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Avances en el diagnóstico y manejo de la dermatitis atópica: una revisión bibliográfica

Avances en el diagnóstico y manejo de la dermatitis atópica: una revisión bibliográfica

Autora principal: Dra. Heizel Valeria Vargas Garro

Vol. XVIII; nº 14; 729

Advancements in the Diagnosis and Management of Atopic Dermatitis: A literature review

Fecha de recepción: 07/06/2023

Fecha de aceptación: 18/07/2023

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XVIII. Número 14 Segunda quincena de Julio de 2023 – Página inicial: Vol. XVIII; nº 14; 729

Autores:

1 Dra. Heizel Valeria Vargas Garro, investigadora independiente, San José, Costa Rica

ORCD: https://orcid.org/0009-0009-0306-4986

2 Dra. Mariana Navarro Campos, investigadora independiente, Cartago, Costa Rica

ORCD: https://orcid.org/0009-0009-9131-9403

3 Dra. Ana Laura Ramírez López, investigadora independiente, Puntarenas, Costa Rica

ORCD: https://orcid.org/0009-0009-0796-6899

4 Dr. Jafet Manuel Romero Naranjo, investigador independiente, Heredia, Costa Rica

ORCD: https://orcid.org/0009-0009-6215-3228

Resumen

La dermatitis atópica es una enfermedad crónica de la piel que afecta a personas de todas las edades. Aunque se ha investigado ampliamente en la población pediátrica, la prevalencia y los aspectos clínicos en adultos aún no están bien establecidos a nivel mundial. Esta revisión bibliográfica tiene como objetivo recopilar y analizar los estudios más recientes sobre la prevalencia, patogenia, características clínicas y manejo de la dermatitis atópica en adultos. Una de las principales características de la dermatitis atópica es su variabilidad en la prevalencia entre países y regiones. Además, diversos factores influyen en el desarrollo de la enfermedad, como los antecedentes familiares de atopia, la exposición a alérgenos y la desregulación inmunológica. Estos elementos desempeñan un papel importante en la patogenia de la enfermedad, que implica una disfunción de la barrera epidérmica, desregulación inmunitaria y alteración del microbioma. Se ha observado que las mutaciones en el gen filagrina juegan un papel fundamental en la dermatitis atópica. La dermatitis atópica tiene un impacto significativo en la calidad de vida de los pacientes, principalmente debido a su característica más común: el prurito intenso. Los avances en el desarrollo de nuevos medicamentos han permitido introducir opciones prometedoras en el tratamiento de la dermatitis atópica. El manejo adecuado de esta enfermedad es crucial para mejorar la calidad de vida de los pacientes afectados. Por lo tanto, a través de la recopilación y análisis de información actualizada, se busca comprender mejor los avances en el diagnóstico y manejo de la dermatitis atópica que permitan desarrollar estrategias de manejo más efectivas para mejorar la calidad de vida de los pacientes afectados.

Palabras clave: Dermatitis atópica, trastorno cutáneo crónico, estrategias de manejo

Abstract

Atopic dermatitis is a chronic skin disease that affects people of all ages. Although it has been extensively researched in the pediatric population, the prevalence and clinical aspects in adults are still not well-established worldwide. This literature review aims to gather and analyze the most recent studies on the prevalence, pathogenesis, clinical characteristics, and management of atopic dermatitis in adults. One of the main features of atopic dermatitis is its variability in prevalence between countries and regions. Additionally, various factors influence the development of the disease, such as a family history of atopy, allergen exposure, and immune dysregulation. These elements play an important role in the pathogenesis of the disease, involving dysfunction of the epidermal barrier, immune dysregulation, and alteration of the microbiome. Mutations in the filaggrin gene have been observed to play a fundamental role in atopic dermatitis. Atopic dermatitis has a significant impact on patients’ quality of life, primarily due to its most common characteristic: intense itching. Advances in the development of new medications have allowed for the introduction of promising options in the treatment of atopic dermatitis. Proper management of this disease is crucial for improving the quality of life of affected patients. Therefore, through the collection and analysis of up-to-date information, a better understanding of advancements in the diagnosis and management of atopic dermatitis is sought to develop more effective management strategies for enhancing the quality of life of affected patients

Keywords: Atopic dermatitis, Chronic skin disease, Etiology, Management strategies

Los autores de este manuscrito declaran que:

Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses. La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanas elaboradas por el Consejo de Organizadores Internaciones de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS). El manuscrito es original y no contiene plagio. El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista, han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados, han preservado las identidades de los pacientes.

