Enfermedad de Menière: Un enfoque integral sobre su fisiopatología, diagnóstico y tratamiento
Autora principal: Diana Briones Marín
Vol. XX; nº 10; 496
Meniere’s Disease: A Comprehensive Approach to Its Pathophysiology, Diagnosis, and Treatment
Fecha de recepción: 16 de abril de 2025
Fecha de aceptación: 14 de mayo de 2025
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XX. Número 10 Segunda quincena de Mayo de 2025 – Página inicial: Vol. XX; nº 10; 496
Autores:
Diana Briones Marín. Médico general, investigadora Independiente. San José, Costa Rica. Orcid: 0009-0001-9050-1356. Código Médico 17958
Noemi Parada Aguilar. Médico general, investigadora Independiente. San José, Costa Rica. Orcid: 0009-0009-7508-2251. Código Médico 18656
Karina Granados Solano. Médico general, investigadora Independiente. San José, Costa Rica. Orcid: 0009-0006-5431-6117. Código Médico 18129
Fabiola Jaén Jaén. Médico general, investigadora Independiente. San José, Costa Rica. Orcid: 0009-0002-5677-1456. Código Médico 17962
Resumen:
La enfermedad de Menière es una patología crónica del oído interno que se manifiesta principalmente por episodios recurrentes de vértigo, pérdida auditiva neurosensorial, acúfenos y sensación de plenitud auricular. A pesar de su impacto clínico y psicosocial, su prevalencia es relativamente baja, probablemente debido a los estrictos criterios diagnósticos. Afecta con mayor frecuencia a personas de mediana edad, con una incidencia variable según género y raza. Se han identificado factores genéticos (como variantes en los genes OTOG y TECTA), comorbilidades psiquiátricas (como la ansiedad), y factores ambientales (como la contaminación) como posibles contribuyentes a su patogenia.
Desde el punto de vista fisiopatológico, la hidropesía endolinfática representa el mecanismo central, resultante de un desequilibrio entre la producción y reabsorción de endolinfa en el laberinto membranoso del oído interno. También se han propuesto mecanismos autoinmunes y genéticos como desencadenantes adicionales. Clínicamente, la enfermedad se caracteriza por una alta variabilidad en la presentación y progresión de los síntomas, lo cual complica su diagnóstico y tratamiento oportuno.
El diagnóstico se basa en criterios clínicos apoyados por estudios audiológicos, vestibulares y de imagen, como la resonancia magnética. El tratamiento es progresivo e incluye desde medidas dietéticas y farmacológicas, hasta intervenciones quirúrgicas y terapias en investigación, como inmunomoduladores y terapia génica. Dado su curso crónico y episódico, el manejo requiere una estrategia personalizada y un seguimiento continuo para preservar la calidad de vida y reducir la discapacidad asociada.
Palabras clave:
Vértigo, hipoacusia, acúfenos, hidropesía endolinfática, oído interno, betahistina.
Abstract:
Menière’s disease is a chronic inner ear disorder primarily manifested by recurrent episodes of vertigo, sensorineural hearing loss, tinnitus, and a sensation of aural fullness. Despite its clinical and psychosocial impact, its prevalence is relatively low, likely due to strict diagnostic criteria. It most frequently affects middle-aged individuals, with incidence varying by gender and race. Genetic factors (such as variants in the OTOG and TECTA genes), psychiatric comorbidities (such as anxiety), and environmental factors (such as pollution) have been identified as possible contributors to its pathogenesis.
From a pathophysiological perspective, endolymphatic hydrops represents the central mechanism, resulting from an imbalance between the production and reabsorption of endolymph in the membranous labyrinth of the inner ear. Autoimmune and genetic mechanisms have also been proposed as additional triggers. Clinically, the disease is characterized by high variability in the presentation and progression of symptoms, which complicates its diagnosis and timely treatment.
Diagnosis is based on clinical criteria supported by audiological, vestibular, and imaging studies, such as MRI. Treatment is progressive and includes everything from dietary and pharmacological measures to surgical interventions and investigational therapies, such as immunomodulators and gene therapy. Given its chronic and episodic course, management requires a personalized strategy and ongoing monitoring to preserve quality of life and reduce associated disability.
