El rol de la enfermería en el manejo integral del dolor post operatorio: una revisión basada en la evidencia
Autora principal: Irene Sanz Gómez
Vol. XX; nº 16; 877
The role of nursing in the comprehensive management of post-operative pain: an evidence-based review
Fecha de recepción: 16 de julio de 2025
Fecha de aceptación: 16 de agosto de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com, Volumen XX. Número 16 – Segunda quincena de Agosto de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 16; 877
Autores:
Irene Sanz Gómez, Enfermera Especialidad HOP Teruel, Hospital Obispo Polanco de Teruel, España.
Irene Torán Bellido, Enfermera Especialidad HOP Teruel, Hospital Obispo Polanco de Teruel, España.
Andrea Ibáñez Romero, Enfermera Especialidad HOP Teruel, Hospital Obispo Polanco de Teruel, España.
Patricia Cortés Egeda, Enfermera Especialidad HOP Teruel, Hospital Obispo Polanco de Teruel, España.
Ana María Luca Simón, Enfermera Especialidad HOP Teruel, Hospital Obispo Polanco de Teruel, España.
Marta Gascón Sánchez, Enfermera Especialidad HOP Teruel, Hospital Obispo Polanco de Teruel, España.
Resumen
El dolor postoperatorio es una experiencia frecuente y multifactorial, que, si no se aborda de manera adecuada, puede desencadenar múltiples complicaciones físicas y emocionales. En este contexto, el personal de enfermería desempeña un papel fundamental en su abordaje, ya que se encarga de la evaluación continua del dolor, la administración segura de fármacos analgésicos y la aplicación de intervenciones no farmacológicas. Asimismo, su papel educativo es imprescindible para incentivar la participación activa del paciente en su proceso de recuperación. Esta revisión bibliográfica analiza el rol de la enfermera en el manejo del dolor postoperatorio, destacando su contribución en la mejora de la calidad asistencial, la importancia del abordaje multidisciplinar y la necesidad de fortalecer su formación en este ámbito. Los hallazgos muestran que una atención centrada en el paciente, basada en la evidencia y coordinada entre profesionales, es esencial para lograr un manejo óptimo del dolor postoperatorio.
Palabras clave
Dolor postoperatorio; Cuidados de enfermería; Manejo del dolor; Intervenciones no farmacológicas; Educación al paciente.
Abstract
Postoperative pain is a common and multifactorial experience that, if not adequately addressed, can lead to multiple physical and emotional complications. In this context, nursing staff play a fundamental role in its management, responsible for ongoing pain assessment, the safe administration of analgesic medications, and the implementation of non-pharmacological interventions. Furthermore, their educational role is essential to encourage active patient participation in their recovery process. This literature review analyzes the role of nurses in postoperative pain management, highlighting their contribution to improving the quality of care, the importance of a multidisciplinary approach, and the need to strengthen their training in this area. The findings show that patient-centered, evidence-based, and coordinated care among professionals is essential for achieving optimal postoperative pain management.
Keywords
Postoperative pain; Nursing care; Pain management; non-pharmacological interventions; Patient education.
Introducción
El manejo del dolor postoperatorio constituye un aspecto fundamental dentro del abordaje integral del paciente quirúrgico, dado que el manejo inadecuado de este mismo, puede desencadenar complicaciones tanto físicas y psicológicas, además de retrasos en la recuperación (1). En este contexto, el personal de enfermería desempeña un papel imprescindible debido al contacto estrecho y directo que mantienen de manera constante con los pacientes, y a la responsabilidad que les recae en la evaluación, monitorización y administración de medicación analgésica (2).
Las enfermeras no solo se encargan de administrar tratamientos farmacológicos, sino que también implementan medidas educativas y no farmacológicas para disminuir la percepción del dolor y acelerar el proceso de recuperación (3).
