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Cuidados de Enfermería en la Infección del Tracto Urinario pediátrica

Estas lesiones se traducirán en alteraciones de la función renal a corto y largo plazo (Satura, 2004; Saadeh et al., 2011).

Como se mencionaba previamente, la uretra anterior no es estéril. Por este motivo, los microorganismos periuretrales pueden entrar dentro de la misma y provocar la infección, que en primera instancia afectará a las vías urinarias inferiores, y posteriormente a las superiores, siendo este último, el cuadro más grave.

Clínica

La Infección del Tracto Urinario (ITU) puede ser sintomática o subclínica. La bacteriuria asintomática es una entidad caracterizada por la presencia de un recuento superior a 100.000 colonias de un microorganismo por cada mililitro de orina en una muestra obtenida de un individuo que no cursa con signos ni síntomas de infección (Saadeh et al., 2011).

En lo relativo a las infecciones clínicas, su presentación varía en función del estamento etario al que pertenece el paciente (recién nacidos y lactantes y niños mayores) y el área de afectación (vías bajas o altas).

De esta forma, en niños recién nacidos y lactantes la Infección del Tracto Urinario (ITU) se manifestará a través de rechazo de las tomas, hipertermia, náuseas, vómitos e ictericia, mientras que en niños mayores la clínica se compone de dolor, fiebre, alteraciones cualitativas de la orina (fetidez y turbidez), tenesmo vesical, polaquiuria, disuria y enuresis.

En función de su localización, la Infección del Tracto Urinario (ITU) de vías urinarias bajas (cistitis o uretritis) se manifestará a través de dolor postmiccional y abdominal leve, disuria, enuresis y polaquiuria; y la ITU de vías urinarias altas (o pielonefritis) provocará dolor (especialmente en flancos) fiebre sin focalidad, mal estado general y alteraciones gastrointestinales como náuseas y vómitos, diarrea e ictericia (White, 2011; Satura, 2004; Saadeh et al., 2011).

Diagnóstico

El diagnóstico de la ITU pediátrica es un proceso complejo y multifactorial que debe comenzar atendiendo integradamente a los datos obtenidos en la anamnesis, la clínica y la exploración física y continúa, en función de las  circunstancias, con pruebas complementarias como el combur-test y el urocultivo, que implican necesariamente la recogida de orina a través de diferentes métodos, principalmente la bolsa autoadhesiva (en lactantes o niños con mal control de esfínteres) o la media micción.

Cabe mencionar que el urocultivo es la única prueba que puede confirmar el diagnóstico de Infección del Tracto Urinario (ITU), así como determinar el agente causal y orientar, consecuentemente, a qué antibioterapia específica se debe utilizar para tratar el cuadro (Saadeh et al., 2011; San José et al., 2009).

El urocultivo es la única prueba que puede confirmar el diagnóstico de la Infección del Tracto Urinario (ITU). Dependiendo del método de obtención de la muestra, los rangos de los parámetros analíticos serán diferentes. De este modo, se confirmará la infección si se han obtenido más de 100.000 colonias por mililitro de orina por media micción (espontánea); eventualmente se puede recurrir al sondaje vesical (aunque normalmente se empleará en Atención Especializada) (White, 2011).

Si el paciente presenta un estado general deteriorado o sospechamos de un cuadro de pielonefritis aguda, se derivará urgentemente al paciente a servicios de atención especializada pediátrica donde se obtendrán muestras por sondaje vesical o talla vesical, si así fuese necesario, y se realizarán, además, otras pruebas diagnósticas.

Tratamiento

Tras el diagnóstico se pautará antibioterapia lo más precozmente posible. El objetivo de su instauración temprana es disminuir el riesgo de padecer complicaciones potenciales a corto y largo plazo asociadas al daño renal (Larcombe, 2010) como: insuficiencia renal aguda y crónica, preeclampsia o hipertensión arterial. Hay diferentes alternativas de tratamiento entre las que destacan trimetroprim-sulfametoxazol, amoxicilina o nitrofurantoína. Otra línea de tratamiento consistiría en la administración de cefalosporinas de segunda y tercera generación (White, 2011; Satura, 2004; Saadeh et al., 2011).

El tratamiento y su posología se deben personalizar en función de la edad del individuo, el tipo de infección (vías altas o vías bajas) y su gravedad, entre otros factores. La antibioterapia puede administrarse por vía parenteral (intrahospitalaria o ambulatoria) y vía oral.

Aunque la duración del tratamiento varía en función de la gravedad del episodio, estudios recientes han demostrado que los tratamientos con ciclos cortos (de 2 a 4 días) son igual de efectivos que los ciclos largos (de 7 a 14 días). Sin embargo, estos últimos producen mayor resistencia bacteriana por exposición a los antibióticos y más efectos secundarios que los ciclos cortos (Larcombe, 2010; White, 2011).

Ciertas investigaciones han estudiado la eficacia de la quimioprofilaxis antibiótica para la prevención de las infecciones recurrentes del tracto urinario. Dichos estudios no han demostrado que la antibioterapia preventiva reduzca la recurrencia de Infecciones del Tracto Urinario (ITU), pero tiene efectos negativos sobre el organismo y favorece la multirresistencia bacteriana (White, 2011).

Por otro lado, el archiconocido consumo del arándano rojo como factor protector de la ITU resulta un aspecto controvertido en la actualidad. Así, White (2011) considera que la relación causal entre consumo de arándanos rojos y la reducción de la Infección del Tracto Urinario (ITU) en la población pediátrica, no está suficientemente demostrada. Rabanaque et al tampoco recomiendan su consumo sistemático a efectos de prevención a largo plazo.

Seguimiento

Tradicionalmente se realizaba un seguimiento sistemático a los pacientes que habían padecido un episodio de ITU. Sin embargo, estudios recientes concluyen que no es necesario si, durante el estudio del primer episodio, no se detectaron anomalías estructurales o elementos predictivos de recurrencia.

En caso contrario (o en pacientes con infecciones recurrentes), sí que se debe hacer un seguimiento clínico que incluirá pruebas complementarias de diagnóstico por imagen y/o realización periódica de urocultivos. Las características del seguimiento se establecerán en dependencia de la gravedad de la infección, siendo que en casos severos, los controles serán asumidos por el servicio de nefrología / urología pediátrica (San José et al., 2009).

Cuidados de Enfermería en la Infección del Tracto Urinario (ITU) pediátrica

Los cuidados de Enfermería en la ITU pediátrica son una parte indispensable de la atención sanitaria. Para una adecuada comprensión global e integrada de los cuidados a implementar en este tipo de patología, a continuación se presentarán los tres ejes principales del abordaje de la ITU por parte del personal de Enfermería: Educación para la Salud, diagnóstico y tratamiento y seguimiento.

Los cuidados concernientes a la Educación para la Salud, implican dar información general acerca de la patología a los cuidadores principales del paciente, medidas de prevención primaria (sustituir el baño por ducha, hidratación adecuada, lavado genital anteroposterior en niñas tras la defecación y la evitación de episodios de retención de orina); secundaria (reconocimiento precoz de síntomas) y terciaria (tratamiento y fomentar la adherencia a este).

En lo relativo a los cuidados de Enfermería en el diagnóstico, estos estarán basados en la recogida de muestras, colaboración en el diagnóstico (combur-test) y asistencia al pediatra en otras técnicas relacionadas.

Para finalizar, los cuidados a implementar en la fase de tratamiento y seguimiento involucrarán la comprobación de alergias e intolerancias, la administración de antibioterapia por orden médica, la valoración de la respuesta al tratamiento y,