Keywords:
Vertigo, hearing loss, tinnitus, endolymphatic hydrops, inner ear, betahistine.
Introducción:
La enfermedad de Menière es un trastorno crónico del oído interno que se manifiesta a través de episodios recurrentes de vértigo, acúfenos (zumbido en el oído), pérdida de audición y una sensación de presión o plenitud en el oído afectado. Esta condición, aunque de origen aún incierto, se ha asociado con la hidropesía endolinfática, un exceso de líquido en los compartimentos endolinfáticos del oído interno, lo que se presume contribuye al desarrollo de los síntomas clínicos característicos (1). La enfermedad tiene un impacto significativo en la salud del paciente debido a su curso impredecible y episódico, lo que puede llevar a una afectación progresiva de la audición y episodios de vértigo severo que interfieren con la funcionalidad cotidiana y el bienestar emocional (2; 3).
Desde una perspectiva clínica, la enfermedad de Menière se define por un conjunto de síntomas distintivos que incluyen vértigo rotatorio de aparición súbita, generalmente de duración superior a 20 minutos; hipoacusia neurosensorial fluctuante, predominantemente en frecuencias bajas; acúfenos persistentes o intermitentes; y una sensación de plenitud aural que suele presentarse de manera unilateral, aunque en algunos casos puede afectar ambos oídos (1; 2). La prevalencia estimada varía ampliamente entre 17 y 513 casos por cada 100.000 habitantes, siendo más frecuente en mujeres y en adultos mayores, lo cual sugiere una posible influencia hormonal o del envejecimiento sobre la fisiopatología del trastorno (2).
El fundamento fisiopatológico de la enfermedad radica en la alteración del sistema endolinfático del oído interno. Se postula que la acumulación de endolinfa genera un aumento de la presión dentro del laberinto membranoso, lo que altera la función de las células sensoriales vestibulares y auditivas, desencadenando los episodios de vértigo y los cambios auditivos característicos. Esta alteración en la dinámica de los fluidos del oído interno no solo afecta la percepción del equilibrio y el sonido, sino que también genera una respuesta inflamatoria e incluso daño estructural progresivo (1).
La relevancia clínica de la enfermedad de Menière radica en el impacto funcional y emocional que produce en los pacientes. Los episodios de vértigo, muchas veces repentinos e intensos, pueden causar mareos, náuseas y dificultad para mantenerse en pie, lo cual limita severamente la autonomía del paciente (3). Además, la pérdida auditiva y los acúfenos dificultan la comunicación, afectan la concentración y generan un aislamiento social progresivo que, sumado a la ansiedad que produce la imprevisibilidad de los ataques, contribuye a un deterioro importante en la calidad de vida relacionada con la salud (3; 4).
La carga emocional y funcional que impone la enfermedad requiere un enfoque terapéutico integral. Las estrategias de tratamiento van desde modificaciones en el estilo de vida, como la reducción del consumo de sal o cafeína, hasta el uso de fármacos para el control del vértigo, como betahistina o diuréticos. En casos refractarios, donde los síntomas no se controlan adecuadamente con tratamiento conservador, pueden considerarse opciones quirúrgicas o ablativas, destinadas a reducir la frecuencia de los ataques o preservar la audición (3).
El presente artículo tiene como objetivo analizar de manera integral la enfermedad de Menière, abordando su definición clínica, características fisiopatológicas, manifestaciones sintomáticas y su impacto en la calidad de vida de los pacientes. Asimismo, se pretende examinar las estrategias terapéuticas disponibles, desde las medidas conservadoras hasta las intervenciones quirúrgicas, con el fin de ofrecer una visión actualizada y contextualizada sobre el manejo clínico de este trastorno del oído interno. El propósito es contribuir a una mejor comprensión de la enfermedad y fomentar un enfoque multidisciplinario orientado a mejorar el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de los pacientes afectados.
Metodología:
Para el desarrollo de esta investigación sobre la enfermedad de Menière, se llevó a cabo una revisión bibliográfica exhaustiva con el objetivo de analizar sus características clínicas, fisiopatología, criterios diagnósticos, tratamientos disponibles y su impacto en la calidad de vida de los pacientes. La revisión se centró en estudios que abordaran tanto la naturaleza episódica y progresiva de la enfermedad como las estrategias terapéuticas actuales utilizadas para mitigar sus síntomas y mejorar el bienestar del paciente.
