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Artritis Reactiva: Entendiendo los Mecanismos Inmunológicos y Sus Implicaciones Clínicas

Artritis Reactiva: Entendiendo los Mecanismos Inmunológicos y Sus Implicaciones Clínicas

Autor principal: Luis Daniel Soto Orozco

Vol. XIX; nº 15; 579

Reactive Arthritis: Understanding the Immunological Mechanisms and Their Clinical Implications

Fecha de recepción: 16/07/2024

Fecha de aceptación: 07/08/2024

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XIX. Número 15 Primera quincena de Agosto de 2024 – Página inicial: Vol. XIX; nº 15; 579

Autor:

Dr. Luis Daniel Soto Orozco

Médico general, investigadora Independiente. Heredia, Costa Rica.

Orcid: 0009-0000-6958-5287

Código Médico 18539

El autor de este manuscrito declara que:

Ha participado en su elaboración y no tiene conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Ha obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Ha preservado las identidades de los pacientes.

Resumen:

La artritis reactiva es una condición inflamatoria compleja que se desarrolla como respuesta a infecciones bacterianas previas, típicamente gastrointestinales o urogenitales. Esta enfermedad afecta principalmente a adultos jóvenes y puede causar síntomas variados que van desde dolor e inflamación en las articulaciones hasta problemas sistémicos como uveítis y problemas urinarios. La identificación temprana de los síntomas y la historia clínica del paciente son cruciales para el diagnóstico preciso, que a menudo implica pruebas de laboratorio para detectar marcadores inflamatorios y la presencia del antígeno HLA-B27, junto con estudios de imagen para evaluar el daño articular.

El tratamiento de la artritis reactiva se centra en aliviar los síntomas y tratar la infección subyacente, si está presente. Los medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINEs) son comúnmente recetados para reducir la inflamación y el dolor, mientras que los casos más graves pueden requerir corticosteroides para controlar la respuesta inmunitaria. Si se identifica una infección activa, como la uretritis por Chlamydia trachomatis, se utilizan antibióticos específicos para tratarla y prevenir la recurrencia de los síntomas articulares.

El pronóstico de la artritis reactiva puede variar significativamente entre los pacientes. Algunos experimentan episodios autolimitados con una recuperación completa, mientras que otros enfrentan una forma crónica de la enfermedad con brotes recurrentes y posibles complicaciones a largo plazo, como daño articular permanente. La calidad de vida puede verse afectada debido a la incapacidad funcional durante los períodos de exacerbación de los síntomas.

Palabras clave: Artritis reactiva, reactividad articular, inflamación inducida, antígeno HLA-B27, infecciones gastrointestinales.

Abstract:

Reactive arthritis is a complex inflammatory condition that develops in response to previous bacterial infections, typically gastrointestinal or urogenital. This disease primarily affects young adults and can cause varied symptoms ranging from joint pain and inflammation to systemic problems such as uveitis and urinary problems. Early identification of symptoms and patient history are crucial for accurate diagnosis, which often involves laboratory testing for inflammatory markers and the presence of the HLA-B27 antigen, along with imaging studies to assess joint damage.

Treatment for reactive arthritis focuses on relieving symptoms and treating the underlying infection, if present. Nonsteroidal anti-inflammatory drugs (NSAIDs) are commonly prescribed to reduce inflammation and pain, while more severe cases may require corticosteroids to control the immune response. If an active infection is identified, such as Chlamydia trachomatis urethritis, specific antibiotics are used to treat it and prevent recurrence of joint symptoms.

The prognosis for reactive arthritis can vary significantly among patients. Some experience self-limiting episodes with a full recovery, while others face a chronic form of the disease with recurrent flares and potential long-term complications such as permanent joint damage. Quality of life can be impaired due to functional disability during periods of symptom exacerbation.

Keywords: Reactive arthritis, joint reactivity, induced inflammation, HLA-B27 antigen, gastrointestinal infections.