Introducción

La dermatitis atópica (DA) es una enfermedad común que afecta a niños y adultos. Aunque se ha investigado ampliamente en la población pediátrica, la prevalencia y los aspectos clínicos de la DA en adultos aún no están bien establecidos a nivel mundial.

Esta afección crónica de la piel se caracteriza por una respuesta inmunológica anormal y una barrera epidérmica defectuosa. La prevalencia de la DA varía significativamente entre países y regiones, mostrando una mayor incidencia en aquellos con mayores ingresos económicos. Además, factores como los antecedentes familiares de alergias, la exposición a alérgenos y la desregulación inmunológica también pueden influir en el desarrollo de la enfermedad.

Con el fin de mejorar la calidad de vida de los pacientes, es fundamental comprender los avances en el diagnóstico y tratamiento de la dermatitis atópica. Por lo tanto, esta revisión tiene como objetivo recopilar y analizar los estudios más recientes sobre la prevalencia, patogenia, características clínicas y manejo de la DA en adultos. Mediante esta revisión, se busca proporcionar una visión más completa de la enfermedad y contribuir al desarrollo de estrategias de manejo más efectivas.

Al abordar estos aspectos, se espera fomentar una mejor comprensión de la DA y su manejo en la población afectada. Este conocimiento actualizado y relevante puede guiar a los profesionales de la salud en la implementación de tratamientos más adecuados y personalizados, mejorando así la calidad de vida de los pacientes con dermatitis atópica en la edad adulta.

Metodología

La metodología utilizada en esta revisión bibliográfica sobre la dermatitis atópica se basó en una búsqueda de artículos científicos médicos. Se realizaron búsquedas en las reconocidas bases de datos PubMed, Medline y Science Direct, utilizando los términos «Dermatitis atópica», «Diagnóstico», «Manejo», «Avances» y «Revisión actualizada» en inglés y español. Además, se consultaron libros médicos de dermatología. El período de tiempo considerado para la recopilación de artículos abarcó desde el año 2018 hasta el 2023. Para garantizar la calidad y pertinencia de los estudios incluidos, se establecieron criterios de inclusión claros. Solo se analizaron aquellos artículos disponibles en los idiomas mencionados y con una fecha de publicación dentro del rango de tiempo especificado. Se excluyeron aquellos escritos en otros idiomas, con una antigüedad superior a los 5 años, así como aquellos que no abordan directamente el tema de la dermatitis atópica. Este riguroso enfoque metodológico permitió recopilar y analizar una amplia gama de literatura actualizada y relevante para la presente revisión, asegurando la validez y confiabilidad de los resultados obtenidos.

Epidemiología

La dermatitis atópica (DA) es una enfermedad común que afecta tanto a niños como a adultos. Existen variaciones significativas en la prevalencia de la DA entre países y regiones, y estudios recientes sugieren que esta prevalencia podría ser aún más alta de lo que se ha estimado (1). Gran parte de la investigación se ha centrado en la población pediátrica, lo que ha llevado a una falta de estimaciones precisas sobre la prevalencia de la DA en adultos a nivel mundial.

Se estima que la DA tiene una prevalencia aproximada del 10% a lo largo de la vida, y suele manifestarse en la infancia, alrededor del 60% de los pacientes la desarrollan antes de cumplir 1 año y aproximadamente el 90% antes de los 5 años de edad (2,3).

En Estados Unidos, algunos estudios han revelado una prevalencia del 10.2% de «dermatitis, eczema o cualquier otra erupción cutánea eritematosa e inflamada» en adultos (1). Sin embargo, es importante tener en cuenta que estos criterios pueden englobar otras patologías cutáneas además de la DA. Otros estudios internacionales han informado de prevalencias que oscilan entre el 2.0% y el 17.6%, y se ha observado una variación notable según la región y la metodología de estudio utilizada. En general, se ha observado que la prevalencia de la DA tiende a ser más alta en países con mayores ingresos económicos (1).

En cuanto a la persistencia de la dermatitis atópica, diversos estudios han confirmado que esta enfermedad puede persistir desde la infancia hasta la edad adulta, con episodios de remisión y reaparición a lo largo de la vida. Algunos factores, como la gravedad inicial de la enfermedad, la duración prolongada de los síntomas y la experiencia del paciente, pueden influir en la persistencia de la DA en adultos. Cuando la DA se inicia en la edad adulta, puede presentar características clínicas diferentes (1).

