Beneficios de la actividad física en pacientes con insuficiencia cardiaca
Autora principal: Irene Sanz Gómez
Vol. XX; nº 15; 851
Benefits of physical activity in patients with heart failure
Fecha de recepción: 10 de julio de 2025
Fecha de aceptación: 5 de agosto de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 15 – Primera quincena de Agosto de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 15; 851
Autores:
Irene Sanz Gómez, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Irene Torán Bellido, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Andrea Ibáñez Romero, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Patricia Cortés Egeda, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Ana María Luca Simón, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Marta Gascón Sánchez, Enfermera Especialidad HOP Teruel
Resumen
La insuficiencia cardíaca (IC) representa un desafío para el sistema de salud, no solo por su alta incidencia, sino también por el impacto que tiene en la calidad de vida de los pacientes y en los costes sanitarios que supone.
Cada vez es mayor la evidencia científica que respalda la idea de que la actividad física ofrece grandes beneficios en personas que sufren IC, como el alivio de la sintomatología, mejoría de la capacidad funcional, y la reducción de ingresos hospitalarios y mortalidad.
Esta revisión analiza el impacto positivo que tiene el ejercicio físico en esta población, enfatizando la necesidad de una prescripción individualizada y progresiva, así como los obstáculos que dificultan su adherencia.
Además, se resalta el papel activo que desempeña la enfermería dentro del equipo multidisciplinar, especialmente en la educación para la salud, el autocuidado y el seguimiento clínico. La inclusión del ejercicio físico dentro de las intervenciones terapéuticas, se presenta como una herramienta clave para mejorar el pronóstico y la calidad de vida de los pacientes con IC.
Palabras clave
Insuficiencia cardíaca; Ejercicio físico; Rehabilitación; Rol enfermero; Educación sanitaria; Autonomía del paciente
Abstract
Heart failure (HF) represents a challenge for the healthcare system, not only due to its high incidence but also due to its impact on patients’ quality of life and the associated healthcare costs. Growing scientific evidence supports the idea that physical activity offers significant benefits to people with HF, such as symptom relief, improved functional capacity, and reduced hospital admissions and mortality. This review analyzes the positive impact of physical exercise in this population, emphasizing the need for individualized and progressive prescription, as well as the obstacles that hinder adherence. Furthermore, it highlights the active role played by nursing within the multidisciplinary team, particularly in health education, self-care, and clinical follow-up. The inclusion of physical exercise within therapeutic interventions is presented as a key tool for improving the prognosis and quality of life of patients with HF.
Keywords
Heart failure; Physical exercise; Rehabilitation; Nursing role; Health education; Patient autonomy
Introducción
La insuficiencia cardíaca (IC), es un síndrome complejo, que presenta una clínica progresiva y episodios de descompensación que conllevan a un deterioro de la calidad de vida, un incremento de la morbimortalidad y de los ingresos hospitalarios, además de suponer un alto coste para el sistema sanitario (1, 2).
La prevalencia de la insuficiencia cardíaca se encuentra alrededor del 2-4% de la población adulta general, que equivaldría, a nivel mundial, a más de 60 millones de personas (3).
En los últimos años, se ha observado un aumento considerable de la población envejecida, esto, asociado a otros motivos, han propiciado un incremento paulatino de la incidencia y prevalencia de esta patología cardiovascular, a pesar de las mejoras en el tratamiento.
El número de ingresos y reingresos hospitalarios también es muy elevado, lo que empeora el pronóstico y la calidad de vida de los pacientes, además de suponer una carga económica considerable para el sistema (1).
La actividad física y rehabilitación cardiaca, se asocian a efectos positivos sobre la salud, pudiendo mejorar la capacidad funcional, la sintomatología y reduciendo la morbimortalidad y las hospitalizaciones (2). Por lo tanto, el ejercicio físico regular, se considera como una parte fundamental del tratamiento no farmacológico en el que habrá que hacer hincapié. Es importante individualizar y adaptar el ejercicio a cada paciente y no sistematizar el tratamiento, ya que el grado de insuficiencia cardiaca, la sintomatología, enfermedades asociadas, edad y tolerancia al ejercicio físico, puede ser muy diferente según la persona (3).
Epidemiología y factores asociados
Es importante conocer los factores de riesgo, manifestaciones clínicas y enfermedades concomitantes asociadas a la insuficiencia cardiaca, para poder planificar adecuadamente las estrategias terapéuticas y de prevención.
