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El silencioso avance del virus del Nilo occidental

El silencioso avance del virus del Nilo occidental

Autora principal: Jana Plou González

Vol. XV; nº 24; 1238

The silent advance of the West Nile virus

Fecha de recepción: 07/10/2020

Fecha de aceptación: 14/12/2020

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XV. Número 24 –  Segunda quincena de Diciembre de 2020 – Página inicial: Vol. XV; nº 24; 1238

AUTORAS POR ORDEN:

1ºJana Plou González (Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España).

2ºAlba Domínguez Romero (Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España).

3ºEva Ciprés Añaños (CRP Santo Cristo de los Milagros, Zaragoza, España).

4ºLucía Largo Sola (Centro de Salud Actur Oeste, Zaragoza, España).

5ºCristina Villar Yus (Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España).

RESUMEN

Objetivo principal: se ha realizado este artículo con el objetivo principal de ampliar y/o mejorar los conocimientos que se tengan de una enfermedad infecciosa de tipo vírico transmitida a través de artrópodos como son los mosquitos. Las manifestaciones clínicas de la enfermedad del virus del Nilo Occidental van desde la aparición de un cuadro febril relativamente leve hasta manifestaciones neuroinvasivas muy severas. Por tanto, un diagnóstico y tratamiento sintomático temprano, podría llegar a reducir el riesgo de convertirse en ese tipo de enfermedad grave evitando así sus consecuentes síntomas y secuelas.

Metodología: la creación de este artículo se basa en la realización de una monografía utilizando como herramientas de trabajo diversas páginas o sedes web oficiales, bases de datos, etc. para resumir de una manera clara y útil toda la información analizada sobre la enfermedad del virus del Nilo Occidental.

Conclusión principal: la infección causada por el virus del Nilo Occidental es una grave amenaza para la salud pública de la población, más especialmente para las personas que se encuentran inmunodeprimidas por alguna razón y para las personas en edad avanzada. Actualmente, no hay la existencia de ninguna vacuna ni tampoco de ningún tratamiento específico en los seres humanos para combatir esta enfermedad, pero sí que se pueden realizar ciertas medidas de protección individual y colectiva o comunitaria para prevenir en la medida de lo posible las picaduras de los mosquitos, pero aun así se deberían de desarrollar investigaciones necesarias en este campo en un futuro.

Palabras clave: virus del Nilo Occidental, Culex Pipiens, Flavivirus, mosquito.

ABSTRACT

Main objective: this article has been carried out with the main objective of expanding and / or improving the knowledge of a viral infectious disease transmitted through arthropods such as mosquitoes. The clinical manifestations of West Nile virus disease range from the appearance of a relatively mild feverish presentation to very severe neuroinvasive manifestations. Therefore, an early diagnosis and symptomatic treatment could reduce the risk of becoming this type of serious disease, thus avoiding its consequent symptoms and sequelae.

Methodology: the creation of this article is based on the realization of a monograph using as work tools various pages or official websites, databases, etc. to summarize in a clear and useful way all the information analyzed on West Nile virus disease.

Main Conclusion: infection caused by West Nile virus is a serious threat to the public health of the population, especially for people who are immunosuppressed for any reason and for people of advanced age. Currently, there is no vaccine or any specific treatment in humans to combat this disease, but certain measures of individual and collective or community protection can be carried out to prevent mosquito bites as much as possible, but even so, the necessary research in this field should be developed in the future.

Keywords: West Nile virus, Culex Pipiens, Flavivirus, mosquito.

INTRODUCCIÓN (1-7)

El virus del Nilo Occidental se trata de una enfermedad infecciosa de tipo vírico transmitida a través de artrópodos, como son mosquitos infectados de dicho virus que la provoca. Este virus se identificó al este de África, en Uganda alrededor del año 1937 por primera vez y los primeros casos de esta enfermedad surgieron en el verano del año 1999 en los Estados Unidos de América, más concretamente en Nueva York.