Se ha observado que la DA tiene una mayor prevalencia en mujeres, especialmente durante la adolescencia y la edad adulta. Se ha descrito que el estradiol y otras hormonas sexuales femeninas podrían desempeñar un papel en la aparición y gravedad de la enfermedad. Por otro lado, la hormona dehidroepiandrosterona (DHEA), que es más abundante en hombres, parece tener un efecto inhibidor en el desarrollo de la atopia. (1,4).

Existen otros factores de riesgo asociados con el desarrollo de la DA en adultos, como antecedentes familiares de alergias, exposición a alérgenos ambientales y ocupacionales, factores genéticos y desregulación inmunológica. (1,4). La prevalencia de la DA en los últimos 30 años indica que los factores ambientales desempeñan un papel importante en su desarrollo. La hipótesis de que mantener altos niveles de higiene puede estar relacionada con la aparición de la enfermedad ha sido ampliamente discutida, respaldada por la descripción de que las personas con un mayor estatus socioeconómico tienden a presentar una mayor incidencia de la enfermedad y la asociación entre el número de hermanos y la probabilidad de desarrollarla. (5).

La disponibilidad limitada de datos sobre la prevalencia e incidencia de la dermatitis atópica en adultos indica la existencia de una amplia variabilidad que puede estar influenciada por diversos factores, como las características de la población estudiada, las definiciones utilizadas para la enfermedad, los criterios de diagnóstico empleados, la existencia de registros de enfermedades y la falta de un índice universalmente aceptado para evaluar la gravedad de la enfermedad (4).

Patogenia

La DA es una enfermedad compleja en la que intervienen factores genéticos y ambientales. Los antecedentes familiares son un factor de riesgo significativo, lo cual sugiere la existencia de genes específicos asociados a la predisposición al desarrollo de DA (6). Aunque se ha descrito la DA como una enfermedad inflamatoria de la piel con predominio de la respuesta inmunológica de tipo Th2, la patogenia es más compleja, y se han identificado diferentes fenotipos inmunológicos. La patogenia de la DA puede dividirse en tres categorías principales: disfunción de la barrera epidérmica, desregulación inmunitaria y alteración del microbioma (6).

Disfunción de la barrera epidérmica

La DA se caracteriza por una barrera epidérmica defectuosa, lo que facilita la penetración de irritantes, alérgenos y microbios, desencadenando respuestas inmunitarias e inflamatorias en la piel (6). La filagrina (FLG), una proteína esencial para la estructura y función de la capa córnea de la piel, desempeña un papel importante en la prevención de la pérdida de agua transepidérmica y la protección contra los estímulos externos. Las mutaciones en el gen FLG representan el factor de riesgo genético más significativo para la DA, y se asocian con una mayor gravedad de la enfermedad y otros trastornos cutáneos (6).

Además, la composición y organización de los lípidos en la piel afectada son alteradas en la DA. La deficiencia de filagrina afecta la integridad de la barrera epidérmica y su capacidad para retener la hidratación adecuada. También se ha observado una alteración en el manto ácido de la piel, lo cual compromete aún más la función de barrera (6). Las citocinas Th2 reducen la expresión de proteínas y enzimas involucradas en la síntesis y procesamiento de los lípidos cutáneos, contribuyendo a la disfunción de la barrera (6).

Desregulación inmunitaria

En la DA, hay un desequilibrio en la actividad de proteasas endógenas y exógenas, lo que afecta la barrera epidérmica y desencadena la respuesta inflamatoria en presencia de sustancias irritantes. También se produce una infiltración de células Th2, Th22 y Th17 en la piel afectada, promoviendo la inflamación y la producción de IgE. La respuesta inmunológica varía según la edad y el origen étnico, y se han identificado diferencias en la activación y reclutamiento de células inmunológicas (7,8).

Alteración del microbioma

En pacientes con DA, se observa una alta colonización de la piel por Staphylococcus aureus, posiblemente debido a alteraciones en el equilibrio ácido de la piel, disminución de péptidos antimicrobianos y cambios en las citocinas cutáneas. La presencia de S. aureus y sus productos puede desencadenar aún más la inflamación y la respuesta inmunitaria en la piel, lo que contribuye a la persistencia y exacerbación de la dermatitis atópica (6).

