal y del precúneo. A estos cambios se les adjudican la responsabilidad de que se generen ciertos rasgos de desconfianza con las personas y su entorno, cambios emocionales ocasionando estados depresivos y/o ansiosos, que se genere el vínculo entre el feto-madre y la toma de conciencia corporal19.

Los cambios que ocurren en el sistema neuroendocrino, son aumento de cortisol, debido a que se requiere mayor producción de energía y, por otra parte, su descenso genera un desgaste en el cuerpo materno. Como resultado, aumenta la probabilidad de que aparezca ansiedad y depresión, causada por una descompensación fisiológica del cuerpo. La serotonina de producción placentaria al descender postparto puede desencadenar cuadros depresivos y la dopamina, suele elevarse de forma natural debido a los diversos cambios hormonales y puede modificar la conducta, provocando cambios en el control de impulsos20.

Y también se presentan cambios hormonales con modificación significativa en la cognición, como son la oxitócina, que estimula la amígdala e hipotálamo, provocando que la madre se preocupe por el cuidado y desarrollo del hijo21, la progesterona modula receptores de membrana tales como el serotoninérgico, el noradrenérgico y el dopaminérgico, que son los tres neurotransmisores que intervienen en la depresión y en las acciones de los antidepresivos22 y el estrógeno que crea un sistema que comunica estructuras como el hipotálamo e hipocampo, va a modular hasta cierto punto las conductas, emociones y cognición. Es importante señalar que dentro de las redes neuronales se mejorará el aprendizaje, a corto y largo plazo, gracias a la interacción de esta hormona con grupos neuronales del hipocampo e hipotálamo20. Todos estos cambios pueden dar luz a identificar por qué algunas mujeres son más propensas a desarrollar ansiedad y depresión, e incluso, ser un factor desencadenante de otras psicopatologías.

ACOG recomienda que la detección de depresión y ansiedad perinatales se realice en la visita prenatal inicial, más adelante en el embarazo y en las visitas posparto10. Lo que debe iniciar con reconocer los síntomas, buscar apoyo adicional de estar disponible y el seguimiento con profesionales de la salud mental. Así entonces, se debe conocer que las mujeres con depresión usualmente experimentarán algunos de los siguientes síntomas por 2 semanas o más: tristeza persistente, dificultad de concentración, dormir muy poco o demasiado, perdida de interés en actividades que usualmente disfruta, pensamientos recurrentes de muerte/suicida/desesperanza, ansiedad, sentimientos de culpabilidad o inutilidad y cambios en hábitos alimentarios10,16,23.

Por otra parte; la ansiedad, se manifiesta como la anticipación de un daño o desgracia futura vinculada al miedo, que se acompaña de un sentimiento desagradable adjunto de un complejo sistema de respuesta cognitiva, afectiva, fisiológica y conductual asociado con la preparación para los eventos o circunstancias anticipadas percibidas como amenazantes24. Se considera patológica cuando su presentación es irracional, ya sea por un estímulo ausente, o con una intensidad excesiva en relación al estímulo o si la duración es prolongada y recurre sin motivo, interfiriendo con la capacidad de análisis, ocasionando grave disfunción10.

Para sus diagnósticos, se cuentan con múltiples instrumentos de tamizaje como test o pruebas para depresión y ansiedad. Sin embargo, estos no sustituyen a la exploración psicopatológica, pero ayudan a estimar la predisposición o la presencia de algún problema o trastorno psicológico. Los ítems de estas pruebas suelen evaluar la presencia o ausencia de los síntomas característicos de una o más psicopatologías y pueden determinar tanto la presencia de síntomas de malestar psicológico general como la presencia de síntomas de un trastorno psicológico en concreto25. Algunos de las escalas más utilizados son el test de Beck, el cuestionario de ansiedad estado-rasgo (STAI), la escala de Hamilton, la escala de Yasavage y el test de Goldberg entre otros.

Una vez que la gestante es evaluado y diagnosticada con una condición de trastorno de estado del ánimo, se justifica el asesoramiento sobre los síntomas y los enfoques sugeridos para mejorarlos. Es de destacar que los enfoques terapéuticos para la ansiedad y la depresión perinatales son muy similares. Los pacientes deben ser remitidos a recursos de salud conductual, porque la psicoterapia es el tratamiento de primera línea, independientemente de la gravedad de los síntomas11,16.