Con el fin de asegurar la calidad y relevancia de la información, se consultaron bases de datos científicas ampliamente reconocidas como PubMed, Scopus y Web ofScience, seleccionadas por su prestigio en la publicación de investigaciones en otología, neurología y audiología. Se establecieron rigurosos criterios de inclusión y exclusión: se seleccionaron únicamente artículos publicados entre 2020 y 2025, en inglés o español, que contaran con revisión por pares y que abordaran aspectos relacionados con la fisiopatología, diagnóstico, tratamiento o impacto psicosocial de la enfermedad de Menière. Se excluyeron estudios con datos incompletos, duplicados o sin rigor metodológico.Para la búsqueda, se utilizaron palabras clave como: Vértigo, hipoacusia, acúfenos, hidropesía endolinfática, oído interno, betahistina.
La búsqueda inicial permitió identificar 26 fuentes relevantes, incluyendo artículos originales, revisiones sistemáticas, estudios clínicos y documentos técnicos de sociedades médicas especializadas. A partir de estas fuentes, se realizó un análisis cualitativo y temático, que permitió agrupar los hallazgos en categorías como definición clínica, fisiopatología, manifestaciones sintomáticas, impacto en la calidad de vida y enfoques terapéuticos. Este enfoque metodológico permitió ofrecer una visión integral y actualizada del conocimiento disponible sobre la enfermedad de Menière, identificando tanto los avances en su comprensión como los desafíos pendientes en su manejo clínico.
Epidemiología:
La enfermedad de Menière, aunque clínicamente relevante por su impacto en la calidad de vida, es considerada una patología poco frecuente a nivel mundial. Su prevalencia estimada es baja, en parte debido a los estrictos criterios diagnósticos que se requieren para su confirmación. Un estudio reciente reveló que, de un total de 806 diagnósticos sospechosos, solo 480 cumplían con los criterios establecidos, lo que refleja las dificultades inherentes a un diagnóstico certero y la necesidad de mejorar los métodos de evaluación clínica (5).
La distribución de la enfermedad no es homogénea entre las distintas poblaciones. Se ha observado una mayor prevalencia en personas de raza blanca y, en menor medida, un predominio en varones. Sin embargo, otros análisis sugieren que este sesgo puede variar según la edad. La edad promedio de aparición de los síntomas ronda los 49 años, por lo que la enfermedad afecta principalmente a adultos de mediana edad y personas mayores (6). Aunque algunos estudios han reportado un predominio masculino, otros destacan una incidencia ligeramente superior en mujeres de mayor edad, lo que indica que el factor género podría desempeñar un papel relevante, aunque aún no del todo comprendido (5, 6).
Además de los factores demográficos, los antecedentes genéticos han cobrado importancia en los últimos años. Se han identificado variantes en genes como OTOG y TECTA, tradicionalmente asociados con la distrofia muscular, que podrían estar implicados en la patogenia de la enfermedad de Menière. Estos hallazgos sugieren la posibilidad de un patrón de herencia digénica, lo cual explicaría la variabilidad clínica entre los pacientes (7).
Asimismo, diversas comorbilidades parecen predisponer al desarrollo de la enfermedad. Condiciones como la ansiedad, la depresión y la dermatitis atópica han mostrado una asociación estadística significativa, siendo la ansiedad una de las más fuertemente correlacionadas con el inicio o exacerbación de los síntomas (6; 8). Este vínculo entre la enfermedad y los trastornos del estado de ánimo refuerza la necesidad de un enfoque multidisciplinario en el diagnóstico y tratamiento.
Finalmente, también se han señalado factores ambientales como posibles desencadenantes o moduladores del riesgo. La exposición a contaminantes del aire y la presencia de alergias han sido asociadas con una mayor susceptibilidad a la enfermedad, lo que sugiere una interacción compleja entre el entorno, el sistema inmunológico y la homeostasis del oído interno (7).
