Hambre de otredad: cognición social en trastornos de la conducta alimentaria
Autor principal: Alejandro Parages Martínez
Vol. XV; nº 8; 304
Other hunger: social cognition in eating disorders
Fecha de recepción: 15/02/2020
Fecha de aceptación: 24/04/2020
Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XV. Número 8 – Segunda quincena de Abril de 2020 – Página inicial: Vol. XV; nº 8; 304
AUTOR:
Alejandro Parages Martínez
Psicólogo Clínico en Blue Healthcare, Madrid, España
RESUMEN:
Objetivo: La cognición social (CS) es la habilidad para percibir y entender los sentimientos, intenciones y creencias de los otros, y usar esa información para guiar el comportamiento en situaciones sociales. El presente estudio pretende examinar si un grupo de pacientes con diagnóstico de anorexia nerviosa (AN) y bulimia nerviosa (BN) obtienen peores resultados en CS.
Método: La CS se evaluó tanto en un nivel básico como en un nivel más complejo. También se evaluó el tipo de error cometido a la hora de inferir estados mentales ajenos.
Resultados: Tanto los pacientes con diagnóstico de AN como aquellos con diagnóstico de BN obtuvieron peores resultados que el grupo de control sano en la prueba de CS más compleja, no siendo así en la prueba de CS más simple.
Discusión: Los resultados muestran que los trastornos de la conducta alimentaria se asocian con dificultades en CS, y que estas dificultades solo se pondrían de manifiesto con medidas complejas.
Palabras clave: cognición social, trastornos de la conducta alimentaria, mentalización
ABSTRACT:
Objective: Social cognition (SC) is the ability to perceive and understand the feelings, intentions and beliefs of others, and to use this information to guide social behavior. The present study aims to examine whether a group of patients with anorexia nervosa (AN) and bulimia nervosa (BN) achieve lower results in SC.
Method: SC was evaluated on a basic level as well as on a more complex level. The type of error committed interpreting other’s mental state was also evaluated.
Results: Patients diagnosed with AN and BN obtained lower scores than the control group on the most complex SC task, while this was not the case on the most simple SC task.
Discussion: The results shows that eating disorders are associated with deficits in SC, and these deficits would only be revealed by complex measures.
Keywords: social cognition, eating disorders, mentalization
La cognición social (CS) es la habilidad para percibir y entender los sentimientos, intenciones y creencias de los otros, y usar esa información para guiar el comportamiento propio en situaciones sociales (Adolphs, 2001).
De acuerdo con Bateman, Fonagy y Mora (2016), esta habilidad no es innata, sino que se desarrolla gracias a las figuras principales de apego que responden de forma contingente a las emociones básicas que expresa el niño. La simbolización por parte de los cuidadores de los estados internos del niño provoca que gradualmente el niño desarrolle la capacidad de representar sus propios estados internos y pueda detectar, diferenciar y regular los afectos.
El estudio de la CS en los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) es relativamente reciente. En una revisión sistemática de aquellos estudios en los que se medía la CS en pacientes con bulimia (BN), no se encontraron puntuaciones significativamente bajas (DeJong et al., 2013). Si se halló un sesgo atencional hacia aquellos rostros que expresaban la emoción de odio, lo cual sugiere una elevada predisposición a atender a información social amenazante. Los autores planteaban que la ausencia de déficits en CS podría ser debida a la baja complejidad de las medidas utilizadas, las cuales se basan principalmente en el reconocimiento facial de emociones básicas; y sugerían la necesidad de llevar a cabo estudios con instrumentos más complejos y con mayor validez ecológica. El procesamiento de información social compleja requiere de la habilidad para dirigir la atención de forma flexible a diferentes fuentes de información. Si existe un sesgo atencional hacia determinados estímulos sociales (p. ej. los rostros de odio), es más probable que el rendimiento en tareas sociales más complejas se vea disminuido debido a la necesidad de atender a diversas fuentes de información.