Este virus es perteneciente al grupo de virus del género Flavivirus y de la familia Flaviviridae y suele hallarse en diferentes áreas de África, América del Norte, Oriente Medio, Asia Occidental e incluso Europa. Su más o menos estable continuidad dentro del entorno natural de la vida es debida al ciclo formado gracias a la transmisión de este virus entre mosquito-ave-mosquito. A parte de tener el poder de llegar a infectar a los seres humanos, también pueden verse afectados otros mamíferos, más fácilmente los caballos.

Los individuos que acaban padeciendo de este virus suelen ser asintomáticos y muchas veces ni se dan cuenta de que han resultado infectados o sino presentan síntomas leves o moderados que guardan una cierta relación con los de la gripe. Dichos síntomas serían, por ejemplo: cefalea, fiebre, dolor corporal generalizado, erupción cutánea o inflamación de los ganglios linfáticos entre otros.

Sin embargo, existen casos en los que este virus puede llegar a ser mortal cuando logra entrar en el cerebro de los individuos afectados, desencadenando una enfermedad neuroinvasiva severa, asociada a la aparición de un gran proceso inflamatorio del cerebro llamado encefalitis o una grave inflamación de todo el tejido que recubre al cerebro junto con la médula espinal, denominada meningitis. Su diagnóstico se realiza a través de la historia clínica del paciente, la realización de un examen físico detallado y de unas pruebas de laboratorio y de imagen.

Existen unos grupos de riesgo que pueden ser más susceptibles de contraer la enfermedad y de tener una mayor probabilidad de aparición de complicaciones mortales. Estos serían las personas de avanzada edad y aquellas personas inmunodeprimidas o que tengan su sistema inmunitario débil o afectado por la razón que sea.

Actualmente, todavía no existe ninguna vacuna ni ningún tratamiento específico en humanos para prevenir y paliar dicha enfermedad. La única y mejor manera de evitar contraer esta enfermedad es previniendo las picaduras de los mosquitos con las medidas que se tengan al alcance tanto a nivel personal como a nivel comunitario.

La enfermedad causada por el virus del Nilo Occidental a nivel nacional es de declaración obligatoria.  Se requiere que todos los casos nuevos que se presenten de la enfermedad se notifiquen pertinentemente a las autoridades del departamento de salud pública del ámbito local. Los informes generados a partir todas esas notificaciones pueden llegar a ayudar a las autoridades correspondientes tras analizarlos y estudiarlos, a reconocer los brotes que puedan surgir de la enfermedad para así tomar medidas de prevención y control para disminuir las posibles infecciones futuras.

ETIOLOGÍA (1-9)

La cierta continuidad del virus del Nilo Occidental dentro del entorno natural de la vida es debida al ciclo formado gracias a la transmisión de este virus entre mosquito-ave-mosquito y por la transmisión de tipo vertical que existe de una forma transovárica, es decir las hembras de los mosquitos infectadas trasnsmiten dicho virus a través de sus huevos. Son considerados como los vectores principales de este virus los mosquitos del género Culex Pipiens (mosquito común o trompetero). Para este virus, las aves son su reservorio elegido, siendo extremadamente patógeno para las aves de origen americano.

Además, las aves de la familia Corvidae (cuervos, arrendajos y urracas) son especialmente susceptibles, aunque se ha detectado este virus en aves agonizantes o muertas de muchos otros tipos de especies. Cada una de esas especies de aves posee una cualidad que las hace distintas a la hora de mantener el ciclo de la transmisión del virus, y pueden llegarse a infectar de muchas otras maneras diferentes a la de la picadura de un mosquito.

Con mayor frecuencia, el virus del Nilo Occidental se disemina a través de las picaduras de mosquitos infectados por este virus. Investigaciones dicen que dichos mosquitos son infectados al picar a aves, portadoras en el momento del virus, ese virus se queda en las glándulas salivales del mosquito que luego es inoculado en las personas a las que pican. Este virus también puede ser transmitido durante la exposición a través de un contacto bastante estrecho con sangre y/o tejidos de otros animales que en el momento se encuentren infectados.