Introducción:

La artritis reactiva es una enfermedad inflamatoria que afecta principalmente a las articulaciones y se desencadena en respuesta a una infección en otra parte del cuerpo, como el tracto gastrointestinal o urogenital. Este trastorno, también conocido como síndrome de Reiter, no es el resultado de una infección directa de la articulación, sino más bien de una respuesta inmunológica anormal del cuerpo a una infección previa. A medida que el sistema inmunitario lucha contra la infección inicial, puede producir anticuerpos que, por error, atacan las propias articulaciones del cuerpo, causando inflamación, dolor y rigidez. (1)

La artritis reactiva suele manifestarse de una a cuatro semanas después de la infección desencadenante. Los síntomas comunes incluyen dolor e hinchazón en las articulaciones, particularmente en las rodillas, tobillos y pies. Además de los síntomas articulares, los pacientes pueden experimentar inflamación en los ojos (conjuntivitis o uveítis), problemas urinarios y lesiones en la piel. Este conjunto de síntomas puede variar en severidad y duración, con algunos individuos experimentando síntomas leves y otros enfrentándose a episodios más graves y prolongados. (1)

La relevancia de la artritis reactiva en el ámbito de la salud es significativa por varias razones. Aunque es menos común que otras formas de artritis, puede afectar a personas de cualquier edad, pero es más frecuente en adultos jóvenes, particularmente en hombres de 20 a 40 años. Su capacidad para causar dolor y discapacidad temporal o crónica la convierte en una condición que impacta significativamente la calidad de vida de los afectados. La artritis reactiva puede interferir con las actividades diarias, la capacidad de trabajo y el bienestar emocional de los pacientes. (2)

El diagnóstico de la artritis reactiva puede ser desafiante. Debido a que los síntomas pueden imitar los de otras enfermedades reumáticas y porque no hay una prueba específica para confirmarla, el diagnóstico a menudo se basa en la exclusión de otras condiciones y en la identificación de la infección previa. (1,3)

El objetivo de este artículo es proporcionar una comprensión exhaustiva de la artritis reactiva, abordando sus causas, síntomas, diagnóstico, tratamiento y prevención. Se pretende informar tanto a profesionales de la salud como al público en general sobre la naturaleza de esta enfermedad inflamatoria y su impacto en la calidad de vida de los pacientes.

Metodología:

Este artículo presenta una revisión bibliográfica descriptiva basada en la selección de 15 estudios que cumplen con los siguientes criterios de inclusión: están escritos en inglés o español y han sido publicados entre 2019 y 2024. La búsqueda de estos estudios se realizó en diversas fuentes digitales, como Elsevier, PubMed y Google Scholar, eligiendo artículos de revistas científicas, metaanálisis y revisiones sistemáticas. Se utilizaron las siguientes palabras clave específicas para orientar la búsqueda: Artritis reactiva, reactividad articular, inflamación inducida, antígeno HLA-B27, infecciones gastrointestinales.

Epidemiología:

La artritis reactiva muestra variaciones significativas en su prevalencia a nivel mundial, con reportes que varían según las regiones geográficas y los grupos étnicos estudiados. Aunque las estimaciones exactas pueden verse influenciadas por diferencias en los criterios diagnósticos y la sensibilidad de la detección, se observa una tendencia hacia una mayor frecuencia en ciertas áreas geográficas. (1,4)

La incidencia de la artritis reactiva refleja la aparición de nuevos casos en una población determinada durante un período específico. Factores como la presencia del antígeno HLA-B27, un marcador genético asociado, y la historia previa de infecciones gastrointestinales o urogenitales son consistentemente identificados como predisponentes a la enfermedad. (1,4)

La enfermedad tiende a manifestarse con mayor frecuencia en adultos jóvenes, aunque también puede afectar a niños y personas mayores. Existen diferencias en cuanto a la edad de inicio y la prevalencia según el sexo, con variaciones demográficas que pueden influir en la severidad y curso clínico de la enfermedad. (2,5)