En un estudio llevado a cabo con una muestra de pacientes con TCA dentro de los subtipos con síntomas de atracones y purgas, no se encontraron dificultades en el reconocimiento de emociones, pero sí se hallaron en la interpretación de procesos relacionales (Rothschild-Yakar, Eviatar, Shamia & Gur, 2011). Los sujetos clínicos mostraron niveles bajos de atribución emocional, y dichas atribuciones fueron mayormente negativas, con inferencias de intenciones malévolas y de ataque. Por otro lado, también mostraron una baja habilidad a la hora de entender relaciones de causa-efecto en contextos sociales.
Al igual que en el metaanálisis de DeJong (2013), otros estudios no hallan dificultades generales en CS en pacientes con TCA (Ambwani et al., 2016; Renwick et al., 2013). Lo que sí se encuentran son dificultades específicas en función del diagnóstico. Por ejemplo, los pacientes con AN restrictiva rendían peor a la hora de detectar el grado de intimidad entre los otros.
En un estudio en el que se medía el reconocimiento de emociones a través de la observación de movimientos corporales, se encontró que la muestra de sujetos con AN rendía peor que el grupo control en el reconocimiento de la tristeza, pero no en el reconocimiento de otras emociones como el miedo, el odio o la felicidad (Lang et al., 2015). Los autores consideraron que esta dificultad específica podría ser debida a un mayor consumo de los recursos atencionales a la hora de interpretar los signos corporales y faciales de la tristeza.
En un metaanálisis en el que se revisaban aquellos estudios en los que se medía Teoría de la Mente en AN y BN, se encontraban déficits en ambos trastornos, con resultados más bajos en AN (Bora & Köse, 2016). Los déficits en la toma de perspectiva cognitiva, es decir, en la inferencia de emociones, creencias y pensamientos de los demás parecía ser específico de la AN; mientras que los déficits en el procesamiento de estímulos afectivos se daba tanto en AN como en BN.
Todas estas investigaciones muestran que la CS es un constructo complejo y multidimensional, y que es necesario llevar a cabo más estudios para obtener datos concluyentes acerca de la relación entre los TCA y la CS.
Respondiendo a las limitaciones planteadas por DeJong (2013) acerca de la necesidad de llevar a cabo estudios con medidas de CS más complejas y con mayor validez ecológica, nuestro estudio pretende medir tanto niveles simples como complejos de CS.
Los objetivos propuestos en el presente trabajos son los siguientes:
- Aportar datos descriptivos de las variables sociodemográficas y clínicas.
- Determinar la existencia de diferencias en CS entre pacientes con AN y BN, y un grupo control sano.
- En caso de existir diferencias, determinar cuáles son las dificultades específicas en CS en cada grupo.
Por otro lado, a la luz de la revisión de la literatura existente, las hipótesis propuestas son las siguientes:
- Los pacientes diagnosticados de AN o BN presentarán dificultades en las medidas complejas de CS en comparación con los participantes pertenecientes al grupo control sano.
- Los pacientes diagnosticados de AN o BN no presentarán dificultades en las medidas simples de CS en comparación con los participantes pertenecientes al grupo control sano.
Se han incluido pacientes en tratamiento en la Clínica de Trastornos de Conducta Alimentaria del Hospital General Universitario Gregorio Marañón (HGUGM), los cuales fueron reclutados entre los meses de diciembre de 2016 y junio de 2017.
El grupo control está formado por residentes de Psiquiatría, Psicología Clínica y Enfermería de Salud Mental adscritos al HGUGM.
Entrevista Neuropsiquiátrica Internacional (MINI)
La Mini-International Neuropsychiatric Interview (MINI; Sheehan et al., 1998) es una entrevista diagnóstica estructurada de breve duración (aprox. 15 minutos) que explora los principales trastornos psiquiátricos del Eje I del DSM-IV y la CIE-10. Para el presente estudio se utilizó su adaptación española (Ferrando et al., 2000). Los estudios muestran que la MINI tiene una validez y fiabilidad aceptablemente alta (Pinninti, Madison, Musser & Rissmiller, 2003).