Los hospedadores finales del virus son los seres humanos y los caballos, el significado de esto es que ellos se pueden llegar a infectar en algún momento de su vida, pero nunca podrán propagar el virus infectando a otros seres vivos. En lo que se refiere a la infección en los caballos suele ser bastante rara y por lo general es de tipo leve en la mayoría de los supuestos, aunque hay en ciertos casos en los que se producen alteraciones en sus sistemas nerviosos centrales que les pueden llegar a provocar lo que se le conoce como encefalomielitis, que finalmente puede llegar a ser mortal.

Las mayores cantidades del virus, con mayor frecuencia son transportadas por los mosquitos durante los meses más o menos cálidos y húmedos del año, es decir, durante primavera, verano, pero sobre todo a principios del otoño. Por eso, las personas suelen contraer más la enfermedad a finales del mes de agosto y a principio del mes de septiembre. Por el contrario, el riesgo de infectarse por dicho virus disminuye en un gran porcentaje cuando hay un cambio del clima y comienza a volverse más frío y seco es decir cara al invierno, ya que los mosquitos empiezan a extinguirse al no ser su medio proliferativo ideal.

FACTORES DE RIESGO (1,2,4)

Los principales factores de riesgo que llegan a provocar que con una mayor facilidad y probabilidad una persona pueda sufrir un tipo más grave de la enfermedad con las posibles complicaciones severas correspondientes de la misma son:

  • Sufrir afecciones que debiliten de una manera u otra el sistema inmune corporal de la persona, tales como tener VIH/SIDA, ser receptor de un trasplante de órganos y estar en tratamiento con quimioterapia/radioterapiade manera reciente por un cáncer…
  • Tener una edad avanzada (mayor de 60 años).
  • Padecer ciertas enfermedades como serían diabetes, hipertensión arterial, enfermedades de tipo renal…

Por otra parte, el recibimiento de trasplantes de órganos y de alguna transfusión de componentes sanguíneos son unos riesgos añadidos y existentes en una pequeña cantidad de casos, aunque el riesgo de infección del virus del Nilo Occidental por medio de estas maneras es muy bajo. Además, también existe la posibilidad de que una mujer que se encuentre embarazada e infectada le transmita durante el embarazo, en el momento del parto u a través de la leche materna el virus a su hijo, aunque este otro caso es muy poco frecuente.

De todas las personas que se llegan a infectar por este virus, menos del 1% de ellas desarrollan finalmente algún síntoma o complicación de tipo grave. De ese pequeño porcentaje de personas que se enferma de una manera grave por el virus, aproximadamente el 10% fallecerá y el resto, es decir la gran mayoría tendrá una recuperación completa y total de la enfermedad.

CLÍNICA (1-4,7,9)

La gran mayoría de las personas (70-80%) que se infectan del virus del Nilo Occidental no presentarán síntoma alguno. Alrededor de 1 de cada 5 personas puede llegar a desarrollar algún síntoma de tipo leve similar a los que provoca la gripe común. Dichos síntomas suelen aparecer de 3 a 14 días después recibir la picadura de un mosquito infectado, pueden llegar a durar varios días o incluso semanas y por lo general suelen desaparecer por sí solos. Este tipo leve de la enfermedad se trata de una enfermedad febril sistémica agua, generalmente llamada fiebre del Nilo Occidental, puede ser causante de algunos o todos los síntomas siguientes:

  • Fiebre
  • Cefalea y dolor de garganta.
  • Dolor abdominal y dolores musculares generalizados (mialgias, artralgias…).
  • Náuseas, vómitos y diarreas.
  • Falta de apetito.
  • Erupción cutánea (maculopapular transitoria) o sarpullido.
  • Inflamación de los ganglios linfáticos.