A lo largo del tiempo, se han observado cambios en la incidencia y prevalencia de la artritis reactiva, influenciados por mejoras en los métodos diagnósticos y una mayor conciencia clínica. Sin embargo, persisten desafíos en la recolección de datos epidemiológicos, incluyendo la estandarización de criterios diagnósticos y la precisión en el registro de casos, lo que puede subestimar la verdadera carga de la enfermedad. (2,5)

Causas y Factores de Riesgo:

La artritis reactiva es una condición inflamatoria que se desencadena en respuesta a una infección en otra parte del cuerpo. Las infecciones más comunes que pueden llevar al desarrollo de esta enfermedad son las infecciones gastrointestinales y urogenitales. Entre los patógenos gastrointestinales, destacan bacterias como Salmonella spp., Shigella spp., Yersinia spp. y Campylobacter spp.. Estas bacterias pueden causar intoxicación alimentaria o infecciones intestinales que, en algunos casos, desencadenan una respuesta inmune que afecta las articulaciones. En cuanto a las infecciones urogenitales, la bacteria Chlamydia trachomatis es un patógeno comúnmente asociado con la artritis reactiva, especialmente en hombres jóvenes sexualmente activos. (3,6)

Además de las infecciones, existen factores genéticos que pueden aumentar la susceptibilidad a la artritis reactiva. La presencia del antígeno HLA-B27 es un factor de riesgo significativo. Aproximadamente el 75-90% de las personas con artritis reactiva son HLA-B27 positivas, lo que indica una predisposición genética a desarrollar esta condición. Sin embargo, tener el antígeno HLA-B27 no garantiza que una persona desarrollará artritis reactiva, pero sí aumenta el riesgo. (7)

Los factores de estilo de vida también juegan un papel en el riesgo de desarrollar artritis reactiva. Las prácticas sexuales sin protección pueden aumentar el riesgo de infecciones urogenitales, mientras que la ingesta de alimentos contaminados puede llevar a infecciones gastrointestinales. Mantener una buena higiene y practicar sexo seguro son medidas preventivas importantes. Además, factores como el estrés y el sistema inmunológico debilitado pueden influir en la respuesta del cuerpo a las infecciones y, por ende, en el desarrollo de la artritis reactiva. (2,7)

Síntomas y Diagnóstico:

La artritis reactiva se manifiesta a través de una variedad de síntomas que pueden afectar no solo las articulaciones, sino también otras partes del cuerpo. Los síntomas principales incluyen dolor articular, inflamación y rigidez, especialmente en las rodillas, tobillos y pies. Los pacientes también pueden experimentar dolor en la parte baja de la espalda y en las nalgas. Además de los síntomas articulares, es común la presencia de fiebre y fatiga general. Otros síntomas sistémicos pueden incluir inflamación ocular (conjuntivitis o uveítis), problemas urinarios (como uretritis) y lesiones en la piel y mucosas. (8)

El diagnóstico de la artritis reactiva requiere una evaluación cuidadosa y la combinación de varios métodos. En primer lugar, el médico realizará un examen físico detallado para identificar signos de inflamación en las articulaciones y otros síntomas relacionados. A continuación, se utilizan diversas pruebas de laboratorio para apoyar el diagnóstico. Un análisis de sangre puede revelar la presencia de marcadores inflamatorios, como la velocidad de sedimentación globular (VSG) y la proteína C-reactiva (PCR), que indican inflamación en el cuerpo. También se puede realizar la prueba del antígeno HLA-B27, ya que su presencia está asociada con un mayor riesgo de desarrollar artritis reactiva. (8,9)

Además de las pruebas de laboratorio, los estudios de imagen son una herramienta valiosa en el diagnóstico de la artritis reactiva. Las radiografías de las articulaciones afectadas pueden mostrar signos de inflamación y daño, aunque estos no siempre son evidentes en las etapas iniciales de la enfermedad. En algunos casos, se pueden utilizar otras técnicas de imagen, como la resonancia magnética (RM) o la ecografía, para obtener una visión más detallada de las articulaciones y detectar cambios que no se observan en las radiografías convencionales. (10)

