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Artículo de Revisión. Trastorno por déficit atencional e hiperactividad en adultos

Artículo de Revisión. Trastorno por déficit atencional e hiperactividad en adultos

Autor principal: Chistopher Castro Alvarado

Vol. XVII; nº 12; 498

Review article. Attention deficit hyperactivity disorder in adults

Fecha de recepción: 26/05/2022

Fecha de aceptación: 23/06/2022

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XVII. Número 12 – Segunda quincena de Junio de 2022 – Página inicial: Vol. XVII; nº 12; 498

Autores: Chistopher Castro Alvarado (1), Rafael Ángel Garita Vega (2), Ana Karolina Vega Chacón (3).

  1. Médico General, Hospital Max Terán Valls. Puntarenas. Costa Rica.
  2. Médico General, Hospital Tony Facio Castro, Limón, Costa Rica.
  3. Médico General, Hospital Max Terán Valls. Puntarenas. Costa Rica.

Resumen

El trastorno por déficit atencional e hiperactividad (TDAH) es considerada como una enfermedad neuropsiquiátrica que se define por un patrón de falta de atención sostenida, un comportamiento impulsivo e hiperactividad. En el 2013 el DSM-5 incorporó su diagnóstico para la población adulta, describiendo algunos síntomas y diferencias con respecto a la presentación en la niñez.  El TDAH es una condición multifactorial y compleja, con factores genéticos y ambientales que juegan un papel importante en su génesis pero que aún no están claros completamente. En el adulto se presenta con más frecuencia el tipo inatento y el tipo combinado del espectro, con una mejoría muchas veces del componente de hiperactividad o impulsividad. Es frecuente que se presente con otras comorbilidades como los trastornos del estado de ánimo, trastornos de ansiedad y el desorden por uso de sustancias. La prevalencia de TDAH en el adulto es de 2.5-5.2% y se cree que este número es mayor dado su infradiagnóstico en esta población. Dada su conocida afectación en el funcionamiento y desarrollo de los adultos con esta condición, es relevante su detección temprana y oportuna, para lograr la instauración de un tratamiento adecuado, con estimulantes o no estimulantes, asociándose a terapias psicosociales como la terapia cognitivo conductual.

Palabras clave: trastorno por déficit atencional e hiperactividad, dopamina, comorbilidades, estimulantes, no estimulantes.

Abstract

Attention deficit hyperactivity disorder (ADHD) is considered a neuropsychiatric disease that is defined by a pattern of sustained inattention, impulsive behavior and hyperactivity. In 2013, the DSM-5 incorporated its diagnosis for the adult population, describing some symptoms and differences with respect to the presentation in childhood. ADHD is a multifactorial and complex condition, with genetic and environmental factors that play an important role in its genesis but that are not yet fully understood. In adults, the inattentive type and the combined type of the spectrum are more frequent, often with an improvement in the hyperactivity or impulsivity component. It is common to present with other comorbidities such as mood disorders, anxiety disorders and substance use disorders. The prevalence of ADHD in adults is about 2.5-5.2% and it is believed that this number is higher given its underdiagnosis in this population. Given its known affectation in the functioning and development of adults with this condition, its early and timely detection is relevant, to achieve the establishment of an adequate treatment, with stimulants or non-stimulants, associated with psychosocial therapies such as cognitive behavioral therapy.

Keywords: attention deficit hyperactivity disorder, dopamine, comorbidities, stimulants, non-stimulants.

Los autores de este manuscrito declaran que:

Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses.
La investigación se ha realizado siguiendo las pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.

El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.

Introducción

El trastorno por déficit atencional e hiperactividad (TDAH) es considerada como una enfermedad neuropsiquiátrica que se define por un patrón de falta de atención sostenida, un comportamiento impulsivo e hiperactividad. Los pacientes afectados por esta enfermedad, ya sean niños, adolescentes o adultos presentan afectación importante en su rendimiento académico, laboral y en situaciones sociales e interpersonales (1). En el 2013, el manual diagnóstico y estadístico de desordenes mentales (DSM-5) incorporó los síntomas de los adultos afectados por este trastorno, dejando en evidencia la continuación de esta patología para muchos de los pacientes con TDAH en la adultez. Existe un gran reto para su identificación en esta etapa de la vida, ya que el adulto con esta condición suele presentar ciertas diferencias con respecto a la presentación típica de la infancia que comentaremos más adelante. Se cree que menos del 15% de los adultos con TDAH reciben psicofármacos o algún otro tratamiento, dejando claro que el trastorno se mantiene sin tratar y detectar correctamente en el adulto (2).