Por otra parte, existe un tipo más grave de la enfermedad que puede llegar a provocar a los pacientes (20%) una enfermedad neuroinvasiva o lo que se denomina una encefalitis o meningitis del Nilo Occidental, según si afecta de manera única sólo al cerebro o al cerebro junto con las membranas o estructuras que lo rodean e incluso a la médula espinal. A consecuencia de todo esto los pacientes pueden llegar a sufrir alguno o de los siguientes síntomas de tipo más grave, alguno de los cuales necesita una atención médica inmediata por el riesgo vital que implican para la persona:

  • Fiebre alta muy repentina.
  • Cefalea severa y persistente.
  • Rigidez en la zona del cuello.
  • Temblores, espasmos musculares y crisis convulsivas.
  • Debilidad o parálisis parcial de las extremidades del cuerpo.
  • Confusión mental o desorientación temporo-espacial.
  • Pérdida total del conocimiento, estuporo coma.

Además, ciertos pacientes que han sufrido la enfermedad del Nilo Occidental han llegado a padecer algunas otras complicaciones secundarias como serían: miocarditis, arritmias cardiocirculatorias, rabdomiólisis, uveítis, neuritis óptica, coriorretinitis, hepatitis, pancreatitis y orquitis, pero por suerte han surgido en muy raras ocasiones. Por otro lado, la mayor parte de las mujeres embarazadas que se han visto infectadas por este virus, han conseguido finalizar su embarazo y posteriormente han tenido un parto sin la presencia de ningún tipo de infección u anomalía clínica reseñable.

DIAGNÓSTICO (1-4,8,9)

Las clases de signos clínicos observables que pueden llegar a surgir a raíz de la infección por el virus del Nilo Occidental se asemejan en gran medida a los presentados por los pacientes ante otras infecciones virales relacionadas, por ello es muy importante realizar un diagnóstico diferencial correcto. Su diagnóstico se debe de realizar primero a través de la historia clínica del paciente en cuestión, por medio de una entrevista personal para más tarde seguir con la realización de un examen físico corporal completo. Con los resultados obtenidos de lo anteriormente nombrado es muy probable que no nos permita conocer ya a primera vista con qué clase de virus estamos tratando, ya que la sintomatología clínica que suele surgir casi siempre es muy inespecífica de primeras.

Por ello, se debe profundizar un poco más y llevar a cabo una serie de exámenes o pruebas de laboratorio para hallar objetivamente la presencia del virus a través de la detección de sus anticuerpos desarrollados específicamente, así como pruebas por imagen para observar claramente posibles puntos de inflamación en las áreas del cerebro y sus anexos. En todo esto mencionado se incluye:

  • Análisis de sangre venosa (captación de anticuerpos IgM y seroconversión de anticuerpos de IgG mediante el enzimoinmunoanálisis (ELISA) en dos muestras de sangre extraídas con un periodo de una semana entre ellas).
  • Punción lumbar o raquídeapara analizar muestra y realizar cultivo celular de líquido cefalorraquídeo (LCR) que rodea el cerebro y la médula espinal corporal.
  • Tomografía axial computarizada (TAC) del cerebro.
  • Resonancia magnética nuclear (RMN) del cerebro.

De manera general, de los análisis que se realizan a partir de pruebas de laboratorio suelen surgir unos resultados bastante inespecíficos para este virus. En los pacientes que llegan a desarrollar el tipo grave de la enfermedad con las complicaciones neuroinvasivas correspondientes, en el cultivo celular realizado a partir de una muestra de LCR suele objetivarse un incremento o pleocitosis linfocítica (los neutrófilos son predominantes al inicio de la enfermedad). Además, en pacientes con una encefalitis en las pruebas de imagen como puede ser la resonancia magnética nuclear cerebral se pueden evidenciar a menudo, diversas alteraciones de la señal en el cerebro (en el tálamo, tronco encefálico y ganglios basales); pasa lo mismo en pacientes con una meningitis, pero en su médula espinal anterior.