Por lo antes expuesto y sobre la base de la evidencia científica por las investigaciones reportadas, se puede analizar esta problemática a través de la publicación hecha por Noguerol et al26 en España, cuyo objetivo fue determinar la prevalencia de la ansiedad en el embarazo comparando 3 instrumentos de auto informé. Estudio de cohortes con 223 mujeres evaluadas en diferentes trimestres del embarazo; en cada trimestre, la prevalencia de ansiedad tuvo un rango entre 14,9% y 27,6%. Según el STAI-S y EDS 3A la ansiedad seguiría una forma de “U” invertida y, según la GAD-7, aumentaría del inicio al final del embarazo. Concluyeron que la ansiedad es altamente prevalente en el embarazo, sugiriendo la importancia prestar atención a la salud mental prenatal.

Asimismo, Jairaj C et al27, evaluaron las tasas de prevalencia de depresión durante el embarazo en una muestra poblacional de Irlanda, utilizando la Escala de Depresión Postnatal de Edimburgo (EPDS). Se reclutaron embarazadas durante todas las etapas de la gestación en cinco hospitales de maternidad de toda la República y recopilaron 5000 cuestionarios. También recopilaron información sobre edad de la participante, semana gestacional, gravidez, paridad y nivel de educación. Se reportó 15,8% mujeres con puntuación para depresión y una asociación significativa entre la semana gestacional y las tasas de depresión, con tasas crecientes a medida que avanza el embarazo (p <0,001) y puntuaciones más altas en la EPDS en mujeres con menor nivel educativo (p <0,005). Exponiendo que estos hallazgos proporcionan evidencia confirmatoria indirecta de la necesidad de servicios de salud mental optimizados dentro de los servicios de salud reproductiva.

Del mismo modo, Sheeba B et al28 estudiaron la depresión prenatal y sus factores de riesgo asociados entre embarazadas en Bangalore: un estudio de prevalencia hospitalario. La muestra de 280 pacientes, que se les aplico un cuestionario que incluía la Escala de depresión posnatal de Edimburgo (EPDS) para detectar depresión prenatal. Dieron positivo para depresión prenatal el 35,7% y también se encontró la ansiedad relacionada con el embarazo y una historia reciente de eventos catastróficos. Concluyeron que la alta prevalencia de depresión en el estudio es sugerente de su importancia como problema de salud pública.

De igual manera, Rodríguez P et al29, investigaron la relación entre apoyo social, estrés, ansiedad y depresión durante el embarazo en una población mexicana. La muestra consistió en 227 mujeres que visitaron una clínica privada. Encontraron que el apoyo social percibido, emocional y de confidencia está correlacionado significativamente con los niveles de ansiedad, estrés y depresión. También demostraron correlación positiva entre el nivel educativo y el apoyo emocional percibido; así como diferencia entre los niveles de estrés, ansiedad y apoyo social en mujeres que se encontraban embarazadas por primera vez y aquellas que tuvieron embarazos previos.

Del mismo modo, Silva M et al30 estudiaron el riesgo de depresión durante el embarazo en la atención prenatal de riesgo habitual. El número de participantes fue 201 gestantes, que acudieron a una clínica prenatal, ubicada en una ciudad del interior del Estado de São Paulo, Brasil. La recolección de datos se realizó mediante una página de encuestas en línea, con preguntas sociodemográficas, económicas, obstétricas objetivas y por la escala de riesgo de depresión en el embarazo (ERDEG). El riesgo de depresión fue de 62,2%, predomino en las jóvenes y edad media 26 años. El ingreso familiar promedio 2 salarios mínimos y predominio de mujeres pardas, casadas o con pareja, educación secundaria, desempleo y vivienda ajena. De las variables sociodemográficas, económicas y obstétricas consideradas en este estudio solo la ocupación mostró una asociación significativa con un mayor riesgo de depresión durante el embarazo (p ≤0,05) y el riesgo de depresión fue más frecuente en el primer trimestre. Estos resultados, evidencian considerablemente que, incluso en un embarazo sin riesgos, la mujer puede experimentar riesgo de deterioro en su ajuste psicológico.