Test de Lectura de la Mirada (TLM)
El Reading the Mind in the Eyes Test (RMET; Baron-Cohen, Wheelwright, Hill, Raste & Plumb, 2001) evalúa la habilidad de reconocer el estado mental de una persona a través de la expresión de la mirada. Este test incluye 36 fotografías en blanco y negro de la parte superior del rostro (ojos y cejas) de personas de ambos sexos. El sujeto debe elegir de entre cuatro palabras aquella que mejor represente el estado mental de la imagen. La administración del test lleva aproximadamente 15 minutos y la puntuación máxima es de 36. Este instrumento de evaluación se ha utilizado ampliamente en estudios de investigación con diversos trastornos y, aunque todavía no está validado en muestra española.
Movie for the Assessment of Social Cognition (MASC)
La Movie for the Assessment of Social Cognition (MASC; Dziobek et al., 2006) se trata de un método audiovisual en el que el sujeto debe realizar una serie de inferencias acerca de los estados mentales de los protagonistas de la historia. Se muestra un vídeo de 15 minutos en el que aparecen 4 personajes (dos mujeres y dos hombres) quedando una noche en la que conversan, cocinan, cenan y juegan a un juego de mesa. El vídeo se detiene en 46 ocasiones preguntando acerca de los sentimientos, pensamientos e intenciones de sus protagonistas. A través de este procedimiento se obtiene una puntuación total en CS y en los tres tipos de errores (hipermentalización, hipomentalización y ausencia de mentalización). Esta prueba ha sido validada en España (Lahera et al., 2014) y tiene una buena consistencia interna (=.86) y fiabilidad test-retest (Bateman et al., 2016).
El diseño del presente estudio es analítico observacional, transversal, de casos y controles.
Para la recogida de datos se elaboró un cuaderno donde constaban las diferentes variables sociodemográficas (sexo, edad y nivel de estudios) y clínicas (diagnóstico, IMC y duración del trastorno).
La evaluación se realizó en dos partes. La primera se trataba de una entrevista individual en la que se recogían los datos sociodemográficos y clínicos, y se llevaba a cabo una entrevista diagnóstica estructurada de breve duración (MINI) para la confirmación del diagnóstico realizado previamente por uno de los psiquiatras y/o psicólogos de la clínica. La segunda parte se llevó a cabo de manera grupal y consistía en la realización del TLM y la MASC. Tanto la película de la primera prueba como las fotos de la segunda se mostraron mediante un ordenador portátil y un proyector. Una vez recogidos los datos, se elaboró una base de datos con el software estadístico SPSS Versión 20 para su posterior análisis.
4.1 Características demográficas y clínicas de los participantes
La muestra total está compuesta por 43 sujetos, 26 son pacientes (60.5%) y 17 son controles (39.5%). La edad media de los pacientes de la muestra es de 25.85, siendo la menor edad 21 años y la mayor 31, con una desviación típica de 2.92. La edad media de los participantes del grupo control es de 27.47, siendo la menor edad 24 años y la mayor 40, con una desviación típica de 3.76.
En cuanto al nivel de estudios, el 57.7% de la muestra total tenía estudios universitarios, el 34.7% estudios de Bachillerato y el 7.7% estudios de Formación Profesional. Todos los participantes del grupo control tenían estudios universitarios.
El 57.7% de las pacientes cumplían criterios diagnósticos de BN en el momento de iniciar el estudio. El resto de las pacientes, 42.3%, cumplían criterios de AN.
En el momento del estudio, el grupo de pacientes con diagnóstico de AN presentaba un IMC medio de 17 (rango 12.5 – 20.1), mientras que el grupo de pacientes con diagnóstico de BN presentaba un IMC medio de 23.9 (rango 17.8 – 32).
En relación a la duración del trastorno, la muestra de pacientes obtuvo una media de 6.12 años (rango 1 – 12).
Tras realizar un análisis ANOVA one-way, no se hallaron diferencias entre los distintos grupos en la edad media (F (2) =1.376; p=.264). Tampoco se encontraron diferencias en los años de duración del trastorno entre el grupo de AN y el grupo de BN (T (24) =-1.559; p=.132). En el IMC sí se hallaron diferencias significativas entre los grupos clínicos, con un IMC mayor en el grupo de BN respecto al del grupo de AN (T (21,93) =-5.008; p=.00), lo cual concuerda con las características de ambos trastornos (ver tabla 1).