Además de S. aureus, se ha observado una disminución en la diversidad y riqueza del microbioma cutáneo en pacientes con dermatitis atópica. Esto puede deberse a la falta de colonización de microorganismos beneficiosos, como las bacterias del género Staphylococcus epidermidis, que desempeñan un papel importante en el mantenimiento de la homeostasis de la piel y la protección contra patógenos (7).

La interacción entre la disfunción de la barrera epidérmica, la desregulación inmunitaria y la alteración del microbioma crea un ciclo de inflamación y daño en la piel en la dermatitis atópica. La pérdida de integridad de la barrera permite la entrada de alérgenos, irritantes y microorganismos, lo que desencadena una respuesta inmunitaria exagerada. A su vez, la respuesta inmunitaria promueve la inflamación y el reclutamiento de células inmunológicas, exacerbando el daño en la barrera y contribuyendo a la persistencia de la enfermedad (6-8).

Es importante tener en cuenta que la dermatitis atópica es una enfermedad compleja con múltiples factores contribuyentes y la patogenia puede variar de un individuo a otro.

Características clínicas

La DA es una enfermedad cutánea que se manifiesta de diversas formas según la edad del paciente. En lactantes, se observan lesiones agudas con placas eritematosas, vesículas y exudación. A medida que los niños crecen, las lesiones se vuelven menos exudativas y más liquenificadas, afectando principalmente los pliegues de flexión de la piel. En la adolescencia y edad adulta, las lesiones pueden volverse subagudas o crónicas, con afectación de los pliegues de flexión y posibles cambios en la apariencia clínica. En la tercera edad, la DA se caracteriza por sequedad de la piel (6).

Esta enfermedad cutánea tiene un impacto negativo significativo en la calidad de vida de los pacientes, causando prurito intenso, trastornos del sueño, tensión psicológica y dificultades sociales. Se ha demostrado que los niños con DA experimentan una disminución de la calidad de vida aún mayor que aquellos con diabetes mellitus o epilepsia (6).

El prurito intenso es una característica prominente de la DA y puede desencadenarse por el sudor o el contacto con prendas de lana. El rascado y el frotamiento de la piel en respuesta al prurito pueden agravar la enfermedad y causar liquenización. (6).

En pacientes con DA, es común observar estigmas atópicos, como inflamación de los párpados, surcos Dennie-Morgan debajo de los ojos, líneas de expresión más pronunciadas en el rostro y alteraciones en la pigmentación de la piel. Además, los pacientes con DA tienen una mayor predisposición a desarrollar pitiriasis alba, una condición que se caracteriza por manchas hipopigmentadas en la piel. Es importante realizar un diagnóstico diferencial adecuado para distinguir la pitiriasis alba de otras afecciones (6).

En la DA, las lesiones agudas se presentan como pápulas-vesículas eritematosas con costras o exudación, mientras que las lesiones subagudas a crónicas se caracterizan por escamas, excoriaciones y liquenificación. En pacientes con piel oscura, pueden observarse características adicionales como acentuación perifolicular, pápulas planas y tendencia a la hiperpigmentación. La distribución de las lesiones varía según la edad del paciente y la actividad de la enfermedad (9).

Infancia (menores de 2 años de edad)

Las erupciones generalmente se desarrollan inicialmente en las mejillas, frente o cabeza, manifestándose como sequedad en la piel seguida de pápulas durante la primera infancia. Con un ligero retraso después de la aparición de los síntomas faciales, se desarrolla un eritema exudativo en las zonas intertriginosas como el cuello, axilas, fosa cubital y fosa poplítea. Además, también se pueden desarrollar eritema y pápulas en el tronco y las extremidades. (10)

Niñez/edad escolar (2 a 12 años)

Desde la primera infancia hasta la edad escolar, las erupciones en la cara disminuyen, en su lugar, se observa típicamente en el cuello, axilas, fosa cubital, fosa poplítea, área inguinal, muñecas y tobillos. En casos graves, las erupciones se extienden a la cara y las extremidades, mientras que el rascado repetido conduce a erosiones y costras de sangre recurrentes. Pueden desarrollar pápulas liquenificadas y prúrigo en las extremidades. También se pueden observar pápulas foliculares en forma de piel seca o protuberancias similares a granos de piel de gallina en el tronco y las extremidades. (10)

Adolescencia/adultez (13 años en adelante)