TRATAMIENTO (1-4,8,9)

Los múltiples tipos de antibióticos existentes en la actualidad no permiten tratar la infección que se llega a originar a causa del virus del Nilo Occidental, ya que por desgracia no estamos ante una enfermedad causada por bacterias. Actualmente, en lo que se refiere a los seres humanos no hay existencia de ningún tipo de vacuna ni de ningún tratamiento específico (antivirales) para prevenir y paliar esta infección, por tanto, el manejo clínicamente hablando para esta enfermedad es de tipo sintomático. Se han ido utilizando y después evaluando de manera empírica varios tipos de medicamentos antivirales (interferón y ribavirina) para paliar y/o curar esta enfermedad, pero ninguno hasta la fecha ha demostrado conseguir unos beneficios específicos claros y aplicables.

La gran mayoría de las personas que sufren síntomas leves de la enfermedad generalmente mejoran tras el paso de varios días, aunque la fatiga y debilidad generalizadas pueden acabar durando semanas o meses, eso sí, estos acabarán desapareciendo de una manera u otra con el tiempo. Las personas anteriormente nombradas, pueden administrarse de forma oral fármacos de tipo analgésico o antiinflamatorio para que de una manera rápida y sencilla puedan controlarse la fiebre o paliar cualquier dolor corporal que tengan (cefalea, mialgias, artralgias…).

Sin embargo, las personas que sufren el tipo grave de la enfermedad y tienen síntomas meníngeos severos suelen requerir de medicación antiemética y de una rehidratación por culpa de la cantidad de náuseas y vómitos que padecen. Por otra parte, los que sufren de síntomas encefalíticos muy severos necesitan cuidados mucho más selectivos y de una estrecha observación por la gran posibilidad que poseen de desarrollar una hipertensión intracraneal y sufrir crisis convulsivas. Además, existe una posibilidad bastante elevada de que dichas personas necesiten ser controladas a través de un monitor, del uso de un respirador artificial que les supla la función respiratoria y/o de un soporte hemodinámico a través de la perfusión de grandes cantidades de líquidos por vía intravenosa, por tanto, acaben teniendo que ser ingresadas de manera hospitalaria.

Para la mayor parte de todos los pacientes el pronóstico vital es muy positivo debido a que si sufren esta enfermedad la superan de una forma casi asintomática o levemente con síntomas bastante parecidos a los de una gripe convencional.  De forma contraria, para la pequeña cantidad de personas que curse el tipo grave de la infección el pronóstico es mucho más desfavorable, ya que complicaciones inherentes como la encefalitis o la meningitis del Nilo Occidental puede llegar a desencadenar un daño cerebral irreparable y el fallecimiento de la persona (1 de cada 10 personas que presentan inflamación neurológica no sobreviven a ella).

PREVENCIÓN (1-4)

Como anteriormente se ha mencionado, en la actualidad todavía no hay la existencia de una vacuna para evitar el desarrollo de esta enfermedad en humanos. Por tanto, la mejor forma de prevenir la aparición de dicha infección por el virus del Nilo Occidental es evitando las picaduras de los mosquitos a través de medidas de protección personal y de programas de control de mosquitos a nivel comunitario:

  • Usar repelentes contra insectos, más concretamente contra mosquitos que contengan como componente DEET, picaridina (KBR 3023 o icaridin), IR3535, aceite de eucalipto-limón (OLE), para-mentano-diol (PMD) o 2-undecanona ya que proporcionan una protección durante mucho más tiempo. Si se va a realizar alguna actividad al aire libre, utilizar los que contienen un 20-30% de DEET. Se debe de aplicar de acuerdo a las instrucciones de uso que vienen con la etiqueta de dicho producto:
  • No aplicarse repelentes en la piel que no se encuentra expuesta o debajo de la ropa.
  • Si se está usando al mismo tiempo protector solar, aplicarse primero dicho protector solar y más tarde el repelente.
  • No aplicarse repelentes con permetrina directamente sobre la piel.
  • En niños menores de 3 años no usar repelentes que contengan aceite de eucalipto-limón y para-mentano-diol.
  • No aplicar el repelente en lo niños sobre las zonas de las manos, y sobre todo boca y ojos; pero tampoco en áreas de la piel con presencia de cortes, heridas o irritaciones. Es mucho mejor ociar el repelente en las manos de un adulto y después aplicarlo en la cara del niño.
  • Utilizar vestimenta adecuada, la mejor es la de tipo holgado y dentro de la gama de los colores claros. Si se va a realizar alguna actividad al aire libre usar camisas de mangas largas, pantalones largos, calcetines altos y zapatos cerrados.
  • Rociar la vestimenta de repelente con permetrina o comprar ropa tratada con ese tipo de repelente, ya que la permetrina ofrece una protección similar tras ser sometida a múltiples lavados. La picadura de los mosquitos puede llegar a atravesar la ropa de tela fina o delgada, por lo que se obtendrá mayor protección al rociar la ropa con dicho repelente.
  • No salir al aire libre y permanecer en lugares cerrados cuando está amaneciendo, atardeciendo y durante el transcurso de las primeras horas de la tarde, ya que es cuando los mosquitos se encuentran más activos.
  • Poner mosquiteras en cualquier tipo de entrada (puertas, ventanas…) para que los mosquitos no entren y se mantengan lejos del hogar, ponerlas también en los cochecitos de los niños y en el portabebés.
  • Si es posible, usar aire acondicionado.
  • Vaciar y desechar las aguas que se encuentren durante un tiempo quietas o estancadas como las de los floreros, baldes, barriles, bebederos para animales, platos de macetas, piscinas para niños pequeños, cubos de basura…y las aguas de otros muchos lugares donde pueda llegar a acumularse, debido a que el agua estancada favorece a la reproducción a través de los huevos de los mosquitos, ya que es su medio favorito para ello.
  • Creación de programas de vigilancia y control de los mosquitos en las áreas donde se asienta el virus a nivel comunitario:
  • Realizar estudios específicos para detectar los tipos de especies locales de mosquitos que son las responsables de la transmisión del virus.
  • Gestionar de la manera más adecuada los residuos hídricos para evitar así la reproducción de los mosquitos.
  • Fumigar con productos químicos o usar métodos biológicos en la comunidad o urbanización de vecinos para conseguir prevenir la reproducción de nuevos mosquitos y así disminuir la densidad de ellos.

CONCLUSIONES

– La enfermedad causada por el virus del Nilo Occidental debe considerarse como una enfermedad grave de tipo neurológico febril aguda en las personas inmunodeprimidas, de avanzada edad, en personas que hayan estado expuestas de manera reciente a la picadura de mosquitos, a una transfusión sanguínea o a un trasplante de órganos, específicamente durante los meses cálidos del año y dentro de las zonas afectadas por la actividad del virus. También merece una consideración especial la posibilidad de que la desarrollen los recién nacidos durante la etapa de embarazo o durante el periodo de lactancia a través de la madre infectada por este virus.

– Para la mayor parte de todos los pacientes el pronóstico vital es muy positivo debido a que si sufren esta enfermedad la superan de una forma casi asintomática o levemente con síntomas bastante parecidos a los de una gripe convencional.  Actualmente, no hay la existencia de ninguna vacuna ni tampoco de ningún tratamiento específico en los seres humanos para combatir esta enfermedad, pero sí que se pueden realizar ciertas medidas de protección individual y colectiva o comunitaria para prevenir en la medida de lo posible las picaduras de los mosquitos, pero aun así se deberían de desarrollar investigaciones necesarias en este campo en un futuro.

– A nivel nacional, la aparición de la enfermedad causada por el virus del Nilo Occidental conlleva una declaración obligatoria.  Se requiere que todos los casos nuevos que se presenten de la enfermedad se notifiquen pertinentemente a las autoridades del departamento de salud pública del ámbito local correspondiente, para que se dé lugar a la creación y análisis de los informes que se generen a partir de esas notificaciones y poder reconocer los brotes de esta enfermedad lo antes posible para así tomar medidas de prevención y control para disminuir las posibles infecciones futuras.

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