Fisiopatología:
La enfermedad de Menière ha sido ampliamente estudiada desde múltiples enfoques etiopatogénicos, siendo la hidropesía endolinfática uno de los mecanismos fisiopatológicos más aceptados para explicar los síntomas característicos del trastorno. Se define como una acumulación anormal de endolinfa en el laberinto membranoso del oído interno, producto de un desequilibrio entre la producción y la reabsorción de este fluido. La enfermedad de Menière genera una presión excesiva que altera la funcionalidad de las estructuras auditivas y vestibulares, desencadenando episodios de vértigo, hipoacusia y acúfenos (1).
Diversos factores pueden influir en este desequilibrio hidroelectrolítico. Se ha observado que los traumatismos acústicos, como los provocados por exposición prolongada a sonidos intensos, pueden inducir la formación de hidropesía endolinfática. Aunque estos traumas no generan directamente sinaptopatía, una forma de daño auditivo caracterizada por la alteración de las sinapsis entre células ciliadas y neuronas auditivas, sí parecen desencadenar mecanismos de estrés mecánico que afectan la homeostasis del oído interno (10). En este contexto, el fallo del mecanismo osmótico del conducto endolinfático, cuya función es estabilizar la presión sobre la membrana basilar, puede favorecer la aparición de crisis vertiginosas cuando dicha presión se descompensa (11).
A la par de las alteraciones mecánicas y fisiológicas, los factores genéticos han cobrado un papel cada vez más relevante en la comprensión de la enfermedad. Avances en la secuenciación del genoma completo han permitido identificar genes candidatos relacionados con la audición y el equilibrio, como MPHOSPH8 y MYO18A. Estos genes están implicados en funciones críticas, tales como la adhesión celular, la integridad de la matriz extracelular y la eficiencia del metabolismo energético, todos ellos elementos fundamentales para el mantenimiento del equilibrio endolinfático y la funcionalidad del oído interno (12).
Además de las causas mecánicas y genéticas, se han propuesto teorías autoinmunes para explicar algunos casos de enfermedad de Menière, especialmente aquellos de carácter bilateral o de evolución rápida. Las respuestas autoinmunitarias podrían actuar sobre la barrera hematoperilinfática, alterando su permeabilidad y facilitando el paso de anticuerpos o células inflamatorias al oído interno. Esta disrupción puede contribuir a la acumulación anómala de endolinfa, generando un entorno propenso al desarrollo de la enfermedad de Menière. Aunque no se detallan ampliamente en los estudios disponibles, algunas investigaciones han planteado que las infecciones virales o bacterianas podrían ser un factor desencadenante indirecto al activar el sistema inmunológico, exacerbando así los mecanismos autoinmunes implicados en la patogénesis de la enfermedad (13).
Manifestaciones clínicas:
Las manifestaciones clínicas de la enfermedad de Menière son variadas y, en muchos casos, progresivas, lo que contribuye a su impacto debilitante en la vida del paciente. El vértigo constituye el síntoma central y más incapacitante del cuadro clínico. Se manifiesta como episodios espontáneos, impredecibles y de intensidad variable, que pueden durar desde minutos hasta varias horas. Estas crisis vertiginosas, denominadas también convulsiones vertiginosas, generan una intensa sensación de giro del entorno, acompañada en ocasiones de náuseas, vómitos, inestabilidad y dificultad para caminar. Debido a su naturaleza episódica y severa, el vértigo obliga a muchos pacientes a modificar de forma significativa su estilo de vida, evitando actividades que puedan desencadenar o agravarlo (14; 15).
Además del vértigo, la pérdida auditiva neurosensorial es otro de los síntomas cardinales de la enfermedad. Inicialmente, esta pérdida auditiva suele ser fluctuante y afecta predominantemente a las frecuencias bajas, aunque con el tiempo puede progresar hacia una pérdida auditiva más establecida y de mayor severidad. Este deterioro auditivo representa un desafío adicional para el paciente, ya que contribuye al aislamiento social y a las dificultades en la comunicación cotidiana, intensificando el impacto psicológico y funcional de la enfermedad (15; 16).
Junto a estos síntomas, los acúfenos percepción de zumbidos o ruidos en el oído en ausencia de estímulos externos y la plenitud auditiva también son comunes. Ambos se experimentan con frecuencia en el oído afectado y pueden variar en intensidad a lo largo del tiempo. La plenitud auditiva se describe típicamente como una sensación de presión o congestión, similar a la que se percibe durante un cambio de altitud. Estos síntomas, aunque menos incapacitantes que el vértigo, suelen estar estrechamente vinculados a los episodios agudos y pueden ser indicadores de una crisis inminente (16; 17).