Epidemiología

El TDAH es un trastorno que tiene su inicio en la niñez y se ha demostrado que afecta aproximadamente entre el 6-10% de los niños y el 4.4% de los adultos. Durante la infancia es más prevalente en los niños que en las niñas, con una proporción de 9 a 1, esto cambia durante la adultez ya que se calcula que la relación hombre y mujer sea de 1.6 a 1 (3). El rango de prevalencia de TDAH en el adulto es de 2.5-5.2%, este rango se pone en duda ya que se cree que los últimos cambios efectuados en los criterios diagnósticos  incrementará estos números y que en realidad existe un infradiagnóstico de esta condición en los adultos hoy en día (4).

Se presume que el TDAH del adulto es una continuación del trastorno iniciado en la niñez, aunque en un estudio de cohortes longitudinal del por Moffit et al. se cuestionó este factor, ya que, según el seguimiento de cohortes de los niños con TDAH, a la edad de 38 años solo el 5% cumplía criterios diagnósticos y el 90% de los casos de TDAH en los adultos de estudio carecían de un diagnóstico de este trastorno en la niñez. Lo que genera la pregunta de si realmente la condición es una continuación desde la niñez o si es más bien en algunos casos originado en la fase adulta, por lo que se requieren estudios que aclaren este aspecto (4).

De los tres subtipos de TDAH que existen, el tipo inatento es el más prevalente entre los adultos, siendo cerca del 47% de los casos, esto se podría explicar porque la demanda de la atención aumenta con la edad, haciendo más fáciles de identificar este tipo de síntomas de inatención en esta etapa. Por otro lado, se observa un declive en la impulsividad y la hiperactividad al llegar la adultez, coincidiendo con los cambios en la presentación de los subtipos del TDAH durante la vida. Las mujeres tienden a internalizar los problemas más que los hombres, dando como resultado menores índices de hiperactividad y otros desordenes conductuales comórbidos, por lo que desarrollan mayormente el subtipo inatento por lo general con un inicio tardío en comparación con el hombre y que genera la duda de si este aspecto podría explicar que no se detecte oportunamente en las mujeres por los profesores o padres, que son los primeros en identificar las características del TDAH en la niñez o adolescencia (4).

Etiología

El TDAH es un trastorno complejo y no existe un solo factor de riesgo necesario o suficiente que explique su desarrollo. Es bien sabido que existen factores genéticos y ambientales que la contribuyen como una condición multifactorial. Sin embargo, muchos de los datos sugieren que posee una heredabilidad de hasta el 75%, con una base clara a nivel genético. Como se mencionó no se puede basar solamente la patología en su componente genético, si no debemos señalar los múltiples factores asociados en su fisiopatología como los son los factores psicosociales, prenatales y ambientales, que posiblemente interactúan para dar lugar al TDAH (5).

Diversos estudios en gemelos y hermanos han encontrado la influencia de los factores genéticos en el TDAH y un gran número de condiciones neuropsiquiátricas. Entre los gemelos monocigóticos se ha detectado una heredabilidad media de 74-75%, siendo similar en hombres como mujeres tanto para el componente inatento e hiperactivo-impulsivo de TDAH. Además, se han encontrado superposiciones genéticas consistentes en un gran número de gemelos y familias con respecto al TDAH con trastornos como el desorden desafiante oposicional, desórdenes de conducta, conducta antisocial, problemas con el uso de sustancias y desórdenes del espectro autista. Los hallazgos de los estudios en gemelos han revelado que además de las condiciones antes mencionadas, desórdenes como la depresión, ansiedad e internalización de síntomas comparten factores genéticos con el trastorno por déficit atencional e hiperactividad. Por otra parte, un metaanálisis reportó que el cociente intelectual de los niños con TDAH es de nueve puntos menor que sus pares. La niños con incapacidad intelectual se encuentran en mayor riesgo de desarrollar TDAH, lo cual es atribuido a los factores genéticos (6).