Es importante también identificar la infección desencadenante. Para esto, se pueden realizar pruebas de cultivo y análisis de muestras de orina, heces o secreciones genitales para detectar la presencia de bacterias como las previamente mencionadas, identificar y tratar la infección subyacente es crucial para el manejo adecuado de la artritis reactiva. (10)

Tratamiento:

Tratamientos Médicos

Los medicamentos antiinflamatorios no esteroides (AINE) son la primera línea de tratamiento para reducir el dolor y la inflamación en las articulaciones. Estos fármacos, como el ibuprofeno y el naproxeno, ayudan a aliviar los síntomas y mejorar la movilidad. En casos más severos, se pueden utilizar corticosteroides, ya sea en forma de inyecciones locales directamente en la articulación afectada o en forma de tabletas para reducir la inflamación sistémica. (2,11)

Si se identifica una infección subyacente, especialmente en el tracto urogenital, es fundamental tratarla con antibióticos. Por ejemplo, las infecciones por Chlamydia trachomatis se tratan con antibióticos específicos como la doxiciclina o la azitromicina. El tratamiento adecuado de la infección puede prevenir la reaparición de la artritis reactiva y reducir la severidad de los síntomas. (12)

Terapias Complementarias

Las terapias complementarias juegan un papel importante en el manejo de la artritis reactiva. La fisioterapia es crucial para mantener la movilidad articular y fortalecer los músculos que rodean las articulaciones afectadas. Un fisioterapeuta puede diseñar un programa de ejercicios personalizados que incluya estiramientos suaves y ejercicios de bajo impacto, como la natación o el ciclismo, para mejorar la flexibilidad y reducir la rigidez. (1,11)

Los cambios en la dieta también pueden ser beneficiosos. Una dieta equilibrada rica en ácidos grasos omega-3, presentes en el pescado y las semillas de lino, puede ayudar a reducir la inflamación. Además, mantener un peso saludable disminuye la carga sobre las articulaciones, lo que puede aliviar el dolor y mejorar la función articular. (4,11)

Autocuidado y Manejo en el Hogar

El autocuidado es una parte vital del tratamiento de la artritis reactiva. Los pacientes deben aprender a manejar sus síntomas y adaptar su estilo de vida para reducir el impacto de la enfermedad. Aplicar compresas frías o calientes en las articulaciones inflamadas puede proporcionar alivio temporal del dolor y la rigidez. Es importante descansar adecuadamente y evitar actividades que puedan agravar el dolor articular. (13)

La educación del paciente sobre la artritis reactiva y su manejo es esencial. Conocer la enfermedad, sus desencadenantes y las estrategias para controlar los síntomas permite a los pacientes tomar un papel activo en su tratamiento. El apoyo psicológico, ya sea a través de grupos de apoyo o terapia individual, puede ayudar a manejar el estrés y la ansiedad que a menudo acompañan a las enfermedades crónicas. (13)

Pronóstico y Complicaciones:

El pronóstico de la artritis reactiva varía considerablemente de un individuo a otro y depende en gran medida de la respuesta al tratamiento y la severidad de la enfermedad. En muchos casos, la artritis reactiva es autolimitada y los síntomas pueden mejorar significativamente con el tiempo, especialmente si se identifica y trata la infección subyacente de manera temprana. Sin embargo, en algunos pacientes, la enfermedad puede volverse crónica y persistir durante meses o incluso años, con episodios recurrentes de inflamación articular. (1,2)

Evolución de la Enfermedad

La artritis reactiva puede mostrar una evolución impredecible. Algunos pacientes experimentan brotes agudos seguidos de períodos de remisión, durante los cuales los síntomas desaparecen o se vuelven mínimos. Otros pueden enfrentarse a una forma crónica de la enfermedad, con síntomas persistentes y recurrentes que afectan su calidad de vida a largo plazo. La identificación temprana de la enfermedad y el tratamiento adecuado juegan un papel crucial en la gestión de su evolución. (14)