En los últimos años, la evidencia ha demostrado que la calidad del cuidado relacionado con el manejo del dolor postoperatorio, depende directamente de las habilidades, conocimiento y actitudes del personal de enfermería, así como de las políticas institucionales que favorezcan su desarrollo eficaz. Sin embargo, persisten desafíos entre los que cabe destacar la infravaloración del dolor por parte de los profesionales de salud, la escasez de formación específica, y la diversidad en la aplicación de protocolos de evaluación y tratamiento (2). Del mismo modo, factores organizacionales, como la carga laboral y la comunicación deficiente, influyen significativamente en la eficacia del manejo del dolor (4).
Por ello, es fundamental comprender y reforzar el papel de la enfermería en este proceso, promoviendo una práctica basada en la evidencia que abarque la valoración continua del dolor, intervenciones individualizadas y acciones educativas dirigidas a los pacientes (2). Esta revisión bibliográfica tiene como objetivo analizar las funciones y competencias del personal de enfermería en el abordaje del dolor postoperatorio, resaltando las prácticas más efectivas y áreas que requieren mejoría según los estudios recientes.
Evaluación y monitorización del dolor
La evaluación minuciosa y constante del dolor postoperatorio es una de las funciones esenciales que lleva a cabo el personal de enfermería, siendo clave para que puedan implementarse las medidas terapéuticas más oportunas y eficaces para su alivio. Para ello, las enfermeras utilizan diversas escalas estandarizadas que permiten cuantificar la intensidad del dolor, tales como la Escala Visual Analógica (EVA), la Escala Numérica del Dolor (END) y la Escala Verbal Simple (EVS).
No obstante, la elección de la más adecuada puede resultar un reto, especialmente en unidades de recuperación posanestésica, donde los pacientes suelen presentar una disminución del nivel de conciencia. Un estudio reciente notifica que centrarse únicamente en los valores umbral de la END podría derivar en un manejo inadecuado del dolor. Asimismo, resalta la importancia de establecer una relación terapéutica adecuada entre el personal y paciente, basada en la comunicación, empatía y escucha activa, que permita la evaluación precisa e individualizada del dolor (5).
Además de las escalas para evaluar el dolor, es fundamental tanto el conocimiento como las actitudes del personal de enfermería sobre el manejo del dolor postoperatorio. Una investigación realizada en Qatar reveló que, a pesar de que las enfermeras son conscientes de la importancia que tiene una evaluación del dolor precisa y adecuada, persiste la falta de formación y conocimientos, lo cual repercute negativamente en la calidad del cuidado asistencial (2).
Existen diferencias significativas entre la percepción del dolor por parte del paciente y la evaluación por parte del personal de enfermería. Un estudio observacional evidenció que existen discrepancias entre las autoevaluaciones de los pacientes y las valoraciones ejecutadas por los profesionales de enfermería, lo que justifica la necesidad de mejorar las habilidades y técnicas utilizadas para la evaluación del dolor, con la finalidad de garantizar un manejo eficaz focalizado en el paciente (6).
La calidad del cuidado de enfermería en el manejo del dolor se relaciona directamente con prácticas organizativas y con el seguimiento continuo de paciente. Estas intervenciones que desempeña el personal de enfermería, van desde intervenciones no farmacológicas y medidas educativas dirigidas al usuario, hasta la utilización de escalas de evaluación y la formación continuada de los profesionales (3).
Por último, la percepción de quienes reciben atención sobre la calidad del manejo del dolor, está estrechamente relacionada con el conocimiento del personal de enfermería. Un estudio evidenció que, aunque los pacientes evaluaron el alivio del dolor como moderado y manifestaron una alta satisfacción con el tratamiento del dolor, el conocimiento del equipo de enfermería se encontraba en un nivel inferior, lo que justifica la necesidad de reforzar su formación en este ámbito (4).
Intervenciones farmacológicas
El manejo farmacológico del dolor postoperatorio constituye uno de los pilares primordiales en el abordaje del paciente quirúrgico. En este contexto, dentro del equipo multidisciplinar, es imprescindible el rol que desempeñan los profesionales de enfermería, por ser los que mantienen un contacto más estrecho y directo con los pacientes. Esta cercanía les permite realizar una valoración continua de la intensidad y evolución del dolor, identificar los posibles efectos adversos y determinar la necesidad de ajustar el tratamiento (2).