Se han implicado seis variantes de genes con el TDAH entre las que se encuentran: el gen transportador de dopamina (DAT1), el gen receptor de dopamina D4 Y D5 (DRD4 Y DRD5), el gen transportador de serotonina (5HTT), el gen receptor de serotonina 1B (HTRI1B) y un gen que codifica una proteína reguladora de la vesícula sináptica conocido como SNAP25. Por otro lado, algunos metaanálisis de estudios del TDAH en adultos han encontrado una asociación entre el trastorno y la proteína 2 asociada al inhibidor 1 de la angiogénesis específico del cerebro (BAIAP2), el cual se encuentra implicado en la proliferación neuronal, supervivencia y maduración. Algunos estudios han encontrado una asociación entre el TDAH, el alelo 7 del gen receptor de dopamina D4 (DRD4) y el gen transportador de dopamina (SLC6A3), el cual produce dos alelos comunes el 9R y el 10R, que poseen un polimorfismo asociado al TDAH en la etapa adulta y en la etapa de la niñez respectivamente. Ante todas estas asociaciones antes mencionadas no existe duda que ciertas variantes genéticas aumenten el riesgo del TDAH (6).

Entre los neurotransmisores mayormente asociados a los síntomas y el desarrollo del TDAH, la dopamina posee los mayores esfuerzos en la investigación, ya que es bien sabido que tiene un papel importante en la atención y la regulación de los impulsos en zonas del cerebro como el área prefrontal. Hoy en día los psicoestimulantes son los fármacos mas utilizados para tratar esta condición y como se sabe actúan sobre el sistema dopaminérgico y adrenérgico. Por lo que cabe destacar, que las neuronas noradrenérgicas podrían tener también un papel determinante en los procesos que engloban el funcionamiento de la atención (1).

Los factores ambientales son una pieza fundamental para el desarrollo de TDAH, aunque aún no se tienen claro todos estos factores y su asociación con la enfermedad diversos estudios han expuesto algunos como los factores prenatales y perinatales, dietéticos, psicosociales, toxinas ambientales, entre otros.  Los factores prenatales y perinatales que se han asociado con TDAH corresponden  principalmente al de la prematuridad, sin embargo otros como la exposición al estrés in útero, el fumado, uso de alcohol y algunas drogas o sustancias ilícitas también han presentado alguna asociación con esta entidad (7).

Los riesgos psicosociales como la adversidad familiar, bajo ingreso, la paternidad hostil, así como la relación negativa con la madre se correlacionan con el TDAH, aunque no se catalogan como causantes de este. Por otro lado, la deprivación social temprana, cuando es severa parece tener un componente causal y asociarse de manera importante con el trastorno. En general los factores ambientales pueden tener algunas asociaciones relevantes para la aparición del TDAH, sin embargo se requiere de una propensión genética para su desarrollo, trayendo a la ecuación la epigenética, un tema del cual ya se posee cierta evidencia y que es clave para el desarrollo de múltiples patología mentales, y es que la predisposición genética y como la exposición a los diversos factores del ambiente pueden resultar en cambios biológicos profundos, hasta alterar la metilación del ADN, y que al entender e identificar todos los factores podrá explicar con mayor claridad como y porque se origina condiciones como el TDAH (5).

Cuadro clínico

El TDAH puede iniciar desde la lactancia, con prototipo de lactante que es muy activo en la cuna, lloran constantemente y que duermen muy poco. Conforme avanzan a la infancia se puede denotar aun niño que es incapaz de quedarse quieto, de diferir la gratificación o de comportarse de manera impulsiva. Entre las características clínicas mayormente reconocidas de este trastorno durante la niñez se encuentran por orden de frecuencia, la hiperactividad, el déficit de atención, impulsividad, problemas de memoria y pensamiento, alteraciones del aprendizaje y hasta déficit del habla o audición, que pueden llevar a problemas en la comunicación. Existe un porcentaje importante de niños que desarrollan síntomas conductuales de rebeldía o agresividad (1).