Después de la pubertad, es más probable que las erupciones se desarrollen en la parte superior del cuerpo, incluyendo la cara, cuello, pecho y espalda. Además, se puede observar compromiso de la cara y el cuello, así como prúrigo en el tronco y las extremidades. En casos graves, las erupciones se extienden por todo el cuerpo, dando lugar a eritrodermia. (10)

Aproximadamente un tercio de los pacientes con DA presenta características clínicas de deficiencia de filagrina, como ictiosis vulgaris, queratosis pilaris y palmas hiperlineales. Estas características pueden indicar un curso de enfermedad más grave y la presencia de comorbilidades alérgicas. Además, se han observado otras condiciones cutáneas específicas en pacientes con DA, como el vitiligo y la alopecia areata (9).

Tomar en cuenta estos aspectos clínicos y su impacto en la calidad de vida es fundamental para abordar y tratar adecuadamente la dermatitis atópica, buscando mejorar el bienestar general de los pacientes afectados (6).

Diagnóstico

La DA es una enfermedad con características clínicas específicas que han sido identificadas por expertos en el campo médico (6). Estas recomendaciones se basan en ciertas características que ayudan a un diagnóstico preciso de la enfermedad.

El prurito intenso es uno de los síntomas más característicos de la DA y a menudo es el motivo principal de consulta. Además, se observan lesiones cutáneas eccematosas con patrones de distribución específicos según la edad. Estas lesiones pueden tener un curso crónico o recurrente y suelen presentarse desde una edad temprana. Los antecedentes personales o familiares de atopia también son considerados relevantes en el diagnóstico de la DA (6). Además de estas características clínicas, los estigmas atópicos, como la sequedad extrema de la piel (xerosis), son considerados indicadores adicionales de la enfermedad (6).

Es importante destacar que la DA presenta características clínicas inespecíficas en la piel y no se puede distinguir de otras formas de dermatitis únicamente por su apariencia (22).

Criterios Clínicos

La atopia se define como una predisposición a producir inmunoglobulina E (IgE) en respuesta a alérgenos (22). Sin embargo, no todos los pacientes con criterios clínicos de DA presentan sensibilización mediada por IgE. Por esta razón, se ha propuesto una nueva nomenclatura que distingue entre eccema atópico (cuando hay sensibilización mediada por IgE) y eccema no atópico (cuando no hay esta asociación) (22). Es importante destacar que, aunque en sentido estricto el término «atópico» debería basarse en la confirmación de la sensibilización IgE en el paciente, en la práctica clínica el diagnóstico se realiza exclusivamente en base a criterios clínicos (22).

El diagnóstico de la DA se realiza generalmente mediante una evaluación clínica exhaustiva que incluye la recopilación de antecedentes médicos, una detallada anamnesis y un examen físico. A lo largo del tiempo, se han propuesto diversos criterios diagnósticos, siendo los criterios de Hanifin y Rajka (11) ampliamente utilizados. Estos criterios tienen en cuenta la presencia de prurito crónico, piel seca y descamada (xerosis), manifestación de eccema en áreas localizadas o extendidas del cuerpo, y antecedentes personales o familiares de atopia, como asma, rinitis alérgica o dermatitis atópica (11). También existen los criterios del Grupo de Trabajo del Reino Unido (UKWP) y una versión simplificada de los criterios de Hanifin y Rajka desarrollada por la Academia Estadounidense de Dermatología (6,10).

Se han descrito biomarcadores que pueden ser útiles para el diagnóstico y evaluación de la gravedad de la DA. Entre ellos se encuentran:

Niveles de IgE en suero: Los pacientes con DA suelen tener niveles elevados de IgE total en suero, aunque no se puede establecer un límite claro debido a la superposición con individuos sanos. Sin embargo, un nivel de IgE total en suero de 500 UI/mL o más es comúnmente observado en pacientes con DA. Estos niveles pueden representar una predisposición alérgica y pueden ser indicadores de respuesta a largo plazo en casos graves (10).

Recuento de eosinófilos periféricos: La eosinofilia periférica es más significativa en pacientes con DA en comparación con otras enfermedades alérgicas. A medida que aumenta el recuento de eosinófilos periféricos, puede ser un marcador de progresión de la enfermedad (10).

Nivel de lactato deshidrogenasa (LDH) en suero: El nivel de LDH en suero aumenta en casos más graves de DA y puede reflejar el daño tisular causado por la inflamación de la piel. Generalmente vuelve a niveles normales cuando la erupción se resuelve, pero niveles persistentemente elevados pueden indicar complicaciones debido a otras enfermedades (10).