La progresión de la enfermedad de Menière no es uniforme entre los pacientes. Existe una gran variabilidad clínica, tanto en la intensidad como en la frecuencia de los síntomas. Algunos individuos pueden presentar formas atípicas, en las que los síntomas clásicos como el vértigo rotatorio están ausentes, pero se manifiestan desequilibrios posturales persistentes o incluso caídas súbitas sin pérdida de conciencia, conocidas como «ataques de caída» o dropattacks. Esta heterogeneidad sintomática puede dificultar el diagnóstico temprano y el inicio oportuno del tratamiento, ya que no todos los pacientes evolucionan según el patrón típico descrito en los criterios diagnósticos (18).
Con el tiempo, la enfermedad puede agravarse, aumentando la frecuencia e intensidad de los episodios vertiginosos, así como la severidad de la pérdida auditiva. No obstante, la tasa de progresión es altamente variable y depende de múltiples factores, incluidos los genéticos, ambientales y posiblemente inmunológicos. Esta incertidumbre en la evolución del cuadro clínico refuerza la necesidad de un abordaje terapéutico personalizado y de una monitorización continua para ajustar las estrategias de manejo según las necesidades cambiantes del paciente (16; 18).
Diagnóstico:
El diagnóstico de la enfermedad de Menière requiere una evaluación clínica minuciosa, respaldada por estudios audiológicos, vestibulares y de imagen, que permitan distinguir esta patología de otras condiciones que cursan con síntomas similares. Para establecer un diagnóstico definitivo de enfermedad de Menière, se siguen los criterios propuestos por la BáránySociety y la Academia Americana de Otorrinolaringología, los cuales especifican la presencia de episodios de vértigo espontáneo que duran entre 20 minutos y 12 horas, pérdida auditiva neurosensorial documentada particularmente en frecuencias bajas o mediasy síntomas auditivos fluctuantes, como acúfenos o una sensación de plenitud en el oído afectado. Cuando no se puede documentar una pérdida auditiva, pero existen episodios vertiginosos acompañados de síntomas auditivos fluctuantes que persisten entre 20 minutos y 24 horas, se considera un diagnóstico probable de enfermedad de Menière (19).
Para confirmar la hipoacusia, las pruebas audiológicas son esenciales. La audiometría tonal permite medir el umbral auditivo en distintas frecuencias y suele mostrar una pérdida auditiva de tipo neurosensorial, fluctuante y más marcada en frecuencias bajas, característica de esta enfermedad. Complementariamente, la logoaudiometría evalúa la capacidad del paciente para reconocer el habla, la cual puede verse afectada en etapas avanzadas o durante episodios de descompensación auditiva (20).
El estudio de la función vestibular también es clave en el diagnóstico. La prueba de impulsos cefálicos en vídeo analiza la integridad del reflejo vestíbulo-ocular, detectando disfunciones que reflejan una afectación vestibular periférica, común en la enfermedad de Menière (18). Por su parte, la prueba calórica evalúa la respuesta del oído interno a estímulos térmicos, mostrando alteraciones en un número significativo de casos, lo cual refuerza el diagnóstico clínico. A estas se suman los potenciales miogénicos evocados vestibulares, que miden la funcionalidad del sáculo y el utrículo, dos órganos del equilibrio ubicados en el oído interno. En pacientes con enfermedad de Menière, los potenciales miogénicos evocados vestibulares suelen mostrar asimetrías o respuestas reducidas, indicando alteraciones vestibulares más específicas (18).
Las técnicas de imagen también desempeñan un papel importante, en especial la resonancia magnética. Las secuencias FLAIR en 3D han demostrado ser útiles para visualizar la hidropesía endolinfática, es decir, la acumulación anómala de líquido en el oído interno, que constituye el hallazgo morfológico más representativo de la enfermedad. Esta herramienta diagnóstica no solo permite confirmar el compromiso endolinfático, sino que también ayuda a descartar otras enfermedades que pueden presentar síntomas similares, como tumores del ángulo pontocerebeloso, entre ellos el neuroma acústico, o cuadros de migraña vestibular, los cuales pueden imitar clínicamente la enfermedad de Menière (20; 21).