A todo esto, Coo et al31 en Chile investigaron la salud mental en madres en el período perinatal, donde 158 mujeres completaron cuestionarios de auto reporte (escala de Edimburgo y escala de ansiedad perinatal) durante el tercer trimestre de gestación, 3ro y 6 meses postparto. De ellas 41,3 % a 44,3% reportaron síntomas de ansiedad severa, así como 46,9% a las 10-12 semanas postparto y 41,3% a los 6 meses postparto. Así como también 13,9% a 20,9% de síntomas de depresión elevada durante la gestación. De estas mujeres 13,6% se encontraban bajo tratamiento al momento de la evaluación. Al tercero y sexto mes postparto 16,5% y 20,9% reportaron síntomas elevados, respectivamente.

De la misma manera en Perú, Salgado C et al32, investigaron en 153 pacientes el nivel de ansiedad según el trimestre del embarazo y se les aplicó la escala de detección de ansiedad perinatal (PASS). Se encontró ansiedad prenatal en 69,9%; ansiedad leve 45,8% y ansiedad moderada-severa 24,2%. La puntuación de ansiedad global mostró un comportamiento diferente según el trimestre de gestación (ANOVA: p = 0,006), con predominio de mayor ansiedad en el primer trimestre seguido del tercero. La comparación por parejas solo mostró diferencias significativas en la puntuación de ansiedad entre el primer y el tercer trimestre (test de Tukey: p › 0.05).

Monterrosa A et al33, en su estudio titulado, factores psicosociales y obstétricos asociados con depresión, ansiedad o estrés psicológico en embarazadas residentes en el caribe colombiano. Reunieron 509 embarazadas y se les aplico el test de depresión, ansiedad y estrés (DASS-21). Encontrando una mediana de 26 años, el 18% informó sentirse triste y deprimida en grado considerable a muy deprimida, en algún momento del embarazo. El 34% le resultó difícil tomar la iniciativa para realizar actividades y el 15% sintió temblor en las manos. La ansiedad severa-extremadamente severa fue tres veces más frecuente que la depresión o el estrés psicológico.

En Venezuela, existen pocos estudios enfocados a las condiciones de salud mental perinatales a pesar de las investigaciones internacionales y recomendaciones para alcanzar los ODS (objetivos de desarrollo sostenible) para el 2030.

Se puede mencionar la investigación llevada por Díaz M et al27 sobre depresión y ansiedad en embarazadas, donde se contó con una muestra de 236 embarazadas sin diagnóstico de depresión, ansiedad o enfermedad psiquiátrica previa. Se les aplicó el test de Hamilton para depresión y ansiedad. Encontrando que 56,4% de las gestantes pertenecían al estrato socioeconómico IV, 81% tenían una relación de pareja estable y 54,2% embarazo deseado, de las cuales 67,3% tuvo algún nivel de ansiedad y 66,1% algún nivel de depresión. Las embarazadas con pareja inestable presentaron 8,5 veces mayor riesgo de ansiedad y 6,5 veces mayor de depresión, con respecto a las que tienen pareja estable. Las gestantes con embarazo no deseado, el riesgo de presentar ansiedad fue 1,63 veces mayor que las que querían su gravidez y para la depresión el riesgo fue 1,66 veces mayor, sin embargo, este hallazgo no fue estadísticamente significativo.

Con todas estas referencias, es notoria la importancia de detectar las enfermedades perinatales de salud mental, ya que algunos síntomas propios del embrazo, así como la preocupación que el embarazo este y salga bien, pueden ser similares a los relacionados con dichas patologías. Lo que puede hacer que estos estados pasen inadvertidos y se ignore que la valoración de la madre debe ser integral; donde se incluya el estudio y control de la esfera psicológica durante toda la gestación. Esto permitiría garantizar la evolución favorable y satisfactoria del embrazo y de estas noxas, siguiendo las recomendaciones de la ACOG.

Por tal razón se estableció como objetivo general: detectar la ansiedad y depresión durante el embarazo en pacientes de una consulta de perinatología y medicina materno fetal. Y como Objetivos específicos: caracterizar socioepidemiológica y obstétrica a las gestantes; valorar según el test de Hamilton el grado de ansiedad y según el test de Beck el nivel de depresión, establecer la relación entre el grado de ansiedad y el nivel de depresión y determinar la asociación de los factores socioepidemiológicos/obstétricos con la presencia de ansiedad y depresión.