Nivel de quimiocina regulada por el timo y la activación (TARC) en suero: El TARC es un ligando que induce la migración de células Th2. Los niveles de TARC en suero aumentan consistentemente con la gravedad de la DA y pueden reflejar la progresión de la enfermedad de manera más fuerte que otros biomarcadores (10).

Además, es importante diferenciar la DA de otros trastornos de la piel que pueden tener síntomas similares. La historia familiar de atopia y la distribución de las lesiones pueden ser útiles para determinar el diagnóstico diferencial. Otros factores, como anomalías nutricionales, malignidades y enfermedades relacionadas con la queratinización o la inmunodeficiencia, también deben considerarse en el diagnóstico diferencial de la DA (8). Algunas condiciones a descartar al diagnosticar DA en niños incluyen la dermatitis seborreica, la sarna, la dermatitis de contacto y la psoriasis. También puede haber condiciones raras de la piel asociadas a inmunodeficiencia, como el síndrome de hiper-IgE (HIES), el síndrome de Netherton y el síndrome de Omenn, que pueden parecerse a la DA (12).

Una vez realizado el diagnóstico de la DA, es importante evaluar la gravedad de la enfermedad. Para la evaluación de la gravedad, se utilizan diferentes métodos de puntuación estandarizados. El Sistema de Puntuación para la Dermatitis Atópica (SCORAD) es uno de los más utilizados (13). Este sistema tiene en cuenta la extensión y la intensidad de las lesiones cutáneas, así como los síntomas subjetivos reportados por el paciente, como el prurito y el impacto en la calidad de vida. Otro método de evaluación es el Índice de Área y Severidad del Eczema (EASI), ha sido ampliamente validado y recomendado como una herramienta de evaluación estándar en la investigación clínica sobre la DA. Proporciona una medida cuantitativa de la gravedad de la enfermedad en un paciente determinado. El puntaje final del EASI se calcula sumando los puntajes regionales y puede variar desde 0 (piel clara) hasta 72 (enfermedad muy grave) (13). La evaluación de la gravedad de la enfermedad es fundamental para determinar el enfoque terapéutico adecuado y la derivación al especialista médico.

Además del riesgo de desarrollar enfermedades alérgicas, también existen asociaciones con condiciones no alérgicas. Estas comorbilidades no alérgicas pueden tener un impacto significativo tanto en los pacientes como en los costos asociados a su tratamiento. La dermatitis atópica se ha relacionado con infecciones tanto en la piel como en otras partes del cuerpo, lo que destaca la importancia de un enfoque integral en su manejo. Asimismo, se ha observado una conexión entre la dermatitis atópica y trastornos de salud mental, como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, la ansiedad y la depresión. Aunque los datos sobre el cáncer son inconsistentes, se ha encontrado que la dermatitis atópica puede proporcionar cierta protección general contra la malignidad, aunque casos graves y prolongados se asocian con linfomas en adultos. Además, la dermatitis atópica también se ha vinculado con la obesidad, enfermedades cardiovasculares y enfermedades autoinmunes, como la alopecia areata y los trastornos gastrointestinales mediados por el sistema inmunitario. Aunque no se comprenden completamente los mecanismos causales de estas asociaciones, es esencial que los médicos estén conscientes de ellas para ayudar a aliviar la carga en los pacientes con dermatitis atópica. Un manejo efectivo de esta afección puede reducir el riesgo de desarrollar estas comorbilidades costosas y difíciles de tratar (14)

Tratamiento

La dermatitis atópica (DA) es una enfermedad crónica de la piel que se caracteriza por la presencia de eczema y que presenta exacerbaciones y remisiones repetidas (7). El objetivo del tratamiento de la dermatitis atópica es aliviar los síntomas, prevenir la recurrencia y mejorar la calidad de vida de los pacientes. La gravedad de la enfermedad determinará las diferentes terapias recomendadas (7,15).

Es importante educar a los pacientes sobre el manejo de la enfermedad, especialmente en casos de dermatitis atópica infantil refractaria y en el entorno escolar. Se deben evitar los alérgenos ambientales que empeoran los síntomas, como los ácaros del polvo y el polen. Además, se recomienda realizar pruebas de alergia controladas para identificar posibles alérgenos alimentarios y evitar su consumo. Aunque la introducción temprana de ciertos alimentos no previene la dermatitis atópica, puede reducir la alergia al maní en lactantes de alto riesgo. Sin embargo, no hay evidencia de que esto prevenga el desarrollo de asma u otras alergias alimentarias (7).

