prevalencia de tabaquismo entre 2001 y 2006-2007 en las mayores de 64 años, y sobre todo en las de 45 a 64 años, grupo en el que el porcentaje de fumadoras aumentó un 5% (4).
En el último estudio presentado en 2011 por la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) sobre tabaquismo, tras la entrada en vigor de la nueva Ley Antitabaco, aprobada en diciembre de 2010, se constata que actualmente fuma el 17,65% de la población española, un 0,5% más con respecto al último informe de 2007.
Estos datos, han mostrado unos resultados suficientemente demostrativos, para apoyar las nuevas leyes restrictivas sobre el consumo de tabaco, respaldadas por la existencia de un claro descenso del tabaquismo pasivo, reflejando que en España se ha pasado de contar con un 49,5% de no fumadores expuestos al humo del tabaco (antes de la primera Ley de 2005), a un 21% en el momento actual (5). De ahí la importancia de la atención al fumador pasivo que, según demuestran las estadísticas, corre un riesgo superior a la mitad de un fumador activo.
A este respecto, se ha documentado repetidamente en los últimos 20 años, que la exposición al humo del fumador pasivo, provoca cáncer de pulmón en personas no fumadoras, asociación biológicamente admisible por la presencia de carcinógenos con demostrada actividad genotóxica en el humo secundario. Incluso se ha demostrado la excreción urinaria de una nitrosamina (4-metilnitrosamina-1-3pyridyl-1-butanona), un potente carcinógeno específico del tabaco, en no fumadores expuestos al humo de tabaco (6).
FACTORES OCUPACIONALES.
Sabemos que los factores ocupacionales constituyen la segunda causa en importancia en la etiopatogenia del carcinoma broncogénico. Diversos estudios indican que entre el 9 y el 15% de estos tumores diagnosticados en hombres y en torno al 5% de los que asientan en mujeres, pueden ser atribuidos a la inhalación de sustancias cancerígenas en el medio laboral (7).
Existen diversos agentes asociados con el cáncer de pulmón reconocidos por la International Agency for Research on Cancer (IARC) (Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer) como son:
- Arsénico.
- Asbesto
- Berilio
- Éter clorometílico.
- Éter bisclorometílico.
- Cadmio
- Cromo
- Gas mostaza.
- Humo de tabaco ambiental.
- Níquel.
- Radón.
- Sílice cristalina.
- 2,3,7,8-Tetraclorodibenzo-para-diosina.
- Carbón bitumoso, alquitranes.
- Aceites minerales.
- Hollín.
En la práctica, no es sencillo conocer de forma precisa cuál es el papel que juegan cada uno de ellos, dado que los estudios que lo evalúan presentan con frecuencia limitaciones como la dificultad para diferenciar los efectos de los carcinógenos a los que están expuestos simultáneamente, la combinación de riesgos cuando se añade el consumo de tabaco, el largo periodo que transcurre entre la exposición y la aparición del tumor y la general escasez de información por parte de las empresas de los riesgos a los que los trabajadores están sometidos.
Entre 1990 y 1993, alrededor de 32 millones de trabajadores de la Unión Europea, un 23% del total, y 3 millones de trabajadores en España, un 25,4% de la totalidad, estaban expuestos en su medio laboral a sustancias carcinógenas. En España, un 4% de las muertes por cáncer ocurridas en 1991 fueron por inhalación de carcinógenos ocupacionales, correspondiendo un 65% a cáncer de pulmón.
Si a las intervenciones contra el tabaco, se añaden las reducciones en la exposición a cancerígenos en el lugar de trabajo, podremos empezar a pensar que en este siglo, el cáncer de pulmón no ocupará la posición que desafortunadamente mantiene ahora. Aún así, los riesgos laborales, no se limitan necesariamente al lugar de trabajo, ya que los carcinógenos escapan a menudo del ambiente industrial y contaminan el aire, las corrientes de agua, la tierra, así como el material laboral, por lo que el control de éstos debe hacerse extensivo más allá del lugar de trabajo.
De entre todos los factores, el asbesto es considerado como el carcinógeno ocupacional más importante, y la relación entre su exposición y el aumento de riesgo de padecer cáncer de pulmón, ha sido ampliamente estudiada.
La exposición a este elemento puede ser directa, en la creación de materiales ignífugos, materiales aislantes, uralitas, cementos y otros productos (utilizados fundamentalmente en astilleros, en la construcción, minas, industrias textiles, talleres de automóviles, etc.), o indirecta, en el domicilio, a través de ropas impregnadas, por ejemplo.
Actualmente, su uso está prácticamente eliminado en muchos países. En España, se ha calculado que un 4% de los cánceres de pulmón están relacionados con este mineral (8). La posibilidad de desarrollar un tumor se vincula, especialmente, con el empleo de fibras anfíboles (fibras rectas) y con la intensidad y duración de la exposición al asbesto (9, 10), siendo el riesgo mayor, con la exposición concomitante del humo del tabaco (9).
- RADÓN.
A finales del siglo XIX, antes del inicio del consumo de tabaco manufacturado, el radón fue el primer factor de riesgo descrito en relación con el CP, debido al aumento de esta enfermedad en mineros que trabajaban en minas subterráneas de uranio (recordemos que el radón es un gas radiactivo que se produce al descomponerse el uranio de forma natural). El radón (gas inerte producto de la degradación del radio) y sus isótopos (sobre todo el polonio-218 y el polonio-214) emiten partículas α que causan mutaciones en las bases del DNA y roturas cromosómicas. Estos radioisótopos al ser inhalados, se