MATERIALES Y MÉTODOS

Se trata de un estudio no experimental, observacional, descriptivo, prospectivo, corte transversal, y correlacional, llevado en el Hospital Materno Infantil “Dr. José María Vargas” en Valencia, Edo Carabobo y cuya población estuvo constituida por las gestantes que acudieron al servicio de Perinatología Medicina Materno Fetal desde Abril-Septiembre del 2023, la muestra conformada por 100 embarazadas incluidas mediante un muestreo no probabilístico, circunstancial, de voluntarias y como criterios de exclusión: no aceptar realizar la encuesta, diagnóstico previo de alguna enfermedad psiquiátrica, discapacidades físicas o funcionales y padecer enfermedades de base. Se aplicó los principios de Helsinki y se procedió a la recolección de datos, previa firma de consentimiento informado sin violar la confidencialidad; se les entrevisto y aplico una encuesta para determinar la edad, estado civil y características socio-demográfica a través del método de Graffar modificado para Venezuela por Méndez-Castellanos35. En ella, se investigan indicadores para determinar el nivel de bienestar del grupo familiar; como son las características sociales de la familia, profesión del padre, nivel de instrucción, las fuentes de rendimiento familiar, la comodidad del alojamiento y el aspecto de la zona donde habita la familia. Cada una de los cinco criterios se le asigno puntuación y se obtuvo la escala que la familia ocupa en la sociedad basada en ella. Las familias con los estratos más bajos (I y II) pertenecen al más alto nivel de bienestar, mientras que las familias en pobreza relativa y pobreza extrema o crítica pertenecen a los estratos más elevados (IV y V). Así también, se aplicó el Test de Inventario de Beck para depresión, conformada por 10 ítems y la Escala para ansiedad de Hamilton con 12 ítems, los cuales fueron leídos y explicados36,37. Los datos recolectados se procesaron con el paquete estadístico PAST libre en línea y se elaboraron cuadros de distribución de frecuencias y asociación. Para el análisis de las variables socioepidemiológica y obstétrica; así como la valoración del grado de ansiedad y el nivel de depresión se aplicó estadística descriptiva, a través de tablas de distribución de frecuencia absoluta y relativa. Se utilizó también la estadística inferencial, aplicando la prueba de correlación Rho de Spearman con significancia p ≤ 0,05, para establecer la relación entre la ansiedad y la depresión; así como la prueba no paramétrica de Kruskal-Wallis (KW), con un IC 95% y significancia 0,05 (α=0,05) para buscar la asociación entre los factores socioepidemiológicos/obstétricos y su influencia en el desarrollo de ansiedad y depresión.

RESULTADOS

En cuanto a las características socioepidemiológicas y obstétricas se observa que 39% de las gestantes eran adolescentes (13-18 años), con edad mínima 13 años y máxima 54 años (media de 26 años). Estado civil 62% solteras. El 50% con Graffar III (estrato medio bajo) y 35% IV (estrato bajo). El 40% con procedencia del municipio Valencia (urbano 95%). El 36% contaban con su segunda gestación y el 61% con el embarazo cursando el III trimestre. (Ver tabla nº 1: Características socioepidemiológicas y obstétricas).

Respecto a la relación entre grado de ansiedad y nivel de depresión; se determinó que la prevalencia de ansiedad en el grupo estudio fue de 46 %, presentando 34% ansiedad menor y 12% ansiedad mayor. Por otra parte, 59% de las gestantes presentaron algún grado de depresión, 26% depresión moderada, 6 % depresión grave y 2 % depresión extrema. (Ver tabla nº 2: Grado de ansiedad test Hamilton y nivel de depresión test Beck).

Así también, para estudiar la relación entre las variables ansiedad y depresión, se utilizó la correlación Rho de Spearman, por tratarse de variables categóricas. Los resultados de 0,460 y una probabilidad de error 0,000 al nivel esperado de (p<0,05); por lo tanto, se afirma que existe correlación positiva entre las variables ansiedad y depresión. Como el coeficiente es positivo, entonces a medida que aumenta el nivel de ansiedad también se incrementa el nivel de depresión. (Ver tabla nº 3: Relación entre grado de ansiedad y nivel de depresión).