Tratamiento tópico

El tratamiento tópico es el enfoque principal para el manejo de la dermatitis atópica. Consiste en el uso de emolientes/hidratantes y medicamentos tópicos antiinflamatorios (16). Durante muchos años, los corticosteroides tópicos, los inhibidores tópicos de la calcineurina y la fototerapia e inmunosupresores sistémicos han sido las opciones terapéuticas más comunes. Sin embargo, el temor al uso de corticosteroides tópicos e inhibidores de la calcineurina ha llevado a un cumplimiento deficiente de los regímenes tópicos por parte de los pacientes y cuidadores (16).

Recientemente, se han aprobado dos terapias dirigidas para el tratamiento de la dermatitis atópica: el ungüento tópico de crisaborole al 2% y el dupilumab. El crisaborole es un inhibidor de la fosfodiesterasa 4, mientras que el dupilumab es un anticuerpo monoclonal inyectado subcutáneamente que se dirige al receptor de interleucina-4. Estos avances reflejan una mejor comprensión de la patogénesis de la dermatitis atópica y se espera que cambien el panorama terapéutico de la enfermedad (16). Además de estas terapias, se están investigando otras opciones tópicas y sistémicas que se centran en la vía inmunológica tipo 2, como inhibidores de la quinasa Janus, tapinarof y agentes para corregir la disbiosis microbiana. También se están probando otros biológicos que se dirigen a interleucina-13 (IL-13), interleucina-31 (IL-31), interleucina-33 (IL-33), OX40 y linfopoyetina estromal tímica (16).

Estos avances en el desarrollo de medicamentos tópicos y sistémicos ofrecen nuevas opciones terapéuticas para los pacientes con dermatitis atópica. Sin embargo, es importante tener en cuenta que algunas de estas terapias todavía están en fase de investigación y se requiere más estudio para determinar su eficacia y seguridad a largo plazo (16).

Además del tratamiento tópico, los hidratantes son fundamentales en el manejo de la dermatitis atópica. Estos productos contienen emolientes, humectantes y otros ingredientes que hidratan y reparan el estrato córneo, aliviando los síntomas como la picazón, la sequedad, los brotes y las infecciones. Las ceramidas son especialmente importantes en los hidratantes y se ha demostrado que su uso reduce la incidencia de dermatitis atópica en lactantes de alto riesgo. No hay superioridad de un hidratante en particular sobre otros en cuanto a los resultados de la dermatitis atópica. Es recomendable aplicar los hidratantes inmediatamente después de bañarse o ducharse (17).

En cuanto a los corticosteroides tópicos, se utilizan para el tratamiento de la dermatitis atópica. En Japón, se clasifican en cinco categorías según la gravedad de la piel, la edad y las áreas anatómicas. Se recomienda utilizar medicamentos de una categoría inferior en recién nacidos, lactantes y áreas que absorben fácilmente los corticosteroides como la cara, el cuello y la ingle. La cantidad adecuada de corticosteroides tópicos se estima utilizando la unidad de la yema del dedo (UYD), y se recomienda una cantidad de aproximadamente 0,5 g para un área de dos manos. La frecuencia de aplicación puede reducirse a medida que las lesiones agudamente exacerbadas mejoran. Es importante tener precaución debido a los posibles efectos adversos sistémicos y locales de los corticosteroides tópicos (18).

El tacrolimus tópico, un inhibidor de la calcineurina, es otra opción terapéutica recomendada para la dermatitis atópica. A diferencia de los corticosteroides, el tacrolimus no causa atrofia de la piel ni telangiectasias. Su absorción está influenciada por la función de barrera de la piel. Se debe tener precaución con las reacciones adversas locales y el riesgo de infecciones bacterianas, fúngicas y virales. El tacrolimus tópico es especialmente útil en áreas donde los corticosteroides son fácilmente absorbidos, como la cara y el cuello (18).

Tratamiento sistémico

La dermatitis atópica (AD) es una enfermedad crónica y recurrente de la piel que, en casos moderados a graves, puede requerir terapia sistémica cuando el tratamiento tópico y otras medidas no son suficientes para controlar los síntomas (19,20).

