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Caso clínico. “La Burundanga”

Caso clínico. “La Burundanga”

Se describe el caso clínico de un varón de 23 años de edad, sin actividad ocupacional conocida y con un círculo relacional circunscrito a familiares de primer rango con los que convive, padres y hermana cinco años mayor que el paciente.

Caso clínico. “La Burundanga”

Ana Sara Viedma Martín, MIR de cuarto año de la especialidad de Psiquiatría, Hospital Juan Ramón Jiménez, Huelva. Supervisor: Juan F. Ramírez López, Psiquiatra. Coordinador Asistencial del Servicio Provincial de Drogodependencias y Adicciones de Huelva.

“Espíritus de mis antepasados con esta ofrenda os pido invoquéis a Osuna, Ogun y Legba para que sean testigos de esta maldición… Osuba… que su destino sea la muerte…Ogun que sufra un terrible accidente… Legba, para que se cumpla esta súplica… ofrezco la sangre de esta persona, ofrezco su corazón y su hígado…oh grandes espíritus del vudú…”.

(Fragmento de uno de los escritos personales del paciente).

Metodología de Estudio.

  1. Revisión del historial clínico del paciente, desde Agosto de 2011 hasta la actualidad.
  2. Exploración psicopatológica y seguimiento en consulta del paciente y sus familiares.

Desde los 16 años realiza seguimiento en el Equipo de Salud Mental Comunitario por alteraciones conductuales. En la actualidad, recibe tratamiento en el Servicio de Drogodependencias desde Agosto de 2011. No ha protagonizado ingresos previos en la Unidad de Hospitalización Psiquiátrica, aunque sí ha consultado con psiquiatra de urgencias del hospital.

Historia toxicológica: Fumador 30 cigarrillos/día. Bebedor ocasional. Inicia consumo de THC en 2007, inicialmente los fines de semana y posteriormente 3-4 pitillos/día. Niega otras sustancias.

Antecedentes Familiares: Padre ex-alcohólico con abstinencia referida en los últimos 10 años y cirrosis hepática enólica.

DATOS BIOGRÁFICOS

Niñez y adolescencia.

Infancia problemática, experimentó aislamiento social desde el inicio de la vida escolar. Fracaso académico y desencuentros en el grupo de iguales, debido a su homosexualidad.

En la adolescencia, presentó un patrón de conductas desadaptativo, con problemas de integración y aceptación de las normas sociales, así como conductas heteroagresivas.

Núcleo familiar disfuncional con dinámica compleja. Gestación de creencias mágicas y supersticiosas que orbitan alrededor de una relación madre-hijo edípica y una figura paterna periférica. Divorcio emocional entre los progenitores (de modo que es actualmente el paciente quien ocupa el lecho conyugal, pernoctando su madre en el salón y el padre en la habitación del paciente).

Vida adulta.

Nunca ha tenido pareja y ha mantenido escasas relaciones sexuales, actualmente presenta una “conducta asexual”. Preferencia por actividades solitarias e intereses restringidos (videojuegos, juegos de rol, armamentística, etc.). Aficionado a navegar por la red, donde se nutre de información que posteriormente adquiere entidad delirante.

Gusto por contenidos esotéricos, mitología clásica y fabricación artesanal de armas. En los últimos meses describe haber centrado su interés en “la escopolamina o burundanga” y en la fabricación de trajes “de invisibilidad con membranas de refracción negativas”.

Enfermedad actual.

En el momento actual y desde hace meses, el paciente manifiesta sentirse atormentado. Tiene el convencimiento de estar siendo envenenado por “la burundanga” y actúa acorde al mismo presentando conductas de suspicacia y desconfianza.

Si bien previamente la sintomatología se hallaba restringida a alteraciones comportamentales, como dificultades de integración en el grupo de iguales, pequeños hurtos, atentados contra la autoridad e incumplimiento de normas, etc., durante el último trimestre del 2013, tras incorporarse a la convivencia familiar una de las sobrinas de la madre, la clínica se torna más florida.

El paciente reconoce haber practicado brujería contra su prima “para anularle la voluntad” sin embargo “…ahora se ha vuelto en mi contra…, le eché burundanga…”-escopolamina, un potente alucinógeno presente en diferentes plantas psicoactivas de la familia de las solanáceas; ingrediente esencial además, de las pócimas mágicas de brujería que proliferaron en toda Europa en el siglo XII (1)-, “unas flores del jardín” puntualiza la madre y “…ahora todo está contaminado…”. Relata que “a pesar de haber limpiado la casa a conciencia, persisten los efectos de la sustancia”, por lo que desde entonces se niega a la ingesta de alimentos cocinados en el domicilio familiar, alimentándose exclusivamente de productos envasados, cuya apertura ha de presenciar personalmente.

“…El Hyosciamus niger (beleño) y la Atropa belladona (belladona), así como la Mandrágora officinarum, contienen el alcaloide escopolamina, que se ha usado para sedar a enfermos mentales, pues produce relajación muscular y un estado crepuscular sensitivo, en el cual el paciente puede preservar la conciencia y comprender lo que se le dice. En este estado de semiconsciencia obedece con facilidad ciertas órdenes y responde a preguntas sobre cuestiones íntimas, por lo que se la denominó “la droga de la verdad” que se empleó en interrogatorios a criminales, soldados y espías. En dosis mayores, la escopolamina provoca sueño y se ha usado en el tratamiento de la parálisis agitante…” (2).

Posteriormente y a pesar de haber transcurrido meses desde que su prima abandonó el domicilio familiar, el paciente manifiesta que en ocasiones y sin previo aviso, ésta regresa a visitar a la familia “aunque no la podemos ver porque lleva una capa de invisibilidad… lo sé porque he visto una raya de color carne”.

Exploración psicopatológica.