Al evaluar la asociación de los factores socioepidemiológicos y obstétricos (biológico y físico) con la presencia de ansiedad y depresión. Se encontró que existen diferencias significativas, en el intervalo de edad (p=0,000), presentándose mayor depresión en las adolescentes (13 a 18 años). Respecto al estado civil se observó mayor depresión y ansiedad en las solteras (p=0,014) y diferencia significativa respecto al grado de satisfacción con la unión estable (p=0,003). En cuanto al nivel de bienestar social (Graffar), se reportó mayor ansiedad y depresión en las gestantes que pertenecen al Graffar III (p=0,014) y mayor depresión en las que pertenecen al Graffar IV y sin relación de parejas (solteras). Así también, al analizar los indicadores que evalúa el Graffar, se presentó mayor depresión en las gestantes con poco nivel educativo (p=0,005). También se evidenció diferencia significativa (p=0,019) al evaluar la edad gestacional al encontrar mayor ansiedad y depresión en las embarazadas que se encuentran en segundo y tercer trimestre de gestación. No se demostró influencia del número de gestaciones con la presencia de ansiedad y depresión (p=0,156). (Ver tabla nº 4: Asociación de factores socioepidemiológicos/obstétricos con la ansiedad y depresión).

DISCUSIÓN

El estudio y comprensión de las condiciones de salud mental en el embarazo, enfocado en los trastornos del estado de ánimo como ansiedad y depresión, son temas poco estudiados en la población venezolana, a pesar de la alta prevalencia reportada por la ACOG (Colegio Americano de Obstetricia y Ginecología) y recomendaciones para su detección y diagnóstico.

Por lo anterior, es importante estudiar la predisposición de estas noxas en esta población estudio de 100 gestantes; cuyas características socioepidemiológicas a destacar son; el alto número de adolescentes entre 13 a 18 años con 39%, adultas jóvenes 19 a 35 años con 36% y 26 años como media. No se observa diferencia estadística entre estos grupos etarios y es el reflejo de una población joven fértil sin control en la natalidad a pesar de la situación económica y social que viven. Respecto al estado civil en 62% solteras, lo que hace evidente la falta de compromiso de las parejas en bridar estabilidad familiar. El 95% de procedencia urbana, debido al área geográfica en la que se encuentra ubicado el hospital. Y 50% de las gestantes pertenecen a un estrato social bajo y marginal; permitiendo plantear, que esta desigualdad en bienestar social, la hace más vulnerable a desarrollar complicaciones de cualquier índole.

Respecto a las características obstétricas, no se observó una diferencia estadística en el número de gestaciones (primigesta, segunda y ≥ tres), reportándose entre 30% – 36%. Por otra parte, el 61% estaban cursando el tercer trimestre de gestación, lo que es debido a la necesidad de pesquisar o confirmar el diagnóstico de alguna patología materno-fetal cuando son referidas a la consulta, por lo que rara vez llegan con un embarazo precoz.

En esta investigación se midió la prevalencia de ansiedad en las gestantes según la escala de Hamilton en 46% (ansiedad menor 34% y ansiedad mayor 12%) y el nivel de depresión según el test de Beck en 59 %. Se evidenció la presencia del estado ansioso como comorbilidad y factor predictor más frecuentemente asociado a depresión gestacional, ya que a medida que aumenta el nivel de ansiedad aumenta el de depresión.

La alta prevalencia de ansiedad en esta serie, es consistente con lo reportado por algunas estimaciones internacionales como los de Coo et al31 con 44,3% y Salgado et al32 de 69,9%. Así como, mayor a los de Monterrosa et al33 de 37,5%, Rodríguez et al29 con 28,7% y la revisión llevada por Azua et al18 15% a 21%. Estas variaciones pudieran deberse al uso de diferentes instrumentos de evaluación, momento del embarazo durante el cual se realiza, combinado con las diferencias socioeconómicas y culturales de las poblaciones en estudio.

Estas estadísticas, demuestran que el trastorno de ansiedad en el embarazo es un problema de salud pública significativo, con una prevalencia considerable y múltiples factores de riesgo asociados que pueden variar a lo largo del mismo; por lo que es fundamental realizar evaluaciones periódicas para identificar y abordar los cambios en sus síntomas. También, es importante identificar si este diagnóstico es específico del embarazo o una ansiedad general; ya que la ansiedad prenatal no tratada puede tener efectos a corto y largo plazo tanto en la madre como en el niño, incluyendo el vínculo madre-hijo y el desarrollo cognitivo, emocional y conductual del niño. Conocer todos estos hechos, permite desarrollar estrategias de prevención que eviten su establecimiento, promover la salud mental de la gestante en el ámbito de la consulta prenatal y así poder seguir los principios de una consulta precoz, periódico, completa y de calidad al incluir la evaluación de salud mental.