Entre los enfoques terapéuticos sistémicos utilizados se encuentran los siguientes:

  1. Corticosteroides sistémicos: Son efectivos en las exacerbaciones agudas de la AD, pero debido a los posibles efectos secundarios desfavorables, su uso prolongado no se recomienda (19).
  2. Ciclosporina A: Se considera la primera elección para el tratamiento de la AD grave y refractaria. Inhibe la activación de los linfocitos T y la producción de citocinas inflamatorias. Sin embargo, requiere una estrecha supervisión médica debido a sus posibles efectos secundarios (19).
  3. Inhibidores de la quinasa Janus (JAK): Medicamentos como el baricitinib bloquean las vías de señalización implicadas en la inflamación de la AD. Han mostrado mejoras significativas en la gravedad de la enfermedad, el prurito y la calidad de vida en estudios clínicos, pero se necesitan más investigaciones sobre su seguridad y eficacia a largo plazo (19,21).
  4. Anticuerpos monoclonales dirigidos a la interleucina-13 (IL-13): Medicamentos como el tralokinumab y el lebrikizumab han demostrado mejoras en la gravedad de la enfermedad y el prurito en ensayos clínicos preliminares. Sin embargo, se requiere más investigación para evaluar su seguridad y eficacia en una población más amplia de pacientes con AD (19,21).

Además, se están estudiando otros medicamentos como rituximab, mepolizumab y alefacept para la AD, aunque la evidencia para su uso es limitada y se basa principalmente en informes de casos y series (19).

Es importante destacar que la terapia sistémica para la AD debe ser individualizada y considerada en casos donde el tratamiento tópico y otras medidas no han logrado un control adecuado de los síntomas. Estos medicamentos pueden tener efectos secundarios significativos y, por lo tanto, deben ser utilizados bajo la supervisión de un médico experimentado en el manejo de la AD (19).

Conclusión

La dermatitis atópica es una enfermedad cutánea crónica y recurrente que afecta tanto a niños como a adultos. Aunque la investigación se ha centrado principalmente en la población pediátrica, se estima que alrededor del 10% de las personas experimentan esta condición a lo largo de su vida.

La persistencia de la dermatitis atópica en adultos puede variar, con episodios de remisión y reaparición a lo largo del tiempo. La gravedad inicial de la enfermedad, la duración prolongada de los síntomas y la experiencia individual del paciente pueden influir en la persistencia de la enfermedad. Además, factores como antecedentes familiares de alergias, exposición a alérgenos y desregulación inmunológica también pueden contribuir al desarrollo de la dermatitis atópica en adultos.

La patogenia de la dermatitis atópica es compleja e involucra la disfunción de la barrera epidérmica, la desregulación inmunológica y la alteración del microbioma cutáneo. Estos factores interrelacionados dan lugar a la inflamación crónica y el daño en la piel característicos de esta enfermedad.

Es importante destacar que el manejo de la dermatitis atópica en adultos incluye estrategias de cuidado de la piel, control de los factores desencadenantes, manejo de la inflamación y la picazón, así como el uso de medicamentos tópicos y sistémicos según sea necesario. Los avances en la terapia sistémica han introducido opciones prometedoras en el tratamiento de la dermatitis atópica. Medicamentos como los inhibidores de la quinasa Janus y los anticuerpos monoclonales dirigidos a la interleucina-13 han mostrado resultados alentadores en ensayos clínicos preliminares. Estos enfoques terapéuticos se centran en la modulación de las vías inflamatorias y muestran un potencial para un control más efectivo de los síntomas de la AD.

Sin embargo, es importante destacar que estos nuevos tratamientos también presentan desafíos y consideraciones. La seguridad y eficacia a largo plazo de estos medicamentos aún requieren más investigación y seguimiento. Además, la individualización del tratamiento y la supervisión médica especializada son fundamentales para maximizar los beneficios y minimizar los posibles efectos secundarios.

En definitiva, el manejo exitoso de la dermatitis atópica implica una combinación de enfoques terapéuticos, incluyendo el tratamiento tópico y sistémico. El conocimiento en constante evolución sobre la fisiopatología de la enfermedad y los avances en la investigación clínica están allanando el camino para una mejor comprensión y abordaje de esta afección cutánea. Con un enfoque integral y personalizado, los pacientes con dermatitis atópica pueden experimentar una mejora significativa en su calidad de vida y bienestar general.

Bibliografía

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