Las principales intervenciones farmacológicas incluyen la administración de analgésicos no opioides, opioides y coadyuvantes. Los analgésicos no opioides (el paracetamol y los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs)), son utilizados frecuentemente debido a su eficacia en el control del dolor leve a moderado, lo que disminuye el uso de opioides y los efectos adversos asociados a estos últimos (7).
Entre los fármacos opioides se encuentra la morfina y el fentanilo, caracterizados por tener un potente efecto analgésico. Su administración está limitada a situaciones en las que la intensidad del dolor sea mucho mayor, ya que presentan múltiples efectos secundarios, como las náuseas, vómitos y la depresión respiratoria, además de generar una gran dependencia. Por todo ello, será imprescindible la monitorización continua durante su administración. Los profesionales de enfermería deben seguir unos protocolos relacionados con el abordaje de opioides, evaluar constantemente la respuesta del paciente a estos y notificar cualquier alteración que suponga una sobredosis o el control inadecuado del dolor.
Asimismo, en algunos casos se utilizan fármacos coadyuvantes, como anticonvulsivos o antidepresivos, que pueden ser de gran utilidad en pacientes que padecen dolor neuropático o que presentan una respuesta insuficiente a la analgesia convencional. La correcta selección y combinación de estos fármacos, junto con una educación adecuada al paciente, contribuyen a una recuperación más segura y efectiva (6).
Intervenciones no farmacológicas
Las intervenciones no farmacológicas representan una estrategia complementaria clave en el abordaje global del dolor postoperatorio. Estas medidas, llevadas a cabo principalmente por las enfermeras, permiten reducir la sensibilidad al dolor, mejorar el bienestar biopsicosocial del paciente y, en muchos casos, disminuir la necesidad de utilizar fármacos analgésicos (8).
Entre los procedimientos más comunes se encuentran: la aplicación de frío o calor local, la movilización precoz, los cambios posturales, y la fisioterapia. Estas acciones promueven la recuperación funcional, ayudan a mejorar la circulación y a disminuir la inflamación. Su práctica se puede aplicar fácilmente en el ámbito clínico, sin desencadenar ningún efecto adverso significativo (9).
Del mismo modo, la musicoterapia, las técnicas de relajación y distracción, así como la terapia cognitivo-conductual, han revelado tener efectos beneficiosos en la disminución de los niveles de ansiedad y la percepción del dolor. Las enfermeras desempeñan un rol fundamental en la educación y guía de estas técnicas, adaptándolas a las preferencias y necesidades de cada paciente, y fomentando su participación activa en el proceso de recuperación.
Actualmente, el modelo asistencial más efectivo y seguro es aquel que combina las intervenciones no farmacológicas, basadas en una valoración individualizada y en la evidencia científica disponible, con las farmacológicas, lo que permite en su conjunto un abordaje del dolor más humanizado e integral (10).
Educación y empoderamiento del paciente
La educación preoperatoria y postoperatoria constituye un componente esencial en el manejo efectivo del dolor tras una intervención quirúrgica. Proporcionar información clara, estructurada y adaptada al nivel de comprensión del paciente, no solo contribuye a disminuir los niveles de ansiedad, sino que también mejora la adherencia al tratamiento y promueve una recuperación más temprana.
En este contexto, el personal de enfermería, que mantiene un contacto directo y continuo con los pacientes, desempeña un papel clave en la enseñanza y refuerzo de estos conocimientos, asegurándose de que comprendan las estrategias de manejo del dolor y que participen de una manera activa en el proceso de recuperación (11).