Por otra parte, es importante destacar que las gestantes con ansiedad tienen tendencia a presentar depresión como comorbilidad. En este estudio, se encontró una relación estadísticamente significativa entre ambas noxas (p<0,05). Respecto a esta variable evaluada, existen fuertes evidencias; por lo que la ACOG10 en su publicación del 2023 sobre detección y diagnóstico de afecciones de salud mental durante el embarazo y el posparto lo destaca; he igualmente lo expresa wedel6 en su revisión del 2018 sobre depresión, ansiedad y disfunción familiar en el embarazo, Coo et al31, Sheeba et al28, quienes aseveran que la ansiedad relacionada con el embarazo es un predictor positivo de depresión perinatal y fuerte presagio de depresión posparto. Así también, existen referencias que las gestantes con ansiedad tienen más probabilidades de tener ideas e intentos suicidas en comparación con aquellas sin ansiedad10,11.

Debido a esta evidencia, es que existen recomendaciones que instan a la utilización de instrumentos validos que permitan detectar la ansiedad y la depresión; y los objetivos combinados de estas recomendaciones son prevenir, identificar, diagnosticar, evaluar e intervenir para lograr la remisión de los síntomas lo antes posible.

Siguiendo esta recomendación, al evaluar el nivel de depresión según el test de Beck en el presente estudio, se encontró un 59 % de prevalencia y se realza que 34% de las embarazadas evaluadas les fue detecto algún grado de depresión entre moderada, severa y grave. Esta estadística es mayor a la referida por Martínez et al17 en su revisión acerca del tema, donde indican que en Sudamérica la prevalencia es de 29%. Y menores a la reportada por Coo et al31 con 13,9 % a 20,9%; al igual que Jairaj et al27 en Irlanda, Rodríguez et al29 en México. Se debe destacar, que estudios publicados posterior a la pandemia COVID, registran prevalencias mayores, como los de Duranks et al8 con 35,4% y Silva et al30 de 62,2%.

La presente investigación, al igual que estas últimas citadas, muestran la alta prevalencia de depresión. Sin embargo, las estadísticas menores pudieran ser debido a subregistros por parte de los proveedores de salud, al pensar que ciertas molestias como la astenia, la labilidad emocional y las alteraciones del sueño y del apetito son propias de la gravidez. Asimismo, la gestante al sufrir de ciertas patologías médicas, tales como anemia y disfunción tiroidea, pueden enmascarar este diagnóstico. Por ello, se recomienda explorar sistemáticamente los síntomas psíquicos de depresión y especialmente la desesperanza o la idea suicida, ya que la embarazada por el estigma que representa el diagnóstico de un estado psicológico no solicita ayuda especializada16.

Siguiendo este mismo marco de ideas, se debe mencionar la revisión sistemática realizada por la ACOG10; un metanálisis que incluyó 39 artículos que informaban sobre más de 19 millones de embarazos, y destaca que las ideas suicidas han aumentado sustancialmente y el riesgo de suicidio osciló entre 1,6 y 4,5 por 100.000 nacidos vivos.

Al analizar la asociación de los factores socioepidemiológicos y obstétricas, con el desarrollo de ansiedad y depresión, se hace relevante mencionar que en esta investigación el 39% de las gestantes eran adolescentes y se demostró que ellas presentan mayor probabilidad de desarrollar ansiedad y depresión (K-W=21,051; p=0,000). Lo que coincide con el estudio de Monterrosa et al33, Martínez et al17 y Coo et al31. Se debe resaltar, que el embarazo en este grupo etario esta estigmatizado, afectando negativamente su calidad de vida. Y son múltiples los factores que justifican esta inestabilidad mental, que van desde los cambios físicos, baja autoestima, preocupaciones referentes a su futuro y del hijo, cambio de rol, dependencia económica, problemas familiares y embarazo en su mayoría no planificado.