Posibles Complicaciones a Largo Plazo

A pesar de los avances en el tratamiento, la artritis reactiva puede llevar a complicaciones significativas, especialmente si no se controla adecuadamente. Entre las complicaciones a largo plazo se incluyen el daño articular irreversible, que puede resultar en deformidades articulares y pérdida de función. Las articulaciones más afectadas suelen ser las rodillas, tobillos y pies. Además, la inflamación crónica puede afectar otros órganos y sistemas del cuerpo, como los ojos (uveítis crónica), el corazón y el sistema nervioso. (10,14)

Calidad de Vida y Adaptaciones Necesarias

La artritis reactiva puede tener un impacto significativo en la calidad de vida de los pacientes, afectando su capacidad para realizar actividades diarias, trabajar y participar en actividades sociales y recreativas. Las adaptaciones necesarias pueden incluir cambios en la dieta y el estilo de vida para manejar los síntomas, así como modificaciones en el entorno físico para facilitar el movimiento y reducir la carga sobre las articulaciones afectadas. Es fundamental un enfoque integral que aborde tanto los aspectos físicos como emocionales del bienestar del paciente. (14)

Prevención:

Medidas para Prevenir Infecciones Desencadenantes

Las infecciones gastrointestinales y urogenitales son las principales causas de la artritis reactiva. Para prevenir estas infecciones, es fundamental seguir prácticas de higiene adecuadas, como lavarse las manos regularmente con agua y jabón, especialmente antes de comer y después de usar el baño. La manipulación y preparación segura de alimentos también son cruciales para evitar enfermedades transmitidas por alimentos, que pueden llevar a infecciones intestinales.

En el caso de las infecciones urogenitales, practicar sexo seguro puede reducir significativamente el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual, como la uretritis por Chlamydia trachomatis. El uso consistente de preservativos y la realización regular de pruebas de detección pueden ayudar a prevenir la transmisión de estas infecciones.

Estrategias para Reducir el Riesgo de Desarrollar Artritis Reactiva

Para individuos con factores de riesgo genéticos, como la presencia del antígeno HLA-B27, es importante mantener una vigilancia regular y consultar a un médico ante cualquier síntoma de infección que pueda desencadenar la artritis reactiva. La educación sobre los síntomas y factores desencadenantes también es crucial para promover una respuesta rápida y efectiva en caso de exposición a una infección.

Además, mantener un estilo de vida saludable puede fortalecer el sistema inmunológico y reducir la susceptibilidad a las infecciones. Esto incluye una dieta equilibrada rica en frutas, verduras y proteínas magras, así como la realización regular de ejercicio físico moderado, que ayuda a mantener un peso saludable y fortalece el cuerpo contra enfermedades infecciosas.

Conclusiones:

La artritis reactiva suele desarrollarse como una respuesta inmunitaria anormal a infecciones bacterianas previas, especialmente gastrointestinales o urogenitales. Identificar y tratar estas infecciones de manera oportuna puede ayudar a prevenir o mitigar la enfermedad.

Los síntomas principales incluyen dolor e inflamación en las articulaciones, que pueden ser acompañados de fiebre, fatiga y otros problemas sistémicos como uveítis y problemas urinarios. La variedad de síntomas subraya la complejidad de la enfermedad y la necesidad de un enfoque multidisciplinario en su manejo.

El diagnóstico temprano mediante pruebas de laboratorio, estudios de imagen y evaluación clínica es crucial para un manejo efectivo. El tratamiento incluye el uso de medicamentos antiinflamatorios, terapia física, y en casos de infección activa, antibióticos específicos.

El pronóstico de la artritis reactiva puede variar significativamente. Mientras que algunos pacientes experimentan episodios autolimitados, otros pueden enfrentar una enfermedad crónica con complicaciones a largo plazo. El manejo continuo, que incluye estrategias de autocuidado, fisioterapia y seguimiento médico regular, es fundamental para controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida.

La educación sobre la artritis reactiva, tanto para pacientes como para cuidadores y familiares, es crucial. Entender los desencadenantes potenciales, los síntomas y las opciones de tratamiento puede empoderar a los pacientes para manejar mejor su condición y tomar decisiones informadas sobre su salud.

Referencias:

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