Por otro lado, es fundamental fomentar la autonomía del paciente y su capacidad para tomar decisiones relacionadas con el estado de su salud. Este enfoque, no solo aumenta la satisfacción del paciente, sino que también ha demostrado disminuir la intensidad del dolor postoperatorio. Involucrar al paciente en la planificación de su cuidado y proporcionarle las herramientas necesarias para gestionar su dolor, contribuye a que su recuperación sea más rápida y eficaz, además de reducir la dependencia a intervenciones médicas adicionales (12).
Finalmente, se ha demostrado que programas educativos que combinan sesiones teóricas y prácticas, ofrecen beneficios significativos en las personas que padecen dolor crónico. Como estos se centran en la comprensión del dolor, desde una perspectiva neurocientífica y en la modificación de creencias negativas, permiten a los pacientes adoptar estrategias de afrontamiento más efectivas, mejorando así su calidad de vida (13).
Intervención multidisciplinaria
Para lograr un manejo óptimo del dolor postoperatorio, resulta esencial la actuación coordinada de un equipo multidisciplinar. En este contexto, las enfermeras desempeñan un rol clave, ya que no solo aseguran la continuidad asistencial, sino que también facilitan la comunicación entre médicos, farmacéuticos, fisioterapeutas y otros profesionales de salud. Gracias a esta interacción, es posible realizar una evaluación más concisa del dolor, ajustar los tratamientos a las necesidades de cada paciente, y prevenir el desarrollo de posibles complicaciones.
Una adecuada organización y cooperación entre los distintos miembros del equipo sanitario da lugar a mejores resultados en el control del dolor, se reduce el uso innecesario de fármacos y se incrementa la satisfacción del paciente. Además, el personal de enfermería también contribuye activamente en la toma de decisiones clínicas y en la ejecución de planes de cuidados individualizados, lo que refuerza su papel como agente fundamental en el proceso de recuperación (3).
Conclusiones
El manejo del dolor postoperatorio continúa representando un desafío clínico importante, que si no es abordado de forma adecuada puede desencadenar complicaciones físicas y emocionales, además de retrasos en la recuperación del paciente. En este contexto, el personal de enfermería desempeña un papel esencial en la calidad del cuidado, en la evaluación y monitoreo continuo del dolor, y en la implementación de medidas terapéuticas y educativas orientadas al alivio eficaz del mismo.
Los hallazgos de esta revisión han demostrado que una atención basada en la evidencia, centrada en el paciente e integrada en un modelo multidisciplinar, permite optimizar los resultados clínicos y reducir complicaciones asociadas al mal control del dolor. La implementación adecuada de escalas de evaluación, la administración segura de fármacos y la utilización de medidas no farmacológicas contribuyen a un abordaje más integral y humanizado.
Además, el rol educativo que ejercen las enfermeras resulta clave para empoderar al paciente y fomentar su participación activa en el proceso de recuperación. Esto no solo mejora su adherencia al tratamiento y su percepción del dolor, sino que también promueve su autonomía, y mejora su experiencia durante el ingreso hospitalario, consolidando así la relación terapéutica entre el profesional y el paciente.
Por otra parte, la intervención multidisciplinaria ha demostrado ser fundamental para lograr una atención eficaz y segura. La coordinación efectiva entre los distintos profesionales sanitarios, permite una planificación más precisa de las estrategias de manejo del dolor y garantiza brindar una atención de calidad.
Pese a estos avances, persisten barreras asociadas a la formación insuficiente del personal de enfermería, la variabilidad en la aplicación de protocolos y aspectos organizativos que limitan el poder brindar una atención óptima. En este sentido, es prioritario estandarizar protocolos clínicos que faciliten una práctica segura, e impulsar políticas institucionales que reconozcan y fortalezcan el rol de la enfermería, mediante la educación continua, la mejora de las condiciones laborales y la promoción de una práctica basada en la evidencia.
En definitiva, fortalecer el papel de la enfermería en el manejo del dolor postoperatorio no solo mejora la calidad del cuidado, sino que también es clave para avanzar hacia una atención más humana e integral, donde el alivio del sufrimiento sea primordial y el paciente sea considerado en toda su dimensión biopsicosocial.
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