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Enfermería y la aplicación del concepto time en la cura de heridas crónicas

Enfermería y la aplicación del concepto time en la cura de heridas crónicas

Introducción: El concepto TIME define cuatro componentes a tratar en la preparación del lecho de la herida: control del tejido no viable, control de la inflamación y de la infección, control del exudado y estimulación de los bordes epiteliales.

Enfermería y la aplicación del concepto time en la cura de heridas crónicas

Autores: Luna Aljama, María Elena*; Luna Aljama, José**, Serrano Carmona, José Luis

*D.U.E H.U. Reina Sofía de Córdoba

**D.U.E H.U. Reina Sofía de Córdoba

***D.U.E H.U. Reina Sofía de Córdoba

Autora principal:

María Elena Luna Aljama. D.U.E Servicio Andaluz de Salud

Metodología: Búsqueda y revisión bibliográfica, en las bases de datos más importantes: Cuiden, Pubmed, Cochrane plus; así como en revistas científicas y libros especializados acerca de la preparación del lecho de la herida.

Resultados: Se ha descrito la aplicación del concepto TIME en el tratamiento de las heridas crónicas.

Conclusión: La preparación del lecho de la herida ofrece grandes posibilidades para mejorar la calidad de vida de los pacientes cuyas heridas cicatrizan con dificultad.

Palabras clave: herida crónica, TIME, cicatrización, tratamiento, cura húmeda.

Definición:

El concepto TIME ofrece a los profesionales de Enfermería unas pautas a seguir en el abordaje de las heridas crónicas. Para ello, define cuatro componentes en la preparación de dicho lecho:

  • Control del tejido no viable.
  • Control de la inflamación y de la infección.
  • Control del exudado.
  • Estimulación de los bordes epiteliales.

Debemos realizar una correcta valoración tanto del individuo como de la herida para poder realizar un diagnóstico e iniciar el tratamiento adecuado. Para ello tendremos en cuenta:

Barreras a la cicatrización inherentes al individuo:

  • Edad avanzada.
  • Nutrición e hidratación deficientes.
  • Medicación (aine, inmunosupresores, corticoides, etc.).
  • Enfermedades concomitantes (diabetes, enfermedad vascular perifèrica, etc.).
  • Estado del sistema inmunitario (resistencia a la infección).
  • Estrés y dolor (originan vasoconstricción periférica).

Barreras inherentes a la propia herida:

  • Duración de la herida.
  • Tamaño y profundidad.
  • Estado del lecho de la herida.
  • Isquemia
  • Inflamación.
  • Infección.
  • Localización anatómica.
  • Respuesta al tratamiento.

Control de tejido no viable (Tissue):

El cuidado de la herida comienza por una limpieza correcta, ya que así retiramos los restos orgánicos e inorgánicos, exudados y desechos metabólicos presentes en la lesión disminuyendo el riesgo de infección, favoreciendo la hidratación de la superficie de la herida y facilitando la inspección de la misma. Esta limpieza debe realizarse procurando producir el mínimo traumatismo mecánico y/o químico.

Una vez realizada la limpieza procederemos a la retirada del tejido desvitalizado mediante desbridamiento. El desbridamiento hace referencia no sólo a remover el tejido necrótico o muerto sino también al control de la carga de células muertas y al resultado de su acción, el cual dependerá de la herida que estemos manejando, el comportamiento y la tendencia que ésta siga según su etiología y fase de cicatrización.

En general, los principales tipos de desbridamiento son:

  • Desbridamiento quirúrgico: forma más rápida, poco selectiva y dolorosa de retirada del tejido necrótico del lecho lesional. Se realiza en quirófano.
  • Desbridamiento cortante: retirada selectiva del tejido necrótico que se realiza a pie de cama utilizando material cortante (bisturí, tijeras, etc.).
  • Desbridamiento enzimático: utilización de enzimas exógenas proteolíticas como la colagenasa que retiran selectivamente el tejido desvitalizado sin provocar dolor o sangrado. Es más lento que el desbridamiento cortante aunque ofrece la ventaja de que puede combinarse con otros sistemas de desbridamiento.
  • Desbridamiento autolítico: proceso natural favorecido por la humedad en el lecho, por el que las células fagocitarias y las enzimas proteolíticas endógenas actúan acelerando la eliminación del tejido desvitalizado.
  • Desbridamiento osmótico: Eliminación del tejido desvitalizado a través de la ósmosis (intercambio de fluidos de distinta densidad).
  • Desbridamiento mecánico: método traumático y no selectivo, prácticamente en desuso, que elimina el tejido desvitalizado usando la abrasión mecánica por lo que suele dañar el tejido de granulación y ser doloroso.
  • Desbridamiento larval: método no traumático que utiliza larvas esterilizadas para eliminar el tejido desvitalizado y las bacterias sin prácticamente presentar efectos secundarios.

La elección de uno u otro va a depender de varios factores: objetivos a alcanzar, características de la lesión, tipo de tejido a desbridar y relación coste/beneficio.

Control de la inflamación y de la infección:

No debemos olvidar la existencia de una carga bacteriana en todas las heridas. Cuando realizamos la valoración de la herida, es importante determinar la naturaleza y la extensión que esta carga bacteriana presenta en la lesión, con el fin de tomar las decisiones adecuadas para conseguir las condiciones óptimas de cicatrización.

La corrección de la carga bacteriana reduce la posibilidad de infección. La carga bacteriana de una herida puede encontrarse en 4 fases diferentes:

  • Contaminación: presencia de microorganismos que no se multiplican. No produce retraso en la cicatrización y no requiere terapia antimicrobiana.
  • Colonización: presencia de microorganismos que se multiplican sin que afecte al huésped. No se considera que se produzca un retraso en la cicatrización.
  • Colonización crítica: presencia de microorganismos que se multiplican y que afectan al huésped, produciendo un estancamiento de la herida y por tanto un retraso en la cicatrización.
  • Infección: invasión microbiana con signos y síntomas de infección. La infección podemos dividirla en: infección localizada, diseminada y generalizada o sistémica.

Los signos clínicos de infección de las heridas crónicas son:

  • Aumento del exudado.
  • Cicatrización retardada.
  • Degradación de la herida.
  • Cavitaciones en el lecho.
  • Dolor o sensibilidad.
  • Tejido de granulación anormal.
  • Decoloración del lecho de la herida.
  • Formación de abscesos.
  • Mal olor.