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Disfunción familiar y su relación con la depresión en adolescentes

familiar es evidente en la génesis de las enfermedades psiquiátricas durante la adolescencia, específicamente, de las diferentes formas de depresión (Zuluaga, Hoyos, & De Galvis, 2012). El proceso de ruptura conyugal es el motivo más frecuente de separación de los hijos de sus respectivos padres, lo cual provoca cambios fundamentales en los ámbitos familiar, social y psíquico, que afectan así la percepción que el adolescente tiene del mundo circundante y generan crisis psicológicas y emocionales en ellos; evidentes tanto desde una perspectiva funcional familiar como estructural, pues existen familias que desde el punto de vista de su estructura se consideran nucleares, pero en la interacción de sus miembros son claramente disfuncionales, lo cual influye naturalmente en los mecanismos etio-patogénicos de los trastornos psíquicos en los adolescentes (Gibb, Beevers, Andover, & Holleran, 2006).

López et al, (2012) en su estudio sobre “Depresión en adolescentes: El papel de los sucesos vitales estresantes”, en un grupo de 2292 adolescentes de 15 a 19 años (54% mujeres y 46% hombres), utilizaron la versión revisada en español de la Escala de Depresión del Centro de Estudios Epidemiológicos (CES-D-R) y el Cuestionario de Sucesos Vitales de Sandín SV, concluyeron que el grado de estrés de los sucesos vitales dentro de la familia, que incluyen la disfunción familiar, se relaciona con la presencia de síntomas de depresión en los adolescentes. Además, el hecho de ser mujer y haber vivido algún suceso vital estresante se asocia a un mayor puntaje de síntomas de depresión (López, Fuentes, Palos, & Oudhof, 2012).

Zeiders et al (2013) en su estudio “Mexican-Origin Youths’ Trajectories of Depressive Symptoms: The Role of Familism Values”, con una muestra de 492 adolescentes de origen mexicano, a los cuales se les realizaron cuatro evaluaciones en un período de 8 años, evaluando los síntomas depresivos con los valores familiares, de manera que en las familias con buenos valores y de apoyo a los adolescentes y entre las familias, se relacionan con niveles más bajos de síntomas depresivos (Zeiders et al., 2013).

En Colombia en el año 2013, Gómez et al, en su estudio sobre “Predictores de disfunción familiar en adolescentes escolarizados”, donde realizaron una investigación analítica transversal, en estudiantes de 13 a 17 años de edad, encontraron que la presencia de síntomas depresivos con importancia clínica, baja religiosidad y familia no nuclear son los principales predictores de disfunción familiar en estudiantes adolescentes (Gómez-Bustamante, Castillo-Ávila, & Cogollo, 2013).

Trastornos en las categorías de la función familiar como factores de riesgo para depresión.

Entre los principales aspectos de la funcionalidad familiar que han sido identificados como factores de riesgo para el aparecimiento de depresión destacan: la presencia de problemas de comunicación entre padres e hijos (discusiones, conversaciones violentas) y una menor cohesión (Estevez, E., Musitu, G. y Herrero, 2005) (Kashani, Burbach, & Rosenberg, 1988) (Galicia et al, 2009) (Zúñiga et al, 2009), la percepción de los adolescentes acerca de que en su familia existe un alto nivel de conflictividad, hostilidad y rechazo, un escaso o excesivo control conductual por parte de los padres (Villatoro, J., Andrade, P., Fleiz, C., Medina-Mora, M., Reyes, I. y Rivera, 1997) (Thapar et al, 2012), así como una baja experimentación de afecto y cercanía, (Pardo, G., Sandoval, A. y Umbarita, 2004).

La presencia de estos factores inciden de manera negativa en los ámbitos emocional y cognitivo de los adolescentes, provocando que sean más propensos a sufrir un trastorno depresivo (Kraaij, V., Garnefski, N., Wilde, E. y Dijkstra, 2003).

Complicaciones y morbilidad de la depresión en la adolescencia.

San Sebastían y Estopiñan en su estudio “Tratamiento de la depresión en el niño y el adolescente” concluyen que la depresión es una entidad infra diagnosticada, que acarrea un mayor número de complicaciones y comorbilidades, así como aumento del riesgo de cronicidad o de la aparición de enfermedades psiquiátricas en la edad adulta (Sebastián & Estopiñan, 2012), en particular, los trastornos de ansiedad, trastornos relacionados con sustancias y el trastorno bipolar, así como la conducta suicida, desempleo, y problemas físicos. Por lo tanto , un episodio de depresión en la adolescencia a menudo anuncia una enfermedad crónica o recurrente, y prevé una amplia gama de problemas psicosociales y mala salud (Thapar et al, 2012) (Anita Thapar, Stephan Collishaw, Daniel S Pine, 2012).

Prevención de la depresión en adolescentes.

En el año 2010, una revisión sistemática de 17 artículos científicos de los últimos 20 años realizados en Chile sobre programas de prevención de depresión en adolescentes, concluyó que la etapa más adecuada para intervenir y prevenir la depresión es durante la adolescencia; además que es necesario no sólo prevenir un primer episodio de depresión, también es importante prevenir la recurrencia en quienes ya han tenido un episodio depresivo (Martínez, Vöhringer, Barroilhet, Guajardo, & Fritsch, 2010).

Stice et al (2010), en su metanálisis “A Meta-Analytic Review of Depression Prevention Programs for Children and Adolescents: Factors that Predict Magnitude of Intervention Effects” al evaluar 32 programas de prevención, determinaron que el 41% de los programas de prevención produjeron reducciones significativas en los síntomas depresivos y que el 13% de ellos produjo reducciones significativas en el riesgo para la aparición relativa de un trastorno depresivo futuro en los grupos de control (Stice, Shaw, Bohon, & Marti, 2010)

Un ensayo clínico controlado realizado en Chile en el año 2011 a 277 adolescentes de secundaria, de los cuales 163 adolescentes participaron en el grupo activo y 114 en el grupo control. El grupo activo recibió un programa con 11 sesiones de prevención utilizando terapia cognitivo conductual, de manera que al finalizar la intervención se determinó que la intervención actuaría como factor protector para la presentación de depresión, con un OR, ajustado por sexo y edad, de 0,39 (IC 95%=0,19-0,79) (Martínez et al., 2011).

Conclusiones.

 La depresión en los adolescentes constituye una patología cuya incidencia y prevalencia están incrementando en los últimos años, y que aún se mantiene infra diagnosticada en la atención primaria. De entre los múltiples factores de riesgo, la disfunción familiar constituye una factor importante en la génesis de la depresión en este grupo de edad, que en la mayoría de los casos no es valorada, lo que conlleva a que la familia y su funcionalidad, que supone ser el soporte para el adecuado desarrollo emocional y psicológico del adolescente, se mantenga como una causa enmascarada. Al no evaluar la funcionalidad familiar, el tratamiento que debería ser integral, se continua basando en el manejo cognitivo conductual, que por sí mismo solo trata la depresión, pero no la causa primordial, que en muchos casos es la disfuncionalidad de las familias, de ahí la importancia de que el Médico de Atención Primaria trate la causa y mas no la enfermedad.