4.2 Resultados en las pruebas de cognición social
Como podemos ver en la tabla 2, en el TLM los resultados muestran que, aunque el grupo control (media=18 ± 4.85) puntúa más alto que el grupo de AN (media=16.55 ± 5.26) y el de BN (media=14.60 ± 4.28), estas diferencias no son significativas (F (2) =2.032; p=.144).
En la puntuación total del MASC, el GC (media=34.53 ± 2.86) puntúa más alto que el grupo de AN (media=26 ± 4.43) y el de BN (media=29.27 ± 3.85). El análisis post hoc reveló que esas diferencias eran significativas (F (2) =19.565; p<0,01). Entre los grupos de BN y AN no se hallaron diferencias significativas. De entre los tres tipos de errores que mide el MASC, es en el de hipomentalización en el que se hallan diferencias significativas en el análisis post hoc (F (2) =33.117; p=.00). En este tipo de error, tanto el grupo de BN (media=5.67 ± 1.76) como el de AN (media=7.45 ± 2.30) tiene puntuaciones más altas que el grupo control (media=2.24 ± 1.26). En los errores de hipermentalización (F (2) =3.183; p=.052) y de ausencia de mentalización (F (2) =2.516; p=.093) las diferencias no fueron significativas.
El principal objetivo de este estudio era determinar la existencia de diferencias en CS entre pacientes con TCA (AN y BN) y un grupo control sano. Se formuló la hipótesis de que los pacientes con TCA tendrían puntuaciones más bajas en tareas complejas de CS, pero no en aquellas tareas más simples.
Nuestros resultados apoyan esta hipótesis. Se dan puntuaciones más bajas en la tarea de CS compleja (MASC) en pacientes con AN y BN respecto del GC. En la tarea de CS simple (TLM) no hay diferencias significativas entre los pacientes con TCA y el GC. Es decir, las deficiencias en CS no se producirían en niveles básicos como la interpretación de gestos faciales aislados sino en niveles complejos como la inferencia de estados mentales en situaciones sociales. Nuestros resultados concuerdan con estudios previos en los que no se encuentran diferencias significativas en CS medida mediante tareas simples (DeJong et al., 2013). Por otro lado, los resultados concuerdan con aquellos estudios que encuentran diferencias significativas en niveles complejos, es decir, con medidas similares al MASC que representan situaciones sociales de mayor validez ecológica (Renwick et al., 2013; Ambwani et al., 2016).
Esto puede ser debido, como ya apuntaban Lang et al. (2015), a que los pacientes con TCA tendrían deficiencias en CS, las cuales no llegarían a manifestarse en tareas simples debido al menor consumo de recursos cognitivos. Esas deficiencias en CS solo se pondrían de manifiesto en tareas complejas que requieren mayores recursos cognitivos y atencionales.
Como segundo objetivo, nos propusimos determinar las dificultades específicas en CS en cada grupo medidas a través del MASC. Nuestros resultados muestran que las dificultades en CS de nuestra muestra de pacientes son debidas principalmente a los errores de hipomentalización, en los cuales hay diferencias significativas entre los pacientes con TCA y el GC. Los errores de hipomentalización están relacionados con la dificultad de ir más allá de un nivel concreto a la hora de inferir los estados mentales del otro. No hemos encontrado estudios que midiesen los tipos de errores cometidos por pacientes con TCA a la hora de inferir estados mentales ajenos, por lo que este dato aporta nueva información acerca de la naturaleza de las deficiencias en CS en este tipo de población.
La principal limitación de este trabajo fue la igualación de los grupos. Todos los sujetos del grupo control tienen estudios superiores, mientras que en el grupo de participantes con TCA el nivel de estudios es mucho más heterogéneo. Además, todos los sujetos de la muestra eran de sexo femenino mientras que el grupo control contaba con un 41% de mujeres y un 59% de hombres.
Con relación a las medidas utilizadas, el TLM no ha sido validado en muestra española, por lo que hay que proceder con cautela a la hora de interpretar sus resultados.
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