Las comorbilidades más frecuentes en pacientes ambulatorios son: la hipertensión (HTA), infarto agudo de miocardio (IAM), osteoartritis, fibrilación auricular, dislipemia, anemia, cáncer, enfermedad renal crónica (ERC), asma, depresión y diabetes mellitus tipo dos (DM2). Además, del 10 al 15 % presentan enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), infartos isquémicos cerebrales, enfermedad vascular periférica, obesidad y trastornos tiroideos. Los pacientes hospitalizados, tienen en común características clínicas con los pacientes ambulatorios.
Los individuos que presentan más descompensaciones, ingresos y reingresos, se relacionan con manifestar un mayor número de comorbilidades, siendo las más frecuentes el EPOC, la DM2, ERC y la anemia.
El número de casos de IC, aumenta con la edad, por lo que se estima que se disparen las cifras de prevalencia, debido al incremento de la población anciana. Esto supone, de igual manera, un aumento de las hospitalizaciones, tasas de dependencia y del gasto sanitario (4).
A pesar de que la IC se asocia con la edad avanzada, se están empezando a diagnosticar casos de IC en pacientes más jóvenes, lo que se relaciona con un estilo de vida sedentario y con la epidemia mundial de la obesidad. Por lo tanto, el aumento de la prevalencia de IC, se verá afectado tanto por el aumento de población envejecida, como por las cifras elevadas de jóvenes con un IMC alto y estilos de vida sedentarios (3).
El factor de riesgo más comúnmente detectado en pacientes que desarrollan IC, es la HTA. Se ha comprobado que un alto porcentaje de pacientes con IC, presentan una alteración en la función diastólica, preservando la función sistólica.
El riesgo de desarrollar HTA ronda alrededor del 90%. Otras patologías asociadas a desarrollar IC y a un peor pronóstico son: la DM2, el IAM, el tabaquismo, la ERC, arritmias y valvulopatías.
Muchas de estas se pueden evitar con un buen estilo de vida, y actuando de manera precoz, por lo que será fundamental el trabajar en materia de prevención, para evitar la aparición de estas patologías asociadas al desarrollo de la IC (4).
Efectos de la actividad física en la insuficiencia cardiaca
La IC se caracteriza por la incapacidad del corazón para expulsar sangre suficiente para los requerimientos metabólicos, o lo hace aumentando la presión y desencadenando así una disfunción sistólica o diastólica del ventrículo izquierdo (5).
La actividad física tiene efectos similares en individuos sanos y en los que padecen IC (3).
Uno de los principales beneficios que tiene el realizarla, es el aumento del gasto cardiaco. Durante el ejercicio físico, se produce una mayor contractibilidad miocárdica y un mayor retorno venoso (precarga), contribuyendo a un aumento del volumen sistólico, que, sumado a una frecuencia cardiaca elevada, favorecen a aumentar el gasto cardiaco (6).
Otros de los beneficios que tiene el realizar ejercicio físico, es que promueve la remodelación cardiaca, mejorando la contracción y el llenado diastólico. Además, produce un efecto positivo, al disminuir la rigidez arterial, el estrés oxidativo y disminuir la presión arterial (6).
De igual manera, se ha demostrado, que la combinación de ejercicio físico aeróbico y resistencia, produce un mayor impacto positivo en la capacidad de ejercicio y calidad de vida en pacientes con IC (3).
Prescripción del ejercicio físico y consideraciones especiales en pacientes con IC
Es importante tener en cuenta que la mayor parte de los pacientes con IC, cursan con cuadros de disnea y fatiga, debido a una disminución del gasto cardiaco. Esta sintomatología difiere mucho según el paciente, por lo tanto, es imprescindible previo a la prescripción de ejercicio físico, realizar una valoración inicial de la capacidad funcional y de la presencia de alguna patología asociada (2). Una prueba muy utilizada para la valoración de la capacidad funcional, es la caminata de seis minutos (PC6M). Esta prueba se caracteriza por ser muy útil, fácil, segura y con un coste bajo, en el que el objetivo es caminar tanto como sea posible durante seis minutos (7).
Otros de los aspectos que se tienen que considerar, es la baja adherencia al ejercicio físico que presentan estos pacientes. Se estima que el año posterior de haber iniciado la prescripción de la actividad física, sólo el 40% siguen cumpliéndola. Existen múltiples causas que justifican este incumplimiento del tratamiento, entre las que cabe destacar los problemas psicosociales, frecuentes en estos pacientes, ya que afectan negativamente a su autoestima y autocuidado, lo que dificulta una adherencia adecuada.
Dado que en estas personas existe un riesgo alto de padecer alguna complicación, descompensación y/o deterioro, será imprescindible el prolongar las sesiones de calentamiento y vuelta a la calma, con respecto al resto de población sana. Se deben ir incrementando progresivamente las cargas, el tiempo y la intensidad de trabajo, según el grado de tolerancia del paciente (2).