En otro marco de ideas, se encontró que el 62% de las embarazadas evaluadas refirieron ser solteras, hallándose una relación estadísticamente significativa entre dicha variable y la presencia de sintomatología ansiosa y depresiva; esto difiere de lo expuesto en algunos estudios, que reportan la unión estable como lo más frecuente30,31 y no encuentran asociación estadística entre esta variable y el desarrollar ansiedad y depresión. Sin embargo, Sheeba et al28 plantean asociación en la presencia de depresión en las mujeres con discordancia matrimonial y Monterrosa et al33 refiere los dos cambios de estados de ánimo en mujeres solteras. Por su parte, Díaz et al34 exponen que las embarazadas con pareja inestable tienen un riesgo 8,5 veces mayor de presentar ansiedad y 6,5 veces mayor de presentar depresión, con respecto a las que tienen pareja estable. Esta inestabilidad emocional, se pudiera deber a la necesidad de contar con alguien para compartir sus emociones, preguntas, preocupaciones, así como la responsabilidad de una crianza.

Entre otros factores que se estudian, está la identificación del Graffar, para determinar el nivel de bienestar de la gestante. Para lo que se evalúan, las características sociales de la familia, profesión del padre, nivel de instrucción, fuente de ingreso familiar, comodidad del alojamiento y aspecto de la zona donde habita. El 50% de las gestantes estaban incluidas en Graffar III (estrato medio bajo) y el restante 50% Graffar bajo y marginal, repartido en 35% y 15% respectivamente. Se encontró una relación estadística entre esta variable y el desarrollo de ansiedad/depresión. Estos resultados encajan con lo expuesto por Monterrosa et al33, silva et al30 y Díaz et al34, que alegan, son los factores socioeconómicos de bajos ingresos y dificultades financieras, algunos de los determinantes para desarrollar alteraciones en el estado de ánimo.

También se evidencio que 61% del grupo en estudio cursaban el tercer trimestre de gestación, con una asociación estadísticamente significativa con la presencia de ansiedad y depresión. Esta casuística, puede estar relacionada con los cambios adaptativos propios de la maternidad y se reagudiza por los temores, preocupaciones y miedos propios de la culminación del embarazo. Por otra parte, se pudo observar una relación estadísticamente significativa con la presencia de sintomatología ansiosa y depresiva; igual a los resultados de Silva et al30 y Monterrosa et al33 que señalan aumento de las alteraciones del estado de ánimo en la medida que avanza el embarazo y Jairaj et al27 por su parte señalan que los estados depresivos son más frecuentes en el primer trimestre.

Así pues, la bibliografía médica reconoce que la exposición a factores adversos continuos y sumatorios pueden llevar a un desenlace perinatal adversos, así como el desarrollo de estados de ansiedad y depresión de diferentes grados10,11. Será la capacidad de resiliencia de cada embarazada, que le permitirá superar dichas afectaciones y como muestra de esto, en algunas mujeres se observa el denominado “síndrome del nido”; el cual aparece durante el tercer trimestre del embarazo como respuesta para intentar calmar la ansiedad, y se caracteriza por la necesidad imperiosa de limpiar, ordenar, decorar la habitación del niño y poner a punto toda la casa por la inminente llegada del nuevo miembro de la familia.

CONCLUSIÒN

En la presente investigación se estimó una prevalencia alta, de ansiedad y depresión. Así como importante comorbilidad entre ellas y una asociación significativa de factores socioepidemiológicos y obstétricos en el desarrollo de estas afecciones de salud mental perinatal. Por lo que se insta al personal que atiende a la gestante en consulta prenatal, a identificar, diagnosticar, evaluar y derivar a la embarazada a una consulta de salud mental, para su manejo eficaz y lograr la remisión de los síntomas lo antes posible. Ya que, además de los efectos significativos en la salud mental y alteración de la calidad de vida de la gestante, existe un mayor riesgo de no seguir las recomendaciones de la consulta prenatal, exacerbación de otras patologías y el sucumbir al uso de sustancias nocivas como cigarrillo y drogas; lo que aumenta la morbilidad/mortalidad materna, fetal o neonatal. Por esto, aconsejamos seguir las recomendaciones de la ACOG, respecto a que las enfermedades no tratadas o insuficientemente tratadas tienen importantes efectos nocivos a corto y largo plazo que pueden mitigarse con tratamiento, especialmente cuando se inicia tempranamente.

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