Tratamiento:
El manejo médico inicial de la enfermedad de Menière se basa en un enfoque progresivo y sintomático, orientado principalmente a reducir la presión endolinfática en el oído interno, controlar los episodios de vértigo y mejorar la calidad de vida del paciente. Dentro de las estrategias terapéuticas de primera línea, se encuentra la dieta hiposódica, es decir, una alimentación con bajo contenido de sodio. Esta medida busca disminuir la retención de líquidos en el organismo, lo que a su vez contribuye a aliviar la presión en el sistema endolinfático, reduciendo la frecuencia e intensidad de los episodios vertiginosos (15).
A esta intervención se le suele asociar el uso de diuréticos, fármacos que favorecen la eliminación de agua y sodio a través de la orina. Su objetivo es reforzar el efecto de la dieta y mantener el equilibrio hídrico, minimizando la sobrecarga de líquidos en el oído interno. Sin embargo, la respuesta al tratamiento con diuréticos puede ser variable y su uso debe ser monitoreado para evitar efectos adversos como la deshidratación o alteraciones electrolíticas (15).
Entre los medicamentos frecuentemente utilizados para el manejo del vértigo, destaca la betahistina. Este fármaco actúa sobre los receptores histamínicos del oído interno, favoreciendo la microcirculación en la cóclea y el sistema vestibular. Aunque su uso es generalizado, su eficacia ha sido motivo de controversia en la literatura médica, debido a que algunos estudios señalan un importante efecto placebo y una variabilidad considerable en los resultados clínicos (15).
Otra herramienta terapéutica relevante es la administración de corticosteroides. Estos antiinflamatorios pueden emplearse por vía oral o mediante inyecciones intratimpánicas, es decir, aplicados directamente en el oído medio. Los corticosteroides se utilizan para reducir la inflamación local y mejorar la función auditiva, especialmente en pacientes que experimentan una pérdida auditiva fluctuante o en aquellos con síntomas agudos de vértigo severo (15).
Además del tratamiento farmacológico, existen intervenciones no farmacológicas que resultan fundamentales en el abordaje integral de esta patología. La rehabilitación vestibular es una de ellas, y consiste en un conjunto de ejercicios diseñados para estimular la compensación central del sistema de equilibrio, promoviendo así una mejor adaptación a la disfunción vestibular y reduciendo la frecuencia de los mareos (14).
Por otra parte, el impacto psicológico de la enfermedad de Menière no debe subestimarse. La imprevisibilidad de los ataques, la pérdida auditiva y las limitaciones funcionales pueden generar ansiedad, depresión y aislamiento social. En este sentido, el apoyo psicológico ya sea a través de terapia individual, asesoramiento o grupos de apoyo, cumple un papel esencial en el manejo de los efectos emocionales y en la mejora de la calidad de vida del paciente (14).
Cuando las medidas conservadoras no logran controlar los síntomas, se puede considerar la intervención quirúrgica. Una de las opciones menos invasivas es la descompresión del saco endolinfático, una cirugía que busca reducir la presión del líquido endolinfático mediante la apertura del saco y la inserción de un drenaje. Aunque es una técnica no destructiva y conservadora de la audición, su eficacia continúa siendo motivo de debate en la comunidad médica (15; 22).
En los casos más severos y refractarios, se consideran intervenciones más agresivas como la neurectomía vestibular que consiste en seccionar el nervio vestibular o la laberintectomía, que implica la extirpación del laberinto posterior del oído interno. Ambas técnicas son efectivas para eliminar el vértigo, pero conllevan un alto riesgo de pérdida auditiva permanente, por lo que solo se emplean en pacientes con deterioro auditivo avanzado y sin respuesta a otros tratamientos (15; 23).
Finalmente, en el ámbito de la investigación, se están explorando terapias emergentes que podrían transformar el abordaje de esta enfermedad. Entre ellas destacan los inmunomoduladores, dirigidos a controlar posibles mecanismos autoinmunitarios implicados en la patogenia de la hidropesía endolinfática. Asimismo, las terapias génicas están siendo estudiadas como una opción prometedora, especialmente en casos con base hereditaria identificada. Aunque estas aproximaciones aún se encuentran en etapas tempranas de desarrollo, representan un campo fértil para futuros avances en el tratamiento de la enfermedad de Menière (16).