Tipos de ejercicio físico
El entrenamiento aérobico tiene como objetivo reducir el riesgo de desarrollar complicaciones asociadas con esta enfermedad y mejorar la resistencia cardiovascular, así como el estado de salud en general.
Se pueden diferenciar dos tipos de entrenamiento aeróbico: el entrenamiento aeróbico interválico de alta intensidad (HIIT) y el entrenamiento aeróbico continúo moderado (MICT).
En el HITT se realizan intervalos breves de actividad a muy alta intensidad (por encima del 90% de la potencia máxima) alternándose con periodos de descanso completo o actividad física a muy baja intensidad. Algunos ejemplos de actividad física tipo HIIT serían: el ciclismo, nadar, correr, burpees, ejercicios con saltos etc (3, 8).
Por otro lado, el MICT es un tipo de ejercicio de intensidad moderada, que permita al individuo mantener una conversación, y en el que no hay periodos de descanso. Algunos ejemplos de este tipo de entrenamiento serían: las caminatas a paso ligero y montar en bicicleta.
En estudios y ensayos realizados recientemente, parece el HIIT, ofrece una mayor mejoría de la capacidad aeróbica, con respecto a la que se obtendría con el entrenamiento MICT. Sin embargo, no es tan evidente en las variables calidad de vida y fracción de eyección, por lo que la evidencia no es tan clara como para priorizar el entrenamiento HIIT con respecto al MICT. Lo que está claro, es que ambas modalidades se caracterizan por ser seguras, efectivas y mostrar beneficios en la salud de los pacientes, reduciendo la morbimortalidad cardiovascular y mejorando su calidad de vida (8).
El entrenamiento de la musculatura respiratoria es una herramienta de utilidad para pacientes con IC, incluso previo a la realización del ejercicio físico (2). Este tipo de entrenamiento implica el aumentar progresivamente la resistencia y así lograr el fortalecimiento de la musculatura. El ejercicio de los músculos inspiratorios, ha demostrado efectos positivos en la presión inspiratoria máxima, la distancia recorrida y en la disnea. Este tipo de actividad física, se recomienda en pacientes con un bajo rendimiento físico como una alternativa inicial al ejercicio físico aeróbico (3).
Intervención multidisciplinar y papel de la enfermería
Es necesaria la colaboración de los distintos profesionales sanitarios para poder ofrecer una atención integral y de calidad. La atención multidisciplinar no solo favorece un abordaje terapéutico óptimo, sino que también ayuda a prevenir eventos futuros, complicaciones y el desarrollo de dicha enfermedad.
Entre los profesionales que forman el equipo multidisciplinar encontramos: los cardiólogos, el personal de enfermería, fisioterapeutas, nutricionistas, trabajadores sociales, psicólogos, rehabilitadores y farmacéuticos (6).
El rol que juegan los profesionales de enfermería es fundamental, a nivel asistencial, ya que se encargan de la monitorización de las constantes vitales, tanto en las sesiones de ejercicio controladas, como en las revisiones periódicas prescritas.
Del mismo modo, son los encargados de realizar la evaluación clínica inicial para el resto de profesionales, utilizando herramientas objetivas (escalas o cuestionarios). Se valorarán los aspectos clínicos más relevantes como son la autonomía, adherencia al tratamiento, cognición, estado afectivo, apoyo familiar etc.
Por otro lado, el personal de enfermería también se ocupa de desarrollar actividades orientadas en la educación y promoción de la salud.
El proceso de educación se fundamenta en varios pasos:
En primer lugar, hay que determinar el grado de conocimiento inicial que tiene el paciente y familiares sobre la enfermedad, su capacidad de aprendizaje y su autonomía. Para ello, será conveniente el establecer una relación de confianza a través de la empatía y la escucha activa. La herramienta utilizada para evaluar estos conocimientos es la entrevista personalizada.
Por otro lado, también hay que valorar las barreras, necesidades y los recursos que presenta el paciente y familiares.
En segundo lugar, los profesionales de enfermería, son los encargados de orientar, ayudar a fijar los objetivos y acompañar al paciente en el logro de estos.
Los objetivos deben ser medibles, alcanzables y elegidos por el propio paciente, así como su método para alcanzarlos.
La educación sanitaria va a ir dirigida al paciente, familiares y cuidadores. Lo primordial, es que las enfermeras transmitan los conocimientos generales sobre la IC, de una manera clara y entendible. Entre la información que se debe ofrecer destaca: los signos y síntomas (habituales y los que son indicativos de una descompensación), la medicación que toman (dosis, posibles efectos secundarios…) y la importancia de llevar a cabo una vida saludable (actividad física, nutrición adecuada…).