Según el DSM-5, el trastorno puede tener tres tipos de presentación: predominantemente inatento, predominantemente hiperactivo o impulsivo y el combinado. En el adulto se desarrolla o se presenta con más frecuencia el tipo inatento y el tipo combinado. El DSM-5 expone que para el diagnóstico de tipo inatento o el hiperactivo/impulsivo tiene que cumplirse que los síntomas se encuentren presentes en dos o más escenarios (en casa, en la escuela o en el trabajo), que se presenten por al menos 6 meses y que haya una evidencia clara de afectación en la calidad de vida o funcionalidad social, académica y ocupacional(8). Hay que destacar que se puede observar una mejoría de los síntomas de hiperactividad e impulsividad conforme pasan los años y estos pacientes entran en la fase adulta, por otro lado los problemas de atención persisten de una manera más constante en dicha fase (9). Es importante destacar que la adultez se pueden encontrar signos residuales del TDAH (por ejemplo, dificultad para organizar y finalizar el trabajo, incapacidad persistente para concentrarse, aumento de la distraibilidad y la toma de decisiones de manera impulsiva sin pensar en las consecuencias). Todo esto puede generar depresiones reactivas por un autoestima muy deteriorado, que se asocia con la alteración del rendimiento y la consiguiente afectación funcional que ya mencionamos(8). Los pacientes con TDAH sufren de diversas dificultades neuro psicosociales asociadas a déficit de inhibición, memoria, función ejecutiva, toma de decisiones y disregulación emocional. Un ejemplo claro de los efectos negativos del espectro clínico del TDAH corresponde a que estos pacientes se notan menos satisfechos de su vida personal, social y profesional, que se ve traducido en mayor riesgo a tener un divorcio, ser desempleado y de tener problemas a nivel financiero. Inclusive se ha corroborado en diversos estudios que estos pacientes presentan hasta tres veces mayor riesgo de visitas al servicio de urgencias, de hospitalización y muerte accidental asociada a su conducta (10).

Una clave en la presentación clínica del TDAH en adultos, es que existe un nivel muy alto de comorbilidad psiquiátrica y médica (8). Este trastorno está asociado a un mayor riesgo de trastornos del estado de ánimo (depresión, trastorno bipolar), trastornos de ansiedad y el desorden por uso de sustancias. La encuesta nacional de comorbilidad en Canadá encontró que estos pacientes sufren un riesgo tres veces mayor a desarrollar trastorno depresivo mayor, seis veces distimia, dos veces abuso o dependencia de sustancias y más de cuatro veces de presentar cualquier trastorno del ánimo. Es importante destacar que estas condiciones pueden ser una consecuencia de un TDAH sin diagnosticar o sin tratar, principalmente el estrés, depresión y ansiedad que genera esta patología sin ser abordada correctamente (10).

El TDAH difiere de muchos trastornos psiquiátricos, en que sus síntomas son duraderos a lo largo del tiempo y que pueden llegar a ser sutiles, llevando a que el impacto funcional no sea percibido por el paciente de manera correcta, es por esta misma razón que los reportes o impresiones familiares son tan importantes para el diagnóstico de este tipo de pacientes. Más que un déficit, la inhabilidad de modular la atención parece ser el problema en adultos con TDAH, con una excesiva distracción como síntoma central, independientemente el estimulo sea externo o interno. Además, poseen una mente que tiende a divagar de forma constante y un tipo de “sueño despierto”, asociados fuertemente a su TDAH (9).

Diagnóstico

En el 2013 el DMS-5 incorporó los síntomas que afectaban a los adultos con TDAH, en un proceso de revisión de 14 años, por lo que las guías actuales incluyen ejemplos específicos de este trastorno durante las diferentes etapas de la vida y ha aumentado su criterio con respecto a la edad de inicio de 7 a los 12 años. No es infrecuente que algunos adultos sean diagnosticados con esta enfermedad sin tener historia de un diagnóstico anterior en su infancia, un estudio en 2004 reveló que solo el 25% de los adultos diagnosticados con TDAH habían recibido un diagnóstico antes de los 18 años. Un factor asociado a este infradiagnóstico puede explicarse con que antes del 2013 como se mencionó, no se poseían criterios validados en adultos limitando la identificación de estos pacientes por los profesionales de la salud. Por otra parte, se ha evidenciado que muchos de los adultos con esta condición pueden desarrollar habilidades que hacen que sus déficits sean menos evidentes y que puedan de alguna manera enmascarar el desorden.  La falta de conciencia en relación a las diferencias clínicas entre la presentación del TDAH pediátrico versus el del adulto también podría explicar la prevalencia en el infradiagnósitco de esta patología en el adulto (2).