Pronóstico y seguimiento:
La enfermedad de Menière, también conocida en algunos contextos como distrofia muscular del oído interno, se distingue por un curso crónico con manifestaciones episódicas, en particular ataques espontáneos de vértigo. Estos episodios, que pueden durar entre 20 minutos y 12 horas, se acompañan habitualmente de otros síntomas auditivos, como la pérdida de audición neurosensorial y el tinnitus o acúfenos (24). Esta característica episódica de la enfermedad representa uno de los mayores desafíos clínicos, ya que los pacientes pueden experimentar períodos de remisión seguidos por recaídas impredecibles. Por ello, el enfoque terapéutico debe ser sostenido y personalizado, con el objetivo de reducir tanto la frecuencia como la gravedad de los ataques (25).
El impacto funcional y psicosocial de esta enfermedad es considerable, afectando la calidad de vida de los pacientes en múltiples dimensiones. Procedimientos como la neurectomía vestibular han mostrado una mejora significativa en el control del vértigo, traduciéndose en una disminución de la discapacidad reportada por los pacientes, medida mediante escalas específicas de mareo e inestabilidad (26). Asimismo, tratamientos menos invasivos, como la administración intravenosa de glicerol, han demostrado cierto éxito en la reducción de los síntomas vertiginosos y en la mejora del bienestar general del paciente, aunque la evidencia disponible aún requiere una consolidación mediante estudios clínicos más robustos (17).
En el seguimiento a largo plazo, es fundamental establecer estrategias terapéuticas que garanticen una adecuada estabilización de los síntomas. Dentro de las intervenciones farmacológicas más prometedoras, se encuentran la combinación de corticosteroides intratimpánicos con betahistina en dosis elevadas. Esta estrategia ha mostrado resultados alentadores tanto en el control del vértigo como en la preservación auditiva, aunque aún se necesita evidencia más concluyente que compare directamente su eficacia frente a otros tratamientos convencionales (25).
Las opciones quirúrgicas continúan siendo una alternativa eficaz en los casos refractarios. Procedimientos como la neurectomía vestibular y la obstrucción del conducto endolinfático han logrado tasas significativas de control del vértigo, mejorando notablemente la calidad de vida en pacientes seleccionados cuidadosamente. No obstante, para maximizar los beneficios y reducir los riesgos, es indispensable realizar una evaluación preoperatoria exhaustiva, que considere tanto la gravedad de los síntomas como el estado funcional del oído afectado y las expectativas del paciente (25; 26).
Conclusiones:
La enfermedad de Menière es una patología crónica y episódica del oído interno con manifestaciones clínicas variables, entre las que destacan el vértigo, la pérdida auditiva fluctuante, los acúfenos y la sensación de plenitud auricular. Su diagnóstico puede ser complejo debido a la heterogeneidad de los síntomas y la superposición con otras enfermedades vestibulares, lo que requiere un abordaje clínico integral basado en criterios diagnósticos específicos y estudios complementarios.
La fisiopatología de la enfermedad está centrada en la hidropesía endolinfática, pero factores genéticos, autoinmunes y ambientales también juegan un papel importante en su desarrollo y progresión. Avances en genética han identificado genes asociados con funciones auditivas y del equilibrio, lo cual abre nuevas perspectivas para la comprensión de su etiología y el desarrollo de terapias personalizadas.
El tratamiento de la enfermedad de Menière debe ser escalonado y adaptado a las características de cada paciente, comenzando con medidas dietéticas, farmacológicas y de rehabilitación vestibular, y reservando las opciones quirúrgicas para los casos más graves o refractarios. Las terapias emergentes como los inmunomoduladores y las intervenciones génicas representan un campo prometedor que podría transformar el manejo de esta enfermedad en el futuro.
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Declaración de buenas prácticas:
Los autores de este manuscrito declaran que:
Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses
La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El manuscrito es original y no contiene plagio.
El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.
Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.
Han preservado las identidades de los pacientes.