En múltiples ocasiones, los reingresos hospitalarios, son debidos a la falta de adherencia a los tratamientos prescritos. Se ha demostrado que la educación por parte de las enfermeras, reduce estas tasas de ingresos hospitalarios y favorece el cumplimiento del tratamiento.
Por último, los profesionales de enfermería también son los encargados de promover el autocuidado, dirigiendo y acompañando al paciente en la consecución de sus objetivos. Esto es fundamental para que el paciente pueda alcanzar un estado de bienestar biopsicosocial óptimo y una buena calidad de vida (9).
Conclusiones
La insuficiencia cardíaca (IC) representa un problema de salud pública relevante, cuya incidencia continúa incrementando debido al envejecimiento poblacional y a estilos de vida poco saludables. Aunque tradicionalmente ha afectado a personas mayores, en los últimos años se está observando un incremento de casos en adultos jóvenes, asociado a factores de riesgo modificables como estilos de vida sedentarios, la hipertensión arterial y la obesidad.
La práctica regular de actividad física se ha consolidado como una herramienta terapéutica segura, eficaz y económica. La evidencia científica actual, demuestra que contribuye a mejorar la sintomatología, la capacidad funcional y el estado de ánimo, además de disminuir el porcentaje de ingresos hospitalarios, recaídas y mortalidad. Por ello, se recomienda incorporar programas de ejercicio físico individualizados y supervisados, como parte imprescindible del tratamiento integral en pacientes con IC.
Tanto el entrenamiento interválico de alta intensidad (HIIT) como el entrenamiento continuo de intensidad moderada (MICT) han mostrado beneficios similares, siempre que su prescripción se base en una valoración clínica personalizada. Para lograr resultados óptimos y evitar complicaciones, es esencial estructurar adecuadamente cada sesión, incluyendo calentamiento y vuelta a la calma.
No obstante, la adherencia a largo plazo a este tipo de intervenciones continúa siendo baja, lo que representa un desafío considerable. Dado su origen multifactorial, este problema requiere un enfoque terapéutico interdisciplinar. En este sentido, el papel que desempeña el personal de enfermería resulta clave, no solo por su función en el seguimiento clínico, sino también por su implicación en la educación sanitaria y la promoción del autocuidado y hábitos saludables.
En definitiva, el abordaje integral del paciente con IC que combine el tratamiento farmacológico, con intervenciones no farmacológicas (ejercicio físico), representa una estrategia fundamental para mejorar tanto el pronóstico, como la calidad de vida de estos pacientes.
Bibliografía
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2. Moraga Rojas Cristiam, Soto Fonseca Juan Diego. Prescripción de ejercicio durante la rehabilitación cardiaca de pacientes con Insuficiencia Cardiaca. Rev. costarric. cardiol [Internet].2021 June [citado 2025 may 09];23(1):21-27. doi: http://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1409-41422021000100021&lng=en.
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5. Romero-Gómez Juan Ramón, Tárraga-Marcos Loreto, Romero-Gomez Beatriz, Tárraga-López Pedro J. Análisis del ejercicio físico en la Insuficiencia Cardíaca. JONNPR [Internet]. 2022 Mar [citado 2025 may 09]; 7(1): 64-97. doi: https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2529-850X2022000100064
6. Pirbhat F, Malik A, Chhabra P. Insuficiencia cardíaca (insuficiencia cardíaca congestiva) [Internet]. En: StatPearls. Treasure Island (FL): StatPearls Publishing; 2025 [actualizado 2025 feb 26; citado 2025 may 9]. doi: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK537196/
7. Santos-Martínez LE, Flores-Morales MYD, Ordoñez-Reyna A, Arroyo-González JJ, Quevedo-Paredes J. Variabilidad intrasujeto de la prueba de caminata de seis minutos. Rev Med Inst Mex Seguro Soc. 2022 Jan-Feb;60(1):26–32. doi: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC10396038/
8. Collados Gutiérrez A, Gutiérrez-Vilahú L. Eficacia del entrenamiento interválico de alta intensidad versus entrenamiento continúo moderado en pacientes con insuficiencia cardiaca crónica con fracción de eyección reducida, en relación a la capacidad aeróbica, la fracción de eyección del ventrículo izquierdo y la calidad de vida. Revisión sistemática. Retos. 2023;(49):135-45. doi: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=8910898
9. Rivas Salas MÁ. Intervención de la enfermera dentro de los programas de rehabilitación cardíaca sobre los pacientes diagnosticados de insuficiencia cardíaca. Revisión bibliográfica [Internet]. Valladolid: Universidad de Valladolid. Facultad de Enfermería de Valladolid; 2023 [citado 2025 may 9]. doi: https://uvadoc.uva.es/handle/10324/60064
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