La falta de protocolos estandarizados para el TDAH del adulto presenta un problema para los profesionales y los pacientes. Hoy en día no existen biomarcadores que indiquen el diagnóstico de esta condición, por lo que el profesional se ve limitado a evaluaciones cualitativas de los síntomas. Esto conlleva a que el diagnóstico en esta población sea complejo, y le da un importante papel a la historia clínica e historia psiquiátrica específicamente para poder identificar trastornos psiquiátricos o médicos comórbidos, y de esta forma facilitar una terapia efectiva. Un aspecto que marca la importancia del factor anteriormente mencionado, es que es frecuente que en TDAH se requiera la obtención de información por terceros, por ejemplo de padres, profesores y otras fuentes objetivas de información de síntomas sugestivos de TDAH desde la infancia hasta la edad en que se encuentre el paciente (11).

Las escalas de clasificación son de gran ayuda hoy en día para el diagnóstico y la identificación de los síntomas y presentación en la etapa adulto del TDAH, además proporcionan medidas para evaluar la respuesta al tratamiento y cambios en calidad de vida de los pacientes. Entre las entrevistas diagnósticas estructuradas podemos encontrar una gran cantidad desarrolladas hoy en día, sin embargo, nos centraremos en las más aceptadas y utilizadas. Primeramente, podemos mencionar la Escala de Diagnóstico Clínico del TDAH Adulto (ACDS), el cual integra los 18 síntomas definidos en el trastorno por el DSM, además es una escala administrada por el clínico que aborda tanto los síntomas actuales del TDAH como los iniciados en la niñez. La Entrevista Diagnóstica de Conner´s para el TDAH del adulto (CAADID) la cual es basada en los síntomas propuestos en el DSM-4 y es frecuentemente utilizada como una herramienta estructurada en investigación para medir el TDAH. Además de estas escalas podemos mencionar la Entrevista Diagnóstica para Adultos con TDAH (DIVA) versión 2.0 que es muy similar a la CAADID. (ver tabla n°1: Entrevistas diagnósticas estructuradas para el TDAH en adultos).  Por último es importante destacar la Entrevista Clínica Estructurada del DSM-5 ( SCID-5), en donde se discute de una forma más amplia que en ediciones previas el TDAH en adultos, señalando los principales cambios de la presentación y sintomatología en esta población, como datos importantes introducidos en esta actualización se puede mencionar el requerimiento de solo 5 síntomas ya sea del rubro de los dominios de inatención o hiperactividad/impulsividad y el nuevo umbral de diagnóstico hasta los 12 años (12).

Las técnicas de imagen toman cada vez más fuerza a la hora de evaluar las enfermedades mentales, su desarrollo ha revelado diferencias relevantes a nivel estructural y funcional cerebral en pacientes con y sin TDAH. Un ejemplo de esto es mediante el uso de la tomografía por emisión de positrones (PET), que ha demostrado reducciones significativas de los transportadores de dopamina y los receptores de dopamina D2 y D3 en el cuerpo estriado y el mesencéfalo de pacientes con TDAH en comparación con sujetos control sin la patología. Otra observación en el TDAH ha sido la disminución de volumen en ciertos compartimentos cerebrales como regiones cerebelares y subcorticales, además se ha demostrado afectaciones del neurodesarrollo mediante técnicas de imagen, en donde se denota una atraso en la maduración de área especificas cerebrales (2).

Tratamiento

La terapia multimodal incluyendo las intervenciones psicológicas, sociales y la adición de la farmacoterapia han demostrado tener mayor eficacia que el uso de fármacos como único tratamiento, para mejorar los síntomas del TDAH, optimizar la funcionalidad del paciente y trascender los obstáculos conductuales(13). Sin embargo, es bien conocido que la farmacoterapia es el tratamiento de primera línea para el TDAH, la cual consiste en estimulantes y no estimulantes. Entre los principales estimulantes el más aceptado corresponde al metilfenidato como primera opción para el TDAH  en adultos, que ha sido comprobado una y otra vez que es significativamente más efectivo que el placebo, mejorando las relaciones sociales, la funcionalidad académica/laboral y reduciendo las conductas criminales o violentas de los pacientes, en general se ha visto que reducen las disfunciones ejecutivas. Se han evidenciado efectos adversos que pueden afectar la tolerancia y cumplimiento de este fármaco como los son la reducción del apetito, insomnio durante el inicio del tratamiento, alteración de la percepción sobre sí mismo, pérdida de personalidad o el mismo estigma asociado al uso de este tipo de medicación (14).

Existen otros estimulantes aprobados para el uso de este trastorno son dexmetilfenidato, anfetamina, dextroanfetamina o el dimesilato de lisdexanfetamina. Los estimulantes se encuentran disponibles en presentación de liberación inmediata o prolongada, siendo esta última la mejor tolerada y preferida por los pacientes dado que mejora la adherencia y tolerabilidad al ser un solo uso diario, además las guías internacionales de práctica clínica recomiendan la presentación de liberación extendida sobre la inmediata. La terapia no estimulante corresponde típicamente a la segunda línea de farmacoterapia en el adulto con TDAH, ya sea como monoterapia, en combinación con estimulantes o para el tratamiento de una depresión o ansiedad sobreagregada al trastorno. Los principales medicamentos no estimulantes utilizados son la atomoxetina, guanfanacina, clonidina, bupropion, entre otros. Estos fármacos son utilizados cuando no hay una respuesta adecuada o existe una intolerancia a los estimulantes, y cabe destacar que la atomoxetina es la que presenta mayor evidencia para el tratamiento del TDAH en el adulto después de los estimulantes, indicada inclusive como monoterapia. Es importante denotar que el abordaje de un paciente con TDAH que presenta un desorden por uso de sustancias comórbido, se debe tratar de igual manera con estimulantes que han demostrado ser eficaces para mejorar los síntomas del TDAH en esta población, pero no para la abstinencia de drogas, por lo que se recomienda un abordaje integral (14).

Como se mencionó los abordajes psicosociales también son importantes a la hora de tratar el TDAH. La terapia cognitivo conductual es de gran ayuda para tratar esta patología por si sola, pero especialmente cuando se asocia a la psicofarmacología. Este modelo de terapia psicológica ha demostrado aumentar el nivel de organización/planificación, mejorar habilidades conductuales y la restructuración cognitiva, por ende, poseen un impacto relevante en la disfunción ejecutiva de estos pacientes, que puede no ser mejorada muchas veces por la medicación. Además, se ha demostrado que es una intervención efectiva para los principales síntomas como la inatención y la hiperactividad/impulsividad. Se han estudiado otras terapias que han evidenciado algunos efectos positivos en los síntomas del TDAH, como el mindfulness y la terapia conductual dialéctica, pero que requieren más estudios para demostrar su utilidad en esta patología (15).

Conclusiones

El TDAH en el adulto es un trastorno psiquiátrico con una importante prevalencia pero que aún permanece poco reconocido, infradiagnosticado y por lo tanto no tratado en un gran número de casos. El trastorno afecta diversas áreas del individuo como la cognitiva y social, en múltiples áreas de su vida diaria lo que conlleva a una afectación importante de su calidad de vida. Los estudios han sido consistentes en que esta condición es frecuente, posee un factor genético para su desarrollo con un alto índice de heredabilidad y con una alta prevalencia de comorbilidades asociadas, como los trastornos de ánimo, ansiedad y el desorden por uso de sustancias. Por lo tanto, se debe estimular la investigación a cerca de este trastorno para generar un mayor consenso en síntomas, escalas diagnósticas y terapias, para de esta forma facilitar el diagnóstico y tratamiento de estos pacientes. Es importante la desestigmatización de la psicofarmacoterapia y la enfermedad mental en general, para que patologías como el TDAH se puedan tratar a tiempo, que como ya se ha mencionado puede tener un impacto muy negativo en el desarrollo y bienestar de quienes lo padecen.

Bibliografía

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Anexo

Tabla n°1: Entrevistas diagnósticas estructuradas para el TDAH en adultos.

Escala Descripción
Escala de Diagnóstico Clínico del TDAH Adulto (ACDS) –         Basada en los criterios del DSM-4

–         Evalúa 18 ítems
Valora los síntomas actuales y de la niñez

–         Se evalúa la duración de los síntomas actuales

Entrevista Diagnóstica de Conner´s para el TDAH del adulto (CAADID) –         Basada en los criterios del DSM-4
Valora los síntomas actuales, de la niñez y deficiencias
Entrevista Diagnóstica para Adultos con TDAH (DIVA) versión 2.0 –         Basada en los criterios del DSM-4

–         Valora los síntomas actuales, de la niñez y deficiencias

Entrevista Clínica Estructurada del DSM-5 (SCID-5) –         Basada en los criterios del DSM-5

–         Se enfoca en los síntomas presentados en los 6 meses anteriores, con la confirmación de inicio en la niñez y deficiencias

Elaboración propia. Basado en el artículo de Young JL et al. Adult Attention-Deficit/Hyperactivity Disorder Diagnosis, Management, and Treatment (2).